Como me suele ocurrir cuando se acerca el final del año, apremiado por las fechas comienzo a buscar títulos que me sirvan para completar aquellos retos que en el lejano enero me propuse realizar. En la búsqueda de autores y títulos con letras iniciales poco frecuentes (la 'Ñ' es caso poco menos que imposible) con frecuencia topo con otros muy queridos por mí. Así me ha sucedido con
Sara Mesa, autora que siempre me satisface y de cuya novela titulada "
La familia" casi todos los resúmenes anuales aparecidos en los suplementos culturales de los principales periódicos no hacen más que decir parabienes. No podía, pues, por menos que leerla. Pero ¿y la 'Ñ' de marras? Afortunadamente recordé que
Marisa G. del blog
Lecturápolis nos permitía, en el caso de esta grafía tan española, que simplemente la misma estuviese contenida en la palabra. Siendo así, me dije,
Claudia Piñeiro puede ser una buena opción; y me puse a cazar una obra suya que no tuviese excesivo número de páginas. Y la encontré.
"La familia" de Sara Mesa
«–Yo no doy rodeos –respondió muy ofendida–. Voy aclarando los datos, explicándolos según van saliendo. Si los pusiera uno detrás de otro, sin más, no se entendería nada. Eso que tú llamas rodeos yo lo llamo la salsa de la historia.»
De nuevo viene a mi memoria, tras la lectura de "La familia" de Sara Mesa la frase de Lev Tolstoi en Ana Karenina: «Todas las familias felices se parecen; pero las infelices, cada una lo es a su manera». ¡Qué gran verdad! En esta última novela de la escritora madrileña se nos muestra una peculiar familia, infeliz por supuesto, si bien emboscada en una impostada cara de ejemplaridad familiar y buen hacer respecto a todo:
«En esta familia no hay secretos».
Todos los miembros de este peculiar grupo familiar arrastran una tara, un problema que los lastra y les impide ser normales y auténticos. Liberarse de este peso les costará Dios y ayuda. Forman esta sociedad
Padre y
Madre -
Damián y
Laura- y cuatro niños, también llamados por los progenitores el Proyecto. Uno de ellos,
Martina, es adoptada. El resto,
Rosa,
Damián hijo y el pequeño
Aquilino, representan distintas versiones del
Hijo. Todos ellos han crecido bajo la represión marcada por la disciplina; todos ellos son infelices. La misma escritora preguntada acerca de su novela afirma que «
es una novela sobre la infelicidad».
Efectivamente, según avanza la narración, escanciada en 14 relatos, descubrimos que los seis integrantes de esta agrupación viven en la aflicción, en el desamparo, en la infelicidad. Los creadores de este desafortunado Proyecto -Padre y Madre- se diría que viven plácidos en su idea de familia; pero habrá que avanzar en la lectura para definitivamente descubrir si esto es así o estamos ante una mera fachada de cara a ellos mismos y a los demás. En lo que respecta a los hijos, cada uno intentará salir a flote, escapar del pozo en el que una idea rancia y estúpida de familia los ha tenido presos.
Como suele suceder es en el hijo mayor -en la novela,
Damián- sobre quien recae el peso más duro del llamado Proyecto. Es él quien peor lo lleva, quien más tarde lo superará si es que llega a superarlo. Esta es una de las cualidades que más aprecio de la novelística de
Sara Mesa, que nunca deja nada plenamente resuelto, que siempre nos fuerza a la reflexión. Y es que tratándose como se trata en la novela de introspección psicológica, las seguridades nunca abundan. El resto de los hijos, en especial el menor,
Aquilino, se buscan a sí mismos y se encuentran o al menos lograrán vivir sus vidas y los problemas que a cualquiera ésta acarrea con independencia suficiente.
La historia la presenta
Mesa, como ya he señalado, distribuida en catorce fragmentos desordenados cronológicamente. El foco está puesto continuamente en el constructor de este infausto Proyecto, en
Damián padre. Es un hombre que todo lo controla, que tiene todo bien claro, que se refugia en su despacho desde el que aconseja a sus clientes sobre problemáticas jurídicas diversas, que distingue claramente lo que en esta vida corresponde hacer a una mujer (su mujer
Laura, sus hijas
Rosa y
Martina) versus lo que debe guiar la actuación vital de un hombre (él mismo o sus hijos
Damián y
Aquilino). Los capítulos (con consistencia de auténticos relatos independientes) son como las piezas de un puzle que hay que componer para apreciar a las claras a esta familia [la cita que abre mi comentario sobre "La familia" explica por qué la autora procede de esta manera]. Hasta la última pieza -el relato titulado "
La rendijita"- no queda expuesto bien a las claras la tragedia de infelicidad en que crecen o han crecido todos los miembros de este grupo. Un grupo que por las frases puestas en boca de
Damián padre se diría que es una familia del Opus Dei
«Piensa que si no tuviéramos hijos incluso estando casados y con todos los papeles en regla, no seríamos una familia, sólo seríamos una pareja, dos personas sin vínculos de sangre, estériles e inútiles. Para fundar una familia hace falta que nazca un hijo. Y cuantos más hijos haya, más vínculos de sangre, más familia»
La familia como proyecto de una pareja que, por eso mismo, son -se creen que lo son, más bien- dueños de las vidas que han creado -los hijos- es puesto en cuestión por
Sara Mesa. Una familia en la que sólo existen obligaciones, prohibiciones, negativas, cadenas... por más que las mismas estén envueltas en suaves y amables palabras no es más que un fracaso, o en todo caso un proyecto equivocado. Cuando descubramos la verdad que se esconde en el Padre sabremos que
Damián también en el fondo es víctima, pero eso no debe movernos a compasión hacia él. No, no la merece. Me alineo con los hijos, en especial con
Martina en el repudio rotundo que con los años hace de esta familia que más que acogerla cuando fallecieron sus padres biológicos se la arrebataron a otros posibles candidatos (el
tío Óscar y su mujer
Luisa) que de seguro habrían depositado en ella más amor:
«El tío Óscar sentía, más que pena por ella [por Martina], pena por sí mismo y, sobre todo, pena por su mujer Luisa, que habría acogido a su sobrina con los brazos abiertos si las cosas se hubiesen organizado de otro modo.»
Otros libros de Sara Mesa reseñados en "El blog de Juan Carlos"
Un amor
Cara de pan
"Las grietas de Jara" de Claudia Piñeiro
«–¿Cuántos años tenés, Pablo?–dice, y a él lo sorprende la pregunta.
-Cuarenta y cinco.
–Tres menos que yo–dice Marta, se queda pensando un rato y luego sigue–: ¿Te parece que todavía estamos a tiempo de dar una vuelta de timón y navegar hacia otro lado?»
Una novela corta que encierra dentro de ella una serie de emociones y pulsiones que afloran y van desarrollándose de manera bastante natural. Muchos asuntos: el chantaje, la mentira, la hipocresía, el deseo reprimido, el sexo, el choque generacional, la mujer ayer y hoy, la necesidad de probar antes de que el tiempo nos lleve... Y por encima de todos ellos, conteniéndolos, Buenos Aires. En especial la arquitectura del gran Buenos Aires que festonea las grandes avenidas de la ciudad que cobran protagonismo especial en esta novela de
Claudia Piñeiro. Y es que Argentina se contiene en Buenos Aires y Buenos Aires destila argentinidad por sus cuatro costados: la Chacarita, Madero, San Telmo, Avenida de Mayo, Torrego y Corrientes, Recoleta, etc.
Un hombre, Pablo Simó, que a los 45 años piensa que quizás ha llegado el momento de reinventarse, que si espera más tiempo ya no habrá lugar para ello. Un arquitecto con un deseo arquitectónico que dibuja desde la primera página, pero ¿logrará llevarlo a cabo?
Quizás su proyecto de torre de once alturas no sea más que un símbolo de lo que él quisiera realizar en su vida personal. ¿Sí, no? Para saberlo, para ver si finalmente su torre se hará realidad hay que llegar a las últimas páginas de esta novelita, Las grietas de Jara, que se lee divinamente.
Sinopsis
¿Qué precio hay que pagar para dar una vuelta de timón y decidirse a vivir los propios sueños? Aunque Pablo Simó quiere construir la torre de sus sueños, se limita a dibujarla: hace veinte años que trabaja en un estudio de arquitectura que no puede o no quiere dejar. Veinte años son también los que lleva casado con Laura, a quien sólo lo unen la costumbre y una hija típicamente adolescente. Cuando una joven llegue inesperadamente al estudio buscando a Nelson Jara, comenzará a revelarse la trama del secreto en la que Simó está implicado junto a su jefe y una compañera de trabajo. La aparición de la muchacha y las derivaciones de ese hecho del pasado abrirán una grieta en la precaria estabilidad del arquitecto, que verá derrumbarse una a una las certezas que lo sostuvieron hasta el momento.
Es una novela en la que, con ritmo pausado al inicio y acelerado según avanza la trama, asistimos a la evolución del personaje Pablo Simó enfrascado en una vida gris que, por mero azar -la llegada al estudio de una joven llamada Leonor que pregunta por Nelson Jara-, verá realizados varios de sus sueños. Pablo lleva casado con Laura cerca de quince años; ambos son padres de Francisca, una joven adolescente que a Laura le da más que un dolor de cabeza. Como cualquier adolescente Francisca está probando, ensayando, picotea aquí y allá para encontrar lo que le gustaría ser y lo que en verdad es. Los adultos, en especial Laura, no la entienden. Pablo, sí. Y es que Pablo en el fondo no ha dejado aún de ser un adolescente vital: sueña con hacer el amor con Marta Horvat, la compañera del estudio arquitectónico Borla; y lo mismo le suede con la joven veinteañera Leonor cuando se presenta preguntando por Jara.
La novela tiene mucho suspense; es un suspense de naturaleza psicológica. Leonor pregunta por Jara y los tres miembros del estudio se ponen muy nerviosos pues -esto se dice desde la primera página, así que no descubro nada- a Jara lo enterraron en cemento en los pilares del edificio que hacía tres años el estudio estaba construyendo. Jara había ido a quejarse por unas grietas que, decía, habían aparecido en su apartamento por culpa del movimiento de tierras que la constructora dependiente de Borla y asociados estaba realizando frente a su edificio.
Como tres años atrás Mario Borla encarga a Pablo Simó resolver el asunto. Y ahí comienza la metamorfosis de Simó, una transformación que dará un vuelco a su existencia. Pablo Simó se reinventará gracias a la fuerza que le proporciona conocer a Leonor, el vigor juvenil de su hija Francisca y la pereza que reconoce que existe en su matrimonio con Laura y en su trabajo en el estudio de Mario Borla donde de siempre se le ha ninguneado. Y todo esto esto sucede en Buenos Aires donde los personajes hablan con viveza y los argentinismo colonizan el relato: putear (injuriar o decir palabras mal sonantes), calefón (aparato a través de cuyo serpentín circula el agua a fin de poder ser calentada), remera (camiseta), gil (incauto, simple), placar (armario empotrado, ropero), birome (bolígrafo) y muchas otras más.
Me ha gustado y sorprendido especialmente la manera como la novelista maneja el presente narrado y las salidas de éste hacia el pretérito evocado, mezclándolos con una grandísima naturalidad. Se produce esta transitividad especialmente en las evocaciones recurrentes que el protagonista Pablo Simó efectúa de su antiguo compañero de estudios Tano Barletta, todo lo opuesto a él en el pasado. Tano, en la imaginación de Pablo, es como su conciencia, es el Pepito Grillo que -imagina- le dice y aconseja sobre sus acciones. Es Barletta un personaje que Pablo tiene idealizado en su memoria y que como tantas veces sucede poco tiene que ver con la realidad.
Nada había leído de la escritora argentina nacida en 1960. Muchas veces he tenido el propósito de ponerme con ella y su libro "
Catedrales" pero por H o por B hasta el día de hoy no lo había hecho. Gracias al Reto 'Autores de la A a la Z', un reto que algunos dirán que es una tontuna la he leído y me ha satisfecho mucho. Quizás ahora vuelva ´con más ganas a buscar "Catedrales", novela de 2020 que fue galardonada con el Premio Dashiell Hammett de la Semana Negra de Gijón de 2021.
La novela Las grietas de Jara también fue merecedora de premios. En 2010 ganó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, un galardón establecido en 1993 que reconoce la excelencia del trabajo literario de mujeres en idioma español de América Latina y el Caribe. En 2017 la novela fue llevada al cine por el argentino Nicolás Gil Lavedra. Es evidente que me la apunto pues acabo de ver que se encuentra disponible en Netflix.
No me llaman especialmente, pero no las descarto. Besos.
ResponderEliminarFeliz año nuevo, lady Aliena
EliminarHe leído recientemente La familia. Antes había leído Un amor y Cara de pan. Es una de las escasas figuras literarias que sigo con interés, Sara Mesa. Escribe y logra hacer interesante todo lo que cuenta. Había fracasado en la lectura de dos libros que devolví o dejé de leer pero sabía que Sara Mesa conseguiría atraparme. Crea una familia llena de densidad y de secretos íntimos en que el padre, Damián, es el sumo sacerdote a pesar de ser un gran admirador de Gandhi y la idea de compromiso incluso progresista -no veo que se identifique con el Opus Dei en algunos sentidos-. Lo que dice no es incierto muchas veces, pero el autoritarismo impositivo que expresa es demoledor para el desarrollo de sus hijos y de su mujer. Una buena idea impuesta puede convertirse en destructiva. Tengo algún caso cercano que pudiera ser parecido. Un padre tan monolítico en sus valores impuestos a sus hijos que -sospecho- ha logrado lo contrario de lo que pretendía: hacer una mujer fuerte, pero la realidad es que su hija es una víctima del poder omnímodo y bienintencionado del padre. Esto jamás se lo he dicho, pero es una convicción íntima. Un padre que imponga una determinada visión del mundo puede llegar a ser destructivo. Y, además, Damián, mentía sobre su profesión. Una impostura. Buena salida de año, Juan Carlos.
ResponderEliminarLa insistencia en tener hijos, en aumentar el Proyecto, unido a ese deseo de estar constantemente 'educando' a la familia es lo que me ha llevado -en una simplificación excesiva, es cierto- a calificar a este grupo familiar como perteneciente a la secta opusdeísta. Por lo demás, la quiebra de esta familia es fruto de la intransigencia impositiva sobre los demás de las buenas ideas; así, desde luego, no se educa, más bien se destruye.
EliminarNo me extraña que este Damián Padre se hunda en el llanto. Qué fracaso el suyo, qué estupidez la vida que ha simulado llevar. ¡Qué patético es!
Pásalo bien esta noche y disfruta de todos los días del año que comienza.
Un abrazo
Qué ganas tengo de leer algo de Sara Mesa!!
ResponderEliminarDe Claudia Piñeiro tengo un par de libros por casa esperando ser atacados.
Besotes y Feliz Año!
Pues, amiga, para solucionar esas ganas enormes que dices tener de leer a Sara Mesa no tienes más que abrir una de sus novelas. Así qye, hala, ponte manos a la obra (ja, ja...). Claudis Piñeiro es fantástica, ya verás.
EliminarFelicísimo año nuevo, amiga.
Muchos besos
Acabas el año leyendo... y lo comenzarás leyendo. Gracias por tenernos al día. No son pocas las ideas que nos lanzas y aprovechamos. Abrazos enormes de Año Nuevo.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti por tus amables palabras. Seguiremos leyéndonos en 2023.
EliminarFeliz Año Nuevo
Un fuerte abrazo
Este año he utilizado a Claudia Piñeiro para dos letras. Con Las grietas de Jara, para la P, y con Una suerte pequeña, para la Ñ. Y empiezo el año leyendo El tiempo de las moscas con lo que voy a inaugurar el reto con la Ñ y me quito lo más difícil.
ResponderEliminarSara Mesa y La familia es algo de lo que quiero empezar en breve. Me atrae mucho esa familia perfecta... no tan perfecta.
Un beso y feliz año.
Para llenar el hueco de la letra Ñ tomé a la autora de tu blog, querida Rosa. Concretamente estabas reseñando "Los Caín" que me pareció algo extensa; el tiempo se me echaba encima y busqué algo suyo de menos páginas. Fue aquí donde apareció "Las grietas de Jara" que me ha agradado mucho.
EliminarYa lo sabes, pero vuelvo a repetírtelo: tomo muchos magníficos títulos de tu blog. Me encanta.
La familia te gustará, seguro.
Besos
¡Hola!
ResponderEliminarjuntas aquí dos de mis autoras preferidas en la actualidad, para mí dos grandes. Respecto a La familia, ya sabes que me encantó, me encantó visualizar por esa rendija o pequeña ventana abierta al interior de la casa, a la disfuncional familia con ese padre tan regio y estricto, yo también pensé por sus creencias que era una familia del Opus Dei. Tengo claro que leeré todo lo que saque Sara Mesa.
Y de Claudia Piñeiro..., pues también. Es verdad que la autora construye argumentos con cierto o mucho suspense del psicológico (quizás sea mi género preferido, el thriller psicológico). Este que reseñas no lo he leído, pero te recomiendo sin duda que te pongas con "Catedrales" y mas ahora que ya conoces la pluma de Piñeiro, es quizás mi preferida de las dos suyas que ya he leído (también te recomiendo "Una suerte pequeña")
¡Un beso enorme, Juan Carlos!!
Me estás poniendo muchos deberes, Marian (ja, ja...). Tras tu selección de mejores lecturas de 2022, ahora me recuerdas que debo leer Catedrales de la Piñeiro. Lo intentaré, querida amiga.
EliminarOtro beso grande para ti
Espero que no pase de este 2023 sin que me estrene de una vez con Claudia Piñeiro. Esta novela suya que nos traes, por cierto, no la conocía.
ResponderEliminarEn cuanto a Sara Mesa, qué puedo decir: es una de mis escritoras favoritas. Al contrario que tú, no he podido evitar sentir al final cierta compasión por Damián padre, tan víctima de sí mismo como el resto de miembros de su familia lo es de él. La madre, además de víctima, si se piensa bien, es cómplice necesaria. Y en cuanto al tío Oscar... sin duda Martina hubiese tenido una infancia y adolescencia mucho más sana si hubiese sido adoptada por él y su mujer, pero supongo que al bueno del tío Oscar le faltó valentía para que esto sucediera así. Una de las cosas que mejor hace Sara Mesa es conseguir que los lectores demos la vuelta a algunos personajes y/o situaciones.
Besos