El autor tuvo la gentileza de ofrecerme su novela para que la leyese cuando pudiera. Llegado su turno, me ha agradado la fluidez con que las palabras hacen que la anécdota discurra. Según la leía me he visto agradablemente transportado muchos años atrás, a cuando mi yo adolescente abordaba (¡qué bien le cae este término a una novela que transcurre en el mar!) las novelas tenidas por juveniles de Julio Verne, Robert L. Stevenson e incluso Herman Melville. “El Albatros” es, indudablemente, una 'novela de aventuras'.
(Fotocomposición tomada de http://librosadictivos.com/el-albatros-los-piratas-galguduud/) |
El autor
Antes de ponerme con "El Albatros" eché un vistazo por Internet al escritor. Federico Supervielle Bergés es Alferez de navío y ha publicado más de un informe o documento en la Revista General de Marina y el Instituto Español de Estudios Estratégicos. Fue precisamente leyendo por encima un artículo suyo publicado en la Revista online de ese IEEE que decidí aceptar el ofrecimiento que me había hecho de su novela. Su estilo claro y directo me captó desde el primer momento.
Federico, "Fede", es un enamorado del Mar y de la Milicia. Profesionalmente ha estado destinado a bordo de la fragata Victoria y del patrullero Tornado. Entre sus actividades militares está la de haber participado en la misión antipiratería de la Unión Europea en el Índico y en un despliegue de seguridad cooperativa en el Golfo de Guinea. Su amor a la mar, a la profesión, su espíritu militar, su sentido del deber, en definitiva, su experiencia vital, están muy presentes en su novela.
La novela
El título y subtítulo que figuran en la portada del libro dan sobrada información sobre el asunto que aborda la novela. En efecto se trata de una embarcación que va a actuar al margen de cualquier superestructura militar pero protegida en parte por los gobernantes de un país aunque éste sea, como no se cansa de repetir el narrador de la novela, un Estado fallido. Sí, en efecto, es fácil que hayáis adivinado que ese Estado fallido no es otro que Somalia en el cuerno de África. El barco que actúa con patente de corso en este siglo XXI se llama "Albatros", está equipado con la más moderna tecnología militar y tripulado por una sesentena de marinos capaces como muy pocos. Su misión, luchar contra los piratas que secuestran marinería de barcos mercantes y de pesqueros que transitan por el Mar Rojo exigiendo para su liberación sustanciosos rescates. Del variopinto mundo de bandas piratas de la zona, la historia se va a centrar en una que también se anuncia en portada: 'Los piratas de Galguduud'.
Sinopsis (ofrecida por el editor)
Los campamentos de piratas que salpican la costa de Somalia amenazan con secuestrar cualquier barco que se les acerque pero los países desarrollados no parecen capaces de hacer frente al problema. La industria energética mundial está al borde del colapso. ¿Podrá un hombre de negocios enfrentarse a los piratas? ¿Será capaz el fallido estado somalí de controlar su propia costa?
Federico Supervielle Bergés, el autor, es un marino y un militar que ama profundamente su profesión. Tal cosa es perceptible en todo momento y desde el primer instante. Así cuando el personaje Jaime Reyes, el experto en seguridad y defensa en asuntos navales que el magnate suizo Friedrich Gotthelf, propietario de la naviera Alps Tankers, ha contratado para tratar de acabar con la extorsión a la que sus petroleros están sometidos, piensa en quién podría patronear el patrullero que ha conseguido, en su cabeza no encuentra a nadie con el perfil adecuado. Es evidente que sólo oficiales de la Armada podrían llevar a buen puerto esta singular empresa, pero al estar la misma situada en una nebulosa zona de legalidad no le va a ser fácil dar con la persona adecuada
"Conocía a suficientes militares como para saber que tenían un sentido del deber y del servicio a la Patria demasiado grande como para embarcarse en una empresa de la índole que él proponía. Al menos en cuanto a la oficialidad se refería. Quizás podría convencer a algunos, pero no serían los mejores" (pág. 28)
Finalmente a través de una casual amistad con Nacho Marzán, logrará dar con Pablo, hermano menor de éste y de Javi. Javi y Nacho son miembros activos de la Armada; por su parte, Pablo es marino mercante, está en este momento en paro y por lo tanto en situación de disponibilidad. Así pues Pablo Marzán Febles será el encargado de comandar y configurar la dotación de este barco que construía Navantia para la Armada portuguesa y al que la crisis económica dejó varado en los astilleros al no poder asumir su compra el gobierno portugués.
Pablo conoce la disciplina y los métodos militares por su entorno familiar: hijo y hermano de militares de la Marina española. Es precisamente gracias a Nacho que llegará al "Albatros" -el nombre será el elegido por Pablo para el barco- Gabi, un Alferez de Navío, sancionado por un problema habido en la nave que capitaneaba y que, aunque no hubiera sido él el causante directo del destrozo, sí que es el responsable del mismo al ser el jefe máximo de la embarcación. Gabi sería, pensaba Nacho, un magnífico segundo. De esta manera, por conocimientos y relaciones, se fue conformando la dotación del barco: Paco, un ex de los GEO, que elegirá por sí mismo a sus hombres; Joseba, un piloto de helicópteros con experiencia en Salvamento marítimo; Grease, un americano que había llegado a la base de Rota hacía años y allí se había quedado, será el Jefe de máquinas; y así el resto: Juan, Miguel, Esther, Eva, etc.
El "Albatros", perfectamente equipado como está, es una gozada para todos estos hombres, enamorados de la milicia y amantes de la justicia. Se dirigen al estrecho de Ormuz donde los petroleros de la Cia, Alps Tankers sufren agresiones y extorsiones constantes. Durante el trayecto irán ejercitándose para automatizar reacciones y anticipar en lo posible las situaciones que se encontrarán cuando lleguen a la zona. A mí esta parte de la novela es la que me ha resultado menos entretenida al faltarle el peligro que precisa cualquier acción aventurera que se precie. Pero la sensación fue pasajera porque pronto el "Albatros" comienza a ayudar a barcos de pescadores en situación de avería y a buques de transporte acosados por esquifes de piratas.
Los momentos de acción me han gustado. Pienso que el novelista sabe de lo que habla -eso sin lugar a dudas- y lo cuenta adecuadamente. He disfrutado con los episodios de aventura, con las incursiones aéreas de Joseba, el arrojo de los hombres de Paco, la profesionalidad de la médico Esther, el sentido de disciplina y amigable relación de Gabi para con Pablo, e incluso hasta con los politiqueos de Jaime Reyes, necesarios para poder lidiar con los miembros del gobierno del susodicho Estado fallido.
Si bien la historia principal es la del "Albatros" y su tripulación (su configuración, la dotación, su entrenamiento, las modificaciones mecánicas del barco...) no se puede obviar una segunda trama que es la que en el fondo está en el origen de la primera. Me refiero al asunto de los piratas. Poco a poco, delicadamente, como para no desviar al lector de lo que al novelista le interesa fundamentalmente que no es otra cosa que contar cómo funciona un buque militar en la zona de vigilancia del mar Índico, hay breves fogonazos de la vida en la zona de los piratas. En esta segunda trama, presentada en contrapunto con la primera, aparece Mohammed siempre interpelado acervamente por su jefe cuya identidad desconoceremos hasta el final del relato; también aparece Mukhtar, jefe de un grupo de piratas mercenarios contratado por este misterioso Jefe. Conforman estos personajes de nombre musulmán el grupo de los piratas de Galguduud. Ajeno a la actividad de los piratas figura Abderashid, quien representa a los somalíes cuyo único deseo es vivir en paz y tranquilidad.
Es mértito del autor dotar a los personajes de vida interior. Me refiero a que de varios de ellos conocemos aspectos y circunstancias personales y familiares que trascienden su faceta profesional aunque en gran medida la expliquen. De todos ellos sin duda alguna es Pablo Marzaz quien arrastra una situación personal más complicada. Es esa complicación con nombre de mujer o mujeres la que le lleva a aceptar esta empresa que en otras condiciones seguramente no habría aceptado. El resto de personajes no tienen problemas semejantes, salvo la necesidad de sacar adelante a sus respectivas familias, algo para la que esta insólita aventura, pagada con generosidad por el armador suizo, les viene a las mil maravillas.
Formalmente, además de la técnica del contrapunto usada para presentar las dos tramas, no quisiera dejar sin citar la serie de tecnicismos marineros y militares que, como es lógico en una historia que transcurre en la mar, aparecen: dhows de carga, norays, gaza, estachas, khat, rhib, trimmers, osmotizadores, potala ... También me ha gustado, aunque aparezca en muy escaso número, alguna pincelada culturalista ("Calles como Bahnhofstrasse explicaban porqué [sic] la tercera fuente de ingresos de la ciudad era el turismo. También había pasado por la catedral de Grossmünster, que mandó construir Carlomagno hace más de mil años" -hablando de la ciudad de Zúrich-) que pienso abren el relato a un público lector más amplio que aprecia informaciones de esta naturaleza.
El cosmopolitismo es una baza que en mi gusto lector pesa para la positiva valoración que hago de esta novela. Y en este cosmopolitismo quisiera destacar el que las localidades españolas (Las Rozas, Cádiz, Puerto Real...) aparezcan sin complejo alguno junto a las islas Seychelles, Mogadiscio, Malta, Zúrich... Pero igual que valoro esto, mi opinión difiere absolutamente respecto a algunas calificaciones de menosprecio sobre los africanos que se escapan de la boca de algunos personajes. Entiendo que sirven para conformar la personalidad del personaje, pero existe ahí una tierra de nadie en la que no queda muy claro el pensamiento que se quiere transmitir.
Para acabar
He calificado este relato de novela de aventuras desde el principio, y no creo equivocarme nada en ello. Dentro de esta categoría me atrevería a decir que su lectura -adecuada para cualquier tipo de lector-, si hubiera de elegir algún destinatario determinado, seguramente, pienso, serán los jóvenes quienes se sientan más atraídos por las peripecias que en ella suceden. Son peripecias que se mueven en el terreno de las lealtades militares, nunca cuestionadas. No hay conflictos graves entre los miembros de esta tripulación atípica. Tan sólo se da un conato de enfado entre Paco y Pablo, pero el autor no se decide a explotar esa veta que indudablemente habría llevado al relato por otros derroteros. La novela, en definitiva, es una demostración -ya lo he dicho reiteradas veces- del aprecio de "Fede", el escritor, por su trabajo y una defensa sin equívocos de la enorme profesionalidad de los miembros de la Armada española.