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18 jun 2022

Yasmina Khadra: Lo que el día debe a la noche

24 comentarios:

«Si quieres convertir tu vida en eslabón de eternidad y permanecer lúcido hasta en el corazón del delirio, ama. Ama con todas tus fuerzas, ama como si no supieras hacer otra cosa, ama hasta encelar a príncipes y dioses… pues sólo en el amor la fealdad embellece»

literatura romántica, guerra de la independencia argelina, Francia, la OAS
Sinopsis 
Younes solo tiene nueve años cuando su padre, arruinado por un especulador, pierde todas sus tierras. Totalmente agobiado, resuelve confiar el niño a su hermano, un farmacéutico integrado en la comunidad occidental de Orán. Es un sacrificio enorme que hace que acabe perdiendo el respeto por sí mismo.
Pero los ojos azules de Younes y su aspecto angelical ayudan al chico a ser aceptado por la clase acomodada de la población. Su nombre ahora es Jonas, y crece entre jóvenes colonos de los que se hace amigo inseparable. Descubrirá con ellos las alegrías de una existencia privilegiada que ni la segunda guerra mundial ni las convulsiones de un nacionalismo árabe en plena expansión pueden perturbar. Hasta el día en el que llega a la ciudad Émilie, una joven fascinante que se convertirá en el objeto de deseo de todos ellos y que pondrá a prueba la lealtad, el egoísmo y el rencor que la guerra de la independencia agrava.
La revuelta argelina será para Younes-Jonas sangrante y fratricida. Los lazos de amistad con sus amigos occidentales y el agradecimiento hacia quienes le han ofrecido una vida mejor no le van a hacer renunciar, sin embargo, a los valores inculcados por su padre y que conforman su identidad: la dignidad el respeto hacia sus raíces y las costumbres de su pueblo y la fidelidad a la palabra dada, valores que ponen en peligro el amor desgarrador que siente por Émilie.



Yasmina Khadra 
Conocía al escritor por "El atentado" (2005), novela que leí hace ya bastantes años y que me impresionó vivamente. Desde entonces nada nuevo había vuelto a leer de este antiguo coronel del ejército argelino que durante años escondió su identidad bajo este seudónimo de mujer. Todos los lectores pensaban que quien escribía era una mujer. El año 2000 tras haber escrito una docena de novelas, -seis de ellas con su nombre auténtico de Mohammed Moulessehoul- abandona definitivamente el ejército para dedicarse en cuerpo y alma a la literatura fijando su residencia en Aix-en-Provence con su familia.



Lo que el día debe a la noche
La novela me ha gustado. Es una historia de amistad entre cuatro chicos a lo largo de toda una vida desde los años escolares con las peleas correspondientes, los primeros amoríos, las supuestas traiciones, las reconciliaciones de unos y otros... Luego vendrán ya las primeras experiencias amorosas serias, alguna de las cuales condicionará la vida del personaje principal, el narrador protagonista que a sus 80 años de edad rememora su vida la cual acaba de iniciar el último tramo. Todo esto se desarrolla en un contexto histórico y espacial determinado: la Argelia francesa que va de los años 30 del siglo pasado hasta el año 2008 en que concluye su narración el protagonista Younes-Jonas.

El personaje es un árabe educado en el ambiente de la burguesía francesa acomodada que dirigía Argelia durante los años que precedieron a la independencia total y definitiva del país africano en 1962. Todos los compañeros de colegio de Younes son burgueses franceses con los valores propios de los colonos europeos. Para estos él es Jonas. Pero Younes ha nacido de padre y madre árabes que por causas desgraciadas se han visto abocados a la ruina. El padre, hombre muy orgulloso, intentará remontar pero al darse una y otra vez contra la pared tirará la toalla y accederá a los deseos de su hermano Mohamed, farmacéutico en Orán casado con la francesa Germaine, de adoptar a Younes 
«—Querida Germaine —dijo mi tío con voz estremecida—, te presento a Younes, ayer mi sobrino, ahora nuestro hijo.».
El matrimonio mixto del árabe Mohamed y la católica Germaine dará todo su cariño a Younes a quien llamarán Jonas desde que acude al colegio donde estudian los hijos de los colonos franceses. Younes-Jonas se sentirá siempre incompleto, en mitad de todo, sin identidad completa. En algunos momentos es denostado por quienes son sus amigos franceses (Jean Christophe, Dédé, Fabrice o el judío Simon) situándolo en el grupo de 'los otros', o sea, de los árabes; y en otras, mucho más frecuentes, es visto por los vecinos y compañeros de infancia argelinos (Jelloul, Krimo, Oauri, etc.) como traidor a sus orígenes. Esta es la tragedia de Younes-Jonas, un árabe de ojos azules muy atractivo para las mujeres, educado en la cultura y valores occidentales pero muy atraído también por sus orígenes árabes de los que no logrará, y tampoco querrá, despegarse. 

Se muestra en Lo que el día debe a la noche una hermosa historia de amistad entre cuatro chicos, cada uno de ellos viviendo sus correspondientes episodios amorosos con chicas hacia las que en ocasiones varios se sienten atraídos por la misma lo que da lugar a encuentros y desencuentros entre ellos. Son ellas -IsabelleHélène Émilie-, jóvenes francesas de buenas familias, las que se relacionan con estos chicos. El narrador protagonista de la novela es objeto de deseo de varias de ellas y sufrirá en sus propias carnes la lucha entre la inclinación hacia ellas y el deseo de no interferir en los amoríos de sus propios amigos. Estar en medio siempre es incómodo y complicado. Jonas, como cualquier otro argelino educado en los valores de la metrópoli, se encuentra en esta situación también en el amor.

Las andanzas de estos chicos y chicas van evolucionando a lo largo de los convulsos años vividos por Argelia desde los años 30 del siglo XX (guerra en España, ascenso de los fascismos en Europa), la Segunda Guerra Mundial, la desilusión de los argelinos cuando, finalizada la guerra europea en la que lucharon por Francia el General De Gaulle, que les había prometido que ellos tomarían las riendas de su destino, ven incumplidas estas promesas, y finalmente la guerra de independencia que rompe el país y provoca el exilio de franceses que llevaban en Argelia al menos tres generaciones. Tras 1962, año del reconocimiento de la independencia por parte de Francia, Younes-Jonas se decanta por Younes y se quedará a vivir definitivamente en la nueva nación argelina. Parece feliz, se ha casado, tiene dos hijos, una farmacia, pero nuevos acontecimientos de intransigencia como la aparición del islamismo radical volverán a perturbar la vida de la nueva nación. 

Es muy interesante el marco histórico en el que se desarrolla la vida de este joven que nada entre dos mundos. Pero lo más atractivo de Lo que el día debe a la noche es la maestría con la que Yasmina Khadra presenta los acontecimientos: cómo con dos trazos bien dados describe momentos, espacios, situaciones. Especial y muy lograda es la manera como muestra el choque de los dos mundos presentes en la Argelia colonizada: de un lado la vivida por la burguesía francesa detentadora del poder cuya preocupación es divertirse, relacionarse, enamorarse
«La ociosidad propiciaba amoríos que brotaban como flores al alba. Las chicas hablaban más alto por la avenida, espléndidas con sus vestidos livianos que dejaban al descubierto sus brazos de sirena y parte de su bronceada espalda; los chicos parecían cada vez más distraídos en las terrazas de los cafés y se encendían como cerillas cuando se husmeaba en sus secretillos hechos de suspiros y de sueños tórridos.»
Y en tremendo contraste con esta vida muelle y amable la realidad en que viven los árabes, los autóctonos
«El pueblo no era nada del otro mundo. Un poblacho perdido, mortalmente aburrido, con sus casuchas de adobe resquebrajado por el peso de la miseria y sus callejas desamparadas que no sabían dónde meterse para ocultar su fealdad. Unas cabras mordisqueaban unos esqueléticos árboles erguidos en su martirio cual cadalsos. Acuclillados al pie de los mismos, unos ociosos desastrados parecían»

Esta dualidad la ha vivido y la vive el personaje narrador de Lo que el día debe a la noche. Él, con sus padres, habitó al llegar a Orán en un barrio miserable llamado Jenane Jato donde un avaro administrador de nombre Bliss explotaba la miseria de los vecinos con alquileres elevados por viviendas misérrimas. Pero incluso en medio de esta fealdad y gran pobreza cabía la alegría, la vida pujaba por abrirse paso. Esta vitalidad y pujanza nos la hace visualizar Yasmina Khadra en la multiplicidad de tipos, hombres y mujeres, que pululaban por este barrio: Bliss, el tendero Patapalo, el barbero que cortaba el pelo en medio de la plaza, pero sobre todo las mujeres que sacan adelante a su prole abandonadas o ignoradas muchas de ellas por sus maridos. Cuando Younes visita a su madre dos años después de haber sido entregado a su tío el contraste entre ambos mundos es patente para él:
«Al salir vi a todos los vecinos reunidos en torno al brocal. Badra, Mama, Batoul la vidente, la bella Hadda, Yezza y su chiquillería me miraban de lejos. Parecía que temieran estropearme al acercarse a mí. Los diablillos de Badra contenían el aliento. Ellos, que siempre andaban con los dedos metidos en alguna parte, ahora mantenían las manos pegadas al costado. Mi cambio de ropa había bastado para dejarlos descolocados. Hoy sigo preguntándome si, al fin y al cabo, el mundo no se basa en las apariencias. Si tienes la cara acartonada y un saco de yute cubriendo una tripa vacía, eres un pobre. Si te lavas la cara, te peinas un poco y te pones un pantalón limpio, ya eres otro. De tan poco depende… A los once años, esos despertares te desconciertan.»
A mí la novela me ha gustado, además de por los asuntos que toca, por el diseño de los personajes. Son todos ellos personajes tipo reconocibles. Tenemos a Simón Benjamin, el judío feo y gracioso; al atractivo por su riqueza Jean Christophe; al emprendedor André Sosa (Dédé); al creativo poeta y periodista FabriceEmilie es la chica cañón que, enamoradísima de Younes-Jonas, hará lo indecible por conseguirlo; la madre de Emilie es una mujer aparte de la que nada se puede decir so riesgo de machacar la lectura; Germaine es la mujer de maternidad frustrada que encuentra en Younes-Jonas el hijo en quien volcar su gran capacidad de amor; el tío Mohamed es un culto farmacéutico y hombre desprendido donde los haya que inculca en Jonas magníficas enseñanzas que le servirán de por vida a éste; y así muchos otros más.

escritores argelinos en Francia
Quizás -y ésta sería una de las escasas pegas que pondría a esta novela- quedan un poco desdibujados o poco perfilados en su evolución los padres y la hermana de Younes. De ellos sólo se nos cuenta el fracaso de las tareas agrícolas en las que Issa, el padre, había empeñado todo su futuro, y la bondad sumisa de la madre atenta siempre a que a la hija enferma no le faltase de nada. Pero quedan flecos colgando tras finalizar la lectura: ¿Qué ocurrió con ellos?, ¿Qué fue de la hermana?, ¿Por qué nada nos dice de ellos? Y al igual que de los padres y hermana, poco se nos dice también de la mujer, hijos y nietos que Younes afirma en un momento dado, pero como de pasada, tiene en Argelia. ¿Qué ocurre? ¿Es que la parte argelina poco o nada le interesa a Jonas? E incluso me atrevo a preguntarme si será verdad que tiene esta familia consolidada en Argelia o si será una simulación de felicidad más, exhibida ante sus antiguos amigos cuando al final de la novela se reúne con ellos en Aix-en-Provence. ¿Sigue Jonas queriendo asimilarse con los europeos aunque se reconoce diferente a ellos?: 
  «—Tú no puedes entenderlo. Eres de los nuestros, pero llevas la vida de ellos…», le dice Jelloul a Younes cuando el primero le pide ayuda en un momento en que la lucha por la independencia argelina ya está en marcha. 

La prosa de Yasmina Khadra es excelente. Según leía Lo que el día debe a la noche me parecía estar ante hermosos cuadros costumbristas del vivir cotidiano argelino. Se ve que el autor ama a su país a pesar de vivir fuera de él y a pesar de haber recibido ataques e incluso alguna amenaza por preferir escribir en francés y no en árabe. Siente predilección por la frase breve, la adjetivación colorista, el vocabulario preciso y enamorado de la peculiaridad autóctona (merguez, gandura, chechia, morabito, lampiones, lactescente, maquis, ...), realiza descripciones topográficas enlazando las mismas con el carácter de las personas, etc.
  • «La zona de prostíbulos de Orán estaba detrás del teatro, en la calle del Acueducto, una calleja de mala muerte a la que se accedía por dos escaleras que apestaban a orina y en las que se acomodaban los borrachos.»
  • «Unos críos jugaban desnudos en medio del polvo, con el vientre hinchado y las narices asediadas por las moscas. Sí, eso era, además del hedor estaba el zumbido de las moscas, voraz, obsesivo»
  • «La primavera seguía avanzando. Las colinas cubiertas de hierba aún tierna espejeaban al amanecer como un mar de rocío. Daban ganas de desnudarse y de zambullirse de cabeza en él, de nadar por esa pelusa hasta el agotamiento, y luego de tumbarse bajo un árbol y soñar, una por una, con todas las bellezas creadas por Dios. Resultaba embriagador»
  • «La posteridad nunca ha vuelto las tumbas más cómodas. Su único mérito está en aplacar nuestro miedo a la muerte, ya que nuestra inexorable finitud no conoce mejor terapia que la ilusión de una buena eternidad.»


Son muchas las frases que se pueden entresacar de Lo que el día debe a la noche de Yasmina Khadra, una novela que se lee con mucho gusto, que sirve para ilustrar un momento interesante de la historia de un país muy importante para nosotros actualmente. Es un libro que contiene varios dentro de sí: estamos ante una novela de iniciación a la vida adulta, una novela social, una novela romántica, una novela de realismo costumbrista, una tragedia griega, una novela muy literaria, una novela, en definitiva,... ¡magnífica!


Nota:
Existe adaptación cinematográfica de la novela realizada por Alexandre Arcady en 2013. No he visto la película que está disponible en alguna de las muchas plataformas televisivas que actualmente existen. Seguramente la veré aunque no quisiera que la concreción de las imágenes borrase la agradable sensación que la novela ha dejado en mí.

8 jun 2022

La edad de la ira. Novela de Nando López

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«Nuestro sueldo es el mismo si lo haces bien o si lo haces mal. No hay extras más allá de tareas tan anodinas como la de corregir pruebas de selectividad, por ejemplo. Eso sí que se paga bien, pero cualquier otra iniciativa que repercuta en una mejora de la calidad de la enseñanza, como montar un grupo de teatro o una revista escolar, es algo que depende únicamente de las ganas que tú quieras ponerle. Ni medios, ni horas extra, ni compensaciones en tu horario de trabajo. Nada.»

Adolescencia, COGAM, conflictos familiares
Llego hasta esta novela siguiendo el habitual mecanismo que nos mueve a los lectores: un libro lleva a otro libro y éste a su vez remite a aquel otro que... Cerrado ya mi 'momento Rusia' derivado del terrible conflicto bélico que sucede ahorita mismo a orillas del mar Negro, parece que acabo de ingresar ("acabo" no es la palabra correcta. Mejor  sería decir "llevo una temporada") en el 'momento Adolescentes'. Y es que adolescente era el protagonista de "Paraíso" de Abdulrazak Gurnah, y adolescente también era Charles Decker, el secuestrador y asesino de "Rabia" de Stephen King. Fue precisamente un comentario que mi muy buena amiga Rosa Berros me dejó en la reseña que hice a esta novela, condenada por el propio King hace treinta años a no volver a ser reimpresa, que decidí leer "La edad de la ira" de Nando López. Rosa me recomendaba hacerlo. Lo primero que hice fue volver a pasar por la entrada que en su blog Cuéntame una historia ella la dedicó. Y con ese conocimiento más el acicate que supuso el hecho de que Juan Soto Ivars en ese programa de Cuarto Milenio, del que hablé en la reseña de Rabia, cuestionase la influencia de este título en el parricidio de Elche ocurrido el pasado mes de febrero, me puse a leer la novela que, por si os animáis, os diré que se lee en un pis pas.

La novela fue publicada por la editorial Espasa en 2011. La firmaba Fernando J. López. Digo que la firmaba porque Nando López es el nombre que figura en la nueva edición, que este mismo año 2022 ha vuelto a lanzar Espasa Calpe a rebufo del éxito que la serie televisiva que adapta la novela ha tenido. Innumerables entrevistas se han hecho al escritor a raíz de la muy buena recepción popular de esta adaptación. En una de ellas -creo que la que le hizo el diario El País- se queja de que se le siga llamando Fernando J. López; también protesta por que se le considere aún por algunos como autor de novelas juveniles dando por sentado, de manera totalmente equivocada, que las mismas pertenecen a una categoría literaria menor o poco seria.

En su primera edición, La edad de la ira quedó finalista del Premio Nadal del año 2010, siendo muy elogiada por críticos tan prestigiosos como el periodista y académico de la española Luis María Ansón. Se alzó con el Premio en esa ocasión la periodista Clara Sánchez con la novela titulada "Lo que esconde tu nombre", obra que no he leído.



 Sinopsis de la novela (proporcionada por la propia editorial)
La edad de la ira arranca cuando Marcos, un adolescente de 16 años y que acaba de comenzar primero de bachillerato, asesina a su padre viudo con una máquina de escribir, hiere gravemente a uno de sus tres hermanos con unas tijeras y causa lesiones leves a otro. La brutalidad y la falta de motivos aparentes ante este crimen empuja a Santiago, un escritor treintañero, que cursó bachillerato en el mismo instituto que Marcos, a llevar a cabo una investigación sobre las causas del crimen.


En La edad de la ira, su autor, Nando López, profesor de Lengua y Literatura de Secundaria y Bachillerato ahora en excedencia, autor teatral, novelista y conferenciante, se sumerge en la vida diaria de un ficticio IES, el Rubén Darío, el Darío para sus profesores y alumnos, donde Santi, antiguo alumno y periodista en ejercicio indaga sobre los motivos que pueden haber llevado a Marcos -si es que ha sido él el autor- a cometer tamaña salvajada: matar al padre y dejar malherido a uno de sus hermanos. ¿Por qué -se pregunta el periodista treintañero metido a investigador- un chico afable y tranquilo puede haber hecho aquello de lo que se le acusa? Esta curiosidad lleva a Santi a pedir a Sonia, jefa de estudios del Darío, permiso para hablar con cuatro o cinco profesores (luego serán algunos más) que conociesen bien a Marcos y a otros cuatro o cinco chicos, compañeros de éste. Quizás así, piensa, logrará entender lo que sucedió.

Dos tipologías de personajes, pues, son las que toca el autor. Por un lado están los docentes, un mundo variopinto, con individuos de todas las especies: los comprometidos, los pasotas, los que tienen una enorme vocación, los sin vocación alguna...
«Si no se implican, no les va nada mal. Faltan unos cuantos días por temas más o menos justificados: consultas médicas, obligaciones familiares, no sé, lo que se les ocurre, y si se tercia, se piden una baja de un par de meses para que apechugue con todo un interino. El curso pasado, uno de biología la obtuvo porque decía que le dolía mucho el hombro izquierdo. Ya ves, tres meses en su casa por el dolor de hombro..., como si para dar una clase no se pudiera emplear también la voz.[...] Saben mucho de sus materias y hasta puede que sean una eminencia en lo suyo, pero a la mayoría esto de la enseñanza no les gusta lo más mínimo. Odian la ESO y a los de la ESO. No todos son así, claro..., pero los alumnos torpes les molestan. Los vagos, les indignan. Y los indisciplinados, les superan. No sé, tú pregúntales a ellos, a ver qué te cuentan.» [palabras puestas en boca del conserje del Darío]
Por el otro lado están los alumnos, los adolescentes, individuos en plena ebullición madurativa de su personalidad, buscando y rebuscando su identidad, sin entenderse a sí mismos, con dudas de todo, rebeldes, creativos, amables, con brotes de violencia que ni ellos mismos sospechaban pudieran albergar... Son seres en quienes los sentimientos amorosos comienzan a brotar: Sandra se siente atraída por Marcos, Raúl desea a Sandra, Marcos mira con ojos tiernos a Raul, los tres forman un buen grupo de amigos que gustan de ir a la filmoteca o ver películas clásicas en casa de unos u otros. En realidad están aún en la edad de la no certeza, pueden ser objeto de manipulación por parte de cualquiera que desee aprovecharse de su ingenuidad, de su inocencia. Al tiempo, en el ambiente adolescente flota siempre una especie de tensión que puede explotar en cualquier momento.  Santi habla sobre Marcos con seis chicos entre los que además de los ya citados Raúl y Sandra están Ahmed, Adrián y su chica Meri. Estos dos últimos son algo impresentables y critican e insultan a cualquiera que esté a su alrededor. Así, pues, el autor muestra en esta media docena de alumnos tres tipos de chicos: el inmigrante que soporta insultos del machista, xenófobo y homófobo Adrián («Y tú, ¿por qué no te vas a tu puto país? Joder con el moro...»); la sumisa Meri, solidaria con su chico; el amable Ahmed; Raúl y Sandra siempre tan amorosos entre ellos... Y, naturalmente, al fondo del relato, hablando todos de él aunque él directamente no participe, Marcos.

Literatura LGTBI, literatura homosexual
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Lo más característico de esta novela es la manera elegida por el escritor para presentar la investigación. Es una manera original que le sirve para construir la narración utilizando la técnica del perspectivismo («Definitivamente, se me escapa algo de todo esto, así que me limito a seguir tomando nota de cuanto veo, confiando en que, al final de los cinco relatos prometidos, todo este barullo de ideas y de impresiones cobre algo de sentido.»). En mi opinión, aunque la idea no es mala [la novela epistolar hace lo mismo desde hace tiempo], no me parece muy verosímil del todo en este caso. Resulta que Santi pide a los profesores que le escriban lo que opinan, piensan o recuerdan sobre Marcos. Estos escritos los introduce en la novela el escritor utilizando diferente tipografía. Normalmente los está leyendo y los va entremezclando en el curso de la linealidad temporal marcada por las dos semanas que Olga, su editora, le ha dado de tiempo máximo para efectuar la investigación. 

Con las confesiones de los profesores, el autor cubre el abanico tipológico de los mismos: Álvaro es un profesor de literatura innovador, enrollado, homosexual y progresista; Íñigo, profesor de sociales, es un entregado trabajador que a cambio de nada se encarga de hacer la revista escolar; Gema, profesora de informática, confiesa su disgusto con la enseñanza, pero es una tía noble y profesional; Sonia, la jefa de estudios, es una trabajadora nata, que ama la educación y se entrega a ella con denuedo; Gerardo, el director, es un tipo estirado, tradicional, que no quiere complicaciones y al que los problemas de los alumnos le importan un pimiento; Dani, camarero homosexual del Darío, será testigo de cosas que le sucedieron a Marcos fuera del IES; Mayte, la orientadora, no puede con la enorme carga de trabajo que los recortes sufridos por la educación pública han echado sobre sus hombros; Álex, el profesor de inglés, es un simpático amigo de Álvaro con quien coincide en todo; y así. 

Quedan fuera de esta serie de confesiones escritas por alumnos y profesores dos personajes fundamentales en el relato: el propio Marcos, detenido desde el principio de la novela, de quien sólo nos llegan dos trabajos escolares en los que se percibe su incomodidad con el mundo en que vive y su determinación de dejar de simular; el otro es Eduardo, antiguo profesor del Rubén Darío, depredador sexual que acosaba a las alumnas a través de internet, las manipulaba y exigía acciones impresentables.

Como se ve toda la fauna educativa pulula por esta novela de Nando López. Al haber sido yo como el novelista, hasta hace no mucho, profesor de Lengua y Literatura en un IES, entiendo y comparto muchas de las afirmaciones que el autor disemina en su narración. No todas, por supuesto. Creo que a veces incurre en topicazos pedagógicos, quizás por el afán perseguido de atraer al lector adolescente, principal destinatario de su relato: 
  • «Me ventilo rápido temas como el de los autores medievales, ¿tú crees que a un quinceañero le interesa lo más mínimo Gonzalo de Berceo? Por favor, si eso me aburre hasta a mí..., y a cambio les pido que me escriban sobre ellos, sus vidas, su mundo» [le dice Álvaro al investigador]
  • «Me suena que el autor es Cernuda, pero no estoy seguro. Hasta esta semana no sabía que hubiera poemas como esos, la verdad. En los cursos anteriores, aparte de eso del rollo de los pastores de Garcilaso y del tío aquel pegado a una nariz gigantesca, no hemos comentado más que chorradas» [dice Raul en un momento de su confesión]
Sin embargo, y sorprendentemente, parece que a estos chicos les encantan los relatos de Raymond Carver, las novelas de Kafka, la poesía de Cavafis, de Cernuda... Evidentemente esto es el objeto de deseo de cualquier profesor de Literatura, pero es "tan corto el amor y es tan largo el olvido" que decía Neruda. Quiero decir que me parece que el escritor se pone algo estupendo y que ha perdido un tanto el contacto con la realidad cuando dice cosas como las señaladas. Pero es sólo una sensación mía, nada más.

También creo que cae en el tópico en algunas afirmaciones que hace sobre política educativa a nivel nacional (lo política y manidamente correcto, ya se sabe). Del mismo modo el maltrato de palabra por parte de algunos profesores hacia los alumnos que se señala en la novela es algo que me parece totalmente irreal no sólo hoy sino también hace once años cuando salió la primera edición de la novela:
    • «—Esos —responde Raúl con tono despectivo— con leernos el libro de texto y repetirnos todos los días lo idiotas y lo incultos que somos ya tienen suficiente.» [opina Raul sobre el profesorado]
    • «su forma de referirse a los autores homosexuales —"se refiere a Lorca llamándolo la Federica", afirmaban los chicos— e hispanoamericanos —"nos dice que vamos a estudiar textos de los panchitos"»—. [dice Sonia a propósito del expediente abierto a un profesor]
Y poco más me cabría decir de esta novela que se lee con una facilidad pasmosa y que sobre todo parece un ajuste de cuentas del autor con la enseñanza y con la sociedad en la que él creció. Hay una clara identificación de Nando López con el personaje de Marcos y con el del profesor Álvaro. Con el primero en tanto en cuanto materializa en él sus angustias adolescentes sobre su identidad sexual; y con el segundo en tanto en cuanto muestra a su través la búsqueda de la felicidad, tan difícil de encontrar,  que exige muchas veces el ejercicio de prueba y error hasta localizarla. Si creemos al autor, que últimamente ha dado a los medios un sinfín de entrevistas debido al éxito de la serie televisiva realizada sobre esta novela estrenada el pasado mes de febrero, su momento feliz más alto fue cuando conoció a Juan, su pareja desde hace 19 años. 
Además de novelista, Nando López es persona muy activa dentro del colectivo COGAM, de cuya mano participa, al cabo del año, en alguna de las conferencias impartidas por voluntarios del colectivo en institutos y colegios, a fin de dar visibilidad social a los problemas de bullying, homofobia, depresión y fracaso escolar que algunos jóvenes sienten en los centros escolares.   


A modo de cierre
En resumen, podría decirse que La edad de la ira es una historia de adolescentes en etapa de formación, desarrollo y descubrimiento, en todos los aspectos, de su identidad adulta. Se desarrolla en el contexto escolar de un IES. Se nota que el autor no es extraño al medio y que conoce el funcionamiento interno e íntimo de un Centro educativo. Está bien, aunque veo, quizás, demasiados elementos propios de la corrección política exigida actualmente. Por ahí me ha desilusionado un poco. A veces hace uso de tópicos sin cuestionárselos lo más mínimo: promiscuidad sexual en los gais, integrismo vs progresismo... No sé, creo que no se arriesga mucho el autor, simplemente se deja llevar por lo ya establecido y aceptado.  Pero es una novela que se lee muy bien, con gusto, pese a esas pequeñas cosillas que chirrían un poquito. 

He descubierto a un escritor que no conocía. Un autor no sólo de novelas sino también de obras teatrales, tanto originales como de versiones y/o adaptaciones dramáticas. Estaré atento a la cartelera teatral para ver alguna de las obras que Nando López ha escrito, versionado o adaptado al formato teatral en el que, leo, ha cosechado varios éxitos.

2 jun 2022

"Algo tendrá que ver el cine". Poemario de Ezequías Blanco

15 comentarios:
Ezequías Blanco, Algo tendrá que ver el cine
Tengo en mis manos -acabo de cerrarlo- el último libro de Ezequías Blanco. No sé si será porque es el último o por qué otro motivo, pero no puedo desprenderme de él, releo algunos poemas, debo de volver a leerlos todos, contiene poemas que me han impresionado, que me han llegado muy hondo. De los 43 poemas que integran esta última entrega de su poesía me es difícil seleccionar aquellos que más me han gustado, tanta es la calidad que existe en todos ellos. 

En cinco secciones y un epílogo distribuye Ezequías sus composiciones poéticas: de las cinco es precisamente la última, Algo tendrá que ver el cine la que da título a todo el volumen. Tengo la impresión de que en la ordenación que el autor da a los apartados en que organiza sus poemas existe una dirección que va de su interior más personal y reflexivo de Unos cuantos al origen, donde se diría que el poeta decide detenerse y, desde la altura de su edad cumplida, volver la vista atrás para, en la contemplación de los estragos causados por el tiempo inexorable sobre las cosas (Visita a la casa familiar abandonada) y sobre las personas (La sonrisa de mi madre), rememorar la vida pasada y ya desaparecida. No veo pesimismo en esta constatación sino aceptación estoica de lo que es la vida, una vida de la que atisba ya el final consabido aunque por fortuna aún no próximo: «Aún estamos para llegar en hora / al pie de la colina a descansar / en vuestro camposanto» (en Visita a la casa familiar abandonada) o «Su mente es una grieta / donde no existen los dones / sólo la certidumbre del destino» (en La sonrisa de mi madre).

En la segunda parte, El cuenco de manteca, Ezequías agavilla otros 11 poemas, como en la sección primera, con la salvedad respecto a ésta de que aquí la mitad de ellos están dedicados o tienen destinatarios concretos a quienes el poeta regala lo que él posee, lo que mejor sabe hacer, su cuenco de manteca. Y por si sospechase que quedase un mínimo de oscuridad interpretativa él mismo en el poema primero que da título a todo el apartado aclara «El cuenco de manteca es el poema». Hay en estos versos diálogo con el otro, mostrándose el yo saliendo de sí mismo y viéndose en la contemplación del de enfrente: «No soy otra cosa que lo que ves» dice en  No soy más..., hermosísimo poema que utiliza como estribillo el paralelismo. También me ha gustado -y divertido- mucho la declaración de amor que a su tierra, Zamora, hace Ezequías: «No hay pensamiento sin voz. / No hay límite sin espacio. / No hay ciudad con más amor / en su nombre que Z(amor)a» (en A Zamora). Como digo son poemas los de esta sección que tocan más la realidad vivida, la realidad que existe fuera de él: «La muerte nunca llega a tiempo / a pesar de que siempre comparezca / a la hora convenida» (en En plena pandemia). Son en general poemas muy en línea con la veta popularista de la poesía española tanto en las formas elegidas (canciones paralelísticas con ritmos marcados a base de anáforas, repeticiones y estribillos, coplas, cuartetas de romance, etc.) cuanto en los términos que utiliza: 'ruchabel', 'cambriza', 'trasminar', 'nelumbos', 'andurriales', 'piedralipe', etc.

Como si de dos apartados eslabón se tratase aparecen tras las dos primeras secciones la parte titulada Autoayuda /autoamparo, y de seguido una cuarta titulada Vetavena social. Los denomino apartados eslabón por eso de que el tercero parece enlazar más con los poemas más del YO de las partes que lo anteceden y el cuarto entra ya de lleno en la externalidad representada en lo social donde el poeta habita y en las influencias artísticas que de esa sociedad recibe y al tiempo lo conforman.

De la parte III destacaría especialmente dos poemas: el titulado Cantar bostezar deslizarse en el que el poeta se ve a sí mismo como desde afuera y manifiesta los anhelos que le gustaría ser y lograr; el segundo es el que lleva por título Letra para canción sin éxito, auténtica declaración de independencia: «Puedo vivir sin ti perfectamente. / Nada tiene que ver contigo / esta declaración de independencia»

En la parte IVª el poeta, diría yo emulando a Gabriel Celaya, baja a la calle, sale de su ensimismamiento íntimo para relacionarse con el mundo. Son poemas en los que los grandes temas sociales afloran: la solidaridad en Simón de Cirene), los refugiados en "Refugiado" palabra del año, la violencia contra la mujer en "Ciudad Juárez" o en Violencia de género, poemas estos últimos que rompen poéticamente las expectativas que sus títulos evocan habitualmente. Creo que en esto reside uno de los muchos grandes méritos de la poesía de Ezequías Blanco quien, como muy bien dice en el magnífico prólogo que le escribe José Luis Morales, es «Un poeta que abjura del mesianismo y de la poesía obscenamente testimonial, atacando con ironía cualquier asomo de poesía didáctica -con fines éticos, políticos o sociales tanto da- o militante.»

Endecha a la muerte de Guillén Peraza, Ezequías Blanco
El último apartado, el que da título a todo el poemario, es una muestra de lo atento que el poeta está a lo que le rodea y le sirve de estímulo en este mundo. Muchas cosas lo son, desde luego, -aunque aquí haya centrado su atención en el Cine-, lo que en el terreno cultural mantiene vivo a Ezequías. La literatura es quizás lo primero de todo. Hay muchas referencias a ella en toda su obra poética, y aquí, en la parte anterior, hay una alusión explícita en el poema Los cólicos de la justicia: «No he dicho a nadie todavía / (ni a José Hierro ni a Manuel del Río) /que hay mucha gente a punto de llorar» en ese juego con el poema Réquiem de José Hierro cuyo primer verso dice: Manuel del Río, natural / de España, ha fallecido el sábado / [...]. Pero sería largo hablar del culturalismo literario presente en todo este libro de poemas. Si, por no perderme, me centro en esta quinta sección del poemario, diré que, junto a la influencia cinematográfica, en los poemas Carta de Yukio Mishima a la novia de Mochimaru, El cartero y Pablo Neruda, y en El volcán de la Palma, las referencias literarias son más que evidentes en el título de los dos primeros; leyendo el tercero, encontramos como cierre del mismo unos versos tomados de manera literal de la estrofa final de la endecha a la muerte de Guillén Peraza escrita por un anónimo poeta canario del siglo XV. Menos evidente para los no conocedores de las admiraciones literarias de Ezequías es la evocación -homenaje, creo yo que sería mejor decir- que hace al poeta salmantino Aníbal Núñez (Salamanca, 1944-1987) en Castillo de Gormaz, poema para el que usa directa y conscientemente el título de uno de los poemas más conocidos del poeta salmantino («Gormaz a sangre y fuego»); al tiempo juega con versos de ese poema alterando el orden de sus palabras: [...] «Aljibe sin bóveda / brocal sin pozo lleno de cascotes. /("Gormaz a sangre y fuego" figura ya en lo escrito)»; son versos que remedan los de Aníbal Núñez: «Bóveda del aljibe; / los jóvenes cadáveres / por el brocal cayeron» del poema así titulado. El sentido homenaje es más que evidente.

Pero vuelvo al asunto cinematográfico que justifica no sólo la Vª parte sino todo el volumen. Me ha divertido mucho buscar la base cinematográfica que sustenta cada uno de los poemas. Seguramente habré errado el tiro en más de una de las atribuciones, pero no me preocupa, lo interesante es que el poema en cuestión me ha evocado ese título, que coincida o no con el que el propio escritor tenía en su mente en el momento de la escritura es ya harina de otro costal. Comienzo mi listado, omitiendo aquellos a los que no he logrado adscribir film alguno:
  • Bird de Clint Eastwood para Cuando Harry Red se enteró de la muerte de Charlie Parker
  • Doce años de esclavitud de Steve McQueen para Solomon Northup
  • Ágora de Alejandro Amenábar para Teodosio I el Grande empieza a claudicar ante el empuje de los bárbaros
  • Mishima, una vida en cuatro capítulos de Paul Schrader para Carta de Yukio Mishima a la novia de Mochimaru
  • El cartero y Pablo Neruda de Michael Radfort para El Cartero y Pablo Neruda
  • El Cid de Samuel Broston para Castillo de Gormaz
Pero dejando a un lado estas relaciones cinéfilas lo importante es que todos los poemas son muy interesantes. Alguno, por ejemplo El cartero y Pablo Neruda, está realizado en formato teatralizado como si formase parte de un texto más amplio. En otro, como el titulado Película israelí, he visto un lenguaje de características muy surrealistas, con presencia de imágenes muy en línea con esa corriente literaria: «Las madres mueren por la noche / y siempre antes de morir / lloran delante de los lobos / cuando a los saltamontes ven sin fuerza».

De esta parte destacaría sobre los demás, siendo todos ellos de enorme calidad, dos: Anne Marie y Teodosio I el Grande empieza a claudicar ante el empuje de los bárbaros


Final
Poco más me cabe decir sobre este librito de 88 páginas, tan bellamente presentado por Los libros del Mississippi en su Colección Libretos. Sólo querría añadir, antes de cerrar y para que no se me olvide, que Ezequías Blanco prescinde conscientemente en todos los poemas de Algo tendrá que ver el cine del signo de puntuación de la coma. Con esto logra dar da más cancha al lector, que ha de poner más de su parte para la debida intelección del poema; al tiempo, al poeta le sirve para abrir el campo significativo de algunas palabras a una posible doble, e incluso triple, significación.


Me he centrado en esta reseña exclusivamente en el poemario sin hacer alusión alguna a la biografía del autor ni a sus obras anteriores. El motivo no es otro que figurar en otros lugares de este blog suficiente información al respecto. Así para conocer la biografía literaria del poeta remito a lo que sobre ella escribí en la reseña que en febrero de 2021 hice de su libro en prosa "Nuevas nuevas sobre Colón" [pinchar sobre el título]. Para saber sobre su trayectoria vital (profesión, amigos, revista literaria Cuadernos del matemático, etc), la lectura de lo que escribí un año antes al reseñar su anterior libro de poemas, "Tierra de luz blanda" [pinchar sobre el título], creo que da suficiente información sobre la misma.



importante
Si toda la información anterior sobre Ezequías Blanco no os resultara suficiente podéis (deberíais) acercaros a la Feria del Libro de Madrid este sábado 4 de junio y charlar tranquilamente con él. No os arrepentiréis.