«Doña Consuelo Gómez Nájera, conocida por su afición a cualquier tipo de lectura y, en especial, su debilidad por las aventuras de Tarzán, propuso un brindis por los jóvenes esposos, deseándoles que juntos alcancen la sabiduría de Sheeta, la pantera, el valor de Numa, el león, y la probada paciencia de Tantor, el elefante»( pág. 51, 'El grito')
«”Ha dejado de llover”, dijo, noche cerrada, con el jazmín a cuestas; y Fanny simulando un sueño entrecortado, imposible descansar con un batallón de fusileros, un tropel interminable de corceles haciendo de las suyas: “si quieres, vamos”. Brillaba insolente, la mitad de la media luna cuando al fin, pesaroso y cruzado de alacranes, se durmió.
—Te gustará Menorca.
—Seguro —asintió Fanny—. Cuando lleguemos.» (pág. 202, ‘El corazón del lobo’)
Hará cosa de tres años que
Rafael Soler, al hilo de una conversación sobre su novela
El grito, me habló de un proyecto editorial, por entonces en ciernes, consistente en la publicación de sus dos primeras novelas en un solo volumen que llevaría el título de
Dos novelas de la transición. Es cierto que el mundo literario conoce infinidad de propuestas que por lo que sea luego no llegan a cuajar, así que la charla sobre este posible libro se me había escapado al pozo más recóndito de mi traicionera memoria. Pero no hace nada, amablemente, el autor de estos dos títulos novelescos me envió el ejemplar que los contenía. Se trata de una magnífica edición realizada por Ediciones Contrabando en su colección '
Deja lu' que ha visto la luz el pasado mes de marzo. Tener el libro en mis manos me produjo una gran alegría.
A los textos de las dos narraciones (El grito del año 1979, y El corazón del lobo de 1982) precede un prólogo firmado por Elvire Gómez-Vidal Bernard. Más que prólogo cabría tildarlo de estudio -breve, pero profundo- sobre la narrativa de Soler durante sus primeros años. Todo cuanto Gómez-Vidal Bernard dice sobre la prosa que durante esos años de la transición política hizo Rafael Soler es magnífico. Decir por mi parte algo, más y mejor, sobre estas dos novelas se me antoja misión casi imposible. Así que en esta ocasión me conformaré con decir que ambas novelas se leen con mucho agrado actualmente a pesar de incorporar no pocos recursos literarios innovadores que hoy día no suelen aparecer de forma tan abundante en novelas y relatos.
Cuando hace casi tres años reseñé la novela
El grito señalé varias de las innovaciones que habían llamado poderosísimamente mi atención. En concreto destaqué lo siguiente:
- la cultura pop impregna todo el relato: el cómic y el Cine aparecen en ese grito del mono-hombre (Teo en la novela) que infantilizado querría salvar a su Jane ignorando que Jane (Carmen en la novela) tiene personalidad propia y decide por sí misma.
- un deje humorístico, mejor sarcástico, que permite sobrevivir a Teo en el inframundo al que le ha precipitado su fracaso de pareja, su paternidad quebrada y su profesión que detesta.
- la reflexión sobre el propio quehacer literario: Teodoro Lucas tiene en perspectiva un proyecto novelístico ('la novela ésa del grito de Tarzán') que le permita abandonar su profesión, es una novela que poco a poco vamos intuyendo que es la que tenemos en nuestras manos con lo que también nosotros sus lectores estamos en cierta manera dentro de ella.
- Confluencia de niveles de realidad, irrealidad e hiperrealidad en que los personajes se mueven, aparecen y/o desaparecen: el hijo David dirigiéndose a sus padres en primera persona, la negación de la realidad que realiza la madre de Teo respecto al suicidio del padre, la ensoñación de Teo respecto a la realidad querida para él y Carmen, etc.
- Juego de identidades o realidades en la mezcolanza o indistinción autor - personaje: ¿Quién se siente poeta por encima de cualquier cosa: Teo o Rafael Soler?, ¿Quién considera como óptima salida para su afición literaria escribir una novela que desde hace tiempo tiene en mente: Teo o Rafael Soler?
- Procedimientos narrativos múltiples: Flujo de conciencia, monólogo interior, mezcla de planos discursivos, mezcla de temporalidades narrativas, etc.
- Innovaciones formales de todo tipo:
- estructurales: estructura novedosa de la que es totalmente consciente el autor que en un epígrafe especial que precede a todo el relato avisa con un más que evidente sentido del humor y conciencia de la innovación formal:
- "Novela o qué; escrita en cinco capítulos y ocho referencias debidamente numeradas, de fácil manejo y probada utilidad para el lector"
- léxicas: 'latíaconchalapobre'
- tipográficas: mayúsculas en los enunciados introductores de las referencias e incluso en el cuerpo de alguna de ellas; separación por medio de línea de puntos en algunas secuencias para marcar los diferentes planos de realidad en que se sitúan los intervinientes en ellas; quebrantamiento de la ortodoxia en el uso de los signos de puntuación rompiendo con lo acostumbrado y forzando una lectura activa por parte del lector:
- "Entré. Asustada. Tiritando. Pero aquel vinillo fresco. Y la música. Y tú. La primera campanada me cazó por sorpresa, que apenas tuve tiempo de mirarte y comprobar que el año también te abandonaba. Por David. Me dije. Y luego la segunda. También por David. Que aún. Que todavía. Y ya más tranquila." [...]
- Juegos con la figura del narrador: externo, interno, testigo, narrador-personaje, objetivo, subjetivo, omnisciente, partícipe...
- Hibridación entre géneros literarios: se muestra de manera evidente a veces introduciendo estrofas poéticas en medio de la narración en prosa y muchas otras el poeta que es Rafael Soler impregna de poesía el texto en prosa creando auténtica prosa poética:
- "Y pasa de nuevo la página para no anclarse en recuerdos dolorosos por no ver a padre con las cuadernas rotas y su rosa de los vientos averiada, tambaleándose por el pasillo cuando ya madre inválida y él perdido en la bodega y Teo estremecido, azotado de insomnios y pájaros azules, solo, abandonado en su desván:
He perdido mis sitios puede ser
y quizá la memoria ante también
entre dos aguas
a punto de embarcarse para otro continente
y reconozco"
En El corazón del lobo, la otra novela corta de Rafael Soler que forma tándem con El grito en el volumen Dos novelas de la transición, todas estas innovaciones aparecen de manera, quizás, más depurada y controlada por parte del autor. Tras la lectura del estudio-prólogo firmado por Elvire Gómez-Vidal Bernard hago mío el concepto de 'relato de pensamiento' que la prologuista prefiere frente a los más conocidos de 'monólogo interior' y de 'flujo de conciencia' (stream consciousness) que, aunque también aparecen, lo hacen en menor medida. Lo que para ella es 'relato de pensamiento' frente a los otros dos conceptos literarios me ha parecido sutil e interesante. Dice la prologuista:
«En las dos novelas, asistimos a la irrupción de voces, primero de incierta procedencia, [...] ya sean palabras efectivamente pronunciadas, ya sean relatos de pensamientos en primera, segunda o en tercera persona. No son monólogos interiores stricto sensu ya que pocos pasajes están en primera persona, y que esos relatos de pensamientos tampoco fingen reproducir con exactitud los movimientos de la conciencia de los personajes (pues estas son las características formales del stream consciousness).»
Esencial en esto, prosigue la magnífica prologuista, es cómo los relatos de pensamientos tan utilizados por Soler favorecen «la vivacidad, la rapidez y la fluidez de la oralidad, con esas frases tan largas pero animadísimas mediante fragmentos de frases en estilo directo insertadas en el flujo del discurrir del pensamiento».
A pesar de la claridad conceptual que Elvire Gómez-Vidal Bernard introduce con sus palabras, cierto es que no pocos lectores podrían sentirse temerosos de emprender la lectura de estas novelas. Pero desde aquí quiero destruir este infundado temor: Estas dos novelas cortas de Rafael Soler se leen muy bien, pues pese a sus innovaciones literarias (conversaciones cruzadas, perspectivismo, juegos de identidades con nombres y apodos de personajes, etc.) cada una de ellas mantiene unidad en la trama; además, la sutileza, delicadeza y poeticidad en las transiciones empleada por el novelista evita el despiste del lector, el cual rápidamente y sin remisión queda gozosamente atrapado en sus redes.
Son dos novelas lejanas al tiempo actual, es verdad, pero muy cercanas a no pocos lectores que ya vivían durante los años en que cada una de ellas (1979,
El grito; 1982,
El corazón del lobo) vieron la luz. Como lector, que ya andaba por estos andurriales en esas fechas lejanas y que conoció siquiera un poco las tendencias literarias del momento, he de decir que ambas narraciones han envejecido la mar de bien; así que pienso que su lectura les vendrá al pelo a todos aquellos que o no estaban en el mundo por entonces o, si lo estaban, discurrían aún por su etapa infantil. Y es que estas dos novelas son un muy buen ejemplo de las técnicas narrativas que por aquellos años -experimentalistas en todo: música, cine, política, sexo, sociología,
literatura...- probaban los autores más atrevidos. Entre ellos estaba el joven
Rafael Soler (Valencia, 1947), sin duda un referente de la poesía y de la prosa de aquellos años en que España estaba inventando e innovando en no pocos campos.
He dicho antes que las dos novelas atrapan al lector. Así es en efecto debido, además de por todo lo hasta aquí señalado, por que ambos relatos hablan de amor, de un amor que se encuentra en un momento difícil (El corazón del lobo) o ha llegado ya a la separación definitiva de los dos amantes (El grito). En ambos casos, el personaje masculino es un artista no consumado o no reconocido: escritor en la novela de 1979 y pintor en la de 1982; también en los dos personajes esta actividad pasó a ser secundaria en pro de una vida burguesa que asesina el amor; de ahí que cuando éste está en peligro la creación artística vuelva a ser la manera de intentar recobrarlo, de recuperarlo.
Por si las similitudes entre los dos relatos fueran pocas (transición, amor, creación artística...) hay en ellos también una vuelta -una pervivencia más bien- al mundo idílico, al paraíso puro y sin doblez de la infancia-adolescencia. En El corazón del lobo el trío de niños, que jugaba y se prometía fidelidades de por vida en la copa de una higuera, retorna una y otra vez a la mente de Ana, Alberto y Alex, los niños de antaño, hoy ya adultos. Y algo semejante sucede en El grito, esta vez en forma de lectura/película infantil o adolescente con esa figura de Tarzán y sus gritos que metafóricamente ocupan toda la novela con diferente significado según sea quien los profiera.
Son las dos obras, novelas que marcan un cambio, una transición, es decir, una evolución o cambio de dirección no violento, pero sí, quizás, algo traumático. La libertad recién conquistada conlleva inseguridades. Ahora (el momento en que tienen lugar esas historias y cuando
Rafael Soler las está escribiendo) se puede elegir salir de una relación matrimonial o no, seguir una costumbre asentada de años como pasar las Nocheviejas juntos
Carmen y
Teo en
El grito o romper con ella, observar las festividades religiosas de Semana Santa durante la que tiene lugar la crisis matrimonial que sufren en
El corazón del lobo Ana y
Alberto o no prestarles atención ninguna... Antes, durante la dictadura, al no haber posibilidad de elegir (no había divorcio, la Semana Santa se practicaba obligatoriamente por toda la sociedad...), no existía sensación alguna de zozobra interior, de inseguridad, de angustia, de desazón... Se cumplía y ya. Quizás por eso en estas dos novelas vemos a esas dos parejas que prueban volar libres, romper con su estatus familiar, aunque al tiempo desean volver a retomar siquiera sea una vez al año (
Carmen y
Teo en El grito) lo que está roto o, en el caso de
Ana y
Alberto en El corazón del lobo, coser los jirones que se han producido en su relación.
Para finalizar
Quisiera decir, para finalizar, que me ha parecido ver un Rafael Soler más poeta en El corazón del lobo que en El grito. Quizás esta sensación obedezca a que la lectura de El grito la tengo más lejos en el tiempo al haberla realizado hace tres años, mientras que la de El corazón del lobo es de anteayer. También veo en esta novela un autor más esperanzado en el amor, más deseoso de restañar los problemas que en la relación de la pareja protagonista se hayan podido producir. Al tiempo observo que la galería de personajes es más amplia (Fanny, Luisa, Terete, Alfonso, la madre de Ana...) y con personalidades más cuajadas en estos secundarios. En definitiva hay un novelista más hecho, como es lógico, en la novela del año 1982 que en la de 1979. Normal, ¿no?
Algunos fragmentos de El corazón del lobo que me gustaría destacar:
- «así que esperé al último minuto, "Ana, que me voy", y ella dijo "sí, bueno, adiós", y yo saqué fuerzas de flaqueza , me puse vertical, enderecé mi estatura de poeta prematuro y desgarbado, "oye, y de ser novios qué". Pero el tiempo estaba a mi favor, viento del norte soplando suavecito, y la dejé marchar, "¿novios?, pero qué tonto", porque tenía razón madre y eran cosas de la edad, el sarpullido adolescente de la primera regla y el diezmado bigote que asomaba, una chiquillada pensar en el noviazgo;» (p. 168)
- «¿Por qué tuvo que pasarnos?, ¿qué hiciste tú, sino quererme?, ¿dónde perdí -que los perdí, Ana, estoy seguro- esos papeles tan vistosos de joven triunfador, de bohemio que luce un pincel en la solapa, y besa a medianoche, y habla el idioma de los gatos?; qué pasó, Anita, con la promesa de ser novios, pero novios, comprendes, nobios de la Banda para siempre jamás en la vida y durar el siglo que tenemos que vivir.» (p. 176)
- «Un beso diferente el de Ana aquella noche, pasados de uvas y champán, solos en el coche, "aquí, Al, ahora", rota la presa de sus piernas, palpitante la blusa invitadora, un beso de doce campanadas que caían y con ellos la espera más ardiente, roce tantas veces demorado, "Anita, Anita", entrando el año por derecho con todos los cristales empañados, golpeando la lluvia suavecito y Ana dulcemente reclinada en el asiento, "qué locos";» (p. 189)
Libros de Rafael Soler reseñados en este blogPS.- Todos los libros de Rafael Soler son muy a tener en cuenta de cara a la festividad libresca del próximo 23 de abril. Su Obra, tanto en prosa como en verso, es más que recomendable.