.header .widget { text-align:center;} .header img {margin:0 auto;}

28 nov 2022

Boris Quercia: Hoy no quiero matar a nadie

8 comentarios:

«Uno cuando joven no sabe nada de la vida y no se imagina que las cosas que uno hace pueden caerle encima en el futuro. Uno cuando joven cree que siempre va a ser joven y alegre. Uno cuando joven es tonto, después uno es menos tonto, pero ya no es joven»

Boris Quercia, literatura chilena, novela negra

Ni siquiera conocía el nombre de este escritor chileno. Mi llegada hasta él ha sido puro azar y como ya me ha ocurrido en otras ocasiones, la oportunidad me la ha brindado el Reto "Autores de la A a la Z" que Marisa G., en su blog Lecturápolis, lleva proponiéndonos desde hace ya varios años. Hay letras complicadas o que a mí me lo resultan. La "Q" en esta ocasión ha sido una de ellas. Buscando, buscando, topé con el nombre de Boris Quercia; busqué en librerías y bibliotecas algo suyo y hete aquí que encontré este libro de título tan llamativo.

El escritor 
La mejor información que sobre el autor chileno he podido hallar ha sido la que Paco Gómez Escribano dejó en la revista MoonMagazine hace cosa de dos años o así. Dejo aquí el enlace a las reseñas que hace de sus novelas y reproduzco al pie de la letra la nota biográfica que allí aparece:

«Boris Quercia es actor, director, guionista y escritor. Interpretó a Roberto Parra (hermano de Violeta Parra) en uno de los mayores éxitos del teatro chileno: La negra Ester. Es director de Sexo con amor, una de las películas más vistas del cine chileno, y de Los 80, la serie más premiada de la televisión chilena. Y para completar el ciclo de un tipo tan apasionado por su profesión que toca todos los palos del escalafón, en 2014 hace su primera incursión literaria publicando una novela negra titulada Santiago Quiñones, tira, publicada originalmente por Random House Mondadori y traducida al francés el mismo año por Asphalte Editions como Les Rues de Santiago. Ahora, la editorial Alrevés la publica con el título de Hoy no quiero matar a nadie, y en sucesivas entregas también publicará la segunda y la tercera entrega de la saga de Santiago Quiñones. Entiendo que esta vez sí que se respetarán los títulos originales, que son respectivamente Perro muerto (ganadora del prestigioso Grand Prix de Littérature Policière el año 2016 en París, así como el Prix Claude Chabrol en categoría de novela policial el mismo año) y La sangre no es agua, publicadas originalmente también por Random House y traducidas igualmente al francés, un país, el galo, con una de las series más longevas de novela negra (la serie noir de Gallimard) y con un interés especial de los lectores por el noir de todas las latitudes. Envidiable, desde luego.»


La novela
Me ha gustado mucho. Su trama nos presenta a un tira (un 'tira' en Chile es como entre nosotros un 'madero') que, pese a tener siempre en su cabeza la frase que sirve de título a esta novelita de poco más de 100 páginas, se ve involucrado en la muerte de un menor narcotraficante. Este hecho provoca una investigación del departamento policial de asuntos internos; durante el curso de la misma Quiñones se verá apartado de la acción directa. Pese a esto, y simplemente llevado por la intensa atracción que sobre él ejercen las mujeres, Santiago Quiñones se verá inmerso en el esclarecimiento de una historia de engaños a compañías de seguros en la que participa Riquelme, un 'extira' expulsado del cuerpo por su corrupción y afición a la coca.

Me ha gustado el personaje protagonista porque lo veo humano, o sea, reconocible, entendible. ¿Qué quiero decir? Pues simplemente que no es el típico investigador que se sobrepone a todo, que aguanta palizas -¡y también las da!- sin despeinarse siquiera, que no tiene contradicciones íntimas... No, para nada. Santiago Quiñones recibe heridas que le hacen sufrir, pasa frío cuando encerrado en su coche vigila el portal de un domicilio, consume drogas aunque en su fuero interno sabe que no debería hacerlo, duda si engañar o no a su pareja y cuando lo hace quiere que el amor que siente por ella no se vaya por el sumidero... Es, -quizás esta sea su principal característica-, un hombre que se siente muy atraído por el sexo contrario. Como ya he dicho esta predisposición hacia ellas es lo que motiva el lío en que se ve metido en esta novela. El sexo -practicarlo con Ema, el andante objeto de su ciego deseo, y el más reposado y basado en verdadero amor que acostumbra realizar con Marina- ocupa en este relato un muy importante espacio. La descripción de su práctica es vívida, muy realista, pero muy bien relatada sin buscar para nada la lúbrica delectación.

Junto a los personajes citados se mueven otros bien diseñados como García, el fiel compañero de Quiñones que le avisa de lo que sucede en el Departamento policial cuando él no está dentro; también en el grupo de los personajes varones está López, el hombre de asuntos internos encargado de investigar a Quiñones, y el abogado corrupto Alejandro Albano, siempre en el filo de la navaja de la ilegalidad; luego ya en el grupo de las féminas, excepción hecha de Ema y Marina, encontramos a pobres mujeres que se prostituyen por cuatro duros o menores que pese a intentar redimirlas vuelven, totalmente perdidas y dependientes, al redil donde las explotan de modo inmisericorde.

En este sentido -el de personajes y trama-, Hoy no quiero matar a nadie me ha satisfecho plenamente. Pero los méritos de esta novela corta rebosan por todas partes. En especial ha sido el del vocabulario el que a mí personalmente más me ha gustado. Hay que ver la enorme riqueza que tiene nuestro idioma allende el océano. El listado de términos que he ido tomando y aclarando su sentido a lo largo de la lectura es largo; aquí va sólo una pequeña muestra: 
  • «Yo le dije que era tira, ella me dijo que sabía, que su papá fue paco. La encontré medio flaca, pero me gustó altiro, en especial sus dientes. Los tiene todos chuecos. Ahora las pergenias se ponen frenillos, andan todas iguales con los dientes ordenaditos, uno al lado del otro.»
  • Pichicatearse (drogarse con drogas ilegales), tira (en Chile, madero),altiro (inmediatamente), chuecos (descolocados), pergenias (niñas, mujeres muy jóvenes),  piscola (en Chile, bebida hecha con pisco y un refresco gaseoso), piteada (calada), ambo (en Argentina y Chile, conjunto de pantalón y saco [americana], para hombre, confeccionado con la misma tela o a juego), petizo (que es de baja estatura), chicoco (coloquial en Chile, niño pequeño), coimear a algunos actuarios (sobornar a algunos auxiliares judiciales), hacer la cimarra (no asistir a clase o a un lugar donde se debe cumplir una obligación), pololo (en Bolivia y Chile, persona que mantiene con otra una relación afectiva menos formal que el noviazgo), guata (en Chile, Vientre de las personas o de los animales), etc.
Si el léxico, por lógica lleno de americanismos usados en Chile y en toda la zona andina, me ha encantado, no menos puedo decir del estilo del que Boris Quercia hace gala en Hoy no quiero matar a nadie. Es un estilo vivo, directo, escasamente descriptivo, con mucha acción y movimiento. Este dinamismo lo logra a base de diálogos directos entre los partícipes en ellos y, cuando la narración se hace introspectiva, los períodos oracionales breves y en yuxtaposición hacen que la acción y la ligereza no escapen del relato
«No puedo dormir con esta angustia. Me duele todo. Quiero ver a Marina. Quiero que me consuele. Me palpitan las sienes. Me palpita la herida del brazo. Me dan ganas de fumar, me levanto. Me quedan tres Kent en la cajetilla. Me saco la camisa. Tengo una costra que sangra, no se ve bonita. Me pongo un Kent en la boca. Voy al baño. Saco confort. Le pongo Old Spice a la herida. Arde la mierda. Voy a la cocina. Prendo el gas con la chispa del encendedor. Me chamusco las pestañas cuando prendo el cigarro. Aspiro. Toso. Me doblo tosiendo. Escupo en el lavaplatos. Me palpita la herida del brazo.»
"Santiago Quiñones, tira"
A la agilidad predominante en la novela contribuye decisivamente la distribución de la misma en capítulos breves, concretamente 33 es su número. Son más que capítulos secuencias narrativas al estilo de las que se realizan en los guiones y realizaciones cinematográficas. No hay que olvidar que Boris Quercia es actor, director, guionista y escritor, por este orden. Estoy convencido de que Santiago Quiñones, tira -título original de Hoy no quiero matar a nadie- más pronto que tarde será trasladada a la gran pantalla. 

Pero que una historia contada por escrito pueda tener versión cinematográfica no debe de entenderse como mérito sensu estricto. No, para nada. Hay novelas buenísimas que jamás han tenido adaptación en imágens y si la han tenido la película ha resultado un auténtico bodrio; y también -esto casi casi en más ocasiones- ha sucedido al contrario: de novelas flojitas han resultado filmes más que importantes. Por ahora en Hoy no quiero matar a nadie de Boris Quercia sólo podemos hablar de lo que hay, de literatura escrita. Y ahí, además de lo ya señalado hay calidades importantes como son la metáfora y la comparación tan habituales en la novela negra, género al que se adscribe por derecho esta narración. Y en el noir no sólo se muestran los bajos fondos, las entretelas corruptas del sistema, la marginación sobre la que la sociedad biempensante está asentada; también hay reflexiones profundas sobre la propia vida, la religión, el amor, la amistad... La cita con la que abro esta entrada creo que es buena muestra de ello; contiene esta cita una reflexión existencial presentada elegantemente mediante la repetición paralelística. Esto es, en mi opinión, buena literatura. ¿También opináis vosotros así o me estoy dejando llevar por yo que sé qué cosas?

Esta novela es la primera entrega de una saga. Os dejo aquí las portadas de los dos siguientes títulos, publicados también por Alrevés, que más pronto que tarde leeré:
Perro muerto, Boris Quercia, La sangre no es agua



22 nov 2022

El paciente. Novela de Juan Gómez-Jurado

21 comentarios:

«Si tuviese una niña de nuevo no le hablaría de la importancia del trabajo duro, ni de las penas del infierno, ni nunca, nunca le daría unos azotes. Si tuviese una niña no le impondría reglas ni valores. Le diría que persiguiese lo que fuera que le hiciese feliz, porque cuando te quieres dar cuenta estás muerto y ya nada tiene arreglo, nada se puede deshacer»

El Paciente, Juan Gómez-Jurado
Hace ya un tiempo -dos o tres años como poco- leí Espía de Dios (2006), una de las primeras novelas del autor; una novela que no debió de llenarme mucho. ¿Por qué digo esto? Pues, primero, porque no recuerdo mucho de ella; y, segundo y más importante, veo que no hice reseña alguna de la misma en el blog. 

¿Correrá igual suerte El paciente de Juan Gómez-Jurado? Pues no, no le ocurrirá lo mismo; como se ve ya estoy aquí reseñándola y yo no suelo reseñar libros que no me hayan agradado lo más mínimo. Es, en primer lugar, una historia que me ha entretenido suficientemente y, aún estoy dilucidándolo, me animará o no a seguir con la segunda parte de esta novela, La historia secreta del Señor White (2015) e incluso abordar la trilogía que más satisfacciones le ha dado al autor, la de las Reina roja (Reina roja, 2018; Loba negra, (2019) y Rey blanco, 2020) o cualquier otro título suyo. Ya veré y ya contaré.

El autor
Juan Gómez Jurado (Madrid, 16 de diciembre de 1977) estudió Ciencias de la Información en el CEU San Pablo de Valencia, tras lo que inició carrera en medios de comunicación como Canal Plus, TVE, La voz de Galicia o la Cadena COPE, actividad que compaginó con la escritura de sus primeros textos. En 2006 publicó Espía de Dios, novela con la que logró un gran éxito de ventas tanto en España como a nivel internacional. Gómez-Jurado se dedica casi en exclusiva a la literatura, aunque sigue colaborando con varios diarios y revistas como Qué Leer o Jot Down, así como en programas de radio como Julia en la onda.




El paciente
Sinopsis (proporcionada por editorial Planeta)
El prestigioso neurocirujano David Evans se enfrenta a una terrible encrucijada: si su próximo paciente sale vivo de la mesa de operaciones, su pequeña hija Julia morirá a manos de un psicópata. Para el Dr. Evans se inicia una desesperada cuenta atrás cuando descubre que el paciente que debe morir para que su hija viva no es otro que el presidente de Estados Unidos.



Como he dicho, leí Espía de Dios hace unos años y no me gustó mucho, la verdad sea dicha. Fabulaba Gómez-Jurado en esa su primera novela con la existencia de una conspiración asesina dentro del Vaticano; es cierto que la muerte sorpresiva del efímero Juan Pablo I, el ascenso de Juan Pablo II y el cambio geopolítico en el tablero mundial daba materia para ello, pero lo que es narrativa y literariamente la novela no me agradó en demasía. La verdad es que esas novelas en las que se mezcla lo 'noir' con lo mistérico y religioso no me van. 

Sin embargo El paciente no me ha desagradado. Que conste que no ha sido para tirar cohetes, pero confieso que me ha entretenido y, aunque la he visto llena de lugares comunes y frases muy repetidas en las novelas del género, se lee bien, atrapa, y no ocupa mucho tiempo, pues se despacha en tres días. ¿Confiere esto sello de calidad a un relato? Pues sinceramente creo que no. Ahora bien, desde otro punto de vista, novelas como ésta y otras de este escritor que la siguieron -todas ellas exitosas- sirven para aficionar a la lectura, algo que a mí desde siempre me gusta que así sea. Pero, claro, no cualquier lectura, por exitosa y best seller que sea, es literatura de calidad. 

Yo situaría esta novela, siguiendo el criterio clasificador establecido por el crítico Domingo Ródenas de Moya en el último suplemento literario Babelia, dentro del grupo que él denomina literatura de ficción formularia o de género, sector en el que coloca a Pérez Reverte, María Dueñas o Ildefonso Falcones. Un escalón por encima de ellos estaría otra narrativa de ficción más ambiciosa, más innovadora, menos formularia, y en ella se encontrarían escritores como Javier Marías, Almudena Grandes, Vila-Matas, y tantos otros mucho menos populares, pero mucho más artísticos y creativos. Por debajo, un sinfín de autores, fenómeno de ventas todos ellos, como Elisabeth Benavent, Megan Maxwell y tantos más, que apenas tocan las páginas de cultura de los medios de prestigio.

La escala es muy grande en el terreno de los bestsellers y a lo largo de ella se distribuyen un sinfín de autores, unos más próximos a los escalones de prestigio y otros mucho más abajo. Juan Gómez-Jurado, en mi opinión, estaría, como los citados Falcones o Dueñas, prestigiando el fenómeno bestseller gracias a su buen oficio, pero no elevando mucho la cabeza al optar conscientemente por la utilización de procedimientos que buscan más las ventas que la calidad literaria. 

Respecto a los procedimientos usualmente utilizados por los escritores para construir un bestseller me atrevo a recomendaros leer algunas reseñas en este mismo blog en las que enumero y explico algunas de las recetas empleadas para crear un éxito de ventas. Pongo los enlaces a sólo tres, aunque a lo largo y ancho de los doce años de existencia de "El blog de Juan Carlos" os aseguro que hay varias más. Aquí van: dos referidas a la escritora Julia Navarro: Dispara, yo ya estoy muerto, e Historia de un canalla, y una sobre el gran fenómeno de ventas que supuso, y supone, el escritor Joël Dicker: La desaparición de Stephanie Mailer. Espero que os sirvan para algo, siquiera sea para discrepar.

Novelas de suspense, thriller español actual
Juan Gómez-Jurado
en El paciente adopta el estilo de la novela de suspense, del thriller  norteamericano. Hasta tal punto es así que la acción la sitúa en Washington, los personajes tienen todos nombre anglosajón (Dave Evans, Mr. White, doctor Alvin Hockstetter, etc.); sólo Julia, la hija del neurocirujano Evans, cuyo secuestro motiva toda la acción tiene un nombre existente en ambas lenguas. Quizás esta sea una de las escasas concesiones que el escritor hace a su tierra de origen, un detalle nimio. Todo lo demás: el ritmo, el tono, las localizaciones, el pensamiento, etc., imita o toma los procedimientos propios de la novela de suspense norteamericana. Leyendo El paciente pareciera tener en las manos un relato de cualquier autor estadounidense. Es una novela de aventuras, propia, como decía, creo recordar que Ortega y Gasset sobre la novela policíaca, de espíritus adolescentes. O sea, que sí, mucha acción, mucha intriga, pero poca chicha. Y ya el final... bueno, el final es de traca y muy, muy, de niños. Sobre lo de acción dirigido a espíritus adolescentes quisiera decir que el escritor, en compañía de su esposa, la psicóloga y escritora Bárbara Montes, ha escrito un buen número de series novelescas a ellos dirigidas (la serie Amanda Black y la serie infantil Rexcatadores) formadas hasta ahora cada una de ellas por cinco títulos.

Pese a moverse en clave thriller norteamericano, el escritor no puede sustraerse a su país de nacimiento. En algunos momentos -no muchos- hace quiños a España. Así, al hablar de la sanidad estadounidense, Gómez-Jurado es seguro que está pensando en la española
  • «¿Quieren saber cuándo se fue a la mierda la sanidad en este país? Cuando quitaron de la dirección a los médicos y pusieron a contadores de judías como Meyer»
  • «No puedo aceptar operarme en un hospital de élite. Precisamente yo, que tanto he luchado por una sanidad pública de calidad. La opinión pública se cebaría con el caso durante meses —respondió, y yo suspiré aliviado.» (dice el político que precisa atención hospitalaria)
Desde el principio de la novela leemos que es el doctor Evans quien desde la cárcel nos está contando los hechos. Y los cuenta a través de la novela que está escribiendo en su celda. Así que la novela que estamos leyendo es la que su protagonista principal está escribiendo. De aquí el que haya capítulos narrados en primera persona y otros, los que no están protagonizados por él, sean narrados por un narrador externo en 3ª. Bueno, pues ya al final del relato, el propio Dr. Evans, hablando por boca del autor auténtico, tiene la humorada de decir lo siguiente:
«Antes de que se les ocurra criticarme, como han hecho muchos, por aceptar una oferta de una gran editorial y escribir mi historia para intentar sacar algo bueno de todo esto, les recuerdo que a ustedes les picaba lo bastante la curiosidad como para comprarlo, en primer lugar. A no ser que se lo hayan bajado de Internet sin pagar. Si es así, me deben pasta por todas las horas que he pasado entreteniéndoles, amigos.»
¿Es una confesión en voz alta que el escritor realiza a propósito de la edición de la novela por parte de una gran editorial como es Planeta? Pues seguramente, pienso yo. Lo que sí revela es que el novelista dialoga con sus lectores y conoce el mundo real en el que estos se mueven. Y esto hace que exista feeling, conexión entre el novelista y quienes disfrutan de sus historias.

El autor, conscientemente, en la novela deja la puerta abierta a posibles continuaciones. Continuaciones que a día de hoy alcanzan ya el número de siete formando un universo narrativo denominado "La trama". Sus títulos son los siguientes: El paciente (2014), La historia secreta del señor White (2015), Cicatriz (2015), trilogía Reina Roja [Reina Roja (2018), Loba Negra (2019) y Rey Blanco (2020)] y Todo Arde (2022). Como se ve por las fechas de publicación, Gómez-Jurado es un escritor prolífico y rápido. Escribe bien, pero, quizás, la velocidad de escritura le lleva a caer en lugares comunes y/o tópicos que rebajan en gran medida la calidad de su Obra.

En la novela que acabo de leer e imagino que en las otras que forman parte de la saga, Juan Gómez-Jurado atrapa al lector gracias a la maestría con que se mueve en la literatura de intriga, La novela mantiene el suspense al no saber si las 63 horas que el protagonista tiene para solucionar el problema le serán suficientes o no. Luego está la parte ética, moral y emotiva: ¿salvar a quien más se ama justifica cometer cualquier acción por atroz que esta sea? El problema que tienen ésta y otras novelas de otros autores que plantean dilema semejante es su carencia de originalidad, al abundar las historias de este tipo. Cuando esto sucede, sólo la calidad literaria puede salvar al libro que tenemos en nuestras manos. ¿Se salva Gómez Jurado? Bueno, pues ahí, ahí, está. Se encuentra, en mi opinión, en una zona difusa. Hay momentos en que leyéndole uno nota plena satisfacción, mientras que en otros te sientes embargado por una tremenda desilusión. ¿Hay soluciones para esto? No soy yo nadie para darlas, naturalmente, pero sí que pienso que dedicar más tiempo y atención a la ejecución de sus escritos redundaría en una clara mejora de la calidad.

Final
He dicho que El paciente me ha gustado más que Espía de Dios y según avanzo en mi escritura veo que de mi boca, cabeza y dedos salen palabras que claramente llevan al escritor y su novela hacia el terreno de los mansos, que dicen los taurinos, o sea, al de los malos toros, léase libros (je, je...). Y no, aún no quiero encasillar a Juan Gómez-Jurado ahí, porque creo que no es ese su lugar, aunque lo que sí es verdad es que desearía ver más autenticidad y más originalidad en él. En fin, leeré alguna novela más del exitoso escritor y, sin duda alguna, seguiré hablando de él en mi blog.


16 nov 2022

James Ellroy: "El blues de Dick Contino"

18 comentarios:

«Se acercó una camarera, menú en mano.
—¿Eres Dick Contino? Mi padre no te traga porque es un ex combatiente, pero mi mamá cree que eres realmente guapo. ¿Puedes darme tu autógrafo.
»

Me sorprende que a estas alturas El blog de Juan Carlos no haya reseñado ninguna obra del gran James Ellroy. Seguramente se deba a que, por la época en que vi y leí dos de sus mejores novelas y correspondientes versiones cinematográficas, aún no había puesto en marcha este blog. Vamos, que va ya para más de doce años que tuve contacto gozoso con este norteamericano autor de novela negra, cualificado representante del realismo sucio, y adorador sin remilgos de los autores cuasi fundacionales del noir clásico: Dashiell Hamett y Raymond Chandler. En 2015 dediqué una entrada a la novela El halcón maltés del primero donde señalé las principales características del género. Creo que la lectura de ese post puede resultar interesante a algunos [acceder a la reseña pinchando aquí].



El blues de Dick Contino

Sinopsis (tomada de la solapa de la edición de Noches en Hollywood)
A la deriva en el brumoso Hollywood de los cincuenta, Dick Contino, un acordeonista prácticamnete acabado, trata de dar un empujón a su carrera perpetrando un secuestro perfecto: el suyo propio. Pero la broma se descontrolará peligrosamente. "El blues de Dick Contino" se desarrolla en Los Ángeles de los cincuenta: una ciudad poblada por policías, criminales, prostitutas, estafadores, cazatalentos en busca de estrellas, rateros, comunistas ocultos y chivatos que traen a la mente películas en blanco y negro y amarillistas gacetas de sucesos.


James Ellroy, realismo sucio
El blues de Dick Contino
" es una novela corta que James Ellroy publicó en 1994 acompañada de otros seis relatos más en un volumen titulado en la edición española de 2009 Noches en Hollywood. El blues de Dick Contino apareció también, publicado en solitario, en el número 46 de la revista Granta (invierno de 1994). La figura de Dick Contino de siempre atrajo mucho a Ellroy, quien en ese número de Granta apareció fotografiado junto al músico.

Dick Contino (1930 - 2017) es músico, concretamente músico acordeonista, muy popular durante los años 50 del siglo pasado. Es, pues, una figura real; como real es el recorrido que James Ellroy realiza, junto a Contino y su acordeón por la historia del crimen en Los Ángeles en ese tiempo. Ficcionaliza Ellroy la vida de Dick Contino, personaje que le resulta simpático y con quien se identifica por haber protagonizado éste un episodio que lo dejaría marcado para siempre: en 1951, Contino fue convocado por la Oficina de reclutamiento para ir a la guerra de Corea; ignoró la orden de presentarse en ese momento y, aunque  respondió positivamente en el 52 a la siguiente convocatoria  y participó, incluso con honores, en la guerra de Corea, el marchamo de COBARDE y DESERTOR le acompañaría, en el sentir popular, durante gran parte de su carrera. Lo dicho hasta aquí explica la simpatía que James Ellroy confiesa sentir hacia él; pero ¿la identificación? Pues la identificación la confiesa el escritor en un prólogo a la novela titulado "Venido del pasado" donde, hablando de todo lo que le ha llevado a considerar novelable el personaje de Contino, añade una razón más, en este caso totalmente referida a sí mismo:
«En 1965 me expulsaron del instituto e ingresé en el ejército. Todo lo que vi en la vida militar me dejó cagado de miedo. Fingí una crisis nerviosa y conseguí la licencia por inútil para el servicio.
 [...]
En 1980 escribí "Clandestino" [...] La acción se sitúa en 1951; el protagonista es un joven policía -y desertor del reclutamiento- cuya vida descarrila por culpa del Terror Rojo.»
Es claro que ese protagonista de Clandestino se parece mucho, mucho, a Dick Contino, personaje que -confiesa Ellroy allí mismo- jamás pudo quitarse de su cabeza al coincidir el asesinato de su madre con 'Bumble Boogie', el gran éxito del acordeonista, y al poco con la visión de la película Daddy-O protagonizada por el atractivo músico:
«En junio de 1958, mi madre fue asesinada. El asesinato quedó sin resolver. Me fui a vivir con mi padre. Vi a Dick Contino cantar "Bumble Boogie" en televisión y, un año más tarde, pillé 'Daddy-O' en el cine Admiral»
El James Ellroy que escribe esta novela corta es un Ellroy en plena forma. Digo en plena forma porque al leerlo he recordado dos de sus novelas largas, "La Dalia negra" (1987) y "L.A. Confidencial" (1990), que tanto me agradaron en su día. Y es que el autor norteamericano en esta obra muestra un estilo inconfundible tanto en la forma como en el tono y el fondo. En la forma destacaría en esta novela corta la manera escueta y definitoria con que en ocasiones va introduciendo conceptos. Así, para explicar el funcionamiento de la memoria y el recuerdo usa el procedimiento, llamémoslo de concepto - definición del mismo
«Memoria: el lugar donde las evocaciones personales colisionan con la historia.
Recuerdo: la fusión simbiótica del "entonces" y el "ahora".
[...]
Chispazo: los recuerdos de finales de los cincuenta volvieron a encenderse.»
Este estilo minimalista y sintético se ve también en la manera de establecer en ocasiones los enunciados. Es un procedimiento, expresionista por yuxtaposición me atrevo a decir, de comunicar evitando grandes paráfrasis explicativas o descriptivas:
«Sol miró a Jane.
Jane me miró a mí.
El federal miró a Sol»

También me gustaría destacar el uso con intencionalidad estilística de las mayúsculas. Es una forma de destacar la importancia del concepto o del término que está utilizando:

«Me convertí en una celebridad nacional, hice giras por todo el país como cabeza de cartel de Heidt y luego yo solo A LO GRANDE.
Toqué en GRANDES SALAS. Grabé discos. Rompí corazones
»

Si esto es muy destacable en lo formal, en el contenido sobresale, por encima de cualquier otra cosa, la música. Tratándose de un texto memorial centrado en la vida y anécdotas de un músico es natural que esto sea así. He buscado algunos de los temas que aparecen citados y he confeccionado una lista en Spotify que es muy reveladora del ambiente y contexto musical de los años 50 en que se sitúa la novela. 

La vida de un músico en la década de los cincuenta y principios de los 60 -mucho más si sobre el mismo había caído un sambenito infame- se desarrollaba en garitos controlados por la mafia. Para actuar en ellos a veces los mafiosos requerían de los artistas una serie de servicios para nada musicales: chantajes, trabajos como recaudadores de extorsiones, servicios sexuales sobre todo si se trataba de mujeres, amaño de concursos musicales radiofónicos o televisivos, colaboración en "embargos" por falta de pagos exigidos, y hasta secuestros con petición de rescate, etc. Precisamente un secuestro, el suyo propio, es el que el mismísimo Dick Contino simulará para así poder cumplir con las obligaciones que la mafia empresarial requería. Esto y más (corrupción policial, persecución de comunistas, prostitución, extorsionadores, chivatos…) es lo que aparece en esta novela corta. Creo que como muestra de esto sirve lo que Howard Wormser, el agente musical de Contino, le dice a éste cuando él, en horas bajas, le pide que le encuentre algún trabajo 
«Tendrías que haber aceptado la invitación de Sam Giancana para que te pusiera en la nómina de artistas que actúan para la mafia de Chicago. Ahora estarías tocando en grandes salones. Deberías haber testificado ante ese Gran Jurado y tendrías que haber delatado a unos cuantos rojillos. Tendrías que...»

Hollywood Nocturnes, James Ellroy
 Por último, me parece de lo más relevante en este cuento largo o novela corta la perfecta mezcla que James Ellroy realiza entre realidad y ficción. Es cierto que Ellroy buscó a Dick Contino en 1993 y le pidió permiso para escribir un relato corto y una novela inspirada en su vida, a lo que el acordeonista entonces refugiado en actuaciones en Las Vegas aceptó, son reales muchos de los personajes que aparecen en la narración como su esposa Leight, su agente musical y, de seguro, muchos otros seres más cuya identidad yo no controlo. Lo magnífico de El blues de Dick Contino es la manera como James Ellroy presenta la dura vida que hubo de soportar Dick Contino durante esa época de los años 50 en que la industria musical y televisiva estaba en manos de los mafiosos. La historia la escribe el autor a partir de la entrevista que 35 años después del shock sufrido por el asesinato de su madre y la visualización de la película Daddy-O tuvieron ambos en Las Vegas; o sea, la entrevista Contino-Ellroy ha tenido lugar en 1993 y el relato, al que añadiría otros seis más, salió a la venta en 1994. 

La mezcla realidad-ficción es tan grande que el mismo escritor aparece explicando todos los pormenores que le llevaron a escribir esta narración. Y no sólo esto, sino que, en un claro ejercicio metaliterario, James Ellroy, tras hablar con el famosos acordeonista sufre como una especie de revelación:

«Me imaginé mucho rato delante de un público cada vez mayor, armado de una nueva munición literaria: el conocimiento de que Dick Contino sería el héroe de la continuación del libro que estoy escribiendo ahora»
Finalizo esta reseña con unos ejemplos del realismo sucio que James Ellroy cultiva en sus escritos. Son muestras que, en mi opinión, sirven justificadamente para ubicar al escritor en la senda de Raymond Carver, Cormac McCarthy o Charles Bukowski
    • «Los hombres del sheriff entraron en tropel y se desplegaron en abanico. A la zaga, la agente Dot Rothstein, más de cien kilos de carne lesbiana encoñada con mi amiga Chris Staples»
    • «Puedes decirle a Sol Slotnick que no me acostaré con él hasta que se hiele el infierno, pero que haré una prueba y me desnudaré hasta quedarme en bikini si tú me haces de carabina»
    • «—¿Eres amigo de un esbirro de J. Edgar Hoover?
      —Sí, del agente especial Pete van Obst. Su esposa es la presidenta nacional de mi club de fans
      »
       

Los otros seis relatos que acompañan a El blues de Dick Contino en Noches en Hollywood se titulan: La muerte, Negrolandia rica, Marque Axminster 6-400, Desde la ausencia, El momio y La prisión del amor

 



10 nov 2022

Manuel Jabois: "Miss Marte"

17 comentarios:

«Me gusta tener mucho metraje, con muchas entrevistas, recursos y planos, sobre un par de horas, menos que eso, un par de minutos, pero un par de minutos importantes. Un par de minutos es todo lo que vive alguien durante una vida. Lo que pasa es que nadie se entera porque existe la creencia de que vivir mucho es que te pasen muchas cosas, pero yo creo que vivir mucho es saber qué cosas te están pasando. Y suelen ser pocas, ¿no?»

Manuel Jabois, Miss Marte, Novela
Es el primer libro que leo de este periodista, articulista y novelista. Sabía de Manuel Jabois por su labor en periódicos como El Mundo o El País; también, como digo en la nota biográfica que sigue, interviene en programas radiofónicos de la SER, pero la verdad es que yo escucho poco la radio dado que ésta me exige atención y me impide leer; en radio me inclino por las emisoras musicales que no perturban mi lectura.

El escritor
Manuel Jabois nació en Sanxenxo (Pontevedra) en 1978 y empezó su carrera como periodista en Diario de Pontevedra. Tras pasar por El Mundo, desde 2015 escribe reportajes, crónicas y columnas en el diario El País; también tiene un espacio diario en el programa Hoy por Hoy de la cadena SER. Como escritor, ha publicado la recopilación de artículos Irse de Madrid (2011), las breves memorias Grupo salvaje (2012) y Manu (2013), un largo trabajo sobre el el 11-M titulado Nos vemos en esta vida o en la otra (2016) y las novelas Malaherba (2019) y la que reseño aquí, Miss Marte (2021). Malaherba lo consagró como uno de los escritores en español más populares de su generación.



Miss Marte

Miss Marte, como tantas y tantas obras hechas por periodistas en ejercicio, tiene por cuasi protagonista o personaje muy central a un periodista de nombre Nico que sirve de introductor en su pueblo, Xaxebe, a una periodista de unos 27 años que está grabando un documental sobre la desaparición, hace 25 años en esa localidad, de una niña llamada Yulia Lavinia. La desaparición que investiga Berta Soneira, que así se llama la realizadora del documental, tuvo lugar la misma noche en que la madre de la niña, Mai Lavinia, se casaba con un joven del lugar, Santi Galvache, tras una relación de un año.

La acción transcurre en Galicia, concretamente en la Costa da Morte, cerca de Fisterra. El ambiente gallego, sus brumas, el carácter de sus gentes, la magia, la confusión entre lo vivido en realidad y lo recordado, siempre entreverado de cierta invención y falsedad... Todo esto aparece en esta novela que está bien escrita, aunque en ocasiones me haya generado cierta confusión la proliferación de nombres de personajes y sus diversas relaciones.

La estructura es la típica de una investigación periodística. Entrevistas y grabaciones, una por capítulo, a las diversas personas que ese día estuvieron cerca de Mai y de su hija Yulia. Al final, en un capítulo, diríamos conclusivo, se produce una anagnórisis al estilo de lo que sucede en las novelas detectivescas; es por esto que cabe calificar el relato de thriller. Naturalmente no cabe desvelar aquí lo que sólo se alcanza a saber al llegar a esa altura de la lectura. Sólo diré que el giro, el desvelamiento que se produce, no es demasiado sorprendente si se han leído con gusto y atención las páginas anteriores.

Estamos ante una historia de historias. En cada capítulo, un personaje distinto cuenta a Berta su relación con Mai durante el año que ella estuvo en Xaxebe, desde que apareció allí de manera sorpresiva, hasta el fatídico día de la desaparición de la niña de poco más de tres años con la que arribó a la localidad. Mai es una joven de apenas diecisiete años cuyos orígenes son confusos, brumosos, mágicos, como el ambiente gallego. Quizás por esto no sorprende demasiado a los chicos de la pandilla en que se integra (Santi, Novás, Nico...), tampoco a las autoridades de la localidad (el policía Sardina o el alcalde Francisco Girón), y mucho menos al resto de personajes (Mago Sampedro, director del periódico de sucesos en que trabaja Berta; Lola, la asistenta en casa de los Galvache y verdadera madre efectiva de los Galvachitos; Máximo Girón, padre del actual alcalde Girón; el padre de Mai; etc.). Todos estos seres conforman el universo cerrado de Xaxebe, donde hace un cuarto de siglo se produjo el extraño fenómeno de la desaparición de una criatura que quedó sin explicación. Fue en 1993 cuando Yulia Lavinia desapareció y es 2018 cuando la periodista Berta Soneira está realizando la investigación.

Nico es quien nos está relatando la historia. Lo hace en primera persona, si bien él no es el protagonista de la misma; cede el protagonismo a Mai Lavinia y sobre todo a Berta Soneira a la que ayuda en la realización del documental, proponiéndole el orden de las entrevistas y tomando notas en las conversaciones que mantiene con otros personajes. Tras esto Nico debe dar un orden a todo este maremágnum, crear un relato lógico 

«Las utilizo, las notas y las grabaciones, cuando la historia lo requiere, de tal manera que hay momentos en los que se exige el punto de vista de alguien antes de relatar su entrevista, y al contrario, retrasar algunos datos para cuando tengan sentido
articulistas de El País, Manuel Jabois y el diario El Mundo
Como se ve son reflexiones 'metaliterarias 'propias de un escritor, de un autor. Nico, en el fondo, no es más que el alter ego de Manuel Jabois; el periodista y escritor que anida en él se hace estas preguntas durante la confección de la historia que tenemos en nuestras manos. E idénticos razonamientos se hace Berta Soneira, la realizadora del documental:
«Vamos a tener que refinarlo todo de tal manera que el documental se ciña a cuatro minutos concretos, los que se tardan aproximadamente en sacar a una niña de tres años recién cumplidos de la cama y meterla en el coche. Para eso reconstruimos la vida de su madre y la vida de todos vosotros, y la vida del pueblo, para el momento en que alguien abra una puerta y meta a una niña dentro de un coche, y a esa niña no se la vuelva a ver nunca más. Todas vuestras vidas y recuerdos de hace veinticinco años para contar un agujero. Pero el agujero será verdad.»
Además de estas cuestiones metaliterarias, en la novela, radicada en Galicia, aparecen elementos muy asociados a esa región, especialmente durante los años que se investigan, los que van de 1993 a 1995, años que marcaron un hito en el tráfico de drogas en Galicia de la mano de narcotraficantes como Sito Miñanco quien en esa época había sido detenido por introducir en España 2'5 toneladas de cocaína y más de seis de hachis. La mafia del narcotráfico gallego creció exponencialmente durante y a partir de esas fechas. Estas consideraciones venían a mi cabeza cuando en la novela leía frases como
 «"Aquí, en el norte, si un hijo le da un beso a un padre es porque tiene pensado matarlo"»

Para finalizar
La lectura de Miss Marte de Manuel Jabois me ha entretenido suficientemente. No obstante llegué a ella con expectativas más altas que las que finalmente han resultado cumplidas. Creo que hay en este buen escritor más un periodista que un novelista. Su fabulación está, en mi opinión, demasiado prendida en el mundo real al que constantemente hace referencia. Son alusiones directas, como las presentes en los recortes de prensa que Mai Lavinia hacía y que, encontrados en el curso de la investigación, nos hablan tanto de acontecimientos reales sucedidos en esas fechas (el atleta Carl Lewis y su curioso peinado, una reforma del código de familia proyectada en Cataluña, etc.), así como de otros más metafóricos: por ejemplo, la referencia  que el policía Julio Sardina hace, en tono simpático, a la desaparecida niña inglesa Madeleine McCann cuando habla de su función policial el día de la desaparición de la pequeña Yulia 
«Yo regulo el tráfico en el cruce de la Santiña, allí me puede ver todas las mañanas en la entrada y salida del colegio. Si yo veo a Madeleine McCann, lo primero que hago es parar un coche y darle paso para que cruce la acera»
Lo que más me ha gustado de la novela, sin duda alguna, es el clima que logra transmitir de Galicia y sus habitantes. Vemos personajes metidos hacia adentro, amigables entre ellos, con un peculiar sentido del humor, y envueltos en una bruma de relaciones acorde con el paisaje que habitan.


Datos técnicos del libro

TítuloMiss Marte

Autor: Manuel Jabois

Editorial: DeBolsillo

Año de edición: 2022

Páginas: 200

ISBN978-84-66359924


4 nov 2022

La luz prodigiosa de Fernando Marías

22 comentarios:

«Entonces, con la suavidad imperceptible de un ladrón de guante blanco, se materializó la luz prodigiosa. Llamo así a esa hora, más bien a ese momento, pues dura solo un puñado de segundos, en que se unen íntimamente tus sentidos y la luminosidad, distinta a cualquier otra, del principio del nuevo día»


Fernando Marías, Premio de Novela corta Ciudad de Barbastro,Julio Verne


En febrero pasado leí de Fernando Marías, con inmenso placer, la novela de no ficción Arde este libro. Sin duda alguna -ya lo expresé en la reseña que hice sobre ella- una de mis mejores lecturas del año 2022. Uno de los momentos fundamentales de esa autobiografía novelada es el de la publicación de la primera novela del autor. Esa novela es La luz prodigiosa y la pareja, que formaban en el libro y en la vida real, Verónica y Fernando habían trabajado mucho en ella. Si éxito fue que la obra se alzase con el Premio de Novela Corta Ciudad de Barbastro el año de 1991, no fue menor que doce años más parde, en 2003, el cineasta Miguel Hermoso la llevase a la gran pantalla. Y de este triunfo artístico se habla, ¡y mucho!, en Arde este libro. Precisamente, en ese su último libro publicado en vida, el amor en ascenso y la luego completa desaparición del mismo tienen por vórtice La luz prodigiosa. Se entenderá, pues, que yo no tenía otra opción que ir a esa novela primera; pensaba que en ella encontraría claves que me harían entender mejor al escritor tristemente desaparecido el 4 de febrero de este año. Y así ha sido.

Sinopsis (proporcionada por la propia editorial)
Durante ese instante especial, preciso, en que comienza a amanecer y las partículas de luz sustituyen a las de oscuridad con una cadencia que es a la vez velocidad vertiginosa y extraordinaria lentitud, nos encontramos ante ella: la luz prodigiosa, dispuesta a obsequiarnos con su maravillosa virtud de permitir que nuestra imaginación se abra en libertad, viendo y sintiendo cosas para las que normalmente no está entrenada.

En La luz prodigiosa vuelve a aparecer, si bien innominado, el mismísimo Fernando Marías. Esta vez lo hace transmutado en un joven periodista que en agosto de 1986 ha acudido a Granada para cubrir el homenaje que la ciudad andaluza realizó a Federico García Lorca con motivo de cumplirse el cincuentenario de su vil asesinato. Cuál no será la sorpresa de este periodista, muy amigo de la bebida, cuando en un bar, esperando ya al tren que le llevará de vuelta a Madrid, se topa con un hombre desharrapado, casi un mendigo, que tras ser invitado a una copa más le suelta una revelación: 
«Lorca no murió aquel día que festejasteis ayer. Murió mucho después.»
Tal revelación, y más si se le dice a un periodista bisoño, provocaría la curiosidad y el interés de cualquier reportero que se precie. Y así ocurre en esta novela. Nuestro gacetillero, una vez cubierto el objeto de su viaje y a la espera de volver a Madrid, tira de la lengua a este hombre entrado en años. Y el hombre, animado por los vasos que va trasegando, le cuenta una historia ciertamente sorprendente. Le dice que él, en ese julio de 1936, una madrugada topó con un moribundo que había sido mal fusilado. Eso y el mucho tiempo pasado desde entonces, unido al innegable hecho de no haber sido encontrado el cadáver del poeta, lleva al anciano bebedor a concluir que Lorca no murió cuando habitualmente se dice. 

Esto es en síntesis el asunto que se expone en estas páginas. El periodista queda impresionado por la declaración que el viejo le ha hecho, aunque tiene serias sospechas de que todo sea una auténtica patraña. Sin embargo, ¿y si no fuese tal?, ¿y si esa luz prodigiosa del amanecer que asaltó al entonces joven en 1936, se hubiese vuelto a manifestar cincuenta años después en el compartimento del tren que de madrugada devuelve al periodista, también joven, a Madrid? ¿Y si fuese todo cierto? ¿Por qué no?

No sé bien por qué, pero esa 'luz prodigiosa', que apenas si dura un puñado de segundos, me ha hecho recordar durante la lectura de esta novela corta a Julio Verne, concretamente a su novela 'El rayo verde'. En ella el autor francés noveliza una leyenda escocesa según la cual, en el atardecer, poco antes de la puesta del sol, entre sus últimos rayos sale uno de color verde; quien lo ve es que está enamorado y si no logra verlo es que el amor no anida en él o en ella. Es evidente que hay cierta similitud entre la funcionalidad de esas dos luces, si bien en la novela de Fernando Marías la revelación se produce durante el incierto amanecer y en la de Julio Verne sucede en el atardecer.

Desde el punto de vista literario he podido constatar que el estilo que tanto me sorprendió durante la lectura de Arde este libro ya estaba, al menos en ciernes, en La luz prodigiosa. Así, por ejemplo, me ha parecido verlo en esa manera de abrir y cerrar los dos relatos de la misma manera, esto es, utilizando en el inicio y el final, de cada uno de ellos respectivamente, la misma expresión o el mismo conjunto de frases. Y por eso de buscar coincidencias, no deja de ser curioso que también estas dos novelas sean, una, la primera publicada, y la otra, la última en ver la luz.

Es Fernando Marías -ya lo dejé dicho en la reseña de Arde este libro- un enamorado de la lengua, a la que da siempre un trato excelente; un trato tan bueno, que su vena poética, aunque no la dejó impresa en forma de poemarios, sí que es reconocible en su prosa, que ya desde este primer libro se acerca en muchos momentos a la poesía. La poesía, la belleza de las palabras, confundidos -así lo confiesa en Arde este libro- por eso de que Edgar Allan Poe, Scott Fitzgerald, Fiodor Dostoievski, Jack London o el mismísimo Dylan Thomas encontrasen la genialidad envueltos en las brumas del alcohol, el autor y sus personajes la buscan en el fondo del vaso.  Durante muchos años de su vida la soledad del alcohólico fue la compañía conscientemente buscada por el escritor. En La luz prodigiosa, el periodista que es su alter ego mata las horas muertas, antes de encontrar al viejo que le contará lo de que Lorca no murió en agosto del 36, bebiendo por los bares de Granada («una de las cosas que mejor sé hacer es beber solo»). Esta misma soledad es la necesaria para vislumbrar lo que no tiene explicación por los métodos habituales; es lo que ocurre con la luz prodigiosa («Para que ello ocurra es necesario que uno esté solo –la luz prodigiosa no se puede compartir–»).
«nos encontramos ante ella: la luz prodigiosa, dispuesta a obsequiarnos con su maravillosa virtud de permitir que nuestra imaginación se abra en libertad, viendo y sintiendo cosas para las que normalmente no está entrenada.»
También en esta novela, igual que en su última obra, el escritor es consciente de la importancia que tiene la primera frase, las líneas iniciales de una obra. En su novelística, más en Arde este libro que aquí, las reflexiones metaliterarias abundan. Cómo comenzar una narración es algo que siempre le preocupa:
«"El viejo encendió otro cigarrillo de mi paquete de rubio americano, dio una profunda calada, expulsó el humo mirándome fijamente a los ojos y dijo:
-Además, Federico García Lorca no murió en agosto de 1936"
Era una forma de empezar como cualquier otra. Tomé un sorbo de café, encendí un cigarrillo y continué escribiendo.»
Si estas palabras, frases o líneas son acertadas, el lector -él así lo refiere cuando, en algunas entrevistas, habla como mero lector- quedará ya prendido en y prendado de lo que tiene en sus manos, no será capaz de desprenderse de él y lo disfrutará. 

Alfredo Landa, Miguel Hermoso, Kiti Manver, Nino Manfredi
Otra coincidencia más entre estas dos novelas -primera y última de su producción- es la condición que tienen ambas de ser relatos redondos, cerrados sobre sí mismos. En ambos, al final, al repetir lo mismo que expresó al inicio nos transmite que lo que acabamos de leer es, en definitiva, el mismo libro que él está o ha estado escribiendo. Se cierra, pues, el círculo


De la versión cinematográfica que en 2003 hizo Miguel Hermoso y en la que él mismo intervino como guionista poco puedo decir, pues, sí, lo confieso, no la he visto. Sólo sé por lo que he leído por aquí y por allí que pone más el acento en el ocultamiento y falsificación de la historia realizado por el franquismo que en otra cosa. Intentaré verla en alguna plataforma televisiva, si es que aún la tienen en catálogo, que imagino que sí.