« En mi opinión, ninguna de esas personas está haciendo nada de esto por mí. Solo quieren sacar tajada.
Paola frunce el gesto.
—Bueno..., a ver..., lo que quieren es... algo para las mujeres. Quieren justicia.
—Ya, qué bonito queda decirlo así, pero hasta ahora a nadie le había importado una mierda ser justo conmigo... Nadie me ha respaldado jamás.»
El próximo miércoles 22 de febrero tendré la oportunidad de conocer en persona a
Cristina Araújo Gámir, autora de
Mira a esa chica, la novela que se alzó con el premio Tusquets de novela 2022 fallado durante el mes de septiembre pasado. La obra salió a la venta en octubre, el mes siguiente. Es la primera novela publicada por esta joven nacida en Madrid en 1980, licenciada en Filología Inglesa por la Universidad Complutense de Madrid, que desde el año 2011 vive en Frankfurt (Alemania).
La oportunidad de dialogar directamente con
Cristina Araújo viene dada por la amabilidad que ella ha tenido al prestarse a acudir en persona a la tertulia
más que palabras... de la que formo parte desde ni sé ya los años. En el blog de dicha tertulia daré cumplida cuenta de cuanto ese día en ella se diga, se comente, se puntualice por y sobre la autora y su obra. Por ahora aquí, en
El blog de Juan Carlos, dejaré tan sólo un breve apunte sobre lo que la lectura de
Mira a esa chica ha suscitado en mí. Evidentemente no cierro la puerta a posteriores añadidos, correcciones o rectificaciones derivadas del encuentro con la joven escritora madrileña.
Mi comentario
Mira a esa chica ficcionaliza una agresión sexual por parte de un grupo (una manada) de chicos. La historia no es -desgraciadamente- nada sorprendente dadas las noticias que desde que sucediera el episodio de la violación en Pamplona, el siete de julio de 2016, de una joven de dieciocho años por un grupo de cinco chicos se fueron sucediendo sobre este y otros casos similares protagonizados por los mismos autores u otros diferentes en otros lugares de España.
Sí me ha sorprendido, y muy gratamente, el tratamiento que Cristina Araújo da al asunto de una violación grupal al ahondar sobre todo en la mente de Miriam, la chica que la ha sufrido; y también, pero algo menos, en la de otros personajes: los violadores (Alex, el Estudiante; el Chivo; el de la perilla; Kaplan), los compañeros y amigos de estudios (el guapo Jordan, el vecino Lukas, Tallie, Paola, Vix, etc.), el equipo de abogados del despacho del señor Kazatchkine, o Pattie Dougan, la madre soltera de Miriam.
Es esencial, y está presentada a las mil maravillas, la introspección psicológica que la protagonista realiza. Tras el suceso, ella no hace más que dar vueltas en su cabeza al antes, el durante y el después de la agresión. A través de estas recurrencias mentales (flujo de conciencia, monólogo interior, soliloquio...) vamos conociendo la personalidad de Miri, conocida en el grupo de amigos del instituto como la Bufi, como la Gorda. Es una chica con una muy baja autoestima que no es del todo bien recibida por otras chicas mucho más guapas que ella (Paola, Tallie, Clara...) que la evitan a veces y más cuando ella les ha dicho que le gusta Jordan, el chico más agraciado por el que se postula, como candidata con más papeletas a su favor, la guapa Paola. Los chicos del instituto se ríen de Mirian y la provocan con bromas algunas muy subiditas de tono. Ella con tal de agradar y de no perder la integración con el grupo las consiente muchas veces e incluso llega a comportamientos de excesiva liberalidad que los confunde en ocasiones.
Estamos ante unos jóvenes adolescentes a punto de entrar en la mayoría de edad legal; es una edad caracterizada por la falta de certidumbres, de muchos complejos, de búsqueda de una autoestima satisfactoria, de afirmación identitaria frente a los otros, lo que muchas veces lleva a acciones poco planificadas y poco deseadas incluso por quien las realiza. El sexo, el alcohol, las drogas blandas forman parte del ocio y la diversión habitual a esa edad. Es la adolescencia una etapa vital caracterizada por el deseo de agradar a los otros, la necesidad de no ser apartado del grupo, la necesidad de ser aceptado. La protagonista, Miriam, es una joven típica en este sentido: con unos kilos de más, ella se siente fea y además es objeto de burlas y chanzas en el IES al que acude; incluso los considerados amigos, sus compañeros de clase y sus vecinos de domicilio, le hacen bromas y chanzas muy hirientes. Todo esto hará que se despierte en ella un deseo de agradar teñido de mucha sexualidad o de equívocos al respecto que le ocasionarán más de un disgusto.
Es una edad en la que, como acabo de decir, lo grupal, la aceptación en el grupo, la búsqueda de afectividad es constante. Esta necesidad de integración se prolonga también en la soledad del domicilio a través de las redes sociales, en especial del wasap, y ya en una búsqueda más erótica o sexual del Tinder. Es aquí donde las baladronerías de unos y de otros se encuentran en su salsa. Ella, Miriam, una chica solitaria y sin autoestima se exhibe en las redes, en especial en Tinder, como una mujer hipersexualizada, algo que en realidad no es. Y aquí se inicia su tragedia. Naturalmente no habría sucedido nada si al otro lado de la pantalla no se hubiese encontrado con Alex, un depredador que con artimañas sabe conducirla al matadero que fue la violación múltiple sufrida.
La familia (Pattie, la madre soltera de Miriam), las amigas (Vix, la guapa Paola, la bailarina Tallie...), los chicos de clase (el guapo Jordan, el vecino Lukas, etc.), las redes sociales para ligar (Tinder y los engaños que en personas poco avezadas y algo débiles como Miriam pueden llegar a hacer estragos), la manera de divertirse por los jóvenes, la sociedad hipersexualizada en la que vivimos... Todo esto y más aparece en esta novela que está muy bien contada con una narración alternante en 2ª y 3ª personas que hace que veamos el conflicto desde el interior del personaje y también desde fuera de éste. Es fundamental y muy destacable la narración en 2ª persona pues hace que como lectores nos metamos en la cabeza del personaje que constantemente se autoanaliza, se interroga, se riñe a sí misma.
«te halaga que [Clara] se haya puesto a contarlo delante de ti. O quizá, bueno..., quizá es que le importas tan poco, te considera tan nada, que en realidad se la suda tanto que lo escuches como que no.»
Esta segunda persona siempre está referida a Miriam Dougan que desde la agresión está que no sabe cómo seguir viviendo, cómo superar la situación en la que, por los engaños sufridos, por el alcohol, por un cierto menosprecio histórico de sus auténticos amigos hacia ella, está inmersa.
La serie de preguntas que, a toro pasado, se hace la protagonista constituyen un auténtico manual de conducta, un prontuario de autoayuda que, si bien ella no siguió, es con el que ahora se autoflagela pesarosa por no haberlas respondido adecuadamente en su momento. Desde luego para los lectores es un auténtico protocolo destinado a prevenir un posible abuso sexual:
«preguntas que ella marea desde hace ya varias noches: ¿de qué los conoces?, ¿adónde vais?, ¿es tu novio?, ¿no te parece raro?, ¿no te parece que solo te quiere follar?, ¿adónde te llevan?, ¿y por qué fue tan seco en el coche?, ¿por qué te pidió tantas fotos desnuda?, ¿y por qué habla tanto de sexo, con esa obsesión?, ¿no es todo muy raro, no es todo tan tremendamente raro que casi deberías morirte de miedo?»
El lenguaje literario utilizado tiene momentos estelares que hacen que se disfrute mucho de la lectura. Hay detalles de altura literaria que me han gustado mucho. Por ejemplo la utilización de diversos géneros literarios (narrativo, dramático, poético...) y lenguajes (el jurídico, el periodístico, el coloquial de las redes sociales...) y en especial esas repeticiones paralelísticas que hacen virar, en momentos muy precisos, el lenguaje hacia la prosa poética
«Porque es gratis.
Porque es anónimo.
Porque no hay consecuencias.
Porque te odian.
Y porque pueden.
Por eso.»
He saboreado más en esta novela lo bien que está escrita, la forma de contar, con esas rupturas constantes de la linealidad temporal yendo hacia adelante y hacia atrás; más incluso que la historia en sí misma, al ser demasiado reciente y conocido el suceso en que se inspira. Precisamente la conmoción social que la agresión sexual que se presenta ocasionó en España ha provocado reformas legislativas que están dando muchísimo que hablar en los últimos meses. Ciertamente por esto es una novela de grandísima actualidad. La idea del consentimiento está en el centro del debate social hoy, y también, claro, en el centro de la resolución de la trama de esta novela. Hay unas secuencias en las que
Miriam, y también sus agresores, son interrogados por la a
utoridad judicial. Se dirime en esos interrogatorios la aceptación o no por parte de ella del encuentro sexual. Ahí radica el punto de inflexión sobre el que pivota la culpabilidad o no. Para lograr deslindar la agresión de lo meramente lúdico la protagonista deberá desembarazarse de sus propias inseguridades que le hacen en ocasiones minusvalorar lo sucedido, considerarlo banal, consentido, cuando no lo es de ninguna manera.
Para finalizar
Una novela fantástica para debatir sobre el tema de las violaciones sufridas por mujeres a manos de lobos solitarios o de manadas. Fantástica, además, porque presenta la situación de manera equilibrada, sin maniqueísmos, sin decantarse de primeras por una u otra parte. Muestra a la agredida inmersa en un mar de contradicciones vitales, de inseguridades, que no justifican su sufrimiento pero que hacen pensar que quizás si se hubiese conducido de manera diferente pudiera haber evitado la situación, o no, claro; es esta falta de seguridades la que hace más que creíble el conflicto que muestra esta narración. Al tiempo presenta a los agresores -unos chicos normales, incluso brillantes- realizando un acto brutal, bárbaro, que ellos, inmersos en una mentalidad de superioridad machista y de cosificación de la mujer, consideran meramente lúdico. Y precisamente aquí es donde radica el problema, en la anormalidad normalizada. Y en que todo coadyuva a ello.
Quiero cerrar esta reseña con una cita que me parece fundamental. En ella se refleja que a la tragedia del acto de una violación se añade el duradero sufrimiento posterior de la víctima:
«Pase lo que pase con la apelación... Me pregunto si conseguiré superar esto alguna vez... No me refiero al año que viene, ni a dentro de cinco o seis años, sino al futuro. Si viviré tranquila en mi propio piso, si tendré amigos, una familia y todo eso...»