«Al encararse con ella, la mujer, había embellecido: tenía abundantes pestañas, los ojos rasgados, bien separados bajo una frente amplia y suave, boca no pequeña sino expresiva, cincelada con sensibilidad y, a la luz del fuego, los planos de su rostro aparecían tan claramente definidos como superficies esculpidas.»
Como decía el poeta Miguel Hernández, como el rayo se me cruzó el último día del mes de noviembre esta novelita que Dashiell Hammett, el considerado fundador norteamericano de la novela policíaca moderna, publicara en 1933 en la revista Liberty. Tras esta salida a la luz, Una mujer en la oscuridad permaneció perdida durante muchos años hasta que estudiosos de la obra de Hammett la redescubrieron en los años 80 del pasado siglo.
Los anteriores interrogantes van a irse despejando según pasan las páginas. Ella es Luise Fisher. Se trata de una femme fatale [últimamente se ha escrito mucho sobre este concepto que se considera hoy asociado al machismo. El artículo que en octubre de este año apareció en la revista El Cultural es muy clarificador al respecto] que se gana la vida seduciendo hombres que le puedan proporcionar un mejor pasar. Lo que ocurre es que a veces se equivoca en la elección y el elegido resulta ser un individuo cruel y violento. Pero afortunadamente ella, la mujer, sexo débil en la mítica novelesca desarrollada por Dashiell Hammett, encontrará un hombre que la protegerá y, en cierto modo, la redimirá. Este hombre es Brazil, recién salido de la cárcel donde ha pasado un tiempo por un delito que no cometió. Brazil es un caballero y Luise es lo que hoy eufemísticamente se llama, en estúpido anglicismo, una escort. Hay en la novela dos triángulos amorosos que pivotan, respectivamente, uno en Brazil, el formado por él mismo, Luise y Evelyn, una joven chica que abandonó la casa paterna para estar con Brazil; el otro en Luise, constituido por ella, Brazil y el gánster Robson con el que Luise ha viajado por el mundo y al que ahora ha decidido abandonar.
Son dos los hombres que se enfrentan por una mujer y dos mujeres las que se disputan a un hombre. Los vencedores de estos combates serán los pivotes respectivos de los triángulos señalados antes; esto está claro desde la brusca irrupción inicial de Luise en la cabaña de Brazil y Evelyn. En indirecta ayuda de Luise acudirá Grant, el barbudo padre de Evelyn que, escopeta en ristre, reclama a Brazil la entrega de su hija. En decidida oposición a Luise y a Brazil se moverá Robson, el cliente del que ha escapado Luise, y su compinche Conroy quienes para conseguir su propósito, o sea, que la huida Luise vuelva con ellos, se ayudarán de unos corruptos policías.
Como se ve los mimbres de lo que es una novela negra están debidamente puestos. Y digo que sólo los mimbres porque en mi opinión este relato bien podría ser el esquema, la maqueta, el guion primero de una posible novela larga. Creo que a pesar de que los personajes se comportan de la manera que se espera de ellos: con audacia y determinación los hombres, en especial Brazil y quienes lo ayudan (la pareja formada por Dunny y Fan), y de modo más mesurado ellas, haciendo uso de lo que tópicamente -en gran medida por culpa de la novela negra clásica- se ha venido en denominar sus armas de mujer; digo que, a pesar de esto, falta desarrollo, evolución, profundidad en la justificación de las acciones de los mismos. Quizás sólo Brazil y Luise están mejor delineados, en especial ella, Luise, quien en la consideración de todo el pueblo de Mile Valley donde sucede la acción, representado en la figura del viejo Grant, es una prostituta («¡Bah! ¡La palabra de la furcia confirma la del presidiario!», dice el padre de Evelyn). Sin embargo, cuando se ofrece carnalmente a Brazil, su nuevo protector, dedica a éste expresiones de sincero amor, al tiempo que utiliza sabiamente el característico juego amatorio de avances y retiradas
«Se sacó las manos de los bolsillos, se agachó, la levantó y la besó brutalmente.
Durante un instante ella se quedó inmóvil. Luego se desprendió de sus brazos y le abofeteó la cara con los dedos cerrados. Estaba blanca de ira.
El le cogió la mano, la bajó descuidadamente y gruñó:
—No haga eso. Si no quiere jugar, no quiere jugar y punto.»
Los comportamientos establecidos y protocolizados tradicionalmente del hombre que se lanza y de la mujer, tímida y honesta, que rehúsa sus avances amatorios son claros en esta cita.
Leyendo el relato me parecía estar viendo en mi cabeza a Brazil y Luise Fisher con la figura de los actores Humphrey Bogart y Lauren Bacall que tantas veces dieron cuerpo a personajes salidos de novelas negras de los dos grandes fundadores del género: Raymond Chandler y Dashiell Hammett. Sirvan de ejemplo, que ahora mismo yo recuerde, la espléndida actuación de Bogart y la Bacall en El sueño eterno (The Big Sleep, 1946), de Howard Hawks, película inspirada en la homónima novela de Raymond Chandler. También Humphrey Bogart destaca en El halcón maltés (The Maltese Falcon, 1941) de John Huston metiéndose en el papel del detective Sam Spade creado por Dashiell Hammett; en esta película, Bogart tenía de partenaire no a Laurent Bacall, sino a Mary Astor.
En definitiva, Una mujer en la oscuridad, novelita de apenas 70 páginas, me ha gustado. En ella aparecen perfiladas -sólo perfiladas, insisto- las características de la novela negra que Dashiell Hammett despliega en sus grandes relatos aparecidos antes -la mayoría- y después -sólo su novela El hombre delgado-. En la reseña que de la novela El halcón maltés hice ya hace ocho años señalé las particularidades de esta tendencia novelística refundada por Chandler y Hammett [para acceder a esa entrada pinchad AQUÍ].
Algunas frases de Una mujer en la oscuridad que revelan alguna de las características del noir de Dashiell Hammett:
- Erotismo:
- «Se fue despacio hacia la cama y se sentó lo más lejos posible de él. Sin mirarle, observando la foto de un caballo que había en la pared. Su rostro traslucía frialdad y orgullo. Dijo:
—Seré lo que sea, pero pago mis deudas —en esta ocasión la calma deliberada de su voz era insolente—. Le he metido en este lío. Bueno, si ahora puede encontrarme de utilidad... —se encogió de hombros».- Descripciones precisas:
- «La puerta de la calle se abrió cuando él giró el picaporte, admitiéndolos a un corredor mal ventilado en el que una luz sorda iluminaba un manchado papel de pared que en otro tiempo tuviera un diseño vivo, una alfombra raída y una desgastada escalera con barandilla de bronce».
- Bajos fondos, sexo, alcohol:
- «Robson meneó la cabeza de arriba abajo, sonriendo socarrón.
—Todavía no te he sacado el beneficio que me corresponde —dio un paso hacia ella.
Ella retrocedió hacia la mesa y cogió la botella de whisky por el cuello. —¡No me toques!»
Para finalizar
Según leía el relato y recordaba las míticas películas de cine negro norteamericano firmadas por John Huston, Howard Hawks o el mismísimo Alfred Hitchkock, llenas de comportamientos machistas, objetualización de la mujer y otras conductas de este tenor, no podía por menos que rezar por que la política de la cancelación, tan en boga hoy en occidente, no alcance en su prohibición a estas narraciones clásicas y sus versiones fílmicas. ¡Por Dios! ¡Ojalá que quienes practican la revisionista censura moral del pasado desconozcan la existencia de estas obras de arte! ¡Ojalá que su conocimiento del mundo siga reducido al hoy, sólo al hoy, y que, por su acendrada incultura, no apliquen criterios actuales a momentos del pasado! Habrá que rogar, sí, para que nos dejen seguir disfrutando del arte y que las obras del pasado no sean destruidas u ocultadas sólo por el hecho de no ser acordes con lo que se debería de pensar hoy.
Lei intensamente a Hammet hace muchos años y releí El halcón maltés en un reciente viaje que hice a Malta lo que me sirvió para recordar el estilo, las imágenes y la fuerza de este narrador formidable. La idea de la femme fatal es extraordinaria y mi mundo narrativo la tiene por personaje central de un cierto tipo de literatura. Leí el artículo de El Cultural y lo cierto es que me irritó. Parece que quieren pasar un filtro moralizante y puritano sobre toda la historia del arte y la literatura para convertir todo en plano y estereotipado acorde a los nuevos modelos que quieren imponer que reducen a la mujer a papeles muy poco sutiles y caracterizados únicamente por la fuerza y la pretendida igualdad. En la visión clásica, la mujer era aparentemente débil y necesitaba la protección de un hombre, pero posteriormente esa supuesta debilidad no era tal y era la que terminaba dominando la situación. Toda la complejidad femenina es laminada para hacerle un personaje pretendidamente fuerte y dominante de acuerdo a los cánones de un feminismo rampante que no deja de ser puramente moralista y empobrecedor. Yo sigo leyendo literatura clásica. Un abrazo, Juan Carlos.
ResponderEliminarCoincido contigo en lo que dices sobre ese pretendido afán actual de por la fuerza poner a la par al hombre y la mujer. ¿Hay mujeres fatales? Pues ello se deberá o saldrán de las mentes calenturientas de hombres fatales. Hombre, por dios, no siempre es así. Es cierto que el concepto femme fatale es objetualizar a la mujer reduciéndola sólo a portadora de placer que proporciona a cambio de materialidad. Estoy contigo en que en la literatura clásica hay todo un abanico de distintas mujeres que a través de su psicología e inteligencia saben hacerse fuertes y llegar a dominar e incluso dirigir la situación.
EliminarEn el arte clásico -incluyo en la palabra "arte" a la literatura, naturalmente- es donde reside la auténtica belleza y los personajes imperecederos. No me extraña que sigas leyendo literatura clásica. La de Dashiell Hammett, en su género, naturalmente, también lo es.
En otro orden de cosas espero que tu estancia por los madriles haya sido, o esté siendo, de lo más agradable.
Un fuerte abrazo
He leído poco a Hammet, apenas sus libros más conocidos, dos o tres y, además, hace tiempo. Me gustaron, claro que sí, especialmente "El sueño eterno", brillantísimos diálogos. No conocía este, de modo que lo anoto para próximas lecturas.
ResponderEliminarNovelas largas, Dashiell Hammett escribió sólo cuatro o cinco. El sueño eterno y El halcón maltés son las más conocidas. El resto, muy abundante, son relatos cortos como "Una mujer en la oscuridad" publicados en revistas o suplementos periodísticos. Su estilo es vivo, rápido, brillante... Esta novela te gustará
EliminarUn abrazo
Solo deciros que el Sueño eterno no es de D. Hammett, sino de Raymond Chandler, por favor, cuidado con lo que escribís. Un saludo.
EliminarTienes toda la razón, querida amiga desconocida. Es un error imperdonable por mi parte. Si te fijas y vuelves a leer la entrada comprobarás que la atribución de El Sueño eterno a Chandler la realizo a lo largo de toda mi reseña. Es a partir del comentario de mi buen amigo Atticus que me dejo llevar por su afirmación en la que hace a Hammett autor de la novela. Debí darme cuenta y no caer en el error.
EliminarMuchas gracias por advertírmelo. Una sola cosa final: ¿te llamas?
Saludos cordiales
Un relato corto de Hammet que desconocía y que se presenta lujurioso y atractivo en la reseña que nos regalas. Has citado grandes películas como El sueño eterno y El Halcón maltés. Es cierto que el personaje de Sam Espade era machista como él solo. Pero no se puede descontextualizar aquel tiempo y aún menos que a algún cerebro humano se le ocurriera suprimir algunos diálogos o atacar a ese tipo de cine con un revisionismo palurdo.
ResponderEliminarUn abrazo, Juan Carlos.
Cada vez que oigo o leo actuaciones tipo woke o de la cultura de la cancelación que hoy tanto se prodiga me pongo malo. Presupuestos culturales del pasado que hoy no compartimos no debe llevarnos a censurar obras maestras del Cine o de la Literatura o a grandes intérpretes de la música.
EliminarUn fuerte abrazo, Miguel
Madre mía, cuántas tardes de evaluación, lejos de casa, las he entretenido con obras de Hammett. Me has tocado un punto débil. Mil gracias.
ResponderEliminar¡Ay, las evaluaciones! ¡Qué de recuerdos me trae esa palabra! Desde luego los relatos de Hammett son magníficos para ocupar las horas muertas que existen entre una evaluación y otra.
EliminarUn abrazo, Rubén
¡Hola!
ResponderEliminarestoy de acuerdo con lo que dices en tu párrafo del final. Los clásicos son una maravilla (por mucho que a mi no me suelan apetecer leerlos), todo lo que de fe de la memoria de tiempos pasados hay que conservarlo, es arte, sí.
Me parece bien que se, vean y lean obras que, vistos con los ojos del pensamiento actual (aunque no por todo el mundo, por desgracia) son evidentemente machistas, misóginos, etc y que se opine y se exprese ese contenido como tal, claro, de hecho lo considero necesario. Necesario para saber como eran las cosas antes y como deberían de ser ahora. Pero no entiendo que obras así sean censuradas, porque cuántos argumentos de ficción con contenido machista hay en la actualidad... ¿se deberían censurar todas?
Y entonces habría que censurar obras con contenido de suma violencia, con contenido nazi, todas las novelas policíacas con crueles asesinatos, o con contenido pederasta por ejemplo, sería una pena, porque yo me quedaría sin lectura atractiva, porque para mi, en ficción todo está permitido y está claro que muchas obras son reflejo de la realidad de ese momento que no se puede perder (es evolución). No debería existir esa cultura de la cancelación que comentas (no había escuchado ese término, ni sabía que existía ese proceder).
Me considero feminista, y queda mucho por hacer todavía par conseguir una igualdad entre hombres y mujeres, porque todavía hay mucho machismo a nuestro alrededor y quién diga que no, es que no quiere verlo. Pero evidentemente las cosas han mejorado mucho desde la época de Hammett.
No sé si me expliqué...
Conozco a Hammett y sé de sus obras que muy probablemente no leeré, pero me ha encantado esta reseña tuya desgranado esta novelita (por la extensión mas que nada). Anda que me enrollo...
Besos
Te has explicado muy bien, Marian. La novela negra actual está llena, como bien dices, de acciones execrables. Pero es ficción y por tanto no se debe confundir algo inventado con algo real aunque la inspiración pueda venir de ahí. Las prohibiciones siempre son malas y en ocasiones -casi siempre- tienen efecto boomerang. Eso no quiere decir que no se denuncien y se persigan los hechos y a quienes los ejecutan, pero nunca pretender meterse en lo más íntimo de las personas llegando incluso a decirles qué deben leer, ver y hasta pensar en privado. El arte siempre lo será, pero sin intermediarios ni intérpretes interesados. ¿Hay que colocar las obras en su contexto? Naturalmente que sí, pero de ahí a ocultarlas, apartarlas, cancelarlas, eliminarlas... ¡No, por favor! ¡Somos mayorcitos y sabemos pensar! ¡Sabemos discernir lo que está bien y lo que está mal!
EliminarUn beso
Estoy de acuerdo como ya sabes, tanto con lo que tú dices al respecto, como con lo que comenta Joselu. Solo nos faltaba que nos suprimieran estas maravillosas novelas por un puritanismo pretendidamente progresista y que para mí en ñoño y moralista. Sí, Hammett era machista, probablemente no de los más para su época, pero lo era porque así era el mundo y la sociedad, y de la misma forma que nos chirría un reloj de pulsera en "una de romanos", nos chirriaría un detective de los años cuarenta en Estados Unidos fregando los cacharros mientras su mujer repara el auto. Lo mejor que les puede pasar a las historias es estar perfectamente ambientadas en el tiempo que narran y mucho más si encima están escritas en el tiempo que narran por gente que vivía en aquel tiempo.
ResponderEliminarEsta no la conocía. Tomo nota.
Un beso.
Coincidencia absoluta con todo lo que dices. No lo podrías haber explicado mejor. ¡Chapeau!
EliminarBesos desde el acueducto constitucional
Hola Juan Carlos, Hammett fue uno de los autores con los que me inicié en la novela negra y de detectives (Además de con Agatha), de el he leído La maldición de los Dain, El halcón maltés y algunas historia del hombre delgado. Una pena que por lo que cuentas sea solo un esbozo, tal vez el autor pensaba desarrollarla más y al final quedo así. No estoy a favor del revisionismo, las novelas se escribían en momentos concretos y con una circunstancias también concretas y eso ni se puede cambiar ni obviar, solo queda intentar que no se repita. Besos.
ResponderEliminarNo he leído La maldición de los Dain. He mirado en google y veo que también tiene versión cinematográfica. Mira que quedan bien las historias de Dashiell Hammett en imágenes.
EliminarSobre las novelas y lo que en ellas se cuenta habrá que intentar que en el mundo real no se den comportamientos como los que se reflejan en esas novelas, pero que nos dejen disfrutar de las novelas de ese momento y de las que ahora se escriban presentando comportamientos diversos. Nunca debemos confundir la ficción con la realidad, son universos separados. Por favor que en las ficciones el lobo feroz siga siéndolo y que Caperucita y Pinocho aprendan que no hay que ser desobediente ni mentiroso. Los cuentos, por muy antiguos y patriarcales que sean los momentos en que se originaron, esconden enseñanzas que no se pueden echar en saco roto.
Un beso
De Hammett sólo he leído dos novelas, El hombre delgado y El Halcón maltés, fantásticas ambas. Pero hace ya unos cuantos años. Me dejas ahora con ganas de reencontrarme con él. Tomo nota de este título que no conocía. Y totalmente de acuerdo con tu alegato final. Qué manía en aplicar criterios actuales a obras del pasado!
ResponderEliminarBesotes!!!
Dada la brutalidad y dureza de algunas novelas detectivescas y negras actuales las de Dashiell Hammett parecen cuentos de niños. En ellas todo transcurre de manera natural, normal para la sociedad del momento (la mujer libre es una casquivana, el hombre es un castigador que las usa a su antojo, y así...). No hay exceso de crueldad ni sofisticados métodos de tortura como hoy hay por todos lados desde los autores nórdicos a las Carmen Mola de por estos pagos. Hammett es un clásico y como tal hay que abordarlo, nunca censurarlo y menos apartarlo.
EliminarUn beso, Margari
No la conocía, Juan Carlos, así que gracias por el descubrimiento.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias a ti por pasarte por aquí y sobre todo por las reseñas que publicas en el tuyo.
EliminarSaludos