"Ya sabes, Andrés, que la guarnición debe salir mañana de la plaza con honores de la guerra, marchando a Francia prisionera. […] Los 'cerdos' se nos meterán aquí mañana a las ocho y media […]
Amigo, con Gerona se acabó España, y con la salud de Álvarez se acabaron los españoles bravos y dignos. Muchachos, ¡viva D. Mariano Álvarez de Castro, terror de la Francia!" ("Gerona", Pág. 122)
Tras leer en "Las leyes de la frontera" de Javier Cercas [leer reseña aquí] juicios contrapuestos sobre el episodio nacional "Gerona" de Galdós no he podido dejar de acudir directamente a él y ver por mí mismo cuál de las opiniones me cuadraba más. La verdad es que tras su lectura me ha asaltado la idea, seguramente equivocada, de que Cercas hablaba un poquito de oídas o, mejor dicho, del recuerdo lejano que tenía en su memoria de esta novela pues ni el elogio desmedido hacia ella expresado al inicio ni el desprecio total del final cuadran con las sensaciones que en mí ha suscitado.
En todo caso estaría más de acuerdo con el elogio inicial:
"Es un retrato de la ciudad durante el sitio que le montaron las tropas de Napoleón. Cuando lo leí, hace cuarenta años, me entusiasmó; aquello era la hostia: la tragedia total de la guerra, la grandeza de una ciudad entera en armas y defendida por una gente de hierro, el heroísmo del general Álvarez de Castro, un personaje de tamaño mitológico que se niega a entregar a los franceses la ciudad arruinada y muerta de hambre, y que Galdós pinta como el mayor patriota de su siglo." (Cercas, J.: "Las leyes de la frontera", p. 23)
que con el menosprecio del final:
"Me pareció una mierda; más que una novela sobre la guerra me pareció una parodia de una novela sobre la guerra, una cosa cursi, truculenta y pretenciosa ambientada en una ciudad de cartón piedra donde solo vive gente de cartón piedra. Y en cuanto a Álvarez de Castro, dijo también el inspector Cuenca, francamente: es un personaje asqueroso, un psicópata capaz de sacrificar la vida de miles de personas para satisfacer su vanidad patriótica y no entregar a los franceses una ciudad vencida de antemano" (Cercas, J.: "Las leyes de la frontera", p. 332)
Los términos utilizados por Cercas para descalificar y/o alabar al general don Mariano Álvarez de Castro, que defendió Gerona con todas sus fuerzas y con los pocos hombres y armas de que disponía del feroz asedio y los ataques a que durante siete meses fue sometida la ciudad en 1809 por los franceses, me parecen ciertamente desproporcionados e injustos. ¿Vanidad patriótica?, ¿personaje asqueroso?, ¿ciudad y gentes de cartón piedra? Expresiones totalmente fuera de lugar como quizás también lo estén las tópicamente elogiosas del juicio inicial: ¿gente de hierro?, ¿personaje de tamaño mitológico?, ¿mayor patriota de su siglo? Pienso que la idea de Cercas no es otra que desautorizar a don Benito convirtiendo su episodio nacional en mera caricatura de una novela épica. Creo que lanzar juicios de valor, con presupuestos propios del siglo XXI, sobre una producción artística publicada en 1874 es un despropósito completo. Es verdad que algunos temas y su tratamiento periclitan o logran sobrevivir malamente con el paso de los años, pero es absurdo desacreditar algo o a alguien por no adecuarse a lo que hoy se piensa o es admitido por una mayoría.
"Gerona"
Es el 7º episodio de la Primera Serie de los Episodios Nacionales. Aunque la voz narrativa principal en esta serie es la de Gabriel Araceli, en esta novela en concreto quien cuenta la gesta gerundense es Andresillo Marijuán, un personaje secundario en episodios anteriores que aquí se topa con Gabriel y otros tantos españoles que marchan derrotados hacia Cádiz tras los sucesivos desastres a que están siendo sometidas las tropas españolas, en especial tras la pérdida de Ocaña y la posterior dispersión del ejército español. Es en Sevilla donde estos dos personajes se reconocen entre la barahúnda de individuos mal pertrechados que caminan hacia la ciudad donde se ha refugiado la Junta patriótica de defensa de España. Allí se cuentan sus cuitas y Araceli insta a Andresillo a relatar la gesta que vivió en Gerona, ciudad que en 1809 resistió casi numantinamente el brutal asedio francés durante siete terribles meses.
Como es norma en estos episodios, Galdós cuenta la Historia con mayúscula acaecida en la ciudad desde la particular vivida por personajes del pueblo que junto a muchos otros la hacen. Son los principales el propio Andresillo; su novia Siseta; los hermanos de ésta: Badoret, Manalet y Gasparó; también don Pablo Nomdedeu, médico; su delicada hija Josefina; el ama de llaves de don Pablo, Sumta, aguerrida mujer en la defensa de Gerona; y otros cuantos más de menor importancia. Dos grupos claros, pues, en función de la pobreza y las necesidades sufridas. Más penurias, ya desde el origen, en la familia de Siseta que en la del facultativo Nomdedeu quien se considera por ello con más derecho a sobrevivir. Así, enfangados en las miserias a que conduce el hambre viva en que está toda Gerona por culpa del asedio francés, el doctor reclama para sí y la enferma de su hija la asquerosa comida (una rata enorme) que orgulloso Andrés lleva como excelente alimento a su enamorada y hambrienta Siseta:
"- Detente un rato más, Andrés -me dijo con agitación- y ayúdame. Pero qué hermoso animal tienes ahí. ¿Cuánto pides por él?Los personajes anteriores, todos ellos ficticios, salidos de la imaginación del escritor, conviven con otros históricamente verdaderos como el general Mariano Álvarez de Castro quien pese a la inmensa desigualdad de fuerzas (50.000 franceses por 4000 españoles) defiende la plaza que se le ha encomendado hasta el desfallecimiento físico personal que de no haberse producido es fácil suponer que no se habría firmado armisticio alguno con los sitiadores. Los nombres de algunos de los militares franceses (Victor, Sebastiani, Mortier, Soult...) que asedian la ciudad son también históricos.
- No lo vendo -repuse con orgullo.
- Es que yo lo quiero -me dijo con firmeza, deteniéndome por un brazo-. Mi hija se muere también, es decir, quiere morirse; pero yo no lo permito, no lo permitiré, no señor; estoy decidido a no permitirlo."
Con su estilo habitual lleno de colorido y naturalidad el escritor canario muestra el pintoresquismo con que se comportan los españoles, incluso bajo estas horribles condiciones. En este sentido Galdós se deja enredar a veces más por el costumbrismo que por el realismo. Es desde una perspectiva romántico-costumbrista hay que entender la manera que tiene de describir comportamientos como el deSumta, una verdadera Agustina de Aragón, que no contenta con proveer de comida y de balas a los soldados toma ella misma las piezas de cañón y de fusilería cuando la ocasión así lo requiere. Otro tanto cabe decir de los tres hermanos de Siseta, que cual pícaros salidos de la literatura barroca española del Siglo de Oro buscan comida donde no la hay.
En mi opinión se percibe bien a las claras que esta novela, junto a prácticamente todas las de esta Primera Serie de los Episodios -la mayoría aparecidas en 1874-, es en Benito Pérez Galdós literatura de una primera etapa creativa, vamos, quiero decir que carece de la fuerza de estilo que desarrollaría el canario ilustre en novelas como "Misericordia" (1897), "Miau" (1888), "Fortunata y Jacinta" (1887) o en las novelas de Torquemada aparecidas entre 1889 y 1895 [en el blog tengo reseña hecha de "Torquemada en la cruz", segunda de la serie de cuatro que la componen].
Durante la lectura de "Gerona" me parecía escuchar en ocasiones a Francisco de Quevedo o incluso al mismísimo Cervantes, no porque la literatura de Galdós esté en este relato a la altura de estos dos genios sino por la evidente imitación que de su manera de escribir realiza don Benito, lo que es propio de escritores noveles. Sirva de ejemplo la descripción que hace Andresillo de una comida en casa de Siseta ("Comimos, si así puede llamarse una refacción tan exageradamente sobria, que más parecía hecha para dar entretenimiento a los dientes, que sustancia al cuerpo.") la cual parece salida del propio "El Buscón" de Quevedo o incluso del anónimo "Lazarillo de Tormes". También algunas imprecaciones efectuadas por el narrador recuerdan por su tono más a Cervantes que a cualquier otra cosa: "¡Desgraciado el que en la guerra pone su afición en lugares y personas, que no han de poder seguir tras él en los frecuentes e inesperados viajes a que impulsan la victoria o la desdicha!"
Quiero decir con esto que Galdós en 1874 estaba aún conformando su estilo. Téngase en cuenta que su primera novela, "La fontana de oro", había aparecido sólo cuatro años antes, en 1870. Por otra parte la manera que tenía de escribir sus Episodios era por entonces algo descuidada. No cabe decirlo de otra manera; y es que es prácticamente imposible que en sólo seis años, de 1873 a 1879, el escritor grancanario diese a la imprenta nada más y nada menos que las 20 novelas que forman las dos primeras series de esta magna obra. Y esta rapidez se nota, vaya si se nota. Se percibe sobre todo en incorrecciones de tipo gramatical (caída frecuente en el laísmo y leísmo -«Sí; nos les comeremos, ¿por qué no?…») y en vulgarismos como el reiterado uso de la expresión "Mientras mayor era el misterio, mayor"[...] en vez del correcto "Cuanto ...". El descuido se percibe asimismo en los canarismos que se le cuelan por la gatera al no haber realizado una escritura más reflexiva y demorada. El pronombre 'ustedes' habitual en las islas en lugar del 'vosotros' no es verosímil verlo puesto en boca de un peninsular y menos si unas veces lo utiliza y otras no. Existe variabilidad ortográfica en algunos términos (unas veces escribe 'Badoret' y otras 'Barodet', por ejemplo); e incluso salta a la escritura en ocasiones el 'seseo' propio del hablar en Canarias. Es evidente que quienes lo denigraban o denigrarán en el futuro llamándolo don Benito, el garbancero, tenían sólidas razones donde apoyarse.
El domingo pasado (19/4/2020) en el diario "El Pais" el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa publicaba un artículo sobre el autor isleño titulado 'En favor de Pérez Galdós'. En su exposición, tras relatar hechos propios de la vida familiar y personal del escritor, señalaba como crítica literaria el que no hubiese descubierto o sabido que el narrador es el primero de los personajes inventados en una narración y que puede ser personaje o narrador omnisciente; al confundir ambas posibilidades en una sola, personaje omnisciente, provoca -dice Vargas Llosa en su interesante exposición- que la historia que relata incurra muchas veces en tremenda inverosimilitud. La mezcolanza y confusión entre personaje, autor y narrador llega por momentos a un punto increíble por desmedido. Véase:
- "Cansaría a mis amados lectores si les contara detalladamente mi vida durante aquel funesto año 9, que comenzado con las proezas de Zaragoza, terminaba con el desastre de Ocaña y la dispersión del ejército español."
- "Debo una explicación a mis lectores, y voy a darla."
https://cosasdehistoriayarte.blogspot.com/2018/05/grandes-asedios-de-la-historia-el.html |
De su atinado olfato político deja varias muestras a lo largo de la novela. A mí especialmente me ha sorprendido por su tremenda modernidad la siguiente consideración:
- "Sucedía en Sevilla una cosa que no sorprenderá a mis lectores, si, como creo, son españoles, y es que allí todos querían mandar. Esto es achaque antiguo, y no sé qué tiene para la gente de este siglo el tal mando, que trastorna las cabezas más sólidas, da prestigio a los tontos, arrogancia a los débiles"
- "Amigo Gabriel, en España no se premia más que a los tontos y a los que meten bulla sin hacer nada."
"los idiomas tienen pérfidas voces y frases con que se llenan la boca los diplomáticos y los conquistadores, pues nadie se avergüenza de nombrar los grandiosos planes continentales, la absorción de unos pueblos por otros… etc. Para evitar esto debiera existir (no reírse) una policía de las naciones, corporación en verdad algo difícil de montar"Es claramente Benito Pérez Galdós un precursor, un anticipado a su tiempo. Supo ver más allá de lo inmediato, acertó al señalar vicios y defectos arraigados entre nosotros, algo que suele molestar mucho a quienes se sientan sobre algunos de ellos y que ni por asomo quieren que tales desaparezcan.
Los clásicos -Galdós lo es sin ninguna duda- nos hablan y comunican verdades desde el pasado que conviene no echar en saco roto. Ahora que estamos sumidos en un asedio brutal por culpa de ese enemigo sin rostro que llamamos COVID-19 o coronavirus, la similitud entre el asedio sufrido por la ciudad de Gerona y el que toda la ciudadanía vivimos desde hace ya varias semanas es más que evidente. De nuevo aparece aquí el hombre de mente y visión claras. La frase siguiente bien podría haber sido dicha por alguno de nuestros actuales responsables políticos y/o sanitarios ante la situación en que nos encontramos:
"Hoy hemos estado haciendo el recuento de medicinas, y no hay ni para la décima parte en un solo día. ¿A dónde vamos a parar? ¿Es posible que esto se prolongue? No, no puede ser."_______________________
Nota: "Gerona" de Galdós es una de las lecturas que hago dentro de la IV edición del Reto 'Nos gustan los clásicos'.