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16 may 2024

La niña del sombrero azul. Novela de Ana Lena Rivera

10 comentarios:

 « —Valen, querida, mira que dicen que las mujeres encintas se vuelven más torpes y atolondradas, pero tú estás en todo. Mis padres estarían muy orgullosos de verme casado contigo —dijo a modo de piropo. Valentina sonrió, aunque en su fuero interno se sintió molesta por la condescendencia con la que acababa de tratarla su marido. "Lástima no haber nacido varón, les habría dado sopas con hondas a Goyo, a mis hermanos y a todos los que se me hubieran puesto por delante", se dijo.»

Ana Lena Rivera, La niña del sombrero azul, Feminismo

La niña del sombrero azul
es la última novela publicada por Ana Lena Rivera, concretamente apareció en febrero de este 2024. Es una novela que pese a su extensión, 660 páginas, se lee fácil, con agrado y resulta muy entretenida.

Sinopsis (tomada de la contraportada de la propia novela)
Gijón, verano de 1929. Con apenas diecisiete años, Manuela entra a trabajar como criada en la mansión de los marqueses de Armayor. Rodeada de un lujo que contrasta con la pobreza de su aldea natal, la joven conocerá la arrogancia y el desamor, pero también el arte de la costura, al tiempo que entablará una amistad inquebrantable con la única heredera de la familia, Alexandra.
Años despues, y pese a pertenecer a mundos muy distintos, su amiga será su mayor apoyo cuando la Guerra Civil obligue a Manuela a separarse de su hija Telva, enviada a Rusia junto con otros niños de la zona republicana, y tambien cuando intente recuperarla decadas más tarde, aunque para ello deba arriesgarlo todo.
La añoranza de Telva, un destino en ocasiones desalmado y una gran historia de amor marcarán la vida de Manuela. Una vida que se extenderá a lo largo de un siglo convulso y lleno de contrastes

Tras haber leído y reseñado en este blog Las herederas de la Singer, novela que me gustó mucho y que representó para Ana Lena Rivera un cambio de género novelístico respecto de la serie de la inspectora Gracia San Sebastián (del primer título de la serie, Lo que callan los muertostengo hecha reseña), el estilo presente en La niña del sombrero azul me ha resultado más que reconocible tanto por los asuntos que toca cuanto por la forma de presentarlos. Como en el libro que le precede, en éste las protagonistas son las mujeres. Unas mujeres luchadoras, que no se arredran ante las dificultades que, en forma de prohibiciones legales, sociales o maritales, se les imponen. 

Quizás debería decir que me sorprendió más la obra anterior y que ésta me ha parecido, un poco, un tirar del hilo reivindicativo feminista tan presente en Las herederas... y del que en La niña...  se podría decir que Ana Lena no deja palo sin tocar: machismo, maltrato, necesidad de realizarse la mujer como persona, represión por parte del padre o marido, lesbianismo, sororidad y gracias a ella eliminación de la barrera de clases [Alexandra con Manuela],... Pero el tema feminista no lo reduce la autora al meramente reivindicativo o de denuncia, sino que también muestra a la mujer como procuradora de afectos, como madre entregada y sufriente por no haber podido decidir el destino de su hija. A este respecto he de decir que en muchos momentos el contenido del texto logra emocionar vivamente; creo que Ana Lena Rivera sabe manejar este registro emocional como nadie y también pienso que ello contribuye vivamente al éxito de sus novelas. 

Me ha gustado que la escritora centre claramente esta novela en una protagonista -Manuela, la madre de esa niña de sombrero azul, que da título a toda la novela- y no vaya pasando el testigo protagónico de generación en generación como hizo en Las herederas de la Singer. Es evidente que Ana Lena Rivera no puede ocultar su enorme satisfacción con esa novela de corte feminista e histórico a la que en esta última  homenajea en varios momentos: primero, con esa máquina de coser Singer que llega a Manuela procedente de su madre; y luego, en ese personaje, Águeda, que ya aparecía en Las herederas... Aquí aunque su participación ocurre al final del relato, Águeda tiene un relevante papel.

El contenido de la novela se distribuye en 32 capítulos que a su vez se reparten en apartados relativos a la actividad del personaje y a los años en que ésta se produce: Primera parte: La criada (1912-1930), capítulos 1 - 5; Segunda parte: La sombrerera (1930-1937), capítulos 6 - 9; Tercera parte: La madre (1937-1945), capítulos 10 - 14; Cuarta parte: La esposa (1947-1960), capítulos 15 - 19; Quinta parte: La amiga (1953-1964, Cuba; 1961-1967 (España), capítulos 20 - 24; Sexta parte: La madrina (1978-1985), capítulos 25 - 27;  Séptima parte: La abuela (1985-1998), capítulos 28 - 32.  Es, como se ve, un recorrido por la historia, de España fundamentalmente, aunque también colateralmente de Europa, a lo largo del siglo XX con aparición de sucedidos y de personajes reales que sirven de fondo a las vicisitudes de los personajes de ficción. En definitiva, estamos ante una novela histórica-

Los personajes principales son los siguientes: 
  • Manuela Baizán. Es hija de una familia pobre asturiana cuyos padres al ver que no sirve para labores del campo y haber despuntado en la escuela la ponen a servir para tener así una boca menos que alimentar. El azar hace que caiga en la casa de los marqueses de Almayor, de origen asturiano que viven en Madrid y veranean en Gijón. Saldrá de la casa para casarse con Elías, trabajador de una sombrerería y sindicalista que tomará decisiones que ella no comparte como la de enviar a Telva, hija de ambos, a Rusia cuando estalla la Guerra Civil. Esta pérdida siempre acompañará a Manuela y le hará sufrir lo que no está escrito. Con el tiempo Manuela, ilocalizable Elías, tras la guerra casará con un hombre chapado a la antigua, Juan Gregorio Covián, que sin embargo sí que está enamorado de ella y no como Elías que sólo sentía por ella pulsión sexual. 
  • Alexandra Catarina Solís de Almayor. Hija de los señores de la casa donde sirve. Tiene la misma edad que Manuela y hacen muy buenas migas. Alexandra tiene ideas progresistas respecto a la mujer y está en la línea del pensamiento de Clara Campoamor. Cree que la educación sirve para eliminar las fronteras de clase y con Manuela quiere experimentarlo. Por ello la trata como a una igual, la educa en los gustos de la alta sociedad, la lleva a reuniones con sus amigas Valentina y Amelia. y sus amigos Alonso, Juan Gregorio.
  • Juan Gregorio Covián. Sobrino pobre de un canónigo de la catedral de Oviedo que le ayuda económicamente en sus estudios pretende subir de estatus merced a un buen casamiento. En el círculo de Alexandra y sus amigas junto con su amigo Alonso descubre a Manuela de la que se enamora perdidamente. Sin embargo al saber que es la doncella de Alexandra se comporta mal con ella y viene a despreciarla. A lo largo del relato evoluciona y tras varias vicisitudes se unirán ambos y él poco a poco irá abandonando sus casposas ideas respecto a la  mujer y su adhesión al Régimen franquista.
  • Telva Sofia Fernández. Es la hija de Manuela y de Elías. A los cinco años su padre la coloca en un barco con destino a la URSS para que niños como ella escaparan de los estragos y horrores de la Guerra Civil. Es la que da título al libro pues su madre cuando se despidió de ella le confeccionó un sombrero azul. En el barco conoce a otro niño, Manolo, algo mayor que ella con el que establecerá una relación de casi hermanos. Será ingeniera en la URSS donde trabajará y se realizará profesionalmente; sin embargo, vuelta a España encontrará muchas dificultades de desarrollo personal. 
  • Gorio Covián Baizán. Es el hijo que tuvieron Manuela y Juan Gregorio. A pesar de tener muchos años menos que Telva se llevará muy bien con su hermana. Es muy inteligente y seguirá los pasos en el mundo del Derecho marcados por su padre. Llegará a ser magistrado de la Audiencia Nacional. Esconde un secreto personal que a punto está de echar por tierra toda su carrera profesional.
  • Otro buen número de personajes femeninos además de los citados hasta aquí, conforman el espacio de afectos y relaciones donde se mueve Manuela. Son muchas las mujeres que pululan a su alrededor: Claudina (introductora de Manuela en casa de los Armayor),  las amigas de Alexandra: Valentina Cifuentes (primera mujer de Juan Gregorio) y Amelia Noval (casará con Alonso, amigo de Juan Gregorio), Octavia (la hija que tuvo Telva con un muchacho cubano), doña Enriqueta (esposa de Juan Ramiro Cifuentes y madre de Valentina), etc. 
Ana Lena Rivera escribe bien, con gusto, su prosa discurre con tal fluidez que quien la lee enseguida queda enganchado en sus redes. A este quedar prendido y prendado de sus palabras contribuye vivamente su asturianiedad patente en el amor que destila la descripción de no pocos lugares de la ciudad de Oviedo y de Gijón (playa de San Lorenzo, La Escalerona, la calle Corrida, el barrio de La Arena...: «El grupo de mujeres tomó el tranvía hacia el centro, hasta la iglesia de San Pedro, al inicio de la playa de San Lorenzo. […] Después de la ceremonia religiosa se encaminaron a la confitería La Playa, enfrente de la Escalerona, la gran escalera de acceso al mar […]»). También me ha hecho sonreír la lectura de los apellidos plenamente asturianos que da a dos importantes personajes masculinos: Alonso Bousoño y Juan Gregorio Covián

Por otra parte el no poder abandonar la lectura de la novela se debe a lo bien que la novelista sabe concluir los capítulos, siempre dejando un punto de suspense sobre el qué pasará, y los giros con que remata alguno de los siete apartados que forman esta novela. Al respecto, quizás sea la segunda parte uno de los apartados cuyo final deja más sorprendido al lector. En él la sorpresa radica en una carta que llega a manos de Manuela cuyo contenido no pienso desvelar, aunque sí me sirve para destacar la importancia que en algunas partes de la novela tiene el género epistolar. No es de extrañar tratándose como se trata de una historia que transcurre en ocasiones en puntos geográficos muy distantes entre sí: España, URSS, Cuba, Portugal, Francia... La relación por carta adquiere una gran importancia.

En una historia de recorrido temporal tan extenso muchos son los personajes y acontecimientos históricos que en ella aparecen y que sirven de hitos o puntos de referencia fundamentales para contextualizar debidamente la ficción puramente dicha. Así la época del rey Alfonso XIII, la Primera Guerra Mundial, la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República española, la Revolución de Asturias, la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial, el Franquismo, la Transición, la Democracia, la época actual. Y protagonizando estos acontecimientos o épocas personajes como Francisco Franco, Clara Campoamor, Dolores Ibárruri, Hitler, Roosevelt, Stalin, Adolfo Suárez, Elena Francis, etc

Para concluir
Asturianas escritoras, Feminismo literario, best seller
La novela es muy entretenida, la autora busca sobre todo entretener y lo logra con suficiencia. En mi opinión lo que Ana Lena Rivera pretende es mostrar la fuerza de las mujeres que sobreviven, resisten, se alzan, y salen adelante a pesar de los muchos inconvenientes y trabas que encuentran y se les ponen en su camino. Pero todo esto lo quiere hacer -¡y lo logra!- entreteniendo al lector. He aquí la razón de que sus libros engrosen por méritos propios la lista de buenos best sellers escritos en España. A todo lo dicho hasta aquí para conseguir que La niña del sombrero azul sea, como lo está siendo, éxito de ventas hay que añadir la búsqueda, a veces de manera indisimulada, de la emotividad, algo que la autora realiza en varios momentos.  

Por poner algún 'pero' a la novela diría, como creo recordar que ya manifesté en la reseña que hice de Las herederas de la Singer, que muchos son los asuntos a los que la novelista presta atención en la obra: Amor, Moda y Confección, Guerra Civil y sus consecuencias, Transición política, feminismo, machismo, homosexualidad, liberación de la mujer... En una nómina tan extensa de temas tratados es normal que se deslice algún error. Uno claro para mí es el anacronismo que Ana Lena comete al hablar en el año 1945 de Ministerio de Defensa cuando esta denominación fue transitoria, con el añadido del adjetivo Nacional, en plena guerra civil y vino a recuperarse ya en Democracia suprimiendo el calificativo. También, en su afán por mostrar la fortísima evolución de la sociedad en cuestiones referidas a la mujer y el retraso que a finales del XX existía aún entre nosotros, pone en boca de Manuela y Alexandra, que viajan a París en 1992, lo siguiente:
«En Montmartre se sentaron en una terraza a descansar, aprovechando que llevaba toda la mañana sin llover, y les llamó la atención una joven que le daba el pecho a su bebé sentada en una de las mesas del café.
—¡Vaya!¿Has visto eso? A tu izquierda, dos mesas más allá, no mires —le dijo Manuela a Alexandra apretándole el brazo.
—¿La chica con la teta fuera? Sí, ¡qué desagradable!
—A mí no me desagrada, es algo natural, pero sí es verdad que es muy atrevido. ¿Te imaginas algo así en Oviedo o en Gijón?
»
Es evidente que la autora está enjuiciando una época, la de hace 30 años, con la mentalidad actual. Y no sólo referido a cuestiones propias de la mujer. En el atropello sufrido por Manuela tras sufrir un atraco en Oviedo a manos de un yonqui (estamos en los años 80 en los que la droga dura campaba a sus anchas) leemos: 
«El conductor que la atropelló venía de tomar unos vinos con sus compañeros de trabajo, como tenían por costumbre hacer dos o tres veces por semana antes de volver a casa; así daban tiempo a sus mujeres para prepararles la cena después de bañar y acostar a los niños. Dio una tasa de alcohol en sangre de 0,75, por debajo del límite legal de 0,8 que dictaba la DGT. Aunque lo hubiera superado, no era delito tipificado en el Código Penal.»
Es evidente que la vida en España hace 40 años se regía con otras leyes y otros principios. Se enjuicia desde nuestro hoy el ayer, algo que es muy natural, pero que también es anacronismo.

Muy interesante es la cuestión, algo colateral al resto del relato, que se toca referida a la verdad literaria. Un personaje, Elías Goulet, que aparece en la última parte de la novela, escribe un libro sobre Elías Fernández, su padre, muy maniqueísta, de buenos y malos. Las reflexiones que al leer este libro vierte la novelista por boca de varios de sus personajes son muy interesantes desde el punto de vista de la verdad literaria. Casi casi cabría hablar de metaliteratura por cómo el autor ha vertido la historia de Manuela sobre el papel, de manera muy diferente a como ella se la contó. ¿Qué es, pues, la verdad? 


Algunos fragmentos de la novela especialmente interesantes:
  • «Nos acostumbramos a vivir de una manera y seguimos haciendo lo mismo día tras día, aunque el mundo que nos rodea sea totalmente diferente. Nos resistimos a cambiar, por eso los viejos nos quedamos obsoletos. Si no muriéramos, el mundo no avanzaría.» 
  • «La gente de mi círculo es capaz de pagar lo que sea con tal de sentirse superiores al resto ya que muchas lo único que tienen es dinero. Conozco bien a esa clase de personas, cuanto más inseguras se sienten de sí mismas, más necesitan esas muestras de poder. Los hombres utilizan los negocios y la política, pero las mujeres, como tienen vedado el acceso a esas disciplinas, demuestran al mundo su estatus con su apariencia.» 
  • «Lamento muchas cosas en la vida, querido Alonso, pero una de las más grandes es haber permitido que la política rompiera nuestra amistad. Hice mía una guerra que era de otros y tardé muchos años en darme cuenta de que a esos otros no les importaba yo, sólo ellos mismos. Fui un imbécil. Espero que puedas perdonarme.»  
  • «-Yo soy viuda, pero usted está casado.
-Eso es diferente. La ley es acorde a la naturaleza humana. Yo soy hombre y, como tal, el adulterio no tiene gravedad alguna.»

9 may 2024

Paul Auster. Un recordatorio

13 comentarios:
Autores norteamericanos judíos del siglo XX
Desde que el novelista y cineasta Paul Auster (Newark, 3 de febrero de 1947) falleciera el pasado 30 de abril no ha pasado día que no pensara cómo hacerle un levísimo homenaje personal. Por fin, a ocho días de su fallecimiento -todos los santos tienen octava, reza el dicho- he decidido hacerlo recomendando, en forma de reseña, alguna novela suya que recordara especialmente.

De Paul Benjamín Auster he leído los siguientes títulos: El palacio de la luna (1989),  El libro de las ilusiones (2002), Brooklyn Follies (2006), Sunset Park (2010) y A salto de mata: crónica de un fracaso precoz (1997), única obra, esta última, que tengo reseñada en este blog. De estos cinco libros guardo muy buen recuerdo, lo que quiere decir que todos ellos fueron de mi agrado. Puesto a elegir uno de los cuatro títulos de ficción leídos [A salto de mata es una novela autobiográfica] de este excelente novelista norteamericano que recuerde especialmente éste sería Brooklyn Follies. Es, pues, con la reseña de esta novela que leí el año 2008 con la que desde El blog de Juan Carlos homenajeo al gran guionista, director de cine, lingüista, traductor, novelista, poeta, ensayista, profesor universitario, autobiógrafo, escritor, dramaturgo, músico, libretista, crítico y editor que fue Paul Auster. Descanse en paz.



Brooklyn Follies

(La especie de reseña que viene a continuación la realicé en 2008 nada más finalizada su lectura. La mantengo tal cual. En ese año aún no había abierto este blog y no me inquietaba nada revelar más de la cuenta en mis escritos. AVISO, pues, a los lectores de que las líneas que vienen a continuación pueden incurrir en spoiler. Procuraré evitarlo ocultando las frases que así me lo parezcan. Gracias. Quienes deseen leer lo que está oculto basta con que pasen el cursor seleccionando esas frases

 

El libro, aparecido en 2006 y recibido como regalo en las Navidades de 2007, me ha parecido un auténtico ‘regalo’ para ser leído. Francamente, me ha gustado mucho. Es de las veces, no muy frecuentes por cierto, en que una novela te atrapa y te engancha.

Asunto: Nathan Glass, de 60 años, divorciado de su mujer y padre de Rachel de quien lleva una temporada algo distanciado, tras una vida como vendedor de seguros, llega a Brooklyn donde nació,  para instalarse y pasar los años -o el tiempo que le quede- después del cáncer de pulmón que se le diagnosticó, del que fue operado y sometido a la quimioterapia correspondiente.

Así, a simple vista, parece que el tono de la historia va a resultar dramático, feo, gris. Pero, nada de eso. Nathan un día, por casualidad, reencuentra a su sobrino Tom Woods, hijo de su hermana June recientemente fallecida, al que recordaba como chico inteligente y con unas perspectivas envidiables. Sin embargo se topa con un treintañero abandonado –está bastante gordo-  que ha salido adelante con empleos esporádicos (ha trabajado como taxista) y que ahora está en la librería Brightman’s Attic. Esta librería pertenece a Harry Brightman, un homosexual muy interesado por la cultura que cuando conoció a Tom quedó encantado con él por su cultura y conocimientos; aunque pretendió tener relaciones con él, cuando Tom se negó él aceptó su postura y le ofreció trabajo. En esta librería también trabaja Rufus Sprague, un chico jamaicano que es el querido de Harry .

Estas dos relaciones, la del sobrino y la del librero, le sirven a Auster para introducirnos en un mundo de personajes que debidamente llevados ocuparán el resto de la novela. Así, por Tom sabemos de su hermana Aurora, que ha deambulado por terrenos más que peligrosos durante su juventud (drogas, prostitución, etc.), pero que ahora parece haberse tranquilizado. Este hilo abrirá el relato al personaje de Lucy, la hija de 9 años de Aurora que un día sin previo aviso se presenta en casa de Tom enviada por su hermana desde no se sabe donde porque Lucy dice que no puede hablar al haberle prometido a su madre guardar silencio. Por este motivo, Tom y Nathan deciden llevar la niña a Vermont donde vive Pamela, hermanastra de Tom que vive en el campo lo que ambos –tío y sobrino- consideran muy apropiado para la niña. Pero Lucy es un diablillo que no quiere esa solución y, en secreto, ocasionará un percance en el automóvil de Nathan durante el viaje desde New York a Burlington (Vermont); por ese motivo (la niña echó 40 latas de coca cola en el depósito de gasolina del vehículo) deberán quedarse unos días en Brattleboro donde en un taller les repararán el auto. Mientras aguardan se alojarán en una casa rural –diríamos aquí- que no se inauguró en su momento al haber fallecido repentinamente la mujer del dueño de la misma de apellido Chownder. A través de este personaje conoceremos a su hija, Honey, que, buena cocinera como es, se trasladará a la casa rural para atender a los huéspedes y así ayudar a su padre. Consecuencia: Tom y ella se enamorarán, y tras una serie de indecisiones se casarán, lo que provocará que el viaje a Burlington se frustre y Lucy comience a vivir con la joven pareja, decisión que satisfará a todos.

De esta línea, la de Tom, ya sólo resta hablar de la madre de Lucy y sus problemas con su marido David Minor. Este es un seguidor de la iglesia del Templo del verbo divino fundada por el reverendo Bub, personaje engañabobos que sólo busca su provecho personal y que incluso llegará a solicitar servicios sexuales de Aurora para permitir que Lucy no siga al pie de la letra los absurdos postulados de esta iglesia. Es por esto que Aurora decide sacar a su hija de ese ambiente de secta en el que su marido los tiene confinados. Y aunque ella quiere también escapar no podrá hacerlo al estar vigilada estrechamente por Minor. Sólo logrará salir cuando su tío Nathan la localice y acuda a su domicilio a llevársela ante los sorprendidos ojos de David Minor.

 La otra línea de desarrollo argumental viene dada por la biografía de Harry Brightman, quien antes de montar la librería tuvo amistades y actividades no muy recomendables que le llevaron a la cárcel. El motivo fue la falsificación de obras de maestros de la pintura que su novio Gordon Dryer realizaba y que él comercializaba hasta que todo fue descubierto. Años más tarde, cuando ya estamos inmersos en la historia antes descrita, este Dryer y su amigo Trumbell le proponen a Harry otro ‘fastuoso’ negocio de falsificación que les hará millonarios. Se trataba de falsificar el manuscrito inexistente de Hawtorne, La letra escarlata. Harry, crédulo como era, acepta a pesar de las advertencias de Nathan. Pero todo no es más que una extorsión, que ocasionará la muerte por infarto de Harry, quien en su testamento legará la propiedad de la librería y del edificio que la alberga a Rufus y Tom.Como Rufus, que era un travestido por las noches, decide abandonar Brooklyn y Tom y Honey quieren llevar una vida más tranquila y hacerse profesores, todos los bienes de Harry serán vendidos.Novelas neoyorquinas de Paul Auster, literatura norteamericana

 El epílogo de la historia viene dado por la evolución de Nathan quien lleva una plácida vida con su amante Joyce Mazucchelli, madre de la BPM (buena y perfecta madre, en palabras de Tom Woods) Nancy Mazucchelli de la que Tom en un tiempo se sintió enamorado y que tras separarse de su marido e irse a vivir a su casa Aurora y su hija Lucy acabará enamorándose de ésta y haciendo vida de lesbianas, algo que a Joyce escandalizará pero que Nathan le ayudará a comprender y transigir.

Nathan sufrirá un amago de ataque al corazón que piensa le llevará a la muerte. Pero no, sólo fue una inflamación de esófago y volverá a incorporarse a su casa de Brooklyn para seguir escribiendo ese Libro de las locuras de los hombres que empezó en junio del año 2000 cuando llegó allí y que ahora 40 minutos antes de las 8 de la mañana del 11 de septiembre de 2004 le está haciendo sentirse un hombre pleno, en un mundo feliz y bien hecho, que él, claro, no sabe que saltará en pedazos dentro de 40 minutos.


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Hasta aquí la especie de resumen-reseña que escribí en 2008 sobre Brooklyn Follies. Al repasar mentalmente las lecturas que he hecho de Paul Auster descubro una serie de características que en mi opinión identifican de manera singular su literatura y que a mí me han hecho disfrutar mucho de ella leyendo sus libros: 
  • La primera es la importancia que en todos sus relatos tiene su condición de judío. Aunque no fuera practicante, su educación familiar es visible en sus novelas en las que las festividades y protocolos culturales de actuación de esa comunidad religiosa aparecen con frecuencia. 
  • En segundo lugar la manera que tiene de ir haciendo aparecer a los distintos personajes es muy reconocible en su estilo; surgen éstos de manera natural, fruto de las meras relaciones humanas, del propio discurrir de la vida. El azar, la casualidad, siempre tiene mucha importancia aquí.
  • Mucho más propio de su estilo es la propia construcción de sus historias, que discurren con abundantes vueltas hacia atrás, anticipaciones y resúmenes que poco a poco, fragmentariamente, van dando forma al todo que es la narración. 
  • El cosmopolitismo neoyorquino y de otras ciudades -entre ellas algunas europeas como París o Londres- es seña identitaria de su escritura; esta identidad cosmopolita es característica que reconozco en otros muchos autores norteamericanos como Philip Roth, Richard Ford, Kurt Vonnegut, James Salter, Lucia Berlin, Dominick Dunne, Siri Hustvedt, Jonathan Franzen y tantos otros más, que me hacen distinguir con claridad su manera de escribir de la de autores de otras nacionalidades.
  • Historias muy urbanas de personajes inmersos o relacionados con el mundo de la cultura, especialmente de la literaria: periodistas, profesores, críticos, traductores, libreros... 
  • Mezcla de géneros y ruptura de los límites en los que se encuadran éstos. 
  • Presencia frecuente de la metaliteratura en sus libros. En A salto de mata es total, claro.
  • Magnífico dominio de todos los estilos narrativos con especial manejo del indirecto libre con el que consigue dotar a muchas de sus historias de esa atmósfera imaginativa, metafísica o evanescente tan característica en él.
  • Cierto suspense y sensación kafkiana presente en buen número de sus historias que contribuyen a la creación de esa atmósfera metafísica o evanescente antes citada.
  • Importancia capital en sus libros -no sólo en los de no ficción- del autobiografismo. Pedir cuentas a familiares por unos u otros personajes -a los padres, sobre todo- es asunto frecuente en no pocas de sus novelas.
  • Etc.
Así doy término a este recordatorio-homenaje póstumo a Paul Auster, un escritor que ha marcado, junto a muchos otros citados también aquí, la literatura norteamericana del siglo XX y del primer cuarto de este XXI en que nos encontramos.

¡¡Descanse en Paz, Paul Benjamin Auster!!