«Todo cuanto ves, muy pronto será destruido y los que han visto la destrucción dentro de muy poco serán también destruidos; y el que murió en la vejez extrema acabará igual que el que murió prematuramente».
«Habla, sea en el Senado, sea ante cualquiera, con elegancia y certeramente. Utiliza una terminología sana».
«Después de asignarte estos nombres: bueno, reservado, veraz, prudente, condescendiente, magnánimo, procura no cambiar nunca de nombre, y, si perdieras dichos nombres, emprende su búsqueda a toda prisa».
«No malgastes más tiempo argumentando acerca de lo que debe ser un buen hombre. Trata de ser uno».
«A los animales irracionales y, en general, a las cosas y a los objetos sometidos a los sentidos, que carecen de razón, tú, puesto que estás dotado de entendimiento, trátalos con magnanimidad y liberalidad; pero a los hombres, en tanto que dotados de razón, trátalos además sociablemente»»
«El libro español de proverbios del siglo XVII que recomienda el hombre más rico del mundo.El tuit del magnate, hoy dueño de twiter, fue el aldabonazo que me hizo volver a buscar textos que en mi opinión hubieran servido a Baltasar Gracián de base, de modelo incluso, para sus aforismos. En estas estaba cuando en la visita que ese mismo mes de septiembre realicé a la Feria del Libro de Madrid ubicada como siempre en el parque del Retiro topé, en la caseta de la histórica librería La Felipa, con una edición austera, poco adornada, acorde el continente con su contenido, de las Meditaciones del emperador Marco Aurelio. La adquirí inmediatamente, pues, como digo, llevaba años con el propósito de hacerme con un ejemplar de las mismas. Y sí, en estas reflexiones imperiales, estaban, en espíritu y también en cuerpo, muchos de los aforismos gracianescos que tantos elogios suscitaban desde hacia tiempo entre los candidatos presidenciales y los millonarios de Wall Street.
Elon Musk citó ‘El arte de la prudencia’ en Twitter, pero no es el primero en hacerlo. Los libros de Baltasar Gracián fueron un éxito en el Wall Street de los noventa y recomendados a candidatos a la presidencia»
Pero hay muchas coincidencias en el día a día entre estoicos y cristianos. Una de ellas y no menor es la de la reflexión o meditación, que los cristianos denominan oración. Leyendo a Marco Aurelio, digo, me veía transformado en uno de estos sacerdotes cristianos que con el breviario en sus manos reflexionan sobre el sentido de la vida y de los oficios religiosos que de forma resumida aparecen compendiados en el libro así llamado. Los postulados cristianos ya están contenidos en el estoicismo: hacer el bien al otro, no ser egoísta, no enfadarse por cualquier nadería, no ensoberbecer («no te cesarices», se decía a sí mismo y a quien le leyera el mismísimo César)...; en definitiva, lo que en estas Meditaciones presenta el emperador muerto en Viena (Vindobona) el año 180 d.C. es una ética, una manera de enfrentar la vida, un modo de vivir. Es una ética que coloca al hombre en el centro de todo, que lo distingue claramente de otras especies naturales pero que insiste en que con éstas ha de haber relación cordial, que se aparta de la crueldad ilegítima, que busca la paz y concordia entre pueblos. Y al colocar al individuo, a la persona, en el centro de todo, construye una auténtica filosofía en torno a él. En cierto sentido podría decirse que Marco Aurelio dio a la posteridad un libro de autoayuda, al mostrar a quien lo leyera cómo se podía ser feliz en una existencia de la que todos conocemos su aciago final.
- «Arroja todo fuera, quédate sólo con estas pocas cosas; acuérdate también de que cada uno vive sólo el presente, este punto; el resto ya ha sido vivido o es dudoso.» Desde luego el Quevedo de «Ayer se fue, mañana no ha llegado / hoy se está yendo sin parar un punto» puede fácilmente haber bebido aquí.
- «No actúes contra tu voluntad, ni al margen de lo común, ni sin examen, ni a contracorriente; que la afectación no engalane tu pensamiento; no seas charlatán ni te pierdas en muchas tareas». Creo que a muchos que se ocupan de la res publica les vendría de perlas leer ésta y otras reflexiones de alguien que conocía bien el oficio de ocuparse de lo público.
- «Ni sentirse disgustado, ni abatido, ni desanimado, si tus actos no siempre ligan con los principios rectos, sino, tras la frustración, retomarlo otra vez y estar contento si tus actos son más humanos y amas aquello a lo que encaminas». Buena propuesta para chicos y grandes que aceptan mal la frustración.
- «Todo lo que ves se destruirá muy pronto, y los que asistan a esa destrucción en breve pasarán por ella. El que muera muy viejo se encontrará en el mismo punto que el que lo haga muy joven». Sí, claro, querido Marco, pero no es lo mismo más que menos, ¿no te parece? Je, je.
- «Aceptar sin arrogancia; dejar ir con soltura». Aquí sí que veo el pensamiento y estilo literario de Baltasar Gracián.
- «"Lo regio es obrar bien y que hablen mal de uno" (Antístenes)». El cínico Antístenes acertaba al recoger en su pensamiento una acción muy frecuente en la plaza pública. Marco Aurelio, con esta cita, así se lo reconoce.
Nota:
Este libro participa en el Reto Escritores de la A a la Z que organiza el blog Lecturápolis. Con él relleno la letra A. También entra a formar parte de los libros clásicos dentro del Reto Nos gustan los clásicos que organiza el blog Un lector indiscreto.
Lectura interesante esta que nos traes para leer con calma o ir picoteando. Se ve, además, que te ha dado para mucho reflexionar, especialmente sobre la posible relación del estoicismo con el cristianismo (puntos en común, sin duda, tienen). Curioso (y a la vez maravilloso) cómo propósitos lectores que llevan años (incluso décadas) sepultados emergen con fuerza a la superficie por el motivo más azaroso. Siempre digo que las lecturas se abren camino solas y llegan al lector cuando tienen que llegar.
ResponderEliminarBesos
Efectivamente es un libro que podría decirse 'infinito', en el sentido de que jamás se acaba de leer, pues se trata, como bien dices, de ir picoteando en sus reflexiones dado que de todas y cada de ellas se extrae un mensaje, un consejo, una indicación de comportamiento en esta vida.
EliminarSobre el azar y la lectura, qué te voy a decir que tú no sepas. Sólo añadiré que es una maravilla que tal cosa ocurra, una auténtica gozada estar al albur de lo que pueda suceder, estar abierto a que un libro nos pueda asaltar y adueñarse de nosotros sin haberlo tenido previsto.
Un beso grande, Lorena
He intentado leer las Meditaciones un par de veces pero me he encontrado que pocos pensamientos me eran actuales en el mundo en que vivo. Hacer una selección de unos cuantos entre los cientos que hay es posible pero la mayoría son, pienso, inactuales. Por otra parte, me parece un mundo frío, sin calor, demasiado moderado y gélido, vivir así da la impresión de estar muerto en vida. Otros pensadores que también hablan de la moderación en la vida y la idea de que los deseos nos esclavizan así como las pasiones, me parecen más vivos que Marco Aurelio. No sé si sería un buen acompañante en una fiesta, tengo la impresión de que es un aguafiestas… En cuanto a que El arte de la prudencia haya sido un libro de éxito entre los tiburones de Wall Street, no sé qué pensar. Yo me quedo con Mark Rothko que se negó a que su pintura decorara los salones de altas finanzas neoyorkinas y terminó pintando en negros y suicidándose. Su vida me inspira más que los pensamientos de Marco Aurelio y Baltasar Gracián, mi paisano. Un cálido abrazo.
ResponderEliminarHola Joselu:
EliminarDesde luego no es un epicúreo. Lucrecio no se iría con el a tomar vinos (je, je...), pero sus ideas de moderación y tranquilidad me parecen más que necesarias en nuestro mundo.
Dicen que El arte de prudencia se lo recomendaron a Clinton durante su campaña electoral. Hubo un eslogan por ahí que venía a decir algo así como menos prozac y más Gracián.
Oye, Rothko, sería consecuente con su manera de pensar, pero acabar suicidándose no me parece una deriva muy aconsejable, nada digna de ser imitada, desde luego.
Un abrazo
Me gusta la filosofía, pero ahora ( tengo un trancazo importante) no soy capaz de asimilar nada. Lo tendré en cuenta para un futuro. Besos.
ResponderEliminarComparto trancazo contigo, querida amiga. Desde luego no se piensa igual con la garganta dolorida, los ojos llorosos, la nariz cargada y la mente confusa que con todas las funciones y órganos en perfectas condiciones (ja, ja...).
EliminarUn besazo
Reflexiones para sí mismo. Qué forma más elegante de ser sabio. Qué modo más integral de perseguir la rectitud.
ResponderEliminarAsí es, en efecto, querido amigo.
EliminarUn abrazo
¡Hola Juan Carlos!
ResponderEliminarMuy interesante, me gustó bastante Marco Aurelio cuando lo estudié aunque no he llegado a leer sus obras realmente. Veo que esta traducción está muy bien así que no lo descarto :D
En fin, siempre fui fan de los estoicos la verdad, me gustaba su filosofía y me ha gustado esa comparación con el cristianismo.
¡besotes!
Es una filosofía muy atractiva, desde luego.
EliminarUn beso, Irene
Ufff, no he leído a Gracián ni a Marco Aurelio y la verdad es que, con mi preferencia por la novela, no es que me atraigan mucho. En su época, cuando estudié Historia de la Literatura, leí algunos clásicos, en prosa y en verso, pero después ya me he ido decantando más por épocas más recientes y por la novela. no se pueden aprobar todas las asignaturas en esta vida.
ResponderEliminarUn beso.
Ja, ja, ja... Así es, querida amiga. Pero te diré que las meditaciones de Marco Aurelio son un buen remedio para combatir el tremendo estrés e intranquilidad con que nos movemos en la vida. Es muy tranquilizador ver que lo esencial del ser humano permanece inalterable desde la noche de los tiempos; todo lo demás es totalmente innecesario y redundante.
EliminarUn beso
Uys, no es lo que suelo leer, pero desde luego tu reseña ha sido muy interesante. Quizás es de esos libros para ir leyendo poco a poco e ir reflexionando. Y sí, creo que Quevedo tuvo que leer esa acertada reflexión.
ResponderEliminarBesotes!!!
Hola, Margari:
EliminarSí, ya te digo, es como esos breviarios y colecciones de sentencias que uno lee despacio, degustándolas, pensándolas, reflexionando sobre ellas.
Muchísimos besos
No es una lectura como para enfrentarse a ella desde el punto de vista del divertimento o entretenimiento; entre otras cosas porque siendo como fue Marco Aurelio, un emperador romano seguidor, aparentemente de la escuela de los estóicos, pues como que sus enseñanzas con mucha enjundia son restrictivas, un tanto encosertadas, serias, rectas y poco aplicables a la época de libre allbedrio desaforado y de poca profundidad filosófica y humanista de esta sociedad que olvida y aparca los valores clásicos en los que se fundamenta lo humano y racional.
ResponderEliminarTe invito a visitar el blog "El rincón de la mora encantada" donde se subió hace unas semanas algo al respecto de este personaje con sus sentencias más conocidas.
Un abrazo, amigo.
Muchas gracias, Javier, por el enlace al blog "El rincón de la mora encantada". Ahora mismito me paso por él.
EliminarSobre lo que dices sobre esta época de velocidad, rápido olvido y escasísima reflexión, no puedo más que darte toda la razón. Por eso creo que libros sólidos e imperecederos com estas "Meditaciones" del emperador Marco Aurelio son rocas sólidas o salvavidas que nos pueden evitar hundirnos en la vorágine sin sentido del mundo.
Un fuerte abrazo
Ahí te paso el enlace.
ResponderEliminarhttps://moraencantada.blogspot.com/2022/12/las-frases-de-marco-aurelio.html
Av¡cabo de visitar el blog que me pasas. Me ha gustado. Me he hecho seguidor del mismo. El mundo romano siempre ha estado entre mis preferencias.
EliminarMuchas gracias, Javier
Recuerdo la compra de este libro porque estaba contigo cuando fuimos al puesto de La Felipa.
ResponderEliminarNo sé si yo tendría la habilidad para captar toda la sabiduría en una lectura así. El caso es que las frases que has extraído son magníficas y fuente de inspiración de muchos otros escritores posteriores.
De momento, me quedo con tu fabulosa crónica. Si acaso me animo siempre puedo volver en la Feria del Libro a visitar La Felipa ;)
Besos.
¿Pero es que la Felipa vive todavía?
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