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28 oct 2022

Bernard Minier: Hermanas ('Soeurs')

9 comentarios:

«Pensó que dos universos coexistían sin mezclarse, como el aceite y el agua: el de la vida, la despreocupación, la juventud y la esperanza, y el de la enfermedad, el sufrimiento, la decadencia y la muerte. Todo el mundo acababa topándose con ambos tarde o temprano, pero los que se dedicaban a determinadas profesiones, como las enfermeras, los bomberos, los empleados de pompas fúnebres o los policías, pasaban cada día de uno a otro.»

Bernard Minier, Novela negra francesa actual, Thriller psicológico
Como nos ocurre tantísimas veces a los lectores, he llegado hasta este autor y este libro de manera totalmente azarosa. A raíz del comentario de mi amigo José Antonio sobre la existencia de una novela policíaca del escritor francés Bernard Minier situada en mi ciudad natal, Salamanca, comencé a buscar la misma sin ningún resultado. Supe que la novela se titula "Lucía" y que su acción se sitúa en Salamanca, concretamente en su Universidad, donde un grupo de estudiantes de criminología descubre la existencia en el lejano pasado de un asesino en serie cuya metodología parece haber sido utilizada en unos últimos asesinatos ocurridos en la localidad. 

La novela Lucía ha sido publicada este mismo año en Francia, pero aún no ha sido traducida al español. Habré de conformarme, me dije; pero mis ganas de leer algo de autor tan valorado en su país me llevó a otros títulos suyos, éstos sí, ya vertidos al español. Además, fui consciente de que entre la publicación en Francia y la salida en España de sus libros pasan varios años. Así lo último de Minier, presente actualmente como novedad en los expositores de nuestras librerías, es "Hermanas", una novela que en Francia salió en 2018. Así que, pensé con pesadumbre, tendré que esperar a Lucía unos cuantos añitos. Este es el motivo, unido a una recomendación periodística que vi en un suplemento literario, por el que Hermanas entró en mi casa. Y no me arrepiento.

El autor
Bernard Minier nació en Beziers (Francia) en 1960. Su infancia la pasó en Montréjeau, al pie de los Pirineos, donde suceden varios de sus libros. Por proximidad geográfica y gustos personales está muy unido a España donde ha vivido algún tiempo y donde pasa temporadas de manera habitual. Tan unido a España está que, como ya he dicho, la novela aparecida en Francia este 2022, o sea, su auténtica última novela, sucede -por lo que sé y como acabo de decir fue el motivo de buscar literatura de este novelista- en España. Títulos suyos publicados ya en español son Bajo el hielo, El círculo, No apagues la luz, Una maldita historia, Noche y Hermanas. Los cinco pertenecen a la denominada serie Martin Servaz por ser este policía el protagonista de los mismos. Hay otros dos títulos más protagonizados por este agente que aguardan aún su versión española: Vallée (2020) y La chasse (2021).


Hermanas
Novela más entretenida que novedosa, si bien sí es interesante; se lee con gusto y resulta adictiva desde la primera página. La trama sucede en dos momentos temporales, separados entre sí 25 años. Los casos que en esos dos tiempos -1993 y 2018- investiga Martin Servaz lógicamente van a guardar entre ellos una más que profunda relación. 

Es una novela en la que se vuelve a plantear la relación realidad-ficción, algo, por cierto, no muy innovador. Y digo 'no muy innovador' porque es temática que ha sido utilizada en varias ocasiones por otros autores en éste u otros formatos artísticos. Ahora mismo, sirva sólo como ejemplo, viene a mi memoria la película "Instinto básico" cuyo asunto es semejante: la policía sigue la estela de un asesino a través de los libros de terror escritos por éste. Prácticamente, igual que aquí. 

Sinopsis (aparece en la contraportada del libro)
Mayo de 1993. Atadas a troncos de árboles y vestidas de primera comunión, Amber y Alice Oesterman son halladas muertas a orillas del Garona.
Así comienza la primera investigación de Martin Servaz, que centra su atención en Erik Lang, un autor de novelas negras de tintes crueles y perturbadores, entre las que se encuentra una titulada precisamente La primera comunión, y del que las dos hermanas eran fervientes seguidoras. El caso se cierra a raíz de un desenlace imprevisto, que deja a Servaz corroído por la duda.
Febrero de 2018. El escritor Erik Lang descubre a su mujer asesinada, vestida también de primera comunión. Veinticinco años después, Martin Servaz se ve inmerso de nuevo en aquel doble crimen y sus temores de antaño vuelven a despertar, hasta rayar la obsesión.


Pese a pertenecer a una serie novelesca no es necesario haber leído los títulos anteriores para disfrutar de Hermanas. A lo largo del relato vamos conociendo extremos de la vida de Martin: «hijo del profesor de francés, viudo, que se suicida tras escuchar la coda de "La canción de la tierra " de Mahler», tiene una hija a la que sobre todo cuida él porque su madre, Alexandra, es azafata y debe ausentarse de casa en muchas ocasiones. Esto sucede en la época del primer crimen, en 1993. En 2018 encontramos a Martin Servaz encargado del cuidado de Gustav, un niño que no es suyo pero al que cuida y quiere muchísimo; es Charlène, la guapa esposa de Vincent Espérandieu, uno de sus compañeros policías, la que lo cuida junto a sus propios hijos cuando Martin no puede hacerse cargo de él. ¿Cómo es que Servaz se encargó de Gustav es algo que con sólo la lectura de Hermanas no me ha quedado muy claro, seguramente haya que buscar su explicación en alguna entrega anterior de la serie.

Mientras leía este thriller me preguntaba si verdaderamente era una novela negra o más bien lo que tenía entre mis manos era una novela policíaca. Pensaba que era más policíaca -sí, ya se sabe, el tipo de narración de crímenes cuya resolución corre a cargo de uno o varios policías, sin más- que novela negra -aquel relato que junto a la indagación y resolución del crimen o crímenes realizados profundiza en la sociedad donde se han producido resaltando sus problemas, carencias, defectos, y así-. Al finalizar sigo pensando eso mismo, aunque en mi consideración, según pasan los días, han ascendido algunos peldaños los aspectos sociales que se denuncian en ella. Sí, efectivamente, por ejemplo, los problemas personales de Servaz con su mujer en la parte de 1993, su relación con Gustav en la segunda parte del relato, así como las consideraciones que sobre el funcionamiento en general de la sociedad francesa realiza me llevan a verla muy en línea con los postulados del 'noir', aunque sea un 'negro' comedido, que critica, pero siempre dentro de lo políticamente admisible. En este sentido, por comparación y gran semejanza con nuestra problemática en España, los problemas de la sanidad han llamado mi atención:
«En este país, uno podía irse al otro barrio como si nada. "El mejor sistema sanitario del mundo, ya." Los recortes presupuestarios no dejaban de aumentar, incluso los que afectaban a la salud. Se fue a urgencias. Tres horas de espera en un pasillo lleno de camillas, de pacientes abatidos y de familiares a punto de estallar: un auténtico caos.»
Detecto que los problemas de los gabachos (admítaseme esta licencia, que no es crítica, referida a un país que admiro mucho) son también comunes a los nuestros -y casi casi diría universales- en lo referido al abandono del noble hábito de la lectura:
«De repente, se preguntó cuántas personas estarían leyendo en esa ciudad y en ese preciso instante al mismo tiempo que él. ¿Cientos? ¿Miles? ¿Y cuántas estarían viendo la televisión o centradas en la pantalla del teléfono? Infinitamente más, sin duda alguna. ¿Serían los lectores como los indios de América en el siglo XIX, una especie en vías de extinción, amenazada por una nueva raza? ¿Pertenecían a un mundo antiguo que estaba a punto de desaparecer?»
Y otro tanto podría decirse respecto a la evolución que en estos 25 años han vivido los cuerpos policiales. Si en 1993, Léo Kowalsky, jefe entonces de un recién salido de la academia de policía Martin, podía permitirse golpear a un detenido durante un interrogatorio, eso es algo completamente fuera de lugar para un policía de 2018, aunque eso no quiera decir que muchos de ellos lo echen en falta:
[a los policías] «hasta los chavales les parten la cara, los insultan, les escupen... Les piden que hagan estadísticas en lugar de perseguir a los delincuentes y que redacten montones de papeleo cada vez que van a mear... le dice a Servaz Lola Swarzc a propósito de la profesión de policía... Ni siquiera pueden desahogarse ya en los interrogatorios, tienen el record absoluto de incidencia de divorcios y de suicidios... No es que sea para saltar de alegria, ¿eh?»
Además de lo dicho hasta aquí, en esta novela de Bernard Minier hay bastante de literatura. Tanto de literatura referida a lecturas, realizadas en este caso por el capitán de policía Martín Servaz («En cuestión de narraciones policíacas, no obstante, se había quedado en los clásicos: Poe, Conan Doyle, Gaston Leroux, Chandler y Simenon, más o menos. Sus escritores favoritos se llamaban Tolstói, Thomas Mann, Dickens, Gombrowicz, Faulkner y Balzac.»), cuanto de literatura referida ésta al propio proceso metaliterario de creación. El personaje del exitoso novelista Erik Lang, sospechoso número uno de los crímenes sucedidos, le sirve para expresar reflexiones sobre ello:
  • «Los novelistas nos nutrimos de la realidad, por supuesto. Somos esponjas, vampiros. La absorbemos, la succionamos para extraer nuestras historias. En realidad, somos como agujeros negros. No se nos escapa nada, ni los asuntos de la actualidad, ni la conversación que tiene lugar en la mesa de al lado, ni la última teoría científica, ni los bandazos de la Historia...»
  • «—En su opinión, ¿me lo he inventado todo o esta historia es verídica, capitán? ¿Lo ve? En eso consiste el arte del narrador, en engendrar esa terrible proximidad que nos conduce a acompañar, a amar y a detestar a los personajes, a sufrir con ellos, a alegrarnos, a temblar con ellos... Sin embargo, no son más que palabras.»
Soeurs, Hermanas

Para caracterizar a los personajes, el novelista se sirve, entre otros medios, de alusiones a la música que el narrador en tercera persona realiza. Así al padre de Servaz, depresivo donde los haya, le encanta Mahler; sin embargo a las hermanas Oesterman les gusta la música pop, si bien el carácter de ambas queda perfilado cuando conocemos que Ambre gusta de Nirvana, Guns n'Roses o 4non blondes, mientras que a Alice, su hermana menor, persona mucho más reflexiva, le encanta U2. Estas últimas son, como se ve, referencias culturalistas de naturaleza popular.
De naturaleza también popular son las referencias que en la novela Minier realiza al Cine. Sirva de ejemplo la siguiente: 
«Ese último día de mayo de 1993 tenían en cartelera El silencio, de Bergman, Sacrificio, de Andrei Tarkovski, y El piano, de Jane Campion; una miel exquisita para las abejas cinéfilas

Para finalizar
El gran apego que siente Bernard Minier por España, responsable inicial de mi acercamiento hasta él, también se percibe en Hermanas, siendo una nota más que incita a leer este libro con mucho agrado. Me ha resultado muy graciosa y significativa del gusto que tiene el autor por el fútbol y los equipos españoles la siguiente: 
«Intercambia unas palabras con Espérandieu, que, bromeando con él, le dice: "¿Vas a ver el partido del PSG contra el Real Madrid?", a lo que Servaz responde, muy serio: "No." "Bueno, pues ahora mismo te llevo un café", añade Vincent. Esta vez, él le contesta simplemente: "Gracias."»
Del mismo modo, aunque no referido sólo a España sino a todo el globo, me parece muy acertada la reflexión que el protagonista hace a propósito del empequeñecimiento y la insulsez que sufre el mundo como consecuencia de la extensión de las nuevas tecnologías:
«Servaz aún no se había habituado a aquellas tecnologías que permitían enlazar Toulouse con Montreal y entrar en la intimidad de todos los hogares, y que empequeñecían el mundo hasta el punto de privarlo de una buena parte de su magia»
En conclusión, Hermanas de Bernard Minier mantiene atento al lector, ávido por conocer todos los extremos de lo que pasó en el pasado y en el momento actual. Es una novela en la que hay tensión psicológica, engaños, terror, sumisión, manipulación. Una novela que se lee con mucho agrado.

21 oct 2022

Carlos Bassas del Rey y su última novela: "Sinántropos"

12 comentarios:

«Corto ha descubierto que lo que lo ha mantenido verdaderamente en pie todo este tiempo ha sido sólo eso: el anhelo.
Corto también ha comprendido una última cosa: la venganza está plagada de daños colaterales; algunos son asumibles, otros, en cambio, se acaban revelando insoportables.»

Carlos Bassas del Rey, trilogía de la venganza, realismo sucio español
Con esta novela de título extraño -Sinántropos- concluyo lo que se denomina en la novelística de Carlos Bassas del Rey 'trilogía de la venganza'. Efectivamente, la novela que acabo de leer es la historia de una venganza. El protagonista de la misma es Bruno Garza, conocido en la barriada donde vive como el Corto. Es un chico guapo, muy atractivo, que vuelve al barrio que abandonó hace diez años. La pandilla de amigos de la adolescencia se sorprende al verle regresar. Entre ellos hay sus más y sus menos. Silvia era la chica de Corto, ambos se querían, pero inopinadamente Bruno un día desapareció. ¿Por qué? En diez años pueden pasar muchas cosas, entre otras que tu chica te olvide y se case con tu mejor amigo.
 [el Corto] «se cree mejor que todos ellos; que Dani, Fer, Javi y Pruden; que Silvia; que el Chino; que su madre. Mejor que todos los miserables que se hacinan en los edificios que le rodean. Siente asco de su pobreza y su miseria

Pero ¿por qué te marchaste, Corto? Y lo que es más importante ahora, ¿por qué has regresado? En la novela conoceremos los motivos de esta huida y las razones de su regreso. Esta información la da el autor a cuentagotas, creando suspense y sirviendo así de acicate al lector para que devore el libro. Mientras nos enteramos de estos dos extremos, lo esencial es saber que, durante esos diez años transcurridos, Corto quiso ser sobre todo Bruno y que a través de la agencia de chaperos de alto standing que lo acogió en su huida conoció a Candela, una joven de familia bien con la que tuvo la ensoñación de cambiar de estatus, de clase, de identidad. Pero...
«Candela se detiene. La brisa le agita el pelo, y, de repente, a Corto todo le parece un tópico: el paseo por la playa cogidos de la mano, el viento que agita su cabello, la chica rica, el niño pobre, la princesa y el vagabundo. 
"Es la puta Pretty Woman al revés", piensa.»
El personaje de Candela y la relación del Corto con ella me ha recordado muchísimo la novela de Juan Marsé, "Últimas tardes con Teresa". La verdad es que Bassas del Rey deja traslucir en sus novelas sus admiraciones literarias. En las reseñas que en este blog tengo hechas de las otras dos novelas de la trilogía, Justo y Soledad,  señalo en cada una de ellas esta característica. Enorme semejanza existe entre el Pijoaparte de Marsé y el Corto de Carlos Bassas. Ambos personajes se mueven por la misma geografía urbana -seguramente Barcelona, aunque en Sinántropos no se aclara con exactitud- y ambos seres, ingenuamente, pretenden desclasarse gracias a su atractivo sexual. Se lo explica Bruno a su amigo Dani en un momento del relato:
«Corto tuerce la boca, esboza una sonrisa cansada.
—Alguien me dijo una vez que la gente como nosotros no somos más que sinántropos. Putos parásitos. Putas ratas, jodidas palomas, cucarachas de mierda que se alimentan de las sobras de otros.
—Pues jodámosles.
—No podemos ganar. Los tipos como tú y como yo, la gente de este maldito barrio, de tantos otros como este, nacemos condenados. Créeme. Lo intenté.
»
Los seres como ellos están condenados, no pueden salir del hoyo. Cuando se han creído fuera, han sido aherrojados de nuevo en el mismo, pues las clases, especialmente las altas, defienden su identidad y no quieren mestizaje, sangre sucia en sus familias. Esto Corto lo ha entendido tarde, pero ahora sabe muy bien por qué su asunto con Candela naufragó: «el ultimátum del padre, la amenaza de la madre, el pánico al nieto mestizo, al bebé de sangre sucia.»

 Entre los motivos de su huida ocupan lugar preferente los mafiosos del barrio, en especial el Chino que se sirvió de Corto para humillar al padre de éste. Sobre este asunto nada más debo decir, no quiero estropear el disfrute que supone la lectura de Sinántropos. Una novela en línea con lo que nos tiene habituados su autor. ¿Y a qué nos tiene habituados Carlos Bassas del Rey? Pues a una historia dura, para estómagos que digieran novelas negras que no se paran en barras. El barrio es duro; las relaciones entre quienes lo habitan son duras; el amor y la amistad, esquivos y engañosos; las jerarquías están claras y si no se respetan se imponen por la fuerza cruel y violenta.

A mí, aparte de la historia, lo que me gusta de ésta y de otras novelas del escritor barcelonés es la forma que da a sus escritos: ese ir descubriendo lo que viene de la mano del narrador; esas repeticiones rítmicas que hacen de la novela casi un poema en ocasiones
« El odio pesa.
El odio tiene masa.
El odio crece y consume cada vez más energía, se vuelve afanoso y acaba reclamando una consagración absoluta.
El odio de Corto es una orquídea.
El odio de Corto es una garza blanca [Habernaria radiata]

Pero esta vez -también sucede en las otras novelas del autor- lo que más ha llamado mi atención es el amor que Carlos Bassas del Rey muestra por el vocabulario, por el léxico concreto, por las palabras adecuadas, muchas veces tecnicismos de profesiones como la medicina, la biología o el mundo del derecho: 
lentigos’ (pequeñas manchas y pigmentaciones, en general asociadas a la edad, que aparecen en las zonas de la cara o en las manos), ‘nistagmo’ (o nistagmus es una oscilación rítmica e involuntaria de uno o ambos ojos que puede presentarse a cualquier edad), ‘ basuco’ (mezcla de cocaína y heroína, usada por drogadictos), ‘pareidolia’ (un juego muy común entre niños y adultos donde pasan el tiempo buscando figuras en las nubes o en algo tan común y cotidiano como unas simples sombras de una habitación), ‘acónito’ (Planta herbácea de tallos erguidos, hojas palmeadas, flores azules o blancas y raíz fusiforme.), ‘gálbulos’ (frutos de los cipreses redondeados, carnosos e indehiscentes (que no se abren cuando están maduros) que encierran varias semillas en su interior)…, y naturalmente, el propio título, ‘Sinántropos’:
«Sinantropía
Del griego syn (junto a) + antrhopos (ser humano). En biología, capacidad de algunas especies vegetales y animales de adaptarse a ecosistemas urbanos para sobrevivir
.»
Novela negra española, Realismo sucio

Muy interesantes en mi opinión son las recurrencias que el novelista hace a la literatura antigua, en especial al Antiguo Testamento y a la tragedia griega. Concretamente es con el Libro de Abraham y con la tragedia Las Euménides de Esquilo que Carlos Bassas del Rey realiza traslación analógica de la tragedia urbana que Bruno Garza soporta. El Libro de Abraham le sirve para aproximarse a la experiencia que vivió con su padre («el padre de Corto es consciente de que no hay nada que pueda hacer: su Dios le demanda un sacrificio, el Chino le exige un holocausto.») y las figuras de las tres euménides («ralentiza el paso y reza a las Erinias, "¡Oh, Alecto, oh, Megera, oh, Tisífone, si es posible, que pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la vuestra!"») es la entidad a la que el vengador que es él se encomienda. Estos entes, más una VOZ que habita en su interior («Hazlo. / Ella también te ha mentido. / Te ha traicionado. / Todo el mundo te traiciona.») le dictan lo que debe de hacer, dirigen sus acciones
«Entonces la siente de nuevo: la mirada escrutadora de Tisífone, la determinación de Lilith, las ansias de venganza de Salomé, el odio de Medea.»

Concluyo
Hay que leer y leer esta novela que resulta adictiva. Una novela fuerte, para nada timorata, que exige estómago para aguantar lo que en ella sucede y ocurre a unos y otros personajes. La pregunta que nos hacemos cuando leemos historias así es el propio novelista quien, en la Nota del Autor, que precede a la narración propiamente dicha, viene a aclarárnosla, a contestárnosla, sin ni siquiera nosotros haberla formulado:
Los escritores usamos la ficción para contar la realidad. Nos inventamos una mentira para contar la verdad. Esta historia es solo eso: pura ficción. Una gran mentira. O quizás no. Quizás [precisamente por eso] todo lo que el lector encontrará a lo largo de sus páginas sea la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.
Pura realidad.
Decidan por ustedes mismos al terminar
Yo ya he terminado la novela y ya he decidido. ¿Y vosotros?


Datos del libro:
Título del libro: Sinántropos
Autor: Carlos Bassas del Rey
Nacionalidad: España
Editorial: Alrevés
Año de publicación: 2022
Nº de páginas: 250

16 oct 2022

"La anomalía", novela de Hervé Le Tellier

16 comentarios:

«No ha pretendido explicar nada. Se ha limitado a dar su testimonio, de la manera más sencilla posible. Se ha quedado con once personajes y sospecha que incluso son demasiados. Su editora se lo ha pedido encarecidamente, por favor, Victor, no lo compliques tanto, vas a perder a tus lectores, simplifica, recorta, céntrate en lo esencial.»

Hervé Le Tellier, Posmodernismo literario
Novela curiosa e interesante tanto por el asunto como por la manera de presentarlo. El asunto: la duplicación de nada menos que de 243 personas, pasajeros de un vuelo de Air France que en marzo entró en una zona de turbulencias y que tres meses más tarde, en junio, el mismo avión con el mismo piloto y los mismos 243 pasajeros sufre el paso por una tormenta idéntica que lo hará aparecer en la misma situación y circunstancias. Para los pasajeros de ese avión de junio el tiempo en que se encuentran sigue siendo marzo; sin embargo, ellos mismos, mejor dicho, sus dobles, que en marzo pasaron por lo mismo han seguido con sus vidas normales durante esos tres meses.

Si novedoso e interesante es el asunto, no lo es menos la forma como el autor, Hervé Le Tellier, sabe presentarlo haciéndolo verosímil al lector. En La anomalía se mezclan la física, la matemática, la filosofía, la religión, la política en equilibradas proporciones a fin de poder dar una explicación a tan increíble fenómeno, a esta anomalía sin igual. Al tiempo, los protagonistas de la misma -en la novela los 243 pasajeros, se focalizan en once- viven sus propias contradicciones al verse cada uno duplicado en un otro que son ellos mismos, sin duda alguna, pero con la salvedad de que para unos, los aterrizados en junio, hay tres meses que aún no han vivido. Así pues, cada uno de ellos, por persona interpuesta -los viajeros aterrizados en marzo-, esto es, por su propio otro yo, serán sabedores de los que les acaecerá en los próximos 90 días. ¿Seguro que los 243 de junio reproducirán la vida de los de marzo? Es asunto que mantiene viva la atención del lector y que Hervé Le Tellier (París, 1957) sabe desarrollar con tino y acierto. Para conocer en qué para todo esto, queridos amigos, no queda otra que leer esta sorprendente novela, La anomalía, que está conociendo un éxito increíble en su país, Francia, donde se alzó con el Premio Goncourt el año 2020

Muchas hipótesis exponen en el relato diversos personajes a fin de poder entender tan inexplicable suceso. Desde las filosóficas que parten del mito de la caverna de Platón en el que lo que percibimos no es más que una sombra, un reflejo o una mera representación de la realidad, hasta conjeturas informáticas según las cuales lo que ha sucedido sólo sería una simulación, el ensayo de un programa informático producido por la combinación de los algoritmos que a todos hoy nos rigen; pasando, naturalmente, por las teorías probabilísticas desarrolladas por los matemáticos más insignes. Sobre esto último es sobre lo que los personajes Adrián y Tina Wang, jóvenes científicos del MIT, han desarrollado el denominado "protocolo 42" que los políticos ahora quieren poner en práctica
«Adrian es en esa época un jovencísimo probabilista del equipo de Pozzi, el gurú de las "mates aplicadas" del MIT. Adrian acaba de defender, a sus veinte años, una tesis sobre las cadenas de Markov, la notación de Kendall... En resumidas cuentas, que se interesa por las colas. En particular, es un apasionado de la ley de Little, que dice que el número medio de unidades en un sistema estable es igual a la frecuencia media de llegada multiplicada por el tiempo que pasan en el sistema»
En mi opinión la novela es un claro ejemplo de literatura posmoderna. Concretamente, en ella asistimos a la producción simultánea de la anécdota y del libro que la relata que es, precisamente, ¿la novela titulada La anomalía que los lectores tenemos en nuestras manos? Quizás no sea así; y si no es así entonces ¿Hervé Le Tellier está parodiando este recurso tan habitual en tantos y tantos relatos actuales? Sí, no, tal vez. Leyendo la novela me asalta una pregunta: ¿La duplicación, la existencia simultánea, que constituye el meollo de la peripecia del vuelo de Air France, se reproduce en el propio producto literario que estamos leyendo? Aclarar estas dudas es uno de los alicientes que impulsan a leer la novela
«Corrigen el libro durante el fin de semana, lo maquetan el lunes, envían acto seguido a la prensa las fotocopias de las primeras pruebas, el texto le llega al impresor a final de semana y la imprenta se pone en marcha el mismo día [...] Todo un récord: no se recordaba nada igual desde la biografía de Lady Di. El primer miércoles de mayo, La anomalía está en todas las mesas de novedades.»
El autor del libro ficticio es el personaje Víctor Miesel del vuelo de marzo que conoce un importante éxito en mayo con su novela titulada "La anomalía". Es ésta una obra llena de aforismos que muestra a un hombre en baja forma mental, deprimido, solitario, lo que preludia cualquier desenlace. Curiosamente lo que le sucede a esos dos aviones que se duplican en continente y contenido con la diferencia temporal de tres meses es asimismo una enorme anomalía que hará intervenir a las más altas instituciones de los Estados Unidos, donde el avión aterriza, y de Francia de cuya capital, París, despegó.

Premio Goncourt 2020, Novela francesa
El Víctor Miesel del vuelo de Junio, a instancias de su editora [ver la cita que abre esta entrada], elige para la novela que está escribiendo, de entre los 243 pasajeros que constituyen el pasaje del vuelo de Air France (en la novela que estamos leyendo a los once del avión hay que añadir los que en tierra indagan el fenómeno), once personajes que, lógicamente, cada uno de ellos tiene su vida propia. Unos, como la atractiva y joven Lucie, son muy independientes en sus relaciones íntimas; otros, como André Vannier, hombre maduro y eminente arquitecto famoso, está enamorado perdidamente de esa joven en la que sobre cualquier cosa prima la independencia; hay gays de color como el músico Slimboy; Joanna Wasserman es una joven y eminente abogada negra; hay una niña, Sophia, que sufre tocamientos impropios por parte de su padre; el comandante del vuelo de Air France, David Markle, a su llegada a Nueva York recibirá de su hermano Paul, oncólogo en el Mount Sinai, una mala noticia; hay hasta un asesino a sueldo, Blake, que curiosamente será quien menos problemas tendrá para desembarazarse del incordio que supone estar duplicado en este mundo; y, naturalmente, Víctor Miesel, 'coautor' podríamos decir, con enorme imaginación arábiga por mi parte, de La anomalía. Como es patente en esta breve relación, el abanico de tipos cubre todo el espectro social que se demanda hoy a los creadores artísticos. No hay discriminación alguna, todos estos arquetipos viajan juntos; el avión es metáfora de la sociedad en general. 

He dicho antes algo sobre que Hervé Le Tellier construye una novela posmoderna. Sí, así lo creo, aunque en muchos momentos la parodie. En el posmodernismo todo tiene cabida; el posmodernismo viene a colocar al mismo nivel lo auténtico y lo impostado; el posmodernismo tumba las altas torres de lo respetable, de lo intocable, de la separación entre lo excelso y el resto. En la literatura posmoderna la cultura popular (cine, música pop, etc.) aparecen como constituyentes importantes. Y de todo esto hay en La anomalía. Frecuentísimas son las analogías que se hacen de lo que sucede con series televisivas y/o películas conocidas: 
  • «Pensé que me iba a encontrar con un... un extraterrestre. Un individuo con los ojos vacíos y la voz gélida, como en la película esa, The Body Snatchers.», le dice a Victor Miesel su editora Cleménce cuando ella va a verle a la base McGuire, donde la CIA ha recluido a los 243 pasajeros del vuelo duplicado.
  • «—La idea aparece en muchas novelas —dice Adrian, a quien la explicación de Meredith le parece demasiado abstracta—. En Dune, de Frank Herbert, por ejemplo. O en películas como Interstellar, de Christopher Nolan. O en la nave Enterprise de la saga de Star Trek.»
E igualmente sucede con alusiones que se hacen a intérpretes y temas musicales:
  • «moviéndose al ritmo del nuevo hit de Ed Sheeran, So Tired of Being Me, algo a medio camino entre el R&B y el dancehall»
  • «The Girl from Ipanema. en la versión de Amy Winehouse»
  • «La topóloga inglesa se echa a reír y, en este instante, a ella también le trae sin cuidado ser una simulación, y su euforia no es en absoluto un efecto secundario del modafinilo. Meredith se pone entonces a cantar siguiendo la melodía de (I Can¡t Get No) Satisfaction: I can be no no no simulation / No no no / And I cry and I cry and I cry! / I can be no no no»
Y junto a estas referencias propias de la cultura pop el novelista introduce en su narración no pocas muestras de elevada cultura en condiciones de convivencia igualitaria entre unas y otras: 
  • «el magnate farmacéutico utiliza la cultura como instrumento de dominación. Aquí echa mano de un poema de Ralph Waldo Emerson»
  • «Es mejor que me vaya. Pero no te preocupes, querido Aby: tú, que has leído Guerra y paz, sabes muy bien, como el general Kutúzov, que los dos guerreros más poderosos son la paciencia y el tiempo.»
La mezcolanza entre ambos niveles culturales, la mixtura, es clara y patente en general provocando que la lectura sea grata y esté al alcance de cualquier lector: 
«Darchini se acerca a la cónsul de Francia, que está junto al bufé, como un náufrago a un salvavidas. Su vestido amarillo limón lo tiene hipnotizado, con esas espirales doradas que le recuerdan a la gidouille del padre Ubú. Desde que en las recepciones nigerianas los dashikis multicolores y las tradicionales agbadas yorubas han sustituido a los modelos Versace y a los esmóquines Armani, hay que currárselo mucho para no pasar desapercibido



Para finalizar
Quisiera finalizar aludiendo al humor, a la parodia e ironía que aflora en muchos momentos en La anomalía. Precisamente el componente paródico está siempre muy presente en la narrativa posmoderna. Hay ironía y sobre todo parodia en la escondida referencia a Tolstoi que el narrador en tercera persona, que nos está contando la historia, hace al decir que «Todos los vuelos tranquilos se parecen, pero cada vuelo turbulento lo es a su manera». Y hay humor, mucho humor, cuando, en medio de la crisis desatada por esa aparición del mismo vuelo, pasaje y tripulación tres meses después de la primera vez, Adrián Miler, creador del protocolo 42 pide al general Silveria que haga traer buen café para investigadores, psicólogos y el personal de seguridad:  
«El general Silveria se muestra dubitativo.
—De todos modos, vamos a colaborar con los servicios británicos. 
—Y una cafetera, una de verdad, que haga un expreso decente —añade Adrian Miller. 
—No pidan cosas imposibles —tuerce el gesto el general
novela posmoderna
Hervé Le Tellier
no quiere que el suceso de la simulación, duplicación, replicación, programación o lo que sea esto que ha ocurrido, quede en pura anécdota. Por eso introduce la duda en el lector de La anomalía cuando su narrador se pregunta si este extraño fenómeno de las duplicaciones sólo sucede en Occidente. En el curso de la lectura concluimos que parece ser que no. Parece ser que en la inmensa y opaca China algo semejante le ha ocurrido también a un vuelo. Pero todo queda ahí, en que parece ser que también ahí se ha producido una duplicación, una representación que pone en jaque el concepto de real y de virtual. ¿Quién o qué es uno y quién o qué es otro? ¿Son las dos, representaciones programáticas? Para resolver todas estas dudas no queda otra que leer la novela. Una novela entretenida incluso para quienes, como yo, se confiesan iletrados en cuestiones científicas, que aquí en algún momento de la narración cobran gran importancia.



ADENDA.
A punto de clicar en 'publicar' me topo en internet con una información sobre el escritor francés que desconocía por completo. En ella, el periodista o crítico Manuel Crespo, a propósito de la novela La anomalia resalta el hecho de que Hervé Le Tellier, su autor, es integrante del grupo "Oulipo". Me sorprendo al leer esta palabra y corro a enterarme qué cosa es ello. Y vengo a entender que OULIPO es un acrónimo («Ouvroir de littérature potentielle», en castellano «Taller de literatura potencial») creado por escritores y matemáticos franceses para designar un grupo de experimentación literaria fundado en París en noviembre de 1960 por el escritor Raymond Queneau y el matemático François Le Lionnais. Pertenecen a este selecto club francés, que se reclama heredero de los patafísicos de Alfred Jarry, autores -que yo conozca, al menos de nombre- como Marcel Duchamp, Italo Calvino, Georges Perec, Pablo Martín Sánchez (precisamente el traductor al castellano en esta edición de Seix Barral, en el grupo desde 2014) o el mismísimo Hervé Le Tellier que ingresó en el grupo en 1992.
Quizás con esta información, se puedan entender mejor ciertos recursos formales y temáticos experimentales que aparecen en la novela y que, más o menos, he expuesto a mi manera en esta reseña.

11 oct 2022

"Giley" de Julián Ibáñez

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«Mi hocico recorre su cuello, sus hombros; mis labios saborean la aspereza de la camiseta sobre sus pezones. Muerdo el tejido que envuelve la carne. No dice nada, tampoco sus manos dicen nada, sus brazos cuelgan inertes. Tiro de la camiseta hacia arriba, se la saco y la dejo caer. Le bajo los pantalones y con el pie la desprendo de ellos [...]»

Del santanderino Julián Ibáñez leí con gusto, hará cosa de un año, La miel y el cuchillo que en la edición que manejé se titulaba Sindy, la colegiala. En la reseña que hice de ella en este mismo blog declaré mi reconciliación con el hard boiled. Ahora con Giley he regresado a Ibáñez; quería volver a degustar la acidez metálica, herrumbrosa y alcohólica, de los bajos fondos por donde se mueven sus personajes. En este caso el protagonista es un policía atípico, Cobos, quien combina sus obligaciones como funcionario del cuerpo con el garito ilegal de juego que tiene abierto desde hace tres meses con un colega. Es precisamente en el entorno de lo que él llama su 'oficina' donde recibe una agresión que él no logra entender. A aclarar el suceso se dedica en este relato.

Sinopsis (proporcionada por la propia editorial)
El giley es un juego antiguo. Los monarcas se jugaban a las cartas los doblones de oro y a veces el reino... algunos, como el policía Cobos, se juegan la vida. Cobos, descendido de Madrid al paisaje ocre de Puertollano, es un policía que regenta un garito ilegal donde juegan quinquis, chulos y borrachos y, en teoría, se encarga de Lesiones y Menores en la comisaría. Fardón y farolero, a Cobos le agrede en el portal de su propio garito una rubia ceñida a un vestido rosa calabaza y que no tiene el gusto de conocer, pero a quien comenzará a buscar como una novia despechada. Tres días después, la Guardia Civil la saca de un riachuelo cerca de Puertollano y Cobos se dará cuenta de que, por presumir, ha repartido cartas de sospechoso en una partida que acabará entre rejas o aún peor


Cobos vive de pensión en un hostal de Puertollano. Ha sido degradado a esta población desde Madrid por esa manera suya de conducirse siempre en esa delgada línea que separa lo legal de lo ilegal, aunque él no es un policía que se deje corromper («Mi raya se encuentra antes del chantaje y tú necesitas gafas»). Ya en Madrid tenía un garito de juego, garito que ha reabierto en la localidad ciudadrealeña junto a Fidel, socio en esta actividad. Les gusta el juego y por esta 'oficina' pasan hampones, delincuentes, policías corruptos y demás. La diferencia entre estos jugadores y los dueños del garito es que ellos dos jamás se juegan las nóminas, jamás se ahorcan con deudas. De los juegos que en el local se practican el que más agrada a Cobos es el del giley. Este juego y sus normas esconden la clave para la resolución del embrollo en que el policía se encuentra inmerso
«—Es un juego de envite. Se dan cuatro cartas, cada carta del mismo palo vale diez puntos, menos el siete que vale siete y el as que vale once puntos. Hay descartes. Cuarenta y un puntos es la baza ganadora. El as es la clave, quien tenga el as con las otras tres cartas del mismo palo es quien se lleva el dinero.»
La doble vida, profesional y personal, del inspector confluyen cuando la chica que al inicio del relato le agredió aparece muerta en el río. Interviene la Guardia Civil y el CNP al que pertenece Cobos también toma cartas en el asunto. La competencia entre ambos cuerpos policiales será también componente importante en la narración. Cobos desde su llegada a Puertollano es visto con recelo por alguno de sus compañeros a pesar de que es un buen profesional que nunca falta a sus compromisos laborales. Junto a él en la comisaría donde trabaja «completan la plantilla ocho maderos. Uno de ellos es una chica, Raquel. Está bien, unos veinticinco, delgada, limpia, […] Los otros son Enrique y su primo Cecilio, Cruzado, Pineda, Bedia, Vidal e Iglesias. Este último y Raquel son primos, pero primos segundos. No conozco bien a ninguno de ellos. Los únicos policías fijos de plantilla somos San Vicente, los dos primos hermanos y yo. Leandro también está de paso.». 

La personalidad de Cobos se vislumbra en la cita anterior, en la manera como se ha fijado en su compañera Raquel. Se percibe un cierto machismo en esas pocas palabras ("está bien, delgada, limpia"). A Cobos las mujeres le atraen mucho; se diría que, aparte del juego, lo que más le gusta en este mundo es relacionarse íntimamente con ellas. Y no se para en barras, como se observa en el acercamiento que realiza hacia Daniela previo a acostarse con ella pese a encontrarse borracha y atacada de vómitos («Mis labios acaparan los suyos. Su boca me sabe a vómito. También a sangre. Me separo de ella.»). 

Debido quizás a la doble vida que lleva, el policía protagonista de esta narración es un gran solitario. Es un hombre que mata su soledad haciendo bien su trabajo de policía, aunque para ello deba esconder ciertos deslices como haberse llevado por delante a alguien, eso sí siempre de los malos; además del trabajo, como ya se ha dicho, es el juego del giley la actividad que le socializa, si bien con lo 'mejorcito' de cada casa.

Como en otras novelas del género, el alcohol y los establecimientos donde se expende, esto es, los bares, ocupan lugar preeminente en Giley. En pocas páginas vemos a Cobos aparcando en batería delante del Verona, tomando un bocado en Casa Ricardo, entrando a por una birra en La Estrella, el Aurelio, El Charro, o El Duque, buscando a Daniela en el Club Sombras, etc. Es en estos tugurios donde contacta con sus confidentes, como Caballo, y donde toma el pulso a la delincuencia que investiga. Es en estos espacios del submundo citadino donde descubre las implicaciones de alguno que otro policía y/o guardia civil con los malos. No viene a cuento decir más en este momento para no romper el encanto del suspense que toda novela negra debe tener hasta su resolución final. Sólo añadiré que leyendo Giley algo se aprende de la organización en "líneas" de la Guardia Civil. Así cuando el sargento Reyes de la línea de Puertollano requiere a Cobos y éste observa que por medio está el capitán Crespo, perteneciente a la línea de Albacete, nuestro protagonista percibe que algo chungo se cuece en este interés policial por una joven prostituta aparecida muerta pocos días después de haberle golpeado a él. Seguramente, intuye, le quieren cargar el muerto, nunca mejor dicho.

Desde lo formal, sin lugar a dudas son las descripciones una de las características que hacen que la novela se lea con gusto. Son descripciones escuetas, económicas en elementos, pero muy efectistas, muy adecuadas al propósito perseguido con ellas. Al erotismo, uno de los elementos distintivos de la novela negra de Julián Ibáñez, le van como anillo al dedo este tipo de descripciones. Sirva de ejemplo la que se realiza de la ebria Daniela, a base de períodos oracionales constituidos por proposiciones coordinadas adversativas, cuando Cobos topa con ella por primera vez. Erotismo y machismo van de la mano en esta ocasión
«no es guapa, no lo es, aunque tampoco la pondría en el estante de las feas. Sus labios son demasiado alargados y finos; sin embargo, hacen dulce la boca; sus ojos son oscuros y pequeños, con un sombreado de ojeras violáceo; su frente es demasiado ancha. […] Sus pechos no son abultados, pero son redondos y se adivinan compactos, como dos mitades de pomelo; tampoco sus caderas son lo que se puede decir llamativas, pero sí atractivas por la pureza de su trazo. La tez es muy blanca; sin embargo, su cabello es azabache, corto y liso.»
Para finalizar sólo querría resaltar la ubicación de la historia. Acostumbrados casi siempre a ver corretear a policías, detectives y delincuentes por las calles de ciudades populosas, Julián Ibáñez en Giley ha optado por hacerlos deambular por una localidad de tamaño medio, ni demasiado pequeña como para calificarla de pueblo, ni tan grande que cupiese confundirla con una metrópoli cosmopolita. Estamos en Puertollano, municipio de Ciudad Real, provincia de la España profunda e interior. Me ha sorprendido gratamente ver correr a personas y coches por calles y carreteras que apuntan a otros pueblos menores: «se aleja deprisa llevando al Manco por el codo, hacia Serrejón.». Y no sólo Serrejón, muchas otras localidades de la zona les sirven de destino. Concretamente estos lugares aparecen citados todos juntos en el relato cuando se nos dice cuál es la zona de influencia de la línea de la Guardia Civil de Puertollano: «La línea de Puertollano la completan Argamasilla, Almodóvar, Aldea del Rey y Calzada, y creo que dos o tres pueblos más, no estoy seguro.»

Alguna que otra característica cabría destacar en esta narración que Julián Ibáñez dio a la luz en 2010. No quiero acabar sin destacar el punto de humor que en diversos momentos deja el escritor esparcido en su novela. Por ejemplo, el interrogatorio al que lo somete la Guardia Civil es por demás humorístico:
«—Dije que era rubia y que me golpeó con la pistola porque quedaba mejor. 
—¿Queda mejor una rubia? ¿Por qué? 
—Porque en las películas son rubias.»
Además de tener este breve diálogo su puntito de humor, creo que aquí Julián Ibáñez lo que hace es homenajear el hard-boiled, [sus características principales AQUÍ] género que como se sabe incide en ese tipo físico de mujer y otras particularidades más como el machismo, la xenofobia («Tú sólo eres el criado. Un gitano. Eres mierda porque eres gitano. ¿No lo sabías?»), el erotismo, la marginalidad, el alcohol y otras adicciones como la ludopatía, etc., etc. 

6 oct 2022

Annie Ernaux, Premio Nobel de Literatura 2022.

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Premio Nobel de Literatura 2022

Hoy he sido gratamente sorprendido con la noticia de la concesión del Premio Nobel de Literatura 2022 a la francesa Annie Ernaux. El jurado sueco ha justificado su decisión en 

«la valentía y la agudeza clínica con la que descubre las raíces, los distanciamientos y las restricciones colectivas de la memoria personal»

Mi homenaje particular consiste hoy en reproducir la reseña que en marzo de 2020 hice de "Pura pasión". Gracias a esa lectura conocí a esta escritora y comencé a saber más de ella. Leí El acontecimiento en el que narra su propio aborto y luego vi la adaptación cinematográfica que de la misma hizo la francesa de origen libanés Audrey Diwan en 2021 que se alzó con el León de Oro n el Festival de Venecia de ese mismo año. 


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 "Pura pasión" de Annie Ernaux

“Naturalmente, no siento ninguna vergüenza por anotar este tipo de cosas, debido al lapso que media entre el momento en que se escriben, cuando soy la única que las ve, y el momento en que la gente las leerá y que, me da la impresión, no llegará jamás” (Annie Ernaux: Pura pasión)

Annie Ernaux, "Pura pasión", erotismo, novelas cortas
El adulterio de Irene Wagner de Stefan Zweig en la Viena de 1913 [me refiero a la novela Miedo del escritor austriaco que reseñé en marzo de 2020] me ha llevado a recordar una lectura anterior sobre una relación amorosa bien distinta situada en un momento mucho más cercano a nuestro hoy. Se trata de una más que interesante confesión íntima de una mujer madura y con hijos víctima de una pasión irresistible por un hombre de un país del este también casado y al que lo que le une esencialmente es la relación erótica y sexual. El mundo interior de esta mujer cuando espera la llegada de A (así lo llama) a la habitación de hotel donde se han citado es de una sinceridad como pocas veces he visto por escrito. La mujer, posiblemente -mejor debiera decir, seguramente- la propia Annie Ernaux, madre de dos hijos que estudian ya en la Universidad y han dejado la casa familiar, escritora y profesora de literatura en la Universidad, se desnuda metafóricamente ante nosotros los lectores. Pocas veces he leído una confesión autobiográfica de tal calibre.

Annie Ernaux -leo en la nota biográfica que sigue a esta pequeña obrita de sólo 88 páginas- dejó la ficción para abordar la confesión autobiográfica tras dos o tres éxitos en el campo de la novela. El autobiografismo, el memorialismo, la autoconfesión, es un género de no ficción que comenzó a cultivarse por muchos autores a partir de los años 80 del siglo pasado. La novela que acabo de leer es del año 1992 y se une a otros títulos autobiográficos de la escritora: “El lugar” (1983) y “La vergüenza” (1997) en los que cuenta el ascenso social de sus padres; “Ce qu’íls disent ou rien” (1977) sobre su adolescencia; “La mujer helada” (1981) sobre su matrimonio; “El acontecimiento” (2000) en el que relata su aborto; “No he salido de mi noche” (1997) sobre la enfermedad de Alzheimer padecida por su madre; “Una mujer” (1987) en el que cuenta la muerte de su madre por cáncer de mama; y otros títulos [los años de publicación se refieren al momento de su aparición en Francia. En España se publicaron mucho más tarde]

En "Pura pasión" nos encontramos en 1989, momento en que ella se siente fuertemente atraída por un hombre. La atracción les llevará de inmediato a mantener relaciones sexuales. Para ella, una mujer sola pero madre de dos hijos ya con vida independiente, este hombre se convierte en una permanente obsesión. Comienza así ella a entender a cuantas mujeres del pasado o personajes literarios vivieron ávidamente inmersos en una pasión semejante. La obsesión por A (como lo designa en el escrito que finalmente ha decidido hacer sobre su experiencia) la ha tenido ausente del mundo real. Durante unos meses vivía pendiente del teléfono, de sus llamadas, se compraba vestidos y lencería para que él la viera guapa, cuando ella contemplaba en TV una película romántica pensaba si él estaría viendo la misma, durante sus encuentros clandestinos el tiempo para ella desaparecía y sólo existía el presente del placer que ambos se proporcionaban...

Van pasando los días, las semanas y aunque en la cabeza de ella la obsesión permanece intacta, A no ha vuelto a llamarla, ha desaparecido. Ella no quiere acudir en París a ciertos actos no vaya a ser que A junto a su esposa esté allí; aunque racionalmente no le preocupa, sin embargo emocionalmente no soporta imaginarlo haciéndole el amor a otra mujer, ni siquiera a su esposa; al tiempo que se va habituando a su desaparición, sin embargo desea irracionalmente rebobinar el tiempo vivido y para ello acude a lugares -Florencia o Venecia- donde estuvo justo antes de conocerlo o a donde ambos acudieron juntos... A veces el viaje sólo se lo justifica ante sí misma por el mero hecho de retornar y mostrarse engañosamente a sí misma que él no le importa tanto.

Es de gran interés ver cómo esta mujer culta, preparada, profesora universitaria, escritora, que disfruta de lecturas y películas como algunas que cita en el relato (“La mujer de al lado” de François Truffaut, “Loulou” de Pialat, “Demasiado bella para ti” de Blier, “El imperio de los sentidos” de Oshima, o “Lo que el viento se llevó” del director Víctor Fleming) ha podido quedar atrapada en una relación con un hombre hermoso pero que poco o nada lee y que más que ver películas eróticas o románticas como ella gusta de practicar sexo y poco más. Ella misma es consciente de ello y lo viene a justificar no por una diferencia de clase social sino de procedencia geográfica.

Cuando él se ausenta sin previo aviso durante casi un año ella se pone a escribir sobre esta vivencia sin romanticismos ñoños ni engaños personales: 
    • "Yo estaba segura de que jamás había habido en mi vida nada más importante ni tener hijos, ni aprobar oposiciones, ni viajar lejos que eso, estar en la cama con este hombre a media tarde."
    • "Yo tenía el privilegio de vivir desde el inicio, constantemente, con plena conciencia, lo que siempre acaba por descubrirse con asombro y perplejidad: el hombre al que se ama es un extraño."
Novela autobiográfica
Por otra parte en esta novelita Annie Ernaux, profesora de literatura, no lo olvidemos, realiza no pocas reflexiones metaliterarias sobre lo que está escribiendo y como lo está escribiendo. Así mientras A está ausente sin dar noticia alguna pero ella está en plena fase enfermiza de dependencia amatoria el tiempo verbal que utiliza es el pretérito imperfecto para marcar así lo inacabado de aquello que relata: "El pretérito imperfecto que he utilizado de manera espontánea desde las primeras líneas corresponde a un tiempo que yo no deseaba que acabara, el de 'en aquel entonces la vida era más hermosa', el de una repetición eterna.". Sin embargo cuando ya comienza a tomar conciencia del final cercano de esa relación, ciertamente tóxica para ella, el tiempo verbal se muda en presente de indicativo: "Paso del pretérito imperfecto, el era -¿pero desde cuándo?-, al presente -¿pero desde cuándo?- por falta de una solución mejor"

Por último también Annie Ernaux viene a confesar en un momento de esta novela de no ficción el motivo que la lleva a tomar la pluma. Me pregunto si no escribo para saber si los demás no han hecho o experimentado cosas idénticas, o al contrario, para que les parezca normal experimentarlas. O sea, escribir es para ella una manera de conocimiento tanto personal como para aquellos que la lean. Sería algo así como una mezcla de la literatura del conocimiento y de la literatura de la experiencia válido para los dos extremos de la comunicación literaria: el autor y el lector.

En definitiva, como también viene a decirnos en un momento dado, ella no está escribiendo un libro sobre A ni tampoco sobre sí misma, sino sobre lo que las vivencias tenidas con él le han supuesto.
El me había dicho: «No escribas un libro sobre mí». Pero no he escrito un libro sobre él, ni siquiera sobre mí. Me he limitado a expresar con palabras —que sin duda él no leerá, ni le están dirigidas— lo que su existencia, por sí sola, me ha dado.

2 oct 2022

Lize Spit: El deshielo

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«Por primera vez me vi a mí misma en el reflejo, una mujer, de pelo largo, angulosa y descarnada. Adecuada sólo para hombres poco exigentes que querían apuntar más alto pero que se veían coartados por sus propias limitaciones. Entre ellos, un veinteañero picado de viruela en los aseos de la universidad, un modelo de las clases de dibujo con labio leporino y un profesor de historia francófono medio calvo.»

El deshielo, Het Smelt, Lize Spit, literatura belga
El deshielo de Lize Spit es una novela legible aunque algo truculenta; algo exagerada y hasta en, mi opinión, por momentos rayana en la inverosimilitud. De todos modos cuando se aborda el tema de la adolescencia cualquier cosa es posible pues si hay una edad en que somos exagerados e inverosímiles es esa. El tiempo es asunto central en esta historia y con él los complejos propios de la edad y la necesidad durante ese periodo vital de estar siempre haciendo algo, apostando por algo, probando algo, experimentando algo... Lo curioso es que lo realizado en esa etapa de tanta inestabilidad emocional a veces tiene consecuencias importantes en la edad adulta.

Sinopsis (de la propia editorial)
En 1988 nacieron tres niños en la pequeña ciudad de Bovenmeer: Laurens, Pim y Eva. Durante la infancia, y debido a la difícil situación familiar que vivía, la niña se volcó en su amistad con sus compañeros. Al llegar a la adolescencia, y azuzados por una incipiente curiosidad sexual, los chicos iniciaron un escabroso juego que tendría graves consecuencias para ellos. Transcurridos trece años de ese último verano juntos en que todo se desbocó, Eva regresa a Bovenmeer dispuesta a ajustar cuentas con el pasado.


La novela apareció en 2015 en Bélgica cuando Lize Spit tenía 27 años. Fue su primera incursión en la literatura. En cierto modo, imagino, es su propia adolescencia, tan cercana a ella, la que puede que se refleje en la historia de Eva, el personaje protagonista. La autora en las entrevistas que concedió en España en 2017 cuando vino a promocionar la edición en español dijo al respecto que no era una autobiografía a pesar de estar inspirada en la vida vivida por ella, su familia, los amigos y vecinos de la pequeña localidad flamenca que la vio nacer ("Cuando escribía el libro tenía dos voces en mi cabeza, la de la escritora, que me decía que utilizase cosas de mi vida real, y la de la hija, que me decía que no lo hiciera. Fue una lucha de ambas partes"). Pese a esta rotunda manifestación, su madre cuando apareció publicada El deshielo le dijo que esperaba que tuviera un buen abogado porque los vecinos estaban muy disgustados; esto es, me parece, señal inequívoca de que la inspiración en la realidad era más que reconocible para unos y otros si bien, prosiguió la Spit mi madre "no habló de lo que sentía ella". Vamos que, como bien refleja el dicho popular 'blanco y migado'. Con todo hay que tener en cuenta que la experiencia personal cuando se pasa por el barniz de la ficción ya no es historia real; quiero decir que no se puede pretender buscar una relación total entre los sucedidos de la ficción y la vida real de la escritora.

Lize Spit presenta esta historia sobre seres que se inician a la vida adulta presentándonoslos en tres momentos distintos de su devenir vital: La Niñez, cuando los tres niños nacidos el mismo año, de modo inevitable juegan y crecen juntos en el pueblo; la eclosión de la Adolescencia, ese momento inestable en que los niños empiezan a dejar de serlo sin llegar a ser adultos aún; y la Madurez de todos ellos, trece años después, cuando Eva vuelve al pueblo atendiendo la convocatoria que le han hecho llegar sobre el homenaje a Jan, el joven fallecido la Navidad de 2001. Estos tres cortes temporales los muestra la novelista siempre de manera alterna y siempre desarrollando linealmente la historia en cada uno de ellos. El lector sigue estas tres etapas vitales sin peligro de confusión alguno entre ellas dado que las secuencias que forman las de la Niñez siempre aparecen encabezadas por un título clarificador (Acampada, Encarta 97, Cabeza grasienta, etc.), las de la Madurez, o momento actual, las preside el discurrir inmisericorde del tiempo en el reloj (9:00, 12:30, 17:45, etc.) y el del momento central de  todo el relato, el de la brutal eclosión de la Adolescencia, con la indicación de la fecha concreta de los días de ese verano en el que todo se desbordó de modo terrible (se inicia el 4 de julio de 2002 y concluye el 10 de agosto de 2002).

Novelas de iniciación, Bildungsroman, Adolescencia
Muchos son los asuntos que directa o tangencialmente se tocan en El deshielo, todos ellos siempre relacionados en mayor o menor medida con el central de la adolescencia: la amistad entre niños y adolescentes; el abandono o escasa preocupación de algunos padres por sus hijos; el TOC (trastorno obsesivo compulsivo) padecido por Tesje, la hermana de la protagonista Eva; el alcoholismo de los padres de Eva; el descubrimiento de la sexualidad por los adolescentes; el sexo mal entendido por culpa de la pornografía y el tremendo daño que la misma ocasiona en las mentes de personas en formación como «los tres mosqueteros» (Pim, Laurens y Eva) que protagonizan esta historia; la tremenda frialdad con que se relacionan entre sí los tres niños protagonistas; la inopia en la que viven los padres respecto a las acciones de sus polluelos; el tremendo machismo presente en unos jóvenes casi niños y sus penosas consecuencias físicas y psicológicas en las mujeres; la colaboración en este machismo de las propias mujeres (el caso de la hermosa Elisa es claro ejemplo de ello); la disolución de la familia; la pérdida de influencia social de la iglesia; el bullying que puede llevar a quien lo sufre a querer quitarse de en medio (Jan, el hermano de Pim); la brutalidad que a veces aparece en entornos pequeños como la localidad belga donde sucede la historia...

Sobre el asunto citado en último lugar —el de lo sucedido en una pequeña localidad, en un pueblo—, Lize Spit durante su estancia en España en 2017 insistió en que uno de los personajes principales de su relato era el pueblo de Bovenmeer: "Una de las cosas que he aprendido es que a las personas en los pueblos les gusta hablar más las unas de las de las otras que las unas con las otras", "La gente en los pueblos sacrifica los secretos de los demás para poder ser alguien" y que esta actitud provoca que el libro acabe "de una manera tan brutal”.

Ha llamado mucho mi atención la forma literaria que Lize Spit utiliza en El deshielo, especialmente el predominio de frases cortas, yuxtapuestas, a veces sin aparente relación entre ellas pero que al estar así construidas logran transmitir la frialdad, la falta de empatía, incluso la crueldad que esos tres adolescentes practican entre ellos y con las compañeras de clase quienes, en general, aceptan sin gran oposición cuantas vejaciones o abusos se les ocurren a los por sí mismos denominados «tres mosqueteros». Que la autora sea escritora de guión explica, en mi opinión, este estilo seco, frío, distante, utilizado en la novela, claramente una de las señas de identidad de El deshielo.
  • «Tienes tantas oportunidades como prendas de ropa lleves. Si acabas desnuda, habrás perdido. En ese caso deberás hacer lo que ordenemos. Si adivinas el acertijo, nosotros haremos algo para ti. Lo que tú quieras.»
  • «Apenas intercambiamos palabras. En vez de hablar, busco cosas que sean distintas de hace un rato, ahora que Tesje ha desaparecido. El dolor en el cuerpo es el mismo, han aparecido algunas babosas en la calzada

La terrible historia relatada en la novela se ve acrecentada por el gusto que Lize Spit muestra por lo escatológico, por todo aquello que deshumaniza a la persona y la equipara a cualquier otro ser animal:  
  • «Vomité en la boca, una pequeña regurgitación con un regusto agrio y amargo que volví a tragar deprisa. No podía vomitar.»
  • «Laurens tenía diarrea del color de las espinacas,»
  • «La vaca sigue meciéndose, nerviosa. Se forma una burbuja sobre la mucosidad que sale de su culo
  • «De repente me baja por segunda vez la regla. Toda la sangre que me sobra empapa mis bragas. Al principio es líquida y caliente, pero cuanto más me muevo, más pegajosa se vuelve. Se seca y empieza a rozarme la parte interna de los muslos.»
Esta tendencia a lo desagradable viene a compensarla la escritora belga con un cierto sentido del humor que de manera desperdigada aparece en El deshielo. Es un humor negro que, como lo escatológico, en el fondo sirve para acrecentar el sentido terrible que subyace en el relato: 
«Aquella noche no nos sentamos a cenar hasta las ocho. La hora de la cena no tenía nada que ver con la muerte de Jan, sino con el hecho de que la carne no había acabado de descongelarse.» [en la casa de los padres de Eva la noche que murió Jan esperando que la cena se descongelase]
 «—Hoy en día te lo hacen por ciento cincuenta euros, aunque por lo general el precio no incluye el IVA ni el desplazamiento, pero eso no lo dicen en la web, claro. Tampoco ponía nada de que hubiera que pagar en efectivo.» [la madre de Pim mientras su marido busca en el pozo negro al desaparecido Jan]
 «A lo largo de 2003, en presencia de un psicólogo, Tesje informó a mamá y a papá de que sólo quería verlos si estaban sobrios, así que no volvieron.»

Final
Mientras la leía no he podido por menos que recordar la novela "Nada" de Janne Teller que leí hace ya más de ocho años. La reseña que de ella hice en este blog es con mucho la entrada más leída del mismo, con más de 117000 vistas. Para mí esto es claro ejemplo de la importancia que tiene la historia de adolescentes que la escritora danesa de origen austro-alemán escribió por encargo de unos amigos educadores. En algunos centros educativos del norte de Europa es lectura obligada para los alumnos de esas edades conflictivas. 

En la reseña que en 2014 hice de la novela de Janne Teller destacaba el interés que esta etapa vital, la adolescencia, desde siempre ha tenido para los creadores literarios. Concretamente citaba una serie de novelas de iniciación extranjeras y nacionales:
«Dentro de esta categoría entrarían novelas como: "El arpa de hierba" de Truman Capote, "El guardián entre el centeno" de J. D. Salinger, "El lamento de Portnoy" de Phlip Roth, y tantas otras.  

Entre nosotros dentro de la categoría de novela de adolescencia, de iniciación ("bildungsroman" dicen los teóricos de la narrativa) o de formación estarían desde "Lazarillo de Tormes" en el que se obvian los años difíciles de esta etapa vital o se despachan en dos capítulos supercortos dada la dificultad de escribir sobre los mismos hasta "Días de Reyes Magos" de Emilio Pascual pasando por la muy celebrada y única en la producción de la autora "Nada" de Carmen Laforet. Y si de la novela nos vamos al terreno del ensayo allí la conocidísima obra de Fernando Savater "Ética para Amador" se lleva la palma.»
El deshielo entra por derecho propio a formar parte de esta tendencia literaria, la del bildungsroman o novela de iniciación. Es, en definitiva, una novela que se lee muy bien, una novela que sorprende y agrada por los asuntos conflictivos que plantea. Sólo le pondría una pequeña pega, la de que en algunos momentos la historia, en mi modesta opinión, peca de desmedida. Quizás no todos sus lectores opinen igual; desde luego mi apreciación es más que debatible. Pero para mí sostengo que Lize Spit en sus próximas historias debiera de contenerse, de ponerse un cierto freno. Creo que ganaría en verosimilitud. Ya me daréis vuestra opinión cuando leáis esta novela, si es que aún no lo habéis hecho.

 "Es una historia de cómo la amistad se puede convertir en crueldad si no hay cuidado y de cómo ocurren cosas malas cuando la buena gente mira para otro lado"
(Lize Spit en declaraciones al diario La Vanguardia el año 2017)