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28 abr 2024

Plegarias atendidas de Truman Capote

5 comentarios:

«Debo al bar del Pont Royal haber hecho muchas amistades incluyendo a la primera expatriada norteamericana, Miss Natalia Barney […] Miss Barney vivió en el mismo piso durante todas esas décadas, una suite con habitaciones sorprendentes que daban a un patio de la rué de l'Université. Vidrieras de colores en las ventanas y vidrieras de colores en los tragaluces, un tributo al Art Nouveau que habría conducido al pequeño Boaty a un estado delirante como de perro loco: lámparas Lauque esculpidas como ramilletes de rosas lácteas, mesas medievales abarrotadas de fotografías de amigos enmarcados en oro y carey: Apollinaire, Proust, Gide, Picasso, Cocteau, Radiguet, Colette, Sarah Bernahrdt, Stein y Toklas, Stravinsky, las reinas de España y Bélgica, Nadia Boulanger, la Garbo bien arrimadita a su vieja amigocha Mercedes D'Acosta, y Djuna Barnes, esta última una apetitosa pelirroja con labios de pimiento difícilmente reconocible como la áspera autora de El bosque de la noche (y como la heroína ermitaña en versión moderna de Patchin Place). Cualquiera que fuese su edad real, que debía de ser de ochenta o más años, Miss Barney, normalmente ataviada con viril franela gris, tenía aspecto de anacarada cincuentona. Disfrutaba conduciendo, e iba por todas partes en su Bugatti esmeralda descapotable, daba vueltas por el Bois o se iba a Versalles las tardes agradables. De vez en cuando, me pedía que fuese con ella, ya que Miss Barney disfrutaba echando sermones, y su impresión era que yo tenía aún mucho que aprender.»"

Santa Teresa de Jesús, Nuevo Periodismo, Jet-set neoyorquina

Había leído este libro hace ya muchos años; apenas si recordaba su contenido. El caso es que en algún sitio, ahora mismo no sabría decir si en un libro o en algún artículo sobre literatura leído recientemente, alguien consideraba Plegarias atendidas la mejor novela de Truman Capote. Siendo así, me dije, y dado que apenas si recuerdo nada de ella, he de volver a leerla. De este modo he vuelto a leer algo del creador del Nuevo Periodismo. 

En 1987, tres años después de su fallecimiento, se publicó la esperada novela Plegarias atendidas que Truman Capote llevaba prometiendo a su editor desde el espectacular éxito que supuso A sangre fría, aparecida en 1966. La novela deseada por todos, que se demoraba más y más, era calificada por su autor, en palabras dirigidas a su editor, como excelente. Pero Plegarias atendidas jamás vio la luz en forma de tal. Lo que sí hizo el escritor entre 1975 y 1976 fue publicar en la revista Esquire, de manera separada, los tres capítulos que conforman el libro que acabo de leer: "Monstruos perfectos", "Kate McCloud" y "La Côte Basque". Tras la aparición de estas tres separatas, en especial la titulada "La Côte Basque", el autor perdió completamente el favor de la alta sociedad neoyorquina con la que hasta ese momento se había codeado. El motivo no fue otro que la presentación clara y sin tapujos de la manera de vivir de sus integrantes: su afición al alcohol, al sexo, la  homosexualidad masculina y femenina de no pocos de sus miembros, el consumo inmoderado de drogas... Ponerles al desnudo ante los demás fue algo que no sentó nada bien al mundo del cine, del teatro, de la literatura, de la política... Integrantes de estos córculos se vieron reflejados en esta narración a veces con sus nombres auténticos y otras con denominaciones que claramente revelaban a quienes estaban tras ellas.

En mi opinión, la novela parece un ¡Hola! (la revista española del corazón), pero sin cortarse ni un pelo. A mí me ha recordado mucho a, entre nosotros, Terenci Moix y su novela "Garras de astracán". Lo mejor de estos tres relatos para mí es encontrarme directamente con mitos del mundo de la política (el entorno del presidente Kennedy, sobre todo), de la literatura (Samuel Bekett, JD Salinger, etc.), de la industria, de los negocios y sobre todo del Cine y el Teatro (Montgomery Cliff, Orson Welles, y muchos otros), asistir a sus devaneos, sus caídas en dependencias diversas, sus inseguridades...

Quería Capote -así se lo manifestó en multitud de ocasiones a Joseph M. Fox, su editor de Random House, cuando éste le reclamaba muestras de la novela que afirmaba estar escribiendo y por la que Fox le había entregado a cuenta altas sumas de dinero- emular nada menos que a Proust y su "En busca del tiempo perdido"; pero no, no alcanzó ese logro. Lo que sí hizo fue vengarse de aquellos ricachones que, quizás, lo ninguneaban y lo utilizaban como el payasete que daba color a sus fiestas, pero que como los bufones de la Corte quedaba al margen de los tremendos beneficios que ellos se repartían. Capote -su personaje P.B, Jones, auténtico alter ego suyo en la novela- ronda por los palacios, pero se queda sólo con las migajas. El verdadero Jonesy es el que de madrugada se acerca a los cines porno para poder satisfacer su deseo.

El libro que acabo de leer es uno de esos libros inconclusos que se publican tras la muerte del autor. No sabemos en este caso si Truman Capote desearía que se hubiera publicado o no de esta manera; también ignoramos si, como afirmó con reiteración a sus editores, existían otros capítulos y qué fue de ellos dado que, por mucho se ha buscado, nada se ha encontrado. Lo único evidente es la publicación que hizo en vida de estos tres capítulos en la revista Esquire en forma de separatas, pero siempre nos quedará la duda: ¿eran esos textos los que de verdad él quería que formaran su Plegarias atendidas? Sea como fuere, lo único que hoy tenemos es esto: las tres separatas de Esquire publicadas como capítulos de su anunciadísima durante casi veinte años y nunca aparecida fastuosa novela. Lo que yo he visto en ella es sólo una crónica de sociedad mordaz y sin cortapisas que, como es lógico, produjo que el escritor fuera expulsado de la misma como si de un piojoso animal se tratara.
 
En el prólogo que Joseph M. Fox escribe a la novela que su editorial Random House publicó en 1987, tres años después del fallecimiento del escritor, se incluyen fragmentos del prólogo que el propio Capote escribiera para "Música para camaleones", colección de seis cuentos cortos y seis entrevistas aparecida en 1980. Por ese prólogo sabemos que el escritor interrumpió la escritura de Plegarias atendidas en 1977, seguramente, aunque él lo niegue, por la furibunda reacción que ocasionó en la alta sociedad neoyorquina la publicación de esas tres separatas en Esquire:
«…Sí, dejé de trabajar en Plegarias atendidas en septiembre de 1977, un hecho que no tenía nada que ver con las reacciones que algunas partes del libro ya publicadas suscitaron en el público. El alto se produjo porque me encontraba con no pocos problemas: sufría una crisis creativa y personal al mismo tiempo. Como esta última no tenía ninguna relación, o muy poca relación, con la primera, sólo será necesario hacer alusión al caos creativo.»
Evidentemente, caos creativo debía de existir en Capote quien, por su desordenada vida y adicciones diversas, sentía que la facilidad para la la escritura con el nivel que él pretendía estaba en huida libre. Pero que esta falla creativa derivaba de la crisis personal sufrida por el escándalo producido por la publicación de sus relatos en Esquire está fuera de toda duda. 

Comienza el capítulo Monstruos perfectos con el escritor P.B. Jones escribiendo una especie de memorias, autobiografía o crónica en un apartamento de la Y.M.C.A. en Manhattan. Se muestra ciertamente deprimido, al borde del suicidio. Es por eso que decide hablarnos de él: su orfandad, su escapada del orfanato que estaba a orillas del río Mississippi a los 14 años, sus artimañas para poder sobrevivir casi siempre gracias al atractivo que para muchos hombres y mujeres tuvo. Pasa revista a varios de estos seres con los que se relacionó y a los que indefectiblemente él fue abandonando: La hermana Martha del orfanato, el masajista Ned que lo cogió en autostop, le enseñó el oficio y le puso en contacto con hombres y mujeres, algunos con bastante dinero como Agnes Beerbaum con quien acumuló el suficiente dinero como para sin previo aviso abandonarla. Fue así como llegó a Nueva York donde a sus 18 años se casará con Hulga, compañera de estudios en la Universidad de Columbia («Era una retrasada mental. O casi, maldita sea»). Su matrimonio dura poco pues en un arrebato navideño Jones rompe todos los adornos e insulta a su mujer de manera muy hiriente; los padres de Hulga le dieron una buena zurra y ahí acabó su aventura conyugal.

De su mujer sólo recordará lo bien que escuchaba los relatos que él escribía y que siempre quiso publicar. Para lograrlo Jones «visitará al director literario de una revista femenina que publicaba novelas de escritores de "calidad"». Gracias a ese hombre, Turner Boatwright 'Boaty', logrará publicar en la revista uno de los muchos relatos que le presentó; y no sólo eso, sino que contactará con muchas personalidades de la literatura, estrellas de cine, pintores... que visitaban su casa neoyorquina
«La verdad es que en casa de Boaty, se encontraban cantidades notables de personajes célebres. Actores tan distintos como Marta Graham y Gypsy Rose Lee, todo género de lentejuelas salpicadas con una colección de pintores (Tchelitchew, Cadmus, Rivers, Warhol, Rauschenberg), compositores (Bernstein, Copland, Britten, Barber, Blitzstein, Diamond, Menotti) y gran abundancia de escritores (Auden, Isherwood, Wescott, Mailer, Williams, Styron, Porter y, en varias ocasiones, cuando se encontraba en Nueva York, Faulkner, a veces buscando Lolitas, pero por lo general serio y cortés bajo el doble peso de una nobleza incierta y una resaca de Jack Daniel's). Y también Alice Lee Langman, considerada por Boaty la primera dama de las letras de América.»
De gigolo con la Langman logrará que Plegarias atendidas se publique, aunque los relatos que contiene reciben fuertes críticas. Como se ve la realidad, como es característico del Nuevo Periodismo y de la autoficción, se cuela en la obra creada confundiéndose con ella: La novela con la que P.B. Jones quiere triunfar es precisamente ésta que nosotros, los lectores, tenemos en las manos. A Jones, igual que a Capote, lo que le importa es ascender, avanzar y contactar con todos aquellos que puedan impulsar su pasión literaria. Lo hace como hemos visto hasta aquí saltando de cama en cama, le da igual el sexo del propietario. Lo definitivo le llegará cuando su protectora logre que la novela pase a la gran pantalla con el título «'La historia de P.B. Jones', una película de Paranoide Films en colaboración con Producciones Príapo». Es evidente el humor que exhibe el novelista en los nombres de las dos  productoras cinematográficas. Esta película y la novela en la que se basaba hizo que Denham Fouts 'Denny'«un hombre bellísimo que básicamente se ganó la vida como chapero y mantenido de lujo, con una completa nómina de amantes millonarios y hasta reales como el príncipe Pablo de Grecia.» (opinión de Sonia Aguirre Duque en la reseña que dedicó en 2013 a esta novela en su blog 'Heroínas díscolas'), contactara con P.B. Jones invitándole a ir a París. Con Denny y sus poco recomendables amistades Jonesy recorre los garitos de París, se enfanga en el consumo de drogas, el sexo duro, y comienza a temer el fracaso literario más que a ninguna otra cosa. Llega así hasta Aces Nelson, otro arribista cuyo oficio es vivir de los ricos, aunque afortunadamente Nelson es un trepa con cabeza
«Aces Nelson no tiene nada especial, salvo que es algo más mono que la mayoría. Está bien, comparativamente hablando. Va a Tánger dos o tres veces al año, siempre en el yate de alguien. El verano se lo pasa de un yate a otro, el Gaviota, el Siesta, el Christina, el Sister Anne, el Creóle, el que quieras. El resto del año está allá arriba en los Alpes, en St. Moritz o en Gstaad. O en las Antillas, Antigua, Lyford Cay. Haciendo altos en París, Nueva York, Beverly Hills, Grosse Pointe. Pero, esté donde esté, siempre está haciendo lo mismo. Ganándose el pan. Jugando desde el almuerzo hasta que se apagan las luces. Al bridge, al gin, al cutthroat, al old maid, al backgammon, resplandeciente, sonriendo con sus dientes con fundas y haciendo felices a los carcamales en sus salones de alta mar. Así es como se saca el dinero para sus viajes. El resto procede de extorsionar a tipas de diferentes edades y pasiones, culos acaudalados con maridos a quienes no les importa un rábano quién se lo haga con tal que no tengan que hacérselo ellos.»
Y gracias a él conocerá a Kate McCloud. Aces le cuenta la historia de esta mujer, que se casó con Harry McCloud de quien Kate, de soltera Mooney, tomó el apellido. Harry era un celoso de libro. La buena de Kate sólo revivió cuando quedó sola tras divorciarse y ser su marido encerrado en un sanatorio. Luego ella se casa con un millonario alemán, Axel Jaeger. Ahora, le dice Nelson, está en una extraña situación  («Está corriendo un gran peligro. Necesita protección. También necesita a un masajista que viaje con ella todo el tiempo. Alguien con educación. Presentable.»). Kate McCloud es el personaje central del segundo capítulo de estas Plegarias atendidas.

Me doy cuenta ahora de que no he dicho por qué Truman Capote titula así su novela y dentro de la misma también a la ficticia que escribe P.B. Jones. En el primer capítulo, 'Monstruos perfectos', la diva literaria Longman le dice a su protegido Jones«Santa Teresa de Avila dijo una vez: "Se derraman más lágrimas por plegarias atendidas que por las no atendidas." Quizá no sea ésa la cita exacta, pero ya lo miraremos. Lo importante es que a lo largo de tu obra, al menos tal y como yo lo veo, aparecen personas que consiguen alcanzar un objetivo desesperado, mas sólo para que les rebote en contra de ellas mismas, lo cual acentúa y acelera su desesperación.». Esta explicación del título aclara el sentido que Capote quiso transmitir con su obra. En cierta manera, era la situación personal en la que él mismo se encontraba durante los años que estuvo escribiéndola. 

Plegarias atendidas
Artículo de Marina Ortiz Cortés publicado en el diario
El Independiente (06/02/2024)
Toda la novela está escrita desde esa celda -apartamento dije al inicio- de la Y.M.C.A neoyorquina. Con frecuencia interrumpe el relato para volver al momento y lugar de escritura e introducir alguna aclaración de tipo literario: «(¡Atención, estudiantes de literatura! Aquí hay aliteración, ¿lo han notado?, es mi vicio más pequeño.)». Quizás esta ruptura de la ficción sea una muestra más del humor que la novela contiene. En algún lugar he visto que etiquetan la novela como de humor. No lo creo yo así, aunque sí es evidente que en ella hay sarcasmo hacia la jet set, crítica acerada, en especial en el tercer capítulo, responsable de su expulsión del Paraíso social que lo había adoptado.

Los dos capítulos que siguen a Monstruos perfectos, Kate McCloud y La Cöte Basque son mucho más breves que el primero. En Kate McCloud vemos a P.B. Jones enamorado de verdad de esta mujer a la que atiende personal y profesionalmente. La ayuda en su proceso por escapar de su marido Jaeger que quiere quizás matarla y quedarse definitivamente con el pequeño Heinie, de cinco años, hijo de ambos. A HeinieAxel Jaeger lo tiene secuestrado y no se lo deja ver a Kate. Pero un día ella desaparece. Jones ve sus sueños echados por tierra. Soñaba con una vida feliz, normal con ella, él, su hijo Heinie y Chucho, el perro que Kate le pidió para mitigar su soledad. 

Es en La Côte Basque donde Capote rompió con todas sus autocensuras y decidió presentar a los personajes con los nombres reales o inventados, pero muy reconocibles, de aquellos seres en los que se había inspirado. Utiliza para hacer esta crítica de la alta sociedad neoyorquina un ficticio encuentro casual entre Ina Coolbirth (imagen de la real Slim Keith) y P.B. Jones (trasunto, como ya he dicho de Truman Capote). Una tarde, en el local neoyorquino así llamado, La Côte Basque, entre botellas de un champán carísimo Ina le cuenta las intimidades de buena parte del mundo artístico y literario del momento. Destaca entre todas las historias la de Ann Hopkins, quien asesinó de un disparo de escopeta a su marido (o quizás no fue así). La tal Hopkins se inspira en el caso real de Ann Woodward

En la conversación entre Ina y Jones, a la que se suman otras que el narrador escucha procedentes de mesas vecinas, se cuelan infinidad de cotilleos sobre personajes populares: Salinger y su relación con la que más tarde sería la mujer de Chaplin («Oona tenía un novio misterioso, un chico judío con una madre en Park Avenue, Jerry Salinger. Quería ser escritor, y le escribió a Oona cartas de diez páginas mientras estuvo en el ejército, en ultramar. Eran una especie de cartas de amor, muy tiernas, tiernísimas. Lo cual es demasiada ternura. Oona solía leérmela y cuando me preguntó qué pensaba, le dije que a mí me parecía que debía de ser un chico que lloraba con mucha facilidad.»); la relación adúltera entre un rico empresario y la mujer de un político importante; la rijosidad de los Kennedy («¿Te he hablado alguna vez de cuando me asaltó [Joe Jennedy]? Me invitó a su casa cuando yo tenía dieciocho años, era amiga de su hija Kek... [...] ...el viejo degenerado se coló en mi habitación. Eran alrededor de las seis de la mañana, la hora ideal si quieres coger a alguien fuera de combate, totalmente por sorpresa, y cuando me desperté ya estaba liado en las sábanas con una mano en mi boca y la otra en todas partes.»); las infidelidades hacia su esposa Joanne (en la novela Jane) y el gusto por el alcohol de Bobby Baxter (trasunto del conocido presentador y cómico norteamericano Johnny Carson («Jane dijo: ¿y estás solo? Ya sabes lo sádico que es Bobby detrás de esa sonrisa de frambuesa, y dijo: «No, hay una persona echada aquí a mi lado. Le encantaría hablar contigo.» Y al momento surge una voz de rubia oxigenada diciendo con una risita tonta y atemorizada: «¿De verdad, de verdad que es usted Mrs. Baxter? Ji, ji. Yo pensé que Bobby estaba haciendo una gracia, ji, ji. Acabamos de oír en la radio cómo estaba nevando ahí en Nueva York, o sea, debería estar usted aquí con nosotros, estamos a treinta y cinco grados.» Defraudada Jane dijo: «Me temo que estoy demasiado enferma para viajar.» Y la voz oxigenada, agitada y afligida: «Oh, Dios mío. ¡Cuánto lo lamento! ¿Qué le ocurre, monada?» Jane dijo: «Tengo doble dosis de sífilis y la gonorrea de siempre, una cortesía de ese gran cómico, mi marido, Bobby Baxter, y si no quiere que le ocurra lo mismo, le sugiero que salga de ahí pitando.»); y otros tantos casos más.

Es natural que, con mimbres como los expuestos, los que hasta hacía muy poco fueran íntimos amigos -y de los que Capote vivía, eso no hay que olvidarlo- lo condenaran al ostracismo. Desde este instante (la aparición en Esquire de La Cöte Basque) el escritor entró en barrena. Cayó por la pendiente endiablada del exceso en todo: sexo, drogas, alcohol... Así un día de 1984, a los 59 años, Truman Capote murió según el informe forense de «enfermedad hepática complicada por flebitis e intoxicación por múltiples drogas»

Ha sido casualidad que mi relectura de Plegarias atendidas haya venido a coincidir con el estreno en TV de la serie Feud: Capote vs The Swans. La estoy viendo y me parece fiel por ahora al cuento en que se inspira. Está dirigida por Gus Van Sant, John Robin Baitz y otros, e interpretada por un elenco de alto copete: Tom Hollander, Naomi Watts, Diane Lane, Chloë Sevigny, Calista Flockhart, Demi Moore, Molly Ringwald... Me está gustando. Creo que es una miniserie muy recomendable. Os dejo el trailer


Para concluir
Plegarias atendidas es un libro que como todo en Truman Capote bebe de la propia realidad. Concretamente realiza un ejercicio periodístico sobre sí mismo y su entorno social. Aunque omite en ocasiones los nombres auténticos las más de las veces los seres reales que están bajo los ficticios son muy reconocibles con las consecuencias personales ya comentadas.

Desde lo puramente literario quisiera señalar, además de algunas pinceladas estilísticas ya expuestas como esas interrupciones en el relato para comentar aspectos metaliterarios o simplemente propios de la realidad de quien en ese momento está escribiendo, la manera que tiene de entreverar distintos discursos. En un momento de La Côte Basque, mientras que Jones escucha a la locuaz Ina Coolbirth le vienen a éste pensamientos que Capote introduce sin previo aviso. Esta manera de mezclar dos discursos distintos dentro de otro más amplio me parece un auténtico acierto. 
 
Por último he de decir que la desnudez con que Capote muestra la vida me ha recordado mucho a Charles Bukowski, a quien dediqué en su día una entrada en este blog; también el tono confesional y en primera persona de quien está escribiendo su vida me ha llevado mentalmente a  El guardián entre el centeno (The catcher in the Rye) de J. D. Salinger; y, naturalmente, la multitud de nombres de autores del momento y anteriores han hecho que la lectura de esta Plegarias atendidas me haya resultado grata, pese a momentos en los que la procacidad, obscenidad y lascivia buscadas y exhibidas a propósito me haya resultado, por excesiva, no muy agradable. Se diría que en el mundo de J.B. Jones (Truman Capote) todo haya sido alcohol, sexo y drogas, siendo todo lo demás (literatura, cine, arte...) meros caminos para conseguirlos. 

Teniendo en cuenta la dedicación profesional de P.B.Jones (chico escort en una agencia dirigida por una tal Miss Self), el ambiente nocturno neoyorquino que, cuando no logra dormirse, visita y describe es indicativo de la realidad en la que Capote, cuando no estaba en algún sarao de la jet-set, vivía y a la que pertenecía:
«De modo que decidí recorrerme la calle Cuarenta y dos oeste, que no cae muy lejos de aquí [la residencia de la Y.M.C.A. donde P. B. Jones reside y escribe estas memorias], y buscar una película en uno de esos palacios del cine abiertos toda la noche y con aroma a amoníaco. Cuando me puse en camino, eran más de la una y el itinerario de mi paseo me llevó por nueve manzanas de la Octava Avenida. Prostitutas, negros, puertorriqueños, unos cuantos blancos y, en realidad, todos los estratos sociales de gente de la calle, los lujuriosos chulos latinos (uno con un sombrero blanco de visón y una pulsera de diamantes), los cabreantes heroinómanos dando cabezadas desde los portales, los chaperos, entre los cuales los más valientes eran los gitanos, puertorriqueños y rudos montañeses fugitivos de no más de catorce o quince años ("Señor, ¡diez dólares! ¡Fólleme toda la noche!") que rondaban por las aceras como un águila ratonera sobrevolando un matadero. Y, de vez en cuando, el coche de la policía patrullando, con sus pasajeros desinteresados y sin ver nada, al haberlo visto todo hasta tener reuma en los ojos de ver el espectáculo.» 


22 abr 2024

Día del Libro 2024

12 comentarios:

Todos los años, el día 23 de abril hago una entrada en el blog celebrando el Día del Libro. Este año también, como se puede observar. Pero esta vez no voy a recomendar títulos como he hecho durante los años 2017,  2018,  2019,  2021,  2022  2023. Me doy cuenta de que durante estos seis años, en este día, he recomendado 43 títulos por mi parte y otros cuantos más por parte de blogs amigos que merecen toda mi confianza. Por eso, este 2024 he decidido no hacer recomendaciones y  remitirme a las ya hechas en años pasados. Para conocerlas no tenéis más que hacer clic en los números de los años que destaco en esta entrada.
Este 2024 me gustaría que conmemoráramos el Día dedicado a Shakespeare y Cervantes, o sea, el día del Libro leyendo. No estaría mal que si queréis dejar un comentario en esta breve entrada lo hicierais señalando el título del libro que estáis leyendo o que vais a comenzar en breve. Para animaros comenzaré yo mismo confesando la lectura que tengo ahora mismo entre manos. Se titula "Plegarias atendidas" y su autor es Truman Capote. No digo más, salvo que estoy disfrutando con él, dejando para la reseña que escriba de ella cuando la finalice una opinión más formada.

Cierro este post en homenaje al Libro en su Día con el retrato que de Cervantes hiciera en una ocasión el gran pintor de arte mural Gonzalo Martín "Taquen" que triunfa actualmente con sus realizaciones pictóricas dentro y fuera de España.


 
¡¡Feliz 23 de abril!! ¡¡Felices y provechosas lecturas!!



21 abr 2024

Pilar Quintana. Los abismos. Premio Alfaguara 2021

7 comentarios:
Pilar Quintana, novelistas colombianos

Los caminos del lector, como los del Señor, son inescrutables. Quiero decir que la llegada a unas lecturas, así como la dejada de otras obedece a los caprichosos vaivenes que suceden en la cabeza del lector según que uno va leyendo esto o aquello. En este caso mi arribada hasta esta escritora colombiana se ha debido a la lectura frecuente que hago de blogs que merecen toda mi confianza. En ellos, y de manera reiterada, vi durante el año 2023 e incluso también durante el anterior cómo las novelas de Pilar Quintana aparecían comentadas positivamente con frecuencia. Apunté el título de Los abismos para probarme con esta caleña. 

La escritora
Pilar Quintana (Cali, 1972) es autora de cinco novelas y un libro de cuentos.  Recibió en España el Premio de Novela La Mar de Letras por Coleccionistas de polvos raros. Participó en el International Writing Program de la Universidad de Iowa como escritora residente y en el International Writers’ Workshop de la Universidad Bautista de Hong Kong como escritora visitante. Con su novela La perra, traducida a quince lenguas, fue finalista del Premio Nacional de Novela y del National Book Award y ganó el Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana y un PEN Translates Award. Con la novela que acabo de leer fue merecedora del XXIV Premio Alfaguara de novela 2021.

Argumento de Los abismos (según reza la contraportada de la novela)
Claudia vive con sus padres en un apartamento invadido por plantas que se estiran para tocarla. Como todas las familias, la suya contiene una crisis, y solo hará falta que algo o alguien llegue a detonarla. Cada quien tiene un punto de quiebre en la infancia, y Claudia, la protagonista de esta historia, narra, desde la expectación y la mirada aguda de cuando fue una niña, los hechos que abrieron las grietas por donde se colaron los peores temores, aquellos que son irreversibles y empujan al borde del precipicio. Los abismos es un relato estremecedor en el que una hija asume las revelaciones de su madre y los silencios de su padre para empezar a construir su propio mundo. 


Mi comentario
Los abismos de la colombiana Pilar Quintana es una hermosa novela en la que una niña de 8 años muestra los abismos reales y metafóricos en los que su familia, con ella dentro, vive. Hay abismos paisajísticos que tienen importancia en la novela y que generan cierta tensión o suspense en algunos momentos del relato. Pero, quizás, los abismos más importantes sean los íntimos y metafóricos que muestran a una familia en crisis, a una mamá al borde del precipicio, a una niña (de nombre Claudia, igual que su mamá) que siente placer (cosquillas en el estómago) y miedo tanto ante los terrenales como ante los familiares: 
«Quería vérselas de nuevo con el abismo, sentir la cosa rica en la barriga y el miedo y las ganas de saltar y de alejarse» 
Naturaleza y familia se mezclan en ese apartamento de Cali donde viven y en cuya planta inferior las plantas están desatadas. Estas plantas las cuida Claudia madre y son un poco ella; al final ya no están tan desaforadas, del mismo modo que también ella ha abandonado muchas de las apetencias donde se cobijaba: el whisky, la pasión erótica por otro distinto al marido, abismarse para escapar, realizarse a través del trabajo... La familia se ha salvado, quizás sí o quizás no, para sumirse en el abismo de la vulgaridad, la cotidianidad, el hastío...

Todo lo anterior es presentado desde la perspectiva inocente, ingenua, fantasiosa, pero también perspicaz y prematuramente madura de Claudia niña, la cual debe de crecer apresuradamente para poder sobrevivir en el mundo familiar que le ha tocado vivir; ella procurará que los miembros de esta familia no se despeñen por los precipicios que se abren a su alrededor. ¿Quiénes son los integrantes de esta familia? Son los siguientes: la madre -de nombre Claudia, igual que su hija- a la que casaron con un hombre veinte años mayor que ella al que no amaba; el marido Jorge, persona ensimismada preocupada fundamentalmente por el supermercado que les dejara su padre a él y a su hermana Amelia; la tía Amelia, mujer cincuentona que un día vuelve a Cali casada con un joven de 30 del que Jorge sospecha que sólo quiere el dinero de su hermana; Gonzalo, el joven apuesto y vivaz que introducirá la crisis (un abismo más) en la familia de la niña. Además de estos personajes protagonistas, en la novela aparecen toda una serie de secundarios como Gloria Inés, prima lejana de mamá Claudia, que se tirará por el balcón de un 18º piso; Rebeca, la madre de dos compañeras de colegio de Claudia madre, desaparecida sin previo aviso hace ya treinta años cuando ella era niña  y sobre cuya suerte se lanzaron la mar de posibilidades; Porfirio y Ana, guardeses de la finca a la que Jorge y las dos Claudias van a pasar una temporada en verano; Yesenia, la empleada doméstica; Paulina, la muñeca 'amiga' de Claudia niña; etc.

Muy interesantes son los diálogos entre las tocayas, la madre y la hija. Mamá Claudia cuenta a su hija sucesos que seguramente no son adecuados para una niña. Pero ésta, con su ingenuidad infantil, no hace más que inquirirle, preguntarle por esos acontecimientos de los que Jorge, el padre, apenas habla y que cuando se entera que la madre los cuenta a la niña se muestra más que molesto. En situaciones así, sobre la reacción de Jorge dice la niña: «Mi papá siguió mudo. El monstruo, lo sentí en su respiración agitada, asomándose». Que una persona adulta hable a una niña como si ésta lo fuera es revelador de cierta insania mental. No al contrario. O sea que una niña de 8 años hable con igual soltura a su madre que a su muñeca Paulina es entendible dada la mente infantil de una persona de esa edad. 

La relación entre Claudia y Paulina, su muñeca, es interesantísima. Como si se tratara de un muñeco vudú Claudia proyecta sobre ella todos sus deseos e insatisfacciones; es como si pensara que Paulina fuera el sustituto en positivo de la falta de atención que para sí hubiera querido por parte de sus padres. Sin llegar al despego excesivo de su abuela materna que declaró a mamá Claudia infinidad de veces que haberla tenido truncó su vida, la narradora niña se siente menospreciada por su madre, quien siempre la coloca en un nivel distinto al de las otras niñas, en especial al de las hijas de Mariú y Liliana las amigas de Claudia madre. Así Mariú al conocer a Claudia dice a su amiga de la infancia:
«—¿Es Claudia?
—Es Claudia
Se agachó para quedar a mi altura. Tenía los ojos grises con vetas oscuras y claras, y mientras me miraba, tan cerca y tan fijo, sentí que su belleza se derramaba sobre mí.
—Qué linda —dijo la más linda de todas.
Se irguió. Mi mamá le agradeció el falso cumplido y Mariú buscó alrededor.
—Las mías están por allá.
[...]
Las tres tenían trenzas de riñón y vestidos blancos idénticos, con un bordado en el pecho, mangas bombachas y un moño atrás.
—Hermosas —dijo mi mamá admirada de verdad—. Esos vestidos son como azúcar.»
La narradora niña ama a sus padres, aunque tras la crisis habida en su familia, sea consciente de que las cosas ya no son como antes y a veces ante el comportamiento de su madre llegue a decir que «es la peor madre del mundo». Es consciente de que hay grietas en la familia y añora por ello la situación anterior
«Antes de la pelea de mis papás, de la pelea de mi mamá y mi tía, de que llegara Gonzalo a la familia, yo tenía certezas. Las mamás tenían hijos porque los deseaban. Mi tía Amelia vivía feliz en su mini apartamento con sus batolas. Mi abuelo era un hombre triste. Mi papá, el más bueno del mundo.»

 Interesantísimo y plenamente verosímil es la penetración en el interior de una niña de 8 años que hace Pilar Quintana. El vocabulario puesto en sus labios, los juegos infantiles que practica con otros niños, sus diálogos con Paulina, la insistencia en preguntar que llega a descomponer a los mayores, etc. son las palabras, los juegos, los diálogos con los juguetes, la reiteración en las preguntas a los mayores... que realizan los niños, cualquier niño de la edad que tiene Claudia, tan sólo 8 años.

Otra particularidad de esta novela que me ha encantado es el léxico utilizado. Los términos propios del  español hablado  en Colombia llenan la narración y la dotan de una embargadora belleza. Son vocablos como batola (prenda de vestir femenina de una sola pieza, holgada, larga y sin botones), sacoleva (chaqué), esculcar (registrar para buscar algo oculto), samanes o ceibas  (árboles americanos), pereque (molestia, impertinencia), jejenes (insectos dípteros, más pequeños que el mosquito y de picadura más irritante), habilitar (volver a examinarse), mangones (revendedores, traficantes), capul (forma de llamar en Colombia un corte de cabello en el que se tiene un flequillo que cubre la frente), levantadora (bata delgada que usa la mujer al levantarse o para andar por casa), jugar al parqué (jugar al Parchís), juepucha (maldita sea, mierda), pintas (muda de ropa nueva), overol de bluyín (mono, buzo de tela vaquera), etc.

El vocabulario anterior unido a la mostración de una naturaleza domesticada en la casa y más salvaje y abrupta afuera, con esas vueltas y revueltas de la carretera que los lleva de Cali a la finca donde veranean, hace que la imaginación infantil se abra a cualquier posibilidad: que aparezca el viruñas («El viruñas, me dijo, era un diablo que vivía en las fincas, dentro de las casas, pero no de este lado, sino detrás de las paredes. Dormía de día y se despertaba de noche»), que el padre -temía la niña- se abismara cualquier día volviendo en coche por la carretera endiablada que discurre al lado de profundísimos precipicios desde Cali, que la niña misma sienta esa contradictoria atracción fatal por saltar y al tiempo alejarse del barranco.

Pilar Quintana
Los abismos de Pilar Quintana, en suma, es una novela deliciosa que muestra el modo como una niña intenta comprender el mundo de los adultos que la rodean. Gracias a ella estos adultos contienen sus impulsos primarios, los reprimen y mantienen viva la rueda en la que sin darse cuenta giran y giran sin haberlo ellos decidido. Esto es muy claro en el caso de las mujeres, las cuales en esta narración ven cortadas de raíz sus apetencias por salir de la tradición. Es el caso de Claudia madre a quien el abuelo cerró las posibilidad de ir a la Universidad:

«A mi abuelo se le brotaron las venas de la garganta y con su voz más gruesa le dijo que lo que hacían las señoritas decentes era casarse y que cuál universidad ni Derecho ni qué ocho cuartos.»  

También hay que señalar que no todos los hombres son iguales y que Jorge, su marido, sí le permite trabajar cuando ella así lo decide. Es ella en este caso la que se niega a seguir en el comercio donde se ha contratado, por motivos que habrá que considerar leyendo la novela. 

Decir para cerrar que la novela se sitúa en un momento del pasado, concretamente los primeros años 80 del siglo pasado.

«No encontré a Natalie Wood en la recién llegada ¡Hola! En cambio, sí a la princesa Grace de Mónaco, cuya muerte en un accidente de tránsito también obsesionó a mi mamá.»

Se marca en el relato la evolución habida en las costumbres de la época de los abuelos (años 50) a estos 80; es una distancia semejante a la que separa esos años 80 de nuestro hoy, en el que se ha avanzado mucho en liberalidad y realización personal. La niña que narra la novela es trasunto de esta Pilar Quintana que hoy  (publica la novela en 2021) concibe la vida de las mujeres de manera muy diferente a la de su madre, tía y abuelas. Es una mujer realizada que no precisa perderse en adicciones diversas. Hay esperanza clara en la novela que se muestra cuando Claudia madre abandona el whisky y deja de ser una tumbada (persona que se pasa el día tumbada en la cama).

__________________
Con "Los abismos" cumplimento la letra Q del Reto 'Autores de la A a la Z', avanzo (el 1º de 3) en el de 'Serendipia recomienda' y añado un título más al Reto '25 españoles'.


15 abr 2024

El mago del Kremlin. Giuliano da Empoli

11 comentarios:
Giuliano da Empoli, periodistas escritores

El mago del Kremlin del escritor, periodista y asesor durante un tiempo de Matteo Renzi, Giuliano da Empoli, cayó en mis manos gracias a la recomendación de Guida, amiga con la que comparto Tertulia Literaria. El título lo puso ella sobre la mesa cuando al final de la reunión del mes de marzo buscábamos lectura para abril. ¿Por qué no El mago del Kremlin?, dijo. Tras comunicarnos la tremolina que en los medios literarios franceses produjo su aparición en 2022 (Gran Premio de Novela de la Academia Francesa, Premio Honoré de Balzac, además de finalista en la edición  del Premio Goncourt de ese año), la tertuliana amiga expuso muy por encima de qué iba el libro: El autor entrevista en forma novelada a Vadim Baranov, nombre inventado inspirado en Vladislav Surkov, uno de los asesores más cercanos a Putin en las últimas décadas, gran ideólogo del Kremlin desde que este llegó al poder en 1999 y que finalmente perdió su confianza y fue destituido en 2020. 

Con esta sucinta información abordé el libro. Me atrapó desde la primera página. Aunque Giuliano da Empoli insiste en un primer momento en el carácter ficticio de ésta su primera novela, es evidente que la inspiración en ese personaje auténtico más la aparición en la misma de un buen número de protagonistas de la vida real rusa durante los últimos tiempos (Boris Berezovski, Mijail Jodorkovski, Alexander Zaldostánov, Eduard Limónov, Yevgueni Prigozhin, Boris Yeltsin, Mijail Gorbachov...), así como la infinidad de hechos y sucedidos reconocibles, hacen que en mi opinión esta narración pertenezca al género del Nuevo Periodismo. Según la leía no podía evitar acordarme de otros libros escritos por periodistas que muestran, o bien los resultados de una investigación periodística (El motel del voyeur de Gay Talese, por ejemplo), o bien la realización de un reportaje periodístico sobre un suceso (A sangre fría de Truman Capote, autor considerado el creador de este género narrativo), o bien las varias que de Emanuel Carrère he leído (Limónov, El Reino y Una novela rusa). De hecho, las intervenciones que Giuliano da Empoli hace en el relato me han tentado en varios momentos a incluir este libro en el apartado de las novelas de autoficción, algo a lo que me resisto al no ser el autor protagonista principal de la misma, lo que sí sucede en la mayoría de las escritas por Carrère.

Pero la anterior disquisición taxonómica sobre literatura no es lo central en este libro. Esta novela del periodista italiano tiene muchas cosas destacables. Una, y no menor, es la de que un italiano escriba en francés una historia sobre Rusia; cuando menos es curioso, ¿no? Otra es que tratándose de una primera novela esté tan bien confeccionada y se lea con agrado. Pero la esencial, al menos para mí, es la profundidad con la que Da Empoli penetra y muestra los entresijos del poder. El contexto es la Rusia de Vladimir Putin, cierto, pero, al igual que consiguió Maquiavelo con "El Príncipe", el autor logra poner al desnudo la maquinaria de la que se valen los poderosos para alcanzar, estar y mantenerse en el poder. Maquiavelo centró su ensayo político en la figura de Fernando el Católico, pero exclusivamente como ejemplo máximo de monarca;  Da Empoli se centra en Vladimir Putin como modelo de cualquier otro tipo de autócrata actual, independientemente del país al que pertenezca. 

Conocer de primera mano la visión que de las relaciones internacionales tienen los rusos de hoy es algo interesantísimo que saco de esta lectura. El mago Vadim Baranov, llamado por algunos durante los quince años que fue consejero el "Rasputín" de Putin, es un hombre muy inteligente procedente de una familia de gran cultura y acendrada sabiduría. Su abuelo, aunque partidario del zarismo, sabio como era, supo apartarse de las veleidades políticas cuando los bolcheviques se hicieron con el poder, con lo que logró no ser molestado por ellos. Seguiría luego el padre, funcionario del partido comunista durante el régimen soviético, con el que el protagonista tendría más de una diferencia, pero que le sirvió para conocer los entresijos de la nomenclatura soviética. Es del abuelo y de su inmensa biblioteca de quien Baranov ha sacado su pericia, su saber estar y su sabia distancia respecto del poder. Precisamente es este distanciamiento el que paradójicamente lo condenará y lo salvará de perecer en las llamas que devoraron a otros de su misma quinta como Berezovski o Jodorkovski, quienes con la desaparición del comunismo se echaron decididamente en brazos del capitalismo desaforado que ocurrió durante la época de Boris Yeltsin. Su condición de oligarcas será la que ocasionará su caída en desgracia y en algunas ocasiones su muerte "accidental". Vadim Baranov (Vladislav Sourkov) sabe lo que debe de hacer para mantener la independencia de criterio
«Mientras el líder carece de distancia de lo que hace porque está en el fragor de la batalla, el auténtico consejero mantiene la distancia, participa y a la vez observa, está dentro y fuera. Como decía Maquiavelo, deben conocer las cosas con perspectiva» 
y para no perecer el buen consejero no debe albergar deseos de poder:
«Es cierto que alrededor de los poderosos siempre hay personas que piensan en ocupar su puesto. Pero el auténtico asesor pertenece a una raza totalmente diferente de la del poderoso. En realidad es un vago. Murmuradas al oído del príncipe, sus palabras producen el máximo impacto sin tener que pasar por la agobiante fatiga de medrar.»
También, como hará el personaje de El mago del Kremlin debe saber encontrar el momento adecuado para abandonar el cargo. Así lo hace el personaje logrando que el Zar (Vladimir Putin) no vea mal que este asesor tan inteligente, pero tan poco apegado al poder personal se aleje de él. 

Giuliano da Empoli construye su novela utilizando varias referencias culturales muy importantes. En primer lugar la localización del antiguo asesor que vive oculto de la vida pública rusa la presenta como producto del azar en parte. Estudioso como era el italiano del escritor ruso Yevgueni Zamiatin, que en 1921 escribió un libro  titulado Nosotros que no vería la luz hasta 1927 fuera de Rusia, Giuliano da Empoli consigue permiso de su periódico para ir hasta Moscú con la disculpa de buscar documentación sobre el autor. Nosotros, libro considerado iniciador del género distópico, levantó fuerte polvareda en Rusia cuando se publicó por lo que fue prohibido hasta 1988.  Ya en Moscú, el escritor comienza a seguir en las Redes Sociales a un usuario que firma como Nicolas Brandeis. Un día Brandeis publica una frase de Zamiatin a la que Da Empoli responde con otra sacada de Nosotros. Al poco el tal Brandeis, un posible apodo de El mago del Kremlin al que el periodista seguía la pista le contacta y le ofrece un encuentro. Así es como, a través de un autor distópico, se pondrán en relación personal los dos protagonistas de la novela. En realidad, el futuro distópico entrevisto en el régimen estaliniano y denunciado por Zamiatin en 1921 se estaba produciendo en el momento actual, casi 100 años después. 
«Zamiatin se convirtió en mi obsesión. Me parecía ver en su obra una concentración de todas las cuestiones de nuestra época. Nosotros no describía sólo la Unión Soviética [...] Zamiatin era un oráculo, no se dirigía únicamente a Stalin: señalaba a todos los dictadores venideros, de los oligarcas de Silicon Valley a los mandarines del partido único chino.»
A esta importante referencia literaria vienen a unirse otras de igual o semejante calado. Quizás la principal sea la que hace a Viaje a Rusia, libro que el francés Marqués de Custine escribió a propósito de la visita que en 1839 hizo a ese país invitado por el mismísimo Zar al casamiento de su hija. La descripción que hace de Rusia, en especial del alma rusa, a grandes rasgos permanece indeleble hasta nuestros días, según la apreciación de Baranov. Es un libro que el mago del Kremlin conoció gracias a su abuelo, quien lo detestaba al tiempo que le fascinaba. Las afirmaciones de Custine son aplicables, le decía, a la Rusia de hoy:
  • «Por grande que sea este Imperio, no es más que una enorme prisión y es el emperador el guardián que tiene las llaves, pero los guardianes no viven mucho mejor que los prisioneros.»
  • «Los rusos tienden mucho menos a ser civilizados que a hacer creer que lo son»

Estos apoyos literarios le sirven al Mago para entre otras muchos argumentos justificar la consideración que el Zar actual (Vladimir Putin) tiene entre los rusos.  Evidentemente hay diferencias palmarias de lo que era Rusia hace 200 años a hoy, en especial las referidas a los guardianes quienes, sin duda alguna, hoy sí que viven mucho mejor que los prisioneros. Pero lo importante es observar cómo el espíritu, el alma del país en líneas generales -siempre, ya digo, según Vadim Baranov- se mantiene. A su juicio los rusos tras la glásnost y la perestroika de Gorbachov y la liberalización absoluta llevada a cabo por Yeltsin sintieron nostalgia del pasado soviético en que al menos no pasaban hambre. Es así, con razonamientos semejantes que Vadim Baranov se ganó el puesto de asesor de Putin:

«El imaginario de la sociedad rusa, de cualquier sociedad en realidad, se articula sobre dos dimensiones. El eje horizontal corresponde a la cercanía a lo cotidiano, y el vertical a la autoridad. En estos últimos años, la política rusa se ha representado por entero en el primer eje, el horizontal, porque esa dimensión era desconocida casi completamente en tiempos de la URSS: la han hecho tanto Gorbachov, que se paraba para hablar con la gente, algo que ningún líder soviético habría hecho jamás, como Yeltsin, quien algunas veces parecía más bien un compañero de borrachera que un jefe de Estado. [...] Para poder trazar una perspectiva, es preciso elevarse nuevamente. Todos los datos de que disponemos nos dicen que los rusos abrigan hoy un deseo de verticalidad, es decir, de autoridad.»

Vladislav Sourkov (Vadim Baranov, el mago del Kremlin), actor de teatro y televisión y antiguo alumno de la Academia de Arte Dramático de Moscú, se convirtió en asesor de Putin. Conocedor del mundo televisivo magnificó el espectáculo político antes de dimitir en 2020 («Convertir mi experiencia teatral en una carrera de productor de televisión fue como pasar del carruaje a vapor a un Lamborghini»). Hacía una televisión vulgar («Los estadounidenses no tenían nada que enseñarnos, de hecho éramos nosotros quienes ampliábamos las fronteras del trash.»), pero en medio de esa zafiedad descubrió el alma rusa de siempre. Cuando en un programa solicitaron a los espectadores los nombres de los héroes y grandes personajes rusos frente a lo esperado

«[...] los nombres de las grandes mentes: Tolstói, Pushkin, Andréi Rubliov o yo qué sé, un cantante o un actor, como ocurría donde ustedes, ¿qué nos dieron los espectadores, la masa informe del pueblo habituada a inclinarse sumisa y bajar la mirada? Sólo nombres de dictadores. Sus héroes, los fundadores de la patria, coincidían con la lista de autócratas sanguinarios: Iván el Terrible, Pedro el Grande, Lenin, Stalin.»
A este conocimiento sobre los habitantes del país vino a añadirse el sentimiento también inmemorial de acoso por parte de los países que lo rodeaban, de Occidente en general. Saber por propia boca de los rusos actuales la opinión que tienen sobre nosotros los occidentales me ha parecido interesante por demás. Que me parezca interesante no equivale, naturalmente, a que coincida en todo con ellos; pero sí que puedo afirmar con rotundidad que este libro ha conseguido abrir mi mente algo más. 

Sobre Ucrania y la postura intervencionista de Rusia (hoy ya invasión y guerra declarada)  me parece interesante la visión que Baranov comunica a su entrevistador:
«Sostenidos por los norteamericanos, los rebeldes se negaron a reconocer el resultado de las elecciones y ocuparon la plaza principal de Kiev con sus cánticos, sus lazos naranjas, sus alegres eslóganes prooccidentales. De la mañana a la noche, comisiones de observadores internacionales, delegaciones del Congreso de Estados Unidos y misiones diplomáticas de la Unión Europea aparecieron por allí saliendo de la nada: todos coincidían en juzgar ilegítimo el resultado de las elecciones ganadas por el candidato prorruso. Había habido votaciones apenas recientemente en Afganistán y en Irak, con las bombas explotando en las calles y las tropas estadounidenses ocupando los lugares de votación, pero en esos países, naturalmente, no había habido ningún problema, todo se había desarrollado con regularidad. En cambio, en Ucrania era todo lo contrario. Había que volver a votar porque el resultado no era el conveniente. Entonces, el Gobierno ucraniano se vio obligado a convocar nuevas elecciones y, esa vez, el candidato pronorteamericano ganó, un candidato que quería meter a Ucrania en la OTAN. Ucrania —la patria de Jrushchov y de Brézhnev, la base de nuestra flota militar—, ¡en la OTAN!»
Un líder populista: Putin
Ya voy acabando. Acabo no porque el libro no dé para más, sino porque es tanto lo que contiene que en algún momento, tratándose tan sólo de una reseña, conviene parar. Pero antes no quiero dejar sin tocar algo que en la actual guerra de Ucrania ha llamado mucho mi atención y que en parte El mago del Kremlin ha venido a aclararme. Me refiero a ese consenso y seguimiento bastante mayoritario que la población rusa, también los jóvenes, mantiene en cuestiones como la invasión. Baranov cuenta que él desde que comenzó a plantearse el asunto de Crimea y del Donbás hizo todo lo necesario para que agrupaciones de todo tipo constituidas mayoritariamente por jóvenes se convirtiesen en agrupaciones patrióticas. Algunas, como el Partido Nacional Bolchevique de Eduard Limónov, se las encontró ya plenamente constituidas y sólo tuvo que manipular lo justo (encarcelar a Limónov) para encauzarlas en la dirección correcta, o sea, la de apoyo a la política de Putin. Otras, como los Lobos Nocturnos de Alexander Zaldostánov, rebeldes moteros, las atrajo con el oropel que el poder siempre desprende. El mago Baranov sabe mucho de espectáculo y sabe cómo convencer con las palabras y el escenario adecuado:
«He podido constatar varias veces que los rebeldes más radicales se podrían contar entre los individuos más sensibles a la pompa del poder. 
[...]
➖Estos últimos años he seguido tus actividades y he de decirte que estoy muy impresionado, Alexander. Sois increíbles. Cogéis a esos jóvenes y les dais un hogar, una disciplina. Transformáis a esos vagabundos a la deriva en soldados, en personas capaces de llevar a cabo acciones extraordinarias. [...] Tú los comprendes. Sabes lo que quieren. Sabes cómo hablarles y qué decirles. Puedes ser su guía para que no caigan en la trampa de los norteamericanos. Puedes conducirlos hacia los verdaderos valores. La Patria. La Fe. [...] No estarás solo, Alexander. Detrás de ti estará el Zar, que te protegerá. Él no es como nosotros, aquí en el Kremlin. No es un burócrata encorbatado. El Zar es como vosotros. Pertenece a la raza de los conquistadores. [...] ¿No ha sido él quien ha vuelto a poner a Rusia en pie? ¿Por qué crees que los norteamericanos quieren librarse de él?»


 

En conclusión
Giuliano da Empoli, aunque acabó de escribir El mago del Kremlin en 2021 supo "adivinar" o "anticipar" la invasión de Ucrania del año siguiente, que Putin tenía en su mente, gracias a su profundo conocimiento sobre el pasado ruso. No sólo el histórico pasado imperial zarista de todas las Rusias, sino el mucho más reciente de la desovietización realizada bajo los mandatos de Gorbachov y Yeltsin.
«A comienzos de los años noventa, Gorbachov y Yeltsin habían hecho la revolución, pero al día siguiente la gran mayoría de los rusos se había despertado en un mundo irreconocible para ellos, en el que no sabían ni cómo vivir. Antes del hundimiento del sueño americano o del europeo, tuvo lugar el hundimiento del sueño soviético. Entre ustedes, nadie se dio cuenta porque les parecía algo imposible que un sueño estuviera hecho de cosas tan pobres y grises: una profesión de funcionario o profesor respetada, un pequeño Lada Zhiguli, una dacha con su huerto, vacaciones en Sochi o, de tarde en tarde, en Varna, remojando las piernas en el mar Negro y la perspectiva de una buena parrillada entre amigos. Y, sin embargo, ese modelo tenía su fuerza y su dignidad. Sus héroes eran el soldado y el maestro de escuela, el camionero y el infatigable obrero, a quienes estaban siempre dedicados los carteles en las calles y en las estaciones de metro. En pocos meses, todo eso se desbarató. Los nuevos héroes, los banqueros y las top models impusieron su dominio y los principios sobre los que estaba fundada la existencia de los trescientos millones de habitantes de la URSS se vinieron abajo. Los rusos habían crecido en una patria y se hallaban de pronto viviendo en un supermercado.»

 

Premio Goncourt 2022, Premio Honoré de Balzac
En una entrevista reciente que le hicieron al autor  en España con motivo de la publicación de El mago del Kremlin, Da Empoli habló de la distancia de todo tipo existente entre Putin y Baranov:
  • «Mientras Putin es un hombre premoderno que no tiene redes sociales, un señor de la guerra capaz de mandar a miles de jóvenes a morir en el frente, Baranov es un personaje posmoderno que domina la comunicación y se dedica a orquestar un teatro de luces y sombras»
  • «En las personas con poder se activan menos las partes del cerebro que regulan la empatía. Putin lleva dirigiendo el país 23 años. Eso le ha llevado al aislamiento, a una rutina diaria, y ha hecho que su más fiel consejero, el único del que puede fiarse, sea su perro.»

 En nuestro país El mago del Kremlin obtuvo el Goncourt español del año 2022. El jurado definió la obra como «la gran novela de la Rusia contemporánea» que «desvela los entresijos de la era Putin y ofrece «una sublime reflexión sobre el poder». Totalmente de acuerdo.

 

7 abr 2024

Ana Lena Rivera. Lo que callan los muertos

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«La vida está hecha para que convivan los niños con los viejos y los jóvenes con los adultos, para contarse cosas unos a otros y hacer un esfuerzo por comprenderse. Los más jóvenes tienen que explicarnos a los viejos todo lo nuevo que hay en el mundo y los viejos tenemos que contarles a los jóvenes las verdades que nunca cambian.»

Ana Lena Rivera, domestic noir,suspense
Lo que callan los muertos es una novela del año 2019, la primera que publicó la escritora Ana Lena Rivera (Oviedo, 1972). Con ella la autora del best-seller  Las herederas de la Singer (pincha en el título para leer su reseña) ganó en 2017 el Premio  de Narrativa Torrente Ballester en lengua castellana. Es asimismo este título el primero de la trilogía que por ahora es la serie Gracia San Sebastián. El oficio del personaje no es muy habitual en la novela negra o de investigación; estamos ante una encargada de investigar fraudes fiscales de contribuyentes a la Seguridad Social, o sea, un ser que se mueve entre dos aguas laborales: la funcionarial y la privada propiamente dicha. 

Sinopsis (tomado de la página web de la propia autora)
Gracia San Sebastián, investigadora de fraudes financieros, vuelve a su ciudad natal, Oviedo, con su marido después de que una gran tragedia golpee sus vidas. Tras varios años trabajando en el distrito financiero de Nueva York para un gran banco de inversión, Gracia se monta por su cuenta como investigadora privada, experta fraudes financieros.
Su primer encargo está relacionado con el cobro de la pensión de un militar que sobrepasa los ciento doce años y del que no hay registros oficiales desde hace más de veinte. El caso pronto se complica con el inesperado suicidio de una maestra de escuela ya jubilada.

Tras haber leído con mucho gusto el arrollador éxito que supuso Las herederas de la Singer para Ana Lena tenía pendiente echar un vistazo a las novelas anteriores que  la novelista escribió. He comenzado, como ya digo, con la primera de la serie y a buen seguro proseguiré con las otras dos. El estilo ameno y entretenido que tanto me agradó en el best seller de 2022 compruebo que es en Ana marca de fábrica desde el principio de su dedicación a la literatura. La novela, bien escrita, se sitúa en Oviedo donde Gracia indaga cómo es posible que un hombre de 112 años siga cobrando la pensión de jubilación. ¿Existe este Matusalén? ¿ Quién está beneficiándose del fraude? ¿Por qué? Todas estas y otras cuestiones se debaten en esta agradable narración. 

Dos indagaciones en apariencia independientes, al menos al principio, son las que se desarrollan: la oficial del fraude a la Seguridad Social y la del suicidio de Sofía, más conocida en el vecindario como la 'Impugnada' por el uso reiterativo que hacía del verbo impugnar a cuantas decisiones se tomaban en su Comunidad de Vecinos. Pese a la aparente distancia entre los dos casos pronto comprobaremos que existen entre ambos muchos nexos de unión, motivo por el que Gracia San Sebastián comienza a sospechar que la muerte de Sofía no ha sido voluntaria. Este asunto es uno de los suspenses del libro. Quien relata es la propia protagonista Gracia San Sebastián.

Por si la actividad profesional fuera poco, a lo largo de la novela vamos enterándonos de aspectos muy interesantes relativos a la vida personal y profesional de la investigadora: Acaba de regresar a España desde los EEUU donde trabajaba, con muy buenos resultados, en un banco de inversión; está casada con Jorge que viaja mucho y al que quiere de verdad, aunque el mazazo que para ambos supuso la muerte de Martín, su hijo de tres años, los mantiene aún en estado de shock sentimental no superado; instalados en Oviedo ella se encuentra a gusto con su nueva dedicación profesional y muy bien arropada familiarmente con su independiente hermana Bárbara, médico de profesión, y su pesadita, pero muy entrañable madre, Adela. A todos estos seres que le hacen la vida agradable habría que añadir a Norah, su amiga farmacéutica; y a Geni, antigua compañera de colegio reencontrada pasados muchos años, que está casada con Rafa, comisario jefe de la policía de Oviedo, y que es amicísima del cotilleo.

El capítulo de personajes se completa por el lado de la investigación del fraude y del suicidio con otra serie de personajes muy bien dibujados: Lucas Ramilo, el dueño de la taberna La Tapilla Sixtina; Pepe Ramilo, padre de Lucas; Carmina, hermana de la Impugnada; Ernesto, sobrino de ambas; Antonio, hermano de Sofía y Carmina, que ha regresado a Oviedo al conocer la muerte de su hermana; Berta Llorente, una vidente con mucha influencia en Carmina; etc.

Son todos personajes muy creíbles, muy cotidianos, muy humanos, que la novelista presenta con el trazo ágil que caracteriza su escritura. La misma agilidad y naturalidad que muestra en la descripción de los ambientes y de los lugares ovetenses por donde se mueven todos ellos. La ciudad de Oviedo aparece como una localidad provinciana, donde todos se conocen, donde pasan pocas cosas, pero las pocas que suceden dejan mucha huella en ella. Así, sin ir más lejos en el detalle, se citan la estatua que la ciudad dedica a Woody Allen o "El culo", la escultura de Eduardo Urculo que aparece frente al teatro Campoamor donde cada otoño se hace entrega de los premios Princesa de Asturias. 

Estamos ante una novela que debe mucho [lo reconoce la mismísima Ana Lena Rivera en algunas de sus entrevistas] al inmenso aprecio que la escritora siente desde siempre por la literatura de Agatha Christie. El mismo ambiente costumbrista, de domestic noir, que caracteriza la narrativa de la escritora inglesa es el que se presenta en Lo que callan los muertos. Y digo de domestic noir no sólo por la naturalidad y el costumbrismo manifiestos, sino por la personalidad de la investigadora, Gracia San Sebastián, una mujer que no es policía ni detective, sino simplemente una persona curiosa por saber y conocer si en verdad lo de la Impugnada se trata de un suicidio o de un asesinato. El personaje de Jessica Fletcher, inspirado en la Miss Marple de Agatha Christie, palpita en la personalidad de Gracia. El guiño a la autora británica es patente en la sospecha de crimen que la protagonista cree ver donde hay suicidio; al ser preguntada por el comisario sobre que a qué se refiere con esta sospecha, ella le contesta («A personas envenenadas en sus casas o algo así, al más puro estilo Agatha Christie»). Una segunda evidencia se da cuando Gracia San Sebastián en un momento dado le dice a Rafa, el comisario ovetense
«Supongo que no te refieres a la típica escena final propia de Jessica Fletcher en Se ha escrito un crimen, donde el culpable confiesa mientras la policía lo graba todo desde el cuarto de al lado e interviene en el último momento.»
Woody Allen y España
Esta alusión a la serie televisiva "Se ha escrito un crimen", que durante doce temporadas (1984-1996) y 264 episodios hizo las delicias de los televidentes, es muestra clara de la adscripción de esta novela al domestic noir. Por si alguien no lo recuerda en Se ha escrito un crimen Jessica Fletcher (protagonizada por la actriz Angela Lansbury), profesora de inglés, empieza a escribir novelas de misterio y, además, a resolver numerosos casos de asesinato, gran parte de ellos ocurridos en Cabot Cove, lugar de residencia de la protagonista. La semejanza con Gloria San Sebastián es más que evidente.

Pienso que la autora tenía desde el inicio la idea de realizar una serie novelística noir. Y lo creo porque al finalizar la lectura de Lo que callan los muertos quedan cabos sueltos respecto a las relaciones entre algunos de los personajes y/o la vida privada de la protagonista. Esto invita y me incita a leer las otras dos novelas de la serie para saber cómo evoluciona la relación de Gloria con su marido Jorge; cuál será el futuro de su hermana Bárbara, de su madre Adela y de su amiga Sarah; etc., etc. 

Conclusión
Lo que callan los muertos se lee con mucho gusto y facilidad. Es el tipo de literatura que sirve para desconectar, para entretener. Es una literatura realista de corte costumbrista. Los personajes viven situaciones cotidianas y en su vida particular deben de enfrentarse a ellas y resolverlas como hace cualquier hijo de vecino; no estamos ante héroes buenísimos ni villanos malísimos, sino ante personas normales que en su día a día han de lidiar y disfrutar en sus casas con hijos y pareja. 

Se me olvidaba decir que en esa cotidianidad en la que se desenvuelven los personajes surge de manera espontánea, tal y como ocurre habitualmente en la vida, el humor. Un humor a la inglesa, o sea, nada soez, un humor fino y blanco. Así por ejemplo la relación vía wasap entre madre e hija, entre Adela y Gloria, dibuja en nuestros labios más de una sonrisa al reconocer y reconocernos en esa situación; otro tanto cabría decir del funcionamiento de la oficina de la vidente Berta Llorente con esa asistente que reclama el pago de la sesión realizada o por realizar.

No se me ocurre mejor manera de cerrar esta reseña que utilizar las mismas palabras que escribí al final de mi escrito sobre Las herederas de la Singer:
«una autora que recomiendo vivamente a cualquiera, que entretiene y enseña tanto por lo que cuenta como por cómo lo cuenta. Desde luego no será la única novela que lea de esta escritora asturiana afincada en Madrid.»

3 abr 2024

"El árbol de los plátanos de champú". Cuento de Isa Vázquez

8 comentarios:


Isa Vázquez, Isabel Vázquez García

Poco antes de las vacaciones de Semana Santa llegó a mis manos este cuento infantil ilustrado. Su autora es Isa Vázquez  (Isabel Vázquez García), profesora con destino actual en Londres. El dato es importante al ver que el texto de la narración está escrito en español e inglés. Evidentemente la actual actividad profesional de Isabel Vázquez se refleja con claridad en este cuento bilingüe: El árbol de la plátanos de champú (The shampoo banana tree).

La historia que se relata es la siguiente: Una niña y su padre tienen el pelo muy largo y carecen de champú para lavarlo y desenredarlo. Son muy pobres y lo poquísimo que tienen lo han gastado en comunicar con la madre que se ha marchado a ver mundo. ¿Cómo salir de esta infeliz situación? 
El amor por los libros que el padre ha contagiado a su hija los salvará, pues en la biblioteca de su localidad la pequeña sabrá de la existencia de un árbol que da plátanos de champú. Sólo tiene que ir a buscarlos y traerlos a casa. 

Lo anterior parece sencillo, pero está lleno de dificultades. La primera es la lógica oposición del padre ante tamaña aventura («No, no vayas»), oposición que vence la pequeña con atinadas respuestas a los peros paternos. El número tres, número mágico presente habitualmente en los cuentos infantiles maravillosos, aparece tanto en las reticencias paternas como en las claras contestaciones de la niña. También tres son los objetos que para la aventura se lleva ella, tres fases tiene su caminera aventura (atravesar ríos, escalar montañas, dormir en prados) y tres son los regalos que los monos del bosque le ofrecen para quitarle de la cabeza la "terrible" idea de llegar hasta El árbol de los plátanos de champú (un caballo, un castillo, una corona de reina), etc.

La niña es una heroína pues, pese a las advertencias de los simpático y juguetones monos a los que se gana peinándoles el flequillo que les impedía ver, se adentra en el bosque y ya sin la compañía de los micos colaboradores se enfrenta al monstruo, al terrible enemigo, a la Serpiente Maloliente que se Come a la Gente (SMCG) a la que superará gracias a su inteligencia muy superior a la de la SMCG y eso que la de ésta no es poca.

La aventura como se puede imaginar acabará bien y la niña conseguirá lo que iba buscando, regresará a casa y la felicidad reinará en ella y en sus moradores, pues gracias al champú que extrae de los plátanos cogidos del árbol de marras sus cabellos se vuelven dóciles y bien peinados. 

Si el cuento es de por sí entretenido y gusta mucho a los niños (lo he comprobado personalmente con mi nieto de tres años que, durante las pasadas vacaciones, no se ha cansado de solicitarme una y otra vez que se lo leyese de nuevo), las ilustraciones que acompañan al texto lo hacen más y más apetecible. Se trata de quince preciosas acuarelas obra de la propia autora en cuyas figuraciones el niño -pienso que tanto el que no sabe como el que sí sabe leer- mentalmente se sumerge, haciendo así mucho más suyo el contenido de la historia. Todos los personajes dibujados son amables y transmiten con claridad los sentimientos que cada uno de ellos alberga. Incluso la SMCG, tan malísima ella, se hace simpática a los ojos del lector y/u observador al comprobar que no es tan fiero el bichejo como parecía.

Del texto en inglés nada puedo decir al no ser la lengua de Shakespeare uno de mis fuertes, pero vivo rodeado de teachers y todos ellos alaban el mismo. Para reforzar este idioma en aquellos niños que ya lo estudian y para iniciar siquiera un poco a los que son legos en él, pienso que este cuento es un magnífico instrumento. Esto lo afirmo desde aquí, España, pero creo que otro tanto, referido naturalmente al idioma español, es aplicable a aquellos lectores -niños y mayores- que lo lean en Reino Unido, Irlanda, USA...

El árbol de la plátanos de champú es un cuento muy entretenido que encierra muchos valores: la amistad, el amor paternofilial, la bondad, la importancia de la inteligencia, las virtudes que encierran los libros y su lectura, la ayuda mutua... En fin, un cuento hermoso, muy apropiado para niños de infantil y/o primera etapa de Primaria. El cuento se presenta en formato horizontal de DIN-A4, el cual sirve para dar mayor realce a las preciosas acuarelas de Isa Vázquez que lo ilustran. 

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Para conseguir este cuento la autora proporciona las siguientes direcciones para contactar: irati13@gmail.com y @isavaz2018