«Soy un caso documentado, carnaza de rutina para las rotativas de los periódicos. Me han concedido cincuenta segundos en el noticiario de más audiencia y una columna y media en el Time. Y aquí me encuentro, ante vosotros (metafóricamente hablando, otra vez), y os aseguro que estoy totalmente cuerdo.»
Como en su día dijera Pablo de Tarso "los caminos del Señor son inescrutables"; del mismo modo, y referido a la elección de lecturas, cabe decir que las mismas responden a motivos de lo más variopinto. No siempre las razones son de índole literaria. En el caso de la novela que hoy traigo aquí lo que me impulsó a leerla no fue otra cosa que la (in)sana curiosidad por aquello que es difícil de encontrar, que nos pretenden esconder o directamente prohibirnos. ¿Puede haber algo más tentador que infringir una prohibición?
Resulta que un día de hará dos o tres meses, estando yo zapeando por los canales televisivos recalé en Cuarto Milenio, programa que dirige y presenta desde hace ya diecisiete años Iker Jiménez; en ese momento dialogaba el presentador con uno de sus colaboradores o invitados habituales, Juan Soto Ivars. El asunto que estaban tocando me interesó vivamente, pues hablaban sobre un libro -La edad de la ira de Nando López- que algunos decían podía haber inspirado el horrendo crimen del adolescente asesino de sus padres ocurrido en febrero de este mismo años; el motivo que aducían era que un ejemplar del mismo se encontraba entre los objetos personales del parricida. Al hilo de esta idea sobre el influjo que ciertas obras pudieran tener en la comisión de delitos, Soto Ivars citó títulos a los que se atribuía esta nefasta influencia; entre estos nombró el caso de un libro inencontrable por decisión de su propio autor, Stephen King, quien al hilo de un tiroteo ocurrido en 1997 en una escuela secundaria de West Paducah, Kentucky, Estados Unidos, decidió prohibir su reimpresión por ser inspirador, en opinión de algunos, de esta y de otras matanzas semejantes protagonizadas por adolescentes. El libro era la novela de terror Rabia publicada por el escritor bajo seudónimo en 1977.
Richard Bachman
Con estos antecedentes busqué la novela que he despachado con gusto en sólo dos días. La publicó King bajo el nombre de Richard Bachman, seudónimo utilizado por él a instancias de su editor. el cual consideraba inconveniente a efectos mercantiles la aparición en un mismo año de dos títulos por parte del exitoso escritor. Siete han sido las novelas aparecidas bajo este sobrenombre cuyo vínculo con Stephen King fue descubierto a finales o principios de 1985 por Steve Brown, un empleado de una librería de Washington D.C., quien advirtió numerosas semejanzas de estilo entre ambos autores. Richard Bachman de quien Stephen King había ido desvelando su "biografía vital" en las 'notas sobre el autor' en las primeras cuatro novelas firmadas por éste (Rage, 1977; The Long Walk, 1979; Roadwork, 1981; The Running Man, 1982) murió repentinamente a fines de 1985, según confesión del propio King en la introducción que escribió a la republicación de los cuatro primeros títulos de Bachman (The Bachman Books: Four Early Novels by Stephen King, 1985), de «cáncer del seudónimo, una forma rara de esquizonomia». Gran sentido del humor demostró el autor de Portland al confesarse así propietario de este alias que, pese a haber sido ya desvelado, utilizaría aún en tres ocasiones más: Thinner (Maleficio), 1984; The Regulators (Posesión), 1996; y Blaze (Blaze), 2007).
Rabia
Como ya he dicho esta novela, por deseo expreso del autor, desde 1997 no ha vuelto a reimprimirse. El motivo no fue otro que un tiroteo ocurrido en Heath High School ese mismo año. El causante del mismo fue Michael Carneal, un adolescente de sólo 14 años, en cuya taquilla se encontró un volumen de la novela, motivo por el que King decidió no volver a sacar a la venta más ejemplares.
"Los caminos del Señor son inescrutables" escribía yo al inicio de esta reseña tomando prestadas estas palabras a San Pablo. Qué gran verdad. Curiosa y penosamente mi lectura ha venido a coincidir con la tragedia desatada en una escuela de Texas por un joven de 18 años que ha acabado con la vida de 19 estudiantes y dos profesores. En esta ocasión, la novela de Stephen King, afortunadamente no ha tenido nada que ver.
Hechos como el antes citado hacen que nos formulemos la misma pregunta que se hacía Iker Jiménez en su programa hace dos meses: ¿Pueden algunas obras literarias tener una maléfica influencia en algunos de sus lectores? No es debate novedoso; ha habido ya otros casos en los que se ha esgrimido el influjo de lecturas como el detonador de tragedias. No sé, siempre será discutible que la literatura de crímenes o de terror pueda propiciar comportamientos malignos como el producido el 25 de mayo pasado. Más bien yo creo que una mente perturbada puede justificarse a sí misma con cualquier excusa, sea esta literaria, musical, cinematográfica, de amistades, etc., etc. Si hubiera una directa relación causa efecto entre lectura de ciertas obras y crimen habría -decía con criterio Soto Ivars en Cuarto Milenio- que prohibir muchísimos libros, los primeros el Corán y la Biblia.
Dejo, pues, a un lado estos daños colaterales en los que sinceramente creo poco y voy a lo que importa, o sea, a la literatura. Diré para empezar que a mí la lectura me ha agradado y me ha evocado las de otros grandes autores como Salinger o Philip Roth que tocaron el tema de la adolescencia y su perturbadora evolución en obras iniciales suyas. Me estoy refiriendo naturalmente a El guardián entre el centeno de J. D. Salinger escrita en 1951 y a El lamento de Portnoy de Philip Roth publicada en 1969. En mi opinión estas dos novelas son precedentes claros que seguramente King tuvo presentes a la hora de diseñar a Richard Decker, el adolescente protagonista de Rabia. Como el Caulfield rebelde de Salinger y el Portnoy de Roth, Richie (Richard Decker) está en la edad difícil, la adolescencia, en la que se desatan en la persona conflictos emocionales, desarrollo de la sexualidad, agresividad hacia los iguales, rebelión frente a la autoridad (padres y maestros), e incluso en algunas personas manifestaciones más o menos fuertes de posibles desarreglos mentales. Esto unido a un lenguaje directo y sin tapujos fue en estos tres títulos motivo de escándalo en una sociedad cuyos adultos se niegan a ver que sus retoños han crecido y ya no son niños, pero tampoco adultos hechos y derechos.
Sinopsis
Charles Decker es un adolescente de 18 años que sufre de esquizofrenia, al que quieren internar en un correccional por agredir a un profesor con una llave inglesa, provocándole un grave traumatismo craneal. Pistola en mano, y para que no lo encierren, secuestra a su clase toda una mañana. Para que la situación sea más llevadera Charles les cuenta parte de su infancia y su adolescencia; mientras, el ambiente empieza a caldearse entre los alumnos, y pronto comienzan a atacarse verbal y físicamente, contagiados de la demencia de Charles.
Mi comentario
Para los adolescentes, el espacio donde desarrollan su principal actividad es el Centro escolar. Es ahí donde los padres delegan en los profesores el principio de autoridad y la responsabilidad educativa que les compete. Y es contra estos profesores y contra el Centro, constituido por el edificio y sus dependencias y por los alumnos que a él acuden, contra quienes los chicos que se ven desbordados por la fuerza de un desarrollo intempestivo embisten. Richard Decker al inicio de la novela es llamado por el Señor Denver, director del Instituto, para hablar con él de la agresión que hace nada realizó contra John Carlson, el profesor de Física y Química, el cual tuvo que ingresar en el Hospital para ser sometido a una difícil operación que de milagro salvó su vida. Decker es frío y distante ante esta situación y en vez de sentirse compungido ataca al director con un lenguaje burdo y soez acusándolo -sin pruebas ni motivo alguno, sólo por desorientarle- de abusos sexuales sobre los alumnos y de estar obsesionado con las prendas íntimas de las alumnas. Tras esto, lógicamente, el director lo expulsa del Centro.
La acción desarrollada en la novela dura sólo unas cuatro horas, desde el inicio de las clases a las 9:00 hasta la resolución del conflicto desatado por Charlie a eso de las 13:00. Durante esas horas Charlie quema una taquilla, mata a dos profesores y secuestra a los alumnos de su clase, a quienes mantiene encerrados en el aula con él dentro amenazando a profesores y policías con empezar a matarlos si no siguen sus instrucciones. Su deseo no es otro que desahogarse ante sus compañeros, testigos y colegas de sus frustraciones y aspiraciones cotidianas. El diálogo que mantiene con ellos es bastante bien recibido por todos ellos excepto por Ted Jones, el antagonista de Charles Decker, y contra el que en definitiva va dirigida toda la performance que el adolescente arrastrado por un brote psicótico ha montado.
Conoceremos el porqué de la actuación de Charlie a raíz de la familia en la que vive. Una excursión de cacería con su padre y los amigos de éste cuando él contaba sólo 9 años lo marcarán para el futuro. El consumo inmoderado de alcohol por parte de los adultos, la brutalidad con las piezas cazadas, los comentarios soeces, sexuales y misóginos del padre y sus amigos no los olvidará nunca. También el deseo materno de influir en sus gustos y en sus amistades será un peso que difícilmente logrará quitarse de encima. Luego vendrán sus decepciones con algunas chicas, sus deseos sexuales desatados, su inexperiencia en el sexo, etc., que él verá confirmadas por las vivencias semejantes que sus compañeros han tenido y que cuentan en voz alta en la clase. Charlie, en los relatos vitales que lanza a sus compañeros durante estas tres o cuatro horas, se muestra como un ser desvalido e inseguro que no aguanta a nadie ni siquiera a sí mismo. Sólo hay una persona que siempre estará junto a él, su amigo Joe, pero ni siquiera a él le consentirá que lo ayude.
Estamos ante una novela en la línea de aquellas que abordan el desarrollo psicológico del adolescente. Ese momento de la existencia tan complicado en cualquier persona tenida por normal, lo es mucho más en aquellas que tengan o manifiesten el menor desequilibrio. Es el caso de Charlie. Él mismo no se explica por qué hace lo que hace, pero tampoco manifiesta ningún tipo de arrepentimiento ante sus actos; estamos ante un psicópata, un ser frío e insensible, del que en momentos muy aislados percibimos ciertos fulgores del buen chico que pudo ser pero que él mismo y sobre todo la sociedad en que vive (sus padres, el vecindario, la escuela, los profesores, los compañeros insensibles a su problemática, las chicas y la atracción sentida hacia ellas con los primeros desengaños y decepciones pseudoamorosas, etc.) llevaron al traste. Todo está y ha actuado en su contra.
Como ya he dicho, he leído Rabia con gusto y en poco tiempo. La escritura de Stephen King abduce y capta al lector desde el primer momento. Tiene una manera de escribir que resulta adictiva para quien se acerca a ella. Esa cualidad es la que ha hecho del autor un productor de best sellers como pocos. A su estilo directo, con pocas distracciones tipo extensas descripciones preciosistas, se unen los efectos de suspense que maneja y sabe dosificar como nadie. Además, su conexión con los lectores se ve aumentada merced a la introducción de elementos propios de la cultura pop:
- Utilización de títulos de películas, nombres de actores o actrices de cine (Raquel Welch, Richard Widmark, James Cagney, John Carradine, y otros) como términos reales de algunas imágenes o simplemente como elementos de comparación:
- «No me sentía en absoluto como un hesiano, sino más bien como un Wild Bill Hickok» (Will Bill Hickok fue un pistolero norteamericano real del siglo XIX que dio título a películas muy populares tanto en cine mudo como sonoro rodadas en los años y décadas anteriores al momento en que sucede la narración)
- «Era como ver Bonnie and Clyde, en el cine, salvo que Charlie se había vuelto majara y no había palomitas de maíz» (Bonnie and Clyde es un film de 1967 que tuvo un enorme éxito popular).
- Referencias a la música popular del momento que quienes tienen el libro en sus manos conocen sobradamente: The Beatles, The Rolling Stones, Mungo Jerry, Bobby Sherman, y muchos otros más. Personalmente he disfrutado mucho con las referencias musicales que aparecen en la novela. Las he buscado en Spotify y dejo aquí el enlace a las mismas -trece temas- pues entiendo que a muchos que os pasáis por aquí os gustarán:
- Alusiones literarias. Si en cuanto al culturalismo presente en la novela abunda lo señalado hasta aquí -cultura pop de masas-, es evidente que, tratándose de una obra literaria, las menciones culturales al mundo que le es propio, la literatura, también son profusas. Hay una diferencia importante entre las alusiones que se hacen a libros y/o escritores y las musicales o cinematográficas ya señaladas: las literarias están referidas a obras y autores que, aunque populares, son menos conocidos dado que con ellas viene a significarse el elevado coeficiente intelectual de Charlie, «el hijo psicópata de Carl Decker, el tipo que casi había matado al profesor de física y química», un chico que junto a su antagonista y elemento desencadenante de su violento proceder, Ted Jones, está por encima del común de sus compañeros de clase:
- «yo me encontraba escuchando a la señora Underwood, que repasaba los conceptos fundamentales del álgebra en el día siguiente a un examen terrible que, al parecer, sólo habíamos aprobado Ted Jones y yo»
- «La mayoría de los chicos no concede ningún valor al cerebro; un tipo con un cociente intelectual alto que no sabe jugar al béisbol, o al menos acabar tercero en una paja en grupo, es un cero a la izquierda.»
Mediante las alusiones a libros y escritores, en la novela se viene a marcar la diferencia generacional: padres adocenados y de poco nivel intelectual versus jóvenes más interesados por literatura de mayor calidad:
- «Fui hijo único, pues mi madre no quiso tener más. Es una mujer muy intelectual; lee novelas inglesas de misterio, pero nunca de Agatha Christie —prefiere las de Víctor Canning y Hammond Innes—, además de revistas como The Manchester Guardián, Monocle y The New York Review of Books.»
- «Dana sacó una gran pipa de agua adornada con arabescos de una estantería baja, llena de libros de Hesse y Tolkien, así como ejemplares del Reader’s Digest, que, sospeché, pertenecían a sus padres.»
Para finalizar
Pienso que Rabia en su momento pudo producir escándalo en la sociedad bien pensante norteamericana por varios motivos:
- La manera de hablar del sexo sin pelos en la lengua:
- («—El tipo no olía muy bien —continuó Sandra—. Pero era fuerte, más corpulento que Ted. Además, no estaba circuncidado. Eso lo recuerdo muy bien. Cuando echó hacia atrás el... el prepucio, ya sabéis, su glande me pareció una ciruela. Pensé que me dolería, aunque ya no era virgen»)
- El empleo de expresiones con sentido ofensivo y discriminatorio hacia colectivos sociales, que hoy no tendrían un pase:
- («En alguna parte había leído que no se precisa haber tenido ninguna experiencia homosexual para ser un afeminado. Uno podía serlo sin tener conciencia de ello, hasta que el marica oculto en el armario se abalanzaba sobre uno como la madre de Norman Bates en Psicosis» o
- «había allí un campamento de auténticos indios de las reservas, la mayoría de los cuales te miraba como preguntándose cuánto pelo te habría salido ya en el culo y si merecería la pena arrancártelo como si de una cabellera se tratara»)
- Mostración sin tapujos de la rebelión adolescente contra la brutalidad y adocenamiento alcohólico y pastillero medicamentoso de muchos padres:
- «—Apestas —repuse—. Has jodido tu matrimonio y también a tu único hijo. Ven e intenta pegarme si te atreves. Me han expulsado de la escuela. Tu esposa está convirtiéndose en una adicta a las pastillas. Y tú no eres más que un bebedor empedernido. —Mi voz era ya un puro grito—. Ven aquí e inténtalo, imbécil de mierda.»
Todos estos factores son más que suficientes para justificar el éxito popular de la novela. Pero además de esto, el estilo de Stephen King captura en sus redes a quien lo lee por la manera de presentar la historia a base de oraciones breves y directas como se puede ver en varias de las citas anteriores; por ese narrador protagonista en primera persona el cual a veces viene a confundirse con el propio autor; por el empleo del estilo indirecto libre en la proporción adecuada y debidamente combinado con el resto del texto a fin de provocar -¡y conseguir!- en el lector la sensación de estar inmerso en la historia que se relata («Dejé salir el aire entre los labios con un silbido. Qué hombre más sorprendente. No me extrañaba que le hubieran encargado aquellos anuncios sobre seguridad vial.»), por la manera tan precisa de manejar los tiempos narrativos:
- Tiempo externo: la acción se sitúa en 1976 habida cuenta de los datos que va dando el narrador bien directamente en unas cartas finales que aparecen fechadas en noviembre y diciembre de ese año, bien cuando en alguno de sus flash backs da información suficiente para llegar a esta conclusión:
«Un día de otoño de 1962 se me ocurrió arrojar piedras contra las sobrevidrieras que papá se disponía a colocar.[...] Yo tenía cuatro años. Era un espléndido día de octubre para romper ventanas.»
- Tiempo interno: la historia del secuestro propiamente dicho dura unas tres horas y media, iniciándose poco antes de las 10: «Observé el reloj de la pared. Eran las 9.50. A las 9.05 me hallaba sentado en mi pupitre, junto a la ventana, observando a la ardilla.» y finalizando a la 1 de la tarde con dos menciones a la proximidad de ese momento: «Eché un vistazo al reloj de la pared, Eran las 12.30.» para finalmente cuando el suceso está a punto de concluir: «Faltaban tres minutos para la una.». Este tiempo interno se abre y se dilata hacia el pasado a través de las 'vueltas atrás' o 'flash backs' que tanto el propio narrador como sus compañeros, al contar sus propias historias, realizan. De esta manera, como se ve claramente cuando dice que en otoño de 1962 tenía cuatro años, la historia completa abarcaría desde 1958 hasta 1976.
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Nota:
Otros libros de Stephen King reseñados en el blog son los siguientes:
Aunque he leído bastantes novelas de Stephen King, desconocía esta, quizá por no haberse reimpreso por expreso deseo de este autor.
ResponderEliminarYo sí creo que la violencia en la literatura y especialmente en el cine puede empujar al violento y al perturbado a imitar a su alter ego en forma del protagonista de un acto tan atroz como el asesinato a sangre fría que tan acostumbrados estamos a ver en la pantalla. Así pues, como me considero una persona equilibrada, podría leer Rabia sin temor a convertirme en un asesino en ciernes, je,je. Veré si puedo hacerme con un ejemplar de segunda mano, pues me gustaría leerla.
Un abrazo.
Sobre la influencia de las obras de ficción en el actuar de las personas se ha escrito mucho. Se ha perseguido incluso a escritores de novelas de crimen por considerar que sólo un asesino podría describir de modo tan detallado todas y cada una de las circunstancias de un crimen atroz. Sobre el proceder de asesinos y su justificación, en muchos casos se ha echado mano de libros de ficción en los que apoyar lo ilógico de su comportamiento. Ahora mismo recuerdo la mala fama que tuvo -y quizás sigue teniendo- "El lobo estepario" de Herman Hesse. El joven que atentó contra John Lennon llevaba un ejemplar en su bolsillo. En fin, como digo en la reseña, al desequilibrado cualquier cosa le sirve para desatar su acción asesina.
EliminarEl efecto imitativo sí que funciona, eso sí. De ahí que cuando una novela produce en el lector una identificación grande con el protagonista o cualquier otro personaje el influjo puede producirse. Pero ¿deberíamos prohibir estos libros sólo porque en el mundo hay personas que no están en sus cabales? ¿Debería de existir una policía de la creación ficticia? Sinceramente, no lo creo.
Te gustará esta novela, si la encuentras. Desde luego en las bibliotecas está porque sólo prohibió las nuevas reimpresiones, no eliminarla de la faz de la tierra.
Un saludo
Hola, Juan Carlos.
ResponderEliminarHablamos de un escritor tan inteligente y astuto que supo ver a tiempo lo que estaba sucediendo en EE UU y la insólita cadencia de los asesinatos en sus escuelas. Es por eso que se pudiera justificar la no re-edición de un libro aunque dicho lo cual entraríamos en el pantanoso asunto de la auto-censura. Por cierto, es insólito como Mr. Trump y la banda del rifle proponen como solución armar a los profesores y a los colegios en una mayor escalada cuando la solución pasa por la prohibición de la venta de armas y el desarme de una población obsesionada y atemorizada. Respecto al libro me parece una tentación absoluta seguramente creada por ese deseo por lo prohibido que muy bien reflejas.
Excelente disección de la novela y del contexto tanto literario como social.
Un fuerte abrazo.
Lo de armar a los profesores es una idea de lo más peregrino. Sabido es que cualquier adolescente, incluso los que tienen la cabeza en su sitio, se rebelan contra la autoridad; si en esta rebelión entrasen en acción las armas de fuego, entonces esto ya sería el acabóse.
EliminarEste King escribe con una facilidad pasmosa. Al hilo de esta lectura he visto por ahí que tiene novelas que hizo bajo los influjos de las drogas; quizás esto explique algo esa manera de imaginar situaciones terroríficas tan impactantes. Ha renegado de alguna novela escrita bajo esta nefasta influencia, pero en el listado de las mismas no figura "Rabia", algo que considero normal porque lo que presenta es una reacción 'normal' de un adolescente esquizofrénico algo psicópata. No hace falta machacarse el cerebro a base de mescalina, cocaina o lo que sea para presentar con todo lujo de detalles a una persona con este problema.
Gracias por tus palabras, Miguel
Um abrazo
Hola, Juan Carlos.
ResponderEliminarEs muy cierto que las formas de llegar a la lectura de un libro son tantas como lecturas y lectores hay. Una buena razón sin duda es la prohibición, o la catalogación de una novela (o película) como maldita. Leí este libro hace mucho tiempo, y no es porque en España las leyes sobre la tenencia de armas sea más dura que la americana, mucho más dura sin duda, pero no se me ocurrió ir pegando tiros por las escuelas. Tampoco uno se hace vampiro tras leer Drácula ni mago con superpoderes al leer Harry Potter, pues en caso de violencia la realidad siempre supera a la ficción. Aunque las mentes enfermas encuentren acicate en ciertos libros.
La culpa no es de la literatura, si no de la ley. Menos armas, menos acceso, entre otras cosas, y menos matanzas, así de claro.
El libro me gustó, y no me importaría releerlo, por suerte tengo un ejemplar de hace años.
Un beso.
Totalmente de acuerdo contigo, Yolanda. De los niños y jóvenes se dice que deben de evitar los videojuegos violentos porque luego pueden llevar esas ficciones a la vida real. Hombre, lo normal es que no sea así; a los que están mal de la cabeza cualquier cosa hace que se les salte la pinza.
EliminarComo bien dices tú y también Miguel lo que hay que hacer es prohibir la venta de armas; seguro que disminuiría hasta la violencia policial desmesurada pues un policía que piensa que cualquier ciudadano puede portar un arma es más brutal que otro que piense lo contrario, ¿no te parece?
Un besazo
Leí hace unos meses La edad de la ira y creo que te gustaría. Lo de que fuera el detonante para ese parricidio me resulta más extraño, pero las cabezas criminales tienen motivaciones que se nos escapan.
ResponderEliminarTomo nota de esta novela. No parece de terror (aunque bastante terror hay en un adolescente disparando contra sus compañeros) y las cosas que he leído del autor tras años sin atenderlo me han gustado mucho. Además esa comparación con las novelas de Roth y Salinger, ambas que me han gustado mucho, me tienta demasiado.
Un beso.
Lo más terrorífico, creo que lo decía Hitchcock, es lo que sucede dentro de la mayor cotidianidad. Y qué hay más cotidiano que un alumno llamado por Jefatura de Estudios para reconvenirle una conducta o unos adolescentes que van a un cumpleaños donde se sienten atraídos y rechazados a veces por igual por unos o por otros. Toda esta vida del día a día va acumulándose en el disco duro de este chico hasta que un día algo, una tontería menor, hace que eclosione y ¡zas! se montó la mundial.
EliminarComparo la novela con Roth y Salinger no porque esté a la inmensa altura de esos dos prodigios de la literatura sino más bien porque sus novelas anteriores en el tiempo han calado en King que hace en Rabia una novela de protagonista adolescente al estilo de los de Roth y Salinger. Clara influencia de maestros hacia discípulo.
Un beso
En ocasiones es realmente curioso cómo llegan los libros a nosotros o nosotros a ellos. La novela ni la conocía y por lo que cuentas es normal que no lo hiciera, aunque a ello debemos añadir que no soy lectora de King sencillamente porque no soy lectora de terror, pero ya veo que esta novela no es del género, por mucho que los hechos narrados nos pongan los pelos de punta.
ResponderEliminarBesos.
Qué bien has descrito ko que esta novela es. Se la suele adscribir al género de terror porque lo que sucede en ese instituto es terrorífico pero verdaderamente lo que sucede dentro de ese aula durante esas tres o cuatro horas no lo es tanto.
EliminarUn beso, Manuela
Gracias por comentarme
ResponderEliminarTe cuento no soy escritora,soy blogger por lo tanto todo lo largo me marea
escribo corto pienso corto vivo al dia
Seria imposible muchas cosas mi querido gracias un abrazo
Stephen King: "No dejas una lata de gasolina donde un chico con tendencias incendiarias pueda ponerle las manos encima"
ResponderEliminarMe encanta como escribe.
Pero en este momento de mi vida
no
leo
novelas
La tragedia que es vivir hoy en dia me dejan con ganas solo de andar en la calesita del tiempo
un abrazo desde Miami
No soy lectora de Stephen King; y, por ahora, creo que así va a seguir. Un beso.
ResponderEliminarSiendo profesor de lengua y literatura en el instituto muchos alumnos se me acercaban y me decían que estaban leyendo a Stephen King y que les apasionaba. Yo, entonces, solía decirles que había mejores lecturas que hacer intentando desincentivarles esta atracción. Fue más tarde, casi cuando dejé de dar clases cuando llegué a King y tras una serie de libros me he dicho "Hombre, pues no está mal este chico"; he reflexionado además sobre que lograr conectar con el lector también es un valor que no está al alcance de cualquiera. Y el prolífico escritor norteamericano lo consigue.
EliminarBesos
He conocido esta novela de King hace poquito y me hubiera gustado no conocerla, porque escuché de ella a causa de esa desgracia ocurrida en el colegio de Texas. A veces no sé qué pensar sobre si los libros, la tele, el cine... influye en toda esta violencia que hay hoy día. A veces creo que sí, otras pienso que el violento siempre va a existir, porque siempre ha existido. Lo único es que hoy hay más medios para hacer más daño. Si ilegalizaran las armas, suponemos que algo se frenaría, pero siempre existe el mercado negro. Y es tanto el dinero que este negocio mueve que no creo que en EEUU lleguen a prohibirlas. Poderoso caballero es don Dinero... En fin, sobre el libro, me has dejado con mucha curiosidad. Tendré que curiosear en la biblioteca.
ResponderEliminarBesotes!!!
Toma... Juan Carlos, ahí le has dado, con lo de que habría que prohibir para empezar los primeros el Corán y la Biblia, qué de acuerdo estoy y cuántas muertes en nombre de un dios se habrían evitado ¿o no? pero bueno, lo que dices, probablemente todo sean excusas para los que sienten ansias de violencia (¿también trastornos psicológicos encubiertos, traumas pasados no solucionados?), para justificar lo injustificable.
ResponderEliminarEs curiosa la coincidencia de tu lectura con la triste matanza en Texas, imagino que ya te pilló con ella en las manos.
King no está entre mis autores en mente para lecturas futuras, lo leí mucho en su día, pero me terminó cansando mucho y no consigo que me apetezca. Perooo sinceramente esta novela prohibida tan sin pelos en la lengua y ese argumento, me parecen interesantes, por ese abordaje psicológico de los adolescentes que comentas
No conocía los antecedentes de esta novela de King.
Imagino que también, al ser la trama de profes e institutos habrá ayudado a que la disfrutaras
Besos
Pues sí, Marian, la temática de profes e instituto, es algo que me atrae por haberla vivido desde dentro durante muchos años, afortunadamente, eso sí, sin estas situaciones tan brutales, claro. Los adolescentes se están probando siempre a sí mismos; es una edad de inseguridades máximas que pueden derivar en acciones incontroladas como la que aquí se presenta. Naturalmente para que esto suceda se necesita un contexto ad hoc, que en este caso es la sociedad norteamericana donde la venta y compra de armas mortíferas es completamente legal.
EliminarLo comencé a leer un lunes y creo que el atentado de la escuela en Texas fue precisamente el martes siguiente. Sí, fue una penosa casualidad que me hizo poner más atención a lo que King ¡¡en el año 1977!! ya decía sobre el asunto. Poco, o nada. ha cambiado la película de entonces a hoy.
Un fuerte abrazo y muchos besos
Sí que es sugerente el preámbulo... Aquellos libros que sus autores "repudian" (tienes razón) ejercen una atracción casi irresistible. Y cuando quien firma la obra es Stephen King, para qué contarte. Ignoraba la existencia de esta obra. Procuraré buscarla. King siempre me convence.
ResponderEliminarTiene el morbo de haber servido de inspiración -dicen algunos- a algunos desequilibrados adolescentes para sus ataques con armas a los colegios donde estudiaron. Esta afirmación. com digo en la reseña, es algo cuestionable, pero ahí está, y lo que decidió el autor sobre la novela también, así que...
EliminarUn abrazo
Hace tiempo que no leo novelas de Stephen King, me gustan por su manera de narrar y ponerte en situación pero a la vez me deja un nerviosismo interior que tardo en sacar. Tomo nota para futuras lecturas. Magnífica reseña Juan Carlos, es siempre un placer leerte.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Hola, Rita:
EliminarDesde mi punto de vista esta novela no tiene ese punto de nerviosismo interior al que aludes. En mi opinión sorprende por la manera de comportarse el protagonista con sus mayores a los que dice unas cosas bastante fuertecitas, pero poco más; no se recrea en los crímenes ni nada de eso. Así que, creo que no te va a causar ningún problema leerla. Ya verás.
Un beso
Impresionante disección de una novela que leí hace muchos años y que he vuelto a recordar gracias a tu espectacular reseña.
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