“Los años pasan despacio mientras se suceden los días, Inés, y sin embargo, no son más que un soplo cuando se mira atrás, casi espiando, desde un recodo del camino, ¿verdad? A mí al menos se me fueron en un suspiro, como una exhalación. Parí mis hijos mientras seguía trabajando, a Ascensión, a Dolores, a Matías, a José. En poco más de 5 años, cuatro criaturas.” (pág. 309)
Conozco a Sara Mañero por haber intercambiado con ella en las redes sociales opiniones sobre libros en particular y literatura en general, pero hasta ahora no había leído ninguna de sus obras. Agradezco desde aquí la inciativa de Rosa Berrós, administradora del blog "Cuéntame una historia", de celebrar su cuarto cumpleblog con una Tertulia Literaria sobre esta novela de Sara. Y se lo agradezco porque en verdad he disfrutado mucho con su lectura por muchas razones que a continuación pretendo exponer. Pero antes de nada os diré algo sobre la autora de "Atrapando la luz".
Sara Mañero Rodicio es Licenciada en Filología anglogermánica y Doctora en Filología Hipánica por la Universitat de València, doctorado que alcanzó con una tesis titulada "El Arcipreste de Talavera Alfonso Martínez de Toledo". Ha realizado traducciones de obras literarias importantes ("La comedia de las equivocaciones" de Shakespeare; "Dos leyendas" de Ted Hughes; "Cuatro cuartetos" de T.S.Eliot...) así como adaptaciones teatrales.
Su obra de creación está formada por ahora por varios relatos publicados y tres novelas: "Mientras sorprendan los días" (ed. Hades, 2015), "El sueño del árbol" (ed. Verbum, 2015) y "Atrapando la luz" (ed. Verbum, 2018).
Además de lo anterior, que he extraído de la contraportada de la novela que acabo de leer, es evidente que Sara tiene un gran conocimiento de la historia de España, en especial del período que va de 1880 a 1940. Se evidencia este conocimiento en su segunda novela, que trata sobre la guerra de Filipinas; y también se ve con mucha claridad en "Atrapando la luz" donde el repaso memorialista que realiza Elvira, la protagonista, comprende un amplísimo período que se extiende desde varias décadas anteriores a su nacimiento en 1889 hasta la primera década de este siglo XXI.
Mi opinión
Diré por qué me ha satisfecho mucho la lectura de "Atrapando la luz". Todo en ella ha sido de mi agrado, desde la historia que presenta, la de una mujer que se rebela contra las imposiciones que la sociedad de su tiempo imponía a las mujeres y que desde bien joven luchó por realizarse plenamente tanto en lo personal, como madre, sin dejar de lado lo profesional, como fotógrafa reconocida; pero junto a esto lo que más me ha gustado es la forma que Sara Mañero da a su historia, utilizando una estructura no lineal, con saltos hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, desordenada, como es normal en una anciana de 95 años que languidece en la cama aguardando la próxima y segura llegada de la marcha definitiva. Pero vayamos por partes, primero el asunto, que tal como figura en la contraportada del mismo libro es el siguiente:
Una mujer adelantada a su tiempo, la fotografía como pasión insoslayable, las guerras del Rif como tan sólo uno de sus contrapuntos históricos… Elvira, desde la lejanía de una existencia vivida con intensidad, nos permite acompañarla en su viaje a través de un mundo cambiante. El mapa de su vida —de Dueñas a Madrid, de Madrid a Melilla, y de vuelta a Madrid— estará marcado por la rebeldía, la independencia, el dolor, la duda… y un deseo perpetuo de atrapar la luz con su cámara. “Porque no recuerdo la realidad, sino su retrato, como si la fotografía no solo fuese razón de vida, sino vida misma”, afirma la protagonista, que enfoca con su objetivo tanto los conflictos de la historia de España en que se ve inmersa, como un espacio íntimo tensionado por ilusiones y decepciones. (Sinopsis ofrecida por la propia editorial)
Nada más comenzar vemos a Inés, nieta de Elvira, interesándose por los recuerdos que esta mujer de 95 años postrada en cama pueda darle. Inés es una profesional que pasa unos días en casa de Marisa, su madre, donde languidece la abuela Elvira. A Inés le interesa todo lo que Elvira pueda contarle porque en ella ha descubierto a una mujer liberada en un contexto sociocultural difícil y bien distinto al actual. Elvira recuerda en un discontinuo ir y venir en el tiempo su lucha en casa de sus padres por poder estudiar y no quedar relegada, como les sucedía a las niñas, al exclusivo papel de cuidar de los hermanos varones, casarse y atender a los padres cuando estos llegasen a mayores. No, Elvira quiere estudiar y para ello se las ingenia como puede primero comprometiéndose a enseñar a Alfonso, su hermano pequeño, y luego inventando argucias y patrañas para poder justificar su estancia en Madrid sin resultar gravosa a la familia. Hará de la necesidad virtud y entrará a trabajar en el estudio de un fotógrafo que la contrata sólo para que la clientela sea atendida por una cara bonita; sin embargo pronto demostrará tener iniciativa y dotes artísticas para la fotografía y empezará en ese estudio a realizar labores más profesionales.
En Madrid conoce a Gonzalo, su primer amor, que es quien la ayuda a encontrar un alojamiento y también la introduce en el mundo de la fotografía. A través de él conoce las mieles y los sinsabores del amor; a consecuencia de estos últimos y rotos definitivamente los lazos con sus padres, disgustados por la deriva de Elvira en Madrid de la que ellos eran ignorantes, opta por ir a Melilla para cubrir como fotógrafa la guerra que España en 1909 está teniendo en Marruecos por las revueltas de las tribus del Rif.
En la pensión de estudiantes donde vive en Madrid y a la que retorna a la vuelta de Marruecos es atendida como una hija por la dueña de la pensión. Allí conoce a Juantxo, a cuyo través y por una serie de circunstancias que no es cosa de desvelar aquí, conocerá a Mateo"el Rubio" con quien se casará y tendrá seis hijos. En Madrid la vemos evolucionar como profesional reconocida codeándose con otras mujeres liberadas, profesionales como ella: Carmen de Burgos, Concha Espina, Sofía Casanova... Las conoce y las trata en las tertulias literarias de Gómez de la Serna, de Valle Inclán, de Baroja o Azorín... en esa España viva, culta, activa, de la Edad de Plata anterior a la Guerra Civil.
Y finalmente la Guerra y el franquismo. Aquí, en este período ominoso, Elvira, que nunca ha abandonado del todo su profesión de fotógrafa pese a las enormes dificultades que el contexto sociopolítico imponía a las mujeres para su desarrollo profesional, siente temor por sus hijos que, educados en la libertad que se respiraba en el hogar, luchan contra la dictadura.
Los cabos sueltos en la narración de la anciana Elvira los buscará Inés en la localidad natal de su abuela donde encuentra a familiares de esa rama que se distanció de ella a raíz de haber sido expulsada de casa por su propio padre. Y aquí Inés encuentra a Elvira, nieta de Alfonso, su queridísimo tío abuelo, hermano de Elvira. Esta sobrina nieta recobrada irá a visitarla y la anciana Elvira entenderá que su paso por este mundo está más que cumplido pues en la joven Elvira se ve reflejada ella misma, y lo que es más importante,este encuentro le sirve para visualizar a través de sus palabras las vivencias infantiles y juveniles en el pueblo que la acompañaron siempre:
“Me ha hablado de sus abuelos y yo, educada, le he preguntado por sus padres, aunque me interesara muy poco la vida de esas personas a las que no conocí. Se lo debía. Por gratitud. Por dejarme acariciar las medallas que limpiaba de niña y traerme imágenes de los dedos regordetes de mi hermano al imitarme, por permitirme recordar con su abuelo el camino hasta el chozo, sintiendo de nuevo el aire fresco en las mejillas, y seguir en el rumor de los álamos del arroyo con Marcial, por hacerme distinguir la cara amiga de Gervasio, por llevarme a pasear por Dueñas, por ayudarme a recuperar mi infancia y mi juventud.” (pág. 390)
Es una historia, en definitiva, de liberación feminista, en la que la equidad masculino-femenina (presencia/ausencia) es bien visible y en la que la protagonista elige desarrollarse profesionalmente sin renunciar a nada proveniente de su condición de mujer, pero también sin ocultar las dudas y los sacrificios que dicha elección conlleva. Así, cuando Elvira decide volver por segunda vez a Melilla y su marido Mateo, que es médico, decide acompañarla a pesar de que ella preferiría que no lo hiciese para que sus hijos quedasen a cargo del padre
De esta historia han llamado especialmente mi atención tres aspectos:“No insistí. No pude. Aunque el miedo a que pudiera sucederle algo me atenazaba el pecho como ningún temor había hecho antes. Debía renunciar o aceptar su compañía. Y no quería ir, pero no podía quedarme.” (pág. 320)
- Uno obedece a cuestiones meramente personales, por ser yo natural de Salamanca y haber tenido durante mi niñez contacto con la localidad Matilla de los Caños del mismo modo que la protagonista de este relato: a través de muchachas, naturales de este pueblo muy próximo a la ciudad, que ayudaban en casa de mis abuelos y también en la mía. Este mundo hoy ya desaparecido que Sara Mañero evoca en su relato me ha interesado vivamente.
- Otro es la inmensa información, desconocida en gran parte por mí, que aparece en la novela sobre ese conflicto de la Guerra de Melilla que culminó en el desastre de Annual y que marcaría el futuro de España durante el siglo XX al ser los militares aquí fracasados los que en 1936 quisieron restañar las heridas recibidas en su orgullo con el Golpe Militar de infausto recuerdo.
- Y el tercero y más importante es el propio de la Fotografía y su evolución que la escritora presenta de manera natural según discurre la vida de esta mujer y van cambiando sus pertrechos profesionales: la cámara alemana Globus 30×40, la cámara francesa Sonido Gaumont, la Nettel, la Goerz, la Leika, etc.
La presentación
Creo que a la calidad indiscutible de la novela contribuye, y no poco, la manera como la escritora la presenta. Constantemente hace uso del monólogo interior y la introspección en los recuerdos de Elvira.
Me ha gustado mucho el empleo de distinta tipografía en general a lo largo de toda la novela que sirve para mostrar los distintos tiempos, el evocado y el presenta actual; pero al respecto lo que más me ha sorprendido es observar que en un mismo párrafo alternen, según sea el personaje que intervenga, las distintas tipografías.
También creo que hay que destacar el punto de humor que en no pocas ocasiones tiene el relato como cuando para revelar la pésima organización del Estado comenta que el fotógrafo Luis Marín, funcionario durante un tiempo, pese a haberlo dejado por la fotografía seguía cobrando el sueldo.
Asimismo desde el punto de vista formal quisiera resaltar la imbricación en la novela de varios géneros. Así, a la innegable novela histórica que la misma es, se superpone en algunos momentos, por ejemplo en la relación amorosa entre Elvira y Gonzalo, un evidente tono de novela rosa
“-¡Elvira! ¿Me oyes? ¡Soy yo! ¿Estás bien?Y como novela histórica que es, la misma incurre en algunos, no sé si intencionados o no, anacronismos. El más flagrante es, estando en 1917, nombrar como Glorieta de Ruiz Jiménez la plaza que hay al final de la calle de San Bernardo. Tal denomincación es imposible pues no será hasta 1934 que la misma sea denominada así en homenaje al que fuera alcalde de Madrid, Ruiz Jiménez, padre del que luego sería efímero ministro de educación de Franco. Y también considero anacronismo la reflexión de Elvira, más propia de hoy día, sobre dejar a los niños al cuidado de los abuelos en el caserío vasco mientras los padres aprovechaban para solazarse viajando
Cuando le miré supe que sí, que no podía estar mejor, que nada de lo acontecido hasta entonces tiene importancia, que la vida volví a empezar allí, entre sus brazos.” (pág. 193)
“De todos modos, como yo no ignoraba cuánto habría deseado ejercer en su pueblo, cerca del caserío familiar, los largos veranos llevábamos allí a los niños, con los abuelos, para librarles de los calores estivales, y nosotros acudíamos siempre que podíamos, aunque también aprovechábamos esos días de libertad para viajar sin rumbo, para capturar otras luces.” (pág. 310)Y sobre todo me ha gustado cómo la autora a través de las palabra, cual si de una cámara fotográfica se tratase, consigue hacernos "ver" lo que esta mujer, verdadera precursora de un tiempo por venir, vivió, conoció y vio.
Para finalizar
La novela me ha parecido un muy buen documento sociológico de una época de España, aquella en la que las mujeres estaban sólo destinadas a casarse y atender al marido a cuya férula pasaban directamente desde la del padre. Eran seres considerados inferiores, imperfectos, indefensos si no estaban a cargo de un hombre que las protegería y atendería para en lo posible salvar la idiocia en que, se consideraba, el género femenino vivía inmersa.
Mucha información relevante y novedosa, al menos para mí, contiene este relato de Sara Mañero. No es el menor, junto al de la Guerra de Melilla, el de la educación que se impartía en España a principios del siglo XX cuando el personaje protagonista está intentado formarse. El libro que establecía las normas de conducta y de comportamiento de uno y otro género, de chicos y chicas, era el "Juanito" de Parravicini, vigente en muchos países de Europa desde 1837 en que se editó en Italia. En España se utilizó durante para enseñar a leer a los escolares al tiempo que se les inoculaban las normas de conducta que por sexos interesaba perpetuar.
Pero lo mejor sin duda ninguna es lo bien que utiliza el idioma esta novelista valenciana, lo bien que distribuye los materiales narrativos, lo bien que construye personajes dotados todos ellos de personalidad propia bien reconocible, y, en definitiva, lo que se disfruta leyendo esta historia por la autenticidad que destila y lo bien escrita que está.
Yo he leído las dos novelas anteriores, "Mientras sorprendan los días" y "El sueño del árbol". Me gustaron ambos pero "Mientras sorprendan los días" me encantó en un momento en el que me apetecía leer algo de ese estilo.
ResponderEliminarProbablemente me animaré también con "Atrapando la luz".
Besos.
Las dos anteriores a ésta no las he leído, pero el estilo Mañero me gusta; es fácil que lea mas novelas de ella.
EliminarUn beso
Muy buena y completa tu reseña. No sabes cuánto me alegro de que te haya gustado la novela. Incides en los mismos aspectos que a mí me gustaron y me hicieron disfrutar de la historia: todo lo relativo a la Guerra de Marruecos, a los primeros albores de la fotografía, el despertar de Elvira a los anhelos de formación e independencia, lo relativo (aunque más común a otras novelas, pero que siempre me encanta tratar) a la Segunda República y la Guerra Civil... pero yo añadiría todo lo que cuenta de la Guardia Civil de aquellos años del siglo XIX, que me parece de lo más interesante y que demuestra una documentación muy exhaustiva.
ResponderEliminarPero ya hablaremos más en la tertulia.
Un gran descubrimiento la novela.
Un beso.
¡Uy, es verdad! Se me olvidó decir algo sobre la Guardia Civi. Me gustó mucho conocer que tenían que pagarse el uniforme y el capote. La verdad es que Sara se ha documentado mucho y lo demuestra sin agobiar al lector y eso es una cualidad que no tienen muchos escritores. Pero sí, mañana hablamos en la tertulia.
EliminarBesos
Hola, Juan Carlos, ante todo agradecerte la entusiasta reseña que has escrito y el tiempo que has dedicado a la lectura del texto y a la reflexión sobre la novela. Podremos comentar cuanto quieras estos días y será un placer para mí hacerlo. Me ha encantado leer tus opiniones y saber, además, que conoces la historia de Matilla; las coincidencias son, en ocasiones, sorprendentes. Mis gracias más sinceras, de verdad.
ResponderEliminarPuntualizarte sólo un dato: la antigua Glorieta de Ruiz JIménez, no es la actual, sino la que ahora llamamos Cuatro Caminos; de hecho, se trata de mi barrio de nacimiento y en el que viví mi infancia y adolescencia. En la época que comento - agosto del 17-, los incidentes conectados con la huelga fueron especialmente intensos en el hoy Cuatro Caminos y Tetuán, pues estaban allí las cocheras de los tranvías, que yo aún conocí. Así que lo que sucede es que los nombres han bailado y la actual glorieta de Cuatro Caminos ha cedido su antiguo nombre - Ruiz Jiménez- a la que era la puerta de Fuencarral o antigua calle Ancha de San Bernardo. Bueno, es una puntualizacion sin importancia.
Y de nuevo, todo mi agradecimiento.
Hola Sara:
EliminarLo de la Glorieta de Ruiz Jiménez. Al no ser yo de Madrid, sólo conozco como tal la de San Bernardo, asi que confieso -y he demostrado- mi ignorancia frente a ti y José María Pastor, naturales de la zona.
Gracias a ti por haberme hecho pasar unas horas tan agradables leyendo tu novela. Bueno a ver si en la tertulia intercambiamos más opiniones.
Un beso
Conocía la historia pero no sabía tantos detalles, me ha encantado leer todo esto y es más, me encantará leer el libro.
ResponderEliminarEstupendísima reseña.
Besitos 💋💋💋
Muy buena reseña Juan Carlos. Desmenuzas los pormenores de una muy buena novela, que aunque solo sea por su información, debería ser tenida en cuenta como documento histórico, pues, lo sabido de esa guerra (al igual que la de Filipinas) es muy poco y muy confuso. Me vais a permitir que entre en el tema del nombre de la calle. Por lo que veo Sara, hemos nacido en mismo barrio o casi, Chamberi. He nacido, y vivido más de cuarenta años, cerca de la glorieta de Quevedo (concretamente en Bravo Murillo 15), y me pasó como a Juan Carlos; me llamó la atención el nombre de Ruiz Jimenez en aquella época. Aunque para nosotros siempre ha sido la Glorieta de San Bernardo (lo mismo que la Pintor Sorolla, siempre ha sido la Glorieta de Iglesias). Ahora he podido ver que se refiere a un diputado y senador de Alfonso XIII, nacido en 1834 y que era, como bien dices, la Glorieta de Cuatro Caminos. También he descubierto (nunca te acostarás…..) que Bravo Murillo se llamó Camino de Francia; Reina Victoria, Camino de Aceiteros y Raimundo Fernandez Villaverde, era El paseo de la Ronda. Un saludo Juan Carlos
ResponderEliminarYo creo que en la tertulia una novela cómo esta da mucho juego. A ver si mañana puedo dedicar tiempo a intervenir en ella.
EliminarPues no he leído nada de la autora. Y parece éste un buen libro para empezar. Tomo nota.
ResponderEliminarBesotes!!!
Un beso, Margari
EliminarMadre mía, Juan Carlos. Qué reseña tan elaborada y qué análisis tan completo haces de la novela de Sara. La verdad que Elvira es un personaje muy poderoso y gracias a ella he tenido la oportunidad de recorrer buena parte de nuestra historia reciente y descubrir además muchas cosas que desconocía. Tendremos mucho que comentar en la tertulia, sin duda.
ResponderEliminarBesos
Sin duda que la novela da para comentar. Mañana en el hilo de la tertulia habíamos.
EliminarUn beso
Muy completa reseña Juan Carlos. No conozco ni la obra ni a la autora y sé lo de la tertulia de Rosa pero no me ha dado tiempo de leer el libro.
ResponderEliminarSeguro que será muy interesante la propuesta, que la disfrutareis y nos haréis disfrutar a los que no hemos podido participar.
Besos
Seguro que sí, Conxita. A ver si mañana me puedo pasar por ella.
EliminarUn beso
Una reseña como pocas que he leído, sumamente detallada y exhaustiva. El argumento me resulta enormemente atractivo, con ese repaso de la España de una época afortunadamente pasada y la lucha de la protagonista, en su juventud, para abrirse paso en una sociedad todavía más machista que la que vivimos. Los contínuos saltos en el tiempo podrían ser un inconveniente que desoriente o cofunda al lector a la hora de recomponer la historia, pero, según se desprende de tu exposición (y la de Emerencia Joseme, en su blog Viaje y Fotos, que acaba de publicar un reseña de esta misma obra) puede ser, por el contrario, un acicate para disfrutar de lo que hoy conocemos como "flash back" y dejar en manos del lector el encaje de las piezas que, a modo de recuerdos, conforman la vida de la protagonista nonagenaria.
ResponderEliminarSolo me asalta una duda: si esta historia está basada en hechos reales, pues se asemeja a una biografía de un personaje conocido por la autora.
Un abrazo.
Lo de si es o no una historia real, creo recordar que la autora en el Facebook nos dijo que todo era ficción. Aunque, claro, algo de ella o de su contexto familiar, seguro que estará en la obra.
EliminarMe ha encantado leer tu comentario, Josep Mª.
Un abrazo
Con todo lo que has expuesto creo que es una gran historia, tema interesante y muy bien escrita. Va a ser de esos libros que tomo nota y espero leerlo en algún momento.
ResponderEliminarUn abrazo
Ya me dirás qué te parece.
EliminarUn abrazo
Que estupenda reseña Juan Carlos!. Si no hubiera leído ya la novela correría a buscarla. A mi también me ha gustado mucho, y es que Elvira es de esos personajes que se quedan contigo mucho tiempo después de haber cerrado el libro.
ResponderEliminarLo cierto es que Sara es una escritora a la que merece la pena seguir. Un abrazo.
Muchas gracias, Mar, por tu comentario. De Sara tengo que leer más cosas porque "Atrapando la luz" me encantó.
EliminarUn beso