«[Maggie Tulliver] podía inventar mundos soñados, aunque ahora ninguno le resultaba satisfactorio. Quería alguna explicación sobre la dura vida real: sobre su taciturno padre, sentado a la triste mesa del desayuno; su madre infantil y desconcertada; las pequeñas tareas sórdidas que llenaban las horas, o el opresivo vacío de un ocio tedioso y sombrío» (Cap. II del Libro Cuarto del Volumen II)
«Entiende como nadie todo lo que se dice. Y debería oír cómo lee: de un tirón, como si lo supiera todo de memoria. ¡y está siempre con un libro en la mano! Pero es malo, es malo —añadió el sr Tulliver, entristecido, conteniendo aquella animación culpable—: una mujer no debe ser tan lista, me temo que no le traerá más que problemas.» (cap. 3)
Los deseos de independencia de la escritora quedan plasmados en la ficción en el trabajo como institutriz que Maggie realiza en algunos momentos a fin de asegurar su libertad personal sin necesidad de sometimiento obligado a hombre alguno. La dependencia de la mujer respecto de los hombres se muestra en el relato en muchos momentos: Bessy, la madre de Maggie, no replica ante las decisiones algo ilógicas de su marido; Lucy, la prima y amiga íntima de Maggie, siempre quiere complacer a su enamorado Stephen y critica que ésta no sea complaciente con los piropos que él le dirige
«—Pero, querida Maggie —intervino Lucy—, siempre has dicho que te gusta en exceso la admiración de los demás, y ahora me parece que te enfadas porque alguien te muestra admiración.
—En absoluto —contestó Maggie—; me gusta muchísimo advertir la admiración ajena, pero las fórmulas de cumplido no me hacen sentir nada.
—Entonces, no volveré a dirigirle ninguno, señorita Tulliver —dijo Stephen.
—Gracias, eso será una muestra de respeto.»
Comportamientos como el que revela este breve diálogo explican que George Eliot sea considerada una mujer precursora del feminismo. Actuaciones como la anterior, incluso hoy, resultan chocantes a muchos; imaginemos, pues, cómo serían recibidas por la puritana y conservadora sociedad victoriana cuando en 1860 la novela vio la luz. Naturalmente no es un feminismo radical de negación del otro sexo o de insurgencia constante. No, Maggie es una joven que sabe construir su independencia y evitar ser tratada como si fuera simplemente un objeto hermoso, pero al tiempo es una hija modelo que obedece en todo a sus padres sin cuestionarlos jamás, y que, incluso, a su hermano Tom cuando se convierte en el hombre de la familia respeta y cumple las promesas que le hace aun cuando le parezcan injustas y desproporcionadas.
El biografismo contenido en "El molino del Floss" es explícito en el modo como presenta la vivencia de la religión por parte de Maggie. En un momento dado del relato Maggie, lectora voraz, lee con fruición un libro de Tomás de Kempis, seguramente la "Imitación de Cristo", aunque la autora no dé el título. Esta lectura hace que entre en una etapa de misticismo exacerbado en la que el sacrificio y la oración llenan su cabeza. Afortunadamente la explosión de la vida a su alrededor, su juventud y los apremios y atenciones amorosos que los jóvenes Waken y Stephen le prodigan harán que esta efervescencia religiosa baje de nivel y todo vuelva un poco a la normalidad, o sea, a ese agnosticismo que caracterizó la vida de la escritora.
Como cualquier joven de la época la protagonista Maggie está destinada al matrimonio. Su padre piensa que la belleza y las grandes virtudes que atesora la niña no se lo pondrán fácil: «es una pena que no sea más vulgar: la rechazarán. No encontrará a nadie digno de ella para casarse.». A este respecto encuentro una gran distancia entre los personajes femeninos presentes en las novelas de Jane Austen, escritora de la generación anterior, y esta Maggie que anuncia nuevos tiempos. Quizás la unión de ambos tiempos y novelísticas se toquen en el personaje de la prima Lucy quien como la Emma de Austen disfruta ejerciendo de casamentera coincidiendo incluso en los poco acertados resultados. La distancia se marca evidentemente a través de los personajes de Maggie y también de Philip Waken, ambos jóvenes instruidos y sensibles ante la belleza artística y la propia naturaleza. La relación de amor y amistad que mantienen estos dos seres tan distintos en el físico -ella, una belleza, y él, un tullido- es deudora de la filosofía platónica que está en el cuento de hadas "La bella y la bestia", publicado por vez primera en Francia en 1740 y anunciadora de otra obra magnífica que toca el mismo asunto, "Cyrano de Bergerac" de Edmond de Rostand publicada también en Francia e 1897.
George Eliot compone una novela con personajes muy bien diseñados. Si nos fijamos especialmente en el de Maggie, por eso de ser el otro yo de la propia escritora, veremos que al tiempo que profesa un amor platónico, idealizado, hacia el petudo pero muy hermoso por dentro Philip Waken, lucha internamente para contener la irrefrenable atracción física que la arrastra sin contemplaciones ni freno racional alguno hacia Stephen, el prometido de su muy buena amiga además de prima, Lucy.
La diferencia entre épocas es algo que constantemente se recalca en la novela, señalando la anterior como anticuada en todos los aspectos, especialmente el económico «Estas ideas estrictas sobre las deudas que defendían los anticuados Tulliver tal vez hagan sonreír a muchos lectores de estos tiempos de filosofía más relajada y criterios comerciales menos estrictos, según los cuales todo es equilibrar sin que tengamos que intervenir.», liberalismo puro y duro que en esos momentos está haciendo estragos y creando unas capas burguesas adineradas. Algunos de los miembros de esta nueva clase media proceden muchas veces de estratos sociales bajos pero muy perspicaces para los negocios como es el caso de Bob, el amigo pobre de Tom que sabe ver dónde hay negocio y dónde no. Precisamente la sabiduría práctica de Bob contrasta con la ya algo anticuada de los maridos de las hermanas Dodson, todos ellos (Glegg, Deane y Pullet) con métodos mercantiles muy de otros tiempos.
En cuanto a las señoras, médicos y la sociedad en general abundan en "El molino del Floss" referencias muy claras respecto a la distancia existente entre ambos períodos:
«en aquella época, la ignorancia era mucho más cómoda que ahora, y se acogía con todos los honores en la mejor sociedad sin que fuera necesario disfrazarla con complicados trajes de conocimientos; una época en la que los periódicos baratos no existían y a los médicos rurales y se les ocurría a preguntar a sus pacientes femeninas si les gustaba leer, sino que daban por hecho que preferían chismorrear: unos tiempos en que las damas con ricos trajes de seda llevaban grandes bolsos en los que guardaban un hueso de oveja para protegerse de los calambres.»
Pero si de separaciones hablamos -y aquí la coincidencia con la época y las novelas de Jane Austen es evidente- el mundo de los de arriba (los ricos) y los de abajo (los sirvientes) son distantes con la peculiaridad de que quienes los integran se hayan satisfechos en ellos sin desear mudar de campo ni envidiar a los otros. Parecería que George Eliot, igual que Jane Austen en sus novelas, considera que a este respecto el mundo está bien hecho y que para nada habría que cambiarlo. Así en un momento dado leemos respecto a Luke, trabajador del molino, lo siguiente:
«El bueno del Luke sentía, como sienten los hombres satisfechos de haber dedicado toda su vida a servir, que el sistema de clases era adecuado y natural, de modo que la ruina de su amo constituía una tragedia también para él.»
Estos dos niveles sociales y la constante llegada al estrato económico superior de personas procedentes de estratos más bajos como es el caso de las cuatro familias protagonistas -las creadas por las hermanas Dodson- se marca en el relato mediante una mala utilización de la lengua patente en los frecuentes apócopes y aglutinación de palabras distintas en una sola, provocando auténticos barbarismos y/o vulgarismos lingüísticos:"l'oí", "m'echaría", "d'arbolitos","verdá"...; : «no pienso dar más muselina India a Maggie ni cosas d'esas si se l'ocurre ponerse a servir otra vez, cuando bien podría quedarse conmigo, hacerme compañía y coser para mí, si es que no hace falta en casa de su hermano», escuchamos decir a la señora Pullet, tía de Maggie, cuando conoce la decisión de ésta de marchar a trabajar como institutriz.
Frente a este deficiente nivel cultural de la clase baja y de la nueva clase media burguesa está la alta clase aristócrata representada por los Waken quienes a su riqueza unen loables comportamientos no exentos de exigencia y conocimientos y gustos artísticos elevados. En el libro II del Volumen II Tom Tulliver que ha sido enviado por su padre para estudiar con el clérigo Stelling que es un inepto preparando para la vida práctica y sólo sabe hacerle hacer traducciones del latín para las que Tom es muy lerdo, contrasta con Philip Waken, el contrahecho hijo de los ricos Waken, a quien le encanta el latín, la música y el dibujo, todo lo contrario que a Tom además de ser, en equivocada opinión del Sr. Tulliver, hijo de hombre poco honrado. Tom debería odiarlo pero le atrae su cultura presente en las historias que cuenta.
Y es que si hay algo que llama mucho la atención en esta buena y clásica novela es la literatura que toda ella rezuma. Aparecen muchos títulos de obras, se nombra a autores hoy sólo conocidos por los estudiosos de esa época, y al tiempo se utilizan citas de autores consagrados como argumentos de autoridad para sustentar opiniones por parte de la novelista. Así en el cap. III del Volumen III George Eliot para justificar ante el lector las actitudes de la protagonista dice eso que ya dijera Montesquieu ('las naciones felices tienen su libro de Historia en blanco') o que el mismo Lev Tolstói afirma al inicio de Ana Karenina ('todas las familias felices se parecen, pero entre las desgraciadas cada una lo es a su manera'): «si Maggie hubiera sido esa joven dama, probablemente poco habría sabido de ella el lector; su vida habría tenido tan pocas vicisitudes que difícilmente podría haberse escrito sobre ella; porque las mujeres más felices, como las más felices naciones, carecen de historia.»
En el capítulo de las referencias literarias a autores conocidos, la autora muchas veces recurre a Shakespeare para apoyar sus ideas (con frecuencia nombra a Hamlet por su carácter especulativo) y directamente a Novalis para explicar el comportamiento de algún personaje en esa afirmación del escritor y filósofo: 'el carácter es el destino'.
También en ocasiones vemos cómo los personajes por su parte suelen referirse a personajes de obras del momento o del periodo romántico o levemente anterior. Así, por ejemplo, Stephen, prometido de Lucy y que se está sintiendo atraído por Maggie, ante la tozudez de ésta ante ciertas cosas «podía aconsejarle que siguiera el ejemplo de aquella heroína tan encantadora, la señorita Sophia Western, que sentía un gran 'respeto por el juicio de los hombres'» en alusión al personaje de la obra de Fielding "Tom Jones". En el cap. IV del volumen II, transcurrido un año durante el que Maggie y Philips se han visto numerosas veces, vuelven a verse en las Fosas Rojas y allí, de la mano, van a decirse que abandonarán su flirt, algo que les es muy costoso; en el tiempo que dura su encuentro hablan de ellos mismos a través de personajes literarios: la 'Corinne' de Mme de Stäel, las 'Rebecca, Flora Mc-Ivor y Minna' de las novelas "Ivanhoe", "Waverley" y "El pirata" de Walter Scott, etc.
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Nota:
Esta novela que he leído con mucho agrado me sirve para avanzar en el Reto "Serendipia Recomienda 2021", como ya he dicho, y también para incluir un título clásico más en el Reto "Nos gustan los clásicos (Vª edición)"
¡Qué buena reseña, Juan Carlos! Y cuánto me alegra que te haya gustado la novela. Es una historia fantástica, más allá de lo entretenido de la trama, por toda esa carga de crítica social que contiene en torno a los prejuicios contra las mujeres y la frustración inevitable de aquellas que luchaban por no limitarse al ámbito del hogar. La has analizado muy bien y trazado estupendamente el perfil de la autora. Besos y mil gracias por la referencia a mi blog (generosísima 😉)
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, Marta, por tu amabilidad y buenas palabras sobre mi reseña. Te diré que si no hubiera sido por ti, creo que aún no habría leído a George Eliot, una autora importante en la Historia de la Literatura y que marcó un hito en la evolución -que tardaría aún muchos años en generalizarse- de la mujer y en consecuencia también del hombre.
EliminarUn beso, amiga
Hola Juan Carlos. Es curioso como se le escapa ese "una" en el que aparece Mary Ann Evans por encima de George Eliot. Puede que tengas razón y lo hiciera a propósito para decir "aquí estoy yo". Las autoras que utilizaron pseudónimos masculinos (y las que no lo hicieron) en el siglo XIX fueron muchas y muy valientes por atreverse a romper con esa estúpida e injusta norma social. Aquí tenemos a nuestra Cecilia Böhl de Faber que firmaba como Fernán Caballero y que fue coetánea de George Eliot.
ResponderEliminarMuy interesante lo que cuentas sobre "El molino de Floss". Una reseña estupenda.
Un abrazo.
La injusticia cometida contra la mujer en los siglos pasados es más que evidente. En Literatura española tenemos a la Fernán Caballero y como me ha picado la curiosidad he ido a Google a buscar más autoras escondidas bajo nombres de hombre y "he encontrado una página que por si te interesa la cuestión te la dejo aquí" .
EliminarSí que es interesante esta novela, aunque hay que tener en cuenta que es de 1860 y la sociedad y manera de pensar del momento así como el ritmo de la narración es el propio del momento, claro.
Un abrazo, amigo JC
Estupenda reseña, Juan Carlos!
EliminarPero respecto al comentario de ese "una", hay que decir que todo es relativo: habrá dependido del traductor, ya que en inglés no hay el género ("effect on Lucy; and you will not, I hope, consider it an indication of vanity predominating over more tender impulses, that she just glanced in the chimney-glass as her walk brought her near it. The desire to know that one has not looked an absolute fright during a few hours of conversation..." dice el original).
Y en todo caso, creo que el "una" del traductor no se refiere tanto a la "narradora" como al personaje Lucy, ¿no?
Hola, Estanis:
EliminarMuchas gracias por esa aclaración filológica sobre la ausencia de género en inglés. En cuanto al uso exacto de "una" en la novela ahora mismo si te soy sincero ya no recuerdo si a quien se refiere es a la narradora o a Lucy. Tras volver a leer la cita, no sé por qué vuelvo a mis trece (ja, ja...), pero esto es una opinión que no hay por qué compartirla, claro.
Un fuerte abrazo, Estanis
Qué deliciosa reseña, Juan Carlos. Coincido contigo en lo que comentas al inicio: yo tampoco he leído nada aún de George Eliot. ¡Cuántas cosas nos quedan siempre por conocer y explorar! Mil gracias por la recomendación. Tiene un magnífico aspecto.
ResponderEliminarCreo que la literatura de George Eliot ha sufrido el afán de independencia de la autora. Su compatriota y antecesora en el tiempo Jane Austen, siendo mucho más conservadora, ha tenido más predicamento entre los lectores, especialmente -¡y curiosamente!- entre el género femenino y eso que sus protagonistas son mujeres siempre más sumisas al varón que las de George Eliot. Creo que ahora con el imparable auge del feminismo y la conversión de la causa en argumento político, George Eliot está conociendo un auténtico revival. Yo, dejando a un lado estas consideraciones ajenas a la literatura propiamente dicha me gusta más la Eliot que la Austen.
EliminarApreciado, Rubén, abarcar toda la Literatura es tarea imposible, siempre nos quedarán cosas, autores, libros por hacer, conocer y leer. Y ahí está la gracia (ja, ja...) que siempre habrá horizonte, que nunca podremos decir "¡Se acabó!", al menos en Literatura.
Un fuerte abrazo
No he leído nada de la autora, aunque sí, reseñas que me atraen. Creo que con tan encendidos elogios, si me decido, lo haré con Middlemarch, aunque esta El Molino de Floss, mucho más famosa, también me atrae. Veremos.
ResponderEliminarUn beso.
Ahora mismo yo leería "Middlemarch" más que nada porque todo el mundo dice que es la mejor y porque "El molino del Floss" la acabo de leer (ja, ja...).
EliminarA mí, en general, casi siempre me salen encendidos elogios hacia casi todo -hay amigos que así me lo censuran- y yo creo que es debido a que habiendo sido profesor de Literatura "vendía" todo el género con el mismo entusiasmo. Jamás adoctrinaba a los chicos y mira que siendo profe de la cosa era fácil; con todo siempre se nota al profe de qué pie cojea, pero como profesional éste debe procurar que no se le note. Esta ha sido siempre mi postura y la verdad es que siempre me ha ido bien así.
Un beso, Rosa
No conocía a esta autora. Me habían hablado de ella y me habían aconsejado su lectura, ahora también, gracias a tu referencia que agradezco, leeré su obra.
ResponderEliminarSaludos
Francesc Cornadó
Espero, Francesc, que esta escritora victoriana sea de tu agrado cuando la leas.
EliminarUn abrazo
Una reseña completísima, Juan Carlos.
ResponderEliminarLlevo tiempo con ganas de estrenarme con esta autora. Espero no demorar mi intención mucho más.
Besos
La verdad es que ka reseña me salió algo extensa.
EliminarEspero, Lorena, que esta escritora victoriana sea de tu agrado cuando la leas.
Un beso
Vaya, pues me temo que yo también (bueno, tú ahora ya no) tengo una laguna imperdonable en mi haber literario, así que tomo nota...
ResponderEliminarJa, ja, ja..., Espe, no, yo ahora ya no, pero hace un momentín sí. Estas lagunas se llenan en cuanto uno se lo proponga. pero también te digo que llenar todas las lagunas, por mucho que lloviese, es tarea imposible.
EliminarBesos
. Hola Juan Carlos. Una reseña magnífica. Me gusta mucho esta escritora. El molino junto al Floss fue la primera novela que leí. Creo que Maggie y Lucy son dos tipos de mujer totalmente diferentes, Lucy se ajusta más al prototipo de la mujer Victoriana, bueno de lo que se suponía que debía ser la mujer, Maggie es una incomprendida, un espíritu más libre, pero a la que le costaba encontrar su lugar, ahora el final nunca me ha gustado, parece que hasta la naturaleza estaba en contra de las aspiraciones de Maggie, Tom en cambio me parece un egoísta. Si no has leído Middlemarch te la recomiendo. Es una novela genial. Bueno, creo que todas las novelas de la autora son estupendas, y no demasiado conocidas, aunque es verdad que ahora hay como un movimiento de reivindicación de George Eliot. De todas formas, no me parece justo compararlas porque son de épocas diferentes y con vivencias distintas. También es verdad que Austen ha sido adaptada en multitud de ocasiones al cine y a la televisión y eso le ha dado más visibilidad. Un abrazo.
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