Me he acercado al único libro escrito hasta el momento por el compositor y pianista británico James Rhodes (Londres, 6 de marzo de 1975) por haber sido la lectura propuesta por Juan Dionisio, amigo y compañero de tertulia literaria. Pronto comprendí que, aparte de la tremenda experiencia personal que el autor cuenta, a JD, profesor y ejecutante de música clásica, le había atraído especialmente el poder terapéutico de la música y el empeño del músico inglés por sacar a la música clásica del pozo elitista y cada vez menos visitado donde se encuentra. Pero vayamos por partes.
El libro se titula "Instrumental. Memorias de música, medicina y locura". En realidad este rótulo encierra con claridad suficiente el sentido de la obra. En primer lugar la palabra "instrumental" engloba en su polisemia a los instrumentos con los que hacer música (el piano en el caso de Rhodes), a la productora musical así llamada que al final del volumen el autor dice que está poniendo en marcha a fin de contribuir en lo posible a la salvación de la denominada música clásica, y también al uso de la misma como medio de curación, como instrumento terapéutico. Por ello el subtítulo 'memorias de música, medicina y locura' explicita con mayor claridad el contenido de la obra. Yo añadiría como colofón a este apartado que la propia escritura de estas memorias ha sido también para el autor instrumento terapéutico de curación que ha contribuido a la superación de la 'locura' o estado mental en que estaba por culpa de las experiencias vividas durante su niñez.
Unas experiencias terribles
James Rhodes confiesa en esta obra autobiográfica el calvario vivido desde que a los cinco años de edad fue sistemáticamente violado en el Colegio por su profesor de boxeo, Peter Lee, quien lo sojuzgó abusando sexualmente de él hasta los diez años de edad en que afortunadamente sus padres decidieron cambiarlo de colegio. Aparte del dolor físico que el sr. Lee le infringía cada vez que le pedía que le "ayudase a recoger el gimnasio" una vez que el resto de chicos habían salido del mismo, el terror, la incomprensión del resto de adultos a los que James pidió ayuda y el sentimiento de que él era el culpable de su propia situación le acompañaron durante treinta años. Treinta años en los que pasó por sanatorios, clínicas psiquiátricas, psicólogos, proctólogos, cirujanos, neurólogos y otros profesionales del cuerpo y de la mente a fin de remendar los destrozos brutales ocasionados por ese pederasta adulto. Treinta años en los que dudó de sí mismo, en los que le resultaron más que difíciles las relaciones interpersonales y especialmente las que tocaban el terreno de los afectos y las relaciones sexuales. Treinta años durante los que, al principio, llegó a pensar con horror que el sexo era aquello que con violencia y brutalidad le practicaba Peter Lee a quien denunciaría cuando ya el antiguo profesor de boxeo tenía más de 70 años y que falleció antes de que se abriese juicio oral contra el mismo. Treinta años en los que funciones fisiológicas esenciales para la vida le eran de realización dificultosa, en los que la ansiedad se le manifestaba en forma de tics nerviosos incontrolables, en los que los impulsos suicidas los lograba ralentizar autolesionándose en los antebrazos con cuchillas de afeitar... Treinta años, en definitiva, terribles.
Tabla de salvación y puerto seguro.
A los siete años el niño triste, solitario y huidizo en que el alegre y confiado James se había convertido escuchó la Chacona de Bach por vez primera. Algo se despertó en su interior que lo transportaba fuera de lo miserable que era su vida, algo le ilusionaba y le permitía sobrellevar los abusos sexuales que seguía sufriendo, algo podía dar sentido a su vida. Era la música y en especial el piano. Comenzó a asistir a clases de piano, a recibir lecciones, a practicar... pero las recaídas en sus trastornos mentales por disociación provocados por las traumáticas experiencias vividas le echaban en brazos de una medicación que anulaba su voluntad y que al abandonarla le provocaban síndromes de abstinencia que combatía consumiendo drogas diversas. El cóctel drogas legales e ilegales no era buen sistema para entrar en la música y si además sufria ingresos frecuentes en instituciones psiquiátricas para qué decir más. Afortunadamente el amor a Jane y el nacimiento de Jack le hacen tomar conciencia de que, aunque lo fuese, de nada vale vivir sintiéndose siempre víctima, que tenía que remontar y eso no lo podía hace con trabajos que no le satisfacían. A él sólo le llenaba la música, pero llevaba diez años alejado de ella, ¿qué podía hacer? Pues lanzarse a la piscina, y así lo hizo.
Marchó a Verona a estudiar unos cuantos días por mes con un magnífico profesor de piano y ahí empezó su salvación. Luego vendrían azarosos encuentros salvadores como el que tuvo con David Tang, multimillonario admirador del pianista Sokolov, que le sufragará muchos de los gastos que le permitirían prepararse a fondo y emprender proyectos musicales importantes; también estaría en este terreno musical la fidelidad y amistad a prueba de todo de Denis, su mánager, que le escucha, le aconseja y le propone acciones y comportamientos que siempre, siempre redundaron en su progreso personal y musical.
Marchó a Verona a estudiar unos cuantos días por mes con un magnífico profesor de piano y ahí empezó su salvación. Luego vendrían azarosos encuentros salvadores como el que tuvo con David Tang, multimillonario admirador del pianista Sokolov, que le sufragará muchos de los gastos que le permitirían prepararse a fondo y emprender proyectos musicales importantes; también estaría en este terreno musical la fidelidad y amistad a prueba de todo de Denis, su mánager, que le escucha, le aconseja y le propone acciones y comportamientos que siempre, siempre redundaron en su progreso personal y musical.
A estas tablas de salvación se añadirá el puerto seguro del amor a Jack, el hijo; y, tras el abandono de Jane, la madre de Jack, pasados unos años James encontrará a Hattie, una hermosa joven también con problemas de índole psicológica nacidos durante la niñez, con la que con los tira y afloja propios de toda relación encontrará la estabilidad, la tranquilidad y la felicidad que durante tanto tiempo le habían sido hurtadas.
¿Un libro de autoayuda?
Durante parte de la lectura así me lo ha parecido. Él mismo alude a títulos que le sirvieron de ayuda y en cierto sentido pienso que con esta obra quiere ayudar a aquellas personas que hayan pasado por situaciones semejantes a la suya. De ahí esas interpelaciones directas al lector o lectores. El tema 19, 'Rajmáninov, Rapsodia sobre un piano de Paganini. Zoltán Kocsus, piano', está lleno de llamadas al lector en las que le conmina a alegrarse, a comprometerse, le aconseja qué hacer, cómo actuar si se encuentran en su misma situación, etc. Es un capítulo lleno de imperativos ('Date cuenta de que...', ' Adelántate a sus necesidades', 'Asume el compromiso', 'Hazlo durante un mes y ya verás la diferencia', etc.)
"Sé asequible, responde a los tweets y los mensajes de Facebook, cuenta chistes, sé humano, déjate del rollo ese de 'artista envuelto en su misteriosa genialidad'. Porque si no lo haces o te niegas a ello, si no eres uno de esos talentos de los que surge uno en cada generación lo vas a pasar mal" (tema 18, Beethoven, Concierto para piano n° 5 "Emperador", segundo movimiento. Radu Lupu, piano).Sí, verdaderamente lo que James Rhodes ha escrito es un libro de autoayuda en sentido amplio:
- Autoayuda para sí mismo y superar mediante la escritura del libro los traumas terribles derivados de los abusos sufridos durante su niñez
- Autoayuda para otros que los hayan sufrido y pueda servirles su experiencia
- Autoayuda para quienes como él deseen ser algo y disfrutar en el mundo de la música clásica
- Autoayuda para quienes como él sean torpes a la hora de relacionarse con mujeres a las que aman y teman perderlas
Una obra de amor a la música
A Rhodes la música clásica lo salvó y sacó del oscuro fondo en que un adulto abominable lo había arrojado. Siendo ya adulto toma conciencia de que esta manifestación artística cada día atrae a un menor número de seguidores. Esta obra también la utiliza como instrumento para reivindicar un nuevo tratamiento para los espectáculos musicales que huyan del envaramiento y ritualidad encorsetados que envuelven a los conciertos en general y de piano en particular, que lejos de atraer al público joven lo aleja irremediablemente.
Por ello plantea un mayor acercamiento entre el artista, el ejecutante y el público. Para mostrar lo primero, divide la obra en 20 temas dedicado cada uno de ellos a compositores de temas musicales que él ama ejecutar (Bach, Mozart, 'Rajmáninov, Scriabin, Schubert...) y a quienes en tono desenfadado dedica unas líneas divulgativas de su persona y obra al principio de cada una de las 20 secciones o temas en que ha dispuesto la obra. Respecto al ejecutante explica la novedosa manera que emplea en sus actuaciones a fin de implicar al espectador y provocar su interés por la música a través de las anécdotas que rodearon su gestación. Por último, el público musical, en mi opinión, el auténtico destinatario de este libro, es un público que Rhodes desea que sea joven, lo que, cuando tal cosa ocurra, revelará que la continuidad de esta hermosa música no corre peligro alguno.
Por ello plantea un mayor acercamiento entre el artista, el ejecutante y el público. Para mostrar lo primero, divide la obra en 20 temas dedicado cada uno de ellos a compositores de temas musicales que él ama ejecutar (Bach, Mozart, 'Rajmáninov, Scriabin, Schubert...) y a quienes en tono desenfadado dedica unas líneas divulgativas de su persona y obra al principio de cada una de las 20 secciones o temas en que ha dispuesto la obra. Respecto al ejecutante explica la novedosa manera que emplea en sus actuaciones a fin de implicar al espectador y provocar su interés por la música a través de las anécdotas que rodearon su gestación. Por último, el público musical, en mi opinión, el auténtico destinatario de este libro, es un público que Rhodes desea que sea joven, lo que, cuando tal cosa ocurra, revelará que la continuidad de esta hermosa música no corre peligro alguno.
Dejando ya el/los asuntos que se tratan en este libro, hay que destacar en él el tipo de lenguaje utilizado por el pianista metido a escritor. Se trata de un lenguaje directo, coloquial, lleno de giros conversacionales propios de las generaciones jóvenes a las que sin duda pertenece James Rhodes. Llama la atención el empleo de expresiones un tanto fuertes, cargadas de significaciones sexuales que, a veces, a mí me han parecido un tanto fuera de lugar o forzadas. Pero no lo puedo sostener con seguridad pues la traducción siempre es traicionera ("traduttore, traditore", dice el proverbio italiano)
➤"Te la debería tocar coño vamos a la tienda de Steinway joder no me puedo creer que la conozcas tronco cómo mola has escuchado a Kissin tocarla joder tío dicen que los rusos no se les da bien Bach pero es la leche te lo juro sabes que en principio era para violín pero madre mía suena muchísimo mejor en piano apuesto a que sí Bach hubiera tenido un piano moderno lo habría hecho personalmente has escuchado cómo la toca Michelangeli ay Dios..." (sic, sin signos de puntuación, en pag. 147)
➤"Soltar algún chiste que otro, contar anécdotas de cómo se peleaba y follaba Bach, que el padre borracho de Beethoven casi lo mató de una paliza, y comentar por qué yo quería tocar esas piezas en concreto.[...] Fue, para mí, la forma perfecta de dar un concierto. Fuera las gilipolleces y los egos asociados a tantos detalles del sector sin perder la fidelidad al verdadero motivo por el que nos dedicamos a esto: la música.En este mundo se observan un montón de putas reglas: el código de vestimenta, la forma de interpretar, las notas del programa, la iluminación, la presentación, el formato del concierto, los aplausos, la elección del repertorio, los tiempos, la etiqueta del intérprete y la audiencia, la elección de la sala, etcétera." (pág. 171)
Había leído alguna reseña más de este libro y lo ponía muy bien, pero creo que es un tema del que no me apetece leer en este momento. Ya entonces, no me animé y ahora creo que tampoco.
ResponderEliminarUn beso.
El tema es, como dice una amiga, "tremendito". Pero el libro también se puede leer como un medio de acercarse a los compositores de música clásica, conocer anécdotas de sus biografías y escuchar -están todos en Spotify- los temas que titulan cada uno de los capítulos. Es una interesante experiencia.
EliminarUn beso
Un tema interesante ,pero creo que es una lectura dura de entender. Para este tipo de terapias la música ayuda. Un abrazo
ResponderEliminarAsí es, María del Carmen. A James Rhodes parece que le funcionó y también la escritura, pues en mi opinión escribir el libro le ayudó a superar (¡imposible superarlos, creo!) los destrozos que le dejaron los abusos sufridos.
EliminarBesos
A mí su estilo, en ocasiones, me resultó excesivamente coloquial. Aun así, aunque mi opinión no es tan entusiasta como la de la mayoría de lectores de este libro, me gustó. Creo que es una declaración de amor del autor a la música clásica y una reivindicación para popularizarla. Tiene también unas reflexiones magníficas sobre las consecuencias a lo largo del tiempo que tienen las violaciones sexuales en las víctimas que las sufren, pero no creo que ese sea el tema central del libro (de ser así me fallarían muchas cosas). Lo comento porque la mayoría de la gente hace más hincapié en esto que en la música. Entiendo que es algo muy fuerte y que impacta pero creo que la intención del autor es otra. A pesar de la dureza de lo que nos cuenta creo que intenta escribir un libro esperanzador. A mí por lo menos, al final consiguió contagiarme su entusiasmo.
ResponderEliminarResumiendo (que me enrollo): estoy bastante de acuerdo con tus apreciaciones.
Un abrazo
Una vez más, Lorena, coincidimos plenamente. El mismo autor es consciente del asunto y en tres o cuatro ocasiones refuta con insistencia y razones no pedidas el que haya habido personas -dice él- que le han afeado la mezcla en plan totum revolutum que realiza entre sus tremendas experiencias, la música clásica y más en concreto la música que él ejecuta. Dicen estos críticos que parece que utilizara su biografía infantil como medio para llegar a más público. Un poco fuertes estas opiniones, pero no dejan de inquietarnos y llegar a la cabeza de los lectores mientras se lee el libro.
EliminarYo también, como tú, creo que la principal intención del autor es homenajear a la música clásica y poner su granito de arena para lograr que llegue a los jóvenes, al gran público, que hoy vive de espaldas a ella.
Un beso
Lo tenía apuntado Juan Carlos, pero me has dejado con muchas ganas. Es un tema durísimo, pero creo que es una historia que disfrutaría sin duda. Es complicado demorarlo mucho después de este pedazo de reseña.
ResponderEliminarBesos
Te diré que lo mejor es el tema o temas que plantea, aunque no se puede decir que sea un libro al que calificaríamos de literario; en este sentido deja bastante que desear. Pero el autor es tan visceral, tan apasionado, que arrastra y se le lee muy bien. Luego, además, si te gusta la música clásica, los temas que selecciona son francamente agradables.
EliminarUn beso
No dejo de leer maravillas sobre este autor. Esta semana le hicieron una entrevista en la radio y lo mismo. Tu destilas entusiasmo. Pero los temas que trata son tan duros, que soy un poco reticente a leerlo. Veremos.
ResponderEliminarUn beso ;)
Es un libro que lo puedes compaginar perfectamente con otros que vayas leyendo. En ese sentido no es muy exigente. Lo interesante son las experiencias, la denuncia de las mismas, y cómo pudo emerger del pozo en el que desde su niñez este hombre estaba metido. Y luego puedes ir escuchando de fondo los temas musicales que propone. Interesante, curioso y original.
EliminarBesos
Ahora mismo acabo de leer uno parecido del que pronto colgaré entrevista con el autor y no quiero saturarme pero me atrae mucho el tema y me lo apunto
ResponderEliminarEstaré atento a la entrevista, Fesaro.
EliminarUn abrazo
He leído otras reseñas sobre este mismo libro y aunque en alguna se resaltaba más el tema del abuso, las que más me han gustado resaltaban ese amor a la música, ese instinto de superación, de ayuda o autoayuda como bien dices Juan Carlos, que tiene el libro. El protagonista consigue sobrevivir por su amor a la música y a las letras que ayudan y mucho a superar aquello que no se entiende.
ResponderEliminarMe ha parecido una excelente reseña y aunque el tema de fondo es de los que me vuelven muy intransigente y consiguen sacar mi parte más visceral, lo he apuntado para cuando sea el momento de leerlo.
Un beso y feliz finde
Yo también creo que lo más destacable del libro es ese amor a la música y el valor terapéutico de la misma para superar situaciones tan bárbaras como las qsufridas por el autor. Con todo lo más hermoso de la obra es ver cómo la música y la escritura no son sólo puro divertimento sino que "sirven" y mucho.
EliminarTú, Conxita, que eres escritora creo que sabrás apreciar este libro en lo que vale.
Besos
Excelentísima reseña!! Creo que sería difícil para mi hacerme con ella. Que vida tan dura, que suerte que la música lo salvara. No le conozco pero me ha llamado mucho la atención. Muchísimas gracias por la reseña. Hay música clásica que a veces apetece escuchar. A mí me gusta pero no atiendo a quien compone mucho. Pero el otro día si conté una pequeña historia que hay detrás del concierto de aranjuez, mi obra clásica preferida. Una historia que me dejo a cuadros y que no conocía hasta hace unos años.Sabiendo la historia aún se me eriza la piel al escucharla. Imagino que lo mismo debe suceder con James Rhodes. Le voy a buscar para escucharle. Besos.
ResponderEliminarNo lo dudaba, sobrecoge...
EliminarHola Amylois:
EliminarPues ya me has dejado inquieto, maja. ¿Qué historia es ésa que dices que existe detrás de "El concierto de Aranjuez"?
En cuanto a hacerte con el libro no creo que te sea difícil pues al ser muy vendido está en todos los sitios y lugares.
Los conciertos de James Rhodes tienen la peculiaridad de ser como muy cercanos, muy coloquiales. Si escuchas las composiciones que siguen a "La Chacona" de Bach que pongo en el post verás que él interactúa muy bien con el público. Vamos, que hace cercana la música clásica.
Un abrazo
Curiosamente publiqué hace dos días la reseña de un libro que podría considerarse de autoayuda, aunque no el estricto sentido de la palabra, y arremeto contra él por eso (y por más cosas).
ResponderEliminarEn cambio, el libro que tú nos traes sí creo que puede ser válido en cuanto que el escritor ha pasado por el trauma sobre el que se ve capacitado para opinar y aconsejar a otros que hayan pasado por experiencias similares. Un ejemplo de que no se puede nunca generalizar y meter en el mismo saco a todos los libros de ese género.
Genial descripción del libro y del autor, algo que ayuda a valorar lo que nos podemos encontrar entre sus páginas.
Un beso.
Me acuerdo, me acuerdo, Kirke, del libro de autoayuda que reseñaste y recuerdo el enfado que tenías por lo poco científico que te pareció. Luego en los comentarios vi que Rosa Berros te acompañaba en la arremetida contra el autor. El libro se titulaba la "Geno Dieta" o algo sí, ¿no? Te dejé un comentario.
EliminarEste como bien dices no se asemeja a esos que solemos clasificar en autoayuda. Yo lo he denominado así para hacer ver que no es una obra estrictamente literaria. Pero desde luego sí que tiene interés por el tema (y los temas) que en él el autor plantea. Además si te gusta la música se aprenden cosas curiosas y muy interesantes.
Un beso
No sé si ya te has enterado pero el próximo domingo Jordi Évole entrevista en Salvados a Rhodes.
EliminarMuchas gracias, Paloma, por tu información. No obstante ya lo sabía porque un amigo que se dedica a la música clásica me lo ha dicho no hará ni dos días. Y mi hijo, al que parece que también le gusta la música y la manera de presentarla de James Rhodes, me dijo ayer mismo que el próximo día 22 de enero actúa en Circo Price. Y como estamos en vena de este autor y músico, pues dicho y hecho, compramos entradas para verlo. Ya te contaré.
EliminarEl próximo domingo veré 'Salvados', pero me da que Evole incidirá sobre todo en la tragedia de su sistemática violación infantil; ojalá que también derive y haga hincapié también en el factor música que ahora mismo, en mi opinión, es lo más interesante. Y conste que esto no pretende desmerecer el otro terrorífico aspecto. Lo que ocurre es que quiero ser positivo.
Jó, ya me parezco a los periodistas que sin haber pasado nada empiezan a lanzar suposiciones y a argumentar sobre ellas. ¡El domingo lo veremos y saldremos de dudas! (ja, ja)
Un beso