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7 sept 2024

Gabriel Insausti. En la ciudad dormida

«En un mundo donde todo discurso se asocia a la propaganda ya no es que sea imposible decir la verdad, es que tampoco es posible mentir. Porque mentir consiste en hacer pasar por verdadero lo que no lo es. Y la propaganda no pretende hacer pasar nada por verdadero. Lo que pretende es embarrarlo todo y decirnos lo que hay que pensar.»

En la ciudad dormida, libros sobre libros, libros que hablan de escritores
He disfrutado mucho con esta lectura. La verdad es que aquello a lo que se llega por casualidad se convierte a veces en una serendipia más que agradable y confortable. Ese ha sido el caso en esta ocasión, pues adquirí el libro de Gabriel Insausti en una librería Re-read simplemente porque el autor tenía un apellido que comenzaba por I latina. Pero me lo he pasado genial leyendo este recorrido que En la ciudad dormida el periodista-escritor hace por los cementerios de París; quiso la casualidad que dicho recorrido tuviese lugar al poco de que los yihadistas atentasen en París en la sala Bataclán y dos espacios más con el terrible resultado de 130 personas muertas. Es por eso que Insausti en su deambular parisino se cruza no pocas veces con policías y soldados que vigilan la ciudad con la intención de impedir nuevos atentados terroristas («El león de Denfert Rochereau bosteza [...] El viajero lo observa con desidia mientras estudia a cada uno de los viandantes que pasan ante los soldados que vigilan la plaza»). 

Lo curioso -y para mí un total acierto- es que ese contexto sociopolítico es sólo un marco que está ahí, pero que no condiciona para nada el asunto del libro, que no es otro que ese paseo que el escritor hace por varios cementerios parisinos visitando las tumbas de escritores que él aprecia especialmente (Huysmans, Villiers, Proust, Beckett, Verlaine, Baudelaire, Cioran...). Escritores todos ellos que dejaron impronta en el siglo XX pese a su disparidad y distancia temporal: Baudelaire, Verlaine, Huysmans o Villiers de l'Isle-Adam son del XIX, finiseculares, pero decimonónicos; sin embargo Sartre, Beauvoir, Camus o Cioran habitan claramente en el XX desde su nacimiento. Todos ellos aparecen relacionados entre sí por una cierta lógica que es la de haber producido sus obras en periodos europeos de máxima tensión (entreguerras y/o tras la segunda guerra mundial) que llevaron a la mayoría a sufrir crisis existenciales y a buscar refugio muchas veces en la religión si bien ésta nunca les parece del todo acogedora.

Organiza Gabriel Insausti su visita por la Ciudad dormida de manera ciertamente cronológica. Comienza la misma en el cementerio de Montmartre donde están enterrados los autores más antiguos, en concreto naturalistas como Maupassant o Gautier y simbolistas como Baudelaire, Verlaine, Rimbaud... Este deambular por entre las tumbas de estos autores le lleva hasta Augusto Villiers de l'Ìsle-Adam relacionado familiarmente con Gautier al haber casado con una de las hijas del prosista naturalista autor de "Voyage en Espagne". De Villiers pasa a Huysmans, de éste a Wilde por el esteticismo y decadentismo de ambos. Y así Gabriel Insausti va hilando uno tras otro de de manera causal este libro de viaje -más que de viajes, sin duda- que es En la ciudad dormida.

Lo nuclear y más importante para mí es el enorme conocimiento que de la Obra de estos escritores muestra el donostiarra Insausti. El viajero que él es, cuando está ante la tumba de alguno de los más de la veintena de escritores que visita, reflexiona sobre las circunstancias vitales del mismo apoyándose siempre en los textos que salieron de las manos de éste. Demuestra un conocimiento altísimo de los mismos. Para conjugar debidamente todos estos elementos el viajero que es el autor se desdobla en un narrador que con sabiduría y mano de artista va hilando adecuadamente las distintas pìezas. Este desdoblamiento le permite al autor realizar diálogos sabrosos que de otra manera habrían quedado en meros soliloquios y habrían dado al libro más el aspecto de un ensayo que el de un ameno libro de viajes.

Y es que, efectivamente, pese al enorme cúmulo de información y conocimientos que se desprende de este deambular por las necrópolis de París, hay En la ciudad dormida un tono no pocas veces simpático, humorístico incluso, que hace muy digerible lo profundo contenido en algunas reflexiones. Sí, Gabriel Insausti sabe hacer ameno lo que podría parecer no serlo. Hay en él una retranca, un ingenio, que a mí particularmente me ha hecho sonreír no pocas veces:
«Al viajero le gustaría decir que al salir de su hotel se ha topado con Sartre y Beauvoir y que se les veía la nada asomando por el forro de la gabardina. ¿Por qué? Porque de joven le inculcaron la devoción por la culture y la playa que se supone que había bajo los adoquines, tanto que acabó por empacharse.»
Es precisamente esa manera de alejarse de sí mismo utilizando la tercera persona como si se estuviera observando en la lejanía lo que me ha hecho recordar en muchísimas ocasiones durante la lectura el "Viaje a la Alcarria" de Camilo José Cela. El gallego de Iria Flavia hablaba de sí mismo en esos mismos términos: 
«El viajero, a las tres de la tarde, vuelve sobre sus pasos y entra en Cifuentes, donde tiene un amigo que quiere visitar. [...] A la mañana temprano el viajero sale de Cifuentes, por el camino de Trillo, dejando el río a la derecha y el castillo de don Juan Manuel a la izquierda.»
Hay una idea común que relaciona a todos o a casi todos los autores que aparecen en el libro, que son muchos más de la veintena que se nombran en los títulos de capítulos y secciones de los mismos. Esta idea es la del pecado original que en un sentido o en otro todos y cada uno de ellos arrostraba. El sentimiento de culpa, de pecado, de haber sido expulsado del Paraíso es lo que en gran medida los mueve a escribir. Concretamente junto a la tumba de Cioran situada en Montparnasse frente a la de Beckett el viajero-narrador reflexiona sobre ambos: Sí Beckett valoraba las ruinas, Emil Cioran sólo valora lo que existe desaparecidas éstas e incluso, mejor, lo anterior a lo previo a las ruinas, esto es, la nada. El Paraíso es eso, lo que antecede a cualquier racionalización de lo que sea; el Infierno, lo que vino tras la caída, tras el pecado original, cuando Adán y Eva tuvieron conciencia de su desnudez. («La muerte sería ante todo eso, el cesar de la conciencia, la posibilidad de un reposo absoluto. La paz de no ser. Y el sueño, su sucedáneo»)
  • «O sea que Maupassant estaría señalando en la misma dirección que Baudelaire, que Villiers, que Verlaine: el mal lo lleva uno consigo porque existe el pecado original» 
  • «recuerdo una reunión a la que Sartre asistió cerca de aquí (del cementerio de Montparnasse), en marzo de 1944. En ella intercambió algunas ideas con varios intelectuales -Klossovski, Maurice Blanchot, Merleau-Ponty- y quizá estuvo más cerca del compromiso que nunca porque el tema que reunió a aquel puñado de mentes lúcidas fue precisamente el del pecado.»
  • «"Negar el pecado original", añade en 'Desgarradura' "sería buena prueba de que nunca hemos educado a un niño". Más o menos lo que decía San Agustín: que si no duelen las patadas de la criatura en la espinilla del adulto no es por falta de malicia sino de fuerza.» (hablando sobre Cioran y Beckett)
¿Sirve para algo visitar cementerios, en especial estos de París, ciudad junto a la de Niza en esos momentos (años de 2015-2016) golpeada por la muerte emanada de la mente irracional del terrorismo? Esta es la pregunta que podríamos hacernos y que el propio Gabriel Insausti se hace a sí mismo y que, en el constante diálogo que en el libro han mantenido, viajero y narrador vienen a responder en el cierre del volumen:
«el progreso siempre va precedido de un constante regreso: el esfuerzo de la memoria por no olvidar las condiciones de posibilidad de ese progreso. [...] todo está ahí, en la ciudad dormida del cementerio, esperando mano sobre mano cual doncella casadera. Y lo que no está hoy, estará mañana»

Conclusión
Además de lo ya señalado, en esta reseña el autor de En la ciudad dormida toca, siquiera de soslayo, temas como el que aparece en la cita que encabeza la entrada. Es sutil, pero de mucha enjundia lo que en ella se dice. Y es que un libro en el que se habla de libros y de escritores encierra siempre multitud de asuntos, temas y mensajes, algo que a mí me encanta. 
De libros como el de Gabriel Insausti se obtienen muchas enseñanzas. Este lo hace de una manera singular, novedosa, que me ha hecho disfrutar durante su lectura. Se aprende mucho con libros de este nivel. A quienes os gusten este tipo de obras no puedo menos que recomendárosla. Muy interesante.

Al cerrar el libro reparo en que el autor ha colocado en la contraportada del mismo una cita tomada de Los hermanos Karamazov de Fiodor Dostoievski. No me resisto a no colocarla en la reseña pues me parece bellísima y muy acertada:
«Quiero viajar a Europa, Aliosha, y partiré de aquí mismo. Sé que voy a un cementerio, pero ¡es un cementerio tan hermoso!»
___________________
Nota:  Este libro me sirve para rellenar la letra I en el Reto "Autores de la A a la Z" y para añadir el título a los ya contenidos en el Reto "25 españoles" 

14 comentarios:

  1. Quizás los libros más sorprendentes lleguen por casualidad o por cumplir con el reto propuesto. La visita a determinados cementerios es un tema muy singular y no son pocas las personas a las que les gusta esta especie de turismo fúnebre. Si es un libro del que, además, se obtienen enseñanzas pues perfecto para conocer al autor.
    Un fuerte abrazo, Juan Carlos, y espero que hayas tenido un buen verano.

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    1. He visitado algunos cementerios en mi visita a algunas ciudades. Recuerdo sobre todo el de Pere Lachaise en París, el de la Recoleta en Buenos Aires y también el de Praga. La verdad es que dicen muchas cosas esas ciudades dormidas. Dice una frase sentenciosa fijada en los muros de la iglesia salmantina de San Julián eso de 'Quienes dan consejos ciertos a los vivos son los muertos', y aunque muy barroca en su pesimismo hay que convenir en que tiene no pocos puntos de razón. Cierto es que vivimos de espaldas a esa realidad y por eso continuamente caemos una y otra vez en los mismos errores.
      Bien venido al tajo, Miguel. Yo también espero que tu verano haya sido grato y vengas con las pilas bien cargadas de ánimo y de...¡películas!
      Un abrazo

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  2. He estado varias veces en el cementerio del Père Lachaise, pero no he estado en ningún cementerio más de París y el de Montparnasse, por lo tanto, no lo conozco. Me gusta visitar las tumbas de Proust y de Oscar Wilde.
    El libro tiene muy buena pinta. Las citas que destacas tienen humor y apetece mucho leer el libro. Tampoco he completado la I latina, aunque ya tengo más o menos decidido el título, aunque siempre se puede cambiar. Tomo nota.
    Un beso.

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    1. De esas visitas a las tumbas de sus autores favoritos ha llamado mucho mi atención eso de que sobre algunas de ellas hubiese piedrecitas sueltas que sujetaban papeles con mensajes escritos por visitantes devotos del ser ahí enterrado. El autor dice que no leyó ninguno de esos mensajes; yo me he quedado con muchas ganas de conocer lo que dijeran esos pensamientos anónimos dirigidos a esos pensadores y artistas que ya no podían interactuar.
      Recuerdo que en San Petersburgo, en su cementerio, busqué la tumba de Dostoievski y en su búsqueda topé con las de muchos músicos rusos (Glinka, Musorgski, Borodin...), más o menos es eso lo que le sucede a Insausti en su recorrido por los cementerios de París que buscando a unos se topa con otros: casualidad en la búsqueda y causalidad sin duda a la hora de escribir el libro.
      Un beso, Rosa

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  3. ¡Ah, los cementerios, Juan Carlos! Me fascinan. La frontera. Mi mujer se va ahora de viaje a Praga y verá ese cementerio que tú también conoces. Yo no lo conozco; a Insausti tampoco. Dos tristes ignorancias. Abrazos.

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    1. Los cementerios son el testimonio frío de lo que fue y se ha ido. Qué suerte tiene tu mujer por ir de viaje a Praga (aunque si es por motivos de trabajo ya no se disfrute tanto), la envidio y me hace recordar mi deambular por la ciudad despierta (ja, ja).
      Un fuerte abrazo

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  4. A mí sí me parecen hermosos los cementerios, y desde luego cuentan muchas historias. La historia de los muertos de un lugar cuenta la historia de ese lugar.
    Te contaré que 'visité' el cementerio de Montparnasse de la mano de Mariana Enríquez, así como las catacumbas de París (es una maravilla, por cierto, cómo relata la escritora argentina la historia del cementerio de los Inocentes) y otros muchos cementerios de otros muchos lugares de Europa y América. Es el de Enríquez un libro de cuya lectura disfruté muchísimo y que lleva por título Alguien camina sobre tu tumba.
    Como ves, no me desagrada para nada la temática de este libro de Gabriel Insausti que nos traes. Me gusta además la idea de que siga una misma línea argumental para hablar de todos los autores que menciona en su libro. Creo que eso puede darle una mayor cohesión.
    Bueno, me alegro de que la casualidad y esa búsqueda de la letra 'i' se hayan confabulado para depararte una grata lectura.
    Besos

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    1. Por un momento creí que habías visitado las catacumbas de París físicamente junto a Mariana Enríquez; luego reparé en que en verdad lo habías hecho leyendo su libro. Cierto es que muchas veces visitar algo "de la mano" de un buen escritor es casi mejor que hacerlo por uno mismo, en especial porque los buenos autores ilustran esas visitas con un cúmulo de anécdotas y de información que, al menos en mi caso, no se suelen poseer.
      Espero que tu recuperación sea ya todo un hecho.
      Un beso

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    2. En plena forma ya y al pie del cañon. Gracias por tus buenos deseos, Juan Carlos.

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  5. No es una temática que me atraiga especialmente ni son sitios que suela visitar cuando viajo, sinceramente. Pero el año pasado disfruté mucho leyendo Alguien camina sobre tu tumba de Mariana Enríquez y, por lo que cuentas de este libro, creo que también llegaría a disfrutarlo. Si se me cruza, posiblemente me anime.
    Besotes!!!

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    1. Creo que te gustaría, Margari. Fíjate que yo a estas alturas aún no me he estrenado con Mariana Henríquez. Tomo nota de la novela de ella que a ti te gustó. Gracias .
      Un neso

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  6. ¡Hola, Juan Carlos!
    Sin duda que los cementerios no son destinos turísticos convencionales, pero hoy día se han convertido en paradas casi esenciales para los amantes de la historia, el arte y la literatura.
    Por lo que cuentas, el libro de Insausti ha sido una estupenda clase de literatura, sobre todo francesa, un recorrido de cementerio en cementerio parisino que te ha llevado hasta donde reposan los huesos de esos escritores de enorme significación en la literatura occidental.
    Muy original ese desdoblamiento del autor en dos personajes que llama "el narrador" y "el viajero".
    Un texto interesante y más si está contado de forma amena y con abundante dosis de humor y de ironía. Y sí, dicen que lo que llega por casualidad, a veces nos hace más felices, me contenta saber que has disfrutado mucho de esta lectura ;)
    Un abrazo.

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    1. Es verdad que el turismo todo lo anega y los cementerios no se libran de ellos; visitar cementerios que acogen los restos de artistas, escritores y personalidades de la ciencia o la política entra a formar parte del día a día de cualquier turista. Yo creo por lo que conozco tus gustos literarios que no le harías ascos a este libro de Insausti.
      Muchas gracias, Mariana, por tu comentario.
      Un beso

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  7. No soy muy partidario de visitar cementerios, pero el texto y los comentarios que ha suscitado me animan a verlos de otra manera...
    Saludos cordiales

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