«Jamás, antes de conocer a Limpley, habíamos visto nosotros, gente mayor, que virtudes tan justas como la bondad, la cordialidad, la franqueza y la afectuosidad, por culpa de un estridente exceso, pudieran llevarle a uno a la desesperación.»
En su brevedad esta novela corta, más bien un cuento, que Stefan Zweig publicó en 1935 es un claro aviso de lo que el mundo de las mascotas puede llegar a provocar en los seres humanos. En ¿Fue él? nos encontramos con una buena persona, John Charleston Limpley Stoke, casado con Ellen, una hermosa mujer de 28 ó 29 años a la que sin él darse mucha cuenta hace bastante infeliz debido, paradójicamente, al afecto desmedido que él siente por ella; también sus vecinos, Betsy que es quien cuenta la historia y su marido, ambos 25 años mayores que Limpley comienzan a sentir una cierta inquina hacia él por culpa del optimismo y bondad desmesurados que hacia ellos muestra John Charleston.
La pareja de mayores tienen entre ellos sus más y sus menos acerca de la felicidad o no de la joven pareja: «Es un hombre sumamente bueno y ella puede ser feliz con él», sostiene el marido, a lo que Betsy, más perspicaz que él replica diciendo: «¿Es que no ves que él, fanfarroneando de felicidad y con su mortal vitalidad hace sumamente infeliz a esa pobre mujer?». A estas consideraciones viene a sumarse el hecho de no tener hijos los Limpley tras más de siete años de intentarlo infructuosamente. Quizás, piensa Betsy, ahí radicara el estado de indiferencia y cierto abatimiento que creía percibir en su vecina a la que ha tomado verdadero cariño. Por eso cuando una amiga que fue a verla le regaló un bulldog recién nacido pensó que «aquel encantador animal podía ser un compañero de juegos perfecto para la señora Limpley». Pero, contrariamente a lo esperado y deseado por ella, fue el propio Limpley y no Ellen quien volcó todo su inagotable entusiasmo y cariño en el pequeño animal.
En el exagerado comportamiento que hacia la mascota muestra John Charleston he visto reflejado el mundo actual. En 1935, por lo que Stefan Zweig refleja en ¿Fue él? existía ya en Inglaterra (la acción transcurre muy cerca de Bristol, en la zona del canal de Cardiff) toda una poderosa industria en torno a las mascotas: «correa, cestitos, bozal, escudillas, juguetes, pelotas y huesitos», le compra Limpley; las visitas que hace al veterinario por cualquier nimiedad son más que frecuentes; le da los mejores productos de alimentación canina aparecidos en el mercado; e incluso llegó a sopesar la posibilidad de comunicarse con el animal estudiando el lenguaje perruno. Desmesura, exageración...
Al tiempo, el perrito se va haciendo dueño de la casa del joven matrimonio en especial del sofá que tienen en el salón donde Ponto, que así llaman al bulldog, holgazanea y utiliza para dormir sustituyendo al cesto que le habían comprado para ello.
Todo va a cambiar cuando la señora Limpley note que está embarazada, que tras nueve años de matrimonio y perdida ya toda esperanza, iba a tener un hijo. ¿Qué opinará su marido que vive feliz en compañía de Ponto? ¿Y Ponto? ¡Ah!, ¿pero acaso los perros piensan? El bebé que Ellen lleva en su seno y que nacerá a su debido tiempo desplazará a Ponto de los afectos del marido. Pero... Nada más se puede decir de esta breve novela que se va a convertir en una especie de thriller a partir de este momento. Stefan Zweig con la maestría que es habitual en él tensionará el relato y nos hará dudar sobre los sucedidos que acaezcan. El mundo de los humanos y de los perros se cruzan, se alejan, se bifurcan, se acercan... ¿Tratar a las mascotas como si fueran seres humanos, hablar con ellos, demostrarles afecto desmedido, provoca en ellos reacción semejante, aunque inversa? Todo esto es lo que nos hace mantener viva nuestra atención y disfrutar con esta novelita.
«Lo que distingue el entendimiento animal del humano es que se limita exclusivamente al pasado y al presente, y no es capaz de imaginar algo futuro o de contar con ello.»
Leer esta novela en la que los perros -un perro sólo en esta ocasión- tienen papel estelar me ha hecho recordar otros relatos en los que su protagonismo es semejante. El primero, naturalmente, es la cervantina novela ejemplar El coloquio de los perros donde los canes Cipión y Berganza discurren sobre todo lo humano y lo divino; y luego, claro, Los perros duros no bailan de Arturo Pérez Reverte, novela que no hace mucho reseñé en este mismo blog (digo no hace mucho y al ir a por el enlace veo que han transcurrido ya más de seis años desde entonces, ¡tempus fugit!). La idea es la misma en todas estas narraciones: la humanización de estos animales.
Este cuento largo o novela corta, como todo lo escrito por Stefan Zweig se lee muy bien y el asunto presentado es hoy de lo más oportuno, hace reflexionar -¡y mucho!- a quienes lo leen. Con todo y con ello no es de lo mejor escrito por este autor, aunque desde luego no desmerece en nada al resto de su enorme y potente Obra.
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Nota: Relleno con ¿Fue él? la letra Z en el Reto Autores de la A a la Z.y añado un título más en el Reto Nos gustan los clásicos.
No es ningún secreto: adoro a Stefan Zweig y adoro las publicaciones del sello Acantilado. Pero esta obra aún no ha caído en mis manos, así que tu comentario me sirve para buscarla con rapidez. "Enorme y potente Obra", dices para concluir. Me encanta esa mayúscula. Me encantan tus reseñas.
ResponderEliminarSé que te encanta Stefan Zweig y también que gustas de las publicaciones de Acantilado. La verdad es que esta editorial lleva publicando todo lo de este austriaco ilustre. A veces, como esta vez, es un librito de apenas 80 páginas con buenos márgenes y letra mediana. Lo mejor, dejando aparte la calidad del autor, reside en la magnífica prosa que despliega en su traducción Berta Vias Mahou, que es además autora de novelas que yo aún no he leído.
EliminarMuchas gracias por tus valoraciones sobre mis reseñas, Rubén
Un abrazo
Es una novela fantástica que, como dices, termina a modo de thriller que deja intuir cosas tenebrosas. Yo tengo un gato y hablo con él y hasta cierto punto lo mimo, pero jamás llegaría a los extremos que el señor Charleston se permite ni a olvidar que solo es una mascota. Toda una crítica a quienes, a falta de hijos (o cualquier otra cosa que pueda faltar) los sustituyen por mascotas y las tratan como no corresponde.
ResponderEliminarUn beso.
Así es, Rosa. Zweig se adelanta en su denuncia casi en 100 años a lo que en gran medida ha venido a degenerar el mundo de las mascotas hoy. Todo requiere siempre equilibrio y quietud, irse por los extremos en una actuación siempre es peligroso. ¡Qué bien lo expone Zweig!
EliminarUn beso
Un maestro de la narrativa que es capaz de meterse en la cabeza de los animales o mejor dicho de los excesos que a veces cometemos las personas con ellos. No me molesta especialmente que esos excesos sean por un cariño excesivo siempre que no releguen a las personas que andan por nuestro lado. Un cuento o novela corta que aborda el amor, la maternidad, la envidia en pocas páginas y que también nos descubre a un autor visionario.
ResponderEliminarUn abrazo, Juan Carlos.
Qué bien has resumido el libro y definido con palabras justas y adecuadas al novelista Zweig, Miguel.
EliminarUn abrazo
¡Hola Juan Carlos!
ResponderEliminarcuando he visto que habías reseñado esta novelita (el diminutivo va por la extensión, no por la calidad) pues he venido corriendo hacia aquí. La leí hace ya mucho, creo que tardé una media hora en leerla, cayó en mis manos una tarde en la biblio, me picó la curiosidad y la devoré. La prosa del autor me fascina (acabo de darme cuenta de que he leído dos del autor y ninguna la tengo reseñada en mi blog, creo que fue antes de tenerlo) y esta historia me encantó.
Me encantan los animales (soy veterinaria, creo que lo sabes), cuando tenía perro (también he tenido gato, pero es distinto el apego) pues yo también le hablaba y la verdad que se les quiere muchísimo, llegan a ser uno más de la familia (aunque eso, los que no han tenido ni les llama la atención, pues no lo entienden), pero está claro que no hay que perder la perspectiva y un animal es un animal (algunos eso no parecen verlo claro) y además de educarles debidamente para que no resulte un engorro tenerlos pues claro, en su debida medida.
Me ha encantado leerte y recordar contigo esta pequeña joya literaria
Besos
Así creo yo que debe de ser el comportamiento y relación con una mascota: tener claro lo que es y no confundir su naturaleza con la propia de los seres humanos. Si recuerdas en la novela quien evoluciona de manera insospechada es el propio animal que invade la zona de los amos hasta un extremo insoportable y terrible. Y Zweig sabe hacer avanzar el suspense y la intriga con su talento acostumbrado.
EliminarUn beso
Ay, me has dejado con la miel en los labios o, más bien, con el sabor agridulce que parece desprender esta novela. Además, tengo muy abandonado a Zweig y creo que ya va siendo hora de que vuelva a retomarlo.
ResponderEliminarEs cierto que esta novela parece muy trasladable a los tiempos actuales. Comprendo perfectamente el amor a los perros (he convivido con dos, además), pero creo que los humanos deberíamos plantearnos seriamente la relación que establecemos con ellos. Los tratamos como bebés o niños pequeños y se nos olvidan sus auténticas necesidades caninas. Deberíamos revisar qué vacíos intentamos llenar y el poco bien que la dependencia hacia nosotros que les creamos tal vez les haga.
Besos
La dependencia absoluta hacia alguien tanto de seres humanos como no humanos no es algo recomendable, como bien dices. Cierto es que en el caso de las mascotas su dependencia viene dada por la necesidad de alimento que tienen y la provisión del mismo que los dueños les hacen; es, pues, una dependencia interesada. La otra dependencia, la de los humanos entre sí, dejando a un lado la posible dependencia económica, es de naturaleza afectiva y cuando llega a extremos también es negativa para uno y otro. Es más da lugar a veces a sucesos terribles. En el caso de la novela ese suceso terrible viene a suceder y es producto de la humanización del propio animal. Zweig con esto lo que realiza en cierta manera es una metáfora sobre los propios seres humanos.
EliminarUn beso, Lorena
Hola, Juan Carlos.
ResponderEliminarNo he tenido ocasión de leer este libro pero me has convencido totalmente. Adoro los perros y he tenido perros toda mi vida. Siempre los he tratado como de la familia aunque intento que no humanizarlos demasiado. Tomo nota de tu recomendación porque sé que esta historia me va a gustar.
Un saludo cordial.
Con Zweig poco tienes que decirme para convencerme. Pero desde luego que podría haber escrito esta novela ahora mismo. Me gustan los perros, pero ver como, hoy en día, los humanizan tanto, la verdad es algo que no termino de comprender.
ResponderEliminarBesotes!!!
Además, Margari, a quienes tanto los humanizan podría pasarles lo que al personaje de la novela. Esperemos que la cosa no llegue a tanto (ja, ja...).
EliminarUn beso grande
¡Hola, Juan Carlos!
ResponderEliminarUna novela magnífica que leí y que me encantó, con ella me inicié en el mundo de Zweig.
Una historia corta pero profunda, tremenda reflexión sobre los límites entre lo racional y lo instintivo, esos sentimientos que se desencadenan cuando dejamos de lado la razón y nos dejamos llevar por nuestro instinto más animal.
En la historia vemos a un Ponto humanizado al máximo, y es que una cosa es querer a nuestra mascota y otra, muy distinta, es irrespetar su esencia animal y trastocar su mundo.
Por cierto también leí " Los perros duros no bailan" de Arturo Pérez Reverte, fue hace años, me paso a leer tu reseña para refrescar mi memoria ;)
Un abrazo.
Plenamente de acuerdo con todo lo que comentas respecto a Zweig y su novel "¿Fue él?". En cuanto a la novela de Pérez Reverte no hace mucho que la vi en la sección de infantil-juvenil (?) en una librería. La clasificación de la literatura por edades o géneros humanos (mujeres, hombres...) no es algo que me satisfaga, pues pienso que sólo existe una posible clasificación: buenos libros frente a malos libros, que luego gusten más a niños, mujeres u hombres eso ya es otra cuestión.
EliminarAbrazos, Mariana
Hola, Juan Carlos.
ResponderEliminarDescubrí a Stefan Zweig con su novela “Mendel el de los libros”, que me encantó, a la que le siguió “Miedo” y más recientemente la que aquí nos ocupa. La tres las leí por recomendación, creo recordar, de Rosa Berros.
Me encanta la narrativa de este autor austríaco, así como la brevedad de sus obras. Me he propuesto leer más novelas suyas, pero no sé ahora mismo por cuál seguir, pues su bibliografía es un tanto extensa. Será cuestión de probar, je, je.
Un abrazo.
Las novelas cortas de Zweig son de lo más apetitoso. Yo te recomendaría cualquiera de ellas, pero ahora mismo vienen a mi memoria "Carta a una desconocida" (bufff, fantástica), "veinticuatro horas en la vida de una mujer" o "Novela de ajedrez". Pero ya te digo que cualquier otro título suyo es garantía absoluta: "Clarissa", "Ardiente secreto" (esta es increíble)...
EliminarUn fuerte abrazo
Me encanta Zweig y con tu reseña me animas a seguir leyéndole, en esta ocasión con un perro de protagonista. Gracias por tan buena reseña y por la recomendación.
ResponderEliminarUn beso.
Además es un libro que se despacha en poco más de dos horas.
EliminarGracias a ti, Paloma, por todo.
Un beso
Un libro para reflexionar. Unas reflexiones adelantadas a la época. Creo que es el momento oportuno para esta lectura, es posible que me anime. Muchas gracias por tu reseña.
ResponderEliminarSi te gustan los perros, estoy convencido de que disfrutarás con él. Y comprobarás cómo Zweig también en esto fue un adelantado a su tiempo: vio hasta donde podría llegar la humanización que los seres humanos hacemos de los animales domésticos, en especial de los perros.
EliminarAcabo de dejar un comentario en tu blog. Pero para tu conocimiento al ser tu blog de wordpress mi comentario aparece firmado con la imagen que utilizo para mi blog "Reflexiones" que tengo en wordpress. Utilizo "Reflexiones" para publicar escritos míos de ficción o simplemente opiniones sobre asuntos más o menos de actualidad; para las reseñas utilizo éste, "El blog de Juan Carlos", que es el que más frecuento y actualizo.
Saludos