«Y al final llegó. Llegó la llamada de teléfono que todos los padres temen como temen el infierno, porque esa llamada es el infierno, es la puerta del infierno, que por suerte les llega a pocos, aterroriza a todos pero solo les llega a unos pocos padres desgraciados, predestinados, marcados, les llega sólo a unos pocos desventuradísimos padres abandonados de Dios, pero todos la temen, la temen sobre todo cuando llega en mitad de la noche» (Cap. “Shakul & Co.” [2021])
De Sandro Veronesi (Florencia, 1959), autor de "El colibrí", se dice en la propia edición de la novela cosas de interés como que hizo estudios de Arquitectura aunque nunca llegó a ejercer la profesión pues desde 1988 su dedicación exclusiva ha sido la escritura convirtiéndose en uno de los mejores novelistas italianos de su generación así como en un reconocido ensayista.
Con "El colibrí", aparecido en Italia el año 2019 y un año después publicado en España por Anagrama en traducción de Juan Manuel Salmerón Arjona, ganó el más prestigioso premio literario italiano, el Premio Strega. Este galardón ya lo había alcanzado Veronesi catorce años antes con "Caos Calmo", novela suya también publicada por Anagrama en traducción de Xavier González Rovira. Como curiosidad, para nada menor sino en mi opinión muy significativa, decir que "El colibrí" ha sido distinguida en Francia con el Premio Fémina.
El colibrí
Sinopsis (proporcionada por la propia editorial Anagrama)
Mi comentario
[El barrio de Trieste de Roma] «Es un barrio que siempre ha oscilado entre la elegancia y la decadencia, el lujo y la mediocridad, el privilegio y la vulgaridad, y de momento no digamos más: de nada sirve seguir describiéndolo, porque hacerlo al principio de la historia podría resultar aburrido, incluso contraproducente.»
O sea, pura metaliteratura. Sí, de esto hay mucho en esta novela que, aunque se presenta como un desordenado puzzle de 46 piezas al ir seguido el título de cada una con el año en que lo que vamos a leer se produjo, se lee muy bien sin correr el lector ningún riesgo de perderse en lo que a la vista del índice pareciera un laberinto imposible. Pues no, no es imposible y tampoco es un laberinto. Lo que sucede es que Veronesi ha ideado un sistema quebrado y discontinuo para darnos las informaciones precisas. A veces anuncia que, bueno, que sí, que esto ahora no lo cuento, pero ya lo veréis un poco más adelante, ahora me basta con anunciarlo como de pasada:
««hay que contar cómo se conocieron Marco y Marina, y se enamoraron, se juntaron y se casaron, solo que conviene no encariñarse con el relato, porque a partir de cierto momento dejará de serlo. [...]» (en pág. 81)
Tras estos anuncios, estas incompletas anticipaciones, según vamos leyendo ansiamos alcanzar las páginas en que las tales notificaciones se expliciten Así nos atrapa Sandro Veronesi en la lectura de su novela. Tan es así esto que a veces -al menos a mí tal cosa me ha ocurrido- un hecho o un personaje se nos antoja perdido u olvidado por el autor dado que su deriva narrativa está incompleta para el lector. Así me ha sucedido con uno relevante, Duccio Chilleri, amigo de la infancia de Marco al que el resto de compañeros de colegio consideraban portador de la mala suerte («aquellos jóvenes de finales de los años setenta del siglo XX creían realmente que Duccio Chilleri era gafe») y por eso lo evitaban. Pasan las páginas y el personaje tras haber sido importante durante la adolescencia y primera juventud de Marco parece que no vuelve a aparecer. Pero no, Sandro Veronesi no lo ha olvidado y su recuperación a pocas páginas del final conformará un momento ciertamente importante en la evolución de Marco Carrera.
Quizás lo que acabo de decir se explique porque el novelista construye la novela lanzando una serie de cabos que afectan a unos u otros personajes que, aunque siempre en relación con Marco, al ir alternando los tiempos pareciera que quedan como suspendidos en éste sin concluir completamente su participación en la historia. Sin embargo según pasan las páginas se va comprobando que todo se va cerrando debidamente, aunque, claro, siempre habrá alguno que quedará para el final como sucede con la peripecia del gafe Duccio Chilleri.
En general la mayoría de los personajes -y son muchos- están bien caracterizados. Tenemos para todos los gustos: una madre y esposa de Marco peculiar y algo desequilibrada: Marina; una hermana, Irene, cuyo trágico final condiciona la vida de todo el grupo familiar y muy especialmente la del protagonista; Probo y Letizia, padres de Marco, cuyo matrimonio se tambaleará precisamente por discrepancias sobre cómo abordar el lento desarrollo de Marco; Luisa Latte, el amor imposible de Marco; Giacomo, el hermano enfadado con Marco desde que ambos se enamoraron de la misma chica durante su adolescencia; un psicoanalista que por ayudar a Marco se juega su carrera, Daniele Carradori; etc. De todos ellos es Giacomo el personaje que resulta más desvaído dada su voluntaria mudez, su falta de interacción a pesar de los múltiples requerimientos de que es objeto por parte de su hermano Marco.
¿Qué es en realidad "El colibrí"? Esta es una buena pregunta, sí señor. En primer lugar diré que el título si bien se dice provenir de la manera cariñosa como Letizia llamaba a su hijo por los problemas que en su crecimiento corporal sufrió éste durante un tiempo, esconde otros dos sentidos en mi opinión importantes para la comprensión de la novela. Uno viene dado por la leyenda azteca que Luisa en una de las cartas que envía a Marco le cuenta a propósito de lo que para esta antigua cultura significaba ser un colibrí: «la mayor recompensa que recibían quienes morían en combate era convertirse en colibrí»; Luisa, con la que en ese momento hace ya cuatro años que no habla se lo dice para animarle en la lucha que él está llevando atendiendo a sus progenitores gravemente enfermos de cáncer. El otro sentido escondido que veo en el título trasciende la propia anécdota del crecimiento y/o la lucha heroica contra las adversidades que Marco afronta y quedaría referido más a la estructura o composición decidida por el autor para presentarnos la historia. Igual que el colibrí pájaro es capaz de permanecer inmóvil en el espacio volando hacia atrás incluso, este relato se ha construido con idéntica técnica: Marco está inmóvil, se ha quedado parado en el mundo en un momento del tiempo y a su alrededor gira todo que él, inmóvil, observa y asume. La misma Luisa en una de sus cartas finales se lo dice para de paso también explicarse a sí misma:«Y así he comprendido (por eso te escribo de pronto, aunque no sé si me responderás) que eres realmente un colibrí. [...] Pero no por las razones por las que te pusieron este apodo: eres un colibrí porque, como el colibrí, pones toda tu energía en quedarte quieto. Setenta aleteos por segundo para quedarte donde estás. En eso eres formidable. Consigues quedarte parado en el mundo y en el tiempo, consigues parar el mundo y el tiempo a tu alrededor, a veces incluso consigues remontar y recuperar el tiempo perdido, igual que el colibrí es capaz de volar hacia atrás. Por eso da tanto gusto estar a tu lado.»
En mi opinión esta novela es también un variado muestrario de distintas manifestaciones de amor y amistad. Tenemos desde el absoluto y recíproco amor paternofilial existente entre Marco y su hija Adele a otro más conflictivo sufrido por los tres hijos de Probo y Letizia; amor quebradizo es el establecido entre Adele y Marina, su madre. Por medio tenemos uno grande, magnífico, extraordinario más por extraño que por otra cosa: el que mantienen Luisa Latte y Marco Carrera. Es éste un amor platónico, ideal, que niega el mutuo contacto físico a pesar de anhelarlo; es un amor contradictorio cuyo final [cuando leáis la novela veréis en qué para el mismo. No quiero destripar nada, amigos] se irá intuyendo en el discurrir de las comunicaciones postales que se cruzan los dos amantes. Una comunicación que, claro, como es propio del género epistolar utiliza la primera persona en los relatos o exposiciones que cada uno de ellos, Marco y/o Luisa, intercambia con el otro.
Es "El colibrí" una narración que cubre un período temporal muy extenso, setenta años, el tiempo medio de la vida de un hombre, que va desde la década de los años 60 del siglo pasado hasta el futuro año 2030. Durante estos años el mundo -Europa al menos- ha conocido un sinfín de transformaciones que de una u otra forma se tocan en el relato: la liberación de la mujer, la liberalidad en las costumbres, el auge de los divorcios, el consumo cada vez mayor del psicoanálisis y de la psiquiatría en un mundo cada vez más incierto y menos sólido, las diversas formas de constituir familias, etc. Dentro de estas transformaciones, de estos cambios, se hace hincapié en los aspectos culturales, en especial la música. En infinidad de ocasiones se producen referencias a temas musicales que Marco Carrera escuchaba en esos años que lo marcaron, esos años en los que como un colibrí ha quedado inmóvil, aleteando pero sin avanzar, sin moverse un ápice. Son temas que también sirven para observar el paso del tiempo. Como conocía muchos y son de mi gusto me he permitido confeccionar una playlist con ellos que espero que os agrade
Quizás lo que menos me ha gustado de esta entretenida y adictiva novela hayan sido las concesiones al pensamiento woke que parece hoy día generalizado y que por lo que veo en películas y leo en novelas actuales es "de obligado cumplimiento". Me refiero a las cuotas más o menos "obligatorias" de personajes diversos que actualmente las ficciones deben incorporar: cuota de negritud o de diversidad racial (Mariejin, la hija que Adele ha tenido por su propia cuenta, presenta rasgos que la acercan a la raza negra y también oriental), cuota de homosexualidad (el enfermero Rodrigo), cuota de feminismo (Adele y su hija Mariejin son muy distintas a por ejemplo Luisa Latte y a Marina), cuota de solidaridad y entrega desinteresada a los demás (Daniele Carradori infringe por pura amistad el secreto profesional. Carradori, además, viaja a Brasil en 2016 para colaborar con los habitantes de una pequeña localidad contaminada por un vertido tóxico), y así. Junto a estos cupos, sorprendentemente, al final del relato me topo con el tópico más tópico de lo español cuando refiriéndose a Rodrigo, enfermero que cuida a Marco leemos «Rodrigo, que ha venido de Málaga a propósito. Su historia es de locos: un padre ciego, una madre gitana que fue cantante, bailaora, artista callejera y —parece ser— amante de Enrique Iglesias». Y por si esto no fuera suficiente pareciera que Sandro Veronesi cae en la cuenta de que la novela se le va acabando y no ha cumplido con una de las cuotas woke cuando añade que Rodrigo tiene «un novio que es campeón de pelota vasca».
Para finalizar
La novela, podría decir que me ha agradado y me ha disgustado a partes iguales. Se lee con mucho agrado y es muy realista, aunque quizás el cúmulo de penas y desgracias que el personaje central debe afrontar en algún momento me haya parecido algo excesivo. Es cierto que el amor y la entrega amistosa desinteresada se muestra en los momentos duros, pero el pobre oftalmólogo Marco Carrera parece haberse hecho acreedor de todas las penalidades.
«un vía crucis, nunca mejor dicho, con sus estaciones correspondientes, que a menudo son muchas más de catorce: descubrimiento del mal, biopsia, resultado de la biopsia, consulta de especialistas, duda entre operar o tratar, decisión de operar o tratar, resultado alentador de la operación o de los primeros ciclos del tratamiento, descubrimiento de que, aunque se decidió operar, en cierto momento es necesario tratar, efectos secundarios del tratamiento, cambio del protocolo de tratamiento, descubrimiento de que, aunque se decidió tratar, en cierto momento es necesario operar, y así.»
Es tal el grado de melodramatismo que Sandro Veronesi insufla en "El colibrí" en esos momentos que he llegado a pensar que el escritor busca premeditadamente conmover lacrimosamente al lector y que por eso no rehúye para nada la crudeza con que presenta en el relato el dolor, el sufrimiento provocado por la enfermedad en el paciente oncológico y en quienes lo rodean. Es de un realismo -al principio hablé de neorrealismo italiano- que paraliza, que conmueve, que emociona, que traspasa al más pintado de manera quasi literal. Quizás, ya lo he dicho antes, algo excesivo en mi opinión. A su favor añadiré que estos momentos no son excesivos ni ocupan mucho espacio.
No quisiera que estas impresiones finales fuesen las que predominasen en mi valoración general. Por encima de ellas está la excelente estructura utilizada, el simbolismo del colibrí, el optimismo y buena disposición con que hay que afrontar las malas rachas de la vida, el levantarse cuando nos caemos, la elección libre en esta vida de nuestro destino siempre que nos sea posible, luchar por los demás, el amor y la amistad por encima de cualquier cosa... Y una cosa más que he dejado para el final que viene a enlazar con la cita que encabeza esta reseña y es la carencia en ciertos idiomas entre ellos el nuestro de un término para designar la orfandad de un padre o una madre cuando pierden a un hijo: 'Shakul & Co.' En fin, amigos, que merece la pena leer a Sandro Veronesi y su novela "El colibrí", os lo aseguro.
Había visto el libro y me había parecido preciosa la portada, pero esta es la primera reseña que leo. A mí esas cuotas que mencionas no me parece mal si no son cuotas. Me explico, me parece bien que la homosexualidad se meta en la historia como algo natural y que aparezca en cualquier tipo de novela que para nada trate el tema, pero hay que hacerlo con esa misma naturalidad. Sin que suene a panfleto, pero si ya aparece el racismo, el feminismo... etc. entonces se puede volver pafletario y cargarse la historia que, por lo demás, parece atractiva. Ese puzzle de relaciones familiares me gusta mucho. No sé qué hacer... Puede que la apunte sin prioridad, a la espera de leer algo más.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Rosa:
EliminarA mí cuando las cosas surgen con naturalidad me encanta que aparezcan en las ficciones. Lo que no me gusta es que parezca que tengo que poner una cosita tras otra porque si no lo mismo no pasa el corte de lo políticamente correcto hoy. Eso me fastidia un montón. El ejemplo que pongo de que al final de la novela después de haber aparecido un sinfín de elementos que parecen 'obligados' añada como si de un inexcusable olvido se tratara un novio vasco al enfermero español, así sin más, me parece lo que digo en la reseña: algo nada desarrollado, bastante traído por los pelos y si me sitúo en la acción en concreto nada importante en el desarrollo de la trama. Única explicación que encuentro: me lo exige mi pertenencia al movimiento "woke". A eso es a lo que me refiero.
Pero como advierto al final esta consideración no deja de ser más que eso, una consideración, que no elimina el gusto con el que se lee esta novela que en muchos sentidos me ha parecido original y con muchos aciertos.
Yo que tú, Rosa, la leería, Entre otras cosas porque se lee como si nada. Es de lectura fácil, que no simplona.
Un beso
Tenemos la misma visión del asunto. Por cierto, no conocía ese término de "woke". Me ha resultado curioso también que a todo se le dé un nombre, ja, ja.
EliminarPienso que escribir en modo Cine es la mejor forma de atrapar al lector. Me gusta lo que cuentas de la novela sobre todo cuando esta se centra en indagar en las distintas formas que tiene el amor: desde el platónico hasta el paterno filial hay un mosaico tremendo para explorar. Respecto a las cuotas en cualquier arte van por supuesto en contra de la trama narrada. También es cierto que la literatura debe adaptarse a los tiempos pero siempre que surja de manera natural. Forzar ciertas situaciones pueden arruinar una buena historia. Me ha gustado tu visión crítica de la novela.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Juan Carlos.
Hola, Miguel:
EliminarComentamos la lectura de "El colibrí" en la tertulia literaria a la que asisto una vez al mes y aunque a mí sí me parece el modo Cine una buena manera de atrapar al lector hubo compañeras que no lo vieron así. Bueno, es lo mejor que tiene comentar obras literarias o cinematográficas que unos opinan A y otros B, y a lo mejor ambos tienen hasta razón (ja, ja...)
Como le digo a Rosa eso de las cuotas no me gusta si es que vienen de una manera forzada. Vamos que todos coincidimos en que la verosimilitud es lo esencial en cualquier obra de ficción.
Un abrazo
Quizá sea un poco melodramática para mi gusto en estos momentos. Ya sabes que soy amande la novela historica y ésta me pilla un poco lejos. Una estupenda reseña Juan Carlos, como siempre en tu blog. Besos
ResponderEliminarNo, no, no es demasiado melodramática. A mí, es cierto, ha habido uno o dos momentos en que llegó a emocionarme, pero he de reconocer que no se recrea en el dolor o la pena.
EliminarSi decides darte un paseito fuera de la novela histórica creo que "El colibrí" te encantará, amiga mía.
Un beso
Esta vez no me llama mucho, pero gracias por tu reseña.
ResponderEliminarUn beso.
Muchas gracias, Lady, por darte una vueltita por aquí.
EliminarBesos
Leí "Caos calmo" tras ver la película, pensé que no iba a ser buena idea porque alguno de los dos saldría perdiendo (libro o film) pero en absoluto. La novela es tan cinematográficas que casi tiene más de literatura la película 😂 Lo que si es cierto es que el estilo del autor me enamoró.
ResponderEliminarAnotado queda este Colibrí.
Besos.
No sabía que "Caos calmo" tenía película hecha. Me la apunto. Desde luego es más que cinematográfica esta novela. Me gustará ver cómo resuelven en Cine el puzle de 46 piezas que es "El colibrí". Te va a gustar
EliminarBesos
Me fijé en esta novela cuando se publicó, pues me encontré con varias opiniones positivas sobre la misma, aunque la tuya es la primera reseña más elaborada que leo.
ResponderEliminarEse estilo de ir lanzando cebos sobre lo que va a pasar para captar al lector es muy atrayente, aunque también es verdad que se corre el riesgo de luego no cumplir con las expectativas que creo. Veo que en este caso el balance de la lectura es positivo, si bien también con algunos peros. Lo que más me echa para atrás es esa intención excesiva del autor por conmover al lector, aunque, si dices que el exceso melodramático es puntual, supongo que sabré sobrellevarlo.
Desconocía la existencia del término woke, si bien yo también he detectado esa tendencia y no solo en literatura. Me parece bien contemplar la diversidad, pero es verdad que en ocasiones siento tanta abundancia de determinados personajes como algo muy artificial.
Besos
Hola, Lorena:
EliminarVas a disfrutar con la lectura de la novela. Se lee muy bien y con gusto. Tiene, como tantas hoy día, un ritmo y un planteamiento muy cinematográfico, seguramente porque -me apostaría lo que fuera- en breve será llevada al cine como ya le pasó a Veronesi con su otra novela ganadora del Premio Strega.
Me gustará conocer tu opinión sobre esa sobreabundancia, artificiosa para mí, de atención a cualesquiera -¡a todas quiero decir!- clase de diversidad en la sociedad actual.
Un beso
Me parece muy atractiva la propuesta que nos traes, Juan Carlos. La trama me llama, aunque es cierto que algunas cosas que nos cuentas hace que me eche para atras. Oye, y que curioso eso del pensamiento woke, no lo había oído nunca. El caso es que todas esas cuotas que nombras me gustan en las novelas, pero claro sin ser impostado, sin que sea como una obligación en el argumento
ResponderEliminarLa tendré en cuenta
Besos
Hola, Marian:
EliminarMás que pensamiento woke se habla de movimiento woke. Surgió el término a raíz de la movilización de la población negra americana ante los abusos policiales cometidos por la policía sobre ellos. El movimiento Black Lives Matter usó en las revueltas la expresión "stay woke" (mantente despierto, mantente alerta). A partir de este momento 'woke' vino a ser en ciertos círculos sinónimo de lo 'políticamente correcto'. Y como todo cuando se aplica de manera indiscriminada cae en el exceso. Tan en el exceso incurrió el movimiento que hasta el mismísimo presidente Obama advirtió en uno de suu discursos contra el exceso, el abuso de esta vigilancia de unos sobre otros que podía llevar a la sociedad a la parálisis y provocar la falta de la debida y necesaria libertad. El asunto es interesante por demás, ¿no crees?
Bueno lo que digo en mi reseña sobre ello es sólo una impresión personal que recibo asimismo frecuentemente cuando veo una película, una serie y tantas y tantas otras cosas. Parece que hoy todos caminamos por la misma senda y quien se salga del rail es duramente censurado, castigado, segregado o ninguneado. Ya te digo, una mera impresión personal.
Muchos besos, amiga
Me gusta la novela histórica. Lo que me está echando para atrás de esta novela es precisamente lo que comentas del cúmulo de desgracias tras desgracias del protagonista. Necesito ahora otro tipo de novelas.
ResponderEliminarBeeesos,
Sí que le pasan muchas cosas al pobre Marco pero la novela destila, paradójicamente, un optimismo y positivismo que desde luego hace sorprender al lector.
EliminarUn beso
Agradezco esta reseña sobre un libro que desconocía y que no obstante no leeré de momento. Entre otras cosas, porque al protagonista parece perseguirle la desgracia y hacerse cargo de situaciones que no ha provocado él.
ResponderEliminarPor otro lado, eso que comentas como de pasada sobre las incluidas "cuotas" de corrección raciales, de tendencia sexual o de género. Cierto es que parece seguir las pautas de lo políticamente correcto, careciendo de esa naturalidad que hubiera sido de agradecer y que por otro lado es muy cargante cuando se nota impostado o metido con calzador.
En todo caso un placer leer esa sinopsis, con la que satisfago mi curiosidad.
Un abrazo, Juan Carlos.
Lo de que al protagonista le cae todo encima es cierto, pero si te das cuenta en una vida extensa como la de Marco que llega a sobrepasar los 7'0 difícil es que no te enfrentes o te tengas que hacer cargo de situaciones duras o difíciles. Precisamente ese es uno de los mensajes de la novela, que hay gente que escapa de las mismas y otras que permanecen en su sitio para que si son solicitados por los otros sepan que allí están ellos. En este sentido la historia de Marco Carrera es admirable a la par que interesante.
EliminarLo de las cuotas es ya una constante en el mundo del arte (series, películas, novelas...)
Un fuerte abrazo, JAvier
Querido Juan Carlos. Lo del movimiento woke me ha encantado. Estoy completamente de acuerdo, ha querido cubrir todo lo que se supone que tiene que tener para abarcar todas las "normas" actuales de inclusión. Lo de Rodrigo me pareció de traca, completamente innecesario, otro párrafo que podía haberse ido a la papelera tranquilamente. Lo de Enrique Iglesias, de traca por no decir ridículo.
ResponderEliminarEn fin, que Duccio me gustaba mucho como personaje y yo ya no lo esperaba aunque cuando reapareció fue uno de esos momentos que rescato de la lectura. Y también a Probo, que es mi personaje favorito.
A mí me ha parecido que el relato no respira. Que como dices, el cúmulo de penas busca conmover y marcar al lector y a mí esa intención tan descarada me produce el efecto contrario.
Tampoco lo del final me encaja mucho lo que es el procedimiento, al que se le podrían poner varias pegas pero ya llevaba bastantes.
La verdad es que coincidimos mucho con la opinión de este libro.
Besotes