Este pasado domingo con un tiempo magnífico en la calle pese a encontrarnos en el mes de diciembre entré temprano en una desierta sala de cine que ni por soñación pensé que se
llenaría de público. ¿Se estará recobrando el gusto por ver las películas de
Cine en el cine? Ojalá sea así. El caso es que resulta ciertamente
reconfortante ver una interesante historia formando parte de un grupo humano
que se emociona, sonríe o se le humedece el lacrimal al unísono por culpa del asunto
que se desarrolla en la pantalla
La película que vi en tan gratificante y
abundante compañía ha sido "El puente de los espías", dirigida por
Steven Spielberg, sobre un guión de Matt Charman y los hermanos Coen, y unos
espléndidas intérpretes en los dos papeles principales: Tom Hanks en el de exitoso abogado de seguros de
Brooklyn, y Mark Rylance en el de enigmático espía soviético capturado por el FBI en el Nueva York de 1957.
Que Spielberg es el genio de la lámpara en
Cine es algo por todos sabido. No hay historia en la que no ponga sus ojos y aplique sus manos que no sea un éxito. “El puente de los espías” sigue la senda marcada por
las anteriores ("Lincoln" (2011), "La lista de Schindler" (1993),
"Salvar al soldado Ryan" (1998), "Tiburón" (1975), "La
Terminal" (2004), "Parque Jurásico" (1993) , "Atrápame si
puedes" (2002) y tantas y tantas otras pertenecientes a los géneros cinematográficos más
diversos porque si algo es propio de Spielberg es no ser autor de un único tipo
de filmes, sino que como los grandes genios del mundo del arte –¡él lo es con
seguridad!- no se adocena o se conforma con lo que domina sino que
constantemente está investigando nuevas formas de hacer y por ello se embarca
en proyectos muy diferentes entre sí.
En
este caso estamos ante una historia basada en hechos reales, pero no ante un
documental. No, aquí, aparte del hecho histórico al que se alude: el
intercambio por vez primera durante la Guerra Fría de espías en el puente de
Glienicke que se haría famoso junto al 'Charlie Point', ambos en Berlín, por
ser los pasos utilizados habitualmente en este tipo de intercambios, lo interesante
es la manera como su director e intérpretes principales afrontan la historia.
Spielberg hace gala de un manejo
espectacular de la càmara con unos planos cortos magistrales como los que
inician el film cuando vemos al personaje Rudolf Abel (Mark Rylance) pintando
con detalle su propio autorretrato. El plano es excelente pues vemos al hombre
real de espaldas y frente a él a su izquierda su reflejo en un espejo del que
toma la imagen que plasma en el lienzo que tiene a su derecha. O sea estamos
ante una realidad oculta (el hombre de espaldas) que muestra una imagen ficticia
(la que se ve en el espejo) y una interpretación de esta ficción (la imagen que
fija en el cuadro). Este primer plano ya es toda una declaración de intenciones
de su director: Señores, esto es una historia de fingimientos, de realidades
que no son tales, una historia de espías.
Esta duplicidad también la utiliza en otros
momentos como cuando quiere significar el inmenso poder que en nuestras
sociedades democráticas tiene la prensa y para ello nos presenta la sencilla
imagen del hombre real, el abogado James Donovan (Tom Hanks), viajando por
Brooklyn en tranvía y al resto de pasajeros observándole al tiempo que contemplan
su imagen aparecida en el periódico del día que leen en el vagón. O cuando en
el Berlín oriental el personaje de Tom Hanks mira por la ventanilla del vagón el intento de salto del muro de un grupo de
jóvenes que cae acribillado por las ráfagas de metralleta de los soldados
comunistas: la realidad, en este caso está fuera del tranvía; en el interior
viaja un hombre que finge ser otro que no es. También es muestra de esta
dualidad en la que se mueve todo el film, el momento en que el abogado Donovan, resuelto el encargo, desenvuelve en el avión en que regresa a USA el lienzo que
Rudolf Abel le ha hecho llegar y que no es otra cosa que un retrato del abogado
metido a negociador que unas secuencias más
tarde le vemos llegar a su casa con el regalo de mermelada inglesa que su
esposa le pidió que trajera de la ciudad de Londres donde supuestamente había estado en viaje de negocios. Mientras
ella comprueba que la mermelada es del súper de la esquina de su mismo barrio
por televisión se da noticia de la hazaña realizada por el amantísimo padre y
esposo que, desfallecido, duerme como un tronco en el dormitorio, ajeno a la
sorpresa que su dualidad ha despertado en su familia.
Unos actores excelentes especialmente Tom
Hanks en su doble papel de abogado de los imposibles cuando se hace cargo de la
defensa del espía soviético que me ha recordado al Gregory Peck de "Matar a un ruiseñor" por la incomprensión que su defensa de
la justicia y de los derechos humanos surge a su alrededor, incluyendo a su
propia familia, y en el de negociador astuto, calculador e implacable que se juega
el tipo ante los soviéticos. También Mark Rylance compone un espía soviético
magnífico que ae hace querer por el espectado pues hay en él un interesante
sentido del humor y una gran humanidad.
La fotografía merece destacarse por su
nitidez y perfección aunque quizás caiga en lo trillado y alimente el tópico de
tonos azulados y grisáceos para las localizaciones comunistas, dejando los alegres
y coloristas para las escenas que transcurren en Estados Unidos.
La puesta en escena con una cuidada caracterización
vintage años 50-60 es perfecta. Es interesante echar un vistazo al mobiliario
de formica y acero tubular que invade todas las casas.
Del guión subrayaría algunos sutiles momentos
de toque humorístico propios de las películas de los hermanos Coen. En especial
destacaré el estoicismo que muestra el espía Abel quien ante la constante
pregunta de su abogado admirado por su imperturbabilidad responde con un
"¿Serviría para algo?" que esconde una profunda verdad, cierto es, pero muy difícil de sobrellevar. También hay
un toque de humor, algo negro por cierto, cuando el joven piloto Gary Powers (Austin Stowell) pregunta a su instructor de la CIA, que les habla de la necesidad de destruir el sofisticado avión si son descubiertos, qué hacer con el piloto.
La presentación de la manera de obrar frente
a los capturados por unos y otros sistemas es también característica y tópica:
cálida y amable en América (aunque aquí también Spielberg deja aparecer a unos
cuantos energúmenos anticomunistas); fría, cruel y en espacios destartalados donde
habitan unas gentes tristes y atemorizadas en la Alemania comunista. Si bien
tengo que reconocer que los nuevos tiempos políticos que ahora vivimos se notan
y la crítica hacia los rusos (en el film para el abogado Donovan, como sucedía
en muchos de los países occidentales, no hay distintos países comunistas, para
él todos son rusos) está muy suavizada en comparación con las películas que se
hicieron durante la Guerra Fría.
Steven Spielberg y los hermanos Coen |
Un film que contiene muchos motivos:
- Guerra fría. Es el principal.
- Poder de la prensa. Interesantísimo este aspecto y muy bien presentado en el film.
- Justicia manipulada al servicio del poder político. Aquí se marca diferencia entre uno y otro bloque, mientras en el Este los juece y abogados son serviles al poder, en USA no lo son del todo porque al final...
- Patriotismo: la escena de los niños cantando el himno al inicio de la clase y haciendo el juramento a la bandera nos resulta chocante por estos pagos, pero es habitual en muchos otros países. Desde siempre la industria del entretenimiento americana se utiliza para lanzar mensajes integradores que calan en la opinión pública y son muy bien recibidos por la sociedad en general
- Venganza social ante cualquier desviacionismo: Tom Hanks será mal mirado por los viajeros del tranvía y sus propios jefes le apartarán de los casos profesionales interesantes. El ataque del que es objeto su residencia particular cuando con argumentos jurídicos intenta salvar de la silla eléctrica al espía soviético trajo a mi cabeza mientras la contemplaba la figura de Atticus Finch (en la pantalla este papel lo realizó magistralmente Gregory Peck) defendiendo a Tom Robinson (el actor Brock Peters) en “Matar un ruiseñor” de Harper Lee. Naturalmente el motivo en una y otra historia son distintos (el color de piel y la distinta ideología política) pero es común a ambas el mensaje sobre la necesidad de la tolerancia en las sociedades que se dicen democráticas.
- Los seres humanos no somos números, somos individuos irrepetibles, por ello cualquier vida merece respeto pues en ella se sconde toda una historia (aquí radica el interés de l información rolante que al final nos ofrecen en la que vemos que todos ellos tuvieron un desarrollo vital interesante que de no haber sido por el interés del abogado Donovan no se habría producido)
Lo mejor
Una película muy bien rodada, con un par de
magníficos actores, un director sobresaliente y un guión que hace guiños a los
espectadores para que sonrían de vez en cuando.
Lo peor
Quizás una buscada y algo forzada emotividad.
Pero es un detalle menor que no anula las enormes virtudes que la película
encierra.
Hola! Tengo muchas ganas de ver está película, la crítica la pone genial, a ver si puedo ir al cine a verla, sino tendrá que esperar, pero seguro que la terminaré viendo en un momento y otro.
ResponderEliminarUn saludo!
Hola Beatriz:
EliminarLa estrenaron el pasado día 4 por lo que creo que tienes muchas posibilidades de verla. Creo que te entretendrá porque es un thriller bien realizado.
Gracias por tu comentario
Un beso
Qué oportuna esta entrada tan desarrollada. En cuanto vi en cartelera este título ya me llamo la atención tanto el título como el actor principal y eso me espoleó el ánimo para ponerla en el objetivo de filmes a visionar durante estas fiestas que se avecinan. A causa de esto he buscado referencias ajenas a la crítica "marketiniana"(Me acabo de inventar el palabro) para comercializarla indiferentemente a cual sea su valor y calidad real.
ResponderEliminarCon lo cual tu sinopsis me ha venido como "Miel sobre hojuelas de higuera" y ha hecho decantar una balanza, por otro lado bastante equilibrada.Las películas con trasfondo histórico, al igual que los libros, son las que más atraen mi intelecto y mi gusto y por tanto y gracias a esta entrada hecha como siempre sin escatimar palabras objetivas; la veré si o si.
Así que gracias J.Carlos por tu despliegue crítico.
Y estoy totalmente de acuerdo contigo en que Spielbert es un genio, un mago y un artista.
Abrazos
No te decepcionará.
EliminarSaludos
Hola.
ResponderEliminarPretendo ir a ver esta película dentro de un par de semanas (imposible antes porque la agenda está desbordada de eventos). Lo ultimo que miro es lo que dicen las críticas, estoy deseando reencontrarme con Tom Hanks, uno de los mejores actores de hoy en día.
Besos
Hola Marina:
EliminarCreo que te gustará y más si te gusta, como dices, Tom Hanks. Sin embargo hoy he visto en la TV que no la han nominado para los Globos de Oro que preceen a los Oscars. Bueno, en fin, no siempre se coincide, ¿no crees?
Un beso
Tengo muchas ganas de ver esta película, pero esperaré a que la pasen en alguna sala pequeña de las que en Santander, por suerte, aún quedan. Me niego a ir a un centro comercial de salas abarrotadas donde la gente se pasa la película escarbando en bolsas de plástico de donde saca comida y bebida para resistir en asedio. Tu reseña está bastante en consonancia con la de Carlos Boyero. Él también critica la emotividad, pero ya sabemos como son estos americanos (a mí me encantan) y Spielberg es su más genuino representante.
ResponderEliminarRespecto a la grisura que comentas en en la zona comunista en comparación con el alegre colorido de USA, empiezo a pensar que fue real. Sin escaparates brillantes, con pocas luces en las ciudades y ropajes de tonos neutros, a poco que se nuble el día, la más negra grisura se tiende sobre aquel mundo. Y aunque físicamente hubiera color y luciera el sol, la vida debía ser muy triste y gris.
Buena reseña. Ahora tengo más ganas de ver la peli.
Hola Rosa:
EliminarComparto totalmente lo que opinas sobre la grisura en la que vivían los países comunistas. Pero no deja de parecerme ya un tono tópico el color gris azulado que para sugerir tristeza acompaña habitualmente las secuencias que en cualquier película de cualquier director tratan de la vida en esos países.
En cuanto a lo de esperar a que pasen la peli por una sala más pequeña, te comprendo perfectamente. A mí tampoco me gusta ver cine acompañado de olor a palomitas y sonidos de masticación; sin embargo, en esta ocasión -vi la peli en mi ciudad natal, Salamanca- elegí de los dos cines en que la ponían el de un centro comercial por tener pantalla panorámica y no la de la sala más pequeña que se asemeja más a una gran pantalla de televisión, pero pantalla pequeña de todos modos.
Me agrada que te haya gustado mi reseña y agradezco tu comentario
Un beso
Juan Carlos, acabo de llegar de ver "El puente de los espías". Me ha gustado menos que a ti (en unos días verás la reseña en mi blog), pero hay algo en lo que tenías toda la razón: el cambio de ambiente y color entre Berlín y Nueva York es descarado, incluso indecente. En la primera escena en Brooklyn, una vez que vuelve de Berlín, los colores parecen un cromo, las mimosas están florecidas y cantan pájaros y la mujer sale a recibirle a la calle en manga corta, a pesar de ser invierno, el más crudo invierno. No se debe como yo pensaba a la grisura propia de los países comunistas, sino a un tratamiento tendencioso que aparece en otras muchas cuestiones.
EliminarEspero a ver que te parece mi reseña. Un abrazo.
Que es el papel que Abel esconde al principio de la peli?
ResponderEliminarAbel es espía soviético y al ser descubierto cuando estaba por pasar información escrita en un papel, primero lo esconderá de la mirada de los agentes occidentales que entran en su domicilio y luego se lo comerá. En ese papel había información sensible que le habría incriminado más ante sus captores.
EliminarNo sé quién eres, pero de todos modos muchas gracias por haberte pasado por aquí y haberte detenido a comentar.
Un saludo cordial
Nuestro querido director en su línea, un cine que puede ver cualquier tipo de público. Una historia siempre apasionante, el tema de los espías en plena guerra fría, y unas estupendas interpretaciones, especialmente la que lleva a cabo Mark Rylance. No profundiza demasiado, algo que yo personalmente echo de menos, y quizás se excede en el tono de humor, cosa que resta seriedad a tan importante momento histórico.. Por lo demás, amena, agradable y cumple el cometido de hacerte pasar un buen rato.
ResponderEliminarCoincido contigo en lo del tono de humor algo excesivo. La verdad es que no sé qué ocurre últimamente a los directores de cine que por muy serio y terrible que sea el asunto dejan paso al humor en ocasiones fuera de lugar. Me ha ocurrido últimamente viendo "Mustang", en la que el problema de la ortodoxia musulmana se despacha con un tono, para mí, en exceso agradable.
EliminarUn beso
Pues, ya tengo ganas de ver "Mustang", a ver qué tal..gracias por tu respuesta, y beso de vuelta para tí también. Un placer leerte.
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