Tres muñecos de vudú es una historia que parte del reencuentro de antiguos alumnos de un colegio de frailes en Salamanca. Han pasado 20 años desde el final de sus estudios escolares y tras la separación, obligada por estudios y profesiones, cuatro o cinco amigos de cuando eran adolescentes volverán a verse con motivo de esta celebración. Amores que quedaron en suspenso entonces, el abandono de noviazgos poco entendibles en su momento, el día a día personal e intransferible de cada uno se verán removidos y revividos por este encuentro.
Los ritos de vudú cumplen un importante papel en la novela, de ahí esos tres muñecos que dan título a la obra. Algunos personajes recibirán uno de estos muñecos, lo que en cierto modo -intuye el lector- marcará su próximo futuro. Hay en la novela prácticas mágicas y adivinatorias propias del mundo vudú. Pero el autor también juega al despiste con los lectores como cuando en algún momento uno de los personajes, creo recordar que es Ana, la mujer de Abel, al repasar lo sucedido hasta el momento cae en la cuenta de que la mayoría de personajes masculinos -fundamentalmente los amigos- salvo uno o dos tienen nombre que comienza por la letra A: Abel, Amador, Agustín, Alberto... ¿Destino, adivinación, casualidad, vudú también? Bueno, bueno, hay que leer para saber, claro.
Junto a los personajes nombrados anteriormente hay muchos otros: importantes como Marga, Silvia, Susa, Valentín Hornillos...; y menos importantes en el desarrollo de la trama como el misacantano Sebastián, los de mantenimiento en el colegio de frailes (la 'Santísima Trinidad': el Chapuzas, el Rápido, el Voltaire), los curas (el Ninfas, el Fiambre, el Comodín, el Maricón, el Negro...), el bedel don Domingo, etc. Como se ve un amplio abanico de seres habitan esta novela, todos ellos con personalidad e individualidad propias. Quienes lean la novela disfrutarán mucho con cada uno de estos tipos y caracteres. Para mí un mérito más de la novela.
Estamos ante una novela negra en la que hay asesinatos, amenazas, alguna paliza que otra y mucho, mucho, suspense. Ezequías Blanco realiza una parodia de esta tendencia novelesca que en los años en los que él está escribiendo el libro estaba de plena actualidad. Rinde homenaje el escritor a los grandes clásicos del noir y también destaca por su valía literaria a nacionales contemporáneos que cultivaban el género
[a Valentín] «le sobran lecciones de teoría aprendidas de buen grado en las mejores fuentes de la novela negra, de la de espionaje, de la de intriga... Ha leído entre otras doctas plumas en la materia a John Le Carré, a Graham Greene, a Raymond Chandler, a Dashiell Hammett, a Chester Himes, a Ross McDonald... E incluso a Pérez Reverte, a Eduardo Mendoza, a Vázquez Montalbán, a Juan Madrid y a Lorenzo Silva.»
La parodia la realiza el escritor mezclando los elementos habituales del noir con el mundo esotérico del vudú, la adivinación, la magia blanca y la magia negra. Pero lo más importante, lo que hace verdaderamente distintiva a esta novela de otras que por ese entonces se publicaban es que, como si de un papel de celofán se tratase, envolviendo y ajustando debidamente en su interior todos los elementos que configuran el relato, está la literatura. Ezequías Blanco, creo que lo he dicho ya en más de una ocasión, habita un lugar llamado «Literatura», y todo el mundo real del que parten sus narraciones está tocado por ella.
Los autores clásicos (Jorge Manrique especialmente y en varias ocasiones, y muchos otros expresamente citados o no: Lope, Quevedo, Góngora...), pero también los contemporáneos (César Vallejo, Unamuno y muy especialmente Federico García Lorca) están muy presentes en Tres muñecos de vudú. Ellos tiñen la historia con el betún que supone utilizarlos sabiamente para ilustrar y mejor entender las evoluciones de los personajes.
«"Hay golpes en la vida tan fuertes... Yo no sé / como de la ira de Dios..." pensaba Ana con César Vallejo y con Abel quien solía musitar estos versos cuando a alguien le ocurría alguna desgracia tremenda, relacionada generalmente con la muerte de niños o de personas jóvenes. "Cuando más ardía el fuego / echaste agua..." se repetía, una y otra vez, Ana con Jorge Manrique y con Abel.»
Personalmente, en Tres muñecos de vudú, además de lo ya dicho, yo destacaría tres aspectos, en mi opinión sobresalientes. El primero es el recorrido que Ezequías realiza en la primera y en la segunda parte de la novela por la ciudad de Salamanca [la tercera parte y la cuarta se desarrollan en Madrid], la ciudad donde él, como su alter ego Abel, estudió, primero en un colegio de frailes y luego ya en su Universidad. La Salamanca real es la que aparece en la novela: sus calles, sus monumentos, los espacios de la Facultad de Letras donde conoció a personas que tanto le influirían en su trayectoria vital y literaria... No pierde la ocasión el novelista de homenajear de esa manera tan suya -de soslayo, que dice Rafa Martín Martínez en el magnífico prólogo que precede a la novela en esta edición de 2025- a personas, algunas como el poeta salmantino Aníbal Núñez o el compañero de estudios universitarios Luis Javier Moreno Madroño (Javier en la novela) con quienes, mientras estuvieron en este mundo, mantuvo el autor un sincerísimo afecto personal y literario.
En segundo lugar es impresionante el conocimiento y manejo que el novelista tiene del vocabulario, tanto de un mundo desaparecido o en vías de desaparición («Había allí orzas, ánforas, belezos, cráteras, pipetas, redomas, cazos, zafras, alcuzas y otras muchas de las que desconocía los nombres») cuanto de otro más nuevo, que precisa de nuevas denominaciones, como cuando Abel, con el humor que comparte con el propio autor, se refiere a las dolencias que sufren muchos de sus antiguos compañeros de estudios en sus actuales trabajos:
«cuando se encontraba con ellos, todos, sin excepción, despotricaban amargamente de su curro, quién con más vehemencia, quién con menos, dependiendo del carácter o del estado de ánimo. Además todos estaban aquejados de múltiples enfermedades profesionales que él había bautizado con su humor habitual, bajo nombres como "aulitis fóbica", "fiebres calendarias", "artrosis áulica", "neurastenia magistral"...»
Y el tercero de los tres aspectos que en esta reseña quiero poner de relieve es, como cualquiera ya habrá descubierto, el humor que a todo lo largo de Tres muñecos de vudú esparce Ezequías Blanco. La ironía, los juegos realizados con las palabras, los vocablos o sintagmas inventados con socarrona intención, el sarcasmo empleado con profusión..., en definitiva, el tratamiento humorístico es el caldo en el que el novelista hornea los elementos que forman el entramado de esta buena novela. Estos elementos son la educación recibida en el colegio de frailes, el enganche amoroso de Abel y sus indecisiones, la voracidad sexual presente en algunos personajes, la manera de hablar de algún compañero, algunos giros propios de la novela negra que no conviene desvelar aquí, las reacciones ante ciertas situaciones de algunos personajes... Sí, decididamente, en Ezequías existe una vena humorística en su variedad irónica que hace que leer sus narraciones, en concreto esta primera novela, sea una completa delicia.
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Otras entradas en el blog sobre libros y actividades de Ezequías Blanco:
No conocía el libro, pero es que el vudú no me llama mucho.
ResponderEliminarUn beso.
El vudú tiene su momento y su importancia en el relato, pero no es una novela de vudú. Es una novela en la que interviene y tiene una funcionalidad importante el vudú. Date cuenta de que estamos ante una novela negra con muchos toques de humor. El vudú sirve precisamente para marcar el suspense de un modo no muy habitual entre nosotros y eso sin duda alguna pone una sonrisa en nuestros labios. Léela y lo comprobarás.
EliminarUn beso
Te haré caso. Un beso.
Eliminar"Hay que leer para saber", ja ja ja. Menuda forma de picarnos la curiosidad. Me encantan los relatos de reencuentros. Son siempre tan reveladores, tan melancólicos, tan especiales...
ResponderEliminarHola, Rubén:
EliminarLa finalidad de este blog es fomentar la lectura. De ahí ese "Hay que leer para saber" Como profesor que he sido de la 'cosa' sé que poner la miel en los labios y luego esconderla aviva el deseo de consumirla.
Pues si te gustan las historias de reencuentros está es una que te encantará porque identificarás muchas de las situaciones aunque tú no las hayas vivido.
Un abrazo
Sabía de esta novela de Ezequías porque me anunció la firma del libro en la Feria de Madrid. Tiene muy buena pinta con asesinatos y humor y toda esa habilidad literaria que le caracteriza. Además me apetece leer lo primero de Ezequías en novela. ¿Cómo se puede conseguir? ¿Se puede pedir en cualquier librería? Estos libros que son de autores poco conocidos a veces son muy difíciles de conseguir.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Rosa:
EliminarAhora mismo se puede conseguir en cualquier librería porque la edición actual de Huerga y Fierro salió en mayo de este año. Me dice Ezequías que le está dando muchas satisfacciones la muy buena recepción que está teniendo.
Un neso
Se nota el cariño y la admiración que sientes por la obra de Ezequías Blanco, y logras transmitir esa pasión de una manera que invita a sumergirse en la novela de inmediato. Me encanta cómo destacas la frescura del relato, que no envejece a pesar de los años, y cómo resaltas esa mezcla única de novela negra, humor irónico y toques de vudú que la hacen tan especial. La forma en que describes el reencuentro de los personajes, con sus amores pasados y sus vidas removidas, me parece un anzuelo perfecto para quienes amamos las historias humanas y complejas. Además, ese guiño a los nombres que empiezan por "A" y la riqueza de los personajes secundarios, como la "Santísima Trinidad" o los curas con motes tan peculiares, me arrancó una sonrisa. ¡Qué ingenio el de Ezequías para darles vida!Tu mención a la Salamanca real, con sus calles y monumentos, y ese homenaje sutil a figuras como Aníbal Núñez, me parece un detalle precioso que conecta la novela con un lugar y un sentimiento muy auténticos. Y, por supuesto, el humor, esa "vena irónica" que destacas, suena como el ingrediente perfecto para hacer de esta lectura una experiencia deliciosa
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Juan Carlos.
Nada puedo añadir a lo que tan bien dices en tu comentario. sobre la obra de Ezequías. Así es en efecto. Pienso que tú, que amas y disfrutas de las historias humanas y complejas, con esta novela disfrutarías muchísimo. Ezequías es un magnífico contador y muñidor de historias. Y tiene un a socarronería que, bien aplicada como lo hace en Tres muñecos de vudú, da como resultado novelas interesantes, muy entretenidas y con un poso cultural increíble.
EliminarUn abrazo
https://www.youtube.com/watch?v=5anbFiQkbrU
ResponderEliminarNo puedo responderte directamente nombrándote como mereces, o sea, por tu nombre, pero sí que agradecerte esa dirección de enlace que como unico contenido pones en tu comentario.
EliminarPara que quienes lleguen hasta aquí lo sepan, les diré que si la ejecutan accederán a una entrevista que este verano le hizo InterBenavente aprovechando el segundo encuentro poético realizado en Paladinos del Valle y cuyo impulsor es el propio Ezequías.
Es una muy buena entrevista en la que Ezequías responde todo lo que se le pregunta. Os recomiendo que la veáis. Os gustará
No es fácil escribir una reseña para un auditorio que no ha leído el libro. . En esta caso tu reseña es magnífica e invita a buscar esa novela
ResponderEliminarMuchas gracias por abrirme esta puerta con este autor que no conocía
EliminarSi con mi reseña consigo invitar e incitar a la lectura de la novela, pienso que he logrado mi propósito. Si es así, acepto el elogio que haces de mi reseña, Joaquín. Ya me dirás qué te han parecido estos "Tres muñecos de vudú". Lo pasarás en grande, ya verás.
EliminarUn abrazo