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13 oct 2023

Los Zelmenianos. Novela de Moyshe Kulbak

«El gato dormitaba junto al horno. La tía guardaba silencio cuando escuchaba el consejo que le llegaba de todos lados:
—¡Que Itche vaya a trabajar en una fábrica textil!
Nunca habría creído el tío Itche que en su vejez cometerían con él semejante bajeza.
—¡Conviértete en obrero de una vez! ¡Viejo tonto! —le insistían»

Moyshe Kulbak, Los Zelmenianos
Realizar el Reto 'Autores de la A a la Z' tiene muchas ventajas. Una de ellas es la necesidad de buscar autores cuyo nombre o apellido con el que se le identifica comience por determinada letra. La 'K' es siempre complicada de cumplimentar, pues además de Kafka y algunos escritores orientales pocos más lo portan. Por esto cuando en la última Feria del Libro de Madrid me detuve en la caseta de la editorial zaragozana Xórdica y vi la novela de Moyshe Kulbak dije para mí: «lo encontré». Tomé el libro en mis manos y comencé a hojearlo. Quien atendía al público, al detectar mi interés, amablemente se dirigió a mí y me explicó la génesis de Los Zelmenianos, su primera escritura en yiddish, el malhadado destino de su autor al caer en desgracia estalinista, la ignorancia en España de este título hasta que en 2016 la editorial Xórdica la publicó en traducción de Rhoda Henelde y Jacob Abecasís directamente desde el yiddish, y otra serie de informaciones más.
Todo esto que digo me contó el vendedor; tan bien lo hizo, que me convenció y procedí a adquirir la novela. La he leído, la he disfrutado, me ha mostrado aspectos de la primera URSS que desconocía, y he transitado por tres generaciones de judíos bielorrusos a lo largo de unos setenta años. Una grata experiencia.

Los Zelmenianos es una novela de Moyshe Kulbak a la que, como digo, he llegado de carambola, casi sin proponérmelo. Sin embargo el resultado ha sido bueno pues la historia me ha parecido interesante y el estilo utilizado en ella también me ha resultado curioso. Pese a estos dos rasgos (historia y estilo) confieso que en ciertos momentos me ha supuesto cierto esfuerzo avanzar en el libro. He logrado culminarlo y ahora ya, desde la cumbre de la novela acabada, creo que la historia merece y que la peripecia vital del autor debe de ser conocida, admirada y sí, también, llorada.

En fin, estamos en la Rusia soviética que está llevando a cabo la instauración de programas de colectivización superada ya la guerra civil que siguió a la primera guerra mundial, conflicto bélico durante el cual se produjo la Revolución de 1917. En esos años de colectivización obligada por las autoridades estalinistas (1928-1933) se está realizando la verdadera revolución que romperá la unidad dentro de las comunidades. En el caso de la novela de Moyshe Kulbak la comunidad (el «patio de reb Zélmele») está radicada en Minsk y es de judíos askenazis bielorrusos dedicados a artesanías liberales (relojería, sastrería, carpintería, curtiduría...); este tal reb Zélmele levantó el patio junto a su esposa, la abuela Bashe, 70 años atrás. 
 
Lo que se nos cuenta en Los Zelmenianos es la historia de los cuatro hijos que tuvo esta pareja y la de sus nietos, los hijos de estos cuatro. Cómo los ideales de reb Zélmele cayeron empujados por un supuesto progreso que imponía el maquinismo, el Cine, la industrialización, la electricidad, el mundo fabril que iba contra el trabajo individual artesano que era lo que practicaban estos judíos (sastre, relojero, carpintero...) tenidos por esto como kuláks, pequeño-burgueses contra los que había que ir. El choque y la incomprensión se produce entre los cuatro hijos de reb Zélmele (tío Itche, tío Zishe, tío Yuda y tío Folie) y sus propios hijos y sobrinos. La manifestación de este distanciamiento, ruptura generacional entre padres e hijos viene significada en el alejamiento de la práctica religiosa de los jóvenes («bribones») respecto de sus mayores. Así Sonie y Tonke, hijas de tía Guite y tío Zishe, se emparejan y tienen hijos con gentiles, algo que sus padres y tíos no comprenden pero deberán aceptar. Incluso, una de ellas, Tonke, regresará al patio tras una larga estancia fuera de casa sola y con un bebé en sus brazos. 
La edición incorpora a manera de marcapáginas el árbol genealógico de los Zelmenianos

Hay una fuerte crítica al sistema comunista que se está imponiendo desde arriba con la aceptación forzada de los súbditos. Entrar en el Partido, hacerse funcionario de las diferentes agrupaciones socialistas comunitarias que están surgiendo es una buena cosa para sobrellevar estos súbitos cambios. Así Bere, hijo de tía Málkele y tío Itche, al volver de la guerra se hace policía y en el «patio» será la autoridad a quien consultar cuantas acciones se realicen allí. Incluso Bere, casado con Jáyele, la hija de tío Yuda y tía Hesie, se negará a ponerle el nombre judío de Zalmen a su hijo; a cambio le pondrá el nombre de Marat. La justificación que da para evitar el nombre del abuelo es ciertamente insidiosa:
 «Aún he de reflexionar sobre el nombre, pero en cualquier caso el niño no se llamará Zalmen, debido a que el abuelo reb Zélmele fue, según muchos indicios, un kúlak, un campesino rico, y además no tengo del todo claro de dónde sacó el dinero para construir el patio. Sí, realmente, ¿de dónde?» 
Sobre este abandono de la tradición y el choque padres-hijos se ve cómo al morir el tio Zishe, su yerno, Pavel Olshevski, no judío marido de Sonie, le pregunta a ésta por cuestiones religiosas demostrando su más absoluta ignorancia. Hay que recordar que este casamiento fue algo que siempre enfadó a Zishe hasta el punto de haber sido el desencadenante de su fallecimiento.
En el extremo opuesto de estos «jóvenes bribones» están los padres y tíos «juiciosos» cuya vivencia del judaísmo en sentido pleno puede verse en muchos momentos. Uno de ellos muy evidente y significativo se da cuando el tío Yuda decide abandonar el patio y prepara su equipaje:
«metió el taled y las filacterias, el violín, una libra de pan, un par de cebollas, en fin, todo lo que necesita un ser humano para emprender viaje.»

En cuanto al estilo utilizado hay que decir que en la época en que Moyshe Kulbak publica por entregas los episodios que componen Los Zelmenianos los escritores sufrían una fuerte presión para que abandonasen cualquier experimentalismo literario y se acomodasen a la línea oficial del realismo socialista. En la novela se encuentran manifestaciones de ambas tendencias, si bien predomina la del realismo socialista que poco o nada dejaba a la imaginación libre del lector. 

Experimental es la ruptura de la linealidad gráfica de un párrafo acercándolo a la formalidad propia de los metros poéticos. La finalidad claramente es la de imprimir ritmo fónico a la expresión:

«El salón está envuelto en la penumbra. Tsalke el del tío Yuda, con los codos apoyados en la mesa, fuma un cigarrillo de liar. Contempla como salen a empujones, entre risas,
      a través de
                            la puerta,
                                                los
                                                        ocho
                                                                        bribones.
»

Respecto a esta y otras innovaciones dentro de la novela hay instantes muy logrados. Así en el capítulo 16 del libro 2, y también en otras partes del libro, el autor escribe una prosa rítmica, con recursos propios de la lírica. Es una prosa que a retazos más o menos regulares repite una secuencia fónica Noche cálida»/ «Noche oscura. Tierra negra, tejados negros, en vísperas del brote de los tonos verdes» / «La Osa Mayor, vista del revés, cuelga del cielo en el lado norte del patio»)

Algunos otros vanguardismos utiliza Moyshe Kulbak, pero, como digo, predomina la línea realista que el socialismo real imponía en arte y literatura. En este sentido, y pese a todo, también el escritor bielorruso consigue momentos de elevada belleza, aunque a veces, quizás por esa imposición estética, algo almibarada:
«En las márgenes del patio de reb Zélmele se han formado alegres regueros burbujeantes de vísperas de primavera, y sobre las paredes pasean retazos soleados. El patio se va despojando de las sucias nieves como un ave se sacude las gotas de lluvia»

Moyshe Kulbak. muestra en Los Zelmenianos su total oposición a arrancar por la fuerza las tradiciones. Él, judío askenazi como los personajes de su relato, no se opone a lo bueno del Nuevo Orden comunista, pero sí denuncia las barbaridades que en su nombre se estaban cometiendo. Ese enfrentar generaciones entre sí, hijos con padres, hermanos con hermanos sólo por razones ideológicas disgusta al escritor bielorruso. Todo esto lo expone con suma claridad en esta narración. Y por esto no fue del agrado de las autoridades, las cuales en 1937 retiraron del cartel la representación de una obra suya por, según estos funcionarios, presentar «demasiados mendigos y barbudos abandonados, y demasiados pocos proletarios».

Moyshe KulbaK, Los Zelmenianos
Retrato de Moyshe_Kulbak_1984_
Anatoly_Nalivaev (de Wikipedia)
Hasta que se produjo su caída en desgracia en ese año de 1937 su producción literaria había sido aceptada dado que mostraba las tradiciones y el folclore del pueblo judío sufriendo muchas veces bajo la opresión zarista. Sin embargo cuando en 1931 se publica en Moscú el primer libro de la novela titulado «Los Viejos» y en 1935 en Minsk el segundo de nombre «Bere», ambos escritos en yiddish o judeoalemán,​ idioma perteneciente a las comunidades judías asquenazíes tanto del centro como del este de Europa, comenzó a ser mal mirado por los mandatarios quienes en 1937 lo encarcelan, enjuician por subversivo y lo condenan a muerte. Su esposa también sufriría cárcel durante diez años. A ella, de nombre Zelda, le dirán cuando la liberen en 1946 que «Moyshe Kulbak halló la muerte en 1940 por extenuación».

Para finalizar
No quisiera cerrar esta reseña sin señalar la innegable veta humorística que aflora no pocas veces en esta novela. Así no he podido por menos que recordar la película  Tiempos modernos de Charles Chaplin cuando el tío Zishe, que era persona respetable y burguesa «se sintió empujado con todos los demás, comenzó también él a gritar algo y por un instante pasó por su imaginación que él también era un bolchevique, ¡estaba marchando detrás de la bandera roja!». Cuando es consciente de su desatino, se marcha de la manifestación a través de una callejuela lateral. Mi evocación de Charlot al frente de una manifestación obrera me hizo sonreír; más tarde, comprobando fechas, vi que la película de Chaplin apareció un año más tarde que la segunda novela de Kulbak. ¿Quién influyó a quién? Está claro.
La ingenuidad de estos judíos artesanos liberales la muestra el judío Moyshe Kulbak presentando a otro de los tíos, el tío Itche, disfrutando de manifestarse como representante de los artesanos independientes portando en sus manos un ramo de flores para entregar a un comandante del Ejército Rojo. ¿Artesanos independientes en la Rusia soviética estalinista? ¡Qué humorada!

También hay humor en la referencia metaliteraria que el propio autor hace de sí mismo poniendo en boca de Tonke un poema suyo. El propio novelista se identifica como zelmeniano, o sea, judío de los Viejos, en palabras de Tonke:

«Hay una canción de un poeta zelmeniano de nombre Kulbak, que siempre me ronda por la cabeza:
Y a los jóvenes de bronce
les asaltó entonces
la voluntad
de calmar
la ira
de los años
desperdiciados.»
Esta misma Tonke, en el libro segundo cuando vuelve al patio con un hijo sin padre en sus brazos, es requerida por la vieja esposa del bedel de la sinagoga, la tía Neje, y por Ester, la maestra de caligrafía, para que les diga el nombre del padre de su bebé. Ella se revuelve y les dice que era un buen bolchevique y además gentil. Ellas le proponen que se case con un judío para solventar la situación. ¿Por qué no con Tsalke? Al negarse ella, muchos de los del patio dicen cosas como que rezando nadie se ha quedado embarazada 
«Por rezar sus oraciones nocturnas, tío [al tío Zishe, su padre], ninguna mujer se ha quedado encinta.»
Humor y metaliteratura, una buena combinación que es fácil que pasara desapercibida para no pocos lectores.  

Muy humorístico me ha resultado el consejo que tío Yuda le da a su hijo Tsalke, tantas veces suicida quedado en el intento. Le dice que mejor que seguir siendo sólo intelectual, gran conocedor de la Torá, se hiciera bolchevique: «Si te haces bolchevique, vas por ahí con la bandera, y dices lo que hay que decir... [...] Tú eres una persona, bendito sea Dios, que maneja una pluma. Tú escribes, explicas, y entonces , ¿por qué no demostrarles que en realidad están equivocados, eh?...» Y a renglón seguido, aunque alaba que se derrocara al zar, critica que ahora, en ese preciso momento, se persiguiera todo lo judío.

____________________________

Con Los Zelmenianos de Moyshe Kulbak avanzo en la consecución de los retos "Autores de la A a la Z" y el de "Nos gustan los clásicos".


23 comentarios:

  1. ¡Hola Juan Carlos!
    ¡que libro tan curioso nos traes, en todos los aspectos! Ni conocía a este autor judío, ni conocía la novela, me gusta que haya tanto metaliteratura, como cierto toque humorístico en las tramas, esas que te sacan de vez en cuando sonrisas mientras lees.
    Y que bueno que la Feria del Libro de Madrid contribuyera con éxito a tu búsqueda del autor que empizarrarte por K, complicado sí que lo es.
    Siempre me fascina el destripe que haces en tus reseñas, como lo analizas absolutamente todo de tus lecturas
    Besos

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    1. Ciertamente es un libro curioso. En la URSS de Stalin muchos escritores fueron censurados, perseguidos, anulados (cancelados se dice hoy día), encarcelados, e incluso asesinados. Moyshe Kulbak pasó por todos estos estadios. Pero no fue el único. Ahora mismo recuerdo que también otro gran autor como fue Mijail Bulgakov y su "El maestro y Margarita" sufrió persecución y encarcelamiento; su novela salió del pais escrita en pequeños papeles y fue montada fuera de Rusia. Otro escritor mucho más conocido por su obra El archipiélago Gulag es Solzhenitsyn. En fin, una pena.
      Un beso

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  2. Una saga familiar judía en los primeros años de la revolución rusa es más de lo que puedo resistir en tentación literaria. Yo ya he rellenado la k, pero este libro no me lo pierdo. También puede ser la k del año que viene porque éste ya ando un poco liada.
    Lo que cuentas me recuerda, salvando las distancias, algún libro de Isaac Bashevis Singer como La familia Mostak que me encantó. Gracias por compartir.
    Un beso.

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    1. Sí que recuerda a Bashevis Singer; entre otras cosas por el sustrato judío, por la cultura judía que ambos tienen. La verdad es que los judíos -¡ahora están de máxima actualidad!- son un pueblo, una colectividad digna de ser observada. Cuando veo a Israel alzado en armas tras los atentados de Hamas, dejando atrás cualquier otra consideración (apoyo de USA, enfrentamiento con Irán, opresión de décadas al pueblo palestino, etc.), me admira cómo los voluntarios y reservistas acuden a sus cuarteles a defender... su... ¿idiosincrasia? Se tienen por el Pueblo elegido y consideran que como llevan existiendo más de 5000 años Dios no los abandonará jamás. Y esto lo llevan dentro de sí tanto los creyentes como los agnósticos. Por otra parte son grandes creadores en todos los campos del arte y tienen permeadas todas las instituciones de todos o casi todos los países. Son increíbles, la verdad sea dicha. Y a lo largo de la Historia han sufrido, han sufrido mucho, pero casi casi lo tienen asimilado, integrado en su ADN; en Los Zelmenianos una de las grandes celebraciones judías recuerda su esclavitud -la liberación de ella- bajo ¡los egipcios! Desde ese momento se saben perseguidos, pero también saben (o piensan) que siempre serán rescatados, liberados.. Y sí, así va siendo. Muchos han sido los regímenes y los políticos que se los han intentado cargar; Stalin fue uno de ellos y de ello, de manera muy bien contada, va esta novela.
      Besos

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  3. Qué bueno es encontrarte con una joyita de esta clase lo cual da más sentido si cabe a las ferias de los libros. Es todo curioso y atractivo: el propio título, la mezcla comunista -judía, el humor, esas partes de escritura en métrica, etc. Supongo que es un libro algo complejo para entrar en la trama, pero que satisface mucho cuando llegas al final y has aprendido un poco más sobre esa parte aciaga de la historia. Un fuerte abrazo, Juan Carlos.

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    1. Es importante y me ha gustado mucho comprobar una vez más cómo una revolución que venía a combatir el antiguo régimen conservador de los zares, en cuanto ocupó el poder se volvió contra aquellos creadores vanguardistas que como Kulbak querían renovar la literatura y otras ramas artísticas. ¿Hay algo más conservador que predicar el realismo puro y duro aduciendo para ello que si no el Pueblo no entendería las obras de creación? Acaso ¿no es más revolucionario elevar la cultura del Pueblo en vez de bajar el nivel artístico? Pues en esta contradicción se movieron por allá en esos años aciagos. Lo peor fue que a quien no se avenía lo encarcelaban, lo mandaban al gulag y como le ocurrió a Moyshe Kulbak al poco moría por desfallecimiento en el trabajo inhumano al que lo sometieron.
      Espero que hayas disfrutado del puente del Pilar, Miguel
      Un abrazo

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  4. Pues a ti te habrán convencido de emprender esta lectura en la caseta de Xórdica, pero tú me has convencido a mí de apuntármela. Estoy intentando ahora mismo recordar si he leído algo escrito originariamente en yiddish. Me atraen además los libros que tienen su propia historia más allá de la que narran sus páginas, y precisamente estaba pensando mientras te leía en El Maestro y Margarita de Bulgákov que le mencionas a Marian. En todo caso la novela en sí me resulta muy curiosa. En fin, qué bueno que esa búsqueda de la K para cumplir el reto de Marisa te haya llevado a este descubrimiento.
    Besos

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    1. Sí que ha sido bueno ese reto de buscar autores con apellidos que empiecen por la K. No es la primera vez que tal cosa me ocurre, aunque no siempre el hallazgo es satisfactorio. A mí también me agrada saber que el libro que tengo en las manos tiene una historia tras él. Bajo los regímenes dictatoriales como el estalinista, pero también bajo otros (el franquista, el de los ayatolás, el pinochetista, etc.), no han sido pocos los libros que hubieron de salir del país escondidos para poder ser publicados fuera del mismo. Otras veces, como le ha ocurrido a Los Zelmenianos entre nosotros, ha permanecido oculto bajo el idioma -el yiddish- en que su autor lo escribió.
      Creo que te gustará, Lorena.
      Un beso grande

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  5. Caramba, qué narración más original. Estoy haciendo memoria y no recuerdo haber leído nada que haya traducido del yiddish. Quizá me equivoque. En todo caso, bienvenidos sean los retos que nos hacen descubrir voces e historias nuevas.

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    1. Naturalmente que sí, Rubén, bienvenidos esos retos. Pero más, bienvenidos aquellos libreros que se esfuerzan en promocionar un libro bueno y logran convencer al lector. Fue lo que a mí me ocurrió con el de la caseta de editorial Xórdica en la Feria del Libro de Madrid; una editorial, por otra parte, que tampoco yo conocía.
      Un abrazo

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  6. Madre mía, Juan Carlos, qué libro más curiosísimo. Y me alegro un montón que hayas llegado a él gracias al reto. Ejemplos como el tuyo son los que me animan a seguir organizándolo. El libro en sí me parece muy particular. Si no leo tu reseña, creo que jamás me hubiera fijado en él. No te voy a decir sienta unas ganas imperiosas por leerlo pero, desde luego, lo tendré en cuenta porque la K se resiste siempre jejej. Besos

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    1. Gracias a tu Reto, Marisa, he descubierto títulos y autores que de otra manera jamás habría llegado a ellos. Por eso me alegra que lo sigas organizando.
      Un beso

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  7. Hay un libro tipo ensayo que se titula Cuando Einstein encontró a Kafka de Diego Moldes en que recorre la historia mundial para enumerar las enormes aportaciones de los judíos a todas las ramas del saber especialmente en el último siglo. Es alucinante considerar el número elevadísimos de judíos, especialmente askenazis, entre los literatos, pintores, filósofos, científicos, cineastas, etc, etc. Los judíos son educados con el aprendizaje de la Torah, era su única posesión, la palabra. Desde hace más de dos mil años, los judíos han carecido de tierra, pero tenían la palabra que transmitían de generación en generación, era como una escuela del conocimiento desde temprana edad, todos sabían leer a diferencia de los gentiles. Esto me fascina, y, hablando de tu libro ambientado entre los judíos askenazis bielorrusos, me ha interesado mucho así como su supervivencia o no en el régimen brutal de Stalin que impuso el realismo socialista como ideología artística y persiguiendo a todos los vanguardistas. Uno de ellos, también judío, fue Isaac Babel que escribió La caballería roja. Acabó también trágicamente como cientos y cientos de creadores que fueron torturados y después asesinados por el régimen que tantos entusiastas parece tener todavía. Destaca en este libro, aparte de su calidad, el tortuoso humor judío, inigualable. Quien haya leído El lamento de Portnoy de Philip Roth sabrá a que me refiero. No hay nadie que haga más humor negro con su propia condición judía que los judíos. Brillante análisis, Juan Carlos.

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    1. Es cierto que el arte debe mucho a los judíos. Es asombroso, como bien dices, el número de escritores, cineastas, pintores, científicos, etc. de esta religión. La explicación que das de la memorización de la Torah y de encontrar su tierra en la palabra es muy verosímil para entender su acercamiento al mundo de la creación. Con esta perspectiva y esta vida de errar constante por el mundo en busca de la tierra prometida, con la persecución de que han sido objeto durante siglos y siglos es más que entendible ese humor -humor negro, casi siempre- que impregna sus creaciones (véase Philip Roth, Woody Allen, o este mismo Kulbak).
      Muchas gracias, Joselu, por tus palabras.
      Un fuerte abrazo

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  8. Bendito reto literario que nos trae novelas tan distintas. Se trasluce en la reseña que has disfrutado con la lectura de esta novela. No creo que yo me hubiera animado a comprarla pero me alegro de que lo hicieras tú. Tampoco conocía la editorial, me la apunto ya que es capaz de rescatar novelas que estaban en el olvido. Me alegra conocer esta realidad. Un abrazo.

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    1. Y a mí me encanta darla a conocer, Ana. La verdad es que parte del atractivo que tiene el Reto que propone Lecturápolis es precisamente el de estos hallazgos que animan a seguir leyendo viendo que hay mucho oculto y desconocido por ahí.
      Un beso

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  9. Con este reto sí que descubrimos muchas novelas con las que no nos animaríamos de otra manera. Aunque en mi caso la K no se me hace complicada. La U es la que se me atraviesa. Esta novela me la descubres. Me resulta bastante curiosa, aunque no me parece por lo que cuentas una lectura fácil. No sé si me atrevería.
    Besotes!!!

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    1. ¡Uy!, muchas letras a veces son difíciles de resolver. Ahora mismo yo tengo la Q como inicial de apellido complicada. ¿Qué me recomiendas?
      En cuanto a Los Zelmenianos creo que la disfrutarás si te decides a leerla.
      Un besote también para ti.

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    2. Estos últimos años he leído la trilogía de Marta Querol, que me vino muy bien para este reto, pero creo que ya la has leído. Ahora que lo pienso, ¿conoces a Fernando Quiñones? Me interesaría saber tu opinión de Las mil noches de Hortensia Romero. Otras recomendaciones::: El cadáver fugitivo de Ellery Queen, Los jardines de la memoria de Michel Quint, Cuentos de Horror de Horacio Quiroga o Muerte de una heroína roja de Qiu Xiaolong. Pero tengo curiosidad por saber tu opinión de esa novela de Quiñones. Pero no te presiono...

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    3. Muchas gracias, Margari, por todos los títulos que me das de autores que comienzan por Q. Sobre Fernando Quiñones y su novela Las mil noches de Hortensia Romero te diré que la leí hace décadas. Tengo un vago recuerdo de ella, pero guardo la sensación de haberme gustado. Quiñones es (era más bien porque el hombre falleció ya hace una pila de años) un andaluz muy andaluz, vamos que le gusta mucho todo lo relacionado con ese mundo -quizás hoy algo perdido- del flamenco, el gitanismo, y un cierto aristocratismo que existía en ciertos sectores de la sociedad andaluza.
      Esta es la idea que guardo del escritor y de esta novela, cuya trama ahora mismo no podría decirte cuál es pues la tengo muy olvidada. Muchos cientos de títulos han caído después de la lectura de esta novela. Por eso no sé si te habré ayudado. Sorry!
      Un beso

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  10. Un andaluz muy andaluz y un gaditano muy gaditano. Un hombre que le dolía mucho los problemas que tenía Cádiz y que siguen siendo los mismos ahora. Lo conocí en la Facultad , en mis tiempos de estudiante, que vino varias veces a dar conferencias y era un hombre muy sencillo y amable con todos. Daba gusto escucharlo hablar. Espero que te sirva alguno de esos títulos para el reto. Si me tengo que inclinar por alguno, Los jardines de la memoria de Michel Quint. Creo que te gustaría mucho.
    Y sí, me has ayudado. Tenía la cosa de saber si esta novela se comprendía fuera de mi tierra. Y por lo que recuerdas, parece que sí. ¡Gracias!
    Más besotes!!!

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    1. Menuda sorpresa me he llevado cuando he leído esta respuesta tuya a mi comentario sobre Fernando Quiñones. Según avanzaba en tu respuesta me decía «Margari me ha hecho una pregunta con trampa» (ja, ja, ja). Luego me he dado cuenta que no, que simplemente querías sondear en mí la recepción que aún tenía o podía tener la obra y figura de este gaditano.
      O sea que coincidiste con él en la Universidad. Y además es gaditano. ¿Tú también lo eres? Te lo pregunto porque colaboro en un Taller Literario (El Colectivo Literario Bremen) que tiene ahí en Cádiz el mayor número de participantes y creo que más de una vez alguno de sus integrantes ha sacado a relucir en nuestras conversaciones el nombre de este escritor, aunque quizás el más nombrado por ellos sea el de Caballero Bonald del que he leído especialmente y con mucho agrado sus poemas y también alguna obra en prosa como "Ágata ojo de gato" y "Campo de Agramante".
      Un muy fuerte abrazo, Margari

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    2. Que yo soy muy buena, que no me gusta hacer trampas! Jajajaj. Pues sí, simplemente quería saber cómo se veía a este escritor fuera de mi tierra. No es un autor que suela verse por blogs o páginas literarias. Y encima como siempre haces unas reseñas tan cuidadas, tenía ganas de saber tu opinión. Y sí, soy de Cádiz. Qué curioso que haya tantos participantes de aquí en ese Taller. A Caballero Bonald también lo vi en mis tiempos de facultad. Venía bastante a dar conferencias. Tengo que confesar que en estos asuntos era más aburridillo. Hablaba siempre en el mismo tono y te entraba cierto sopor... Pero muy educado y muy amable también. Atendía a todo el mundo. Yo le tenía cierta manía porque tuve que leer para Selectividad Toda la noche oyeron pasar pájaros, que tenía algunas escenas bastante fuertes que me marcaron bastante. Yo, que con 17 años estaba "empaná" totalmente... Tendría que volverla a leer, a ver con los años cuál sería mi opinión. Bueno, no molesto más.
      Más besotes!!!

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