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21 oct 2023

Antonio Orejudo: Un momento de descanso

✔«Cifuentes admiraba a aquellos físicos y neurobiólogos aficionados a la literatura y capaces de mantener una conversación de cierta profundidad sobre (pongamos por caso) los fundamentos del arte contemporáneo. ¿Qué colega suyo en el Departamento de Spanish podía decir siquiera cuáles eran los principios generales de la física cuántica?
✔«Al final comprendí que obsesionarse con distinguir nítidamente entre realidad e imaginación era un error operativo y conceptual que además conducía a la neurosis. Entendí que era más razonable —y también más exacto— considerar que la imaginación es un sexto sentido, tan fidedigno o engañoso como los demás.»

Antonio Orejudo, Un momento de descanso
Sinopsis
(proporcionada por la propia editorial)
Como un fantasma del pasado, Arturo Cifuentes reaparece un día en la vida del narrador Antonio Orejudo. Cifuentes es un viejo amigo de la facultad, con el que Orejudo compartió casa en Nueva York, cuando ambos encontraron sus primeros trabajos en Estados Unidos, y al que suponía ya establecido en aquel país. Han pasado diecisiete años desde la última vez que se vieron, Cifuentes se ha divorciado y ha regresado a España para ocupar un puesto en la facultad donde estudiaron. Y tiene mucho que contar: las relaciones con su hijo adolescente, la crisis de su matrimonio, su infausta peripecia profesional y, sobre todo, su desencanto profundo con las humanidades. El narrador, que recapitula también sus experiencias determinantes de aquellos años, no sospecha, sin embargo, que su viejo amigo quiere proponerle algo de más calado, que les afecta a ambos: desenmascarar a los farsantes, descubrir las raíces de una vieja y permanente conspiración.

Un momento de descanso se estructura en tres partes. Primera, 'Aparece un fantasma', relata el encuentro de Antonio Orejudo con Arturo Cifuentes y la puesta al día de la vida de éste durante los 17 años que estuvieron separados. El propio Arturo le ha buscado porque desea que Orejudo escriba una novela denunciando la impostura del que fuera su benefactor, Augusto DesmoinesSegunda, 'El nacimiento de un escritor', cuenta la vida de Orejudo en USA: Cómo nace su estilo literario mezcla de realidad e imaginación desbordante colocados ambos en el mismo nivel, lo que provoca el descontrol en el lector que quiere deslindar siempre lo sucedido real de lo sucedido imaginado. Antonio Orejudo confiesa que así, con esta técnica de escritura, es con la que escribió sus tres obras anteriores, en especial la primera, Fabulosas narraciones por historias, gestada en USA, y también las dos siguientes. Tercera, 'La felicidad', momento en que la trama da un giro de 180º: los propósitos iniciales de Arturo Cifuentes van a difuminarse y las seguridades del propio Orejudo se tambalean al ver que las versiones sobre lo mismo de unos y de otros difieren mucho, radicalmente en ocasiones. Con todo y con ello al finalizar la novela encontramos que la ahora nonata novela, antes deseada,  sin embargo acabamos de tenerla en nuestras manos. 

Antonio Orejudo, que es profesor titular de Literatura española en la universidad de Almería y que pasó siete años en  distintas universidades estadounidenses, tira de su experiencia americana y española para confeccionar un relato en el que la realidad compite con la ficción rompiendo fronteras. Cuando la realidad no es suficiente la ficción acude para llenar ese vacío. En definitiva esto es la novela que tenemos en nuestras manos, una habilidosa y bien lograda mezcla realidad-ficción que alcanza una simbiosis tal, que se hace difícil si no imposible separar ambas dimensiones. Este es en definitiva y por lo que llevo leído de Antonio Orejudo la principal seña de identidad de su estilo, de su manera de escribir.
 
Leyendo Un momento de descanso observamos cómo la integridad de la persona como valor supremo de comportamiento se tambalea y se relativiza enfrentado con el día a día del mundo. Da la impresión de que todo se quiebra, se fragiliza y que aspectos aparentemente tan insustanciales como la denominada democratización del lenguaje están, o pueden estar, en la base de la demolición de los valores supremos. Y a todo esto, viene a preguntarse el autor convertido en personaje de su propia novela, ¿existen valores supremos? Vivimos en un mundo en el que no existe seguridad alguna ante nada. Antonio Orejudo presenta estas cuestiones tan profundas y serias envueltas en un atadillo de humor que hace de la lectura de su novela un más que agradable pasatiempo. Pasatiempo que desde luego no equivale a pérdida de tiempo dado que hay mucha sustancia en todo lo que aquí él escribe. El contexto -de la importancia del contexto se habla mucho y con acierto en la novela- es la vida universitaria, en especial la universidad española y también, aunque en menor medida, la americana.
«¿Nunca se ha parado a pensar por qué apenas se han escrito novelas de campus en español? Yo se lo voy a decir: [...] Una novela realista, cualquier libro sobre la universidad española, aunque sea un libro de investigación como el suyo, está condenado a convertirse en una astracanada. Los que no conocen el mundillo académico pensarán además que es inverosímil. Haga la prueba.»
En el fondo esto es lo que el propio Antonio Orejudo está realizando y poniendo en nuestras manos, una novela realista sobre la universidad española. Pese a la enorme seriedad del asunto que se trata, en esta narración, como ya he dicho, hay humor, mucho humor. Es un humor inteligente, irónico, paródico, que esconde una carga crítica de gran profundidad, pero que es muy deseable. Ejemplos los encontramos a mares en Un momento de descanso: la crítica a la alta cocina; crítica al victimismo (negros, mujeres, homosexuales...); al mundo universitario español: enchufismo (oposiciones dadas, etc.), envidias entre colegas...; al sistema escolar americano: el niño Edgar sin aptitudes para la danza es animado por su profesora para participar en un concurso televisivo enfrentándose al padre, Arturo Cifuentes...

Pero en esta novela no sólo hay trama, asunto, relato. También es muy importante el estilo que muestra su autor. Muchas son las características del mismo que han llamado mi atención, por ejemplo la  innovación en la introducción del diálogo en estilo directo eliminando los signos de puntuación, pero manteniendo los verbos que lo introducen «Dice» - «digo»; también la conversión, sin previo aviso, de la narración novelística en un musical cinematográfico o en un collage de géneros; igual que la mucha metaliteratura y también autobiografismo que como todo en esta novela lindan con la autoficción («Yo, un tema que me sabía de memoria y recitaba de corrido. Yo, un tema que cada vez me aburría más.»), tendencia con la que el autor ironiza hasta el extremo de que en la narración quienes más insisten en su expulsión de la institución americana en la que él disfrutaba de una beca de profesor asociado son precisamente 
«Los profesores más jóvenes y más sensibles a lo posmoderno digamos, los mismos que habían escrito ensayos sobre la autoficción o que estudiaban la mezcla de realidad e imaginación en la narrativa contemporánea fueron los más intransigentes conmigo. 
[...] Los seniors, en cambio, los profesores más veteranos, los que se habían formado en la vieja escuela, fueron más indulgentes. Especialmente Elias Rivers.»
Claramente circula, contenido en la cita anterior, muchísimo humor; un humor que incide en que no existe necesariamente mayor verdad o consistencia en los jóvenes que en los mayores y para ello  Antonio Orejudo lo que hace es parodiar, hacer uso, en una arriesgada vuelta de tuerca, del sentido carnavalesco tan propio del  posmodernismo. 

Es Antonio Orejudo, en sentido lato, un humanista. Y es él mismo quien en la figura de su personaje o en la de otros ficticios que lo acompañan en la narración (Arturo Cifuentes, Virgilio Desmoines, Francisco Almendra, Raquel Medina, etc.) hace una acerada crítica de las humanidades versus la ciencia. Es muy interesante y hasta divertido el choque dialéctico entre Arturo Cifuentes y su novia Lib -luego ya esposa- cuando, siendo Cifuentes y Orejudo profesores becados en USA, discuten sobre si mejor sería que los niños estudiasen Historia de las Ciencias y no Historia de la Literatura. Pero el novelista no se para en barras y su crítica irónica llega incluso hasta el sarcasmo, como cuando lanza esta afirmación sobre la Filología Hispánica:
«Filología Hispánica aún no se había convertido en una carrera de saldo, aún no era la licenciatura de los que no pueden estudiar algo más serio por falta de capacidad o de nota media. Cuando nosotros entramos en la universidad, Filología Hispánica era todavía una disciplina en la que se matriculaban no sólo quienes no servían para las ciencias, sino también jóvenes de cierta cultura, chicos a los que les interesaban de verdad las letras, y que habían leído bastantes libros para su edad.»
Penosamente coincido con la afirmación que, cuando se redacta esta novela aparecida en 2011, vierte Orejudo acerca de estos estudios; una afirmación que he oído a muchas otras personas (ahora mismo recuerdo al arquitecto y académico de Bellas Artes Luis Fernández-Galiano lamentándose de que las humanidades, los estudios filológicos, se hubiesen desprestigiado de tal guisa en los años finales del siglo XX e iniciales del XXI). ¡O tempora, o mores! 
 
Dejo para el final, pero no lo pienso desvelar, claro, el escondido sentido del título, de ese sintagma nominal, Un momento de descanso. Leyendo la novela queda claramente diáfano. Sólo diré, a modo de resumen, que la novela realiza un recorrido por los entresijos de la integridad humana. ¿Mejor acomodarse que exigirse? ¿Mejor la mediocridad que la excelencia? ¿Dónde y mejor se consigue la felicidad? Todos estos extremos son los que se cuestionan y se ponen en solfa en esta novela de Antonio Orejudo en la que él mismo, como he dicho, se metamorfosea en personaje.

Nota final
Es seguro que algunos elementos propios del estilo de Antonio Orejudo, presentes en Un momento de descanso, habré dejado sin señalar, sin consignar, sin destacar. Estoy convencido de ello porque la novela es, aunque breve, prolija y densa en detalles, en rasgos particulares, en signos definidores de las novelas de su autor. Por ello y para paliar en lo posible esta laguna, esta carencia, remito a la reseña que el pasado mes de marzo publiqué en este mismo blog de la primera novela del autor titulada Fabulosas narraciones por historias. Creo que en esa primera obra ya están presentes, si no todas, sí muchas de las características estilísticas que significan la novelística del escritor madrileño.

10 comentarios:

  1. Esa mezcla de realidad-ficción conlleva una dificultad extra y creo que solo está en manos de unos pocos privilegiados el poder conseguirla de manera tan óptima como nos comentas. Y luego me ha parecido muy interesante ese análisis de la Universidad que es un buen reflejo de las coordenadas por las que se mueve la sociedad. Gran reseña, Juan Carlos.
    Abrazos.

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    1. Sin duda que no es fácil lograr una mezcla adecuada de realidad y ficción. Se corre el riesgo de caer en lo inverosímil o en lo excesivamente grotesco y fuera de lugar. Orejudo se mueve por la cuerda floja, pero en mi opinión logra salir con éxito de la prueba.
      Un abrazo, Miguel

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  2. Me tienta mucho esta novela, Juan Carlos. Como estudiante de ciencias que he sido y como amante de la literatura que sigo siendo me duele el enfrentamiento que suele hacerse entre las humanidades y la ciencia. Por otra parte, me encanta el juego de fusionar la realidad con la ficción y los libros en los que es imposible discernir una de la otra, pues, al fin y al cabo, ambas representan las dos caras de esa misma moneda que es la literatura. Comprenderás, pues, que esas dos citas que destacas al inicio de la entrada hayan captado plenamente mi atención. El resto de tu reseña no ha hecho sino confirmar mi intuición de que ya va siendo hora de que me estrene con Antonio Orejudo y de que ha de ser con este Un momento de descanso.
    Besos

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    1. No sabía, Lorena, que habías sido estudiante de ciencias. Pensaba que eras más bien de Letras; lo que está bien claro es que eres una humanista. Yo a mis alumnos de Literatura siempre les comentaba que muchos escritores habían sido de la rama de Ciencias, en especial, médicos. De estos, les decía, que eran los seres que más contacto tenían con la realidad de la vida y también con la magia, la sorpresa, el azar, que envuelve a la misma. No sé si me entenderían, yo pienso que sí porque muy buenos alumnos que hacían Ciencias eran excelentes lectores. Vamos, como tú. Sólo no sé despegar una incógnita, Lorena: ¿eres profesional sanitaria?
      Un beso grande

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    2. Estudié Biología allá por el sigo pasado, Juan Carlos, aunque nunca he ejercido como bióloga. He trabajado un poco aquí y allá, los últimos años como teleoperadora y actualmente trabajo como auxiliar de biblioteca en una biblioteca pública.
      Incógnita despejada, jeje.

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    3. Ah, ahora entiendo ese control que tienes de libros y ese nivel tan espectacular que demuestras en tus lecturas. Imagino que el trabajo en una biblioteca pública será de tu completo agrado. Me alegro.
      Y muchas gracias por tu respuesta. Curioso que es uno (ja, ja...)

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  3. Hola Juan Carlos, del autor tengo en casa desde que se publicó Los cinco y yo, firmado además, no sé porque sigue aún en pendientes. En cuanto a la novela, me atrae esa mezcla de realidad y ficción, de novela y quizá ensayo, que suele atraerme mucho. Tomo nota. Besos.

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    1. No he leído Los cinco y yo. Miro en wikipedia y veo que es la novela que siguió a Un momento de descanso. La verdad es que si la tuviera yo en mi casa desde que se publicó -¡¡en 2017!!- a lo mejor la habría leído ya, o a lo mejor no porque miro en mis estantes y veo novelas anteriores a ese 2017 a las que aún no he metido mano. La misma novela Las ninfas de Umbral que reseñé y leí hará cosas de dos o tres semanas llevaba en mi casa desde la fecha de su publicación. Prepárate y no te desmayes, Mar: Las ninfas se publicó el año 1976. Como ves sólo tardé en leerla cuarenta y muchos años. O sea que tú, querida Mar, con Los cinco y yo tienes aún tiempo para hacerlo (ja, ja...). La vida de los lectores y de los libros que compramos es así. Y es formidable.
      Un beso grande

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  4. Se me había escapado esta entrada. La vi en Twitter, creo. No es que el tema de la Universidad española me resulte muy interesante, pero vista con humor puede dar mucho juego y el estilo del autor me atrae y las citas que pones son muy buenas. Leí hace años Reconstrucción y recuerdo que me gustó. La anoto.
    Un beso.

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    1. Es un escritor agradable. Yo he leído esta novela dentro de un homenaje que hacemos a un amigo muy lector que, desgraciadamente, se fue de este mundo hace pocas semanas. Este libro y otros del autor eran de su agrado. Y yo creo que también a ti, Rosa, te agradaría; especialmente al haberte dedicado a la docencia entenderás muchas de las acciones y movimientos que se producen en el colectivo del Profesorado.
      Besos

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