«Pensó que dos universos coexistían sin mezclarse, como el aceite y el agua: el de la vida, la despreocupación, la juventud y la esperanza, y el de la enfermedad, el sufrimiento, la decadencia y la muerte. Todo el mundo acababa topándose con ambos tarde o temprano, pero los que se dedicaban a determinadas profesiones, como las enfermeras, los bomberos, los empleados de pompas fúnebres o los policías, pasaban cada día de uno a otro.»
Como nos ocurre tantísimas veces a los lectores, he llegado hasta este autor y este libro de manera totalmente azarosa. A raíz del comentario de mi amigo José Antonio sobre la existencia de una novela policíaca del escritor francés Bernard Minier situada en mi ciudad natal, Salamanca, comencé a buscar la misma sin ningún resultado. Supe que la novela se titula "Lucía" y que su acción se sitúa en Salamanca, concretamente en su Universidad, donde un grupo de estudiantes de criminología descubre la existencia en el lejano pasado de un asesino en serie cuya metodología parece haber sido utilizada en unos últimos asesinatos ocurridos en la localidad.
La novela Lucía ha sido publicada este mismo año en Francia, pero aún no ha sido traducida al español. Habré de conformarme, me dije; pero mis ganas de leer algo de autor tan valorado en su país me llevó a otros títulos suyos, éstos sí, ya vertidos al español. Además, fui consciente de que entre la publicación en Francia y la salida en España de sus libros pasan varios años. Así lo último de Minier, presente actualmente como novedad en los expositores de nuestras librerías, es "Hermanas", una novela que en Francia salió en 2018. Así que, pensé con pesadumbre, tendré que esperar a Lucía unos cuantos añitos. Este es el motivo, unido a una recomendación periodística que vi en un suplemento literario, por el que Hermanas entró en mi casa. Y no me arrepiento.
El autor
Bernard Minier nació en Beziers (Francia) en 1960. Su infancia la pasó en Montréjeau, al pie de los Pirineos, donde suceden varios de sus libros. Por proximidad geográfica y gustos personales está muy unido a España donde ha vivido algún tiempo y donde pasa temporadas de manera habitual. Tan unido a España está que, como ya he dicho, la novela aparecida en Francia este 2022, o sea, su auténtica última novela, sucede -por lo que sé y como acabo de decir fue el motivo de buscar literatura de este novelista- en España. Títulos suyos publicados ya en español son Bajo el hielo, El círculo, No apagues la luz, Una maldita historia, Noche y Hermanas. Los cinco pertenecen a la denominada serie Martin Servaz por ser este policía el protagonista de los mismos. Hay otros dos títulos más protagonizados por este agente que aguardan aún su versión española: Vallée (2020) y La chasse (2021).
Novela más entretenida que novedosa, si bien sí es interesante; se lee con gusto y resulta adictiva desde la primera página. La trama sucede en dos momentos temporales, separados entre sí 25 años. Los casos que en esos dos tiempos -1993 y 2018- investiga Martin Servaz lógicamente van a guardar entre ellos una más que profunda relación.
Es una novela en la que se vuelve a plantear la relación realidad-ficción, algo, por cierto, no muy innovador. Y digo 'no muy innovador' porque es temática que ha sido utilizada en varias ocasiones por otros autores en éste u otros formatos artísticos. Ahora mismo, sirva sólo como ejemplo, viene a mi memoria la película "Instinto básico" cuyo asunto es semejante: la policía sigue la estela de un asesino a través de los libros de terror escritos por éste. Prácticamente, igual que aquí.
Mientras leía este thriller me preguntaba si verdaderamente era una novela negra o más bien lo que tenía entre mis manos era una novela policíaca. Pensaba que era más policíaca -sí, ya se sabe, el tipo de narración de crímenes cuya resolución corre a cargo de uno o varios policías, sin más- que novela negra -aquel relato que junto a la indagación y resolución del crimen o crímenes realizados profundiza en la sociedad donde se han producido resaltando sus problemas, carencias, defectos, y así-. Al finalizar sigo pensando eso mismo, aunque en mi consideración, según pasan los días, han ascendido algunos peldaños los aspectos sociales que se denuncian en ella. Sí, efectivamente, por ejemplo, los problemas personales de Servaz con su mujer en la parte de 1993, su relación con Gustav en la segunda parte del relato, así como las consideraciones que sobre el funcionamiento en general de la sociedad francesa realiza me llevan a verla muy en línea con los postulados del 'noir', aunque sea un 'negro' comedido, que critica, pero siempre dentro de lo políticamente admisible. En este sentido, por comparación y gran semejanza con nuestra problemática en España, los problemas de la sanidad han llamado mi atención:
Para caracterizar a los personajes, el novelista se sirve, entre otros medios, de alusiones a la música que el narrador en tercera persona realiza. Así al padre de Servaz, depresivo donde los haya, le encanta Mahler; sin embargo a las hermanas Oesterman les gusta la música pop, si bien el carácter de ambas queda perfilado cuando conocemos que Ambre gusta de Nirvana, Guns n'Roses o 4non blondes, mientras que a Alice, su hermana menor, persona mucho más reflexiva, le encanta U2. Estas últimas son, como se ve, referencias culturalistas de naturaleza popular.
Sinopsis (aparece en la contraportada del libro)
Mayo de 1993. Atadas a troncos de árboles y vestidas de primera comunión, Amber y Alice Oesterman son halladas muertas a orillas del Garona.
Así comienza la primera investigación de Martin Servaz, que centra su atención en Erik Lang, un autor de novelas negras de tintes crueles y perturbadores, entre las que se encuentra una titulada precisamente La primera comunión, y del que las dos hermanas eran fervientes seguidoras. El caso se cierra a raíz de un desenlace imprevisto, que deja a Servaz corroído por la duda.
Febrero de 2018. El escritor Erik Lang descubre a su mujer asesinada, vestida también de primera comunión. Veinticinco años después, Martin Servaz se ve inmerso de nuevo en aquel doble crimen y sus temores de antaño vuelven a despertar, hasta rayar la obsesión.
Pese a pertenecer a una serie novelesca no es necesario haber leído los títulos anteriores para disfrutar de Hermanas. A lo largo del relato vamos conociendo extremos de la vida de Martin: «hijo del profesor de francés, viudo, que se suicida tras escuchar la coda de "La canción de la tierra " de Mahler», tiene una hija a la que sobre todo cuida él porque su madre, Alexandra, es azafata y debe ausentarse de casa en muchas ocasiones. Esto sucede en la época del primer crimen, en 1993. En 2018 encontramos a Martin Servaz encargado del cuidado de Gustav, un niño que no es suyo pero al que cuida y quiere muchísimo; es Charlène, la guapa esposa de Vincent Espérandieu, uno de sus compañeros policías, la que lo cuida junto a sus propios hijos cuando Martin no puede hacerse cargo de él. ¿Cómo es que Servaz se encargó de Gustav es algo que con sólo la lectura de Hermanas no me ha quedado muy claro, seguramente haya que buscar su explicación en alguna entrega anterior de la serie.
«En este país, uno podía irse al otro barrio como si nada. "El mejor sistema sanitario del mundo, ya." Los recortes presupuestarios no dejaban de aumentar, incluso los que afectaban a la salud. Se fue a urgencias. Tres horas de espera en un pasillo lleno de camillas, de pacientes abatidos y de familiares a punto de estallar: un auténtico caos.»
Detecto que los problemas de los gabachos (admítaseme esta licencia, que no es crítica, referida a un país que admiro mucho) son también comunes a los nuestros -y casi casi diría universales- en lo referido al abandono del noble hábito de la lectura:
«De repente, se preguntó cuántas personas estarían leyendo en esa ciudad y en ese preciso instante al mismo tiempo que él. ¿Cientos? ¿Miles? ¿Y cuántas estarían viendo la televisión o centradas en la pantalla del teléfono? Infinitamente más, sin duda alguna. ¿Serían los lectores como los indios de América en el siglo XIX, una especie en vías de extinción, amenazada por una nueva raza? ¿Pertenecían a un mundo antiguo que estaba a punto de desaparecer?»
Y otro tanto podría decirse respecto a la evolución que en estos 25 años han vivido los cuerpos policiales. Si en 1993, Léo Kowalsky, jefe entonces de un recién salido de la academia de policía Martin, podía permitirse golpear a un detenido durante un interrogatorio, eso es algo completamente fuera de lugar para un policía de 2018, aunque eso no quiera decir que muchos de ellos lo echen en falta:
[a los policías] «hasta los chavales les parten la cara, los insultan, les escupen... Les piden que hagan estadísticas en lugar de perseguir a los delincuentes y que redacten montones de papeleo cada vez que van a mear... le dice a Servaz Lola Swarzc a propósito de la profesión de policía... Ni siquiera pueden desahogarse ya en los interrogatorios, tienen el record absoluto de incidencia de divorcios y de suicidios... No es que sea para saltar de alegria, ¿eh?»
Además de lo dicho hasta aquí, en esta novela de Bernard Minier hay bastante de literatura. Tanto de literatura referida a lecturas, realizadas en este caso por el capitán de policía Martín Servaz («En cuestión de narraciones policíacas, no obstante, se había quedado en los clásicos: Poe, Conan Doyle, Gaston Leroux, Chandler y Simenon, más o menos. Sus escritores favoritos se llamaban Tolstói, Thomas Mann, Dickens, Gombrowicz, Faulkner y Balzac.»), cuanto de literatura referida ésta al propio proceso metaliterario de creación. El personaje del exitoso novelista Erik Lang, sospechoso número uno de los crímenes sucedidos, le sirve para expresar reflexiones sobre ello:
- «Los novelistas nos nutrimos de la realidad, por supuesto. Somos esponjas, vampiros. La absorbemos, la succionamos para extraer nuestras historias. En realidad, somos como agujeros negros. No se nos escapa nada, ni los asuntos de la actualidad, ni la conversación que tiene lugar en la mesa de al lado, ni la última teoría científica, ni los bandazos de la Historia...»
- «—En su opinión, ¿me lo he inventado todo o esta historia es verídica, capitán? ¿Lo ve? En eso consiste el arte del narrador, en engendrar esa terrible proximidad que nos conduce a acompañar, a amar y a detestar a los personajes, a sufrir con ellos, a alegrarnos, a temblar con ellos... Sin embargo, no son más que palabras.»
Para caracterizar a los personajes, el novelista se sirve, entre otros medios, de alusiones a la música que el narrador en tercera persona realiza. Así al padre de Servaz, depresivo donde los haya, le encanta Mahler; sin embargo a las hermanas Oesterman les gusta la música pop, si bien el carácter de ambas queda perfilado cuando conocemos que Ambre gusta de Nirvana, Guns n'Roses o 4non blondes, mientras que a Alice, su hermana menor, persona mucho más reflexiva, le encanta U2. Estas últimas son, como se ve, referencias culturalistas de naturaleza popular.
De naturaleza también popular son las referencias que en la novela Minier realiza al Cine. Sirva de ejemplo la siguiente:
«Ese último día de mayo de 1993 tenían en cartelera El silencio, de Bergman, Sacrificio, de Andrei Tarkovski, y El piano, de Jane Campion; una miel exquisita para las abejas cinéfilas.»
Para finalizar
El gran apego que siente Bernard Minier por España, responsable inicial de mi acercamiento hasta él, también se percibe en Hermanas, siendo una nota más que incita a leer este libro con mucho agrado. Me ha resultado muy graciosa y significativa del gusto que tiene el autor por el fútbol y los equipos españoles la siguiente:
«Intercambia unas palabras con Espérandieu, que, bromeando con él, le dice: "¿Vas a ver el partido del PSG contra el Real Madrid?", a lo que Servaz responde, muy serio: "No." "Bueno, pues ahora mismo te llevo un café", añade Vincent. Esta vez, él le contesta simplemente: "Gracias."»
Del mismo modo, aunque no referido sólo a España sino a todo el globo, me parece muy acertada la reflexión que el protagonista hace a propósito del empequeñecimiento y la insulsez que sufre el mundo como consecuencia de la extensión de las nuevas tecnologías:
«Servaz aún no se había habituado a aquellas tecnologías que permitían enlazar Toulouse con Montreal y entrar en la intimidad de todos los hogares, y que empequeñecían el mundo hasta el punto de privarlo de una buena parte de su magia»
En conclusión, Hermanas de Bernard Minier mantiene atento al lector, ávido por conocer todos los extremos de lo que pasó en el pasado y en el momento actual. Es una novela en la que hay tensión psicológica, engaños, terror, sumisión, manipulación. Una novela que se lee con mucho agrado.
Eficaz comentario y análisis de un libro que no he leído, por lo que mis palabras navegan en el vacío. Esta es la razón porque a veces no te comente. Te leo, pero ¿qué puedo aportar si no conozco la obra? La novela policiaca no me acaba de convencer. Leí mucha novela negra norteamericana clásica pero fue en mis años de inicios de profesor. Luego me distancié , volví para leer a los nuevos narradores pero es un género que si no está cargado de potente pensamiento, me cansa. El juego de intriga no es suficiente para retenerme. Necesito que el detective sea alguien muy singular, que me haga pensar, y lo que predomina, creo, es más la carga de juego argumental que la perspectiva singular del investigador. Una autora que me fascina es Patricia Highsmith aunque ella se pone del lado de los malos. Me ha gustado este detective próximo a España. En el fondo también los quiero a los franceses. Dentro de pocos días, viajo a París a ver museos y cementerios. Quiero pasear por la tumba de Cortázar, César Vallejo y Samuel Beckett, además de Sartre, Beauvoir y Margueríte Duras. No olvidemos a Baudelaire. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarA mí también me encanta la novela negra clásica norteamericana (Chandler. Hammett, etc.). De la actual los nórdicos y los meridionales europeos tienen su punto. Me gusta que en estas narraciones haya también pensamiento y reflexiones, no me contento con barrabasadas criminales e ingenio investigador.
EliminarTu próximo viaje a París ha despertado en mí envidia sana (¿existe tal tipo de envidia? Ja, ja...) y me has hecho recordar el inolvidable paseo que ya hace unos años me di por el cementerio Pere Lachaise. Disfruta de .la estancia, Joselu
Un abrazo
¡Hola Juan Carlos!
ResponderEliminares genial la forma en la que algunos libros llegan a nosotros y nos llevan a descubrir autores y novelas que desconocíamos. Te cuento que yo he leído dos veces a Minier y que me gusta mucho: "Una maldita historia" y "No apagues la luz" (también protagonizado por Martin Servaz) y sé que volveré al autor, igual con "Lucía" cuando se publique.
No sabía de ese apego de Minier por todo lo español, es un plus a su favor, claro. Yo disfruto tanto con novela policiaca pura como con negra, de hecho creo que muchas mezclan y es complicado catalogarlas en un solo género y ese tipo de novelas casi me gustan más aún. Me pasa mucho también eso de que con el paso de los días de darle vueltas a una novela leída mis impresiones evolucionen
Me alegra que la hayas disfrutado aunque no te haya resultado novedosa
Besos
Los caminos del Señor son inescrutables, reza el dicho, y eso misma cabe aplicarlo a l encuentro casual del lector con los libros que lee. Te aseguro, Marian, que leeré más de Minier porque este Martín Servaz me ha caído bien. Estaré atento a 'Lucia', a ver si la traducen pronto al español.
EliminarUn beso
Me sonaba este libro pero no me he dejado tentar por él hasta ahora porque se me acumulan los pendientes y más de este género. Pero ahora me has dejado con ganas de leerlo. A ver si logro colarlo...
ResponderEliminarBesotes!!!
Vi Bajo el hielo en una serie televisiva y eso me tenía alejada del autor porque quería leer su serie en orden, pero me daba mucha pereza empezar por un libro que ya había visto en serie. Ahora hace un tiempo que tengo Hermanas apuntada y he decidido pasar del resto dela serie porque en la reseña que me hizo apuntarla también decía que no importaba no haber leído el resto.
ResponderEliminarPor lo que vi en aquella serie, creo que Bertrand Minier es más policíaco que negro, aunque géneros puros es difícil encontrar.
Un beso.
No sabía que hubiese alguna serie televisiva sobre novelas de Minier. Buscaré la que has visto. La diferencia entre policíaco y negro es sólo de matiz. Quizás la más clara sea la que existe entre las novelas tipo Agatha Christie, claramente policíaco-detectivesca, y las actuales en las que, en unas más y en otras menos, se cuestiona la sociedad, sus instituciones, fundamentos y comportamientos de sus ciudadanos.
EliminarUn beso
Bueno, pues aunque no hayas podido encontrar tu Salamanca en una novela de Bernard Minier, se ve que esta otra lectura que la ha sustituido lo ha compensado y te ha mantenido muy entretenido.
ResponderEliminarLa novela negra y la policiaca se dan la mano a menudo. Yo prefiero la negra, a la policiaca pocas veces me acerco, simple preferencia personal.
Besos
No sé por qué, pero me da que "Lucía", la novela que transcurre en Salamanca, no tendrá que esperar cuatro años para ser traducida al español. Al menos es lo que deseo (ja, ja...).
EliminarNegra o policíaca, como en el caso de los gatos, lo importante es que cacen ratones, vamos, que instruyan, deleiten y entretengan, ¿no te parece?
Un beso, Lorena