«Esto es un intento por encontrar sentido al tiempo que siguió, a las semanas y meses que desbarataron cualquier idea previa que yo tuviera sobre la muerte, la enfermedad, la probabilidad y la suerte, la buena o la mala fortuna, sobre el matrimonio y los hijos y el recuerdo; sobre el dolor y los modos en que la gente se plantea o no el hecho de que la vida acaba; sobre la precariedad de la cordura y sobre la vida misma.»
Con la reseña de El año del pensamiento mágico quiero rendir un sentido homenaje a esta excelente periodista, autora de guiones cinematográficos en solitario o en tándem con su marido, el también periodista y novelista John Gregory Dunne, y potentísima escritora de obras de ficción y de no ficción fallecida el 23 de diciembre de 2021 por problemas derivados de la enfermedad de Parkinson que padecía desde hacía unos años.
«Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba».
«Hasta entonces sólo había podido experimentar dolor, no duelo. El dolor era pasivo. El dolor ocurría. El duelo, el acto de manejar ese dolor, requería atención.»
Leyendo el ensayo que es El año del pensamiento mágico conocemos cómo la viuda que es ella se enfrentó al inopinado acontecimiento de la muerte del esposo: primero tuvo sentimiento de culpa por no haber advertido ciertas señales o mensajes («Dijo estas cosas en el taxi que nos llevaba del Berth Israel North a nuestro apartamento tres horas antes de morir o veintisiete horas antes de morir: intento recordarlo y no puedo») luego, como hiciera durante la larga enfermedad de su hija Quintana, acudió a los libros en busca de soluciones pues siempre lo había hecho así («En épocas difíciles, me habían enseñado desde niña, lee, aprende, prepárate, recurre a la literatura.»). Si en referencia a Quintana, Didion se empapó de literatura médica hasta el punto de ser reconvenida en más de una ocasión por los facultativos que trataban a su hija. ahora serán los libros que tocaban el asunto de la pena, del dolor y del duelo los que estarán en su mesilla y a los que se asirá por ver de entender y manejar en lo posible su situación anímica.
De las lecturas que realiza sobre el tema es «el diario que C. S.Lewis escribió tras la muerte de su esposa, A Grief Observed» donde más analogías o similitudes con su estado encontró. Este ensayo escrito por el autor de Las Crónicas de Narnia es impresionante y desde aquí lo recomiendo a quien quiera acercarse a una experiencia fidedigna de la vivencia del dolor y del duelo provocados por la pérdida de un ser amado. En España la obra está publicada por Anagrama con el título de Una pena en observación. Para aquellos que sean algo remisos a lecturas de este tipo pueden ver la versión fílmica, ¡magnífica también!, que con el título de Tierras de penumbra dirigió en 1993 Richard Attenborough y que está protagonizada por Anthony Hopkins y Debra Winger.La muerte de su pareja fue tan repentina que, durante los ocho meses siguientes, no pocas veces en sus reflexiones y pensamientos aparecía la idea de qué era la muerte para los occidentales de hoy, o sea, para ella misma. La conclusión a la que llega con aporte bibliográfico suficiente es la de que desde hace ya casi un siglo o incluso más vivimos de espaldas a la misma. Me llamó mucho la atención leyendo este magnífico ensayo la siguiente cavilación que no puedo por menos que corroborar:
«alrededor de 1930, en la mayoría de países occidentales y sobre todo en Estados Unidos, se inicia una revolución de las actitudes aceptadas frente a la muerte. "La muerte —escribió— tan omnipresente en el pasado que resultaba familiar, se borraría, desaparecería. Se convertiría en algo vergonzoso o prohibido."» (el entrecomillado lo toma de un libro que Philippe Aries había escrito en 1973 titulado Historia de la muerte en Occidente: desde la Edad Media hasta nuestros días)
«La secuencia es complicada (en realidad, esa era la que John había querido releer para ver cómo funcionaba técnicamente) y está interrumpida por otra acción que obliga al lector a retomar el contexto al que Leonard Douglas y Grace Strasser-Mendana se refieren.
—Maldita sea —me dijo John cuando cerró el libro—. No se te ocurra volver a decirme que no sabes escribir. Ese es mi regalo de cumpleaños.»
Ejemplo clarividente de su excelencia literaria, precisamente la que le elogia su marido John Dunne en la cita anterior, creo que se patentiza en lo que sigue: El 30 de agosto de 2004, por vez primera en ocho meses, Joan Didion aceptará cubrir para su periódico la convención demócrata igual que hiciera en el pasado. Según accede a la Torre C del Madison Square Garden donde se desarrolla el evento una serie de pensamientos, de recuerdos del pasado, la asaltan sacándola mentalmente del momento presente
«Mientras subía la escalera mecánica de la torre C, reflexionaba en todo aquello y de repente se me ocurrió: llevaba uno o dos minutos en aquella escalera pensando en la noche de noviembre de 2003 antes de volar a París, en las calurosas noches de julio de 1992 en las que cenábamos en Coco Pazzo y en aquella tarde que habíamos dado vueltas por la Calle 125 esperando el acto de Louis Farrakhan que finalmente no se celebró.»
En definitiva, Joan Didion, ocho meses después del inesperado suceso, llega a la conclusión de que lo único que ha hecho durante ese tiempo ha sido escapar, huir del presente, refugiarse en el pasado para así no asumir la realidad, en un mágico e infantil intento de «que el tiempo retrocediera, de rebobinar la película». Ciertamente hay que asumir lo que en la teoría y cuando la muerte no nos ronda hemos afirmado una y mil veces, que somos mortales y que algún día habremos de morir. Y si esto es así, ¿por qué cuando la muerte nos toca de cerca la negamos y no la aceptamos? De nuevo la escritora se da -y nos da- una explicación, dura sin duda, pero bien lógica y plausible:
«Somos imperfectos mortales, conscientes de nuestra mortalidad aun cuando tratemos de eludirla, vencidos ante nuestra propia complejidad, tan acorralados que cuando nos dolemos por los que hemos perdido, también nos dolemos, para bien o para mal, por nosotros mismos. Por lo que fuimos. Por lo que ya no somos. Por la nada absoluta que un día seremos.»
El título
(foto tomada de Babelia, El País de 1 del IX de 2006) |
«No dejes que Camuñas me coja, decía Quintana cuando se despertaba de una pesadilla,
Estás a salvo. Estoy aquí. Me había llegado a creer que nosotros teníamos ese poder»
«si hemos de continuar viviendo llega un momento en que debemos abandonar a los muertos, dejarlos marchar, mantenerlos muertos.»
Muchas frases contenidas en este libro son dignas de ser citadas y/o recordadas. Me conformo, para no aburrir más con estas tres:
- «me doy cuenta de lo receptivos que somos al persistente mensaje de que podemos evitar la muerte.»
- «Todo iba como siempre y, de repente, va y cae toda esa mierda»
- «Un día normal. "Y de repente... se acabó."»
Me encanta Didion en estos libros. Me dio una pena terrible cuando murió hace unos meses. Después de leer este libro, leí el dedicado a su hija, que también me encantó, y después Rio revuelto que me gustó menos. No sé si leer alguna otra novela suya.
ResponderEliminarYo también lamenté mucho la desaparición de Joan Didion. De hecho leí "Según venga el juego" a raíz de su muerte en diciembre del año pasado. Como en todos los comentarios que estáis dejando recomendáis la lectura del libro que hizo cuando falleció su hija, está claro que lo buscaré y lo leeré.
EliminarBesos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBorré el comentario anterior porque no sé adónde le di que se publicó antes de terminarlo.
ResponderEliminarMaravilloso libro. Y te recomiendo que leas también (yo lo hice a continuación) Noches azules, sobre su hija Quintana. Es una autora que me ha cautivado totalmente y a ello ha contribuido el verla en persona en el documental El centro caerá que tienes en Netflix. Me suena que ya te lo había comentado. Lo que fue verla en persona es difícil de describir. Hay que verla para sentirlo. Si lo haces creo que me entenderás.
También saqué del estante de pendientes para su lectura próxima Una pena en observación. Espero que no tarde mucho en leerlo. La película es fantástica. De las pocas que me hacen llorar sin remedio.
Magnífica tu reseña que me ha encantado leer para recordar este libro.
Un beso.
Tierras de penumbra, la película que adapta Una pena en observación de CS Lewis es estupenda; la verdad es que la pareja que la protagoniza logra transmitir los sentimientos de una manera que imporesiona y emociona, no me extraña que te hiciera llorar.
EliminarYa estoy buscando Noches azules para leerlo; estoy ahora mismo entusiasmado con el estilo de Didion y quiero seguir en este estado unos cuantos días más leyendo esta obra.
Creo que sí que vi el documental que citas, pero es tal el número de cosas que uno lee, ve y tal que me pasaré por Netflix para cerciorarme de si lo he visto o no.
Que conste, Rosa, que llegué a Joan Didion a tu través por una reseña que hiciste sobre Río revuelto, luego ya quedé atrapado en ella y he ido leyendo cosas suyas. Tus recomendaciones suelen satisfacerme casi siempre (pocas veces, no) y ahora mismo acabo de leer otro de los libros que has reseñado últimamente; se trata de “Roseanna” de Maj Sjöwall;Per Wahlöö que he disfrutado muchísimo. Seguiré con otros más de la serie.
Un beso grande
Me resulta extraño que si has visto el documental lo puedas haber olvidado. Igual me ha impresionado especialmente, pero para mí es una de las cosas más emotivas y especiales que he visto. Me cuentas si lo ves.
EliminarMe alegro de que mis lecturas te sirvan de inspiración.
Roseanna es una novela muy recomendable y curiosa porque se sale de la norma de lo que está de moda. Martin Beck es un personaje para seguir de cerca.
Un beso.
Lo vi ayer mismo. Y no, no lo había visto. Me gustó mucho, si bien hubo momentos en que por la manera como estaba realizado me pareció algo confuso. Se la ve ya en el documental muy colgadita, la pobre, del Parkinson que finalmente se la llevaría.
EliminarMArtin Beck -el personaje de la pareja de autores suecos- me ha tocado la fibra. Me parece todo un personaje; su manera de ser me incita a seguir con otras de su serie.
Besos
De Joan Didion solo he leído su novela Río revuelto. Coincido contigo: es una magnífica escritora. Siempre pensé que el primer libro que leería de ella sería precisamente El año del pensamiento mágico, pero, por alguno de esos inextricables caminos que siguen los libros para llegar a los lectores, terminé leyendo esa novela. Mis intenciones de leer este libro sobre el duelo provocado por la muerte del marido de Didion se fueron sepultando por la interminable lista de pendientes que todos tenemos, pero, de un tiempo a esta parte, me han entrado nuevamente muchas ganas de leerlo. Creo, además, que cuando lo haga aprovecharé para leer a continuación Noches azules, como hizo Rosa, pues me da que van a ser dos lecturas que se van a complementar y retroalimentar.
ResponderEliminarUna pena en observación es un libro del que hace tiempo que sé y que también espero leer algún día.
Besos
La lista de pendientes es interminable siempre; además, como bien dices, los libros tienen 'vida propia' y ellos solos se adelantan los unos a los otros sin apenas intervenir nuestra voluntad. Ya les irá llegando su turno a esos que desde hace tiempo tienes en ista de espera (ja, ja...).
EliminarCreo que vas a disfrutar mucho con El año del pensamiento a pesar de que toca la fibra sensible muy de cerca y en profundidad.
Un beso grande
Entiendo que leyeses aquellos dos primeros libros y luego no los reseñases. A mí también me ocurre de vez en cuando. Pero me alegro de que hayas dado el paso de redactar esta entrada sobre "El año del pensamiento mágico": nos ilumina (al menos a mí). Miles de gracias.
ResponderEliminarSi no lo has leído, te recomiendo que lo hagas. Creo que es literatura de alta calidad. Ya me dirás.
EliminarUn abrazo
Leí hace unos años el libro que reseñas y me produjo una verdadera conmoción, así que entiendo tus palabras igual que la de algunas comentaristas. Vivir cuarenta años con una persona y que de pronto, de repente, desaparezca de tu vida totalmente. Es muy cierto que la relación que tenemos con la muerte es vergonzosa. Cuando alguien fallece se quiere pasar el trámite rápidamente para pasar página y volver a la vida cotidiana lo antes posible y llevar el duelo por dentro. Todo muy rápido. En otras culturas, como las africanas o asiáticas -conozco el caso de algunas tribus de Indonesia- ese tránsito dura varios días o incluso semanas, de tal manera que la muerte -pasar al vivir al mundo de los espíritus- es algo que se produce de forma no traumática a diferencia de aquí en que todo tiene que ser rápido. La muerte es el gran escándalo. Así que entiendo y viví con gran felicidad y tensión el relato de la Didion. Ella se imaginaba que su esposo iba a aparecer en cualquier momento. Puedo sentir físicamente esa sensación. Algo parecido sucedió a Antonio Machado cuando murió Leonor y lo expresa en poemas en que él se figura que Leonor está en la cocina trajinando o que le da la mano en sueños, tras su muerte. Son poemas que sobrecogen, igual que el libro El año del pensamiento mágico. Nos relacionamos mal con la muerte, que para nosotros es el gran absurdo. Pienso que la realidad de Didión en su incapacidad de vivir el duelo es algo mucho más corriente de lo que creemos. Veré el documental de Netflix. Para mí es una escritora formidable y a la vez entrañable. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarAsí es, en efecto, amigo Joselu, nuestra relación con la muerte. La vemos cómo algo incómodo, molesto, y eso a pesar de saber que es inevitable. La denominada "modernidad" con su secuela de artificios y nuevas creencias (progreso, éxito, acumulación de objetos...) nos ha alejado de todo aquello que recuerde nuestra finitud. Antes las religiones venían a cumplir está función y sin llegar al clericalismo atosigante e incapacitante en los hombres 'buenos' como el Antonio Machado que citas estaba muy claro y presente el concepto de "re-ligare" esencial del pensamiento religioso. Hoy por no sé qué reacción exacerbada contra todo lo que huela a religión nos olvidamos de nuestra esencia que nos constituye: somos seres vivos que como cualquier otro tiene un comienzo y un final; lo que existe entre ambos puntos es la Vida.
EliminarDidion en este libro reflexiona y nos da pistas de cómo encauzar las dolorosas perdidas que, ¡seguro!, sufriremos en nuestro periplo vital. Y luego está su magnífica literatura, claro.
Un abrazo
Lo anoto con asterisco al lado, como todas tus reseñas Juan Carlos.
ResponderEliminarUn placer visitarte y leerte.
En cuanto a la pelicula me suena mucho el nombre...hare memoria o mejor la buscare.
ResponderEliminarLa película si no la has visto, haz por verla. Te gustará.
EliminarEn cuanto al libro, aunque tiene su dureza (habla del duelo y de la pérdida de un ser amado) está tan bien escrito que, también, creo que te ha de gustar.
Saludos
Hola Juan Carlos, leí el libro para un club de lectura y me costó muchísimo, me agobie con la historia y no lo disfruté nada. Supongo que no era el momento ; pero viendo lo que os gustó a todos me propongo releerlo más adelante, que lo tengo en casa. Un abrazo.
ResponderEliminarEs cierto que no es una lectura amable; quiero decir que exige tener cuerpo y mente en disposición de recibir una historia dura. Hay libros que leídos en un momento u otro parecen obras muy distintas. Prueba a ver; yo creo que acabará gustándote.
EliminarUn beso, Mar
Aunque no he leído a esta autora por vuestros comentarios veo que sin duda es una obra llena de sentimiento y sensibilidad que merece la pena leer. Un abrazo
ResponderEliminarAsí es, querida amiga. Si la lees, ya nos dirás.
EliminarSaludos
Hola, Juan Carlos. Ya ando de vuelta por estos lares. Me alegra pasar por tu espacio de nuevo. Sobre este libro te diré que no he leído nada de la autora todavía. Sí he visto algunos títulos interesantes pero, de todos, este que nos traes es el que más me llama. Me gustan las historias emotivas y bien contadas. Que termines tu reseña diciendo que es la mejor lectura de 2022 es como para tenerla en cuenta. Besos
ResponderEliminarCreo que Joan Didion escribe francamente bien. El libro es una reflexión sobre el duelo, la pena, la pérdida... Sí, es muy emotivo y llega muy hondo. Ya nos dirás.
Eliminar¡Ah! Te acabo de dar la bienvenida directamente en tu blog. Buen viaje el que te has pegado. Has hecho la mar de bien.
Un beso