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30 abr 2022

"La edad de la piel". Ensayos de Dubravka Ugrešić

«En los campos estalinistas, según cuentan, se exterminó aproximadamente a un millón y medio de escritores, artistas y pensadores. Después de la rehabilitación, la vanguardia rusa empezó su segunda muerte, lenta y silenciosa. El verdugo esta vez no tenía un bigote severo. La muerte vino en forma de mercado democrático, libre, reluciente y sobre todo seductor.» (ensayo La la gente)

Dubravka Ugrešić, Ensayo
Tras la lectura de los relatos del ruso Maxim Ósipov gracias a los  cuales  he podido conocer cómo se vive en la Rusia actual, cómo piensan muchos de sus habitantes, cómo actúan las autoridades con los que no siguen sus dictados, cómo la mayoría de los rusos sólo quieren enriquecerse como sea y cómo los que tienen más conciencia y/o inteligencia ansían dejar el país de una vez por todas, ha llegado a mis manos este libro de Dubravka Ugrešić que agavilla una serie de artículos de tono ensayístico escritos entre 2014 y 2018. Aparecieron publicados en la Gazeta Wyborcza polaca, en un portal en línea serbio, en periódicos suizos, y en revistas literarias norteamericanas. El que da título al volumen, el ensayo «La edad de la piel» fue incluido en 2016 en la prestigiosa colección norteamericana «Pushcart Prize» que rinde homenaje a los mejores textos poéticos, de relatos, ensayísticos, etc. aparecidos cada año en pequeñas publicaciones fuera de los grandes circuitos literarios. 

Al tratarse de una escritora nacida en la antigua Yugoslavia me pareció interesante acercarme a esta lectura para ver cómo se vive hoy en aquellos lugares que estuvieron en la órbita soviética. ¿Sería una vida parecida a la de los rusos de la Federación Rusa de Putin?


La escritora
Para entender debidamente el libro y lo que en estos ensayos vierte su autora creo conveniente dar unas breves notas biográficas sobre ella. Dubravka Ugrešić nace en 1949 en Kutina, localidad de Croacia que por entonces era una región de Yugoslavia, país hoy desaparecido por su desmembración en las 8 regiones que lo integraban. Ugrešić es hija de un serbio que cuando Yugoslavia fue ocupada por los nazis se unió a la resistencia; su madre era extranjera. Estos dos datos, padre de la resistencia yugoslava y madre foránea, nunca fueron buenas cartas de presentación en la Croacia que apoyó mayoritariamente a Alemania durante la IIª GM y que en 1941 con el apoyo de Hitler se constituyó en Estado Independiente. Ese estado fue gobernado por el partido ustacha de Ante Pavelić. 

Contra ese Estado, desaparecido tras la derrota de Hitler, luchó en la resistencia el padre de Dubravka Ugrešić. La hija siempre ha defendido el papel jugado por su padre en la Yugoslavia que emergió tras la guerra mundial. Ella consiguió sus primeros laureles literarios antes de la desintegración del país; además, por si lo anterior fuera poco, en 1989 se unió a la Asociación para una Iniciativa Democrática de Yugoslavia, un partido político marginal que se oponía a la independencia de Croacia. Cuando dos años más tarde tras un referéndum popular Franjo Tudman declara unilateralmente la independencia de Croacia es evidente que Ugrešić no puede permanecer en el país que la vio nacer y marcha,  primero a Serbia. Con la guerra 1991-1995 que asoló las regiones de Yugoslavia al tiempo que iban surgiendo países donde antes sólo había territorios o comarcas de una Federación la novelista se instalará definitivamente en Amsterdam, ciudad donde actualmente reside si bien viaja con mucha frecuencia a USA donde ha impartido clases en varias de sus universidades.


La edad de la piel
Tras la lectura de estos ensayos la primera sensación que me invade es la de la dureza que la autora muestra con su país de nacimiento, Croacia, especialmente porque, asegura, el nuevo Estado está acogiendo sin disimulo alguno su ascendiente ustacha, o sea fascista. Franjo Tudman cuando declaró la independencia de Croacia en 1995 en su discurso inaugural la situó como heredera directa de aquella Croacia libre e independiente que entró en los mapas geopolíticos de la mano de Hitler en 1941. Por esto y por la deriva que, según la autora asentada en Amsterdam, los mandatarios siguientes han adoptado para el país, es por lo que la Ugrešić no puede por menos que ser muy crítica.

Dubravka Ugrešić es, como ya he dicho, hija de un serbio que luchó contra la ocupación nazi del país y contra los colaboracionistas nazis que allí en Croacia eran los 'ustachi'. Como su padre, ella vio en la Yugoslavia de Tito innegables avances en muchos campos, especialmente en el de la dignidad de la mujer. Esto y otros elementos de esa época que en general aprueba no la llevan a alabar el brutal comportamiento del padrecito Stalin con su política de hambrunas terribles y de persecución de los enemigos políticos.

Se lamenta muy mucho la ensayista de que los atroces crímenes cometidos por todos los bandos (serbios, croatas y bosniacos) durante la «guerra pasada» (con este eufemismo se refieren en Croacia a la guerra desatada en la antigua Yugoslavia entre los años 1991 y 1995) hayan quedado en su mayor parte sin perseguir e incluso que los asesinos se hayan visto elevados a responsabilidades de gobierno en muchos de los nuevos Estados.
«Nadie ha presentado una enumeración de daños. Cuánta gente murió, cuánta desapareció, cuántos desplazados hubo, cuál fue el perjuicio económico sufrido, cuántas casas se demolieron, cuántas fábricas se destruyeron, cuántas vías férreas, carreteras, hospitales, iglesias, escuelas, monumentos, cuántos libros se quemaron... Nadie ha presentado las cuentas. A las autoridades de la mayoría de los Estados de la antigua Yugoslavia les interesa» [...] (ensayo ¡La arqueología de la resistencia!)
 La política de limpieza étnica que se practicó en plena contienda, ahora en la paz se sigue practicando aunque de manera más sutil: eliminando referentes de uno y otro país (Croacia y Serbia) que pudieran existir en forma de esculturas, realizando una lectura de la Historia totalmente dispar por unos y por otros, e incluso fomentando la belicosidad en estos tiempos de paz a través del deporte: el fútbol y la selección nacional en Croacia, y el tenis de Novak Djokovic en Serbia.

ensayos, literatura croata del exilio,
La autora se manifiesta con bastante neutralidad, si bien no puede dejar de atacar el comportamiento de Croacia, su país de nacimiento, respecto al neoustachismo que ve en alza y la política cultural practicada, la cual ignora a cualquier autor de la época yugoslava así como a aquellos que son críticos con el devenir del país. En este último grupo se ve incluida ella misma.

Muchísimos son los temas que tocan estos dieciocho artículos ensayísticos. Sin lugar a dudas el que más espacio ocupa e interés tiene es el de los perniciosos nacionalismos identitarios. Este asunto es, quizás por su enorme semejanza con otros homónimos que en España se producen, el que más me ha interesado. Que la pertenencia étnica, el dominio lingüístico o la nacionalidad adquirida por el hecho fortuito de haber nacido aquí o allá, estén por encima de cualquier otro mérito es algo que me ha tocado profundamente, pero que no me ha resultado extraño para nada
«Hoy el trabajo se ha desvanecido de la memoria. El único clavo ardiente identificativo al que agarrarse, que hoy en día le queda a la gente es su pertenencia étnica. Por eso los jueces y abogados son en primer lugar croatas y solo después jueces; por eso los médicos son en primer lugar serbios y solo después médicos; por eso también los escritores son en primer lugar croatas, serbios y bosniacos, y solo después escritores.» (ensayo ¡Larga vida al trabajo!)

Tampoco el revisionismo y reescritura de la Historia me coge de nuevas

«Se han derribado las verdades que conocíamos y las han cambiado por otras nuevas. Solo en la pequeña Croacia en la que nací han derribado o destrozado tres mil monumentos que homenajeaban a los partisanos y al movimiento de resistencia yugoslavo. Hoy, un ejército de historiadores no cualificados trabaja para borrar la historia antifascista y legalizar otras versiones.
[...]
Hoy, en el corazón de Europa, en Bosnia y Herzegovina, los niños van a clase separados por etnias, croatas, serbios y bosniacos; estudian la misma historia y la misma lengua con libros de texto completamente distintos.» (ensayo ¡La arqueología de la resistencia!)


Dubravka Ugrešić en La edad de la piel se muestra muy hostil contra la misoginia que ve triunfante no sólo en su país de nacimiento y en las vecinas Serbia, Eslovenia, Macedonia, Kosovo o Montenegro sino también, y mucho, en los Estados Unidos a cuya ciudad de Nueva York acude con frecuencia, y eso que ella siempre se mueve en ámbitos culturales en los que tales comportamientos se consideran proscritos. Las obscenidades que con frecuencia aparecen dibujadas en carteles que anuncian actuaciones de mujeres artistas son equiparables, en su ataque a la mujer, con las descalificaciones que la Susan Sontag, comprometida con los bosniacos de Sarajevo, recibe desde Croacia. En ambos casos es misoginia de alta intensidad. 

Respecto a lo anterior, lo que más lamenta la escritora es la asunción que por tradición, cultura o lo que sea la mujer tiene de su condición de persona supeditada al hombre. Constata con pesar que en general la mujer busca siempre el aplauso masculino pues es él quien la eleva a categoría cultural

«La escritura masculina es siempre plural; la femenina, en singular. Los hombres piensan y dicen nosotros, las mujeres suelen decir yo. [...] Las mujeres se dirigen en su escritura mayoritariamente a los hombres, los hombres se dirigen casi siempre a otros hombres. Girls love boys, boys love boys. Las mujeres son más hábiles con el lenguaje del exhibicionismo corporal, están condicionadas a este tipo de discurso, porque con él han recogido siempre el aplauso masculino.» (ensayo «L'ecriture masculine»)


Asunto no menor al que la ensayista dedica espacio en varios de estos artículos es el del impacto que  las nuevas tecnologías tienen en la sociedad. Según ella frente a la liberación que prometían y el aumento del disfrute cultural que su asunción suponía lo que sobre todo han propagado ha sido la estupidez
«Gracias a los medios, la estupidez se ha vuelto global. Al sustituir los contenidos relevantes por otros irrelevantes, los medios borran la memoria cultural.» (ensayo ¡Más despacio!)
«cuantos más juguetes tecnológicos hay para ayudarnos a registrar la voz, la cara, el movimiento, más veloz y eficaz es el olvido.» (ensayo ¡La arqueología de la resistencia!)

Dubravka Ugrešić posee una enorme cultura y de ella hace gala en sus escritos. Son numerosas las referencias a escritores como Tolstói, Dostoievski, Milan Kundera, Elena Ferrante, Susan Sontag, el checo Bohumil Hrabal... También utiliza personajes y contenidos de obras universales para dar forma literaria a sus artículos (Sherezade y Shariar de los cuentos de "Las mil y una noches", el Hanta de "Una soledad demasiado ruidosa" de Bohumil Hrabal o títulos de Milan Kundera como La lentitud o La despedida). 
Otro tanto se puede decir del Cine. Numerosas referencias a títulos le sirven para, partiendo de ellos, desarrollar un escrito o ejemplificar un comportamiento. Así Promesas del este de David Cronenberg o la oscarizada La La Land, entre las recientes; pero también otras más lejanas como la Ninotchka de Lubitsch.

Frente a esta exhibición de riqueza cultural la autora constata que en nuestra época lo que se impone de manera arrolladora es la incultura: «Los incultos (¡porque ellos, vive Dios, han tomado el poder en todas partes!) ejercen su terror sobre los cultos (por lo demás, ¿no han estado los cultos desde siempre en minoría?).» (ensayo ¡Aquí no hay nada!). Es tal el nivel de desconocimiento, de falsificación del pasado, de ocultación de la verdad, que la escritora, intelectual independiente donde las haya llega a reconocer: «Mirando los programas rusos descubrí también que la dura televisión comunista soviética censurada era incomparablemente mejor que la actual no censurada.» (ibidem)

¿Quiere decir lo apuntado en el párrafo anterior que en "La edad de la piel" Dubravka Ugrešić se muestra como una nostálgica del statu quo anterior a la caída del comunismo? En mi opinión, no; sin embargo esa es la consideración que interesadamente se difunde de ella desde su país natal. Lo malo no es esta calificación, sino que la misma no sea debidamente contestada por altavoces mediáticos importantes presentes en otros países. Ser crítica con un estado de cosas nunca es fácil; quien así se comporta recibe ataques por todos los flancos. Hay que ser muy valiente para mantenerse en pie a pesar del fuego cruzado que se recibe.  

Dubravka Ugrešić es una luchadora por la independencia intelectual, muy beligerante frente a la instalada «cultura del consenso». Paradójicamente, consiste la tal cultura en la reedición en nuestra sociedad y mundo libres del «Homo sovieticus, un Homo duplex, la especie humanoide mayoritaria que, según dicen, vivía en los tiempos comunistas y que se caracterizaba por su hipocresía, por la cautela como regla, la elusión de conflictos como regla y la paranoia, no como diagnóstico, por supuesto, sino como estilo de vida.» (ensayo La la gente). La cultura del consenso se asienta esencialmente en el desconocimiento de las cosas:
«No tener ni la menor idea es, por lo demás, el fundamento sobre el que se sostiene la cultura del consenso.» (ibidem)

 Qué cerca está, si es que no son lo mismo, esta 'cultura del consenso' con lo tan asentado entre nosotros de 'lo políticamente correcto'. Ambos conceptos buscan el sometimiento, la dependencia cultural, el silencio, la autocensura... en aras de una amable convivencia, una confortable integración con los otros si es que se viene de fuera. Hay que procurar no chirriar en el panorama diseñado por quienes mandan, por aquellos que figurarán en el futuro en los anuarios y los reconocimientos.  

Estos hombres importantes, estos próceres, han encontrado una manera de amansar al hombre pequeñoEl hombre pequeño ha sido un figurante en los espectáculos históricos, entregaba su pequeña vida por las grandes victorias, los grandes reyes, emperadores y caudillos, encajaba sus huesos anónimos en las pirámides célebres y en el "futuro radiante"» (ensayo El hombre pequeño y 'La felicidad gitana'). ¿Cómo han logrado hacerlo? Entregándoles la tecnología y haciéndoles creer que son capaces por sí mismos de cambiar las cosas, de que la cultura la hacen ellos, de que lo importante es hacerse cuantos más selfis mejor, conseguir cuantos más likes mucho mejor. 

«Gracias a la tecnología digital, y no gracias a Marx, el hombre pequeño ha puesto un pie en el comunismo. [...] Gente exhausta se troncha en los selfis y repite por milésima vez su felicidad. Ellos se divierten, de veras se lo pasan genial, y no hay nadie que se atreva a apagar la música que suena a todo volumen, a cerrar el grifo del alcohol y a negarse a participar en el olvido colectivo» (ibidem)

 

Para finalizar
Si como señalé en la reseña de los relatos de Maxim Ósipov dar por concluida la misma [leer la reseña aquí] era harto difícil por ser muchos los asuntos que en ellos se tocaban así como diversas las maneras literarias empleadas, qué decir de estos ensayos. Innumerables son los temas que en los 18 escritos que forman "La edad de la piel" aparecen. Resulta imposible abarcar todos en una reseña que por definición no debiera de ser muy extensa. Por eso pongo fin a la misma aquí mismo. Sé que dejo en el tintero muchas cosas, pero el formato utilizado así lo exige. No puedo evitar, sin embargo, cerrarla sin aludir siquiera sea de pasada al asunto de las migraciones al que Dubravka Ugrešić es muy sensible habida cuenta de la historia reciente de su país natal. 

Es una paradoja que tras la liberación e independencia de Croacia varios cientos de miles de croatas hayan tenido que abandonar el país para buscarse la vida. Antes estaban sometidos a los soviéticos y ahora ellos ocupan puestos de trabajo que no quieren los europeos, incluidos muchos rusos.  En Amsterdam la autora conoce a una chica que trabaja limpiando casas y en un avión rumbo a Zagreb habla con Iván que emigró a las islas Feroe. A pesar de estar fuera de su patria ambos la llevan en el corazón y a su manera la mantienen viva
«Me pareció que ese chico era, en efecto, una sombra, igual que lo es Meliha, y también Frank con el solo hecho de autoexcluirse, e igual que, paradójicamente, pese a todos sus actos para incluirse, es una sombra Goran. Ellos, igual que otros millones de personas, llevan una vida paralela. Es gente sin voz y, sin embargo, mueven, impulsan y mantienen la vida en Europa. Son la Europa invisible.» (ensayo La Europa invisible)
limpieza étnica, genocidio étnico, desplazamiento de poblaciones
Frente a estos jóvenes más o menos preparados que para huir de la miseria han tenido que abandonar su tierra, «Por toda Croacia se pavonean antiguos camioneros, generales, ladrones, asesinos, políticos, pícaros, alcaldes y delincuentes laureados con títulos universitarios falsos y doctorados honoris causa.» (ensayo La Europa invisible). Ejemplo de estos aborrecibles tipos humanos es el militar croata Ante Gotovina protagonista principal de la Operación Tormenta por la que, además de la muerte de miles de personas a manos croatas, más de 250.000 civiles serbios tuvieron que abandonar Croacia. El final de esta operación de limpieza étnica es recordada hoy con orgullo en Croacia y constituye una de sus grandes fiestas nacionales
«El general Ante Gotovina, el pilar moral croata por excelencia, icono nacional, es un asesino profesional formado en la Legión Extranjera y conocido porque en la guerra pasada, expulsó de forma pacífica a unos doscientos mil serbios de Croacia» (ensayo Artistas & asesinos)
Como se ve en el texto citado la autora expatriada en Amsterdam tira de ironía, recurso utilizado con frecuencia en sus artículos ensayísticos. 

14 comentarios:

  1. Una reseña estupenda, Juan Carlos. Te he leído con mucho interés. No apunto el libro pero porque lo tengo apuntado desde que lo reseñó Gerardo en su blog Varado en la llanura. Se suele olvidar la herencia que la Unión Soviética dejó en otros países. Por ello me gusta leer literatura de la Europa del Este, por esa historia tan reciente de la que aún están recuperándose. En el caso de la extinta Yugoslavia, con su fragmentación, la complejidad y el dolor se multiplican. Creo que a los nacionalismos se deben las mayores barbaries que hemos cometido los seres humanos. Aun así, no aprendemos. Y es triste a la par que indignante ver cómo se siguen utilizando para manipular y cómo hay tantos que se dejan. Te agradezco el recordatorio de estos ensayos de esta croata exiliada cuyo nombre me es difícil tanto recordar como trascribir. Creo que me llevaré bien con esta luchadora de la independencia intelectual.
    Besos

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    1. Te llevarás estupendamente, Lorena. Cuando leas estos ensayos estoy convencido de que escribirás una de tus maravillosas reseñas. Y yo te leeré con inmenso agrado.
      Las recomendaciones de Gerardo siempre son buenas. A mí me llegó la recomendación a través de su reseña y del recordatorio que de la misma me dejó Rosa en un comentario que me hizo en una de mis últimas reseñas sobre Rusia (ahora no sé si en "Guerra y paz" o en la de los relatos de Maxim Ósipov). Sea como fuere el caso es que agradezco a ambos la referencia.
      Y sobre los nacionalismos qué te voy a decir. Me parecen terribles por autoexcluyentes. Además me recuerdan mucho a las religiones: todas son malas, excepto la mía. Y así es imposible llegar a buen puerto; sólo se llega a la bronca, a golpearse, a destrozarse...
      Un beso

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  2. Ahora mismo no me apetece meterme en algo así, pero no lo descarto cuando las aguas vuelvan a su cauce. Besos.

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    1. Volverán las aguas a su cauce, lady, no lo dides.
      Un beso

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  3. Me encanta la palabra "agavillar", y qué poco se usa. El panorama que dibujas en tu reseña es tan impresionante que no queda más remedio que acercarse a la obra.

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    1. A mí también me gusta mucho, Rubén (ja, ja...). Son unos ensayos muy ricos en contenidos que su autora escribe con mucha elegancia. Estoy contigo en que no te va a quedar más remedio que acercarte a la obra.
      Un fuerte abrazo

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  4. Maravilloso compendio de artículos que me apresuré a apuntar y leer tras verlo en el blog de Gerardo, Varado en la llanura. No llegó sin embargo a mi blog por dos razones. Una, que me pilló en un momento con un montón de libros leídos esperando la escritura y publicación de reseña y dos, que eran tantas las cosas subrayadas, tantos los temas que se tratan, tanto lo que comparto con la autora (en cuanto a ideas y forma de ver el mundo se entiende), que se me hacía harto complejo escribir sobre el libro.
    ¿Cómo se puede hablar de "pertenencia étnica" entre un croata y un serbio, igual que entre un catalán y un aragonés pongo por caso? Pero si ni siquiera se admite la existencias de verdaderas razas en la especie humana, considerándose toda la especie perteneciente a una misma raza. ¿Cómo ser puede ser tan corto de miras y tener una mente tan estrecha? Algo así me golpeaba la cabeza mientras leía. Y también que todo lo malo del régimen soviético y sus satélites tal vez tuviera algo bueno, tal vez el socialismo no fuera totalmente pernicioso como tampoco lo es el capitalismo aunque sí que empieza a perecerlo.
    Leyendo el libro no podía dejar de pensar que en Coracia ha sido donde más problemas he tenido con sus habitantes y donde me han pasado cosas que en ningún otro sitio me han pasado. Entre mucha gente agradable, encontré gente más antipática de la que he visto en ningún otro sitio. Igual es casualidad, pero...
    «[...] la dura televisión comunista soviética censurada era incomparablemente mejor que la actual no censurada». Exactamente lo mismo que pasó en España, la televisión franquista con toda su censura tenía programas muy buenos que ahora es difícil encontrar en las televisiones privadas, sin censura, pero que más valía que la hubiera y que alguien se dedicara a censurar tanta estupidez como muestran.
    Un gran libro que empiezo a sentir no haber traído al blog, pero es que el tiempo es lo que es y no lo que me gustaría que fuera. Magnífica tu reseña.
    Un beso.

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    1. Hola, Rosa:
      Es imposible abarcar todo. En tu caso, además, con lo muchísimo que lees, no me extraña nada que se queden sin reseñar lecturas interesantes como estos ensayos. La verdad es que es un libro que a los españoles, creo, que nos llega muy adentro. Cuando se producía la guerra de Yugoslavia, en 1991-1995, recuerdo comentar con amigos y compañeros la tremenda similitud que existía entre esa república federal y nuestra España autonómica. Daba temor pensar que aquí un día pudiera llegar a pasar algo parecido a lo que sucedía allí. Afortunadamente vamos salvando pero los nacionalismos no dejan de avivar la llama, no quieren que mueran los rescoldos.
      Coincido mucho con la Ugrešić. Pienso que quizás influya la edad, semejante la mía con la suya, por lo que no me resisto a pensar que puede que esté entrando en esa fase propia de la edad en que lo vivido por uno durante su juventud se vea como infinitamente mejor que lo existente en la actualidad. Podría ser, pero pese a ello coincido contigo y con ella en que la televisión de los años setenta era infinitamente mejor, más educativa y liberadora de mente, que la actual llena de programas basura, auténticas bazofias.
      Un beso también para ti, Rosa.

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  5. Me siento abrumada solamente con leerte, indudablemente es un tema interesante como mínimo, pero no es una lectura para mí en estos momentos y no conozco a nadie a mi alrededor a quien le gustaría. Obviamente las cosas cambian los momentos también, así que me lo guardaré para mejor ocasión.

    Besos.

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    1. Todo tiene su momento, querida Yolanda. Ya llegará su ocasión. Y si no, no pasa nada, hay mucho y muy bueno para leer por ahí.
      Un beso grande

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  6. Con la que está cayendo ahora mismo, no creo que me anime a leer algo así. Aunque reconozco que no vendría mal, para saber como piensa el pueblo ruso y que ansía. Aunque como bien dices "los más inteligentes lo único que desean es salir de allí cuanto antes"
    Un fuerte abrazo, amigo y gracias por seguir enseñando.

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    1. Sí es cierto que esta lectura puede resultar algo durilla en ciertos momentos. Pero te aseguro, Javier, que también hay momentos en que una fina ironía cuando no un magnífico sentido del humor impregna alguno de los ensayos.
      Ojalá que el conflicto bélico finalice cuanto antes para que no muera más gente. Cuanto más dure peor para todos: ucranianos, rusos y el resto de países.
      Saludos

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  7. Un libro muy interesante e impactante el que nos comentas, y muy buena reseña. Hay mucho escrito sobre el nazismo, pero el stalinismo no se queda atrás. De esta autora leí "El museo de la rendición incondicional" que trata sobre el exilio, basándose en su propia experiencia. También muy interesante.
    Un abrazo

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