«Y me di cuenta de que da igual, de que el envejecimiento es la edad de las igualaciones. Si te mienten, es hermoso. Si te dicen la verdad, también es hermoso. Porque los besos sí fueron reales, y eso es la certeza, la única certeza del mundo.»
Supe de Manuel Vilas, como tanta otra gente, a raíz del Premio Nacional de Novela que en 2018 se le concedió por su magnífica "Ordesa". Fue leer esa novela y quedar atrapado en las redes de su peculiar prosa. De "Ordesa" salté a la poesía contenida en su poemario "Amor" y luego ya en 2019 leí su breve pero sustancioso "Nueva teoría de la urbanidad", librito que pese a nacer como regalo por parte del autor a una editorial esconde en su interior la filosofía existencial y nihilista propia del escritor envuelta en la ironía, la guasa, la broma, la agudeza...; en definitiva en ese estilo burlón, chocarrero muchas veces, tan característico en él [de los tres títulos citados tengo reseñas hechas en este blog que se pueden leer haciendo clic en cada uno de los títulos]. De manera que cuando en la muy reciente Feria del Libro de Madrid vi "Los besos" en la mayoría de las casetas y luego leí no pocas reseñas positivas sobre el mismo en los muy fiables blogs literarios que frecuento supe que habría de leerlo. Y eso es lo que acabo de hacer.
Sinopsis. De la novela dice la propia editorial en la contraportada del libro lo siguiente:
Sinopsis. De la novela dice la propia editorial en la contraportada del libro lo siguiente:
Marzo, 2020. Un profesor abandona Madrid por prescripción médica, va hasta una cabaña en la sierra y conoce a una mujer apasionada quince años menor. Él se llama Salvador; ella, Montserrat, y entre los dos crece una confianza plena e inesperada, llena de revelaciones.
Sus encuentros son un gran baño de luz. Salvador se ilusiona y le cambia el nombre, la llama Altisidora, como un personaje del Quijote. Ambos se enamoran y construyen una relación madura, con las prevenciones propias de sus cuerpos y recuerdos: el pasado reaparece constantemente.
Los besos es una novela de amor romántico e idealizado, pero también de piel y amor carnal, de cómo en mitad de una crisis universal dos seres humanos intentan regresar a la patria biológica y atávica del erotismo, ese lugar misterioso donde hombres y mujeres encuentran el sentido más profundo de la vida.
Los besos es una novela que va in crescendo. Comienza un poco en un tono menor, lento o moderato, para con el paso de sus páginas ir ascendiendo ascendiendo hasta llegar a un tutta orchestra magnífico, espléndido, sonoro, tremendo, humano, necesario, comprensivo, total. Un a tutta orchestra que queda suspendido en el aire, en la nada, tras la experiencia vivida por Montserrat/Altisidora y Salvador, los protagonistas de estos besos a través de los cuales se elevan hasta otra dimensión vital logrando así escapar de la vulgaridad del momento.
Salvador es un profesor de instituto a quien han prejubilado anticipadamente dados los problemas de memoria que últimamente está sufriendo. El sindicato de la enseñanza al que pertenece le ha concedido la estancia durante un tiempo en una cabaña de la sierra de Madrid a donde se desplaza para así huir de la ciudad cuando el confinamiento decretado por el gobierno por culpa de la COVID-19 está a punto de hacerse realidad. Allí, en Sotopeña, nombre ficticio de esta población serrana, Salvador queda prendado nada más verla de Montserrat, una mujer quince años menor que él que trabaja en un supermercado de la localidad a donde él se acerca a por provisiones. Es un flechazo, un amor a primera vista, que lo dejará tocado y que, afortunadamente para él, será recíproco pues Montse se ocupará de llevarle viandas dado que en la cabaña que habita apenas si Salvador tiene algo.
Salvador es un hombre que necesita pocas cosas. A Sotopeña acude con poco equipaje, dos ediciones de El Quijote y una Biblia. Allí, en Sotopeña, a sus 58 años Salvador encontrará el amor en Montserrat a la que con cervantino ingenio llamará Altisidora. Esta analogía Quijote / Salvador y Montserrat-Altisidora / Aldonza-Dulcinea le servirá para desarrollar la trama. Al tiempo, la línea cronológica de 2020 en que sucede el enamoramiento narrado se cruza en un claro desplazamiento al pasado con la de 1981 cuando el narrador era estudiante en Madrid y vivía en una residencia de nombre Academia donde hizo fuerte amistad con Rafael Puig, amigo con quien hablaba de todo lo humano y lo divino en un ámbito de confianza y sana amistad como nunca jamás volvería a tener. El personaje de Rafael le pone en contacto, comunicación o revelación, con el lado misterioso de la existencia. Rafael es un chico que anticipa el futuro, que sabe con antelación lo que va a suceder e incluso que logra comunicarse con los ya fallecidos. Esta dimensión mágica, inexplicable racionalmente, se denomina en el relato por parte del narrador, que no es otro que el mismísimo Salvador, como Oscuridad.
El amor que surge de manera inopinada en esta pareja de seres ya maduros es una auténtica revelación para ambos, en especial para Salvador, un hombre soltero que se veía ya abocado a no vivir una pasión semejante. Salvador a lo largo del relato no quiere caer en el estereotipo masculino, no quiere tener la obligación de dar él el primer paso, no desea hacerlo porque tiene miedo al rechazo, al fracaso, quizás porque se sabe mayor. Montserrat es una mujer con arrestos, decidida; además de cajera en el supermercado donde trabaja es madre de Marc, un niño de ocho o nueve años que vive en Alemania con su padre del que ella está separada. Para Montserrat Marc es lo primero y eso Salvador lo sabe.
En la vorágine existencial y el aislamiento provocados por la decisión gubernamental del confinamiento obligatorio ambos, Salvador y Montserrat, hallan en su relación un salvavidas, una isla donde refugiarse de la sinrazón de la misteriosa pandemia surgida de la propia Oscuridad y de las decisiones de los políticos que bombardean las mentes de los ciudadanos con verborrea incesante y hueca:
- «Pongo la televisión y sale el presidente del Gobierno de España, o sea, Narciso, y en su cara brilla el virus de la entropía, pues tarde o temprano perderá unas elecciones y vendrá otro que abominará de él.»
- «Narciso está en la tele de nuevo. Yo creo que le gusta. Mueve las manos en señal de una nueva liturgia en donde se comprometen la solidaridad, la eficacia gubernamental, la invocación igualitaria a todos y todas»[...]
- «A nuestro Narciso le da igual el virus porque también está enamorado, pero de sí mismo. Los enamorados no vemos el virus. Yo estoy enamorado de Altisidora. Narciso lo está de sí mismo.»
- «El Narciso de España se acerca a la psicopatía, al cinismo y al sadismo, el de Estados Unidos también.»
Frente a la vulgaridad de la vida cotidiana presente en esas comparecencias televisivas Salvador busca la belleza como único asidero vital. Lo encuentra en el amor a Montserrat a quien convierte en Altisidora, personaje cervantino de "El Quijote" obra que está releyendo y que frente a la Biblia, el otro libro que se ha llevado a la cabaña de la sierra es su auténtica guía vital. Antes que el Dios revelador bíblico, él prefiere el dios revelador humano, Cervantes, con sus contradicciones, sus errores sintácticos a veces y de contenido otras cuantas más. Salvador es un romántico, un idealista, que encuentra el amor en su madurez, que quiere que perdure pero no exclusivamente en un nivel genital o meramente sexual; por eso espiritualiza a Montserrat, la cajera del supermercado y como hiciera don Quijote con Aldonza Lorenzo transformándola en Dulcinea del Toboso, él transmuta a Montse, con el permiso de ella por supuesto, en Altisidora. Y Montserrat se entusiasma ante esta prueba de amor por encima de la mera cópula. Sentirse amado/a y deseado/a es casi más importante que el propio ejercicio de la sexualidad.
"La literatura es la habilidad de un escritor para ponerse en el punto de vista de alguien a quien a lo mejor no le cae bien" |
Es curioso, pero nada extraño, que en esta respuesta al periodista Carlos H. Vázquez, Vilas convierta casi en términos equivalentes novela y ensayo; y es que mucho de reflexión, de especulación, de introspección, de pensamiento, hay en Los besos. Son pensamientos exclusivos unas veces de Salvador y otras, nacidos a través del diálogo con Montserrat. Salvador está constantemente sometiendo todo a análisis, incluso los elementos más insignificantes o que así pudieran parecerlo. En su proceso introspectivo salta de unos asuntos a otros de manera que a veces da la sensación de perderse en futilidades («Es una bombilla de 75 vatios. Fue una revolución esa bombilla, porque las de 60 vatios eran un tanto débiles y las de 100 eran excesivas. De modo que la de 75 fue un éxito que sí supuso un paso adelante de la humanidad.») aunque siempre hay algo importante en ello, en este caso el paso del tiempo. Esta manera de pensar, de considerar el mundo en derredor, de ver a Montserrat como Altisidora, de no comportarse como quizás se entendería debería actuar un hombre, lleva a Montse a tildarlo de loco, pero de loco maravilloso («Montserrat/Altisidora se ríe, se emociona también, y me dice: Claro que sí, es un nombre hermoso. Bien, ya soy Altisidora. Estás completamente loco, pero mientras no seas el Anthony Perkins de Psicosis me conformo. Porque no estás loco, ¿no?»).
Lo anterior es muestra de la radical diferencia que existe en esta pareja de solitarios que han encontrado en los besos, manifestación y preludio del amor, un refugio a su soledad. Montserrat sólo es Altisidora en los brazos de Salvador, pues en el resto es una mujer que tiene bien asentados los pies en el suelo. Eso lo intuye o mejor lo sabe Salvador, casi desde el inicio de la relación. Sabe que por encima de todo para Montse está Marc, su hijo; y lo sabe aunque ella jamás lo diga de manera directa:
«cosa que no haré jamás [formularle a Montserrat la pregunta de si sería capaz de dar como prueba de amor su vida por él], porque sé la respuesta, la sé porque su hijo Marc es más importante que yo, y eso también es una obra maestra de la vida, el hecho de que ella esté más enamorada de su hijo que de cualquier hombre que haya existido, exista o existirá. Los misterios son todos profundamente hermosos.»
En la novela la dualidad hombre-mujer es evidente y se muestra sin tapujos porque no es lo mismo ser hombre que ser mujer. Quizás aquí, en el fondo anide el tono burlón e irónico de Vilas que disiente del pensamiento dictado por la superioridad respecto a cuestiones de género. En la invocación televisiva de Narciso a «todos y a todas» ya se percibe el sarcasmo; aunque no hay sarcasmo alguno en la distancia que separa la consideración suya y la de ella sobre lo que están viviendo durante los meses de 2020 que van de marzo a agosto:
«Ahora comprendo que ella en realidad, en el fondo, no pensaba como yo. Ella buscaba un amor en el tiempo, y yo una belleza atemporal. Ella buscaba un ser humano y yo un arquetipo. Ella buscaba el sol y yo una estrella más pequeña.».
En definitiva, Salvador es un romántico y ella una mujer realista que vive el día a día. Quizás de ahí derive la distinta actitud ante el sexo de uno y otra, la erotización y la destrucción del ideal amoroso por cualquier futilidad.
El estilo es el propio de Manuel Vilas, un estilo reflexivo, introspectivo a veces, dialogado en otras aunque siempre de esa manera indirecta que los narradores fronteros con el ensayo suelen utilizar. El escritor de Barbastro construye una novela interesante que no deja indiferente, que habla de muchas cosas, en especial del Amor, del Tiempo, de la Muerte, del Olvido, del misterio de la vida (la Oscuridad en el relato), del Hombre y la Mujer, del Erotismo, de la Vejez, de la maternidad, etc., etc. Todo muy bien engarzado, sin forzar nada, con una naturalidad que enamora al lector de la literatura del de Barbastro.
Y enamora además porque la novela rezuma poesía, musicalidad, filosofía, trascendencia..., cultura de todo tipo. Como es habitual en el autor la música ocupa un lugar importante en la narración desde la clásica («Lascia Ch’io Pianga» de Haendel) pasando por los clásicos del jazz (John Coltrane, Nina Simone o Amy Winehouse) hasta compositores actuales de música romántica como Franco Battiato. Vilas y el narrador en primera persona de la novela aman el Cine y eso se percibe en la utilización que hacen de él (con Psicosis de Hitchcock o con Deseando amar de Wong Kar-Wai, por ejemplo) como referente explicativo de su situación:
[Altisidora] «Es el agua frente a la piedra. El agua, como en aquella película que vi una vez, aquella que se titulaba 'Deseando amar', en donde al final de la historia nacía una pequeña planta en medio de las piedras.»
Para finalizar sólo me quedaría aludir a lo que ya he manifestado al inicio de esta reseña y que es seña de identidad de su manera de hacer literatura. Manuel Vilas posee un estilo nihilista sí, pero que no cae en el desaliento; es consciente de que el capitalismo nos rodea por todos lados y que la ancianidad en la que a sus 58 años -casual o irónicamente la misma edad de Salvador en la novela- está a punto de ingresar no se desarrolla al margen del mismo.
- «Somos sociedades llenas de ancianos, en España los ancianos son millones. Lo llaman envejecimiento de la población, que es un eufemismo..»
- «La invención de la ancianidad es la esencia de Europa. La tercera edad es un invento del capitalismo social. A veces pienso que el capitalismo tiene sentido del humor.»
Sólo una mirada irónica sobre la vida permite sobrellevar la inmensa contradicción que es la misma. A esto añade Vilas a través de Salvador la incesante búsqueda de la belleza. A la edad en que éste se encuentra sólo la belleza puede ser acicate para perseverar en la vida. En eso Salvador, a las puertas de la ancianidad, difiere de Montserrat quien con 43 años y un hijo aún es joven y vive con avidez el presente temporal y no la belleza atemporal que busca Salvador.
- «Nos hacen vivir sin belleza, y lloramos en los callejones. Sin belleza, y bien alimentados, con buenos surtidos de antibióticos, con muchos médicos, con muchas escuelas públicas, pero sin belleza, sin un gramo de belleza en ninguna parte.»
- «Ya sé por qué los ancianos perseveran en la vida. Es por la belleza. Porque el mundo es bello en sí mismo. En la ancianidad se descubre eso. Ya no hay ruido. Ya no está pasando nada. Solo pasan las horas, una detrás de otra.»
- «"Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío, alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina", escribió el poeta español Luis Cernuda, y esa es la única libertad que cuenta.»
- «una cosa maravillosa te regala la madurez es la desactivación de toda vanidad y la activación de la belleza del adiós, sea de la naturaleza que sea ese adiós y tenga la causa que tenga.»
Sólo una sola cosa más para definitivamente finalizar. La novela que ha comenzado con una sorpresa aunque suficientemente intuida por todos, el decreto del Confinamiento obligatorio durante tres meses de toda la población española, se cierra con otra sorpresa igualmente intuida o sospechada por todos, el autoexilio voluntario del Rey Juan Carlos I. Desde luego no ganamos para sorpresas, aunque como digo sean sorpresas de baja intensidad dado que estaban ya en la cabeza de todos.
Si hay algo que me interesa especialmente en esta ocasión es conocer la opinión de aquellos que hayáis leído Los besos de Manuel Vilas. ¿Qué es lo que más os ha llamado la atención de ella? ¿Os parece una obra distinta a otras del novelista o quizás os parece más de lo mismo? No sé, creo que es una novela que despierta preguntas en quien la lee; una novela, desde luego, apropiada para una tertulia literaria; una novela que, aunque trata de la intimidad de la pareja, estimula la discusión social sobre la misma. Una novela, en definitiva y de cualquier manera, interesante sin duda alguna.
Mi queridísimo Juan Carlos, no creas que no he pasado por aquí por gusto, sé que hace mucho tiempo de mi última visita pero nunca es tarde si la dicha es buena... No esperaba encontrar una historia tan deliciosa, pues desde el comienzo de la reseña hasta el final he cambiado de opinión en diferentes ocasiones, y no es porque no me atrayera la novela en si, es porque pensaba que tal vez no era para mí, ya ves. Sin embargo pienso que si me gustaría y sobre todo que la disfrutaría.
ResponderEliminarGran reseña, of course.
Besos 💋💋💋
Hola, Yolanda:
EliminarSí que te he echado de menos, pero no lo tengo en cuenta (ja, ja...) porque sé que la vida es muy complicada y que bastante hacemos con mantenernos más o menos al día y visitarnos cuando podemos. De todas maneras sé que tuviste algún percance médico, creo recordar, y espero que ya estés repuesta del todo.
En cuanto a Los besos te diré que es una novela que pienso no te disgustará. No es una lectura facilona ni tontorrona, y sé que este tipo de libros te gustan. Me encantará conocer tu opinión cuando la leas, amiga.
Un beso muy fuerte
Pues no era una novela que me llamara mucho, pero al final me has dejado con ganas de leerla.
ResponderEliminarBesotes!!!
Hola, Margari:
EliminarLa relación amorosa entre Montserrat y Salvador desde luego es más que interesante. Creo que te gustará. Prueba a leerla y me cuentas.
Besazo
He pasado de puntillas por tu reseña porque lo tengo pendiente de lectura, de hecho ayer que tocaba comenzar libro lo tuve en la mano y al final me decidí por otro, pero este está ya en la rampa de salida. Vuelvo cuando lo haya leído.
ResponderEliminarBesos.
Aquí te espero, Manuela. Me encantará saber qué te ha parecido cuando la leas.
EliminarUn beso
No te puedo dejar mi opinión porque no he leído la novela. De hecho, no he leído nada de Manuel Vilas. En parte me llamó la atención en su momento Ordesa, pero leí sobre ella opiniones tan dispares que no terminé de decidirme. De todas formas, a priori sigue llamándome más la atención que esta que reseñas. Me gustan las novelas fronterizas con el ensayo, así que supongo que es un autor que podría gustarme y con el que en algún momento me tendría que animar. Su opinión de que la literatura sirve de recordatorio de los grandes temas de la vida que suelen incomodar a la sociedad me parece muy certera.
ResponderEliminarBesos
Aunque no hayas leído nada aún de Manuel Vilas, sí que te recomiendo la lectura de la entrevista completa que le hacen en Voz Pópuli. Creo que en ella el autor explica el fondo de su novela de manera magnífica. Su opinión sobre para qué sirve la literatura la he sacado de ahí.
EliminarUn beso
Gran reseña, Juan Carlos.
ResponderEliminarCualquier obra artística debería ir de menos a más como nos cuentas de esta novela. La historia desde luego es muy atractiva y ese juego de las edades parece tener que ver mucho con la propia edad del escritor. Por otro lado y con esas referencias cinematográficas que nos muestras la verdad es que me has puesto los dientes largos. Veré también el video que has subido.
Un fuerte abrazo.
Muchas gracias, Miguel, por tus palabras. sabes que las valoro muchísimo.
EliminarNo sólo te recomiendo ver el video sino también leer la entrevista completa en Voz Pópuli. Este Manuel Vilas es un hombre peculiar y en mi opinión bastante interesante.
Un abrazo
Leí Ordesa y mis sensaciones fueron contradictorias. Esto escribí en mi reseña de aquel libro: «Tengo tentaciones, a poco de empezar el libro, de abandonar, pero los cortos capítulos me arrastran en pos de la historia y los recuerdos, algunos tan semejantes, otros tan distintos de los míos, pero todos tan humanos. Pienso que no me interesa, que para recuerdos están los propios y que tengo muchos libros que leer y poco tiempo que perder con paranoias ajenas. Pero sigo adelante. Algo me tiene pegada al libro y, cuando llevo leído como un tercio de sus casi cuatrocientas páginas, sé que no lo podré abandonar, que seguiré hasta el final recordando con Manuel Vilas y comparando sus recuerdos con los míos y a su padre con el mío».
ResponderEliminarLuego empecé Alegría, el finalista del Planeta, y cuando vi que iba por el mismo camino que Ordesa lo abandoné sin pesar. A este no pensaba darle ninguna chance, pero ahora tú nos cuentas que en realidad es una novela, llena de reflexiones pero novela, y me dejas confundida. Leer algo que se aleja de los recuerdos y vivencias del autor me atrae. Voy a tener que apuntarlo y no quería. Tampoco creo que sea de lectura inmediata, pero ahí estará.
Un beso.
Hola, Rosa:
EliminarQué gracia me ha hecho tu "Voy a tener que apuntarlo y no quería". Ya sabes que en esto de las lecturas somos más que libres, libérrimos. Te digo que sí, que aun viendo el estilo Manuel Vilas por ahí, esta novela es menos autobiográfica (el autor dice en la entrevista de Voz Pópuli, que nada autobiográfica) que las anteriores. A mí me ha parecido como digo que va de menos a más. Sin coincidir exactamente con la apreciación que citas de tu reseña de "Ordesa" algo así es lo que sucede también con este libro, que hay algo que te atrapa y que te hace seguir adelante con él; en esta caso, además, la historia entre Salvador y Montserrat nos llama a ver cómo acabará la cosa.
Besos
espléndido, sonoro, tremendo, humano, necesario, comprensivo, total
ResponderEliminarDespués de estas palabras, quien se va a resistir!!!
Excelente reseña como siempre Juan Carlos.
Una buena ristra de calificativos, desde luego. Ojalá te guste, senyoreta
EliminarUn beso
He leído poco de este autor. Tan solo "Alegría" y unos poemas de la antología que tengo y que saboreo muy poco a poco.
ResponderEliminarEntiendo que haya a quien no le guste. Su prosa oscila entre la trascendencia y lo naïf, pero a mí me llega, me cautiva, me siento dentro de una historia que es tan íntima como universal.
Me atrae mucho el libro que reseñas y que pronto leeré, sin duda.
Qué bien delimitas la prosa de Vilas cuando dices que "oscila entre la trascendencia y lo naïf". Totalmente de acuerdo, mejor no se puede decir. Y al igual que a ti, a mí me llega aunque sé de mucha gente que no lo soporta quizás por esa variabilidad entre lo muy profundo y lo aparentemente muy superficial.
EliminarCreo, amigo mío, que esta novela te va a gustar.
Un muy fuerte abrazo
Anoche la terminé y, efectivamente, me ha encantado.
EliminarCertero y completísimo análisis, Juan Carlos. Enhorabuena. A mí fue un libro que me sorprendió (de entrada) y que me fue ganando conforme avanzaban las páginas. Se va perfilando, se enriquece con el paso de las hojas. En ese sentido, es una novela que "va madurando" según la lees, como madura el amor de sus protagonistas. Creo que es un hermoso experimento, que has sabido diseccionar, como siempre, de matrícula de honor.
ResponderEliminar¡Qué amables palabras, Rubén! No sabes cuánto las agradezco. Creo que efectivamente el libro sorprende y va ganando según se avanza en su lectura.
EliminarUn fuerte abrazo
Juan Carlos, la anterior de Vilas me encantó. No he leído Ordesa tampoco y ganas tengo. Sin embargo, empecé a leer esta y ¡ay! no sé, no me sentí enganchada. Se me empezó a hacer bola, como solemos decir. Ahí la tengo a medio leer. No sé si le daré otra oportunidad. Me mosquea mucho porque la prosa de Vilas me gustó mucho en la anterior. Besos
ResponderEliminarLa anterior fue "Alegría", ¿no?, la que quedó finalista en el Planeta del año 2019, creo. La verdad es que, como digo en la reseña, a Vilas hay que leerlo en el momento oportuno; quiero decir que no siempre su prosa conecta con el espíritu lector. A mí también leyendo esta novela hubo algún momento en que me parecía que no, que no, que no me estaba enganchando, pero luego al día siguiente o a las pocas horas al volver a la novela me encontraba a gusto. Es un misterio este Manuel Vilas (ja, ja...)
EliminarUn muy fuerte beso
Pues no te puedo dar mi opinión porque no la he leído, pero es que además hoy me llevo deberes dobles, que viendo que disfrutaste tanto de "Ordesa" voy a tener que leer las dos...
ResponderEliminarA mí me gustó más "Ordesa", aunque ésta no le va a la zaga. Cualquiera de las dos, Espe.
EliminarUn beso
Hola Juan Carlos, tengo que decir que me ha gustado mucho más tu reseña que la novela. Pero te haré caso y les perdonaré que se saltasen las normas, al fin y al cabo estaban aislados. Un saludo.
ResponderEliminarSí, hay que perdonarles. Fíjate que durante el estricto confinamiento me cuentan que en pueblos de la España deshabitada la guardia civil obligaba al agricultor que iba a su parcela a sacar unos nabos a que lo hiciera con la mascarilla puesta. ¡Por Dios, hay que ser juiciosos y no pedir peras al olmo!
EliminarMuchas gracias por haberte dado una vueltecita por mi 'casa'. Espero verte de vuelta más veces, ¿no? ¡Ah! Me encanta que te haya gustado mi reseña.
Un abrazo
Hola Juan Carlos,
ResponderEliminarAntes de nada, gracias por tu recomendación de Luis Landero, que tendré muy en cuenta.
Con respecto a esta novela, coincido en gran parte de tu análisis, aunque mis sensaciones una vez finalizada, son contradictorias.
Es la primera novela que leo ambientada durante la pandemia, y también la primera que leo de Manuel Vilas.
En mi opinión, novelas como ésta, con una parte muy importante de reflexión, son necesarias porque nuestros literatos no deberían ser solamente "entretenedores", también son nuestros intelectuales, tienen que hacernos pensar, no solamente entretenernos.
También en mi opinión, novelas como ésta, con partes muy poéticas, son necesarias, ya que la poesía, por desgracia, no es muy popular en estos tiempos.
Y por el lado negativo: la historia de amor es la parte más bonita y mejor lograda, pero se ve apabullada y a veces interrumpida por tanta reflexión, aunque he de decir que en tiempo de confinamiento, muchas personas (yo me incluyo) con tanto tiempo libre se han dedicado a reflexionar sobre los temas más dispares y de forma desordenada, como el protagonista.
Hola, Félix:
EliminarCompletamente de acuerdo contigo en lo que dices sobre que la función de los escritores no es sólo 'entretener' sino también hacernos pensar dándonos sus opiniones y promoviendo la reflexión. Y, ¡claro que sí!, coincido en que la poesía es una manifestación literaria que por desgracia no es muy popular hoy día. A mí me gusta y la disfruto más según que avanzo en años. Dicen por ahí -no se quiénes- que es un proceso muy normal. O sea que soy normal (ja, ja...)
Ya me dirás cuando la leas qué te parece la recomendación que te hice de Luis Landero.
Un saludo