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13 dic 2016

"Cuentos españoles de Navidad". De ayer a hoy.

Siempre que se acercan las fiestas navideñas me asalta la idea de lo mucho que han cambiado estas jornadas de ayer a hoy. Dado que mi blog es literario pienso que, si bien del hoy soy testigo, el ayer no puedo conocerlo más que a través de los textos literarios que a lo largo y ancho del tiempo han tocado este tema. Por otra parte, como la Navidad es por tradición una fiesta familiar en la que los niños tienen un especial protagonismo, he fijado mi atención en los relatos breves con que se les suele asociar, o sea, los cuentos de temática navideña. He encontrado estos dos tomos que, aunque pensados para adultos, muestran aspectos de estas fiestas que en la actualidad no subsisten o que, quizás, aún luchan por la supervivencia. Vamos a ver algunos:



Cuentos navideños, Navidad y los Niños, Literatura navideña
Antología preparada por Rafael Alarcón Sierra publicada en 1998 por "Clan Editorial" y reeditada en 2004 y 2016 

🔼Comidas y bebidas. Estas fiestas discurren en torno a la mesa en la que se toman productos típicos de estas fechas

  • Pedro Antonio de Alarcón ("La nochebuena del poeta", 1855) escribe: “Todo era bullicio; todo era contento. Los roscos, los mantecados, el alajú, los dulces hechos por las monjas, el rosolí, el aguardiente de guindas circulaban de mano en mano…” El “alajú” es / era un postre dulce de Cuenca; el “rosolí”, un aguardiente con canela, azúcar y otros ingredientes olorosos. 
  • Luis Bonafoux, ‘Aramis’ ("La Nochebuena en el mar", 1887): “Para esta noche, besugo y castañas, como en Madrid”. 
  • Luis Taboada ("El pavo de Navidad o la falta de costumbre", 1895) presenta a un empleado de segunda que recibe por Navidad un pavo vivo como regalo de su acomodada hermana. 
  • Joaquín Dicenta ("Nochebuena", 1897) ya cita el champagne (sic) como bebida con la que se festejan estas fiestas. 
  • Benito Pérez Galdós ("La mula y el buey", 1876) crea a Celinina, una niña muy enferma ya próxima a morir que mezcla en su cabecita realidades y puras ensoñaciones. Así el escritor canario escribe: “Celinina sintió el afán de las poéticas fiestas que más alegran a los niños, las fiestas de Navidad. Ya se sabe con cuánta ansia desean la llegada de estos días y cómo les trastorna el febril anhelo de los regalitos, de los nacimientos y las esperanzas del mucho comer y atracarse de pavo, mazapán, peladillas y turrón. […] en la esfera tenebrosa que rodeaba su mente no había sino pavos haciendo ‘clau, clau’; pollos que gritaban ‘pío, pío’; nacimientos llenos de luces y que tenían cincuenta mil millones de figuras; árboles cargados de juguetes; el estanque del Retiro lleno de sopa de almendras; besugos que miraban a las cocineras con sus ojos cuajados; naranjas que llovían del cielo, y otros mil prodigios que no tienen número ni medida”.  
  • Dª Emilia Pardo Bazán ("Instinto", 1916) pone en la mesa de las monjitas de la Santa Espina “Un pedazo de turrón, muy rico… Y mazapán, y peladillas, y naranja china”.

🔽Lotería. El sorteo de la lotería de Navidad y el deseo popular de salir de la pobreza gracias al primer premio, el Gordo de Navidad, es asunto no sólo de hoy día sino que aparece de manera recurrente en muchos de los cuentos. 

  • Vicente Blasco Ibáñez ("El premio gordo", 1887) pone a Jacintito, su popular personaje, a soñar literalmente sobre lo que será su vida cuando le toque la lotería. 
  • Eduardo del Palacio ("El premio grueso", 1894) muestra la tradicional costumbre entre los más humildes de compartir el número o décimo jugado quitándose los dineros para adquirirlo hasta de lo más necesario: “¡Cuántos sacrificios para jugar a la lotería de navidad! Hasta ‘quitárselo de su comer’, que dicen las gentes. ¡Qué emoción cuando se oye pegonar […]: ¡La lista grandeeee! […] ¡Qué tristeza en todos los círculos! ¡Qué desengaño! Por fin consuela el consabido suelto de la prensa: ‘El premio mayor se ha repartido entre la clase obrera de…’. A lo que dicen los desgraciados: -¡Cielos! ¡No ser yo clase obrera!


Portal de Belén, el misterio,

🔼Los Reyes Magos. Este asunto va habitualmente en los relatos navideños muy unido a los niños. El consensuado secretismo de la sociedad para que los niños ignoren quiénes son los que realmente les hacen los regalos es, sin duda alguna, una de las más bonitas tradiciones que con cierto vigor se mantiene entre nosotros, a pesar de que desde siempre espíritus que presumen de racionalismo e ideas avanzadas abogan –y hoy aún lo siguen haciendo- por desvelar cuanto antes la incógnita a los niños.  

  • José María Pemán en el muy simpático cuento de "El republicano y los Reyes Magos" (1925), narra que por más que un padre progresista y muy racionalista quiera que su hijo no crea en la quimera del regalo recibido de manos de los Reyes Magos, no lo logra pues el niño quiere ciegamente creer en ella.  
  • José Francés trata el descubrimiento por los niños de la identidad de los Reyes de una manera muy simpática ("Por qué Maruja no cree en los Reyes Magos", 1916) cuando una niña en su ingenuidad llama sin conocimiento de sus padres al teléfono que un anuncio en el periódico dice que es el de los Reyes Magos y a renglón seguido la juguetería de la que se trata vuelve a llamar para confirmar “el pedido increíble que una niña, su hija seguramente, nos acaba de hacer”. 
  • José Bergamín ("Navidad", 1923) presenta a unos Reyes Magos que son capturados por Herodes, quien antes de dejarlos marchar les permite que hagan entrega de los regalos a todos los niños. Este Herodes compasivo repentinamente vuelve a su ser: “ordenó la degollación de los niños, que murieron con los primeros juguetes de su inocencia”. 
  • Ricardo León ("Los tres reyes de oriente"en Diciembre de 1916 hace un tratamiento más profundo de esta figura navideña cuando los presenta cruzando la Europa en guerra con su cargamento de regalos. Los soldados de uno y otro bando capturan a los Magos, los despojan de los juguetes que transportan y les hacen volver sin nada a Oriente, igual que el Niño Dios recién nacido. 1916, desde luego, debió de ser un muy mal año para los niños europeos.


🔽La Misa del Gallo. Si hay alguna tradición que hoy está en franco retroceso debido a la secularización de la sociedad y a la  primacía que ésta da al aspecto mercantil de estas fiestas por encima del religioso que está en su origen, ello es la Misa del Gallo. Es una costumbre, la de asistir al oficio religioso para celebrar a las cero horas del día 25 el nacimiento de Jesús, que está en franca retirada pues hoy las familias se reúnen en torno al hechicero social que es la televisión que, además, entre otra infinidad de posibilidades, retransmite en directo esta Misa oficiada por el pope máximo de la Iglesia, SS el Papa. ¿Para qué entonces salir de casa?

Este abandono de la costumbre también se percibe en los cuentos navideños consultados.
  • Gustavo Adolfo Bécquer. En el escritor sevillano esta celebración es el eje sobre el que gira la leyenda de "Maese Pérez el organista" (1861). Pero a partir de él esta celebración se va adelgazando en los relatos más contemporáneos hasta quedar excluida de los mismos. 
  • Ramón Gómez de la Serna ("Navidad", 1917). Aunque se intuye su realización en la preparación que en el relato de  hace de la iglesia una monjita dado que se acerca ya la celebración; el creador de las greguerías mediante uno de sus acostumbrados giros humorísticos hace coincidir la hora de la misa con el depósito en el torno del convento de un recién nacido. ¡Genial!


🔼El Nacimiento, la familia y los niños.  
  • Por don Benito Pérez Galdós venimos a saber que prácticamente desde siempre el Nacimiento ha sido nexo de unión entre la inicial representación religiosa que es y el juego de figuritas que para los niños supone. Así en su cuento de esta selección, (La mula y el buey, 1876), leemos que “El nacimiento no es una obra de arte a los ojos de los adultos”, debido en parte al eclecticismo que en él reina pues aparte de los elementos esenciales del mismo –Portal de Belén, Castillo de Herodes, figuras de los Reyes Magos y riachuelo- los niños colocan “paveros y polleros conduciendo sus manadas; un guardia civil que lleva dos granujas presos; caballeros que pasean en lujosas carretelas junto al camello de un rey mago, y Perico el ciego tocando su guitarra en un corrillo. […] “Por medio a medio, pasa un tranvía lo mismito que el del barrio de Salamanca, y como tiene dos ‘rails’ y sus ruedas, a cada instante le hacen correr de oriente a occidente con gran asombro del rey negro, que no sabe qué endiablada máquina es aquella.” 
  • También Tomás Borrás ("Nacimiento", 1931) incide en esta mezcolanza: “Nacimiento de arcaísmos ingenuos y de anacronismos conmovedores”. Y concretando más en el nacimiento español escribe: “En el Nacimiento popular español castellanos de Toledo y extremeños aportan la razón pastoril y agrícola, como los vascos el ritmo de égloga bailada. Y los catalanes vienen con sentido marinero, opulencia mediterránica, espíritu fraternal, de gente que cuando festeja se da la mano”.
La habitual queja por la pérdida de la tradición o del buen hacer que hoy tanto repetimos no es cosa novedosa, pues. En el cuento galdosiano citado también podemos leer semejante queja por parte de los mayores cuando comentan: 
No valen nada los nacimientos de este año… ¡Cuando uno recuerda aquellos tiempos!”.

🔽Los villancicos, la música y los instrumentos con que se hace. 
  • José Ortega y Munilla (Noche de Reyes, 1880): “Sonaban panderos, chirriaban rabeles, vibraban hierros, atronaban sartenes y cazos”;  
  • Luis Bonafoux, ‘Aramis’ ("La Nochebuena en el mar", 1894): “Recordé los rabeles,
    Instrumentos navideños tradicionales con que se cantan villancicos:
    panderetas, carraca, tamboril, botella de anís, rabel, almirez,
    crótalos, hueseras y zambombas
    las zambombas y las chulas
    ”. Estas últimas, en el sentido de instrumento musical, en mi vida he sabido qué eran, y tampoco he encontrado referencia a ellas por parte alguna. En el cuento más moderno de la selección consultada, el de Tomás Borrás (Nacimiento, 1931), podemos leer: “Música de villancicos, cuyo encanto consiste en que se interpretó al nacer, en instrumentos improvisados, los que había en la cocina cuando llegaron al atardecer los pastores: almireces, panderos, una sartén sonajas, hierrecillos, tamboriles, zambombas, vidrios (También el ‘jazz-band’ ha empezado en Castilla)”. Esta alusión a la música ya no tan popular como la de jazz es una nota de modernidad que habla muy a las claras de cómo la tradición debe competir y contemporizar con la actualidad.

En cuanto a los villancicos en España se cantan en el ámbito familiar durante la Nochebuena pero encontrando hoy un serio competidor en el televisor que enmudece a la familia. Con todo, prácticamente seguimos cantando los mismos de siempre, algunos de los cuales se citan en muchos de estos cuentos. 
  • Así Pedro Antonio de Alarcón, en su relato, introduce profundísimas filosofías sobre el popularísimo: 
  • Esta noche es nochebuena, / y mañana navidad; / saca la bota, María, / que me voy a emborrachar. // La nochebuena se viene, / la nochebuena se va, / ¡y nosotros nos iremos / y no volveremos más! // Esta noche es nochebuena / y no es noche de dormir, / que está la Virgen de parto / y a las doce ha de parir.
  • También Pardo Bazán ("Instinto", 1916) cita letras de villancicos cantados por las monjitas de su convento de la Santa Espina: “En el portal de Belén / hay una piedra redonda…”, villancico que al no agradar mucho a las sores cambian por este otro: “En el portal de Belén / todos a juntar en leña, / para calentar al niño / que nació en la nochebuena…”.
🔼La ciudad en Navidad. Por estas fechas la ciudad se transforma mostrando con luces y adornos la alegría de las fiestas. Siempre ha sido una manera de incitar al consumo, aunque hoy día la intención no se esconde para nada. No así antes, como vemos en el bellísimo cuento de Juan Ramón Jiménez ("Jijoneses de Navidad", 1916-1920) en el que se fija en los turroneros procedentes de Jijona (Alicante) que todas las Navidades  venden su producto –y aún hoy lo siguen haciendo aunque en menor número-  bajo los soportales de la Plaza Mayor. Su lirismo le lleva a comparar las cajitas de madera donde se empaqueta el turrón con su propia vida “muerta en pedacitos”.  También el tradicional mercadillo de la Plaza Mayor de Madrid, que aún hoy subsiste, es el lugar en el que el padre de Celinina, en el cuento de Galdós, compra las figurillas del nacimiento que tanto gustaban a la niña: “Trájole un día una manada de de pavos, tan al vivo hechos, que no les faltaba más que graznar; otro día sacó de sus bolsillos la mitad de la sacra familia, y al siguiente a san José con el pesebre y portal de Belén”.

Por último, decir, -y aquí es donde yo veo en parte el motivo de la pérdida de algunos elementos tradicionales de estas fiestas-, que las celebraciones navideñas nacieron en una sociedad rural que veía la ciudad como elemento de pecado y de peligro. Muchos de los relatos más secularizados transcurren en la ciudad cosmopolita, como vemos en Gómez de Baquero, ‘Andrenio’ ("Noche de recuerdos", 1913) que desde una ciudad española pone a sus personajes a recordar al amigo borracho que en París decía a la pareja, hoy separada y sin hijos: “La familia está cimentada en una cuna, símbolo augusto, trono de la maternidad”. También en el cuento de Joaquín Dicenta vemos cómo la ciudad ha matado con sus vicios la ternura y el amor familiar, consustanciales a estas fiestas... 

Según se impone el relato urbano, los cuentos se van por la senda del escepticismo y pesimismo filosóficos viendo en la festividad de la Navidad más un motivo de reflexión existencial sobre el inexorable destino humano que una ocasión para el regocijo y la alegría.
Mercadillo navideño, Madrid en Navidad, Plaza mayor de Madrid

¡¡FELIZ NAVIDAD!!

25 comentarios:

  1. Me encantan los cuentos de Navidad... estos libros que hoy nos traes me los regalaron hace unos años. Cuando llegan estas fiestas siempre suelo releer alguno.
    Gracias por tu reseña

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    1. Hola Maite:
      Creo que igual que en Navidad comemnos turrón, no está de más que los que amamos la lectura leamos por estas fechas algo navideño. Y si no es anglosajón, pues mejor que mejor.
      Muchísimas gracias por tu comentario.
      Besos

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  2. Pues me parece un libro digno de tener en casa siempre, cuanto me tientas Juan Carlos.
    Besos

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    1. Creo que es un buen regalo de Navidad, en especial si hay niños correteando por la casa, ¿verdad?

      Un beso

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  3. Que magnífico libro, no lo conocía. Me lo anoto. Yo me dispongo a leer estos días Cuentos de navidad de Dickens.
    Un beso ;)

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    1. Hola Natàlia:

      Precisamente fue el recuerdo de "Cuento de Navidad" de Dickens y su versión cinematográfica que estará al caer en alguna de las cadenas de TV lo que me llevó a buscar y rebuscar en la red sobre cuentos de aquí que sirvieran para leer a niños -y a los adultos recomendárselos- en estas fechas. Son curiosos y los autores -algunos muy conocidos; otros, no tanto- relatan con acierto y convicción usando elementos propios de nuestra cultura.

      Un beso

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  4. son libros para releer, tengo uno de ellos y me gusta leer alguna de sus historias. Lo que a la Navidad de ante y ahora es distinta ya lo creo que si. Tiene que ver en que la Televisión y los aparatos de hoy en día nos dejan mudos ante lo visual y la palabra. Cuando vienen mis hijos a comer o cenar desde luego se apaga la tele, comiendo no la vemos, ponemos música de fondo y nos distraemos con conversación. Como son mayores la verdad es que ya no cantamos villancicos. Por eso decimos que las navidades de antes eran mejores, los recuerdos de cuando eramos niños , nos reuníamos toda la familia, padres hermanos, tíos y primos. hoy en día el formato de las familias cambian. Hay separaciones, faltan los mayores, hermanos que no se llevan y juntos forman bombas explosivas. Algunas familias serán muy unidas y se reunirán en paz. Pero en pocas casas no hay discusiones en ese día. Es lo que percibo por lo que oigo aquí y allá en las colas de las tiendas y supermercados. Siempre lo mismo, las compras los regalos, la gente sigue unas costumbres que en algunos caso ya no gusta. Me extendería pero este tema da para mucho dialogo y comentarios. Un abrazo

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    1. Bueno, bueno, Mª Carmen, veo que el post te ha despertado reflexiones profundas. Todo lo que dices es cierto. Yo creo que la Navidad pierde mucho si no hay niños ilusionados correteando por la casa, ¿no crees? Yo sólo tengo un hijo, ya mayor, pero aún no tengo nieto alguno. Pienso -y espero con ilusión que un día suceda- que si la Navidad que ahora pasamos en mi casa es más o menos entretenida, será la monda el día que la familia se amplíe. Y sí, es cierto, los mayores van faltando; por eso los que vamos cumpliendo años queremos que la cadena no se rompa y reememorar en los ojos de los nietos la ilusión que nos emocionó tanto y que vimos en los ojos infantiles de nuestros hijos.
      Un abrazo

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  5. Un bonito repaso literario en el recuerdo de unas tradiciones festivas que cohabitan con el agnosticismo y la incredulidad. Cierto es que mucho del trasfondo religioso se ha perdido y que por otro lado se han vuelto escusa para aumentar el consumo. Unas fiestas en las que los comerciantes se frotan las manos pues el negocio aumenta sus beneficios.
    Pero es verdad también que son fechas en las que hacernos niños con nuevas ilusiones y expectativas en el futuro aunque este sea un poco negro como Baltasar.
    Gracias por lo que has traído hoy a mi memoria en base a unos relatos ¿Infantiles?
    Un abrazo y ¡Feliz Navidad!

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    1. Hola Francisco:

      Ya digo en el post que son cuentos más bien dirigidos a los adultos. Porque esos personajes cargados de ideología política de uno u otro signo desde luego no es asunto para niños. pero bien dices tú que estas fechas son propicios para hacernos niños -yo diría mejor: recordarnos cuando éramos niños- e intentar dejar en los niños que nos rodean (sobrinos, hijos de sobrinos, hijos, nietos...) esos momentos de felicidad e ilusión que propician estas fiestas. Si además son cuentos literariamente bien escritos, pues para qué queremos más, ¿no crees?

      Un fuerte abrazo

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  6. Fe de erratas: "En las que nos hacemos como niños" quise decir. Aunque algunos también aprovecharán para hacerlos.

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    1. Ja, ja, ja... Ya te había entendido... Pero te diré que hacerlos también tiene su punto de felicidad..., ¿no?
      Me ha encantado tu puntualización

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  7. Pues parecen dos tomos muy ilustrativos de las Navidades en épocas pasadas. Y tu análisis es muy completo. Creo que estos cuentos me pueden gustar más que "Canción de Navidad" de Dickens, un libro con el que no he podido y eso que en una época me leí muchísimo del autor, pero ese se me atragantó.
    Un beso.

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    1. Como le digo más arriba a Natàlia, busqué estos cuentos como contrapartida a "Cuento de Navidad" de Dickens y la enésima vez que pasarán por TV la versión cinematográfica en la que veremos de nuevo a Scrooge y su avaricia pertinaz. ¡Por favor, busquemos algo más nuestro, menos anglosajón y más español! Y buscando buscando por ahí (no hay mucho editado, no creas) aparecieron estos dos tomos que me agradaron y que creo que son un buen regalo para amantes de la literatura española.
      Besos

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  8. Siento contribuir al espíritu consumista que estas fechas nos invade pero me acabas de dar una buena idea (en realidad dos) para regalar en Navidad. Una antología muy propia para estos días y con una calidad literaria muy propia para cualquier día del año.
    Gracias por presentar esta antología tan nuestra y el resumen de lo que nos podemos encontrar dentro.
    Un beso, profesor.

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    1. Hola Paloma:
      Más que consumo, en este caso yo lo calificaría de inversión: dos libros de tema del momento y calidad intemporal.
      Eres una excelente 'alumna' (je, je...). Así me gusta.
      Un beso

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  9. Me ha gustado esta propuesta que nos has traído, y ese repaso a esas tradiciones por las que vamos pasando y pasaremos estos días que se acercan.
    Es algo mucho más nuestro y distinto de La canción de Navidad, muy acertada la propuesta.

    No he conseguido saber si dentro se explica esa necesidad de los "atracones" navideños, supongo que antes igual eran más sabios y comían lo que tocaba cuando podían, lo que sí me parece es que estar con aquellos a los que quiere siempre vale una fiesta y soy de las que quiero hacerlas a lo largo de todo el año y no solo en navidad.
    Un beso

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    1. Hola Conxita:
      Me da a mí que antes sí que se daban atracones pues eran pocas las veces que podían comer alimentos distintos a los garbanzos y fabes de todos los días. Ahora en mi opinión, gracias a Dios, comemos bien todos los días y las exquisiteces navideñas no nos resultan tan extrañas, ¿no crees?
      Un beso

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    2. Creerlo lo creo Juan Carlos y estoy contigo en que antes tenía un sentido, ahora no pero a pesar de no tenerlo parece que se sigue practicando o igual es que muchas horas en torno a una mesa, lo propician.
      Un abrazo

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  10. Hola Juan Carlos, gracias por esta felicitación y la aportación literaria. He disfrutado leyendo cada uno de los apartados que "visten y decoran" nuestra navidad ("y llenan jeje) Ese cuento de J.María Pemán es muy tentantivo (cómo luchar contra el impulso navideño) y es Jacintito de V.Blasco. Me ha sorprendido la fecha en nuestro país del Champa(g)n(e) y me apunto a ese jazz-band, qué genial todos esos instrumentos improvisados. Me he vuelto nostálgica del pasado....tengo que reconocer que ya no tiene el mismo sentido para mi estas fechas, me supera el consumismo, pero enmarco la alegría con las luces. Gracias. Hacía tiempo que no pasaba a dejarte un comentario. Un abrazo, y lo dicho, felices fiestas y Año nuevo!!!

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    1. Hola Emerencia:
      Cómo me gusta que mi entrada te haya servido para evocar ese pasado que se nos está escapando, si es que no se ha ido ya para siempre jamás.

      Yo también aprovecho la oportunidad para desearte unas felices Navidades. El Año Nuevo te lo felicitaré en tu blog (je, je...)

      Un beso

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  11. Precioso y acertado post, Juan Carlos, y muchas gracias por tu felicitación.
    Me ha parecido estupendo el repaso que has dado y evidentemente coincido contigo en algo que has dicho: siempre hay quien se empeña en fastidiar y desvelar el secreto sobre los Reyes Magos, ¡qué rabia me da! Sin ilusión no vamos a ninguna parte ;-)

    Te envío un abrazo navideño y también mi deseo de que pases unas felices fiestas.

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    1. Un abrazo y un beso, Chelo. Te deseo unas felices fiestas. Quizás estos libros te sirvan para leerles alguno a tus sobrinos (porque tienes sobrinos, ¿verdad?).

      Saludos

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    2. Cinco, Juan Carlos, ¡cinco (2 mellizos)! o sea, soy tía "numerosa" ;-)

      La verdad es que es una muy buena idea, ¡gracias!.
      Otro beso

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