Hace dos semanas María Sáez colgó en su cuenta de instagram unas fotos con las que anunciaba la liberación de un libro por haber llegado a los 1500 seguidores en esa red social. Yo suelo ver las publicaciones de una enigmática “noquedasinoleer” de Salamanca, mi ciudad, que siempre fotografia la portada del libro que lee tumbada en la cama y con él sobre las piernas. Me atraen los títulos y también el enigma de no verle nunca la cara. La casualidad quiso que la liberación fuera acompañada de una fotografía de María con el libro y ella de espaldas en la zona donde la había realizado, y que yo ese finde estuviese en Salamanca. Reconocí de inmediato el lugar y al día siguiente allí me dirigí, inspeccioné el lugar y finalmente lo localicé. Era nada más y nada menos que “Hombres buenos” de Arturo Pérez Reverte en edición de tapa dura. Mi alegría fue infinita.
(fotocomposición tomada de www.leeporgusto.com/hombres-buenos-de-arturo-perez-reverte/) |
Ni que decir tiene que "Hombres buenos" me ha recordado muchísimo a ese primer magnífico escritor de novelas como "El Club Dumas" o "El maestro de esgrima". Ambos relatos constantemente acudían a mi cabeza si bien el que acabo de leer se sitúa en el siglo anterior al de los dos cuyos títulos acabo de nombrar.
El siglo XVIII ha pasado a la historia como Siglo de las Luces en algunos lugares y siglo de la Ilustración en otros. Esta distinta denominación que a muchos siempre nos pareció pura sinonimia no es cosa banal como se demuestra leyendo esta magnífica novela que Arturo Pérez Reverte dio a la imprenta en 2015, inmediatamente antes de las tres que en el último año he leído de él y de las que en el primer párrafo de esta reseña he dejado los enlaces.
La acción sucede un poco antes de 1785. Dos académicos de la Real Academia de la Lengua española, dos 'hombres buenos', viajan hasta París con el encargo de hacerse con los 28 volúmenes que conforman la "Encyclopedie" que bajo la dirección de D'Alembert y Denis Diderot escribieran durante casi 25 años una pléyade de ilustrados franceses: filósofos, científicos, educadores..., algunos tan denostados, prohibidos y perseguidos por entonces en España como Rousseau o Voltaire.
En una España en la que la Inquisición estaba vigente y en la que la Iglesia y el tradicionalismo casticista marcaban la pauta en todo, que dos académicos, el bibliotecario Hermógenes Molina y el brigadier de marina Pedro Zárate y Quiralt sean comisionados para emprender un viaje de 230 leguas que duraba cuatro semanas tenía que tener alguna justificación. Esta no era otra que la filantropía, el amor al saber, el deseo de mejorar que estaba en todos pero sobre todo en las élites cultas, de manera que hasta el mismo rey Carlos III e incluso la propia Nunciatura apoyarán la adquisición al entender que los veinticuatro miembros que forman la Academia son gente preparada que sabe discernir perfectamente si aquello que leen es correcto o desviación que haya que evitar.
La idea de escribir este relato le vino al escritor, académico de la española desde el año 2003, al descubrir los 28 volúmenes de la primera edición de la Encyclopedie française en la biblioteca de la institución de la que forma parte. Este descubrimiento y las pesquisas que realizó entre sus propios colegas (Francisco Rico, Gregorio Salvador, Víctor García de la Concha, Darío Villanueva, José Manuel Sánchez Ron y otros) sobre el cuándo, el cómo y el porqué de que dicha publicación prohibida en ese siglo XVIII no sólo en España sino también en Francia estuviese en la Academia, entran también a formar parte de la propia novela.
Construye el escritor una estructura narrativa ciertamente llamativa que viaja del mundo de la realidad actual al de una ficción que se justifica y alcanza rango de veracidad suficientes merced a lo que en la trama del hoy el propio Pérez Reverte va dando a conocer al lector: documentos de la RAE (actas de sesiones de la Academia del XVIII con las fechas, los nombres, el resultado de las votaciones efectuadas, las asignaciones económicas para el viaje y compra de los libros...), textos en los que el autor se apoya para narrar con verosimilitud las diversas vicisitudes que pasarán sus dos protagonistas (caminos por los que transitarán, postas en las que cambiarán las caballerías de su berlina, posadas en las que pasarán la noche, locales, palacios, prostíbulos y tabernas pasisinas que vistarán, etc.), conversaciones con personajes reales de hoy mismo para que le aclaren ciertas dudas que le surgen a fin de presentar con credibilidad alguna de las situaciones en las que se van a ver envueltos los dos protagonistas, etc.
Junto a esta trama que transcurre en el hoy del escritor, y por proximidad temporal también en el del lector, está la que sucede en esos años prerrevolucionarios del siglo XVIII. Aquí nos encontramos a personajes históricos como nuestros dos hombres buenos, Hermógenes Molina y Pedro de Zàrate; el Conde de Aranda, embajador de España en París por aquel entonces; el abate Bringas, exiliado revolucionario español en París que colabora con la misión que realizan los comisionados españoles; ilustrados como Rousseau, Diderot o D'Alembert que andan por los salones de la nobleza parisina; algunos pisaverdes y damas de ascendencia española algunas como Margot Dancenis y otras no como Mme Du Barry que existieron realmente... Y también junto a éstos, toda una ralea de seres de ficción creados por el autor para dar fuste y forma a la historia; aquí estaría un tal Pascual Raposo que hará lo posible por que la misión descarrile, el gendarme Milot que colabora con el anterior, el afectado y pisaverde Coëtlegon amante de la Dancénis, las mujeres anónimas que asaltan a troche y moche a nuestros hombres ofreciéndoles sus favores sexuales, etc.
Esta segunda trama dieciochesca tiene además dos escenarios: Madrid y París. La edición en tapa dura de Alfaguara que es la que he manejado presenta en las guardas delantera y trasera los planos de Madrid y de París respectivamente. Con un gusto exquisito la editorial de acuerdo con el propio autor ofrece al lector la posibilidad de seguir así, grosso modo, el discurrir aventurero de estos dos hombres buenos más cerca cada uno de ellos de los 60 años que de los 50. La historia se distribuye en 12 capítulos y un epílogo, si bien antes del capítulo 1º el escritor coloca una especie de exordio para abrir la novela: un duelo entre dos hombres que está a punto de iniciarse en un bosque próximo a la ciudad de París, Es un comienzo clásico, in media res, que anima a quien lee a devorar lo que sigue porque será así como se entere del porqué de esta situación climática: "Sigamos escribiendo, ahora. Contemos la historia. Sepamos qué ha traído a estos personajes hasta aquí" (pág. 13)
El inicio, además, tiene mucho de cinematográfico. Se anuncia el clímax -o uno de los momentos climáticos- de la historia para de seguido efectuar una vuelta atrás (flash back) que aclare 'qué ha traído a estos personajes hasta aquí'. A partir de este momento los doce capítulos discurren de manera lineal sin más ruptura temporal que la que de manera natural surge en la mente de cualquier lector de una novela histórica como ésta: estamos en 1785 o así y todos sabemos que sólo restan cuatro años para la toma de la Bastilla. Este conocimiento hace plenamente inteligibles para nosotros frases de algunos personajes, en especial las temibles profecías que lanza el abate Bringas y que a los académicos no dejan de hacerles gracia por considerarlas meras exageraciones de imposible cumplimiento:
"¿De verdad no advierten lo que hay detrás de todo esto?... ¡Tan torpe soy, a fé mía, que fui incapaz de hacerles ver que bajo la apariencia de este París que a usted, señor, le gusta tanto hay una fuerza temible que poco a poco va aflorando y que un día arrasará esta engañosa placidez?... ¿No bastan mis comentarios y razones para hacerles comprender que esta ciudad, o el mundo que representa, está sentenciado a muerte?" (pág. 511)
Un libro de libros
Arturo Pérez Reverte es un bibliófilo, un coleccionista de primeras ediciones a ser posible. Él mismo al principio de la novela cuenta la pena que tuvo al no haberse podido hacer con una edición de la Enciclopedia Francesa a pesar de haberle sido ofrecida por un librero amigo. Cuando finalmente decidió adquirirla, alguien muy conocido suyo, Pedro J. Ramírez, se le había adelantado [Pedro J. Ramírez es autor de una novela histórica, "El primer naufragio" (2011), sobre la Revolución francesa y, claro, tener noticia de primera mano de las ideas ilustradas que la impulsaron era necesario].
Tras la anécdota anterior, Pérez Reverte siembra "Hombres buenos" de referencias bibliográficas especialmente en la parte de texto que transcurre en el momento actual. El escritor intenta siempre cuidar al máximo los detalles y para ello echa mano de una buena resma de libros, muchos de ellos ya existentes en su propia biblioteca: Cadalso, Martínez de la Rosa, Fernández de Moratín, Ramón de la Cruz....
"Para mover los personajes en ese escenario [el Madrid del último tercio del siglo XVIII] sabía dónde buscar […] En mi biblioteca disponía de dos piezas notables a las que ya había recurrido antes […] Una era el plano de Madrid publicado en 1785 por el cartógrafo Tomás López […] La otra era el libro titulado 'Plano de la Villa y Corte de Madrid' publicado por Martínez de la Torre y Asensio en 1800." (pág. 60)
El afán de precisión tanto en los escenarios como en los modos, tipos y costumbres de la época llevan al novelista con mucha frecuencia a consultar obras sugeridas por personas que él conoce como sus compañeros académicos de la española o amigos extranjeros como Chantal Keraudren, la buquinista y profesora francesa experta en mujeres del XVIII y XIX. Es ella quien le informa sobre la vida en el París dieciochesco de las damas españolas Margarita Dancénis y Teresa Cabarrús. Con todo la obra esencial para la parte de la novela que transcurre en París, el “Tableau de París” de Louis-Sébastien Mercier, también es esta Chantal quien se la recomienda.
Una novela haciéndose. El 'making off' de una escritura
Soy consciente de que al novelista cartagenero poco o nada le gustará el anglicismo con que encabezo este apartado, pero no encuentro nada mejor para expresar lo que quiero transmitir: En "Hombres buenos" Arturo Pérez Reverte nos permite entrar a observar su intimidad creadora, el proceso de creación del relato, los problemas narrativos y estilísticos con los que el autor se enfrenta y cómo los resuelve. Esto es para mí uno de los aspectos más relevantes de la obra. Ejemplo fehaciente de ello es cuando el narrador-autor justifica la elipsis narrativa que hará al pasar por alto el día a día del viaje por Francia situando a los viajeros ya en París, o sus proximidades:
“En consecuencia, comprendí, la narración exigía que llevase pronto a los dos viajeros a las cercanías de París, o a la ciudad misma, donde si habían ocurrido sucesos suficientes para mantener el interés del relato. Decidí, por tanto, recurrir a una elipsis -y en ella estoy ahora- que permitiese aligerar en el texto aquellas aproximadas 85 leguas, una semana larga de camino para la berlina de los académicos, que separaban Poitiers de la capital de Francia.” (pág. 180)
(foto perteneciente al blog 'Un lunar en la punta de la nariz') |
Antes he señalado la importante documentación que Pérez Reverte realiza para enfrentar la narración que se propone hacer. Es una investigación no sólo libresca sino siempre que puede 'in situ'. Así cuando decide realizar una conversación en Le Procope, un café que ya existía en el tiempo en que se sitúa el relato, el novelista se desplaza en París hasta él y allí en ese momento imagina cómo habría sido el encuentro
Otro tanto realiza cuando imagina una acción, en este caso ese duelo con que abría la novela y que ya bastante avanzada ésta volvemos a topar con él. Habida cuenta de que los documentos conservados en la Academia hacían una vaga referencia al asunto sin nombrarlo directamente el novelista hace uso de sus prerrogativas de creador (“Reconstruir el resto de la escena, de lo ocurrido aquel dramático día en París, me correspondía a mí.“, pág. 397) mostrando con esto la verdadera función de la novela histórica: mostrar al lector aquello que la Historia omite, falsea u oculta. Sólo le restaba al narrador hacer creíble la escena del duelo entre dos hombres de muy diferente edad y para ello, sin otra posible documentación, ensaya consigo mismo, un hombre de unos 62-63 años, la posibilidad de tirar a esgrima con alguien mucho más joven y salir con éxito del asunto. Para ello pidió a Joaquín, esgrimista amigo suyo en plena forma, cómo podría un hombre ya no joven afrontar un duelo de esta clase:“De ese modo, equipado con todo aquello en mis notas situándolo con la imaginación sobre el plano de París de 1780, fue como, olvidándome de los rótulos modernos, de los animados restaurantes y comercios, de los turistas que llenaban el pasaje del Commerce Saint André, entré, o hice entrar al almirante y al bibliotecario en el Café Procope tal como lo habían hecho -o podido hacer- aquella mañana de su viaje, acompañados por el abate Bringas” (pág. 361)
"-Está claro que si tu personaje quiere salir bien del lance, debe batirse a la defensiva -concluyó-. A partir de cierta edad, los esfuerzos de acometer sofocan y acaban fatigando mucho.
Me mostré de acuerdo. Yo mismo acababa de experimentarlo de sobra." (pág. 400)
Enseñar deleitando
Una de las premisas que a lo largo de mi vida profesional de enseñante siempre he intentado mantener es la de hacer realidad el dicho horaciano de 'enseñar deleitando'. Creo que Arturo Pérez Reverte se mueve en términos semejantes en sus novelas en general y en ésta en particular, quizás ello sea una de las razones que me ha hecho especialmente grata la lectura de esta obra.
Es evidente que "Hombres buenos" no se queda en un ejercicio de virtuosismo literario sin más. No, el novelista sabe lanzar cabos hasta nosotros desde ese siglo XVIII de algunas luces como la aventura que nos cuenta aquí, pero de muchísimas más sombras que se empecinan en zancadillear la misisón de nuestros dos académicos. Tras esto -una España escindida en dos: la que quiere avanzar y la que siempre quiere ralentizar o impedir este progreso- es fácil realizar analogías con nuestro momento actual como país. Muchos son los momentos en que tales semejanzas son evidentes, así por ejemplo
- “Los españoles seguimos siendo los primeros enemigos de nosotros mismos. Empeñados en apagar las luces allí donde las vemos brillar. [...] Tal autor extremeño, aquél es andaluz, éste valenciano… Nos falta mucho para ser nación civilizada con espíritu de unidad, como las otras que con justo motivo nos hacen sombra... Creo que no es el mejor medio recordar siempre, como solemos, la patria de cada cual. Antes convendría sepultarla en el olvido, y que a ninguna persona de mérito se la considere otra cosa que española." (pág. 95)
- “Hay un ejercicio fascinante, a medio camino entre la literatura y la vida: visitar lugares leídos en libros y proyectar en ellos, enriqueciéndolos con esa memoria lectora, las historias reales o imaginadas, los personajes auténticos o de ficción que en otro tiempo los poblaron. Ciudades, hoteles, paisajes, adquieren un carácter singular cuando alguien se acerca ellos con lecturas previas en la cabeza.” (pág. 150)
- “No hay mayor aliado de los tiranos -dice tras un silencio largo- que un pueblo sumiso porque cree tener alguna esperanza en lo que sea: el progreso material o la vida eterna... La misión de quienes manejamos la pluma, nuestro deber filosófico, es demostrar que no hay esperanza ninguna. Enfrentar al ser humano a su propia desolación. Sólo entonces se alzará pidiendo justicia o venganza...” [dice el abate Bringas a los dos académicos] (pág. 258)
- “¡Ay, España..! Allí sólo se pide un poco de pan y toros, Allí se odia la novedad, y se detesta cuanto pretenda removerla de la ociosidad, la pereza y la poca afición al trabajo.” (pág. 513)
El humor
Pese a esa imagen de hombre serio, adusto, casi siempre enfadado, que los medios de comunicación nos trasladan del escritor, hay en él una veta humorística innegable. Es un humor irónico, a veces sarcástico, cínico, como es propio de aquellos que como dice el poeta ya no creen en nada. Pero con todo, y sobre todo con los compañeros académicos y/o escritores y periodistas, practica siempre un humor sinceramente amigable y amable. A mí me ha hecho especialmente gracia las referencias a algunos de sus colegas académicos a los que tiene 'amenazados' con una supuesta y por ahora inexistente novela titulada "Limpia, mata y da esplendor" en la que el fantasma de Cervantes vive en la Academia donde van a producirse una serie de asesinatos de académicos. El primero en morir sería Francisco Rico. Todos los colegas con quienes habla se piden ser los asesinos del profesor Rico y hasta el mismo Rico, temeroso de que este germen narrativo cuaje en realidad, le pide a su amigo Arturo que no le haga la faena de convertirlo en personaje literario como ya hizo Javier Marías en "Así empieza lo malo"; es una petición amable que en el fondo esconde el deseo de traspasar así la línea que separa lo real de la ficción dado que en el mundo de la ficción todo es admisible.
Pero no sólo con Rico hace humor, también con muchos otros colegas reparte rasgos innegables del mismo. Así del director emérito Víctor García de la Concha nos deja ver su magnífica disposición en todo y las graciosas confusiones en las que reiteradamente cae como decir "El bailarín murciano" donde debiera ser, como bien le corrige APR, "El bailarín mundano"; pero sin duda lo que más gracia me ha hecho de lo que dice de este antiguo profesor de la Universidad salmantina con quien me cruzo no pocas veces por la calle cuando visito mi ciudad es lo siguiente: García de la Concha "como de costumbre, sus ojos transmitían una exhortación entusiasta a la acción ajena, siempre que no le complicara a él la vida" (ja, ja, ¡qué malo es este Pérez Reverte!).
También, quizás, puede verse humor crítico en muchas de las afirmaciones, tópicas la mayoría de ellas, que hace el abate Bringas en conversación con Hermógenes Molina y Pedro de Zárate. Así al hacer un repaso de los pueblos europeos del momento suelta topicazos sobre los mismos:
"El inglés, robusto y bien alimentado, recolecta el fruto de su esfuerzo y su osadía. El francés es triste […] El italiano despierta a veces de su letargo para atender el llamado del amor, la pasión o la música. El alemán trabaja, bebe, ronca y engorda. El ruso se deja esclavizar y ara el campo como una bestia..." (pág. 457)
Y al ser preguntado por el español prosigue soltando humoradas y lugares comunes no exentos de cierta verdad entonces y ahora:
"¿El español?... De ése no me hable. Envuelto en su capa y sus quimeras, despreciando cuanto ignora, que es casi todo, duerme la siesta bajo la sombra de cualquier árbol, esperando que la Providencia le procure sustento y le saque del apuro" (ibidem)
Como se ve y ya he dicho antes: enseñar deleitando.
Final
Una novela de las mejores, si no la mejor, que he leído de este antiguo reportero de guerra, periodista siempre y magnífico escritor. Por ello no puedo por menos que volver a agradecer a @María Sáez del blog "No queda sino leer" la oportunidad de haberlo leído gracias a la liberación que como digo al principio hizo de este libro. La verdad es que obras como ésta merecen siempre la libertad porque en el fondo lo que en ella se cuenta es eso: el amor a la libertad y el deseo de alcanzarla a través de la fuerza de la Razón siempre en lucha contra la reacción y las diversas supersticiones de todo tipo que atenazan a los seres humanos.
Leí esta novela después de la decepcionante "El francotirador paciente" y fue un acierto porque la del francotirador me dejó muy mal sabor de boca, creo que ahí vi a un Perez-Reverte de"merchandising" con una baja calidad literaria.
ResponderEliminarDigo que fue un acierto leer Hombres buenos porque con esa novela me reconcilie con ese escritor, es más, tras su lectura me prometi perdonarle cualquier tipo de tropelía literaria futura pues una obra como la que nos traes aquí hace olvidar todo lo malo de un escritor.
He leído casi todo de este autor y creo que Hombres buenos es, si no su mejor novela, de lo mejor que ha escrito este hombre, y mira que ha escrito cosas buenas.
Me alegra saber que tú también disfrutaste con su lectura.
Gracias por tan magnífico análisis de una fantástica novela.
Un beso, profesor.
Ja, ja,..., plenamente de acuerdo contigo en todo, querida Paloma.
EliminarBesos
¡Hola Juan Carlos!
ResponderEliminarMe uno a tu alegría infinita y comparto contigo la impresión de que es uno de sus mejores libros, lo tengo muy claro, Reverte hasta la médula pero sabiendo reconocer sus "meteduritas de pata", cosa que con esta novela no solo no pasa sino que ha sido capaz de crear una historia atemporal.
Buena reseña cielo.
Besitos.
¡Qué gran verda, Yolanda! Es que mire uno por donde la mire la novela está está escrita de miedo y toca palos importantísimos para nosotros.
EliminarUn beso
Ay, Juan Carlos, pensé que te había comentado esta entrada y resulta que ni siquiera la había leído. Como te comenté en tarro-libros, me lié.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo. Puede que sea la mejor novela del autor. Es genial ese making off (yo también creo que lo define de maravilla) que hace Pérez-Reverte de la obra en la propia obra. Es una novela como todos los requisitos para gustar a casi todo el mundo. Nadie como este autor para conseguir verdaderos best-sellerr (en el sentido literal de mejor vendidos) de enorme calidad.
Tu reseña, completísima.
Un beso.
Brrr, sobra una r en seller. Por escribir con móvil.
EliminarHola, Rosa:
EliminarMientras leía la novela pensaba lo mismo que tú vienes a deci: Ojalá que todos los best sellers fueran así, o sea, libros que se vendieran muy bien porque son excelentes obras. Creo que Arturo Pérez-Reverte sabe tocar los registros y palos determinados para que una buena obra literaria funcione de maravilla en las librerías.
Bueno, chica, que la vuelta al trabajo no se te haga pesada. Yo desde hace un tiempo septiembre no se me hace cuesta arriba (ja, ja...).
Besos
Tato la reseña como los comentarios animan a leerla. Se nota cuando el escritor le mete ardua investigación a una obra, pero más importante es que la haya procesado para que agradablemente la digiramos. Lo del mapa adjunto es conveniente y práctico. Es algo que disfrutaría.
ResponderEliminarYo no conozco al autor, pero ya se con cuál de sus libros comenzar.
Sobre "Making off" lo he sentido en novelas de Jane Austen, cuando habla acerca de sus heroínas y de lo que tiene que hacer con ellas o evitarles.
No creo haber leído reseña más completa Juan Carlos. Seguro que el autor se sentiría complacido.
Saludos !
Hola, LeSteph:
EliminarBienvenida a mi blog. Muchas gracias por tus palabras. Lo que dices sobre la semejanza que tiene Pérez-Reverte con Jane Austen en esa manera que estos autores tienen de, en ocasiones, ir aaclarando lo que han decidido que hagan sus personajes me parece una aportación interesante.
Como verás a mí las reseñas me salen largas (ja, ja...), y sí, espero que al autor, si es que la lee, le agrade.
Un abrazo y gracias por hacerte seguidora del blog
Hola tocayo, es fantástico cómo llegó la novela a tus manos. Yo le tengo muchas ganas, por el tema, por la época, por el juego literario...
ResponderEliminarHace un par de meses estuve a punto de hacerme con ella pero se quedó en la librería. No recuerdo cuál se le adelantó, pero no lo voy a pensar más. He escuchado y leído varías opiniones y todas coinciden en que es de lo mejor de Pérez Reverte.
Estupenda reseña.
Un abrazo.
Pues sí, Juan Carlos, la verdad es que el asunto de la "liberación" del libro y que fuese yo el afortunado en localizarlo es más que curiosa.
EliminarCreo que cuando leas la novela comprobarás lo que la mayoría de quienes ya lo hemos hecho decimos de ella.
Un abrazo y muchas gracias, tocayo
Hola! Un mega placer leer tu reseña de esta Que consideramos por lejos la más lograda de las últimas novelas del autor.lo que nos enamoró ese abate brindas y los diálogos. Imperdibles!!fantástica la ambientación. La nostalgia de usar el diccionario.uno se siente parte de la aventura.recorriendo tugurios.sucuchos. Sótanos y habitaciones y esas noches plagadas de diálogos para enmarcar!!Gracias. Saludosbuhos
ResponderEliminarAsí es, amigas mías. Es una de las novelas con cuya lectura más he disfrutado últimamente. Y veo que también vosotras lo pasasteis bomba leyéndola
EliminarUn beso
Yo voy a disentir. APR me parece uno de los escritores más sólidos que hay en España y en español. Aquí, sin embargo, creo que baja un poco el pistón. La historia es una maravilla, creo que lo que no da la talla es el tratamiento de los personajes, que son un poco de tebeo, de cartón piedra, dibujados apenas, pero faltos de hondura.
ResponderEliminarY es una pena porque las referencias a la Enciclopedia, la diferencia Francia-España en ese tiempo y esa especie de road-movie por Francia me parecen muy atractivas. Creo que le falta esa rudeza que tienen otras de sus narraciones.
En esto de los personajes coincido contigo. Sí, son algo planos, muy muy -demasiado-'buenos'. Le ha faltado perfilarlos mejor, individualizarlos... Pero qué gozada disfrutar del proceso creativo de la novela, qué gozada saber que Pérez-Reverte nos abre las puertas de su factoría de ficción y que vemos cómo se apaña con los diferentes problemas que la narración le va suscitando. Y luego los temas tan actuales y tan eternos en España.., y el manejo del lenguaje tan fantástico que hace... En fin que se disfruta y mucho con este académico actual que gasta bromas a sus colegas.
EliminarUn abrazo
Tengo que decir que no he leído ningún libro de Pérez-Reverte y que, además, por el momento (nunca se puede decir nunca jamás), no tengo ninguna intención de hacerlo; por la sencilla razón de que no me llaman para nada la atención ninguno de sus libros. Igual algún día, por hache o por be, leo uno, descubro todo lo que tal vez me estoy perdiendo y me pongo a leer los demás como una posesa. Y conste que este libro que reseñas me parece interesante por diversos aspectos y que me ha gustado encontrarme con la anécdota de Rico, porque a su amigo Marías sí que lo he leído e incluso repetido con él.
ResponderEliminarBesos
Bueno, Lorena, sobre gustos y decisiones personales nada se puede decir. Como digo en la reseña a mí Pérez-Reverte me ha atraído en unas épocas y en otras nada, pero creo que su literatura es interesante. Como veo que te ha picado la anécdota de Francisco Rico creo que no vas a poder comprobar por ti misma todo el alcance de la misma (ja, ja...)
EliminarUn beso
...no vas a poder resistirte a comprobar por ti misma...
EliminarTengo el libro desde que salió, pero es curioso que a mi con Pérez-Reverte me pasa lo mismo que a ti: a veces le quiero y otras veces me distancio de él porque hay libros que me enamoran y otros me parecen un tremendo fiasco. Así que ahora me acabas de poner las pilas por esta fantástica reseña.
ResponderEliminarUn beso.
Léelo y voy corriendo a leer la reseña que hagas sobre él, seguro que es tan original como la que hace nada he leído en tu blog que me ha encantado.
EliminarBesos
Me alejé de su obra durante muchos años. Luego me animé a leer Falcó, que me divirtió aunque me pareció un papel un tanto impostado, y sigo teniendo un montón de libros suyos pendientes. justamente eso, relación amor-odio.
ResponderEliminarLo tengo en cuenta.
Besos.
La verdad es que el cartagenero ese amor-odio se lo gana a pulso. Pienso que hasta lo cultiva él mismo, como si siendo de otra manera no se sintiese a gusto, vamos que algo de pose hay en su actitud. ¿No crees? Y respecto a su literatura es que no toda ella tiene el mismo nivel, eso es innegable.
EliminarUn beso
¡Hola Juan Carlos! Curioso lo de la liberación de libros... Voy a pasarme a conocer el blog de María Sáez. A Reverte hace años que no le leo, pero estoy de acuerdo contigo en todo lo que dices sobre este escritor. Esta novela tiene muy buena pinta para mí: un libro sobre libros, un bibliotecario y la que dicen fue la primera enciclopedia conocida como tal, la de Diderot y D'Alembert de tema de fondo...
ResponderEliminarMe atrae mucho
Besos
Un libro sobre libros muy bien escrito. Léelo, espero que te guste.
EliminarUn beso
Hola Juan Carlos en estos días de desconexión este ha sido uno de los muchos libros que he leído. Lo tenía desde hacía mucho pero no acababa de encontrar el momento de leerlo y al final ha caído. Es cierto que reconcilia a una con el Reverte de los buenos tiempos pero aún y así estoy de acuerdo con Atticus que el tratamiento de los personajes a veces era tan simple que molestaba y distorsionaba la novela. Me ha gustado conocer todos esos intríngulis de la Academia aunque en algún momento me ha parecido que menos hubiera sido más, no sé cómo explicarlo, como un exceso de mostrar esa documentación que había hecho. A pesar de haberle puesto algún pero me ha gustado y me ha gustado ese trato de la escritura dentro de la novela, me ha parecido que era una buena manera de aprender de aquellos que saben.
ResponderEliminarUn abrazo de vuelta
Hola, Conxita:
EliminarBienvenida de nuevo al tajo. Las vacaciones sirven para desconectar y para leer como tuhas hecho. Como le reconozco a Atticus y ahora también a ti es cierto que los personajes podrían haber tenido un algo más de profundidad. Yo de la novela alabo sobre todo la parte de metalífera tira donde entramos en el proceso creativo. Para quienes escribís ficción con asiduidad pienso que debe de ser muy enriquecedor -son tus propias palabras, Conxita- aprender de los mejores, y yo creo que Perez-Reverte es uno de ellos.
Besos