Y esta es la otra novela que he leído sobre la batalla de Trafalgar. Con ésta ya son dos los relatos bélicos que incorporo a este septiembre guerrero promovido por Laky desde su blog "Libros que hay que leer"
... en conclusión
Creo que lo mejor será decirlo desde el principio y no dejar para el final lo que ya muchos de vosotros (Alguien, Francisco Moroz, Rosa Berrós, etc.) sabíais -y yo intuía- desde hace ya tiempo: Es muchísimo mejor el episodio nacional galdosiano, "Trafalgar", que este encargo (-¡se nota una barbaridad que es obra de encargo por la falta de fe y alegría en lo que cuenta que muestra Pérez Reverte!-) que en 2005 apareció en la editorial Alfaguara.
Comentario ordenado debidamente
He leído Cabo Trafalgar tras finalizar "Trafalgar", primer episodio de la Primera Serie de los "Episodios Nacionales" de Galdós. Mi idea era comparar dos relatos sobre un mismo hecho. Del relato de don Benito ya dejé constancia hace pocos días en este blog (ver reseña aquí); sólo me resta ahora decir algo respecto al de Arturo Pérez Reverte.
La obra de Reverte la he leído con
facilidad aunque no con excesiva satisfacción por dos razones:
La primera es el exceso de datos, de listas de nombres de marineros, de oficios según la distinta dotación de los navíos de 64, 74 o 112 cañones, de documentación cierta y conocimiento marinero que el autor demuestra; y es que no en balde la navegación es tras la escritura una pasión para el novelista. Pero tal prolijidad y exceso informativo hacen que el texto se me haya hecho tedioso por momentos.
La segunda es el registro
utilizado por el autor en las
conversaciones y pensamientos de los personajes sobre los que reposa la novela: un registro actual tomado del utilizado por hablantes de nivel medio-bajo
del Cádiz contemporáneo. Junto a este registro informal, destaca –y para bien- la
terminología propia del mundo marinero y adecuada a los navíos que combatieron en
Trafalgar.
Asunto
El 21 de octubre de 1805 a
las dos de la tarde las escuadras hispano-francesa y la inglesa comandadas por
Villeneuve y Nelson respectivamente se enfrentaron frente a las costas de Cádiz
a la altura de Cabo Trafalgar. La contienda se decantó del lado inglés y marcó, como ya dije en la reseña sobre la novela de Galdós, el final definitivo del dominio español de los mares y el comienzo del inglés.
Tiempo y Lugar:
El lugar ya
queda dicho. El tiempo externo también; pero dado el carácter histórico del relato merece fijarse un tanto en él: Época del final del reinado de Carlos IV y del gobierno del desastroso Godoy que embarcó a España en los ominosos Pactos de Familia con el buen propósito de evitar la invasión de España por Napoleón, algo que a la postre no se evitaría.
La duración de la acción es de 3 horas y media aproximadamente, el tiempo que podría tardarse en leer la novela.
Salvo los
referidos al buque Antilla desde el
que se relata todo el combate y que es pura invención del autor, los nombres de los barcos y de los personajes que los gobiernan y desde los que se combate son rigurosamente
históricos: Gravina, Churruca, Valdés…
Los buques Santísima Trinidad,
Bucentaire, Intrepide, Neptuno, Formidable, Monarca, San Juan Nepomuceno, San
Justo… sufrieron duro castigo por la ineptitud del comandante supremo de la
flota aliada, el Comandante Villeneuve que, cobarde, ordenó maniobras erráticas
de la flota amén de salir en descubierta fuera del puerto de Cádiz, lo que
supuso ofrecer al enemigo facilidades inmensas para que se cebara con todas sus
fuerzas en una potente flota que, más que eso, parecía pandilla de delincuentes
en guerrilla.
De los personajes ficticios
destacan Carlos de la Rocha, comandante del Antilla;
Nicolás Marrajo, pícaro gaditano reclutado contra su voluntad en la taberna “La
Gitanilla de Cai” (?); del teniente Ricardo Maqua que rendirá la nave a los
ingleses; Guardiamarina Falcó, Grandall; piloto Oriqueta… Y tantos otros que
como si de uno de los navíos reales se tratara se parten el cobre por algo que
sin saberlo en conciencia cabe traducir por la Patria, la Nación, la
Independencia…, aún sin ser conscientes de que los gobernantes lo hacen sin
consideración por cada uno de estos hombres que pierde la vida por no saben qué
en una lucha que tampoco entienden por qué se ha originado.
Estilo
El mismo Pérez Reverte se ponía la venda antes de la herida cuando en 2005 al poco de salir el relato a la luz y de recibir el mismo alguna crítica poco amable, decía, como si eso sirviera de disculpa, que había hecho la novela por encargo. En mi opinión tal cosa no es disculpa alguna pues los encargos se aceptan o no, y además, buen número de obras de arte han salido de encargos similares. Ya he dicho que el discurso utilizado por narrador y personajes en el relato ha hecho chirriar las cuadernas de este lector porque por muy libre que un narrador sea a la hora de dotar de verbo a sus seres de ficción hay una norma aceptada por todos que es la verosimilitud.
¿Es verosímil que los personajes empleen el lenguaje barriobajero de algunos jóvenes de hoy día? ¿No es llevar el anacronismo,
consustancial a los relatos históricos, hasta el extremo? (hay que recordar que
en ocasiones el narrador alude a hechos, personas [Rocío Jurado, por ejemplo],
creaciones culturales [La Traviata, por
ejemplo], etc. que aún no han aparecido en la época). He aquí un ejemplo de desatinado anacronismo:
Y luego pa vengar a su compadre que a estas horas hace compañía a los peces va a tener que calzarse a su novia, la Maripepa, para consolarla, un compadre es un compadre. (p. 233)
Este asunto del estilo dio lugar en su momento a una polémica entre dos académicos, Umbral (fallecido el año 2007) y el autor
mismo. La diatriba suscitó una furibunda reacción de Pérez Reverte por la
alusión de Umbral hacia su falta de estilo como novelista. Y lo más gordo fue que la reacción no quedó en las lindes de lo literario sino que, como
suele ocurrir en la vida real, llegó a atacar el centro mismo de la vida personal
de los creadores, al menos eso es lo que Pérez Reverte hizo. La cosa fue dura, de las más duras que se recuerdan por estos pagos. Sin embargo como en el estrambote cervantino, tras mostrarse gallitos ambos, uno de ellos "fuese y no hubo nada", y eso, a pesar de que la cosa -¡literariamente hablando!- era interesante: el proverbial enfrentamiento entre fondo y forma, entre asunto y estilo. [para los que quieran conocer más de esta polémica dejo este enlace].
¿Conocíais esta polémica? ¿Sabéis de otras polémicas actuales semejantes?
Totalmente de acuerdo con tus impresiones del libro de Pérez Reverte. Respecto a otros "enfrentamientos" entre escritores, aquí podemos encontrar algunos casos curiosos:
ResponderEliminarhttp://verne.elpais.com/verne/2014/10/10/articulo/1412920100_000153.html
Un saludo,
Muchas gracias, Alguien, por el enlace que pones en tu comentario. He ido a él y me ha encantado encontrarme con el enlace al blog de Neorrabioso donde un tal Batania se hace eco de nada menos que unas 600 "troyas literarias". También la expresión "troyas literarias" me parece un feliz hallazgo para referirse a estas enriquecedoras polémica entre escritores.
EliminarUn abrazo
Ya me imaginaba que comparado con el Trafalgar de Galdós este no te iba a gustar pero no pensé que te desagradaría tanto. Creo que con este libro Pérez-Reverte empezó a vender su alma al diablo (o a las editoriales y producturas de TV y cine). Una de las cosas que más me molestan de este autor es la poca autocrítica que tiene; cuando se emitió la bazofia de la serie televisiva sobre Alatriste comentó que fue culpa de los guionistas pero no dijo nada de los dineritos que acabaron en su bolsillo.
ResponderEliminarMenos mal que siempre tendremos a Galdós para quitarnos el mal sabor de boca.
Un beso
Es cierto, Kirke, que Pérez Reverte es un tanto autosuficiente. Yo se lo disculpo en parte (¡sólo en parte!) por la dura vida que llevó como corresponsal de guerra, pero estoy contigo en que "poderoso caballero es don dinero"; aunque, también es verdad, que eso se puede decir de muchos otros.
EliminarYo lo que no le perdono en esta novela es esa excesiva actualización lingüística. Cuanto mejor hubiera sido que hubiera echado mano de auténticos germanismos de la marinería de la época, le habría quedado una novela mucho más creíble.
Pero como a los de "Casablanca" a nosotros siempre nos quedará... ¡Galdós!
Un beso
Querido Juan Carlos. Avisado estabas jajaja.
ResponderEliminarMira. Mi relación con Reverte es bipolar. En sus comienzos con obras como: El Club Dumas o El maestro de Esgrima o sus pequeños relatos, o sus perlas hechas artículos que publicaba en el periódico y después se convertían en libros era casi adicción lo que tenía, esperando una nueva obra suya, pero más tarde y como bien a comentado Kirke vendió su alma a la fama no soportando la crítica ni haciendo uso de ella para valorar su obra.
las adaptaciones a cine y televisión han sido todas un auténtico fiasco. Sin embargo tengo prácticamente todos sus libros y los seguiré leyendo no te quepa duda, aún sintiéndome un poco defraudado por el personaje REVER-T que es la letra de su sillón.
Donde esté Galdós que se aparten los oportunistas, aunque este también tengo entendido que tuvo lo suyo con Valle Inclán.
En esto de las letras no se libra ni el Tato
Si hay algo consustancial a los escritores (bueno, en general a casi todos los artistas) es que todos ellos tienen un ego exacerbado. Ello les lleva a enfangarse en polémicas que cuando sólo son artísticas son la mar de interesantes. Pero bien sabemos cómo somos los humanos y con qué rapidez nos lanzamos al cuello de lo personal cuando los argumentos intelectuales se nos han agotado. Como me decía Alguien en el primer comentario a esta entrada en este link (http://verne.elpais.com/verne/2014/10/10/articulo/1412920100_000153.html) hay referencias a muchísimas de estas interesantes polémicas.
EliminarY sí, Francisco, hay que seguir dándole oportunidades a Rever-T. Que conste que yo no he leído la serie Alatriste ni pienso hacerlo, pero "Hombres buenos" me sigue llamando la atención.
Un abrazo