«Las organizaciones ideológicas no se pueden permitir consideraciones racionales. Empiezas a pensar de manera racional y todo se viene abajo. Y a las organizaciones ideológicas les gusta comprometer a sus soldados de infantería en operaciones sin vuelta atrás.»
No hace mucho que leí otra novela de la serie Jack Reacher de Lee Child [me refiero a Luna azul, 24ª de la serie, de la que tengo reseña hecha en este blog], escritor británico asentado en USA que pasó del mundo de la televisión al de la escritura al quedarse en paro. Hay quienes dicen (no sé si será de él mismo de donde nace esta información) que las historias protagonizadas por Reacher son historias de venganza inspiradas por el sentimiento de rabia que sintió al ser despedido en 1995 de Granada Televisión donde trabajó durante más de 15 años.Mañana no estás es una novela aparecida en 2009 a rebufo de la tremenda intranquilidad que el atentado contra las torres gemelas de Nueva York en 2001 produjo en los Estados Unidos. Todo lo que se mueve durante los inmediatos años posteriores al atentado es sospechoso de terrorismo. Y esta intranquilidad también actúa en Jack Reacher una noche en la que viaja en el metro de Nueva York y los diez puntos de una lista creada por los servicios secretos israelíes para descubrir a un terrorista concuerdan sin faltar ninguno con la actitud y presencia de una de las cinco personas que junto a él viajan en un vagón del metro neoyorquino ese día a las dos de la madrugada. Jack Reacher se aproxima a la mujer sospechosa y entabla conversación con ella. Inopinadamente ésta saca una pistola y colocándosela bajo el mentón se suicida. Este es el fulgurante y adictivo inicio de esta novela que como casi todas las de Lee Child una vez iniciadas se hace difícil abandonar.
La policía neoyorquina rápidamente cierra el caso archivándolo como suicidio, pero Reacher no lo tiene tan claro; mucho menos cuando empieza a ser acosado por los enviados de John Sansom, un congresista de Carolina del Norte que aspira a ser senador y en la actualidad se encuentra en plena campaña de recaudación de fondos; también los servicios de la policía federal le hostigan e interrogan. Por si esto fuera poco un grupo terrorista afgano contacta con él. Este grupo, formado por una quincena de miembros, está comandado por una tal Lila Hoth. Todos los que se acercan a él le demandan idéntica cosa: qué le dijo Susan Markt, la mujer que se pegó el tiro en el metro, si ella le entregó un USB o cualquier otro objeto por el estilo antes de suicidarse.
Como ocurre con la mayoría de sus libros Lee Child entrega una novela muy entretenida, minuciosa, con ritmo, con muchas vueltas y revueltas... Sin embargo a mí me ha parecido en esta ocasión que el novelista se repite; concretamente la manera de obrar y comportarse del personaje me ha resultado ya archiconocida. En mi opinión lo mejor de Mañana no estás es lo que en ella se dice sobre las actividades que los servicios secretos de los EEUU realizaron en Afganistan cuando el país de los futuros talibanes estaba luchando contra los rusos. Fue en 1986 cuando agentes norteamericanos efectuaron actividades sucias y secretas en esa zona; concretamente fueron elementos de las fuerzas Delta (servicios especiales USA) los encargados de las mismas. Lo que ayer, en 1986, fue exitoso y recompensado con menciones y medallas, hoy, en 2009, puede resultar enormemente perjudicial.
«No hay duda de que el Ejército de los Estados Unidos estaba ahí. La Unión Soviética era su enemigo, y los muyahidines eran sus aliados. Era la Guerra Fría por encargo. Al presidente Reagan le venía muy bien que el Ejército Rojo se desgastara. Era parte de su estrategia anticomunista.»
Quedan testimonios gráficos de estas operaciones, realizadas junto a los por entonces excelentes amigos afganos. Hoy, en 2009, tras los atentados de Al Qaeda a las Torres Gemelas, su líder Osama Bin Laden, amigo íntimo en 1986 de los agentes secretos norteamericanos, ha pasado a ser enemigo total y cualquier acercamiento a él, por muy antiguo que éste sea, puede ser utilizado en la lucha política. De ahí el interés de unos y otros por lo que Susan Markt dijera o le diera a Jack Reacher poco antes de volarse la cabeza.
Se mezclan, pues, en Mañana no estás, y con mucha habilidad, todo hay que decirlo, por un lado los intereses particulares del político Sansom con los más amplios de los Estados Unidos; y por otro, los individuales del antiguo agente de la policía militar, Jack Reacher, con los también algo más amplios de los otros personajes neoyorquinos que se mueven a su alrededor como la agente Theresa Lee; Jacob Markt; la propia Susan Markt, hermana del anterior; Leonid, uno de los guardaespaldas de Lila Hoth; Springfield, guardaespaldas del congresista Sansom; etc. Esta manera de entremezclar estos ámbitos entre sí, me parece un mérito de la novela.
He dicho ya que Mañana no estás capta la atención del lector desde la primera página. Es una novela cuyo contenido se distribuye en 84 capítulos nada extensos que finalizan sistemáticamente cada uno de ellos con una frase creadora de suspense que impele a quien la está leyendo a no poderse despegar del libro. Junto a este artificio Lee Child en el thriller que tenemos en las manos utiliza otros propios de la novela clásica detectivesca tipo Raymond Chandler, por ejemplo el gusto que tiene por mostrar diversos tipos de armas
«Dos de los federales tenían en las manos unas Glock 17. Pistolas automáticas nueve milímetros austriacas, cuadradas, angulosas, confiables, bien probadas a lo largo de más de veinte años de servicio eficaz. Yo me había quedado con una leve preferencia personal por la Beretta M9, como las Franchi también italiana, pero un millón de veces de una y un millón la Glock iba a hacer el trabajo igual de bien que la Beretta.»
Del mismo modo citar diversos tipos de vehículos a motor como acostumbran a hacer las policíacas clásicas es también del gusto del novelista inglés («seis metros por delante de mí un Chevy Impala dorado frenó de golpe pegado al bordillo»). Aquí, en el texto citado, es un Impala, pero otras veces el vehículo nombrado es un Ford Crown Victoria, un Crown Vic u otros modelos semejantes.
También quisiera destacar la racionalidad del protagonista que, siguiendo la senda de los investigadores protagonistas de las novelas de Agatha Christie, reflexiona sobre lo hablado con otros personajes, piensa en silencio, o recuerda frases y/o principios que le parecen esenciales en el proceso deductivo que está llevando a cabo en pro de la resolución del asunto que se trae entre manos («Si yo no te puedo ver, tú no me puedes ver», «Me acordé de Jacob Mark diciendo: Era buena con los ordenadores.», «Momento de decidir», etc.). Como puede verse en estos casos Child utiliza la tipografía en cursiva para señalarlo con más claridad.
Mañana no estás, ya lo he dicho, se lee muy bien, sin ninguna dificultad. A ello contribuye de manera importante el humor que aparece en bastantes momentos del relato. Creo que el novelista lo utiliza esencialmente, además de para atrapar mejor al lector, para resaltar el cinismo del personaje protagonista y lanzar alguna que otra crítica social
✔«La mejor manera de rastrear un número de teléfono depende de cuán arriba estés en la cadena alimentaria. Los policías y los detectives tienen guías de teléfono inversas. Buscan el número, consiguen un nombre, consiguen una dirección. El FBI tiene bases de datos sofisticadas de todo tipo. La CIA probablemente es la dueña de las compañías telefónicas. Yo no tengo ninguna de esas cosas. Así que uso una estrategia tecnológicamente sencilla. Marco el número y veo quién contesta.»
✔«La detective nos dijo que usted hablaba francés.—Hay mucha gente que habla francés. En Europa hay un país entero.»
✔«El líder de los federales [...] siguió avanzando con su mano y la detuvo detrás de mi pasaporte—¿Por qué está caducado? -preguntó.
—Porque nadie puede hacer que el tiempo se quede quieto -dije.
—Me refería a por qué no lo renovó.
—Ninguna necesidad inminente. De la misma manera que tú no llevas un condón en la cartera.»
El autor tiene un estilo característico que, además de lo señalado hasta aquí, incluye muchas veces el empleo de largos y diversos listados, repeticiones nominales o verbales («Pude ver el lugar en el que debían haber instalado la cámara. Pude ver el lugar en el que habían puesto las luces. Pude ver los nudos de cuerda deshilachada») que insuflan en la novela un ritmo que sirve para hacer más fácil la lectura y que el lector se sienta así de manera más confortable en ella. No se puede olvidar que Lee Child es un reputado autor de bestsellers que conoce a la perfección lo que sus lectores esperan y buscan encontrar en sus libros. Desde luego él no engaña a nadie, pues su finalidad principal es la de entretener, algo que sin duda logra. Además, a veces, como en Mañana no estás, da informaciones relevantes sobre política internacional o expone al desnudo el funcionamiento manipulador e hipócrita de la política dentro de un país democrático como es Estados Unidos. Así al hablar de cómo es presentado al electorado el candidato a senador John Sansom leemos:
«La parte de la infancia era convencional para el género. Joven pobre de barrio, sin dinero, sin lujos, su madre como un gran apoyo, su padre con dos trabajos para llegar a fin de mes. Casi con seguridad exagerado. Si se toma a los candidatos políticos como muestra de la población, Estados Unidos es un país del Tercer Mundo. Todos crecen pobres, el agua corriente es un lujo, los zapatos escasean, una comida completa es motivo de celebración.»
Para acabar sólo querría dar dos datos que me parecen anecdóticos pero reveladores de la personalidad del escritor. El primero es el porqué del nombre con que firma sus obras siendo el suyo de nacimiento James Dover Grant. Según relata él mismo Lee es un apodo surgido de una broma familiar, mientras que Child nace de una argucia suya, gran admirador de la obra de Raymond Chandler y Agatha Christie, para que sus libros en librerías y bibliotecas figurasen entre esas dos grandes estrellas de las novelas detectivescas y de misterio.
La segunda cosa es el cuidado que pone en las traducciones que tienen sus libros a otros idiomas. Personalmente elige al encargado de las mismas. Al español, por acuerdo y determinación suyas, es el argentino Aldo Giacometti el traductor de la mayoría de ellas. La edición en lengua española de esta novela, aparecida en 2020 en Buenos Aires (en inglés apareció en USA en 2009), es, pues, responsabilidad de Giacometti por lo que es a él a quien hay que atribuir algún error o elección idiomática que por estos lares nuestros no solemos emplear. Citaré sólo dos ejemplos: "erran" por "yerran" («La mayoría de las armas cortas erran en el disparo») que aunque es forma admisible a mí me suena peor que la que porta la 'y' griega inicial. La otra, y esta ya me parece más grave y más censurable, es la utilización de la forma verbal 'andamos' en lugar de la correcta 'anduvimos' por estar refiriéndose a un hecho pretérito («Springfield pagó nuestra cuenta del salón de té con una tarjeta de crédito platinum y andamos del Four Season al Sheraton.»).
Las novelas de Lee Child funcionan muy bien en la pantalla, razón por la que algunas de ellas han sido adaptadas al cine y/o la televisión. En 2012 el director Christopher McQuarrie adaptó la novela Un disparo y dirigió su versión fílmica titulada con el nombre del peculiar detective, Jack Reacher.
Del mismo modo en 2016 el director Edward Zwick puso en imágenes la novela Nunca vuelvas atrás; la película resultante recibió el titulo de Jack Reacher: Never Go Back.
Por último, es muy reciente la serie televisiva Reacher (2022) creada por Nick Santora. Su primera temporada está basada en la novela Zona peligrosa, la primera de la serie literaria. En USA ya se ha estrenado la 2ª temporada y está rodándose ya una 3ª. El éxito de las historias creadas por Lee Child es absoluto también en formato cinematográfico.
Por último, es muy reciente la serie televisiva Reacher (2022) creada por Nick Santora. Su primera temporada está basada en la novela Zona peligrosa, la primera de la serie literaria. En USA ya se ha estrenado la 2ª temporada y está rodándose ya una 3ª. El éxito de las historias creadas por Lee Child es absoluto también en formato cinematográfico.
Estupenda reseñe, aunque no he leído nada de este autor (del que tampoco sabía nada hasta ahora), por lo que no me importaría nada leer esta novela, dado que no me afectaría esa repetición que mencionas en cuanto a ciertos comportamientos del protagonista, ya que el resto de ingredientes que tiene, me atrae. Por otro lado, me ha hecho gracia esa artimaña que mencionas con respecto a su apellido para ser colocado en las librerías y bibliotecas al lado de sus autores de referencia.
ResponderEliminarPues si no has leído nada de él, te aseguro que te entretendrá mucho cualquiera de sus novelas. Esta, al tocar asuntos geopolíticos relativamente próximos, creo que engancha aún más que otras. Ya me dirás.
EliminarDesde luego que el autor tuvo sabiduría para elegir un género que entretuviera y supo usar esa treta de su apellido para figurar entre dos de los más grandes je, je. Quizás uno de los problemas que tenga el autor es el poder transmitir bien la serie de manera cronológica al menos para los que no estén puestos en su carrera. Respecto a las adaptaciones cinematográficas no me interesaron demasiado al ser un género muy saturado y que en lo personal me sorprenden poco.
ResponderEliminarEstupenda tu reseña, Juan Carlos.
Un fuerte abrazo.
Tienes razón en que el género del suspense, del thriller detectivesco, en cine -¡y en literatura!- está muy saturado, la verdad sea dicha. Creo que las novelas de la serie del antiguo policía militar Jack Reacher se pueden leer en el orden que se quiera pues las referencias a lo vivido por el protagonista en los años anteriores a la de la novela en concreto no son excesivas y suelen repetirse de manera habitual en los libros de la serie. Son dos o tres detalles que sistemáticamente se dicen en todas sus novelas. Al menos yo, que he leído con esta tres títulos, no he tenido ningún problema leyéndolas pese a no haberlo seguido orden alguno.
EliminarUn abrazo, Miguel
No he leído ninguna novela del autor. No son de las que me llamen mucho, sobre todo por pertenecer a sagas tan largas que parecen no terminar nunca. Y tengo que admitir que leer "andamos" me ha dolido un poco...
ResponderEliminarBesotes!!!
Sí, sí, duele, duele. Parece mentira que no se cuiden esas cosas en las editoriales por muy de un país determinado sea el/la traductor/a.
EliminarUn beso
No soy yo muy de thriller tan adictivo. Para este tipo de historias prefiero la pantalla. En todo caso,el contexto de esta novela me parece interesante.
ResponderEliminarCuriosos, por cierto, los motivos por los que eligió el seudónimo con el que escribe el autor. Y es de agradecer que cuide a sus lectores internacionales eligiendo él mismo a los traductores de sus novelas, aunque veo que al traductor al español lo has pillado en algún desliz.
Besos
"El mejor escribano echa un borrón", dice la frase proverbial; así que no habrá que tenerle en cuenta el desliz al traductor. El contexto internacional es desde luego lo más interesante, pues los thrillers ya se sabe como son, suspense suspense y grandes aciertos por parte del héroe protagonista versus meteduras ingentes de pata de sus contrarios.
EliminarUna novela agradable para desconectar. Pero estoy contigo en que las pantallas parece que se prestan más a estas historias detectivescas. Quizás por eso sus novelas han servido para películas largas y series televisivas.
Un beso
Madre mía, ese inicio de la mujer disparándose por sorpresa me haría pegar un bote. Y ya no habría forma de soltar el libro, que me conozco, ja ja ja. En cuanto al "anduvimos", ay, qué mal lo pasamos quienes somos (o nos esforzamos en ser) meticulosos en el manejo de la lengua. Qué bofetada para la vista, vive Dios.
ResponderEliminarUn comienzo muy vibrante, muy para atrapar al lector y que no pueda soltar el libro. Lee Child es un escritor adecuado para pasar un trato entretenido. Si además, como en esta novela, aprendemos algo de lo sucedido en Afganistán años antes del 11 de septiembre de 2001, entonces la obra gana algunos (bastantes, todo hay que decirlo) enteros.
EliminarUn abrazo
¡Hola Juan Carlos!
ResponderEliminarque curioso..., estoy ahora con la serie de Amazon basada en la novela que dices, la primera, Zona peligrosa y la verdad es que yo no soy de sagas, ya lo sabes, por mucho que puedan leer por separado, pero en series de televisión sí me suelen apetecer algunas. De momento la serie me está gustando Ya te contaré si sigo con la segunda temporada.
Curioso lo del seudónimo del autor, no lo sabía y lo de las erratas tipográficas..., pues hombre, fatal me parece, claro sobre todo lo de "andamos", hace hasta daño
Besos
Lo de "andamos" hace ¡¡muuucchho daño!!, eso es cierto. Ya lo hace cuando se lo oímos a alguien hablando, pero es que escrito..., escrito no tiene disculpa alguna. En fin..., antes había pudor y se sentía vergüenza ante los errores de lengua. Hoy, parece que es todo lo contrario, se ha impuesto el 'feísmo' en todo y lo lingüístico no iba a escapar ni mucho menos:Sí, qué pasa, yo hablo como me da la real gana, no te fastidia, y si te molesta, te j... Esta es la respuesta si nos atrevemos a llamar la atención sobre el error cometido.
EliminarCurioso que coincida que estás viendo la serie televisiva. Yo tuve Amazon, pero me taché porque no doy abasto para tanto y mi bolsillo tampoco (ja, ja).
Un beso, Marian
No he leído nada del autor. Me resulta tentador lo que cuentas de la trama. Todos sabemos que a los talibanes afganos los armó y los adiestró Estados Unidos cuando le convino echar a los soviéticos de Afganistán. Lo malo que que los "hijos" crecen y se rebelan contra los padres. Pero con todo y con eso, lo que más me ha atraído es ese humor ácido de las citas que pones y que me recuerda a Spade y Marlowe, al menos a los interpretados por Bogart (lo del francés es buenísimo). Igual me animo a conocer al autor.
ResponderEliminarUn beso.
El parecido con los clásicos del noir es evidente. A Lee Child le encantan; fíjate ya en la artimaña que urdió con su seudónimo para bien posicionarse en los estantes de librerías y bibliotecas. Es evidente que el novelista tiene gran sentido del humor.
EliminarBesos, madrugadora