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9 may 2023

Teatro de La Abadía: Andrew Bovell y Juan Mayorga (A pares XXXVII)


Coincidentes en el tiempo se representan en el Teatro de La Abadía de Madrid dos espectáculos teatrales que he tenido oportunidad de ver. Son "Maria Luisa", última obra escrita por el académico de la española y actual director artístico de La Abadía, Juan Mayorga; y "Canción del primer deseo", obra escrita por Andrew Bovell a instancias de Julián Fuentes Rita que es quien se hace cargo de su dirección y puesta en escena. Maria Luisa se representa en la Sala Juan de la Cruz, el espacio más propiamente identitario de La Abadía, hasta el próximo 21 de mayo; Canción del primer deseo, por su parte, ocupa hasta este sábado día 14 la sala a la italiana José Luis Alonso.


He disfrutado mucho más de la obra de Andrew Bovell que de la de Mayorga. Sin embargo acudí con más convencimiento a la de este último que a la del primero. La trayectoria del actual director de La Abadía me inducía a ello pues he sido testigo de magníficas obras suyas como La tortuga de Darwin que me encantó; El mago;  El chico de la última fila, ¡interesantísima!; o El Golem, que vi no hace tanto y que me pareció más compleja y filosófica que las otras tres. 




Maria Luisa
Teatro de La Abadía, Juan Mayorga
En Maria Luisa Mayorga sigue la senda del pensamiento profundo y filosófico presente en El Golem focalizando esta vez en la soledad de una mujer mayor, María Luisa (Lola Casamayor), cuya falta de comunicación habitual con otros, salvedad hecha de su amiga Angelines (Marisol Rolandi), la lleva a vivir en un confuso mundo mezcla de realidad y fantasía. Aparte de Angelines María Luisa sólo se ancla a la realidad gracias al portero (Paco Ochoa) del edificio donde vive. Es éste quien le habla sobre la conveniencia de colocar algún nombre más junto al suyo en el buzón de correo, habida cuenta de los muchos robos que se estaban produciendo por el barrio a personas mayores. Los nombres que María Luisa decide poner son por demás sorprendentes y hasta en cierto modo estrafalarios: Emerson Azzopardi (Juan Paños), un joven poeta que vive en un mundo de palabras; Benito Beckenbauer (Juan Codina), un viejo militar que ansía dar un golpe para instaurar una dictadura en la creencia de que está apoyado por todo el pueblo; y ya más tarde Juan Olmedo (Juan Vinuesa), hombre conservador más reconocible y al que María Luisa identifica como el novio que no tuvo, el objeto de su deseo insatisfecho. Los tres viven en la fantasía de María Luisa a la que acompañan en su soledad, en sus desplazamientos por la ciudad, a la que aconsejan y a la que, entre ellos, se disputan.

El planteamiento del que parte la obra me pareció muy interesante, así como la actuación de los actores me pareció justa sin ser sobresaliente. Sin embargo creo que la obra no acabó de entusiasmarme al fallar en mi opinión la puesta en escena. El decorado me pareció de una simpleza propia del teatro de marionetas, la distribución de espacios sobre la tarima de la sala principal de La Abadia no me ayudó para nada a meterme de lleno en la obra, incluso la mímica realizada por la actriz principal en sus desplazamientos dentro y/o fuera del edificio me pareció de una simpleza excesiva. El propio Mayorga en el programa de mano justifica esta puesta en escena en el intento de identificar vejez y pérdida de facultades con el mundo infantil; de ahí esa sensación de teatro colegial, de caricatura, de teatrillo de títeres. No sé, el caso es que a mí no acabó de convencerme.

Tampoco me convenció desde el punto de vista argumental ese mostrar a los ancianos siempre como seres insatisfechos, personas que han pasado por la vida sin haberla degustado debidamente. Son tantas las veces que, en nuestra propia realidad, tales mensajes son lanzados por unos y por otros que, al menos a mí así me sucede, la propia reiteración de los mismos consigue hacerlos pocos creíbles. En este sentido María Luisa vivirá en su imaginación y fantasía cuantas cosas no ha vivido en la realidad: la diversión a través del baile en locales tenidos de mala nota, la pasión por la conversación, e incluso la culminación del deseo. 




Canción del primer deseo
Teatro de la Abadía, Andrew Bovell
Si María Luisa finaliza con la realización de los deseos, Canción del primer deseo se queda siempre ahí, en el ansia por, como dice uno de sus personajes, acariciar y ser acariciado, desear y ser deseado. Andrew Bovell ha tomado como eje de la obra el poema de García Lorca Cancioncilla del primer deseo. Es un poema sencillo, simple, que da pie al título y sostiene a Camelia (Consuelo Trujillo), personaje principal de la obra al que al inicio de la misma vemos ya mayor y perdida en la nebulosa de la desmemoria; sólo mantiene lazos con la realidad a través del recitado de este hermoso poema de Lorca que habla de amor y que en sí mismo resume lo que ha sido la trágica vida de esta mujer. 

Y es que esta obra va de historia, de la necesidad de asumirla, de no arrinconarla. Es un repaso de la historia reciente de España desde la Guerra Civil  hasta nuestra inmediata actualidad pasando naturalmente por el franquismo y sus consecuencias: el exilio, la pérdida de identidad, los abusos cometidos, el restañar de las heridas... Pero lo mejor es que todo esto lo hace el autor combinando a la perfección tres generaciones de seres que pivotan en torno a Camelia, madre de dos mellizos (Julia y Luis), que la cuidan en la vieja casa que fuera de su padre, funcionario relevante de la policía franquista. Camelia es hermana melliza a su vez y se vio separada de su hermano por culpa de esta represión. Todo, al inicio de la representación, va como de costumbre: los hermanos Julia (Pilar Gómez) y Luis (Jorge Muriel) lanzándose pullas a propósito de la mayor o menor implicación en el cuidado de la madre senil; el jardín con el brocal del pozo en medio aparece descuidado y sucio por demás;  y al fondo un muro desportillado.

Todo cambia cuando Luis se presenta un día en casa con un joven colombiano (Borja Maestre) al que acaba de contratar -le dice a Julia, si bien ella vislumbra en la cara de Luis el deseo- para cuidar a la madre. Este inmigrante es un revulsivo en la vida de esta familia despertando recuerdos voluntariamente enterrados en la madre, deseos eróticos hacia él en ambos hermanos y evocaciones del duro pasado vivido por la madre de Camelia cuyo marido -el padre de Camelia, pues- fue fusilado y la madre tuvo que elegir entre ella -Camelia- o el hermano. Eligió al hermano y con él en brazos partió al exilio. No quiero contar más pues uno de los alicientes de la representación nace de la pura narratividad contenida en la misma. Los descubrimientos y giros argumentales tienen su importancia y mantienen vivo el interés del espectador.

Esta narratividad que señalo hace que aparezcan en la representación de apenas 90 minutos una infinidad de asuntos que, creo, provocan el descreimiento y cargan la obra de cierta inverosimilitud. ¿Cómo es posible que tantas cosas le hayan ocurrido a este ramillete de seres: apropiación de bebés por gerifaltes del Régimen, represión política, torturas, represión de la homosexualidad, explotación sexual y abusos sexuales en el seno de la familia, desprecio a los inmigrantes... Luego también hay un abuso, por muy metafóricos que sean, de tópicos (Goya, Luis Buñuel, García Lorca...) y de imágenes: el pozo al que se ha ido echando toda la basura hasta cegarlo, pozo que el joven colombiano se ofrece a limpiar; los mellizos que representan esas dos Españas en conflicto permanente; la anciana sin memoria que es el país que ha decidido voluntariamente olvidar; el homosexual y su identificación con Lorca; etc. 

En mi opinión son demasiados mimbres para cesto tan pequeño. Pienso que  Andrew Bovell debería haber elegido otro formato literario -el de la novela, por ejemplo- para acoger en varios cientos de páginas lo que en hora y media no tiene cabida.  Pese a esta objeción he de decir que la manera de entretejer todos estos materiales me pareció perfecta. Creo que el director Julián Fuentes Rita borda una puesta en escena perfecta. 

Otro tanto en cuanto a perfección puedo decir de los cuatro actores que dan vida a los personajes de estas tres generaciones de seres. Los cuatro se transmutan debidamente cuando dejan de ser Luis, Camelia, Julia y el inmigrante colombiano, y pasan a ser el padre franquista, la madre despojada de su hija, la hija amable de la pareja autoritaria, y/o el represaliado político torturado por la policía. Los cuatro, como digo, están muy bien. Son ellos, junto a la muy buena escenografía e iluminación, los que sostienen una obra que, como ya he dicho, se desmanda en el número de asuntos que toca.

El poema lorquiano es bellísimo. No me resisto a colocarlo aquí como cierre de esta reseña doble:


Teatro español, Generación del 27
En la mañana verde,
quería ser corazón.
Corazón.

Y en la tarde madura
quería ser ruiseñor.
Ruiseñor.

(Alma,
ponte color de naranja.
Alma,
ponte color de amor)

En la mañana viva,
yo quería ser yo.
Corazón.

Y en la tarde caída
quería ser mi voz.
Ruiseñor.

¡Alma,
ponte color naranja!
¡Alma,
ponte color de amor!






16 comentarios:

  1. Una muestra, la que nos traes, de que el teatro está vivo y goza de buena salud por estos madriles donde no faltan salas, compañías de teatro (Aún de aficionados) y gente con ganas de disfrutar de las de obras que con mayor o menor fortuna se escriben y representan.
    Y en el teatro Abadía, ubicado en el barrio donde viví mi juventud.
    Gracias por la presentación.

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    1. Está vivísimo el teatro, Javier. La Abadía siempre presenta buenos espectáculos. No sabía que por allí habías vivido. Es una zona francamente muy agradable.
      Un abrazo

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  2. Me tientas con la segunda obra, por los temas que aborda y viendo que la has disfrutado mucho más. Pero como no hagan gira, no creo que pueda verla. La semana pasada pude ir al teatro a ver Los santos inocentes. ¡Qué corta se me hizo!
    Besotes!!!

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    1. ¡Uy, Los Santos Inocentes! Acaban de traerla a Madrid. He leído que Javier Gutiérrez está muy bien y que no desmerece para nada del Alfredo Landa de la película. También me apetece verla. A ver si puedo.
      La Canción del primer deseo curiosamente es la menos tiempo estará en cartel, pero pienso que sí que girará por España. Así que, querida MArgari, estate atenta para cuando pase por tu localidad.
      Un beso

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    2. Javier Gutiérrez está muy bien. Quizás el único pero es que le haría falta más torrente de voz. Y el resto del reparto, Pepa Pedroche, Fernando Huesca, Luis Bermejo como Zacarías... ¡Fantásticos! Más besotes!!!

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  3. Me alegro mucho de leer sobre teatro y más si cabe con obras representadas en La Abadía. Quizás las obras representadas no sean las que mayor satisfacción te hayan producido, pero del teatro siempre se aprende, disfruta y reflexiona. En cualquier caso me quedo con la segunda reseñada y con ese poema de Lorca que nos dejas al final.
    Un fuerte abrazo, Juan Carlos.

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    1. Lorca, querido Miguel, es un imprescinidible y todo lo que toca o surge de él es bueno. El poema es una preciosidad y la obra, pese a su excesiva acumulación de asuntos, es más que aceptable. Te va a ser difícl acudir a verla pues mañana sábado es su último día de representación, pero estoy convencido de que además de girar por España volverá a alguno de los escenarios de Madrid.
      Un abrazo, buen finde largo y Feliz San Isidro

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  4. El teatro sigue muy vivo y hay que agradecerlo. Magnífica reseña doble y maravilloso cierre con el poema de Lorca. Un placer siempre leerte, Juan Carlos.

    Un abrazo.

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    1. El de Lorca es un poema precioso y muy profundo en su insólita sencillez. A mí me entusiasma. El teatro es de las artes que, pese a este mundo de virtualidad online, de las plataformas televisivas en que vivimos inmersos e incluso de pandemias paralizantes vividas no hace tanto, no ha retrocedido sino todo lo contrario. Nunca ha habido en España tantos profesionales teatrales, tantas agrupaciones, tantas representaciones y en tantos lugares de España. Sí, Rita, estoy contigo: «El teatro sigue muy vivo».
      Besos

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    2. Yo también vi las dos obras, pero nuestras visiones son diferentes: disfruté más con María Luisa que con Canción del primer deseo, pese a algunas objeciones que le puedo poner. Me gustó el trabajo de los actores, especialmente el de la protagonista. A algunos de Canción del primer deseo les pondría algunos peros. Y lamenté no haber visto el trabajo de Pilar Gómez, que ese día fue sustituida por otra actriz, Olga Díaz. En fin, cuestión de gustos.

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    3. Sí, sí, ya sé que te agradó más María Luisa que la otra. Lo fantástico del teatro y de la literatura en general es la variedad de gustos; y eso está muy bien, pues si no no se podría intercambiar opiniones. Yo vi más acción, más historia en Canción que en María Luisa, mucho más profunda y filosófica; y precisamente por esto me cansó y no me hizo entrar en ella, siempre la contemplé como desde fuera. Pero bueno es una opinion, una sensación, lo mismo la vuelvo a ver ahora y percibo otros valores que se me escaparon.
      En Canción la actriz que menos me gustó fue precisamente Olga Díaz. Haciendo la reseña creía que había visto a Pilar Gomez. Pues también me hubiera gustado ver su trabajo en la obra. Otra vez será.
      Besos

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  5. Me atraen mucho las temáticas que tratan ambas obras, tal vez más la primera que la segunda. Veo en todo caso que ninguna de las dos te ha convencido plenamente, la primera por la puesta en escena y la segunda tal vez por olvidar eso de que menos es más.
    El poema de Lorca es precioso, con esa sencillez tan potente que siempre caracteriza al poeta granadino.
    Besos

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    1. Te gustaría cualquiera de ellas, Lorena, estoy seguro. El poema, estoy de acuerdo contigo, es una preciosidad.
      Un beso, amiga

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  6. Me dejas con ganas. Esta semana he ido a dos obras. Una de ellas, "La infamia" me ha sobrecogido. Intentaré ver las que dices, aunque me apetece más la de Mayorga, un autor que escribe con la precisión de un matemático y la hondura de un filósofo (es ambas cosas). Un saludo.

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  7. Tomo nota de "La infamia" pues no la tenía archivada. Sí, sí, Mayorga es un matemático y un filósofo; para mí, en esta obra, más filósofo que matemático.
    Un abrazo

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  8. Una hermosa muestra que nos compartes.
    Es grande tu generosidad, muchas gracias!

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