"El juego del ajedrez posee la magnífica ventaja de no agotar el cerebro, pese al esfuerzo mental más intenso, pues reduce el empleo de las energías espirituales a un campo estrechamente limitado, aguzando más bien la agilidad y elasticidad de la mente."
Si no me equivoco todos los años comienzo el Reto "Nos gustan los clásicos" con la lectura de una obra del para mí grandísimo Stefan Zweig. Este año no podía ser diferente y acabo de leer una de las suyas que desde hacía tiempo llevaba queriendo hecerlo. Me refiero a "Novela de ajedrez".
Sin capacidad para cualquier otra actividad intelectual, Mirko Czentovicz se reveló, ya desde niño, como un genio del ajedrez, del que ha llegado a ser campeón del mundo. Pero, en un viaje en barco de Nueva York a Buenos Aires, se le presenta un enigmático contrincante: el señor B., noble vienés que huye de los nazis. Uno de los pasajeros del vapor se acerca a los dos personajes acompañando al lector a la confrontación entre los dos jugadores.
Mi comentario
Esta novela corta fue la última obra escrita por el austriaco Stefan Zweig quien no alcanzaría a verla publicada dado que el escritor vienés puso fin a su vida en Petrópolis (Brasil) el 22 de febrero de 1942 y esta breve narración fue publicada como homenaje al autor en edición limitada de 300 ejemplares en diciembre de ese mismo año.La novela es una preciosa y elegante denuncia de la brutalidad del nazismo, vencedor imparable por entonces sobre la razón e intelectualidad del mundo. Zweig fue de los pocos intelectuales que desde muy temprano denunciaron el peligro que para Europa suponía el nazismo, si bien con escaso eco en su momento.
La acción sucede durante la travesía en barco que lleva al narrador de Nueva York a Buenos Aires. La singladura tiene una duración prevista de doce días. Resulta que en el barco viaja también rumbo al campeonato mundial de ajedrez, Mirko Czentovic, yugoslavo rural enemigo del estudio que sorprendentemente tiene cualidades congénitas impresionantes para el juego del ajedrez, de manera que en pocos años se ha alzado con la corona del mismo. Czentovic es reacio a la conversación tranquila e inteligente, e incluso a cualquier contacto humano. Sólo se relaciona con sus semejantes en el campo de batalla que es el juego del ajedrez. No entiende otro trato humano que el del enfrentamiento.
El narrador a instancias de un amigo decide incitarle a través del ajedrez, pero Czentovic no transige salvo que se le compense económicamente y de ser así sólo a una única partida. Así lo acuerdan; de manera que el campeón del mundo jugará una partida en la que vence con facilidad contra un contrincante colectivo presidido por McConnor, que es el encargado de realizar los movimientos que entre todos acuerdan. Tras la derrota, el amigo del narrador pide la revancha a lo que el yugoslavo accede. Es en el curso de esta segunda partida cuando el bueno de McConnor, que así se llama el orgulloso norteamericano que ha retado al campeón, ve frenada su mano antes de un movimiento por un tal doctor B que corrigiéndole le anticipa sin equivocarse las jugadas que se sucederán a continuación, de manera que Mirko Czentovic deberá poner en el juego una atención que hasta entonces no había precisado. Gracias a esta intervención, la partida queda en tablas, razón por la que el campeón yugoslavo, herido en su amor propio, solicitará al doctor B una partida entre ambos para el día siguiente.
Durante esa tarde noche el narrador conoce de primera mano la historia de B y su conocimiento del ajedrez a pesar de que dice la última partida la jugó hacía más de 25 años. Todo era debido a haber estado retenido en un hotel vienés aislado de cualquier contacto humano durante meses. Sólo los interrogatorios a los que la Gestapo le sometía rompían su cruel monotonía sin referente alguno de tiempo o jornada, y sin posibilidad de entretenimiento alguno pues los libros, el papel y el lápiz le estaban vedados. En uno de esos interrogatorios por puro azar el doctor B pudo hacerse con un librito de 150 partidas maestras de ajedrez desarrolladas en todos sus movimientos. Estas 150 partidas las reprodujo mentalmente tantas veces que casi casi llegó a memorizarlas, de ahí la anticipación de movimientos que mostró a McConnor y que sorprendieron a todos.
Con el tiempo el doctor B sería liberado y expulsado de Austria por la propia Gestapo al considerar que el aislamiento le había hecho enloquecer y enfermar. Él mismo se había prometido no volver a tocar el ajedrez dada la adicción y trastorno mental que le produjo. Pero... Y hasta aquí puedo contar si no quiero romper -¡y no quiero!- la magia encantadora con que Zweig hechiza a los lectores. Sin afán de destrozar nada sólo daré una pista para quienes la lean: Stefan Zweig se suicidó en Brasil en febrero de 1942 al creer firmemente que Hitler ganaría la guerra. Esta novela, la última que escribió, denuncia los métodos de la Gestapo contra intelectuales y racionalistas como el doctor B primando siempre como ya he dicho el choque, el enfrentamiento, el afán de derrotar al contrincante. El peligro que Zweig veía en su mundo y que además del curso de la guerra lo llevó al suicidio fue observar que muchos pensadores, artistas e intelectuales no vieran con muy malos ojos el papel de la Alemania nazi.
("Nazis y Ajedrez", Jesús Cabaleiro; https://periodistas-es.com/) |
El lenguaje utilizado es en realidad sencillo y no contiene, salvo la alegoría señalada que el texto en su conjunto es, mucha complicación retórica. Todo en el aspecto formal está al servicio del fondo; quizás por eso la figura estilística más visible, utilizada con clara intención simbólica, sea la del oxímoron con la que Stefan Zweig quiere resaltar la gran contradicción que para él es el juego del ajedrez (la guerra) por mucho que se tenga de él la consideración de inteligente cuando quien gana todas las partidas es un bruto de pensamiento plano:Los campeones más atrevidos, cada uno de los cuales le superaba infinitamente en dotes intelectuales, en fantasía y audacia, sucumbían a su lógica fría y tenaz, igual que Napoleón al pesado Kutuzow, o Aníbal a Fabio Cunctator, quien, al decir de Livio, también había demostrado en su juventud esos rasgos llamativos de pachorra e imbecilidad.
Para finalizar[el juego del ajedrez es] antiquísimo y eternamente joven; mecánico en la disposición, y, sin embargo, eficaz solamente por obra de la fantasía; limitado en el espacio, geométricamente fijo y a la vez ilimitado en sus combinaciones; desarrollándose de continuo y no obstante, estéril; un pensar que no conduce a nada; una matemática que nada soluciona; un arte sin obras; una arquitectura sin sustancia, y, no obstante, evidentemente más duradero en su existencia y ser que todos los libros y obras de arte; el único juego propio de todos los pueblos y tiempos y del que nadie sabe qué dios lo legó a la tierra para matar el hastío, aguzar los sentidos y poner en tensión el alma?
Tras leer literatura actual repleta de best sellers inacabables y de novelitas inanes pretendidamente profundas reencontrase con "Novela de ajedrez" de Stefan Zweig y comprobar cómo en pocas páginas evoluciona ante el lector la psicología de los personajes sin estridencias ni alaracas pero con seguridad, contundencia y certeza le reconcilia a uno con el auténtico arte que la literatura es.
Comienzo mi participación en el Reto "Nos gustan los clásicos 2021" del blog 'Un lector indiscreto' con esta novela corta. Creo que no puede haber mejor entrada.
Otras obras de Stefan Zweig reseñadas en este blog
Lo sorprendente es que Zweig se suicidara a los sesenta años por, entre otros motivos, sentirse mediocre respecto a los genios cuyas biografías había escrito, no se consideraba a la altura de ellos. Se veía ya en el inevitable proceso de decadencia y, además, su experiencia en Europa con el nazismo que parecía haberse extendido por todo el continente, salvo en el león británico. Curiosamente, sigue siendo leído cada vez más. No he leído La novela de ajedrez y no he querido leer demasiado tu resumen porque quiero leerla de aquí a poco tiempo. Saludos.
ResponderEliminarYo creo, Joselu, que Stefan Zweig era tan exigente consigo mismo que eso le llevaba a considerarse inferiro a otros autores de su tiempo. Claro que le tocó vivir una época en la que había y había habido una pléyade de autores de un altísimo nivel (Joseph Roth, Robert Walser, Thomas Mann, Frank Kafka, Robert Musil...) con los que compararse daba vértigo.
EliminarLa novela -novelita, más bien- se lee en una o dos horas y se disfruta un montón. Seguro que cuando la leas ratificarás mis sensaciones (o no, eso ya se verá [ja, ja...]).
Un abrazo
Tal vez si hubiera esperado unos meses habría sido testigo de la derrota alemana en Stalingrado y hubiese cambiado de parecer...
EliminarMe resulta muy familiar el argumento que expones, probablemente leí hace tiempo una reseña sobre esta misma novela en otro blog (solo se me ocurre el de Rosa, je,je). La primera novela que leí de este autor fue "Mendel, el de los libros" y me cautivó. Luego vino "Ardiente secreto", gracias a la reseña que hiciste de esta novela y que también me gustó mucho. Y como no hay dos sin tres, y lo que he acabo de leer me ha complacido, tanto por la trama, como por tu opinión que, respecto a este autor, me inspira total confianza, no me queda más remedio que leerla.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Josep:
EliminarMe encanta ver que te gustó "Ardiente secreto", es fantástica desde luego; yo creo que más que "Novela de ajedrez" pues en ésta el asunto 'nazismo' y 'guerra' por muy metaforizados que estén tiñen todo el relato. Aunque lo tiñen de esa manera que sabe usar Zweig, o sea, una delicia de lectura. Además, te diré que es una novelita que en papel ocupa apenas 90 páginas y en ebook que es como la he leído yo marcaba mi kindle solamente 65 páginas. Se lee en oco más de dos horas.
Un fortísimo abrazo, amigo
PD.- ¡Ah! Ten cuidado el domingo al ir a votar no vaya a ser que sea peor el remedio que la enfermedad.
Esta novela está hace años en mi estantería de pendiente, pero aún no la he leído. Creo que con tu reseña, harás que la lea en breve.
ResponderEliminarPor cierto, leí "Olga" y me encantó. Si te apetece, tengo ya la reseña publicada.
Un beso.
Yo también la tenía sin leer pero ya la tenía ganas. A ver si te gusta tanto como "Olga". Corro a leer tu reseña.
EliminarBesos
De pequeño vi una película basada en la novela.
ResponderEliminarPues si pasas de nuevo por aquí, ¿podrías decirme el título para ver si pudiera verla? Muchas gracias.
EliminarUn saludo
Esta novelita la he releído hace nada en una nueva edición que encontré en la biblioteca que es ilustrada. Un abrazo
ResponderEliminarUna pregunta, Esther: ¿Trabajas en una biblioteca? Es mera curiosidad y envidia que tengo a todos aquellos que trabajan en una biblioteca por la suerte que en mi opinión tienen. Descubrir tesoros como el que citas tiene que ser gozoso, ¿no?
EliminarUn beso
Me has dejado con ganas de releerla. Lo que no sabía es que ésta era su última novela.
ResponderEliminarBesotes!!!
Todos los días se aprende algo nuevo, ¿no? (ja, ja...)
EliminarBuen finde y un beso
Hola Juan Carlos, esta me falta por leer. Poco a poco voy haciéndome con las obras de Zweig (y leyéndolas) y la verdad, tienes toda la razón cuando hablas de las diferencias entre su literatura y la supuesta que se hace ahora. Me han entrado tantas ganas de volver a Zweig que hoy sábado, iré al centro, y me pasaré por una librería. A ver lo que encuentro del autor que no tenga. Gracias por tan estupenda reseña. Tu nivel de profundidad y análisis es brutal. Besos
ResponderEliminarUff, qué sofoco, Marisa, me entra al oírte el piropo con que cierras tu comentario. Muchas gracias, amiga.
EliminarUn besazo
Quizás sea mi novela favorita de Zweig. El listón estaba algo pero lo superó sin despeinarse. Un autor con el que siempre disfruto. Me gustó que en tan pocas páginas fuera capaz de llegar a mostrarnos tantos perfiles del ser humano de una forma tan certera. Y, por otro lado, ayudó aún más a mis ganas de aprender a jugar al ajedrez, difícilmente paso de conocer como se mueven las piezas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es verdad que también puede servir de guía para aprender a jugar al ajedrez. Habrá que hacer lo que el personaje hacía con la colcha a cuadros de la cama del hotel donde estaba recluido y que utilizaba como tablero: ir colocando las piezas según declara en el relato.
EliminarOtro abrazo para ti, Ana
Y vuelvo hoy a esta entrada después de una relectura de la novela. La he vuelto a disfrutar, sin la chispa de no conocer el final, pero con la suerte de poder centrarme más en los detalles y el nuevo enfoque al haber empezado a jugar al ajedrez. No llego a obsesionarme con el juego, pero ahora entiendo mejor a los personajes. Una delicia leer a Zweig, siempre. Un abrazo.
EliminarHe leído tres novelas del autor y todas me encantaron. Esta la tengo pendiente en mis estanterías.
ResponderEliminarBesos.
Pues léela porque creo que te gustará tanto o más que las tres que conoces.
EliminarUn beso
Recuerdo el ansia y desesperación de ese hombre encerrado y aislado, castigado a la nada más absoluta por la Gestapo. Recuerdo también esa partida de ajedrez contra ese otro contrincante tenaz e imperturbable. Sin duda esta novelita, por su extensión que no por su magnitud, refleja muy bien la pesadumbre y el pesimismo de su autor en sus últimos años por el contexto que le tocó vivir. Es el último libro de Zweig que he leído y hace de eso ya algunos años. Debería retomar al autor.
ResponderEliminarBesos
Es una maravilla de literatura la que Stefan Zweig nos dejó. Un hombre ético donde los haya habido. Todos debiéramos tenerlo de espejo donde mirarnos y no en aquellos que gritan que hacen para ocultar su inacción. Autor imprescindible al que hay que volver con reiteración.
EliminarUn beso
Leí hace poco este libro, también Carta a una desconocida. Me cautivaron los dos.
ResponderEliminarEste autor tiene un estilo muy bello, casi poético, su forma de escribir parece sencilla pero la verdad es que me parece magistral.
Me gustaría seguir leyendo la obra de Zweig.
Abrazos
Hola, Maite:
EliminarEstoy contigo en que la manera de escribir de Zweig es magistral. Lástima de su sentido ético tan fuerte que le llevó a darse muerte antes de tiempo y nos dejó sin alguna obra maestra más que habría aún podido escribir.
Hay muchas cosas de Stefan Zweig que se pueden leer: sus biografías ("María Estuardo", "María Antonieta"...), libros como "Magallanes", algunas novelas cortas tipo ésta que estamos comentando (yo te recomendaría vivamente "Ardiente secreto") y sobre todo su magnífico libro de memorias, "El mundo de ayer", imprescindible para conocer la Europa de los 40 primeros años del siglo pasado.
Besos
¡Hola Juan Carlos! Creo que en alguna ocasión ya te comenté que he leído dos novelas de este autor tan maravilloso (Fue él y Mendel el de los libros) y las dos me gustaron mucho, te las recomiendo, son dos novelistas de muy corta duración, se leen en nada. No tengo alto porque todavía no he vuelto a leerle, aunque el tema de ajedrez en principio no me llama demasiado. Siempre me da mucha pena cuando pienso en lo de su suicidio, por algo que además no sucedió
ResponderEliminarBesos
Está claro que no puede uno anticiparse a los acontecimientos (me refiero a su suicidio). Es un escritor fantástico. Cualquier cosa suya merece ser leída.
EliminarUn beso
Magnifico Zweig en Mendel el de los libros y en esta Novela de ajedrez, dos pequeñas joyas que también recomiendo. Besos
ResponderEliminarA pesar de la brevedad del relato, es magnífico como el autor profundiza en la psicología de los personajes.
ResponderEliminarUn abrazo
Para Rocío y 'Al calor de los libros':
ResponderEliminarComo vosotras decís y yo suscribo, "Novela de Ajedrez" es magnífica así como muchas otras novelas cortas suyas entre las que está, claro que sí, "Mendel el de los libros", ese memorioso lector que todo sabía y nada olvidaba y viviendo en ese mundo de títulos y de obras olvidó lo esencial: la realidad que le rodeaba y que se lo llevaría por delante. Como simepre, un magnífico Zweig.
Besos a ambas
Novela de ajedrez es para mí la muestra evidente de que no hace falta un tocho de cientos de páginas para contar una buena historia. Esta fue la segunda novela que leí de Zweig tras engancharme a su forma de escribir cuando leí Carta de una desconocida. Es un autor que no defrauda en absoluto, como todos los genios.
ResponderEliminarGracias por traerme al recuerdo lo bien que me lo pasé leyendo esta novela que ahora reseñas.
Un beso grande.
Todo lo que este hombre escribió es inolvidable. Yo cuando estoy algo harto de leer cosas que valen poco o son muy superficiales vuelvo a él y salgo reconciliado con la literatura (ja, ja...).
EliminarCuídate mucho, amiga Paloma.
Un beso
Hola.
ResponderEliminarMe ha encantado la reseña, y ya me habías creado una necesidad y me habías enganchado, pero ese final en el que hablas de este mundo plagado de "best sellers inacabables y de novelitas inanes pretendidamente profundas" ha sido definitivo. Quiero leer una historia con personajes así, como dices tú, sin estridencias ni alaracas. Y la temática y ambientación siempre me han gustado.
Qué pena el final del autor.
Muy feliz día y gracias por la reseña.
Evidentemente no todo best seller es larguísimo ni todas las novelitas actuales son sólo pretenciosas, ya se sabe que cualquier generalización es errada pero sí que es verdad que cuando lees 80 ó 90 páginas de Zweig te das cuenta de la existencia de esa línea que separa la buena de la mala literatura.
EliminarTe gustará esta novela breve y de paso a lo mejor aprendes o mejoras tu nivel ajedrecístico (ja, ja...)
Gracias a ti, Marigem, por tu lectura y por tu comentario.
Un beso
Hola, me gusta mucho Zweig, pero esta no la he leído todavia. El mundo del ayer me encantó y es de los que merecen una relectura. Un abrazo!.
ResponderEliminarEfectivamente, Mar. Si has leído "El mundo de ayer" imagino que verías la película que en 2016 dirigió Maria Schrader titulada "Stefan Zweig: 'Adiós a Europa'" ('Stefan Zweig: Farewell to Europe'). Está bien porque te muestra las contradicciones del escritor y los problemas que tuvo que solventar para mantenerse con vida y en libertad durante los años convulsos del nazismo ascendente.
EliminarOtro abrazo para ti, amiga
Anda, me la recomendaron hace tiempo pero aún no me he puesto a ello. En fin, que leyendo reseñas como las tuyas me da cargo de conciencia no ponerme nunca al día; pero en cualquier caso es un gusto leerte a ti, así que con eso me conformo.
ResponderEliminarHola, Espe:
EliminarLa verdad es que la novela es muy cortita y se lee en una tarde. ¡Ah!, y no tengas cargo de conciencia porque los libros van cayendo según el gusto de cada cual sin canon obligatorio, ¿no te parece?
Un beso
¡Muchas gracias por la reseña! Zweig es uno de los muchos autores clásicos que me falta por conocer, y pronto dejará de serlo. Voy a hincarle el diente a esta obra, que a pesar de ser un jugador de club, no he leído ninguna novela sobre mi juego preferido.
ResponderEliminarJa, ja..., suele pasar (lo de ser jugador de ajedrez y no haber leído ésta u otras varias novelas que tratan el tema o se sitúan en ese contexto). De esta hay quienes confiesan que aprendieron a jugar al ajedrez con ella. A mí me parece una exageración; lo que sí es cierto es que si sabes jugar la disfrutas mucho más.
EliminarUn fuerte abrazo
Ais... tengo que volver a leer a este hombre, que ya hace mucho que no pasa por mis manitas y siempre es un gustazo leerle.
ResponderEliminarEste, en su línea, y eso que el tema del ajedrez me interesa cero.
No sé si has leído "Mendel el de los libros", también de este autor, es mi favorito suyo hasta ahora.
Besotes