"El paso del tiempo. Estamos nadando, sumergidos en el tiempo, hasta que al final nos ahogamos y desaparecemos. […]
El cuento de hadas más encantador de la infancia es el de que todo sucede en orden. Tus abuelos se van mucho antes que tus padres y éstos mucho antes que tú. Si tienes suerte, las cosas pueden salirte así." (p.100)
Philip Roth publicó esta novela corta, "El animal moribundo", el año 2001. En ella el personaje narrador, David Kepesh, a sus 70 años ya atisba el final de su vida. Lo ve y lo intuye en que a su alrededor hay personas de su edad e incluso mucho más jóvenes que ya han desaparecido. ¿Es posible que todo lo que me mantiene vivo se pueda desvanecer?, se pregunta. Unos versos de William Buttler Yeats extraídos del poema titulado "Navegando hacia Bizancio" [al final de esta entrada ofrezco completo el bello poema de W. B. Yeats] sirven al autor para titular la novela. El poema de Yeats alude a la desazón que asola al ser humano que aún ebrio de deseo toma conciencia del tiempo que le queda y el hecho mismo lo desazona. Todo el poema de Yeats es hermoso en su hedonismo y también en su estoicismo. Destaco aquí algunas palabras extraídas de estos versos que son clave para entender esta novela de Philip Roth:
Ese no es país para viejos. El joven
/ ... /
Todo lo que se engendra, nace y muere,
/ ... /
Un hombre de edad no es más que una cosa miserable
/ ... /Consume mi corazón lejos; enfermo de deseo
Y atado a un animal moribundo
/ ... /
David Kepesh, profesor emérito de Crítica Práctica, desde su retiro reflexiona y conversa consigo mismo en un soliloquio retrospectivo o, como dicen estudiosos de su obra, en un «dialogo interiorizado» entre el 'yo' locutor y el 'yo' receptor. Durante gran parte de la lectura me preguntaba a mí mismo quién era la persona con la que Kepesh hablaba. Pensaba naturalmente que era él mismo en esa manera que tienen algunas personas de edad de pensar verbalizando e incluso emitiendo sonidos; pero en otros momentos las dudas me invadían porque hay en esta historia, acaecida ocho años atrás que ahora está recordando, instantes en los que ese 'tú' parecía corresponder a su gran amigo, personaje presente en el relato, el poeta George O'Hearn; sin embargo según avanzaba la novela hube de descartarlo; y así me pasó también con Carolyn Lyons, antigua alumna suya con la que mantuvo relaciones hacía ya casi 30 años y que ahora ha encontrado casualmente en la calle. No, verdaderamente este hombre mayor, este seductor y conquistador inveterado, este animal moribundo, está sólo consigo mismo. Es la novela un puro ejercicio autorreflexivo, un soliloquio, en el que David Kepesh podría argumentar, como decía Antonio Machado, eso de dialogo con el hombre que siempre va conmigo; e ignoro aunque no lo excluyo, habiendo leído completo el poema de Yeats que lo inspira, que como el sevillano ilustre esté en la idea de que quien habla solo, espera hablar a Dios un día.
Coprotagonista de la historia relatada junto a este profesor que mantiene muy vivo su apetito sexual está la norteamericana de origen cubano Consuelo Castillo, bellísima alumna del Seminario que sobre Crítica Práctica imparte durante un cuatrimestre Mr. Kepesh. Este profesor es muy consciente del enorme atractivo que desde siempre ha tenido para las mujeres como lo demuestra la enorme proporción de éstas que se apuntan a su Curso
En el seminario de Crítica Práctica participan unos veinte alumnos, a veces hasta veinticinco, por lo que habrá quince o dieciséis chicas y cinco o seis chicos, de los que dos o tres son heterosexuales.
Consuelo debiera de haber sido simplemente una más de esas alumnas que el afamado profesor desde un primer momento sabe o intuye será presa suya. Precavido y escarmentado, jamás mientras duran las clases tiende sus redes. Es al finalizar las mismas, una vez que ya nada sospechoso de acoso sexual o abuso de poder pueda enturbiar la posible relación que David Kepesh procura tener una aventura sexual con alguna de ellas. El interés que emana de su figura de hombre mayor con enorme cultura, unido al prestigio social derivado de ser autor de crítica de libros en la NPR (Radio Pública Nacional) y contertulio en el programa cultural de un canal televisivo en el que habla sobre temas diversos de manera amena, clara y relajada, le permite abordar a las chicas que le interesan. En esta ocasión Consuelo Castillo va a ser un asunto distinto.
Año y medio dura la relación intensa y muy sexual mantenida entre ambos. En el transcurso de la misma vamos conociendo la vida de esta cubana nacida en Norteamérica, hija de cubanos ricos que emigraron con la llegada de Castro al poder en la isla. Todo este asunto de Cuba y la difícil relación con USA así como la liberalidad y entrega sexual de Consuelo a cuanto desea David lleva al narrador a contarnos aspectos de su propia vida. Él se casó muy temprano y de esa relación nació un hijo, Kenny, que en el momento de escritura tiene 42 años. Padre e hijo son totalmente distintos en todo, así mientras David rechaza el matrimonio y sólo desea tener relaciones sexuales con mujeres diversas, Kenny es monógamo y entiende que los sentimientos son muy importantes en cualquier relación.
Es interesante observar cómo David Kepesh achaca lo acaecido en su vida personal a los sucesos ciertamente revolucionarios ocurridos en el mundo durante los años 60 y los primeros 70. La disponibilidad sexual que para los hombres supuso que las mujeres controlasen su maternidad fue lo que a él le llevó al divorcio pues habiendo tantas mujeres ahí afuera por qué contentarse con una, le dice a su amigo O'Hearn
La novela está escrita con ese estilo típico de Roth: directo, sin amilanarse ante la situación por dura que ésta sea, utilizando en ella las palabras exactas sin preocuparle nada que esto pueda incomodar al lector bien pensante, algo que cuando el asunto que se toca es el del sexo o el de la muerte es fácil que ocurra en algunas descripciones absolutamente explícitas de esos momentos.
Año y medio dura la relación intensa y muy sexual mantenida entre ambos. En el transcurso de la misma vamos conociendo la vida de esta cubana nacida en Norteamérica, hija de cubanos ricos que emigraron con la llegada de Castro al poder en la isla. Todo este asunto de Cuba y la difícil relación con USA así como la liberalidad y entrega sexual de Consuelo a cuanto desea David lleva al narrador a contarnos aspectos de su propia vida. Él se casó muy temprano y de esa relación nació un hijo, Kenny, que en el momento de escritura tiene 42 años. Padre e hijo son totalmente distintos en todo, así mientras David rechaza el matrimonio y sólo desea tener relaciones sexuales con mujeres diversas, Kenny es monógamo y entiende que los sentimientos son muy importantes en cualquier relación.
Es interesante observar cómo David Kepesh achaca lo acaecido en su vida personal a los sucesos ciertamente revolucionarios ocurridos en el mundo durante los años 60 y los primeros 70. La disponibilidad sexual que para los hombres supuso que las mujeres controlasen su maternidad fue lo que a él le llevó al divorcio pues habiendo tantas mujeres ahí afuera por qué contentarse con una, le dice a su amigo O'Hearn
Las Zonas Residenciales. La Píldora. La Píldora que dio la igualdad a la mujer. La Música. Little Richard que lo impulsó todo. El Backbeat Pélvico. El Coche. Los chicos ahí afuera, dando vueltas en el Coche. La Prosperidad. La ida y vuelta cotidianas, de casa a la oficina y viceversa. El Divorcio. Mucho entretenimiento de adultos. La Hierba. La Droga. El doctor Spock. (pág. 30)A todo esto habría que añadir en el caso concreto de Estados Unidos la revuelta política contra la Guerra de Vietnam que aunó en la lucha a los jóvenes de ambos sexos, y a éstos a su vez con las generaciones mayores que así se adhirieron también a la revuelta sexual. La vida, el sentirse vivo, se centraba (se centra para David en el momento presente) en el sexo. El sexo como medio para combatir la Muerte: El sexo no es sólo fricción y diversión superficial. El sexo es también la venganza contra la muerte. No te olvides de la muerte. No la olvides jamás. (p. 48). Es decir que si tienes sexo es que aún estás vivo. Si eres atractivo para las mujeres jóvenes es que aún estás vivo. Si cuando te reencuentras con una mujer con la que mantuviste relaciones y pasadas unas décadas las retomas de manera satisfactoria para ambos es que aún estás vivo... Todo esto es lo que piensan y les sirve de justificación a David y a su gran amigo George O'Hearn a propósito del comportamiento de ambos.
El poeta irlandés O'Hearn le advierte a David Kepesh del enorme peligro que corre con esa mujer bellísima que es Consuelo Castillo dado que el narrador entra en desazón cuando ella no está o cuando él piensa que estará con chicos de su edad. En definitiva, está celoso. Por esto su amigo poeta le advierte
Ambos amigos son intelectuales admiradores de la belleza y del arte y piensan que para gozar debidamente de la obra artística siempre hay que mantener una distancia. De no hacerlo así se corre el riesgo de ser fagocitado por la enorme belleza del objeto y perder el necesario juicio crítico. Pero Consuelo no es sólo un objeto bello y David lo va a ir percibiendo especialmente cuando de un modo muy diferente en la forma pero igual en las consecuencias ella se aproxima a la condición de animal moribundo que sólo él creía poseer.Has violado la ley de la distancia estética. Has imbuido de sentimiento la experiencia estética con esta chica... la has personalizado, la has sentimentalizado, y has dejado de percibir la separación esencial para tu goce.
La novela está escrita con ese estilo típico de Roth: directo, sin amilanarse ante la situación por dura que ésta sea, utilizando en ella las palabras exactas sin preocuparle nada que esto pueda incomodar al lector bien pensante, algo que cuando el asunto que se toca es el del sexo o el de la muerte es fácil que ocurra en algunas descripciones absolutamente explícitas de esos momentos.
En el diálogo que David Kepesh realiza con esa segunda persona que es él mismo, en una especie de soliloquio o monólogo interior propio de las reflexiones, son varios los asuntos que van apareciendo perfectamente engarzados con el tema fundamental que es, inexorable, el paso del tiempo (El paso del tiempo. Estamos nadando, sumergidos en el tiempo, hasta que al final nos ahogamos y desaparecemos). Luego ya va mostrando otros como el de la muerte presente en todo el texto pero específicamente singularizada en la de su amigo George (George tenía la boca ladeada, abierta, esa boca de los moribundos) que por su dureza y extremado realismo no quiero mostrar en esta reseña.
Junto a estos dos temas esenciales aparece el del choque entre ideologías como la de los cubanos conservadores (leen El Diario y el Bergen Record, aman a Reagan, aman a Bush, odian a Kennedy, ricos cubanos de Nueva Jersey) a los que pertenece Consuelo y la de los intelectuales progresistas con los que se identifica el profesor. Un profesor ya mayor que hoy día sería objeto de crítica cuando no de persecución por su pensamiento y comportamiento con las mujeres así como por sus opiniones respecto al colectivo gay que él considera conservador en grado sumo:
- Respecto de las mujeres:
- El azaroso impulso masculino, la iniciativa masculina, no era una acción ilícita que requiriese denuncia y sentencia, sino una señal sexual a la que uno reacciona o no. ¿Controlar el impulso masculino e informar sobre él? No las habían educado en ese sistema ideológico. (p. 42)
- Respecto del colectivo gay:
- ahora hasta los gays quieren casarse. Y hacerlo por la Iglesia, con doscientos o trescientos testigos, y esperar a ver qué resulta del deseo que los llevó a ser gays en primer lugar. Esperaba más de esa gente (p. 46)
- Los gays son militantes: quieren el matrimonio y quieren abiertamente enrolarse en el ejército y ser aceptados. Las dos instituciones a las que yo odiaba. (p. 47)
Para finalizar quiero señalar un asunto que es importante y de gran trascendencia en el colectivo de intelectuales estadounidense. Si a este dato -intelectuales- se le añade también el de judíos se entenderá bien claro el interés que en la sociedad americana tiene ese choque entre iniciados en el mundo del arte y de la cultura en todos sus ámbitos y el común de los mortales, o sea, el resto. Estos intelectuales se consideran élite y si además como Philip Roth son judíos su sensación de pertenencia al grupo de seres humanos elegidos es aún mayor. Así me ha parecido verlo reflejado en este David Kepesh respecto a su relación con ese bellezón que es Consuelo Castillo que procedente de una rica familia cubana él considera algo vulgar. Así mientras que él prefiere tocar música al piano, ella se molesta con él por no haber asistido a su fiesta de graduación:
Tocaba las sonatas de Mozart. Tocaba la música para piano de Bach. La tocaba, estaba familiarizado con ella, lo cual es distinto a tocarla bien. Tocaba piezas isabelinas de Byrd y compositores por el estilo. Tocaba a Purcell. Tocaba a Scarlatti. Tengo todas las sonatas de Scarlatti, las quinientas cincuenta en su totalidad (p. 64)
Su inmensa cultura musical unida a la literaria sirve para marcar su enorme distancia con Consuelo. Distancia que creo ver reflejada en esta frase irónica, sarcástica, muy en la línea de otro gran intelectual judío dotado de un agudo y cínico sentido del humor como es Woody Allen
¿Una chica que se quita el tampón delante de mí y luego, porque no he ido a su fiesta de graduación, rompe conmigo? (p. 64)
Una novela, en definitiva, que muestra la lucha interna entre la autonomía o la sujeción en un ser ya pasado de época. Un hombre que quizás equivocadamente piensa que el sexo es una vacuna frente a la muerte o al menos un paliativo del destino inexorable. En el diálogo que mantiene consigo mismo respecto a su relación con Consuelo se dice No me interpretes mal. No es que, gracias a Consuelo, puedas engañarte y creer que tienes una última oportunidad de recuperar tu juventud. Y prosigue, advirtiéndose con una alucinante claridad de mente que Lejos de sentirte joven notas el patetismo de su futuro ilimitado en contraposición con el tuyo, que es limitado, percibes incluso con más intensidad que de ordinario el patetismo de los dones naturales que has perdido.
Un texto profundo, enorme, muy bien escrito, lúcido, independiente, libre, sin atadura alguna a un comportamiento políticamente correcto. En definitiva, Philip Roth (Newark, New Jersey, 1933 - Nueva York, 2018) escritor que se quedó sin Premio Nobel quizás por su tremenda independencia y que aquí en España reconocimos su Obra y categoría con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras el año 2012. Un escritor imprescindible. Un clásico contemporáneo.
"Elegy" de Isabel Coixet
Muchas novelas de Philip Roth conocen adaptación cinematográfica y la mayoría de ellas son de mi agrado. Recuerdo ahora la adaptación de "El lamento de Portnoy" dirigida en 1972 por Ernest Lehman, "La mancha humana" que siempre que la veo me encanta dirigida en 2003 por Robert Benton, o "Pastoral americana" que en 2016 dirigió y protagonizó Ewan McGregor junto a Jennifer Connelly y Dakota Fanning y de la que tengo reseña hecha en este blog.
También "El animal moribundo" conoció versión cinematográfica el año 2008 protagonizada por Penélope Cruz en el papel de Consuelo Castillo, por Ben Kingsley en el de David Kepesh y por Dennis Hopper en el del poeta George O'Hearn. Está dirigida por Isabel Coixet y el título que tiene el film es el de "Elegy". La vi hace ya siete u ocho años y tras haber leído ahora la novela creo que ésta supera con creces al resultado de la adaptación a la gran pantalla.
Muchas son las diferencias entre ambas. Para empezar diríamos que el físico de Penélope Cruz aun siendo magnífico no acoge en su integridad el que Roth da a su bellezón cubano tanto en pura carnalidad como en la dulzura y enorme ternura que esa chica de 32 años desprende en el relato novelesco. Ni que decir tiene que la novela es mucho más explícita en sus escenas sexuales que la película. Pero sin lugar a dudas la diferencia más grande entre una y otra es que en el film desaparece el soliloquio retrospectivo o 'diálogo interiorizado' sustituido por uno externo realizado entre el profesor rijoso y su amigo irlandés George O'Hearn.
La cinta en general fue acogida de manera desigual. Para los amantes del escritor norteamericano entre los que humildemente me encuentro es una adaptación insuficiente del gran Roth. Muchas de las cualidades del novelista no encuentran correspondencia alguna en el film. Los detractores de Philip Roth por la crudeza de sus temas y la mostración sin tapujos de las miserias y los deseos humanos clamaron contra el escritor de origen judío considerando que de una mala novela Isabel Coixet había logrado realizar una excelente película.
En mi opinión, Isabel Coixet prescinde de la sexualidad y opta por el romanticismo con profusión de escenas de enamorados que llegan a empalagar y que una vez leída la novela se me revelan como algo falsas respecto al modelo original. Con todo y con eso la película bien merece ser visionada porque Cine y Literatura son dos maneras de narrar que se retroalimentan mutuamente.
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WB Yeats, "Navegando hacia Bizancio"
I
Aquél no es país para viejos. Los jóvenes
Tomados del brazo, los pájaros en los árboles
-Aquellas generaciones que se mueren- cantando,
Las cascadas de salmón, los mares atestados de verdeles
, Pescado, carne, o aves, elogian todo el verano
Todo lo engendrado, nace y muere.
Atrapado en esa música sensual descuida todo
Monumentos de intelecto que no envejece.
II
Un hombre de edad no es más que una cosa miserable,
Un abrigo andrajoso sobre un palo, a menos que
El alma aplauda y cante, y cante más fuerte
Por cada arruga en su vestido mortal,
Ni hay escuela de canto sino el estudio de
Monumentos de magnificencia única;
Y por eso he navegado los mares y he venido
A la sagrada ciudad de Bizancio.
III
Oh sabios erguidos en el santo fuego de Dios
Al igual que en el dorado mosaico de un muro,
Vengan del fuego sagrado, giren en un círculo,
Y sean los maestros del canto de mi alma.
Extingan mi corazón; enfermo de deseo
Y atado a un animal moribundo
No sabe lo que es; y llévenme
Al artificio que es la eternidad.
IV
Una vez fuera de la naturaleza jamás tomaré
Mi forma corpórea de ninguna cosa natural,
Sino una forma como la que los Herreros griegos hacen
De oro martillado y esmalte dorado
Para mantener despierto a un somnoliento Emperador;
O ponerse sobre una rama dorada para cantar
A los señores y damas de Bizancio
Sobre lo que ha pasado, o lo que pasa, o lo que vendrá.
[WB Yeats, 1928, ©Traducción de Juan Carlos Villavicencio, 2016.]
No he leído esta novela, pero veo que tiene todas las señas del autor. Estaba viendo al Zuckerman ya mayor, de "Sale el espectro" o de "La lección de anatomía". Qué gran escritor. He leído doce novelas suyas y cada una me ha gustado tanto o más que las predecesoras. Aunque creo que mi favorita es "La mancha humana".
ResponderEliminarCreo que no he visto la película de Isabel Coixet y tengo mis dudas sobre Pastoral Americana. Por cierto, si tienes HBO están echando una miniserie basada en "La conjura contra América". Solo he visto un capítulo, pero es un lujo de ambientación.
Un beso.
Para mí, Roth es uno de los mejores. Desde la primera página te das cuenta de su calidad. Esta novela no es de las mejores. Yo también me inclino por "La mancha humana" pero incluso "El lamento de Portnoy" y muchas otras de sus inicios son buenas vistas con perspectiva. Una mente muy lúcida.
EliminarNo tengo HBO donde ya sé que están pasando "La conjura contra América". A ver si quizás la pasasen por Movistar, Netflix o Filmin (jó, tres plataformas de esas y en ninguna la veo) en un futuro no muy lejano.
Besos
PUes no he leído nada del autor aún. Y ahora mismo no estoy con el ánimo necesario para enfrentarme a esta lectura y sus reflexiones, sinceramente. A ver si más adelante, porque me gustaría leer algo de este escritor.
ResponderEliminarBesotes!!!
Sí, MArgari, tienes que leer algo de Philip Roth. Aunque no hayas leído nada suyo estoy seguro de que habrás visto alguna de las adaptaciones cinematográficas de sus novelas pues hay muchas y bastante buenas la mayoría ("Indignación", "La mancha humana", "Pastoral americana"...)
EliminarUn beso
Philip Roth fue un gran escritor, sin duda, y merecía el Premio Nobel. Su escritura es cautivante; diría que no tiene un gramo de grasa.
EliminarDavid Kepesh lo mismo que David Lurie de Coetzee, es un personaje introspectivo adherido a los conflictos socio-políticos de su época, y secuestrado en las redes de su ansiado deseo de libertad. También al tempus fugit, a la autoridad del erotismo y, como no, a la muerte.
Magnífica aportación y recomendación!!
Muchas gracias por compartir.
Un abrazo
Muchas gracias por tus palabras sobre mi reseña pero, Marybel, me quito el sombrero ante tu comentario. Magnífica aportación. La comparación del David de Roth con el David Lurie de Coetzee me parece oportunísima. Tanto que me han entrado inmensas ganas de retornar al sudafricano, un escritor que me encanta.
EliminarBesos confinados
Tengo muchas ganas de leer algo de Philip Roth.
ResponderEliminarEs un autor que me llamó la atención después de ver la peli Pastoral Americana, que me dejó ko por la temática... e indagando descubrí que estaba basada en un libro de este hombre. Así que lo dicho, a ver si me estreno pronto con él.
Besotes
Roth como Coetzee, Salter o Carver, es un imprescinidble de nuestra época. Sus obras son atrevidas, chocantes, desinhibidas y hay lectores a quienes no les agrada por eso. Pero como dice Marybel Galaaz en el comentario que un poco más arriba ha dejado es un escritor que no tiene un átomo de grasa. La imagen me parece perfecta.
EliminarUn beso
No conocía el libro. De Roth he leído poquísimo, poquísimo pero me gustaría poner remedio. De este en concreto me encanta que se emplee el monólogo interior, un recurso que me fascina. Pero te diré que lo que más me ha llamado la atención son las pelis que mencionas. No he visto ni una, y me las voy a anotar aunque con Coixet tengo mis más y mis menos. En fin, muchas gracias por el post Juan Carlos, muy interesante. Feliz domingo.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, Marisa, por tu comentario. De las pelis te recomiendo "Pastoral americana". De Roth, la verdad es que casi todo lo suyo me gusta, aunque sé que no todos comulgan con su literatura.
EliminarUn beso
¡Hola Juan Carlos! Veo que estás leyendo "a pares". No he leído todavía a Roth, así que no puedo opinar. Respecto a Elegy, no he visto la peli y mira que a mi Coixet me encanta y que es 2008, igual me animo aunque no la hayas disfrutado tanto en su día como has hecho con la novela (no suele fallar, novela mejor que adaptación cinematográfica, salvo raras excepciones)
ResponderEliminarLas pelis me las llevo
¡Besos!
'A pares' es una sección que me dio por hacer un día que veía que se me acumulaban libros sin reseña para así irles dando salida. En esta ocasión es el libro y su adaptación cinematográfica. Para que no te defraude la peli de Isabel Coixet lo mejor que puedes hacer es ver primero la peli y luego leer la novela; de esa manera pasarás dos momentos buenos. De las otras pelis puedo hablar con conocimiento de causa de "Pastoral americana", ¡recomendable!
EliminarBesos
No he leído nada del autor. pero de momento, no me llama mucho. Un beso.
ResponderEliminarPhilip Roth siempre estará ahí esperándote (ja, ja...)
EliminarBesos
Pues ahora que lo pienso, no consigo recordar si he llegado a leer algo de Philip Roth... Me apunto esta novela para más adelante, porque llevo unos días que no me concentro demasiado cuando intento leer así que quizá no sea el mejor momento...
ResponderEliminarHola, Espe:
EliminarSegún mi experiencia lectora, pienso que es fácil que no hayas leído a Philip Roth porque -hablo por mí, claro- cuando se lee algo suyo no suele olvidar la impresión que produce su literatura (tono, temas, estilo...). Ojalá que este período aciago por el que estamos pasando se desvanezca y vuelva la 'normalidad' que -¡miedo!- algunos la denominan 'nueva normalidad'.
Un beso
El poema de Yeats es una maravilla, me ha gustado desde siempre, lo he usado desde citas en mis bullets, pie para mini historias y panegírico 🙄
ResponderEliminarNo he leído el libro y lo haré, sí, pero sí he visto la película; no se si elegí un buen momento porque...me aburrió rozando el tostón 😖
Ea.
Besito, fiera de las reseñas 😁💋
Yeats es un poeta no fácil, complejo, pero quizás por ello, maravilloso. El poema es muy bueno y a mí me ha recordado otro de Cavafis titulado "Ítaca".
EliminarSobre "Elegy" coincido contigo. Desde luego no es lo mejor de la Coixet y tampoco de Penélope ni de Ben Kingsley. En fin, vaya, no es nada buena. Mucho mejor la novela desde luego sin ser lo mejor de Philip Roth.
Un besazo
No te niego que como mujer el personaje de Kepesh me ha producido cierto rechazo. Aun así, has conseguido crearme interés por esta novela además de que el tema del paso del tiempo, la muerte, etc. me interesan. E, inexplicablemente (me temo que tengo demasiados inexplicables en mi debe), no he leído nada de Piliph Roth, así que tal vez deba comenzar a plantearme seriamente no demorarlo más.
ResponderEliminarEn cuanto a la película no la he visto y de momento así se va a quedar, al menos mientras considere leer la novela, pues cuando veo adaptaciones cinematográficas y leo también el libro en el que se basan prefiero leer la novela antes de ver la película. Me gusta el cine de Coixet, pero es bien cierto que cuesta pensar en algunos libros, especialmente cuando tienen tanto de introspectivos (soliloquios, en este caso, como dices), llevados a la gran pantalla.
Precioso el poema de Yeats.
Besos
Hola, Lorena:
EliminarComo digo en la reseña, David Kepesh hoy no tendría cabida y menos en el ideario de movimientos tipo MeToo. No obstante conviene leer el relato pues el mundo en que vivimos está compuesto al 50% por ciento por personas de uno y otro sexo, y cada uno en el campo de las relaciones juega, ha jugado e imagino que seguirá jugando sus cartas. Kepesh no forzaba a nadie, más bien al contrario la mayoría de las veces eran ellas, sus alumnas y exalumnas, las que se le ofrecían más para obtener dada la relevancia del viejo profesor algún valor añadido a su relación. En este sentido es interesante ver la ecuanimidad con la que Roth presenta a los personajes de ambos sexos.
La película, dados los monólogos y soliloquios contenidos en la novela y lo explícito de las relaciones sexuales soportadas mejor sobre el papel que sobre el celuloide, queda en una situación endeble, sosa y como con poca chicha. Vamos, que no tira hacia adelante con la fuerza de otras de la Coixet.
¡Uy, Lorena, si tú con tu edad dices que tienes muchos inexplicables en tu 'debe', qué tendría que decir yo con la mía!
Muchísimos besos