Quienes habitualmente pasan por aquí sabrán que, sin olvidarme nunca, leo cada semana los suplementos literarios de los diarios "El Pais" y "El Mundo", es decir, "Babelia" y "El Cultural". La mayoría de las firmas me agradan, pero hay dos que valoro especialmente, me refiero a José María Guelbenzu en "Babelia" y a Ignacio Echevarría en "El Cultural". Leer a ambos me sirve para informarme de aspectos literarios y de títulos de obras interesantes poco tratados o comentados. Gracias a ellos he conocido a Richard Stern.
Richard Stern (Nueva York, 1928 - Tybee Island, Georgia, 2013) fue, además de autor de novelas y cuentos, profesor de Literatura inglesa en la Universidad de Chicago, formó parte durante algunos años del Taller de Escritores de Iowa y como profesor invitado dio cursos de literatura en Heidelberg y París. "Las hijas de otros hombres", su quinta novela, apareció el año 1973. En España nada suyo se había publicado hasta ahora. Ha sido la editorial Siruela la que en marzo de este año, en su colección 'Nuevos Tiempos', la ha dado a conocer entre nosotros en traducción de Laura Salas.
La novela presenta a un profesor, Robert Merriwether, que a sus cuarenta y tantos años se enamora de una veinteañera, Cynthia Ryder. Este encuentro entre la madurez, sabiduría y experiencia del médico y fisiólogo, especialista en el estudio de la sed, y la vitalidad, juventud y espontaneidad de la alumna inmersa en la liberación sexual y de costumbres de los años sesenta en que se sitúa la novela, hace tomar conciencia al equilibrado profesor Merriwether de la vía muerta en la que desde ya hacía algún tiempo se hallaba su matrimonio con Sarah.
El personaje masculino vive una auténtica convulsión íntima al conocer a Cynthia. Poco a poco su relación con ella avanzará y también sin estridencias irá dejando de lado su apagada vida marital con Sarah, aunque no su inmenso amor por sus cuatro hijos: Albie, Priscilla, Esmé y George. Robert es un buen padre, mejor dicho, es un magnífico padre; por eso cuando definitivamente su matrimonio periclita su máxima preocupación es la de no dañar a sus hijos, especialmente a los dos más pequeños, Esmé y George. La esposa, Sarah, no tiene más remedio que despertar y tomar decisiones una vez que el adulterio de Bob, su esposo, es conocido por toda la sociedad de Cambridge (Massachusetts) donde viven y en cuya Universidad de Harvard él ejerce la docencia.
Varios son los niveles en los que se desarrolla la aventura amorosa del maduro profesor Merriwether: uno es el propio y personal de cada uno de los miembros de la desigual pareja; otro el de la relación a dos bandas de Robert con las dos mujeres con las que durante un tiempo comparte su vida; otro más es el de la vida pública del profesor y conferenciante Merriwether quien acude a las ciudades donde imparte docencia o dicta conferencias en compañía de su 'amiga' despertando entre sus colegas infinidad de comentarios; y otro, por último, es el de las reacciones del mundo familiar de Bob y Cynthia al conocer el idilio que viven ambos. En todos estos niveles se mueve el relato y todos ellos los muestra el autor con equidad y naturalidad. Nada ni nadie queda en esta novela en un segundo plano, nada ni nadie sale perdedor o ganador en esta natural vivencia que es la ruptura de una relación y el nacimiento de otra.
La novela muestra la vida tal cual es; mejor dicho, la novela muestra el nacimiento de las relaciones tal y como son hoy día. En el momento de su publicación, año 1973, este relato seguramente conmocionó las conservadoras bases de la sociedad americana al presentar la liberalidad en las relaciones sexuales sin censura alguna, algo que hoy forma parte de nuestro día a día. La revolución social más importante que se dio en el siglo pasado fue, sin duda alguna, la de la liberación de la mujer, una liberación basada esencialmente en el control ejercido por ella misma de sus embarazos, lo que le permite disfrutar del sexo como antes jamás había podido hacer. Cynthia se enamora y se une a Robert no por interés económico como podría pensarse dada la gran diferencia de edad entre ambos, no, ella se une a Bob porque se ha enamorado de él, porque disfruta con él, porque aprende de él..., en definitiva, porque es una mujer libre y hace uso de esta facultad. También Sarah, la esposa de Merriwether, aprende y gana en realización personal al tener que tomar decisiones que jamás, como esposa amable y esforzada madre de cuatro hijos, habría tomado de no haber estallado el conflicto que hace naufragar lo que siempre creyó sólido: su matrimonio.
Tomado de la Página web: http://www.harvard.edu/ |
Todos los personajes evolucionan, todos los actuantes deberán posicionarse ante lo sucedido, tanto los hijos de Bob como el padre de Cynthia o los compañeros de universidad de Merriwether. Ante una conmoción emocional como la que sufre la pareja formada por el profesor y su alumna no cabe permanecer impertérrito y así se ve en el relato en el que las personas de su alrededor se sorprenden, apoyan, comprenden, critican o simplemente ignoran la nueva situación. Todo ha cambiado aunque no lo parezca y sobre todo ha cambiado para Robert Merriwether que al llevar hasta sus últimas consecuencias la relación con Cynthia ha abandonado la zona de confort (respetado profesor de Harvard, padre amantísimo felizmente casado) donde estaba y ha optado por una vida azarosa, nueva, semejante a "la idea antidarwiniana que el profesor Eigen rechazó en la charla más importante de la conferencia de Boulder" a las que Merriwether asistió a fin de encontrar el centro del asunto sobre el que iba a tratar el libro que le habían encargado hacer.
La novela es de estructura sencilla, cuatro partes en las que se distribuye la historia de la disolución de un matrimonio. En la primera, -de seis capítulos-, se produce el mutuo descubrimiento de Cynthia y Robert; la segunda de sólo dos capítulos transcurre en Niza (Francia) donde él pasa el verano dando un curso estival y unas conferencias. Es allí en Niza donde la relación se consolida. En la tercera parte -seis capítulos- estamos de vuelta en Estados Unidos, donde la historia del profesor y su alumna ya ha trascendido el ámbito privado; el divorcio se abre paso. La cuarta parte es la culminación de todo el proceso y consta de un único apartado.
El lenguaje empleado es elegante y nada rebuscado cumpliendo a la perfección la finalidad pretendida: mostrar la amable vida de un hombre normal que salta los límites de su anodina existencia por culpa de un amor sincero que la sociedad bienpensante de Cambridge no acepta debidamente
"- Esa amiga suya le ha causado una gran angustia a Sarah. En una comunidad como Harvard, resulta especialmente humillante. - Aquella 'a' de Harvard era bostoniana de pura cepa, pero la 'a' de humillante provenía de Irlanda" (capítulo 11)El narrador es una tercera persona externa que focaliza principalmente en el profesor Merriwether la narración sin abandonar, y dándole el peso debido, a los otros personajes cuando así viene exigido por la historia: Cynthia, Sarah, los hijos de Sarah y Bobbie... Este narrador emplea a veces el EIL (estilo indirecto libre) provocando ese mágico efecto en el lector de inmersión en el propio relato
"Tenía el disco, ¿podía ponérselo y bailar para él, o le parecería una estupidez!?
No, por supuesto que no. Estaría encantado. Pero ¿dónde?" (capítulo . 2)
En una novela como ésta que transcurre en un campus universitario y cuyo personaje principal es un afamado profesor que asiste a congresos y se codea continuamente con colegas de profesión es normal que las alusiones culturalistas abunden. Éstas van referidas con frecuencia al campo de la fisiología y de la sed, especialidad de Robert, pero no sólo a esto. Nombres de científicos como Bohr y de pensadores como Thoreau y Ralp Waldo Emerson se mezclan con otros de autores más literarios como Shakespeare o Colette de quienes se nombran obras ("Hermione" o "Cuento de invierno" de Shakespeare y "Lo puro y lo impuro" de Colette) en el relato. Estas citas sirven para situar debidamente la personalidad de aquellos personajes que las utilizan. Y otro tanto sucede con la música. En la cena de Acción de Gracias con los Calender,Tips, la hija de estos, junto a su novio Theo y con Sarah al piano cantan y tocan piezas de Rameau, Purcell, Bach... Es evidente que la extracción social de estas familias es cultural y económicamente elevada.
La novela me ha recordado a otra que leí hace ya algún tiempo, "Stoner", de John Williams [leer reseña de la misma aquí], que como ésta de Richard Stern toma elementos muy autobiográficos para construir una historia que impacta precisamente por la cotidianidad que contiene y que transmite. En ambos casos estamos ante dos autores profesores universitarios de literatura y ambas novelas presentan un protagonista que mantiene una relación amorosa con una alumna. Quizás la novela de John Williams incide más en el mundo de envidias y zancadillas de los claustros universitarios y la de Stern se centra más en la disolución de una confortable vida burguesa. pero ambas novelas tienen como trasfondo la sociedad norteamericana enfangada en la guerra de Vietnam en la de Richard Stern y en la IIª Mundial en la de Williams. Ambos conflictos procuraron cambios sociales trascendentales que son los que acarrean los sucedidos de una y otra novelas.
Para finalizar señalar que las dos novelas se publicaron hace tiempo (en 1965 "Stoner" y en 1973 "Las hijas de otros hombres") y que ambas pasaron desapercibidas en su momento entre nosotros. Quizás, como dice Ignacio Echevarría, en su artículo de "El Cultural", la narrativa anglosajona "dada la amplitud de su producción y de su público, cuenta con una abundante “clase media” de escritores que, sin haber alcanzado un estatuto ni mucho menos canónico, revelan hoy una categoría muy por encima del actual promedio". Comulgo del todo con la opinión de este crítico literario. Curiosamente estos autores hoy reeditados y dados a conocer ahora entre nosotros se consideraron a sí mismos fracasados en su momento:
"El mismo Stern, al parecer, decía de sí mismo: 'Fui un fracasado antes de haber fracasado'” (Ignacio Echevarría en "El Cultural")
Philip Roth habló siempre muy bien de Richard Stern. No es de extrañar, primero por la calidad de sus novelas y en segundo lugar por la coincidencia de ambos en temas y asuntos como sucede con el de la relación entre un hombre mayor y una chica joven. Este asunto lo trata Roth en novelas como "El animal moribundo". También la mostración de la sociedad americana en transformación durante los años sesenta la realiza Roth en su magnífica novela "Pastoral americana" [leer reseña aquí]. Sí, verdaderamente ambos autores tienen muchas cosas en común.
Reflexión final
Es evidente que la calidad exigida a autores y escritores, -también en nuestro país-, no es hoy la que se daba cincuenta años atrás. La democratización de la cultura quizás ha traído aparejada una considerable bajada de nivel. Hoy cualquiera se declara escritor, cualquiera publica, y lo que es más sorprendente algunas editoriales se centran en ellos para sanear la caja. Cuando leemos a autores del siglo XX de "segunda fila" como John Williams, Richard Stern o también Dominick Dunne [reseñas de obras suyas aquí y aquí] cuyas novelas aparecidas hace cuarenta o cincuenta años atrás es ahora cuando se han dado a conocer entre nosotros, caemos en la cuenta del enorme nivel de la narrativa norteamericana, consecuencia del cual quedaron por el camino autores de inmensa calidad como los aquí citados. Sería deseable que esta recuperación de escritores ignorados conllevase en los de hoy en ejercicio una mayor exigencia. Ojalá que así sea.
Reflexión final
Es evidente que la calidad exigida a autores y escritores, -también en nuestro país-, no es hoy la que se daba cincuenta años atrás. La democratización de la cultura quizás ha traído aparejada una considerable bajada de nivel. Hoy cualquiera se declara escritor, cualquiera publica, y lo que es más sorprendente algunas editoriales se centran en ellos para sanear la caja. Cuando leemos a autores del siglo XX de "segunda fila" como John Williams, Richard Stern o también Dominick Dunne [reseñas de obras suyas aquí y aquí] cuyas novelas aparecidas hace cuarenta o cincuenta años atrás es ahora cuando se han dado a conocer entre nosotros, caemos en la cuenta del enorme nivel de la narrativa norteamericana, consecuencia del cual quedaron por el camino autores de inmensa calidad como los aquí citados. Sería deseable que esta recuperación de escritores ignorados conllevase en los de hoy en ejercicio una mayor exigencia. Ojalá que así sea.
No lo conocía, pero esos últimos comentarios en cuanto a la calidad de lo que se escribe actualmente, lo comparto también. Y no tiene nada que ver con que un libro se entienda fácil y tenga un lenguaje sencillo. Me ha pasado que he agarrado novelas que termino abandonar por el lenguaje rebuscado que se utiliza, como si eruditos fueran los mayores usuarios del entretenimiento a base de literatura para pasar las tardes y antes de dormir.
ResponderEliminarHola, Fany:
EliminarGracias por tu comentario. Es una novela interesante. Si la lees ya me dirás.
Besos
Son muchos los autores norteamericanos de “clase media” que aquí son desconocidos o muy poco leídos. A este no lo conocía y ya me atrajo la novela nada más ver la portada cuando lo pusiste en Tarro-Libros.
ResponderEliminarVoy a hacerme con él y también con el de John Williams. Recientemente he descubierto otros autores estadounidenses que se publican ahora en español como Charles Simmons o William Maxwell. Como bien dice Ignacio Echevarría, la literatura anglosajona (y yo recalcaría especialmente la estadounidense) tiene mucha producción y mucho público. Ya quisiéramos tener aquí por nuestra literatura la misma afición que tiene una parte de la sociedad americana por la suya. Y la misma cantidad de autores muy buenos.
Gran reseña.
Un beso.
Compartimos el gusto por la literatura norteamericana. Gracias a editoriales como Libros del Asteroide o Impedimenta están apareciendo en España obras de estos autores de "clase media" cuya calidad es innegable. Tomo nota de los dos nombres que citas que no conocía. Veo que de Charles Simmons está en la Biblioteca de mi barrio "Agua salada" y de William Maxwell "Adiós, hasta mañana" novela que, leo por ahí, se considera la mejor de las suyas. Son además cortitas, ideales para estas tardes de verano en que la calle no se puede pisar hasta tarde.
EliminarEspero que Richard Stern te agrade. Un beso
Este autor me es totalmente desconocido. Pero me gusta lo que nos cuentas de esta novela que reseñas que, por cierto, es muy buena. Me la llevo anotada por si surge la oportunidad de leerla. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Francisco:
EliminarCreo que te gustará. En mi opinión tiene cabida por méritos propios en la categoría de "clásico", de manera que incorporo el título a la IIIª edición del Reto 'Nos gustan los clásicos' de tu blog.
Un fuerte abrazo, amigo
Muy interesante tu reflexión final, Juan Carlos.
ResponderEliminarComo ya te comenté me llamó mucho la atención la portada de esta novela. Tal vez sea un motivo un tanto superficial para fijarse en un libro pero la elección de portada al fin y al cabo es también parte de la labor editorial.
Me gusta mucho lo que cuentas en tu reseña. No solo respecto a la temática del libro sino también respecto al hecho de que, sin olvidar quien es el protagonista, la novela tenga en cuenta la perspectiva del resto de personajes implicados. Por otra parte, aunque los años 70 fueron ayer, muchas cosas han cambiado desde entonces en la sociedad y la situación debió de ser todo un cisma y no solo familiar.
Ni que decir tiene que me lo apunto.
Besos
De acuerdo contigo en que, como reza el dicho taurino. "hasta el rabo todo es toro", o sea, que la Portada cumple un importante papel en la difusión del libro. La de esta novela es llamativa, sin duda alguna.
EliminarEl asunto que toca el relato hoy no nos sorprende mucho, aunque la realización práctica del mismo pienso que ayer y hoy conllevan dificultades y problemas decisorios semejantes. En cuanto a mi reflexión final, no deja de ser eso, un estallido algo incontrolado por mi parte al constatar las trivialidades que con frecuencia ofrecen las editoriales habiendo en el fondo de su cajón no pocos libros y escritores de enorme valía que quedan sepultados por la inmediatez de la mesa de novedades... tontas muchas de ellas.
Un beso