Este mes de enero, presto ya a finalizar, ha sido para mí un mes muy de cine; vamos, quiero decir que he tenido la oportunidad de ver una serie de películas que me han encantado. Al ser varias he decidido no hablar de todas en ellas en este post. Por eso titulo la entrada como Va de Cine I; de manera que otro día hablaré de los filmes que no aparezcan en ella. En esta ocasión me voy a referir a dos películas de Woody Allen con las que inauguré y cerré el mes: la primera semana vi "Wonder Wheel" y la última, "Manhattan".
En un próximo post, y siguiendo esta serie "Va de Cine" que hoy inauguro, comentaré "Tres anuncios en las afueras" la película de Martin McDonagh que, ¡seguro!, tendrá fuerte protagonismo en los próximos Premios Óscar; y también en ese mismo 'Va de Cine II' hablaré de una película que vi ayer mismo, "Pastoral americana", la primera incursión en la dirección del actor Ewan McCregor, que me ha dejado francamente impresionado, tanto que ya he echado mano de la novela de Philip Roth de la que es adaptación.
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"Wonder Wheel"
A mí casi todo lo que ha salido de la cabeza de Woody Allen me gusta y me ha gustado. La última de sus películas (él suele -'solía' más bien me parece que tendremos que decir a partir de ahora- realizar uno o dos largometrajes por año) venía auspiciada, además de por él mismo -para mí ya suficiente-, por un magnífico plantel de actores entre los que destacan Kate Winslet, Justin Timberlake, Jim Belushi y Juno Temple. La historia que se cuenta en este filme bien podría haberla escrito Eugene O'Neill, Tennessee Williams o Arthur Miller, los grandes dramaturgos realistas americanos del siglo XX. Con esto quiero decir que como tantas otras realizaciones allenianas es muy teatral.
La acción transcurre en un Nueva York de los años 50. Las vidas de cuatro personajes se entrelazan en medio del bullicio del parque de atracciones de Coney Island: Ginny (Kate Winslet, soberbia como casi siempre en todo lo que toca. Gracias a ella la historia sube varios peldaños), es una ex actriz emocionalmente volátil que ahora trabaja como camarera; Humpty (Jim Belushi), operador de la famosa noria que da título al film, es el marido de Ginny y el padre de Carolina a quien no ve desde hace muchos años; Mickey (Justin Timberlake), el apuesto y joven socorrista que relata la historia, sueña con convertirse en escritor y será quien provoque el desenlace de la historia; y, por último, Carolina (Juno Temple, a quien yo sólo recordaba por el papel, siendo casi una niña, de hermana del personaje de Keira Knightley en "Expiación", película dirigida por Joe Wright en 2007), es la hija de Humpty; Carolina que se esconde de unos gangsters en el apartamento de su padre. En este relato hay pasión, violencia y traición.
En el fondo estamos ante una historia de fracasos humanos: fracaso en su matrimonio y como actriz el de Ginny que sueña con algún papel en una obra de O'Neill; fracaso como escritor de Mickey que se ha de conformar con ser un ligón de playa; fracaso como hombre y padre de Humpty que querría salir del alcoholismo; fracaso de Carolina, que huye de su pasado y choca con la cruda realidad que se vive en Coney Island donde está el tiovivo -una metáfora en el fondo- que gestiona su padre. El amor se alza como única esperanza en unos y otros. Pero, como suele ser habitual en Allen, el desamor, el engaño y la traición siempre están al acecho y acaban con esta ilusión que se revela falsa, egoísta, inútil e hipócrita.
Lo mejor del film sin duda alguna radica, por este orden, en la actuación de Kate Winslet, en el colorido tipo películas de los años 50 utilizado para la narración, en la perfecta ambientación dentro del bullicio propio de una feria de atracciones, en la música de jazz con la que como siempre Allen envuelve sus historias, y también en esa única espita de humor que hay en esta historia más que otras veces, triste; un humor localizado en ese niño pirómano, hijo de Ginny, que vive a su bola dada la escasa atención que le prestan los adultos.
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"Manhattan"
Vi "Wonder Wheel" en plena vorágine del fenómeno #MeToo en USA respondido desde Europa con el manifiesto encabezado por Caterine Deneuve. Entre alegatos y contraalegatos han ido saliendo a la palestra casos antiguos que se creían ya olvidados. Y entre estos paseos por el pasado de supuestos o ciertos abusos sexuales salió, cómo no, el de Woody Allen denunciado hace ya 25 años por su hija adoptiva Dylan Farrow quien dijo haber sufrido abusos sexuales de él cuando ella sólo contaba 7 años. Todo el escándalo surgió a raíz de la separación del cineasta de Mia Farrow, su pareja de entonces, quien había descubierto que Allen mantenía una relación con otra hija adoptiva de la Farrow, Soon-Yi Previn, que entonces contaba 19 años. En su momento todo quedó en agua de borrajas; pero, al rebufo del movimiento #MeToo, Dylan Farrow ha vuelto a la carga y no son pocas las actrices que habiendo trabajado en su día a las órdenes de Woody Allen han expuesto el asco que estos posibles abusos -que ellas dan por ciertos- les producen, razón por la que renuncian volver a estar a sus órdenes.
En el revuelo mediático desencadenado por las denuncias contra Harvey Weinstein y otros influyentes miembros de la industria hollywoodense no pocos artículos han aparecido opinando sobre el asunto. Especialmente me llamó mucho la atención uno publicado el 31 de diciembre en Babelia, traducción del escrito originalmente en inglés por Claire Dederer quien al abordar la figura de Woody Allen y otros creadores se preguntaba si debíamos abominar de toda su obra de ficción a causa de su comportamiento real.
El artículo de la escritora francesa me dio qué pensar, pensamientos que plasmé en un post en mi otro blog "Reflexiones" el 10 de enero pasado [leerlo aquí]. En ese breve ensayo, entre los argumentos que ella daba en un sentido y en otro, al hablar del caso Woody Allen ejemplificaba especialmente con una de sus consideradas obras maestras, "Manhattan". Esto me llevó a revisitar la película que hiciera en 1979.
"Manhattan" es una auténtica confesión: ¿autobiográfica? En la película Isaac Davis (Woody Allen) es un neoyorquino de 42 años que tiene un trabajo que odia, una novia llamada Tracy (Mariel Hemingway) de 17 años a la que no ama y una ex esposa lesbiana, Jill (Meryl Streep), a la que desearía estrangular porque está escribiendo un libro en el que cuenta las intimidades de su matrimonio. Su mejor amigo, Yale (Michael Murphy), está casado con Emily (Anne Byrne) a quien engaña con Mary (Diane Keaton), una mujer sexy y snob de la que Isaac Davis se enamorará perdidamente. La idea de dejar a su novia, acostarse con Mary y abandonar su trabajo supone para él el comienzo de una nueva vida.
Todo en "Manhattan" evoca la vida real de Woody Allen: la separación de su primera mujer de la que tuvo un hijo; su cultura judía que aparece aquí como en todos sus filmes; su afición por el jazz y el clarinete: la melodía 'Rhapsody in blue' de George Gershwin es el papel celofán que usa para envolver el canto a Nueva York que es el filme; su amor por la ciudad de los rascacielos declarado desde la primera imagen de la película; el egoísmo que le mueve en el ámbito amoroso; incluso la edad de los personajes coincide con la de los actores en ese preciso momento; la ausencia de todo sentido moral respecto al sexo: aquí es donde radica el principal ataque actual a esta obra de arte que cuando salió en 1979 sólo recibió elogios y hoy -cuarenta años más tarde- es vista como un canto a la depredación sexual, un elogio del adulto que con su experiencia y labia seduce a una inocente adolescente que le sigue ciegamente en todo, sexo incluido naturalmente. Aunque las denuncias de Dylan se refieren a 1992 y "Manhattan" es 13 años anterior a ellas las impulsoras del #MeToo quieren ver en esta obra de creación un elogio machista del abusador, del depredador sexual.
En fin, todo lo que diga de ella no son más que elogios. Por eso, respecto a la polémica (algunos llegan a calificarla de 'caza de brujas' desatada actualmente en Hollywood y otros espacios de creación artística) no puedo por menos que -para no repetirme aquí- remitiros a las consideraciones que tengo expuestas en "Reflexiones", mi otro blog. Ya me diréis qué opináis vosotros al respecto.
Es dificil separar personajes de la persona, no se si su comportamiento debería o no afectar a su obra, es complicado...mira, yo de pequeña estaba loca por las películas de Errol Flynn, gusto heredado por mi madre, las veíamos todas; un buen día, años después vi un documental sobre la vida del actor y resultó ser un auténtico "monstruo" y durante años renegué de sus pelis. Pero ahora, cuando veo alguna reposición, solo puedo pensar en lo bien que lo pasaba viéndolas de pequeña...ya ves.
ResponderEliminarUn besito.
Jó, te había escrito casi un testamento y voy y le doy al botón equivocado. Consecuencia: todo lo escrito desapareció, ¡bufff! En síntesis te decía que el asunto es jorobadillo y que el comportamiento real sí que suele colarse en el juicio que nos merece la obra artística. Pero creo que no debería de ser así, que deberíamos ser capaces de deslindar ambas orillas; por un lado, la vida cotidiana; por otro la realidad de la obra creada. ¿Influye la una en la otra? Pues claro, pero siempre el Arte es artificio, trampantojo, engaño... y no deberíamos hacer como en esas novelas negras y/o películas en que el sospechoso del asesinato es el personaje novelista porque en la ficción describió con pelos y señales el crimen producido en la realidad. ¿O sí? Ja, ja, ja... Eso es lo fantástico de la obra de arte que nos sitúa en una esfera en la que las certidumbres no existen. Entonces, ¿qué hacer? Pues sinceramente, amiga mía, no lo sé. Yo, por ahora, intentaré que este sermón que acabo de escribir no se me vaya al limbo como la otra vez
EliminarUn beso
Las películas de Woody Allen me encantan pero todavía no he visto Wonder Wheel. Manhattan la vi hace tanto tiempo que ya ni me acuerdo, tengo que verla de nuevo.
ResponderEliminarLa película que más de gusta de Woody Allen es Misterioso asesinato en Manhattan, me río un montón cada vez que la veo.
Un beso.
Hola, amiga:
EliminarSi me pongo a pensar además de "Manhattan" que me parece soberbia, guardo un recuerdo excelente de "Match Point" y de "La rosa púrpura del Cairo" (¡qué peli tan maravillosa!)
Pero, amiga mía, no me dices nada del polémico asunto de las acusaciones que se le hacen y si eso invalida o no su obra artística. (je, je...)
Un beso
¡Hola Juan Carlos! Curioso el debate que suscitas.. Es complicado. Yo intento que no me influya la vida de los artistas en mi análisis de sus obras. Lo intento, pero es verdad que no es fácil. Siempre me gustó la obra de Woody Allen, aunque también es cierto que las dos últimas pelis de él que vi ya no me emocionaron tanto (Irracional man y Café society). "Hannah y sus hermanas" me parece maravillosa y Manhattan sé que me gustó, pero hace tanto que me ha entrado el gusanillo de volver a verla. Y por supuesto que veré la peli de la que hoy nos hablas.
ResponderEliminarHe leído tu post en tu otro blog y todo lo que dices me ha hecho reflexionar.
Besos
Hola, Marian:
EliminarEl asunto más que curioso yo lo calificaría de 'vidrioso' por su dificultad y por pertenecer al ámbito de la intimidad personal fronteriza con la moral pública que no siempre va acorde con la privada. Vamos, un lío (hablo por mí, claro) tener una postura clara sobre el asunto.
Me agrada, Marian, que te hayas pasado por mi blog "Reflexiones" y que hayas leído mis impresiones sobre el asunto. La tal Claire Dederer creo que es una mujer con ideas interesantes. El otro día, al hilo de este asunto #MeToo apareció en el diario El País otro artículo suyo en el que contraponía la manera de ver el mundo en América y en Europa. Ejemplificaba con Simone de Beauvoir, mujer feminista donde las haya habido, quien tras una visita a USA vino sorprendida por la rigidez establecida en las relaciones entre hombres y mujeres; una rigidez provocada por entenderse allí que la única relación posible entre un hombre y una mujer es la sexual, algo que en París ya en esas fechas, los años 60, estaba bastante superado.
Un beso
No invalida, pero ya nos cuesta valorarlas igual, creo yo. Aunque no quieras. Al menos a mí me cuesta, lo admito. Manhattan es que hace tanto tiempo que la vi que ahora mismo ni me acuerdo. La vi demasiado jovencita y no me causó buenas impresiones. Quizás debiera darle otra oportunidad. Pero no sé, entre tanto por ver, tanto por leer...
ResponderEliminarY antes de despedirme, ya dejé el link del libro en mi blog. Despistes que tiene una. Y me quedo por aquí también.
Besotes!!!
Hola, Margari:
EliminarMuchas gracias por pasarte por aquí y agregarme a los blogs que sigues. Es cierto cuanto dices respecto a lo difícil que nos resulta separar la obra creada de la persona concreta que la creó. De ahí la polémica, claro. Es complejo, sin duda. Yo me fuerzo a separarlas, pero no es fácil, no. Y claro, cuando esto no es posible, también tiendo a exculpar al infractor sobre todo si las pruebas no son muy claras, como creo que pasa en el caso Woody Allen.
Un beso
PD.- ¡Ah, lo del link del libro no era importante! Pero dado que lo has puesto, me pasaré a leer tu reseña
Me duele mucho que gente que admiro y cuya obra artística me parece fabulosa (Kevin Spacey, Woody Allen, Roman Polansky) muestren una catadura moral tan baja, pero, a pesdar de lo mucho que me duele, a pesar de que pasan a ser como ídolos de barro, no puedo dejar de pensar en su obra como lo que es. "Manhattan" no es (nunca lo ha sido) mi película favorita de Woody Allen, pero es una obra maestra y lo es por su valentía y porque supo huir de lo políticamente correcto sin herir a nadie (la chica tiene diecisiete años y es plenamente consciente de su relación y de lo que quiere). Solo en esta época pacata y ñoña que nos invade, se puede ver esa película como algo inmoral.
ResponderEliminarYo no puedo confundir el artista con el hombre. A mí, al contrario que a Woody Allen, cuando escucho a Wagner, no me entran ganas de invadir Polonia. Su obra serguirá siendo la obra de un genio, porque él es un genio. Nadie ha dicho que para serlo haya que ser también moralmente ejemplar. Y el artículo que citas está lleno de ejemplos.
Adoro el cine de Allen, el de Polansky y las maravillosas actuaciones de Kevin Spacey. Aunque esté profundamente decepcionada de sus respectivas personas.
Un beso.
La ironía en Woody Allen es fantástica cuando habla de que Wagner le incita a invadir Polonia. Y tú en tu reseña haces metaironía (¿valdrá el término? No sé. Ahí queda).
EliminarEn esto como en tantas cosas coincidimos, querida amiga. Existen por ahí teorías de crítica literaria que hablan de la autonomía de la obra artística. A eso me agarro yo. Por un lado está la vida, a veces odiosa de algunas personas, y por otro la maravilla de algunas obras por ellos creadas. Siempre me acuerdo cuando salen estos temas de la serie de retratos de mujeres que Rosa Montero hizo en El País hace unos años. Entre ellas hablaba de Zenobia Camprubí que había sufrido humillaciones por parte de su marido, Juan Ramón Jiménez. Terrible y muy criticable, cierto es, pero eso no empaña la belleza de los versos del poeta de Moguer.
Y por último respecto a la polémica desatada yo en este caso como en tantos otros me siento más cercano a la visión de Europa que a la de Estados Unidos. Y otra cosa más, ¿leíste una columna que al respecto de este asunto escribió Manuel Vicent hace unos domingos también en el diario El País? Creo que da en la diana, ¡qué genio!
Besos
Buscaré esa columna. Gracias por la información. Veo que estamos muy de acuerdo. Yo te acepto metaironía y me siento muy halagada.
EliminarUn beso.
Soy fan absoluta de este hombre, tengo cada una de sus películas y hoy traes Manhattan que es de mis favoritas. Hace poco lo comentaba con un amigo, me gustaba más el Allen de hace unos años.
ResponderEliminarBesos
Pues creo que en Estados Unidos ya tiene otra película a punto de estrenarse además de "Wonder Wheel" que aquí reseño. Me lo dijo ayer un amigo aunque no recordaba su título. O sea, amiga mía, que no se agota el manantial creativo de este hombre.
EliminarMuchos besos
Hola Juan Carlos aunque se intenta, a veces resulta muy difícil separar a la persona del profesional y sobre todo en función de tipo de acciones. Woody Allen es uno de estos casos. Toda la historia es algo extraña y también que justo ahora sea oportunista. No sé qué es lo que hay de cierto en sus abusos de su otra hija adoptiva pero su relación con su otra hijastra (después su mujer) no ayuda a creerlo y a mi, en su momento ya hizo que la persona no me convenciera nada de nada.
ResponderEliminarSus películas, tiene películas que son obras de arte y eso se tiene que reconocer pero cuesta separar la opinión sobre la persona.
Besos y feliz fin de semana
Hoy en El País viene un artículo muy interesante sobre él y sobre Polanski. Aparte de lo que ya he comentado aquí y en Reflexiones, apunta un aspecto que me parece del máximo interés. Es el siguiente: "El artista peca por todos porque peca en público. En esa debilidad reside también su poder". Me parece muy atinado pues este Woody Allen habla de lo que ve y, claro, al referirlo a personas normales (una normalidad varía con el paso del tiempo) y representarlo, además, él mismo como actor la equiparación ficción-realidad se automatiza más rápido que en otros.
ResponderEliminarTe recomiendo ese artículo, Conxita.
Un beso
Hola! Woody Allen siempre es una buena opción, Wonder Wheel todavía no la he visto, así que anotada queda, muy buena reseña!
ResponderEliminarBesos
Seguro que te gusta porque es el Woody Allen de siempre, en estado puro.
EliminarUn beso
Hola!!! Me ha encantado descubrirte con esta entrada sobre películas. Ya tienes una seguidora más! Espero que nos leamos pronto:) Un besazo!
ResponderEliminarHola, Marina:
EliminarAhora mismo te busco y te leo. Gracias por seguirme.
Un beso