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14 jul 2017

Richard Russo. "Empire Falls". Pulitzer 2002.

Hay blogs de los que me fío mucho. Uno de ellos es el de Rosa Berros Canuria, “Cuéntame una historia”. Hace ya años que lo sigo con plena confianza pues sus recomendaciones nunca defraudan. Tanto a ella como a mí la novela norteamericana nos atrae y ambos, creo, nos sorprendemos mutuamente con descubrimientos inopinados. Es el caso de Richard Russo, autor de la novela objeto de esta reseña que, con gusto, acabo de leer. Rosa confiesa en uno de los posts dedicados al autor [ver aquí] su inopinado encuentro con una novela suya en una mesa de libros de saldo. Nada hay más satisfactorio para un lector que flechazos de ese tipo. A partir de ese primer encuentro, ella se hizo asidua de su narrativa. Y a mí, naturalmente, Rosa me ha inoculado el virus. Desde aquí, gracias.

La casa por el tejado
Novelistas norteamericanos actuales, "Empire Falls"Es mi caso; lo explicaré. Respecto a Richard Russo, he empezado la casa por el tejado. Hará cosa de dos meses, queriéndome acercar por primera vez al autor norteamericano, leí y reseñé en este blog "Sobre mi madrebiografía materna que en verdad esconde la propia autobiografía del escritor. Y digo empezar la casa por el tejado porque lo habitual es leer primero las novelas y luego acometer unas memorias, autobiografía o algo semejante sobre el novelista. En mi caso ha ocurrido al revés, pero todo tiene su aquel. Según leía "Empire Falls" algunos de los aspectos de la vida real de Russo y su familia se me figuraba verlos agazapados en la floresta de esta ficción. En ese sentido también ha sido para mí un disfrute grande observar cómo la realidad de Richard y familia ha servido de inspiración al autor, no digo en su totalidad pero sí, eso es evidente, algunos elementos de la misma.

El Empire Falls (localidad inventada donde suceden los acontecimientos) de la ficción me ha recordado muchísimo al Gloversville de la vida real que aparece en "Sobre mi madre" [leer mi reseña aquí] . Si en este último título la vida de los lugareños giraba en torno a la fábrica de guantes, en Empire Falls todo había girado hasta el momento en que se inicia el relato alrededor de dos fábricas: la de hilaturas y la de camisas. La prosperidad pasada, actualmente desaparecida, es en ambos casos objeto inalcanzable de deseo: "La mayoría de norteamericanos querría volver a 1959, pero sin renunciar al capuccino y a la televisión por cable" p. 89). En el fondo la comunidad de este Empire Falls venido a menos añora la sociedad capitalista norteamericana de los años pasados a pesar de que, como en la novela de "El gran Gatsby", evocada por la poderosa Francine Whiting en frase tomada de ese relato de Scott Fitzgerald ["seguimos..., barcos contracorriente, impulsados sin tregua hacia el pasado"], sea una sociedad brutal que maltrata a los pobres (George y Mirtle Wilson en "El Gran Gatsby"; los Roby, los Minty, los Meyer... en "Empire Falls") quienes para sobrevivir habían de venderse a los multimillonarios sin escrúpulos (Tom Buchanam, Baker, Daisy... en "El gran Gatsby"; C. B.Whiting, Francine Robydeaux, Hjortsmann... en "Empire Falls"). [leer reseña completa sobre "El gran Gatsby" aquí]   

De nuevo, al igual que en su escondida autobiografía, Richard Russo se ratifica en el hecho de que la nostalgia no es buena consejera, que no se puede dar por bueno aquello que recordamos con nostalgia sólo por ser antiguo. Grace, la madre de Miles Roby, incluso en el lecho de muerte se enfada con su hijo por haber retornado al pueblo donde las oportunidades de progreso y triunfo se agostan de manera inveterada. Las decisiones hay que tomarlas y mantenerlas contra viento y marea; de no hacerse así el fracaso nos perseguirá siempre. Es lo que parece le ocurrió a ella, una chica guapísima, muy solicitada por los chicos de la localidad, que unió su destino al de Max Roby, pintor de brocha gorda, inconstante en todo, aficionado contumaz a la bebida y a dar sablazos a todo aquel que se ponga a tiro, especialmente si éste es el bueno de su hijo Miles.  Grace desea para su hijo otra vida distinta a la suya y hará todo lo posible para que vaya a la universidad, incluso humillarse y renunciar a cosas. Pero, como ella misma comprobará en carne propia, no todo en la vida puede ser guiado por la racionalidad; también los afectos, los sentimientos cuentan mucho. Por eso cuando Miles regrese a Empire Falls a hacerse cargo del negocio 'Empire Grill' ante la grave enfermedad que a ella le ha sobrevenido, Grace se enfadará, si bien lo comprende totalmente pues también ella en el pasado tomó decisiones guiada por el corazón y no por la lógica racional.

"Empire Falls" es un universo en el que se dan todo tipo de relaciones interpersonales. Al tratarse de una pequeña ciudad, los personajes se conocen, no ya desde pequeños, sino desde hace generaciones. Diríase que hay una especie de genética que hace que los comportamientos de unos y otros se perpetúen en el tiempo. Así los Whiting, detentadores de toda la riqueza existente allí, siempre han fallado en su máxima aspiración: matar a sus mujeres; los Roby, eternos aspirantes a salir del agujero, siempre están visualizando el éxito futuro sin poderlo atrapar del todo; los Minty son desde hace al menos tres generaciones los envidiosos perpetuos del pueblo, se sienten fracasados y en el caso de Jimmy, compañero de instituto de Miles y Grace, abusa de la autoridad que le da el uniforme de policía que viste; Horace es el periodista que asiste como testigo imparcial a lo que sucede a su alrededor; Otto Meyer es director del Instituto local en el que estudian Tick -la hija de Miles y Janine-, Zack -el hijo de Jimmy Minty-, John Voss, enigmático personaje que viene de fuera y mueve las tranquilas aguas del lugar, Candace, amiga de Tick, y otros más; los sacerdotes de la parroquia de St. Catherine's: los padres Mark y el viejo Tom; etc., etc.

El último tranvía
En la novela, como es normal en cualquier comunidad, conviven personajes de todas las edades, desde adolescentes como Tick Roby, Justin Dibble, Zack Minty, John Voss...; adultos cuarentones -los más: Janine, Miles, David Roby, Charlène, Cindy Whiting, el padre Mark...- sobre los que gravita la esencia de la narración, la ansiedad por creer que la vida se les está yendo ante sus propias narices:  "Es increíble, pensó [el padre Mark] cómo te da un vuelco el corazón cuando alguien se fija en ti, sobre todo en la edad madura, cuando supones que ya te ha pasado el momento de elegir y ser elegido". Esta necesidad de tomar este último tranvía sobreviene en el relato a no pocas parejas de personajes: Grace con Charlie Mayne, Miles con Cindy, Janine con Walt Comeau... Salvo en contadísimos casos todo queda reducido a un ilusionante espejismo que acaba frecuentemente en un importante bacatazo. Por último estaría el grupo de edad de los mayores -el padre Tom y Max Roby- que se hacen querer porque a su avanzada edad son capaces de acometer empresas sorprendentes.

La historia se estructura en cuatro partes de extensión parecida -8, 6, 8 y 10 capítulos respectivamente-, a los que hay que sumar un Prólogo y un Epílogo dedicados esencialmente ambos a informar sobre el antes (prólogo) y el después (epílogo) de los detentadores de la propiedad y los bienes en Empire Falls: los Whiting.

Massachusett, Maine, Empire Falls, Pullitzer 2002La acción sucede durante un curso escolar. Comienza a finales de agosto con el regreso de Miles y su hija Tick de la isla de Martha's Vineyard donde han pasado unas breves vacaciones en casa de Peter y Dawn, pareja amiga de Miles desde la adolescencia, y concluye a comienzos de mayo casi a finales de ese curso escolar. Los sucesos esenciales acontecen en dos meses, septiembre y octubre; luego hay un gran salto temporal que nos sitúa en los últimos días del mes de abril, de nuevo en la isla de Martha's Vineyard donde padre e hija han estado intentando superar todo lo que ha pasado y que naturalmente no voy a contar aquí para no interferir en el disfrute de la novela. Sólo diré que en el fondo todo lo ocurrido ha marcado un antes y un después para todos y cada uno de los personajes, y que por mucho que pudiera parecer que todo fuera a seguir igual que antes, tal cosa no ocurrirá porque como decía Heráclito, filósofo griego citado en las primeras páginas de la narración, nunca te bañarás dos veces en el mismo río. Un río que en esta novela es el río Knox que los Whiting intentaron domeñar para así poder separarse del resto de sus convecinos mediante un puente de hierro pero que al fin y a la postre durante las crecidas del mes de abril se lleva todo por delante. ¿Todo o a todos? Bueno, habrá que leer la historia tranquila y sosegadamente para saberlo.

La novela se lee con gusto, un placer que en mi opinión va en aumento según pasan las páginas. Desde el momento de su aparición en 2001 este relato tuvo éxito inmediato, tanto que fue el ganador del Pullitzer 2002. Uno de los motivos de su éxito recae, sin duda alguna, en el humor que como papel celofán envuelve toda la historia. Aunque gran parte de la sociedad es vista a través de este prisma humorístico, quizás sea el profesorado, uno de los sectores profesionales que el escritor más conoce por formar o haber formado parte de él, sobre el que más agudezas o humoradas se viertan. Sirvan estas dos de botón de muestra:
  • "La Sra. Roderigue [profesora de Arte] enseña por la tarde en el Instituto y por las mañanas en la escuela intermedia y sus estrategias didácticas son siempre idénticas al margen de su alumnado" (pág. 93)
  • "Los días en que se preveía nieve, Otto y los directores de las escuelas elemental y media se levantaban muy temprano para conocer los últimos detalles del parte meteorológico. A las cinco y media  tenían que haber decidido si era demasiado peligroso poner los autobuses escolares en marcha. En general, los padres deseaban que sus hijos fueran a la escuela, porque de lo contrario tendrían que decidir qué hacer con ellos. Antes de ocuparse de tan necesarias cuestiones muchos padres preferían llamar a Otto Meyer hijo y transmitirle su impresión de que era un imbécil, un gandul y un cabrón inútil que buscaba una excusa para tomarse un día libre" (pág. 489)
También otras facetas de la vida se presentan de manera irónica. Así por ejemplo el diálogo mantenido entre los recién divorciados sobre la nueva boda de ella y el deseo de ésta de que la hija adolescente sea su dama de honor en la ceremonia no tiene desperdicio:
"Miles trató de razonar con ella:
-No puedes obligarla a hacer algo que ella no quiere, Janine.
A lo que ella replicó:
-Yo no la obligo a nada, Miles. De hecho, le he dado a elegir. O lo hace o se arrepentirá-.Y luego había estallado en sollozos." (
pág. 438)
Asimismo sobre el viejo Max Roby reposa no poco del humorismo contenido en esta narración. Un pequeño ejemplo de lo que digo puede verse en el mensaje telefónico que éste le manda a su hijo Miles desde Florida a donde ha marchado junto a otro viejo desprejuicidado, el padre Tom:
"-Podrías mandar un poco de dinero si te apetece. No te imaginas lo cara que va por aquí la cerveza. Y ni siquiera es temporada alta.
Traducción: Desaparecido el padre Tom, Max se había quedado sin patente de corso.
" (pág. 520)
Como se ve en la cita anterior, el narrador comenta desde fuera de la narración al tiempo que la relata. Es un narrador, pues, extradiegético; un narrador objetivo que cuenta la historia de manera lineal aunque en ciertos momentos, como este que acabo de señalar, detiene el relato para emitir un juicio o, como muchas otras veces hace, referir algo acontecido años atrás que estaría en la base de los sucedidos actuales. Así, poco a poco, a pesar del escaso lapso temporal transcurrido desde el inicio en agosto al final en abril, la historia de "Empire Falls" va ganando en consistencia al irse rellenando con estas informaciones retazos de vida de los personajes, necesarios para entenderlos en su plenitud.

El agrado lector radica también en lo bien que Richard Russo desliza dentro del relato elementos culturalistas que tienen en la historia gran importancia al estar en la base, su conocimiento o no, de no pocas fricciones entre personajes. Tal es el caso de la relación difícil que existe entre Jimmy Minty y Miles Roby. Mientras que Miles pudo ir a la universidad, Jimmy no, y este hecho supone para este último una falla imposible de superar. Asimismo mientras que Miles Roby se empeña en hacer comprender a Cindy Whitingsin ningún éxito, el sentido escondido en el poema "El coche de la Muerte" de Emily Dickinson, ella se deleita con lecturas pseudo-pornográficas que cavan también una trinchera entre los dos. Por último el choque o la distancia entre los adolescentes Tick Roby y Zack Minty encuentra sólido fundamento en los distintos intereses culturales de ella y de él. Mientras que a Tick le mueve y conmueve el mundo del Arte a Zack sólo le estimula el rugby que practica con el equipo del Instituto. Las palabras pitcher, catcher, shortstop, touchdown, linebacker, quarterback, etc. son los únicos tecnicismos que el chico puede integrar en una conversación.

Una reflexión personal. Al ver cómo la posesión o no de claves culturales supone un profundo corte en la sociedad de Empire Falls, no he podido por menos que reflexionar y trasladar este hecho a toda la sociedad americana. ¿No será esta brecha una de las causas del avance del populismo allí? Sólo así creo poder entender el triunfo en las últimas elecciones presidenciales americanas de Trump, quien, al decir de no pocos analistas, ha encontrado su nicho de votantes en esos seres -muy abundantes allí, aquí y en todas partes- que aborrecen la cultura por lo que tiene de exigencia racional y se mueven más por lo visceral que es lo que sabiamente supo/saben estimular el hoy presidente Donald Trump y el resto de populismos de todo signo que nos invanden.

Para finalizar
Richard Russo, HBO, Paul Newman, Ed Harris

Antes de recomendar sin temor alguno la lectura de esta novela puesta en imágenes por la HBO en 2005 en una miniserie televisiva de dos capítulos protagonizados entre otros por Ed Harris y Paul Newman, quisiera resaltar una pequeñísima incorrección detectada en la traducción. Me refiero a la confusión, muy habitual por otra parte, entre 'vinajeras' y 'vinagreras'. Mientras que las primeras son las que se utilizan en el momento del ofertorio durante la liturgia de la misa, las segundas son los recipientes que en restaurantes y casas particulares se llevan a la mesa conteniendo aceite y vinagre a fin de aderezar las ensaladas de vegetales u otras comidas. En "Empire Falls" es Miles, recordando su etapa de monaguillo con el padre Tom, quien usa la expresión 'vinagreras', inadecuada completamente dado el contexto. Siempre he de poner algún pequeño 'pero', parece que mis años de docente no quieren abandonarme (perdón por ello).

Lo verdaderamente interesante y creo que es un magnífico cierre para el comentario de esta agradable novela es el pensamiento que acude a la mente de la adolescente Tick cuando decide abrirse a Candace, su compañera de Instituto. Tal reflexión bien fácilmente podría aplicarse a todos los integrantes de este universo que es Empire Falls:


"¿Y si lo único que necesitaba la gente era la certeza de tener un amigo? ¿Y si tú eras ese amigo y te negabas a pronunciar esas simples palabras?" (pág. 538)

8 comentarios:

  1. Ufff!! No me quito el sombrero porque ahora mismo voy descubierta. Menuda reseña. Me siento muy orgullosa de haberla provocado al haberte dado a conocer al autor.
    Has sacado punta a cantidad de cosas y es que las novelas de Russo tienen muchos matices, muchas aristas, y es muy difícil abordarlos todos.
    A propósito de la foto mapa que pones de la Costa Este con la isla de Martha's Vineyard y la bahía de Cape Cod, te diré que su novela "El verano mágico en Cape Cod" es también muy buena.
    Yo tengo para leer este verano "Tonto de remate" su última novela continuación de "Ni un pelo de tonto".
    Gracias por mencionarme y enlazar a mi blog. Repito que has hecho una reseña genial.
    Un beso.

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    1. Muchas gracias por tu comentario y por lo que en él dices, naturalmente. Tengo ahora ganas de ver la miniserie televisiva que hizo HBO sobre esta novela, pero está difícil conseguirla a no ser que te apuntes a HBO España, cosa que no pienso hacer.
      La novela de "El verano mágico en Cape Cod" sé que transcurre por la misma zona; quiero leerla porque en "Sobre mi madre" compara mucho la realidad vivida con su madre real y la que inventó para esta ficción. Ya la buscaré.
      Te agradezco tus excelentes informaciones sobre novelas y autores que constantemente das en tu blog. Richard Russo fue un descubrimiento tuyo y gracias a ti lo conocimos muchas personas, una de ellas: yo. Muchas, muchas, gracias.
      ...y muchos, muchos, besos

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  2. Maremeua Juan Carlos, que pedazo reseña, brutal!!! Así es imposible que mi curiosidad no tome vida propia y me deje tecleando mientras se lanza a buscar el libro!!! Jajajaja.

    Besitos 💋💋💋

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    1. Hola,
      Búscate también la película que dice Rosa que está muy bien. Yo ando tras ella.
      Eres una amiga amabilísima. Gracias.
      Un beso

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  3. Yo también conocí a Richard Russo a través del blog de Rosa (y a otro Richar, este Ford), pero fue con "El verano mágino en Cape Cod" (transcurre muy cerca a juzgar por el mapa, aunque ya lo ha dicho Rosa), una novela quizá más ligera que este "Empire falls", aunque también con buena carga autobiográfica. Recuerdo que le tomé tanto cariño a sus personajes que me dio pena acabarla...
    Saludos.

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    1. Algo así me ha sucedido a mí. La verdad es que se hacen entrañables estas familias americanas que presenta Russo. "El verano mágico en Cape Cod" la sacaré de la Biblio próximamente.
      Un abrazo, Gerardo

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  4. hola! son dos maravillas Rosa con su blog y lecturas y tu con con tus comentarios! geniales, amigos mios,dignos de visitarlos y llevarse el honor de una reseña vuestra al muro de la morada! abrazosbuhos y gracias.

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    1. Sois de lo más amable, queridas búhas.
      Un beso fuete

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