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18 abr 2013

KAFKA ENAMORADO de Luis Araújo



Todo en esta obrita, vista en una pequeña e íntima sala del teatro María Guerrero, me ha sorprendido gratamente y me ha supuesto agradables descubrimientos. Comenzaré por el autor, Luis Araújo, de quien no había oído hablar hasta esta representación. Puesto a buscar información sobre él me he encontrado con un hombre de teatro en su totalidad, con una obra extensa y prolongada en el tiempo merecedora de más de un premio ("Las aventuras y andanzas del Aurelio y la Constanza" (1983), Premio Iberoamericano Dramaturgia Infantil, "La construcción de la catedral", Premio Tramoya, mejor texto en lengua española del año 2000, “Mercado libre”, Premio Esperpento 2008, "Trayectoria de la bala", Premio Internac. Dramaturgia Cultura Frontal 2010) hasta llegar a esta maravillosa "Kafka enamorado" (2013)  que dentro del ciclo De la novela al teatro se lleva representando en el CDN desde el 15 de marzo, ¡lástima que el 28 de abril tenga anunciado su final!

La obra en su brevedad -65’ sin intermedio- presenta los merodeos del autor checo por los límites de su sentido amor a Felice Bauer [del año 1912, publicación de su obra “Contemplación” a 1915, aparición de “La metamorfosis” con que se cierra la obra], límites que nunca sobrepasaría para evitar que la felicidad conyugal pudiera menoscabar lo más mínimo su entrega al arte de la literatura. O al menos esto es lo que Franz Kafka le dice a Felice cuando ésta le conmina a tomar decisiones al respecto. Pero también –y esto el autor lo plasma sibilinamente- la sombra de la familia castradora se percibe durante toda la representación, y preso en ella, sin poder escapar, vemos a un enfermo físico y  a un creador menospreciado por el padre.

El momento de la vida de Kafka –la relación afectiva sincera y descarnada entre un hombre y una mujer- escogido por el autor como materia de la obra es ciertamente, en mi opinión, muy difícil de llevar a buen puerto. Y Luis Araújo no sólo lo consigue sino que a los 50 espectadores que lo contemplan logra transmitirles la sensación de estar viendo en primera línea lo que nunca percibe más que la pareja de amantes: la verdad del amor: su aparición, la ilusión de la relación epistolar, la emoción y miedos de los encuentros, la necesidad del compromiso, y la huída del mismo arguyendo razones que por elevadas no dejan de ser poco convincentes.

Y lo anterior envuelto en un lenguaje teatral bellísimo y muy bien construido, con unas transiciones espacio-temporales muy logradas en los momentos de la relación epistolar, con un decorado escueto pero suficiente, una música perfecta a la situación que subraya  a cargo de Luis Delgado  (otro fantástico descubrimiento) y sobre todo, sí, los actores, tres magníficos actores que dan cuerpo a Franz Kafka (Jesús Noguero), Felice Bauer y también su desleal amiga Grete (Beatriz Argüello) y el amigo de Kafka, Max Brod, además de otros personajes  menores (Chema Ruiz). Todos ellos transmiten sinceridad y emoción. De Jesús Noguero destaco su gestualidad y su voz; de Beatriz Argüello que está soberbia en la escena de la ruptura cuando vierte lágrimas en medio de los reproches que lanza a su imposible pareja; y de Chema Ruiz su versatilidad en el desdoblamiento de personajes y su buen hacer en el principal, el de Max Brod, un amigo algo cínico como quien ve las cosas pasar desde una cierta altura olímpica y se implica poco o a lo sumo tangencialmente.

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