«La movida nos venía grande desde el principio, pero ahí estábamos nosotros, defensores de las causas perdidas,buscavidas de todo a cien, borrachos de pastel que ni siquiera éramos capaces de controlar nuestras propias vidas actuando como lo que hacía mucho tiempo ya no éramos.»
Tras 5 Jotas, que me dejó muy buen sabor de boca [leer su reseña aquí], he leído la última de las novelas publicada por su autor, Paco Gómez Escribano, titulada Narcopiso. Narcopiso me ha recordado mucho a escritores de novela negra como Lee Child, Chester Himes, el español Carlos Zanón, e incluso al representante por antonomasia del dirty realism: Charles Bukowski. ¿Por qué? Pues porque Gómez Escribano entra directamente en lo que en el género se denomina 'realismo sucio'. Una gran diferencia entre Narcopiso y 5 Jotas es que mientras en esta última la Música ocupa lugar de privilegio con múltiples referencias a temas de jazz y de blues, en Narcopiso es la Literatura, concretamente la novela negra y la policíaca, la que tiene un papel central, casi casi diríamos, usando el léxico característico de sus protagonistas, de okupas de la misma.
Precisamente es del asunto de la okupación de lo que trata la narración. Estamos ante un piso ocupado por una gente dedicada al narcotráfico, es un narcopiso. Los vecinos de siempre del edificio, casi todos ellos de la tercera edad, están que no pueden más con los gritos, riñas, suciedad y peligros que la vivienda ocupada ilegalmente les provoca. Es por ello que hartos de la poca efectividad de sus denuncias a la policía deciden encargar a Dionisio Aranzueque, presidente de la Comunidad de vecinos del edificio donde radica el narcopiso, que busque una solución al problema. Y la solución que se le ocurre a este hombre es buscar al Perla, un exdelincuente conocedor del barrio, para que los eche del piso. Le ofrece una suma de dinero de lo más apetitosa y así, sin más, el Perla busca al Araña, al Pirri -narrador de la historia-, y al Tije. Todos ellos son ahora mismo clientes fijos del bar del Julito, del mismo modo que en sus tiempos jóvenes frecuentaron las drogas y dieron no pocos palos para obtenerlas. Actualmente, las han dejado y sólo son alcohólicos o, al menos, es lo que sólo quieren ser. Pero no es fácil, pues el atractivo de la heroína y de la cocaína siempre está ahí. Juntos deciden ejecutar el trabajo propuesto por el bueno de Dionisio. Les mueve un sentimiento solidario de barrio.
Los cuatro personajes tienen personalidad propia, pero sin duda alguna es el Pirri el protagonista principal. Sin miedo a equivocarme, aunque bien pueda hacerlo, es el Pirri un alter ego del propio escritor quien en una época de su vida anduvo en la cuerda floja simpatizando con las drogas y moviéndose en ambientes que para nada eran facilitadores del abandono de las mismas. El Pirri es en la novela un hombre que ya no es joven, pero tampoco viejo; está en esa indefinible edad que se conoce como madurez. Ha visto morir a varios de sus compañeros de fatigas juveniles y él se ha salvado no sabe bien por qué ni cómo. Hoy su vida se reduce a beber cervezas y whisky, hacer crucigramas y leer novela negra
«Yo era un puto minusválido sin el carné de minusválido, un expolitoxicómano con más secuelas que un veterano del Vietnam, un colgado que iba dando tumbos sin más expectativas que echar un trago y rellenar unos crucigramas y leer unas noveluchas cuyos héroes poco me servían en la vida real.»»
Son precisamente esas "noveluchas" las que le sirven al Pirri y al propio novelista a tirar p'alante. La literatura es en la ficción y también lo es y lo ha sido en la vida real su tabla de salvación. En Narcopiso Paco Gómez Escribano homenajea a estos autores de noir, muchos de ellos poco conocidos, que le han ayudado muchísimo. Las referencias a nombres de escritores y a títulos de novelas son abundantísimas. En la novela se sirve el autor de un personaje llamado Cortecín, antiguo compañero de colegio, cuatro años menor con el que apenas si en los años colegiales se llevaba, que ahora es bibliotecario y se convierte en su particular camello -¡bienaventurado camello"- de novela negra del Pirri
- «Desde entonces me sigue recomendando novelas negras. Pasamos de Chandler, Goodis o Burnett a Lehane, Craig Russell o Mankell.»
- «El Cortecín no tomaba nunca nada. Aparecía, me prestaba una novela o varias, charlábamos un rato y se piraba. Después yo se las devolvía en la biblioteca. ¿Por qué hacía esto conmigo? Ni puta idea. Esto, y lo de que la peña votara siempre a la derecha en bucle, se me escapaba del todo.»
La relación oracional que establece el narrador entre el comportamiento de su antiguo compañero y el de la 'peña' en las votaciones es del todo lógica y semánticamente improcedente y por ello mismo literariamente de gran rendimiento. Esconde una punta de humor indiscutible.
He dicho antes que si la novela va de okupas el auténtico okupa -en el sentido más positivo del término- es precisamente la literatura. Quien quiera conocer autores de novela negra y policíaca, clásicos y actuales, tiene en Narcopiso una auténtica guía. Hasta el propio Paco Gómez Escribano aparece sin ser citado por su nombre en la novela; se diría, en términos cinematográficos, que hace un cameo. Entre los títulos que se citan aparecen algunos suyos. Y lo hace tanto al principio del relato cuando el Pirri tras un paseo por la madrileña Cuesta de Moyano dice:
«Cuando volví a Atocha con una sonrisilla colgando de mi careto, llevaba una bolsa con dos de Thompson, una de Westlake, dos de Burnett, tres de Vachss, cuatro de Pedrolo, tres de Juan Madrid, dos de Ibáñez, uno de Miguel Agustí, una de Ken Bruen, cuatro de González Ledesma, una rareza de Izzo, dos de Himes, una primera edición de La estrategia del pequinés, un ejemplar de Manguis, dos de Goodis, dos de Lawrence Block y tres de Mosley.»
como hacia el final cuando el Tijeras le propone al Pirri una coartada que, naturalmente, tiene como escenario el mundo de la literatura:
«—He pensao que tú y yo llevamos aquí un par de horas. Has venido a traerme unas novelas y hemos estado echando un trago. Estas. —Y cogió tres novelas viejas de un estante: La niebla y la doncella, Prótesis y 5 Jotas»
Paco Gómez Escribano (Foto: Javier Velasco Oliaga) |
He visto en esta novela recién publicada del autor madrileño muchos elementos que ya señalé en la reseña de 5 jotas. Quizás el más relevante sea la aparición del léxico propio de la marginalidad y mundo carcelario por donde los personajes de esta novela transitan a su gusto: 'fuscas' (pistolas), 'solipandis' (vivir de manera solitaria y autónoma), 'jaris' (muchachas jóvenes y atractivas), 'truja' (cigarrillo, porro), 'buco' (en el argot delictivo 'chutarse heroína') 'tarras' (viejos), 'filé' (enfilé)...; así como vocablos y frases del caló: «Venga ya, a mí no me jujaneéis, y marchaos, que lleváis mi majarañí», 'chinorris' (niños), 'jujanear' (no jugar limpio), 'chucarri' (angustia, aflicción), 'chororipen' (pobreza)...
También, al igual que en la novela que concurrió al Certamen Salamanca Negra de 2020, en Narcopiso hay crítica social, erotismo, alusiones al Cine e identificación del narrador con personajes novelescos de su género favorito: el noir. Las referencias socio-políticas espero que pasado el tiempo no sean para los lectores difíciles de desentrañar dada la desactualización de las organizaciones y seres mencionados en las mismas que el mero paso de los años provoca.
- «¿Y sabes qué va a pasar? Pues que en las próximas elecciones generales el Pepé y esos de Ciudadanos van a sacar mayoría absoluta. Y eso se lo vamos a tener que agradecer a los que están ahí en la tele gritando» (crítica social)
- «Que un tonto opine o deje de opinar es algo que al capital se la suda. Claro, el tonto cree que opinar es ejercer su libertad y por tanto cree que vive en democracia. Opinan en la tele, en las redes sociales, en sus blogs de mierda.» (crítica social)
- «Aquello olía a lío gordo de Lew Griffin en las novelas de Sallis, a cristo como los que provocaban Easy Rawlins y su colega Mouse en las novelas de Mosley. Aquello, en definitiva, tenía su parecido a un Pulp Fiction cutre, porque el Tije y yo ni de coña éramos Vincent Vega y Jules Winnfield, y, sin embargo, el Loco sí se parecía peligrosamente al puto Marsellus Wallace.» (alusiones cinematográficas)
- «Yo no vivía en un barco como Travis McGee ni me enrollaba con una o dos tías buenas en cada caso, más bien vivía bajo la superficie del agua, a veces me ahogaba y me resultaba terriblemente trabajoso volver a emerger. Ni de coña era Mike Hammer, no, no, no, no…» (identificación con héroes novelescos)
Para finalizar
Quizás por haber sido 5 Jotas la primera novela que leí de Paco Gómez Escribano Narcopiso me ha gustado un pelín menos, pero me ha entretenido y divertido muchísimo, que conste. Miedo me da siempre decir, al reseñar un libro, algo que pueda sonar a menor; parece que luego el personal se agarra a esa pequeña menudencia para concluir que no me ha gustado la obra. Y no, no es así, al menos en este caso no es así.
En fin, amigos, que para pasar un ratito entretenidos este autor es formidable y con Narcopiso lo podéis comprobar. Una muy buena lectura para este tórrido verano. Entre otras razones porque mira que se bebe cerveza en ella..., en fin, como en el verano (ja, ja).
Puede que le dé una oportunidad. Nunca he leído nada parecido. Un beso.
ResponderEliminarYo tampoco lo había hecho y estas dos novelas de Gómez Escribano me han sorprendido para bien y entretenido mucho
EliminarBesos
A mí me gustó más Narcopiso que 5 jotas, aunque, como tú, insisto, 5 jotas me gustó y mucho.
ResponderEliminarTe sigo recomendando Yonqui, Lumpen y Manguis. Fabulosas. Bueno, y todas las demás. es que todas son muy buenas y en Prohibido fijar cárteles te encontrarás con el Tijeras.
Un beso.
Me lo imagino porque conociéndote sé que te van mucho los libros que ahondan o penetran en la política más o menos reciente. Y eso en esta novela. sin ser abundante, sí que existe.
EliminarTomo nota de tus recomendaciones especialmente de Prohibido fijar cárteles por eso de reencontrar al Tijeras, personaje curioso.
Un beso
Estoy tan dedicada a lecturas de hace 100 años, que se me escapan novelas como ésta. Además tu reseña es estupenda, como siempre. Gracias y besos
ResponderEliminarYo tengo que agradecer a la gran lectora que es Rosa Berros el conocer a estos escritores recientes. A propósito, ¿qué tienes entre manos en este momento? Lo acabo de ver: estás con Rachel Ferguson. Acabo de dejarte un comentario en tu entrada. Me has convencido, amiga. Lo acabo de apuntar. Gracias por ello y por lo que dices de mi reseña.
EliminarUn beso
Qué la novela sea una "okupa" de la buena literatura negra me parece excelente. Me parece una buena apuesta para este cálido verano y para leer en en algún lugar fresco, silencioso y con una buena cerveza a mano je, je.
ResponderEliminarUn abrazo, Juan Carlos.
Llevo dos lecturas que están okupadas por la música, una, y por la literatura, esta última. Me encanta cuando estas cosas ocurren. Y me gusta, por lo poco frecuente que es, esta incursión que la literatura noir hace okupando las páginas de esta novela de Gómez Escribano. Ya sólo por eso merece mucho la pena leerla. Y si es con una cerveza en las manos y en una sombra, pues ya no te digo, Miguel.
EliminarUn abrazo
Pues creo que me gustaría, pero le va a tocar esperar, que tengo tanto pendiente que ya no sé por dónde tirar...
ResponderEliminarBesotes!!!
Paco Gómez Escribano te esperará, Margari. Estoy convencido de ello. Y también estoy seguro de que esta novela y otras del autor te gustará/n.
EliminarUn besazo
Muchísimas gracias, Juan Carlos. Una reseña espectacular. Abrazo.
ResponderEliminarP,D.: Por cierto, un "jari" es una movida chunga ;-)
¡Ah! Yo pensaba que se refería la palabra a 'muchachas atractivas'. Gracias por la aclaración, Paco.
EliminarPor cierto, el anónimo soy yo, Paco Gómez Escribano. Reitero, gracias.
ResponderEliminarLas gracias te las doy yo a ti, Paco, por haber tenido la deferencia de pasarte por mi blog y leer mi opinión sobre tu novela.
EliminarUn saludo cordial