«Igual me da envidia la vida que tenían mis padres con mi edad porque a veces, sin casa y sin hijos en nombre de no sé muy bien qué pero también como consecuencia de no tener en el horizonte mucho más que incertidumbre, daría mi minúsculo reino, mi estantería de Ikea y mi móvil por una definición concisa, concreta y realista de eso que llamaban, de eso que llaman progreso.» (pág. 26)
He llegado hasta Ana Iris Simón y su primer libro, "Feria", por un comentario que sobre esta obra realizó Andrés Trapiello hace poco más de dos semanas en prensa. Decía textualmente Trapiello entre otras muchas cosas en ese artículo periodístico que llamó mi atención:
«Los pijos de izquierda han dejado estos días las zonas residenciales de Madrid (el norte) para visitar los arrabales (el sur), demandando el voto que también allí les disputan los pijos de derechas. Pero a diferencia de estos, los de izquierda, dicen 'nosotros, los currantes' y 'lo reconozco, yo tengo un buen salario' [...] Los pijos han entrado en campaña justo cuando acabo de leer Feria, de Ana Iris Simón.[...] Ana Iris Simón describe a los farsantes, esta vez de izquierdas: "han pasado los veranos en Irlanda", tienen "dos másteres y un doctorado antes de los treinta", "no han visto un gitano por primera vez antes de los veintisiete cuando fueron a Casa Patas" y le dicen "a los que viven en un bloque de VPO", que "no tienen ni puta idea por no ver en Sálvame el katejon antifascista. Nada nuevo bajo el sol: señoritos diciéndole al pueblo lo que el pueblo es (…), los que parece que sienten nostalgia de un barro que no han pisado en su vida". En su puta vida.»
Tras tan sabrosas y desusadas frases no tenía más opción que hacerme con la obra de esta joven del Campo de Criptana (Ciudad Real) que con inmenso desparpajo y sin sentirse constreñida por el dogma de lo políticamente correcto ha publicado en octubre de 2020 este su primer libro que ya va por su quinta edición, prueba de la buena recepción que está teniendo.
Dice la autora en esta obra memorialista, en la que ella aparece como testigo esencial de los sucedidos que relata, que «si lo que más me gustaba era escribir sobre la familia y la costumbre quizá es que lo que más me gustaba no era escribir, sino la costumbre y la familia» Y lo dice en unos tiempos en los que parece que hay que escapar, huir, de todo aquello que tenga resonancias a conformidad con lo recibido. Y no, no es así para nada. Ana Iris, nombre hermoso donde los haya, cuya razón explica la autora en la obra relacionándola de manera hermosa y coloquial con la profesión de sus padres en la Oficina de Correos de Aranjuez por una parte y con la diosa del arcoíris que anuncia el pacto de unión entre el Olimpo y la tierra al final de la tormenta, por otra. La diosa Iris, al igual que Hermes, es la encargada de hacer llegar los mensajes de los dioses a los seres humanos. Desde luego más relación con el oficio que simboliza la cornamusa coronada no podría haber.
En Ana Iris confluyen dos líneas genealógicas: la de los bisuteros por parte de su madre Ana Mari, -así eran llamados sus abuelos María Sola y Gregorio por ser feriantes-, y la de Mari Cruz y Vicente, sus abuelos por parte de Javier, el padre, que eran, digamos, más urbanitas, más asentados, más unidos a la tierra criptanera a cuyo cultivo se dedicaban. Es a estos dos mundos a los que la joven autora dedica la obra. Quizás más al de los feriantes por ser un mundo más evanescente mientras que el de su abuelo campesino es más estable y duradero como demuestra el árbol plantado por él, un almendro, que algunas tardes de verano iban a regar, abuelo y nieta, sin mayor finalidad que la de «cuando él falte, me dice, y yo pase por allí con alguien, podré señalarlo y decirle "mira, ese árbol lo plantó mi abuelo, así que pa mí es la sombra".»
El libro se organiza en nueve apartados más un décimo titulado La historia del Gigante. Este relato que cierra el volumen es, además de un encargo del padre que Ana Iris y su hermano Javi realizaron debidamente, un canto homenaje a la tierra manchega de la que la escritora está más que orgullosa, y, naturalmente, nada hay más manchego que la historia de don Quijote y de los gigantes convertidos en molinos. Se debe de leer el libro para entender debidamente el porqué de este décimo relato; sólo diré aquí que nace del deseo de Javier padre por conocer el antes de un hombre muy alto y algo herido con el que toparon él y sus dos hijos en la estación de Alcázar de San Juan un día que pasaron los tres juntos.
Si la Ana Mari puso a Ana Iris en contacto con la verdad de la tierra pateada y de los paisanos que pasaban por la caseta de feria, la figura de Javier, el padre, supone para ella el estímulo necesario de su afición por contar historias. Declara Ana Iris: «mi padre vivía en los relatos, en las historias que me contaba, pero sobre todo en las que se contaba a sí mismo». Fue él quien despertó y azuzó, seguramente sin saberlo, su afición por la escritura, él quien le había contado historias desde que era muy niña; ahora, cuando le pidió que le escribiera la historia de ese gigante manchego, venía a decirle que era llegado el momento de pasarle los trastos de la vida: hasta ese momento él «se había ocupado de ordenar la realidad, nuestra realidad, de inventársela o, más bien, de explicárnosla.»
Desde la dedicatoria Ana Iris declara la devoción que siente por su familia. Una devoción que no excluye la disensión, el choque dialéctico, la critica. Pero siempre por encima de todo eso está el amor sentido por ella hacia sus padres, abuelos, primos, amigos..., y el que en justa correspondencia siente sobre sí. Eso debe de ser la felicidad; sí, así debe de ser y desde luego esta colección de relatos costumbristas cuyo epicentro es la persona de la autora rezuman afecto, cariño; en definitiva, amor. Hay amor incluso hasta cuando vemos a la pareja formada por sus padres, la Ana Mari y Javier, rota; incluso entonces la felicidad, el buen ambiente, la falta de improperios entre los progenitores, existe. Es evidente que llevarse bien no equivale a asentir en todo cual bestias irracionales, no. Por eso en este libro se comentan disensiones entre la narradora y otros partícipes en él: entre el padre y las abuelas a propósito de la religión, entre el padre y la madre por la educación que cada uno entiende hay que dar a los hijos, dentro del núcleo de amigos de Ana Iris también se disiente... Pero son siempre discrepancias que no van más allá del puro diálogo, y que sirven a quienes las protagonizan de estímulo en su crecimiento personal.
Lo que a mí más me ha interesado desde el punto de vista anecdótico es la mostración que Ana Iris realiza de un mundo en vías de desaparición si no ya totalmente fenecido: la Feria y los feriantes. Es "Feria" un homenaje claro a esa manera nómada de vivir que acababa en la Feria de Gerona a mediados de otoño tras haber pasado desde el mes de mayo por las de un sinfín de localidades españolas: Madrid, Alicante, Alcázar de San Juan, Salamanca, Valladolid, Zaragoza, Gandía, etc. Llegado el frío y la poca luz los bisuteros que eran la familia materna se acomodaban en los mercadillos semanales de las localidades próximas a Campo de Criptana. Era una vida nómada que a Ana Iris le encantaba pero de la que también se avergonzaba y de la que no se atrevía a hablar delante de sus compañeros del Vicente Aleixandre de Aranjuez:
«Cuando la profesora, que se llamaba Rosa, nos preguntó qué habíamos hecho en verano [...] no hablé de que me había pasado varias semanas durmiendo con mi abuela María Sola y mi abuelo Gregorio en una caseta, ayudándole a descargar la Mercedes, lavándome en una palangana y andando descalza hasta la fuente en la que cogíamos el agua mientras mi abuela me gritaba que no fuera descalza, que me iba a pichar e iba a coger el tétanos. No hablé de nada de eso porque me daba vergüenza, no fueran a pensar que éramos gitanos y que por eso no sabía leer, porque eso era lo que, fuera de la feria, había oído que éramos los feriantes.» (pág. 80)
Pero lo más meritorio de la primera obra de esta escritora novel es sin duda alguna la manera como está escrita. Es un estilo memorialista caprichoso que sigue los vaivenes dispares del pensamiento con paradas en el recuerdo desde un presente actualísimo. Se alternan sin orden preciso en la novela la más chirriante actualidad (alusiones a partidos políticos muy nuevos como Vox, o a Podemos formando parte del Gobierno de España…) y el pasado recordado vivamente pese a la corta edad de Ana Iris dada la conmoción ocasionada por el suceso (el asesinato de Miguel Ángel Blanco en 1997, por ejemplo) o ese otro pasado que a los mayores conmocionó y que verbalmente le transmitieron desde su niñez como por ejemplo cuando su padre Javier y el abuelo Vicente, simpatizantes comunistas, le cuentan a la joven narradora la lucha por la amnistía general finalmente conseguida en 1978 tras tantos años de dictadura.
Este traqueteo hacia adelante y hacia atrás provoca el choque emocional entre el mundo de hoy y el perdido del todo o quasi desaparecido. La España de las pesetas y la del €. La de las pesetas es la de los padres y abuelos de Ana Iris; la que se la estaba cargando era la de los Leclerc, los McDonald's, el Aquópolis, etc., etc. Esta era la modernidad que se avecinaba y que los feriantes sabían que acabaría con ellos. En medio de esta barahúnda, los niños como Ana Iris que aunque en verano viajaba en la Mercedes de feria en feria sin embargo ya se divertía con sus amigas y primos viendo series televisivas como 'Peaky Blinders' o jugando a videojuegos como 'Fortnites'. Era una pérdida sin retorno posible.
El libro es una preciosidad por esa manera tan fresca y natural con la que está escrito. El ritmo es fluido y el tono que del escrito emana revela llaneza y ausencia total de impostura. Naturalidad narrativa en la expresión y por ende también en lo comunicado. La chica que cuenta sin dobleces su visión del mundo que le ha tocado vivir es tan auténtica como reveladoras son la serie de fotografías referidas a la vida real de la protagonista. Son fotos en blanco y negro de ella niña, de ella con sus padres, de su madre Ana Mari, de La Mancha con sus molinos o esas casas-cueva de Ontígola (Toledo) donde vivieron unos años, etc.
Algunas frases especialmente destacables
- «Cuando era pequeña pensaba en mis abuelos, pensaba en los Bisuteros [...] como un vestigio de una España que fue y ya no es. Una España en la que había zoos chicos y enanos recortadores y en la que sonaba Camela, pero donde también había recitadores como Waldo, el amigo de mi abuelo Gregorio, que declamaba romances y coplas de pie quebrado en el teatro chino de Manolita Chen.» (pág. 129)
- «Nos pasamos la adolescencia y la primera juventud deseando no parecernos a nuestros padres y cuando crecemos, o igual es que crecemos por eso, nos damos cuenta de que casi todo lo que tenemos de bueno no es nuestro, sino suyo.» (pág. 193)
- «Quería decir, además de que si todo es fascismo -y parece que así es- nada lo es, y que a mí me llevan los demonios porque fascistas fueron los que se llevaron a mi bisabuelo primero a la cárcel y luego al exilio y no cuatro neocones en Twitter y en el Congreso y ellos no serían capaces de hacer algo tan grande, y esto no lo digo yo, lo dijo Pablo Iglesias.» (pág. 162)
- «Sentía que [yo] era de la feria, que la feria me pertenecía y yo pertenecía a la feria porque sabía cómo se ponía en marcha, cómo era cuando nadie la veía. Siempre es así, supongo: para sentir que uno pertenece a algo o a alguien, o que algo o alguien le pertenece a uno, es necesario entender sus tramoyas.» (pág. 118)
- [Ana Iris es hija de] «un ateo monoteísta, porque mi padre no era ateo, sino que creía profundamente en el ateísmo»
La autora
(biografía contenida en la solapa de la edición de la obra realizada por la editorial Círculo de Tiza)
[Campo de Criptana, 1991] Estudió en escuelas públicas de Aranjuez. Cursó Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Rey Juan Carlos en Fuenlabrada mientras doblaba y alarmaba camisetas en Desigual y hacía de guía en el edificio de Telefónica en Gran Vía. Su primera casa fue Telva y después fue redactora en Vice y guionista en Playz de RTVE. Con 28 años ha sido testigo de tres ERE. Actualmente colabora con distintos medios. Se acaba de ir de Madrid, donde vivió desde 2014, a una ciudad de provincias, en parte porque le da envidia la vida que tenían sus padres a su edad, aunque la Thermomix no se la ha comprado ni se ha metido en la hipoteca. Feria es su primer libro.La novela ha sido distinguida con el Premio ‘Javier Morote’ 2021, consagrado a reconocer una obra especialmente sobresaliente publicada por un autor muy joven. Ha sido la cuarta edición de estos premios, creados en 2018 por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (Cegal).
Tengo ganas de leer este libro. A ver si lo hago pronto. Un saludo
ResponderEliminarUn saludo, Esther. Te va a gustar.
ResponderEliminarUn beso
Pues ya lo he leído. Y he de confesarte que me gusta más esta chica en sus columnas del País, el libro se me ha hecho un poco repetitivo en cuanto a los temas. Un abrazo!
EliminarSí, a muchas personas le ha pasado lo mismo con ella. La verdad es que las columnas que escribe en El País son más generalistas, más referidas a unas circunstancias concretas que conciernen a un grupo grande gente; sin embargo "Feria" es más como unas memorias autobiográficas referidas a su vida personal.
EliminarSaludos, Esther
A estos autores noveles hay que darles la oportunidad que merecen. Y cuando Andrés Trapiello y tu mismo os habéis detenido en esta obra es que merece la pena.
ResponderEliminarLa conseguiré y la leeré. Creo fervientemente que tiene mucho que decir esta autora de los hipócritas que piensan, merecen nuestro respetos por ser políticos de tres al cuarto medrando solamente en su propio beneficio.
Un abrazo.
Es valiente la autora porque hoy día crucifican a cualquiera que se atreve a salirse de la línea trazada por no se sabe y si se sabe quién. Al menos hace pensar y además creo que su estilo coloquial y cercano la hace apetecible. Ya me dirás, Javier.
EliminarUn abrazo
Estoy de acuerdo con ella creo que lo que más me gusta de escribir sobre la familia y la costumbre, es la familia y la costumbre. Me encanta.
ResponderEliminarNo se puede negar que la autora es valiente y decidida, porque como tú dices, hoy en día el opinar de manera sincera es muy peligroso.
Las manchegas somos así 😂
Me lo llevo, no hace falta que lo diga.
Besos.
Me encanta que surjan voces, y más si son juveniles como la de Ana Iris Simón, que no se arredran, que no sienten la tentación de apesebredarse (perdón por el palabro pero creo que es el que corresponde) y hablan con plena libertad y autonomía. Pero ya he leído en alguna que otra entrevista que desde ciertos sectores políticos le han colocado a la chica el marbete de seguidora de no sé qué ideas políticas; a esto ella reacciona con indignación, claro. Pero el comisariado político de las RRSS ya está ejerciendo su función. Menos mal que Ana Iris tiene una personalidad bárbara fundamentada en sus orígenes sociales, familiares y políticos. Ella sabe de sobra de lo que habla y no se arredra porque los que la critican tienen pies de barro, no saben lo que es vivir en una barriada de VPO ni conocen la vida nómada de los feriantes y han estado en contacto con la verdadera realidad exclusivamente de visita. Ahí los tiene vencidos.
EliminarTe gustará. Ya verás como sí.
Un beso, Yolanda
Me ha gustado mucho tu reseña, Juan Carlos. Invita mucho a la lectura de esta Feria. He leído, además, algún que otro libro de tono memorialístico y de narración familiar en los que se dan la mano la infancia del autor y la realidad actual. Suelen ser lecturas que me son gratas. Tomo buena nota, pues, de este título y de esta autora con nombre de diosa que nos hace llegar mensajes.
ResponderEliminarBesos
A ver qué te parece, Lorena. Creo que lo más destacable de la obra es la manera de contar la Feria. Ya se sabe que cada uno cuenta la Feria según le haya ido en ella (ja, ja...)
EliminarUn beso
Hola.
ResponderEliminarMe gusta mucho que den oportunidades a autores tan jóvenes.
Escribir sobre la familia es terapéutico y sanador.
Tomo muy buena nota.
Mil gracias por la reseña y feliz día.
Ahora estoy leyendo de Landero "El huerto de Emerson" donde insiste en que es en nuestra propia individualidad, nuestro huerto particular, donde encontramos vía para escribir con originalidad total. Y de ese huerto forma parte esencial la familia de la que procedemos, naturalmente.
EliminarLéela y te encontrarás con una autora que se expresa libre y sin prejuicios sobre lo que ha vivido y la rodea en este momento. No es una escritora que intente complacer para hacerse un hueco o ganar la simpatía de quienes deciden los nombres de aquellos que ocuparán los huecos libres donde llueven subvenciones, ayudas y halagos. No, ella va por libre. Al menos por ahora. Y eso es un soplo de aire tan fresco y saludable que da un gusto infinito.
Besos
Pues no me sonaba de nada. Y me gusta muchísimo todo lo que cuentas. Muy bien apuntado que me lo llevo.
ResponderEliminarBesotes!!!
Yo como digo en la reseña conocí el libro por esa cita que Trapiello hacía de él en su artículo periodístico. Pero, fíjate, que apareció en noviembre de 2020 y a día de hoy va ya por la 5ª edición. Se ve que ha llegado a los lectores con fuerza. Venga, Margari, a ver qué te parece
EliminarUn beso
Hola, Juan Carlos. Me ha gustado mucho tu reseña, leí "Feria" hace unos meses y me alegro por mi paisana de que sea un gran éxito. Coincido contigo en que su punto fuerte es el total desparpajo con el que Ana Iris afronta estas memorias de un mundo extinto y las confronta con su presente. También me gustó el retrato de la figura del padre y los abuelos (las figuras masculinas en general), y la naturalidad en todo, lejos del victimismo de mucha narrativa joven de hoy. Espero que este éxito de su primera novela no le lastre en sucesivos trabajos como le pasó a Jesús Carrasco.
ResponderEliminarTengo Campo de Criptana a escasos treinta kilómetros y voy a veces al cerro de los molinos, es espectacular. Si no lo conoces te lo recomiendo.
Un abrazo.
Hola, Gerardo:
EliminarSí conozco el Cerro de los Molinos en Campo de Criptana. Yo también tuve mi época castellano-manchega pues di clase en un instituto toledano durante siete años durante los que viajé con frecuencia por La Mancha sorprendiéndome siempre que Don Quijote y Sancho Panza fuesen poco menos que personalidades célebres 'reales' de muchas de esas localidades. En Toledo, en una manifestación en la que se solicitaba la autonomía y cosas que en esa épocas e pedían (primeros años 80) se gritaba: ¡Viva Castilla-La Mancha. Viva don Quijote y Sancho Panza! Yo quedaba impactado y sorprendido. Ahora leyendo "Feria" he revisitado esas sensaciones y comprendido la inmensa "realidad" que en esa tierra quasi mítica tienen estos seres de ficción, más reales casi que el mismísimo José Bono que también aparece citado con frecuencia.
Y comparto totalmente tu deseo de que Ana Iris Simón logre salvar con acierto su siguiente incursión en la literatura a fin de que no le suceda lo que al extremeño Jesús Carrasco que causó sensación con "Intemperie" pero la altura de este libro fue siempre la medida de los siguientes, lo que los lastra inevitablemente.
Un fuerte abrazo, amigo
Hola!
ResponderEliminarLa verdad es que no lo conocía, y si soy sincera lo primero ue diría es que no es mi tipo de lectura. Pero me llamó la atención la primera cita, me hizo acordar cuando corría descalza por la tierra colorada de Misiones, sin importar la picazón o raspones. El único lugar y momento donde no importaba nada, solo ser.
Nah, me lo llevo apuntado. Gracias por la recomendación.
Saludos!
Una pregunta, Luu: ¿Misiones de Argentina o Misiones de Paraguay? He mirado en el mapa y he visto que están ambas poblaciones muy próximas pero pertenecen a países diferentes.
EliminarMe gusta ese recuerdo tuyo viéndote correr descalza por la tierra colorada de Misiones. Así, colorada, es la tierra de La Mancha en España, ¡qué casualidad! La verdad, ¡qué pequeñito es el mundo, querida amiga!
Un beso
Qué interesante parece. Y avalado por Trapiello, es casi garantía de que va a gustar.
ResponderEliminarDices que estás leyendo El huerto de Emerson y a mí lo que cuentas de Feria me ha recordado a lo que escribe Landero en El jardín de invierno. Como se concatenan los hechos, para venir a darse la mano. Ese recordar las vivencias con las familias paterna y materna, las diferentes vidas en cada casa... Y la vida de los feriantes que es tan distinta y tan exótica aunque tan sacrificada y trabajosa.
Apunto este libro.
Un beso.
Sí estoy leyendo a Landero. Recuerdo con tanto gusto "La lluvia fina" y "El balcón en invierno" que esta última se me está quedando como un poquito por detrás de esas que nombro. En fin, ya meditaré algo más para la reseña.
EliminarEsta chica, Ana Iris Simón, me ha sorprendido y me ha parecido ciertamente interesante. A ver a ti qué te parece, Rosa
Un beso
No conocía a esta autora. Me lo apunto, me ha gustado mucho la reseña, siempre nos invitas a leer cosas muy interesantes.
ResponderEliminarUn placer pasar por aquí.
Un abrazo enorme, Juan Carlos.
Y a mí, Rita, me encanta verte pasar por aquí. Esta chica de 30 años ha sido toda una sorpresa para mí. Si la lees ya me dirás qué te parece.
EliminarUn abrazo para ti también
Ya son varias las voces que me decís que es una buena obra, así que tendré que hacerme con ella y leerla, me habéis despertado la curiosidad. Saludos
ResponderEliminarLo mejor es probarlo por uno mismo. Me gustará conocer tu opinión, Jessica.
EliminarBesos
Pues mira, me la voy a leer. Me ha convencido desde el principio con esa descripción de pijos de izquierdas (comunistas de salón los llamo yo) y que tanto daño han hecho (están haciendo) a la izquierda. Me han encantado esos dos párrafos porque comparto con ella esas definiciones.
ResponderEliminarGracias por presentarnos esta escritora primeriza y que parece apunta maneras.
Un beso.
Lo que más engancha, precisamente, de este libro es la coincidencia de muchas de sus frases con pensamientos íntimos que muchas veces nos asaltan, pero que por lo que sea -algunas veces se denomina lo políticamente correcto- guardamos muy adentro y no exponemos en público no vaya a ser que... Por eso leer estas coas en una chica de apenas 30 años sorprende pues, quizás equivocadamente, pensamos que la juventud -toda ella- circula ideológicamente por unos raíles muy claritos. Pues a lo mejor no es exacto.
EliminarBuenos días, Paloma
Un beso
Hola Juan Carlos. Me da mucha alegría cuando la obra de un autor que publica por primera vez tiene tan buena acogida. Parecerá estúpido pero es como si me estuviera pasando a mí. No sé, quizá se deba a esa empatía que procuro prodigar. Dicho lo cual, si hay familias y pasado de por medio, este libro puede ser para mí. Por lo que te he leído, siento que lo podría disfrutar, así que lo tendré muy en cuenta si asomo por la librería. Besos
ResponderEliminarTe gustará, Marisa, te gustará.
EliminarUn beso
Pues no lo conocía, no me importaría leerlo, creo que podría gustarme.
ResponderEliminarBesotes
Me atrevería a apostar que te gustará. Ya me lo dirás cuando lo leas.
EliminarBesos
Qué interesante, no conocía ni la novela ni a su autora, pero me la apunto. Me encanta la gente que habla (o en este caso que escribe) sin pararse a pensar que lo políticamente correcto, jajajajaja. Y por cierto, menudo retraso lector llevo con tu blog, espero que no me lo tengas en cuenta...
ResponderEliminarEsta escritora, acabo de leer por ahí, expuso su pensamiento respecto a la situación del país hoy sin cortarse un pelo el otro día. Y eso que, dicen las crónicas, entre el público que la escuchaba, se encontraba el mismísimo PS. Pues ella, con un par, vino a decir lo que sostiene en esta novela. Me encanta esta joven por su atrevimiento y sinceridad.
EliminarYa sabes, Espe, que estás siempre disculpada. No sabré yo lo difícil que es ir a la par en esto de los blogs. Es materialmente imposible.
Un beso
Coincido que es una obra fresca y en la que la evocación del pasado surge de manera espontánea, al hilo de las asociaciones de ideas, sin rigor cronológico, sin afán de contarlo todo. Y también en que las mejores escenas son las de esa vida nómada, al borde de la extinción, y de la que aún es tiempo de guardar recuerdo como hace Ana Iris.
ResponderEliminarEntiendo, por tu comentario, que la novela te ha gustado tanto como a mí, he acertado?
EliminarUn saludo