"Lorenzo Falcó era un individuo para el que los años vividos, las incertidumbres, los peligros y el adiestramiento fraguaban en un compacto bloque de reflejos útiles y rutinas defensivas. Su visión del mundo era simple en la forma y compleja en las causas: un mecanismo de relojería hecho de reacciones automáticas, egoísmo vital, realismo descarnado, sentido del humor oscuro y fatalista, y la certeza intelectual de que el mundo consistía en un lugar hostil, regido por reglas implacables y poblado por bípedos peligrosos, donde era posible, con voluntad y ciertas aptitudes, ser tan peligroso como cualquiera."
('Eva', pág. 134)
Me gustó mucho la primera novela de la serie, justamente la que lleva por título el apellido de Lorenzo Falcó, el personaje principal. De esa primera entrega de lo que parece se configura como serie me encantó la figura de Falcó, un ex-contrabandista de armas, fichado como espía por los servicios de inteligencia antes republicanos y ahora nacionales, un profesional en lo suyo, un cínico descreído, cuya única meta es la de buscarse el mejor beneficio y satisfacción personales. El resto -mundo, demonio, carne, o todo aquello que pueda acontecer a su alrededor- le importa un bledo. ¿Todo, todo? Bueno, parece que todo todo, no. Unas faldas le han tocado, por raro que parezca en él, el corazón. Sí, Lorenzo Falcó, ese cartagenero irreverente tiene su corazoncito y Eva Rengel, en realidad, como vimos en esa primera novela, la espía rusa Eva Neretva, es fuente constante de satisfacciones y disgustos en similar proporción. La vimos en "Falcó", la primera de la colección, y por lógica era esperable una evolución o desarrollo del personaje en esta segunda, y más llevando como lleva por título su nombre: "Eva".
¿Es así? En efecto es "Eva" una novela que avanza poco en cuanto a la relación entre los dos personajes principales. Pienso que más que una evolución lo que aquí se presenta es, como avisa en el subtítulo, sólo una aventura distinta del personaje masculino (en la primera fue el fallido intento de sacar de la cárcel de Alicante a José Antonio; en ésta, salvar el oro de España que viaja camino de Moscú). Pero esto, o sea, la anécdota, es la única diferencia importante entre ellas.
Ambas se estructuran de manera parecida: En primer lugar hay un suceso que sirve para presentar al personaje en el clásico inicio 'in media res', o sea, en plena aventura. En esta ocasión lo vemos en Lisboa donde salva la vida por puro milagro. Esta anécdota inicial sirve para introducir al personaje y verlo en plena acción. El resto de los 16 capítulos en que Pérez Reverte reparte la historia se dedica a las idas y venidas en torno a la operación que centra el relato: evitar que el oro de la República acabe en poder de los rusos. Para lograr tal cosa, los Servicios Secretos Militares Franquistas han decidido que Falcó, su mejor agente, viaje hasta Tánger, ciudad neutral internacional, en cuyo puerto están fondeados los dos buques objeto de este episodio: el carguero republicano Mount Clase que capitanea Quirós, un asturiano fiel a sus consignatarios y el destructor nacional Martín Álvarez comandado por el capitán de fragata Navia. Se trata de dos hombres buenos que sin apearse de sus opuestas militancias comprenden lo que cada uno es y entienden las acciones que por ello habrán de emprender. Son "dos marinos hablando entre ellos. Profesionales comprendiéndose por encima de la bandera que arbolase cada cual."
Además de estos dos militares pululan por la novela otros personajes. Muchos son conocidos por el lector de la anterior novela: A la Eva Neretva que titula la novela se añaden el jefe de Falcó: el Almirante, alias el Jabalí; el delicado pistolero Paquito Araña, hombre de la máxima confianza de Lorenzo Falcó; el jefe de policía y seguridad franquista Lisardo Queralt al que Falcó poco aprecia por encontronazos derivados de la anterior aventura; la deseada y bella mujer Chesca Prieto, esposa del militar Pepín Gorguel que lucha por liberar España de las hordas rojas; y algunos otros más con menos participación.
En esta peripecia tangerina hay nuevos actores entre los que destacan los siguientes: Moira Nikolaus ("A los cincuenta y cuatro años, Moira Nikolaos aún era una mujer atractiva. Griega, de Esmirna. Se habían conocido en 1922 ante esa ciudad incendiada por los turcos." , pág. 94) en cuya casa se desarrolla parte importante de la historia; los ya citados Fernando Quirós, comandante del carguero republicano Mount Castle, y Antonio Navia, "comandante del destructor nacional Martín Álvarez"; JuanTrejo, "comisario político. Tipo peligroso. Comunista, claro" (pág. 52); Pavel Kovalenko, "asesor soviético de la República, jefe en España de la Administración de Tareas Especiales del NKVD" (pág. 123); Ramón Villarrubia, el operador de radio que le ha puesto el Jefe de Policía Quiralt a Falcó para tenerlo vigilado; Juan Trejo, "un comisario político. Tipo peligroso. Comunista, claro. Un cabrón con balcones a la calle" (pág. 52); y luego una serie de secundarios despachados con el marbete de moros que colaboran con unos u otros en función del beneficio que puedan obtener.
La acción sucede en Tánger ocho meses después de iniciada la contienda civil española, o sea, estamos en marzo de 1937. En ese momento Tánger es una ciudad con estatuto internacional que está bajo el mandato de un condominio formado por Bélgica, España, Estados Unidos, Francia, Países Bajos, Portugal, el Reino Unido y la U.R.S.S. Lógicamente al ser limítrofe con el Protectorado español, España tenía muchísima presencia e influencia en ella. La descripción del liberal ambiente nocturno tangerino es por demás costumbrista:
"Se abanicó Falcó con el sombrero. Hacía calor. Entre vapor de café turco y humo de tabaco mezclado con kif, tan denso que casi podía removerse agitando una mano, dos muchachas moras y una europea, con muy poca ropa encima, bailaban en una pequeña pista central, a los compases de una orquesta apiñada sobre una tarima." (pág. 154)Junto a Tánger, principal localización, vemos a Falcó pasearse por el lisboeta barrio de Alfama, la ciudad de Sevilla o la pacata Salamanca donde radicaba en ese momento la Jefatura del ejército nacional: "aquella luminosa Sevilla, con casas de amigas y otros elementos útiles, era más adecuada que la casta, gris, estrecha y meapilas Salamanca" (pág. 52)
Las descripciones que nos regala el autor de estas tres localidades rezuman costumbrismo de época:
- Sevilla: "En la puerta del cinematógrafo Salón Imperial, un cartel anunciaba Tango Bar, con Carlos Gardel, y Rumbo al Cairo, con Miguel Ligero. Cerca de La Campana, la calle Sierpes olía a café con leche. Civiles y militares desayunaban en las terrazas, y junto al puesto de periódicos unos muchachos voceaban diarios con noticias de la guerra" (pág. 46)
- Lisboa: "Había escuchado el grito del enlace al caer en la oscuridad, a su espalda, desde el mirador de Santa Luzia, y el golpe del cuerpo al estrellarse contra el suelo quince o veinte metros más abajo, en una callejuela oscura del barrio de Alfama." (pág. 2)
- Salamanca: "Se preparaba un desfile militar en la calle. Falcó había llegado, cruzando con dificultad entre la multitud que, dispuesta hacer el saludo fascista o el que exigieran las circunstancias, aguardaba el paso de las tropas hacia la plaza Mayor bajo los balcones adornados con banderas nacionales, carlistas y de Falange" (pág. 368)
En esta novela, como ya tuve oportunidad de ver en "Falcó" la afición marinera del escritor se trasluce en la simpatía con que presenta a cuantos seres trabajan en la mar, ya sean militares o civiles. Me ha llamado gratamente la atención el gusto con que Arturo Pérez Reverte utiliza el vocabulario específico del mundo marinero: estachas, norays, driza, tope, etc.
- "Unos treinta metros delante, amarrado a los norays del mismo muelle por gruesas estachas, pintado de intimidante gris, amenazador con sus dos chimeneas y sus dos cañones, estaba el Martín Álvarez" (pág. 131)
- "Enganchó en la driza la bandera republicana, roja, gualda y morada, izándola hasta el tope" (pág. 363)
"Y había allí, al final del recorrido, unas deshilachadas bragas de algodón que retiró con suavidad sin encontrar resistencia, desnudando un sexo de vello rizado, negro, espeso, y en ese momento, adecuadamente húmedo" (pág. 128)No sé si el novelista con textos como el anterior busca un homenaje al género en su versión más pulp, dar variedad a la novela que a esas alturas apenas si ha avanzado gran cosa o ganarse a un determinado tipo de lector. Lo único cierto es que esta explicitud, en mi opinión, no añade méritos al relato; más bien al contrario y así se lo han señalado comentaristas de la novela en sus blogs e incluso críticos como Manuel Rodríguez Rivero en el diario El País del sábado 16/12/2017 que, sin nombrar al autor, le afea esta acción. No sé, cuando leáis vosotros la novela, cuál será vuestra opinión: ¿adecuado o inadecuado? Yo quiero creer que el novelista ha querido abundar en el carácter canalla del personaje y encuadrar con más claridad la novela dentro de la novela negra tipo made in USA de los años treinta.
Quizás sea por lo anterior por lo que me ha parecido ver en esta aventura de Falcó la atmósfera de las películas de cine negro que tanto se prodigaron durante la década de los años cuarenta. Y de todos los posibles títulos, como no podía ser de otra forma, "Casablanca" del director Michael Curtiz me venía continuamente a la cabeza en especial por la relación entre Rick (Humphrey Bogart) e Ilsa (Ingrid Bergman) ciertamente pareja a la de Falcó y Eva.
El mismo narrador en algunos momentos de la novela al opinar sobre lo que se decían los personajes dice que "sonaba a dialogo de película de gansters". Y es que en "Eva" resuenan muchas voces y/o tonos pertenecientes a otros géneros narrativos. En especial me refiero al de esas publicaciones pulp o hard boiled [en una ya lejana reseña hablo de estos géneros populares] que tanto éxito tuvieron en los años 20 y 30 y que solían combinar el texto escrito con ilustraciones aclaratorias. Así, como los globos que salen de los personajes dibujados en los cómics, quiero entender esos pensamientos que acuden a la cabeza de Falcó mientras está en plena pelea: "Si me coloca uno más como ése, pensó, me voy al suelo. Fuera de combate."; o esas onomatopeyas que reproducen los sonidos que salen de los cruentos enfrentamientos: "Tump. Esta vez hubo suerte. Dio en carne, y eso lo animó a insistir. Tump, tump, tump.", "Gruñidos y sangre saliendo de las fosas nasales. Cloc, cloc. Luego, gemidos y más sangre. Cloc, cloc, cloc, sonaba al pegar sobre los huesos de la cara. No iba mal la cosa. Falcó empezaba a estar muy cansado, pero no iba nada mal. Cloc."
Es claro que el novelista y académico de la española quiere ahormar la novela -y pienso que la serie entera- con las jarcias de la narrativa popular. Por eso junto a lo dicho respecto al tono cómic o/y hard boiled el autor inunda el relato de expresiones tomadas del acervo popular. Son frases cotidianas, latiguillos, de los que se ignora el autor pero que definen como pocos aquello a lo que se aplican: "Como había dicho o escrito alguien —ni recordaba quién, ni le importaba—, lo que no podía ser no podía ser, y además era imposible." (pág. 59).
A veces estas expresiones repetitivas resuenan con solemnidad impostada como si fueran frases lapidarias que no admitieran oposición alguna: "Transcurrió un minuto de silencio semejante a un minuto de muerte aplazada." (pág. 309). O resultan de la transformación de enunciados o postulados de todos conocidos: "La seguridad de cualquier agente disminuía en proporción directa al tiempo de exposición a que se veía sometido." (pág. 152).
Por último, en este aspecto, estos latiguillos y frases populares, algunas tan de siempre, confieren al relato ese aspecto de realidad a ras de tierra, tan desnuda, que tanto define el estilo de Perez Reverte:
"Falcó no recordaba el nombre de la sirvienta, pero cada vez que escuchaba una trompeta rememoraba su propia ingenuidad prebélica ante el primer contacto con una piel morena y unos muslos tersos en torno a un triángulo de vello púbico. Eso y dos frases: una previa, qué locura vamos a hacer, y otra posterior: júrame que me querrás siempre." (pág. 157)Final
"Eva" es una novela que en líneas generales, aun habiéndome gustado, lo ha hecho en menor grado que "Falcó". Quizás esto se deba a que en la primera de la serie no conocía al personaje mientras que en ésta pocas cosas nuevas se nos dicen de él. Por ello esperaba mucho más de Eva, su pareja de baile, pero no ha sido así. La Eva Neretva de la primera novela sigue siendo la misma de esta segunda; y la relación entre ellos dos no difiere ni una pizca de una a otra. En este sentido, pues, mis expectativas se han visto frustradas. Pero eso sí, en lo demás la calidad y estilo personal de Arturo Pérez Reverte conforma una novela que se lee bien, que entretiene, y que da luz sobre aspectos interesantes de ese período tan convulso y controvertido que es la Guerra Civil española.
No me importaría leerla, pero lo de que es un poco más floja que la anterior y que no viene a contar nada nuevo, me echa un poco para atrás. Acabaré leyéndola, no sé cuándo...
ResponderEliminarBesos
Pero es entretenida, ¡eh! Y Pérez Reverte, pues, ya se sabe, es Pérez Reverte. Te gustará.
EliminarBesos
Tengo toda la obra de este autor, a excepción de las dos que componen la serie Falcó pero porque mi costillo es un fan de este hombre. A mi no me gusta mucho, de ahí que la voy a dejar pasar. Besos
ResponderEliminarJa, ja...,'costillo', ¡qué gracia! ya te lo he leído alguna otra vez
EliminarBesos
A mi me gustó tanto como la anterior y es que soy tan fan de Falco y de Reverte y que me cautivan rápidamente.
ResponderEliminarBesitos 💋💋💋
Te diré, Yolanda, que incluso hay quien dice que es mejor que la primera. Pero a mí, no sé, parece que me gustó más "Falcó" que "Eva". Pero Pérez Reverte llama mucho mi atención siempre porque creo que hoy es de los españoles uno de los mejores escritores.
EliminarBesos
A pesar de las objeciones que le pones, le seguiremos dando nuestra confianza a Pérez Reverte y su serie "Falcó". Otra cosa es que esa confianza sea eterna y que en entregas posteriores nos llegue a cansar.
ResponderEliminarTengo "Eva" entre mis muchas pendientes. A ver cuando le saco tiempo.
Estupenda reseña, como es habitual en ti.
Un beso.
Como le digo a Yolanda, en la respuesta al comentario anterior, Arturo Pérez Reverte es siempre un valor seguro. Domina el léxico, utiliza la literatura dentro de la literatura de manera excelente... Tantas cosas que es imposible consignar todo en una reseña
EliminarBesos, Rosa
Yo me encuentro entre los adictos a Reverte, aunque no todo me llegue a satisfacer. Esta de Eva ya la tengo leída y lo que saco en conclusión es que el autor tiene querencia por los tipos duros, recios y difíciles de comprar. Con unos principios que se basan en sus propios intereses, pero a la vez nobles y rufianes. Este Falcó me recuerda al capitán Alatriste pero de otro siglo y otras luchas.
ResponderEliminarInteresante tu reseña en la que nos has echo un estudio completo de la obra.
Un abrazo amigo y si no nos vemos estos días por la Web, aprovecho para desearte unas ¡Felices Fiestas!
Hola, Francisco:
EliminarDurante la lectura de "Eva" el capitán Alastrite me venía a la cabeza constantemente. No lo digo en la reseña, pero así es y tienes toda la razón. Creo que Pérez Reverte que me gusta mucho a veces repite un esquema que domina a la perfección.
Te deseo lo mismo durante estas fechas, amigo Javier. Que pases unos días muy felices en compañía de todos los tuyos.
¡¡Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo!!