Ni había leído la novela, ni tampoco había oído nunca el nombre de su autor, pero hete aquí que de buenas a primeras leo en la revista "El país semanal" del pasado 6 de febrero un amplio reportaje de Javier Rodríguez Marcos titulado "Francisco Casavella, la fiesta interminable" (leerlo aquí). El tema me interesó: ¡Un escritor maldito y olvidado por haber desaparecido a los 45 años en plena fase creadora y con media docena de novelas de las que apenas nadie dice nada! Tomé nota en mi evernote y más pronto que tarde lo busqué en las bibliotecas que frecuento. Y allí estaba todo él, en especial su obra insignia, la que desde casi su primera aparición, hará de eso ahora 14 años, se encaramó al nivel de la leyenda: El día del Watusi
"El día del Watusi" apareció publicada por primera vez el año 2002 en tres entregas por decisión, -según leo a Alberto Olmos en el diario "El Confidencial" (pinchar aquí)-, de su primer editor, Claudio lópez de Lamadrid de editorial Mondadori. La primera entrega, la de 2002, es "Los juegos feroces" y es la que yo por ahora he leído; las otras dos fueron "Viento y joyas" también en el año 2002 y "El idioma imposible" ya en 2003. Los tres ejemplares juntos se van hasta las 1184 páginas que es el tamaño que tiene el volumen que con el título que le diera su autor, "El día del Watusi", publicó en 2009 ediciones Destino. El año anterior acababa de morir víctima de un infarto el escritor con sólo 45 años y era obligado homenajear su memoria como merecía. La tercera salida de esta obra ha tenido lugar este mismo año, y ha sido de la mano de Anagrama que la ha publicado en una edición de 894 páginas. ¿Por qué una edición precisamente este año, ahora? Lo veremos a continuación
“Los juegos feroces” ("El día del Watusi" I)
Antes del mítico inicio -"El 15 de agosto de 1971 es el día más importante de mi vida. El día del Watusi. El arco que se tiende sobre la madrugada en que Pepito y yo [...]"- que abre la novela aparece un preludio, exordio, prólogo, o proemio que nos sitúa en un año preciso, 1995, y en un lugar también preciso, Barcelona. Curiosamente, estamos a 10 años de la famosa acusación "Su problema se llama 3%" que Pascual Maragall lanzó a Jordi Pujol y que todavía hoy colea. Lo curioso es que la novela apareció tres años antes de la fecha política más famosa en Cataluña. Todo esto quiere decir que la corrupción era vox populi en España en general, en Cataluña en particular, pero también que todo se llevaba de manera soterrada porque como bien leemos entre los razonamientos que expone el enigmático personaje Javier Trueta cuando le encarga a Fernando Atienza, el que será el narrador de la novela, un informe sobre el círculo próximo de un político llamado José Felipe Neyra fallecido por infarto le dice:
"Han convencido a los ciudadanos con su auténtica mediocridad después de años de burlarles con abracadabras. Y digo ciudadanos por decir algo... Porque hoy en día , quienes cuentan a efectos electorales, los jefes, son los rústicos de los pueblos de diez mil habitantes. Y los que se aprovechan de la denuncia indiscriminada de la situación, los agoreros de turno que ven con malos ojos la corrupción, pero no que esa misma corrupción, adornada con errores e invenciones, se transforme en ventas de libritos, caché en las tertulias radiofónicas y en favores que más tarde se habrán de pagar. Dicen lo que cualquier consumidor de chatos de vino quiere oír con el resultado de una desmoralización, de la pérdida de confianza en el sistema. Como si estuvieran fusilando a la gente en las tapias de las iglesias. Como si no fuera hasta cierto punto saludable que alguien meta mano en la caja alguna vez en tiempos de prosperidad general" (pág. 25)La cita ha sido larga, pero muy clarificadora de la importancia de los asuntos que se dirimen en la novela que aún no hemos iniciado. ¡Y estábamos en 2002! Es alucinante observar cómo asuntos que en los 90 ya habían estallado aún hoy corretean por los suelos de los juzgados esperando que cese el aforamiento de unos u otros. Por esto hay quienes entienden que el motivo de esta tercera salida del Watusi a las librerías es un aprovechamiento (¡legítimo, naturalmente!) de la situación política por la que discurre nuestro país.
Concluyo esta reflexión con otra cita, también muy clarificadora, que cierra este proemio. En ella un político recien salido de la cárcel o alguien que lo está sustituyendo entrega, disfrazado de rey mago, regalos a niños huérfanos en un organizado espectáculo montado para propiciar noticias positivas sobre él. Javier Trueta es quien le acompaña y Atienza, el narrador del relato, discurre lo siguiente:
"Hoy he visto cómo alguien que no era quien decía ser entregaba a huérfanos que no eran huérfanos regalos quizá vacíos: Entonces alguien que tampoco era quien decía ser me ha dicho que representaba a no se sabe quién. Ese hombre me ha encargado un trabajo sobre un personaje que no existe para que un llamado Lector calibre lo que un tonto como yo averigua acerca de hechos importantes sobre los que nadie, nunca, debe saber nada." (36)O sea que el objeto del Informe -esto es, la novela que nos disponemos a leer- no es otro que palpar hasta qué punto las barrabasadas que la clase política estaba haciendo era captada por el ciudadano común, vamos, averiguar si el 'pueblo soberano' se entera de la tostada. Da la impresión de que se ha tardado en enterar o que, como bien se puede deducir del contenido de la primera cita ni siquiera se quería enterar.
La parte del Informe que se presenta en esta parte primera, "Los juegos feroces" se compone de 29 secuencias en las que Fernando Atienza se retrotrae desde el 1995 del prólogo a la fecha del 15 de agosto de 1971 en que le sucedieron una serie de hechos en compañía de su amigo gitano Pepito el Yeyé. Es un recorrido por las cloacas de la Barcelona de los setenta donde reina la mafia, la prostitución, los raptos, asesinatos, etc., etc. Toda esta inmundicia está vista y contada por un niño de 13 años que aspira a imitar a sus héroes como el llamado Watusi al que todos temen, pero pocos conocen.
Al ser dos niños los protagonistas de estos juegos feroces el relato me ha llevado con frecuencia a pensar en la literatura picaresca española... Me mueve a ello la narración en primera persona, las frecuentes apelaciones a ese Lector con mayúscula al que se dirige el escrito y que recuerda al Vuestra Merced a quien Lazaro de Tormes adulto escribe recordando su vida de cuando niño, adolescente y finalmente hombre casado.
De igual manera la crítica social que se va viendo a lo largo del relato, en especial en esa diferenciación que se hace entre la "montaña de los ricos" y la del Tibidabo donde ellos, los depauperados, sobrevivían me ha recordado muchísimo la novela de Juan Marsé "Últimas tardes con Teresa" (leer reseña de esta novela aquí). A este respecto he de decir que algún personaje de Casavella, como el Superman, tiene claras hechuras del Pijoaparte de Marsé. Así mismo las surrealistas acciones que realizan los seres de la novela me ha hecho relacionarlos con los surrealistas adolescentes de la "Gramática parda" de Juan García Hortelano, autor con el que Francisco Casavella compartía muchas cosas además de los apellidos pues en realidad el novelista de "El día del Watusi" se llamaba Francisco García Hortelano. Tampoco se puede dejar de señalar entre las semejanzas o influencias la coincidencia o gran parecido que estos dos pequeños investigadores, Fernando el Apache y Pepito el Yeyé, guardan con el protagonista innominado y su amigo Pepito Purulencias de "El laberinto de las aceitunas" de Eduardo Mendoza.
En Francisco Casavella, como bien se deduce de las analogías literarias señaladas antes, había un gran conocimiento literario que no se queda sólo en sus muchas lecturas, sino que -y esto es lo más importante- se refleja en un estilo personalísimo que se cuestiona a sí mismo en el decurso de la propia escritura. Así en un momento dado, en que el narrador va a dar un giro respecto a uno de los personajes, reflexiona en voz alta mostrando el peso que el Cine tiene sobre su propia narración
"Al estudiar la conducta de un cabronazo del engaño, de un mentiroso, no compulsivo, como yo había creído hasta entonces que era el Yeyé, sino metódico, al seguir la línea de puntos de un artista de la fuga y del último recurso, la actitud adecuada consiste en no profesar ni desprecio, ni ese morboso masoquismo que ciertas películas nos han inculcado sobre la clase criminal, la 'crook story', el cuento chino..." (pág. 250)Pero es casi al final de esta primera entrega de la enorme novela cuando he hallado la principal cavilación sobre el propio quehacer del autor de un escrito:
"El Lector habrá comprobado que mi relato de ese día del Watusi ha sido minucioso. Supongo que habrá puesto en duda más de una vez que cada palabra, cada movimiento y cada gesto fueran los mismos que se emitieron al aire húmedo de ese segmento limitado por la indolencia del Hombre, a esas horas, en esa fecha. Reconozco que a veces he mantenido una mirada, cómo decirlo, bifocal, sobre algunas deduciones y no he adelantado acontecimientos que no me convenía mostrar. Pero no sólo no he mentido, sino que [...]" (pág. 286)
Acteón convertido en ciervo (Francesco Mazzola "Parmigianino") |
Es una obra en la que la literatura -la forma literaria- estalla por doquier con frases muy potentes en algunas descripciones, como la de la joven prostituta ("felatriz", la denomina el narrador): "Samanta se desesperezaba con un deleite por sí misma que rozaba lo epiceno" (pág. 218); y mucho más plástica aún la que hace del Paseo de las Ramblas barcelonés que en mi opinión merecería estar en las antologías del arte de escribir:
"Las Ramblas, paseo municipal por excelencia, conocían en la tregua del chubasco veraniego una frecuentación masiva de repertorio humano, que caminaba a diversa velocidad en todas direcciones. El multicolor turismo reaparecía, el carterista tropezaba con elementos de aspecto candoroso y se disculpaba efusivamente; la cartera o el tomavistas ya en el fondo de cualquier trapería. Apoyadas en muros y entradas laterales, en puertas de cines, frontones y cabarés, las putas se exhibían y, en la brillante acera central, el quiosquero vendía su prensa, se mercadeaba con periquitos, monos, canarios, loros, tortugas y reptiles, y las floristas, esperanzadas, hacían ramos goteantes con habilidad profesional para todos aquellos, muchos y preocupados, que tenían la obligación de obsequiar a una mujer que se llamase María, pues era su festividad y las marías ni escasean, ni perdonan un descuido onomástico" (pág. 220)o esta otra mucho más poética:
"Reina una paz insólita en la profundidad de la angustia, el cementerio marino donde el agua habita cascos volteados de fragatas y asoman calaveras por ojos de buey" (pág. 275)Pero para mí la mayor altura literaria la alcanza el relato -no olvidemos que los protagonistas son dos niños de apenas 13 años- cuando prácticamente ingresa en el terreno del cuento mágico maravilloso con sus tres pruebas características precisas para poder conocer una nueva revelación, las tres historias que un enigmático ser les cuenta, las tres casas que un padre había edificado para sus tres hijas, la frase que habrá de pronunciar si se encuentra en peligro insalvable.., y por si no nos hemos dado cuenta todavía, el mismo narrador nos lo aclarará cuando identifica a este cuentacuentos como la Francesa, quien nunca había estado en París,-ella era de Guadalupe-, y nos dice:
"una mulata con acento francés hacía de bruja de cuento y te hablaba de fuerzas sobrenaturales y hostiles, y de luchas desiaguales perdidas de antemano y de la capacidad de encontrar soluciones y apoyos más allá de cualquier alcance" (pág. 254)Todos estos elementos formales me han llevado a considerar que la prosa de Francisco Casavella entabla diálogo directo con los maestros del realismo mágico, pues al leerle no sabemos con certeza en qué plano nos estamos moviendo, si en el de la realidad pura y dura o el de la ensoñación. Quizás el novelista haya escogido esta presentación para acoger una historia que de puro real sobrepasa el criterio normalmente admitido para ello llevándonos a otro plano: el superrealismo que muchas veces denominamos, equivocadamente, surrealismo.
Final.
Esta historia, por lo que hemos leído en ese prólogo clarificador, trata nada más y nada menos que de corrupción en el más amplio sentido de la palabra.
¿Hay algo más actual que esto en nuestro momento nacional? ¿Sabemos ya por qué esta novela ha vuelto a ver la luz?
Es evidente que los otros dos volúmenes de esta trilogía que es "El día del Watusi" caerán como fruta madura ante mis ojos con cierta rapidez pues el asunto y el estilo del escritor bien lo merecen.
Interesante. No sabía nada ni del escritor ni de sus obras.
ResponderEliminarSaludos!
Yo, como digo en el post, tampoco sabía nada. Pero hay quien dice que puede ser la mejor novela del XX española, y eso habiendo aparecido en 2002 (sorprendente,¿verdad?)
EliminarUn abrazo
Me traes recuerdos agridulces con esta entrada. Leí "El día del Watusi" entre octubre y noviembre de 2003. Lo recuerdo porque una gran parte del libro, de los libros, fue leída en los hospitales de Sierrallana y Valdecilla donde estuvo mi padre ingresado antes y después de una operación de corazón especialmente complicada dada su situación (enfisema, bronquitis crónica; en fin, fumador empedernido y maquinista de RENFE en los años del carbón).
ResponderEliminarMi padre salió adelante y ahí sigue el hombre, pero yo nunca olvidaré ese libro que me acompañó y me ayudó a pasar unos momentos muy tensos. Por cierto, me encantó.
Muchas gracias.
Es cierto, Rosa, que algunos libros quedan fijados en la memoria por sucesos como el que relatas sobre tu padre. Es verdad que en comparación con la dureza de una operación de corazón, lo que sucede en la ficción de este libro es puro divertimento.
Eliminar¿Te leíste los tres títulos o como por ahora yo sólo "Los juegos feroces"?
Un abrazo
Yo leí las tres de un tirón, pero entre el tiempo pasado y que las leí, en circunstancias no muy adecuadas, hace ya tiempo que pienso que debería releerlas. Me acuerdo muy poco de la trama, pero recuerdo que me sorprendió muchísimo. Años después, cuando murió el autor, pensé en lo que hubiera podido llegar a escribir con el tiempo. Aunque eso lo puede contradecir Juan Manuel de Prada que tras "Las mascaras del héroe", todo lo que ha hecho es caer y caer.
EliminarUn beso.
Tienes toda la razón en lo que dices y ejemplificas con Juan Manuel de Prada, porque hay que ver lo que ha decaído ese hombre desde "Las máscaras de el héroe" que a mí, en su momento, me agradó.
EliminarBesos
No conocía esta obra, el tema se las trae (con la corrupción tenemos poca memoria histórica, olvidamos rápido a Roldán y Guerra, entre otros) y el atrevimiento estilístico y narrativo (aunque reconozco que he tenido que buscar en el diccionario "epiceno", jeje) casi siempre son de mi gusto. Me parece muy interesante ese "flashforward" hacia un momento clave de la infancia. Trataré de buscarlo en la biblioteca. Otro título interesante que me llevo anotado, gracias!!
ResponderEliminarHoy mismo he ido a la biblioteca a buscar los dos títulos siguientes y ya el segundo no estaba. Se ve que a muchos les ha ocurrido lo que a mí, que al ver el artículo de "El País semanal" han sentido curiosidad por leer a este escritor tan desconocido.
EliminarUn abrazo, Gerardo
Y no solamente en el plano nacional. Te informo que en mi paìs tenemos al ex Presidente de la Corte Suprema, preso; a varios viceministros sometidos a investigaciòn por delitos de corrupciòn y lavado de dinero, varios con detenciòn preventiva y a nuestro ex presidente pròfugo de la justicia.
ResponderEliminarYo no conocìa el libro, ni el autor pero me siento identificada con los que sufre tu paìs en aspectos polìticos y esa corrupciòn desvergonzada que pràcticamente se rìe de nosotros en nuestras narices.
Desde luego el mal de la corrupción está extendido por todos los países, lo que no es ningún consuelo. No sé por qué pero parece que los países hispanos, con España a la cabeza, están más inmersos en la corrupción que otros. Ojalá que vayan cayendo los corruptos (los públicos y los privados) unos tras otros y dejen ya de robar a sus administrados que somos nosotros.
EliminarBueno, Arethusa, lo bueno de este relato es que no es una simple denuncia de la corrupción sino muy buena literatura.
Un beso
Usted dice cosas interesantes, pero desconozco a partir de que edición hace las citas. En teoria, a partir de la edición de Destino; sin embargo, los siete últimos extractos que reproduce no los encuentro ni en la 250, ni en la 286,ni en la 205-207, ni en la 218, ni en la 220,ni en la 275 ni en la 254 de la referida edición. Agradecería aclaración.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por su amistosa advertencia. Sin querer buscar disculpas tontas, le diré que leí las novelas de Casavella sacándolas de la Biblioteca "Rafael Alberti" de la Comunidad de Madrid. La edición que saqué de las varias que existen (Destino, Círculo de lectores, etc) pertenece, creo recordar, a la que la editorial Mondadori sacó en 2002. Le pido disculpas por la confusión que haya podido ocasionarle.
EliminarUn cordial saludo
Todo lo que no sean esos "últimos siete extractos", son citas de la edición de Destino. Comprobado. Esos siete extractos, no tengo la menor idea. Cuando se hace un esfuerzo de estas caracteristicas, debe citarse siempre de una sola edición y decir de cual.
EliminarMi consideración,
Terminé ayer de leer esta novela, que compré en Círculo de lectores hace más de doce años. Me ha descolocado un poco al principio, en ese prólogo que comentas, tan profético. Después me ha costado un poco adaptarme a su prosa, a su forma de narrar, pero enseguida le he cogido el punto. A partir de ahí me ha gustado mucho. Haces hincapié en ciertos pasajes con los que coincido. Yo también he pensado en Mendoza y en Marsé, pero también en Montalbán. Creo que en breve iré acometiendo las siguientes entregas.
ResponderEliminarGracias.
Saludos.
Hola, de nuevo, Addison:
EliminarEs una novela, como habrás visto, que leída hoy, aunque habla de años del pasado (transición política y así), da muchas claves para entender el presente.
Ya me dirás qué te parecen las siguientes entregas.
Un abrazo