2 oct 2025

Ezequías Blanco: "Tres muñecos de vudú"

Rafa Martín Martínez, Ezequías Blanco
Tres muñecos de vudú de mi buen amigo Ezequías Blanco (Paladinos del Valle-Zamora, 1952) fue su primera incursión en el campo de la novela. La escribió durante el año 2000, el año del cambio de milenio. Ese mismo año la presentó al Premio Ciudad de Salamanca quedando finalista en dicha convocatoria. Ediciones Del Oeste, editorial radicada en Badajoz, la publicó en 2001. Ahora, en 2025, vuelve a aparecer de la mano de Huerga y Fierro, editorial que cumple ya 50 años de existencia. El tiempo transcurrido desde 2001 hasta este 2025 no ha hecho amarillear el relato para nada. A los buenos libros de los buenos escritores les sucede esto: se mantienen vivos y actuales sin importar para nada los años  transcurridos. 

Tres muñecos de vudú es una historia que parte del reencuentro de antiguos alumnos de un colegio de frailes en Salamanca. Han pasado 20 años desde el final de sus estudios escolares y tras la separación, obligada por estudios y profesiones, cuatro o cinco amigos de cuando eran adolescentes volverán a verse con motivo de esta celebración. Amores que quedaron en suspenso entonces, el  abandono de noviazgos poco entendibles en su momento, el día a día personal e intransferible de cada uno se verán removidos y revividos por este encuentro.

Los ritos de vudú cumplen un importante papel en la novela, de ahí esos tres muñecos que dan título a la obra. Algunos personajes recibirán uno de estos muñecos, lo que en cierto modo -intuye el lector- marcará su próximo futuro. Hay en la novela prácticas mágicas y adivinatorias propias del mundo vudú. Pero el autor también juega al despiste con los lectores como cuando en algún momento uno de los personajes, creo recordar que es Ana, la mujer de Abel, al repasar lo sucedido hasta el momento cae en la cuenta de que la mayoría de personajes masculinos -fundamentalmente los amigos- salvo uno o dos tienen nombre que comienza por la letra A: Abel, Amador, Agustín, Alberto... ¿Destino, adivinación, casualidad, vudú también? Bueno, bueno, hay que leer para saber, claro.

Junto a los personajes nombrados anteriormente hay muchos otros: importantes como MargaSilvia, Susa, Valentín Hornillos...; y menos importantes en el desarrollo de la trama como el misacantano Sebastián, los de mantenimiento en el colegio de frailes (la 'Santísima Trinidad': el Chapuzas, el Rápido, el Voltaire), los curas (el Ninfas, el Fiambre, el Comodín, el Maricón, el Negro...), el bedel don Domingo, etc. Como se ve un amplio abanico de seres habitan esta novela, todos ellos con personalidad e individualidad propias. Quienes lean la novela disfrutarán mucho con cada uno de estos tipos y caracteres. Para mí un mérito más de la novela.

Estamos ante una novela negra en la que hay asesinatos, amenazas, alguna paliza que otra y mucho, mucho, suspense. Ezequías Blanco realiza una parodia de esta tendencia novelesca que en los años en los que él está escribiendo el libro estaba de plena actualidad. Rinde homenaje el escritor a los grandes clásicos del noir y también destaca por su valía literaria a nacionales contemporáneos que cultivaban el género
 [a Valentín] «le sobran lecciones de teoría aprendidas de buen grado en las mejores fuentes de la novela negra, de la de espionaje, de la de intriga... Ha leído entre otras doctas plumas en la materia a John Le Carré, a Graham Greene, a Raymond Chandler, a Dashiell Hammett, a Chester Himes, a Ross McDonald... E incluso a Pérez Reverte, a Eduardo Mendoza, a Vázquez Montalbán, a Juan Madrid y a Lorenzo Silva.» 
La parodia la realiza el escritor mezclando los elementos habituales del noir con el mundo esotérico del vudú, la adivinación, la magia blanca y la magia negra. Pero lo más importante, lo que hace verdaderamente distintiva a esta novela de otras que por ese entonces se publicaban es que, como si de un papel de celofán se tratase, envolviendo y ajustando debidamente en su interior todos los elementos que configuran el relato, está la literatura. Ezequías Blanco, creo que lo he dicho ya en más de una ocasión, habita un lugar llamado «Literatura», y todo el mundo real del que parten sus narraciones está tocado por ella.

Los autores clásicos (Jorge Manrique especialmente y en varias ocasiones, y muchos otros expresamente citados o no: Lope, Quevedo, Góngora...), pero también los contemporáneos (César Vallejo, Unamuno y muy especialmente Federico García Lorca) están muy presentes en Tres muñecos de vudú. Ellos tiñen la historia con el betún que supone utilizarlos sabiamente para ilustrar y mejor entender las evoluciones de los personajes.
«"Hay golpes en la vida tan fuertes... Yo no sé / como de la ira de Dios..." pensaba Ana con César Vallejo y con Abel quien solía musitar estos versos cuando a alguien le ocurría alguna desgracia tremenda, relacionada generalmente con la muerte de niños o de personas jóvenes. "Cuando más ardía el fuego / echaste agua..." se repetía, una y otra vez, Ana con Jorge Manrique y con Abel.»
Personalmente, en Tres muñecos de vudú, además de lo ya dicho, yo destacaría tres aspectos, en mi opinión sobresalientes. El primero es el recorrido que Ezequías realiza en la primera y en la segunda parte de la novela por la ciudad de Salamanca [la tercera parte y la cuarta se desarrollan en Madrid], la ciudad donde él, como su alter ego Abel, estudió, primero en un colegio de frailes y luego ya en su Universidad. La Salamanca real es la que aparece en la novela: sus calles, sus monumentos, los espacios de la Facultad de Letras donde conoció a personas que tanto le influirían en su trayectoria vital y literaria... No pierde la ocasión el novelista de homenajear de esa manera tan suya -de soslayo, que dice Rafa Martín Martínez en el magnífico prólogo que precede a la novela en esta edición de 2025- a personas, algunas como el poeta salmantino Aníbal Núñez o el compañero de estudios universitarios Luis Javier  Moreno Madroño (Javier en la novela) con quienes, mientras estuvieron en este mundo, mantuvo el autor un sincerísimo afecto personal y literario. 

En segundo lugar es impresionante el conocimiento y manejo que el novelista tiene del vocabulario, tanto de un mundo desaparecido o en vías de desaparición («Había allí orzas, ánforas, belezos, cráteras, pipetas, redomas, cazos, zafras, alcuzas y otras muchas de las que desconocía los nombres») cuanto de otro más nuevo, que precisa de nuevas denominaciones, como cuando Abel, con el humor que comparte con el propio autor, se refiere a las dolencias que sufren muchos de sus antiguos compañeros de estudios en sus actuales trabajos:
«cuando se encontraba con ellos, todos, sin excepción, despotricaban amargamente de su curro, quién con más vehemencia, quién con menos, dependiendo del carácter o del estado de ánimo. Además todos estaban aquejados de múltiples enfermedades profesionales que él había bautizado con su humor habitual, bajo nombres como "aulitis fóbica", "fiebres calendarias", "artrosis áulica", "neurastenia magistral"...»
Ezequías Blanco, Novela negra paródica
Y el tercero de los tres aspectos que en esta reseña quiero poner de relieve es, como cualquiera ya habrá descubierto, el humor que a todo lo largo de Tres muñecos de vudú esparce Ezequías Blanco. La ironía, los juegos realizados con las palabras, los vocablos o sintagmas inventados con socarrona intención, el sarcasmo empleado con profusión..., en definitiva, el tratamiento humorístico es el caldo en el que el novelista hornea los elementos que forman el entramado de esta buena novela. Estos elementos son la educación recibida en el colegio de frailes, el enganche amoroso de Abel y sus indecisiones, la voracidad sexual presente en algunos personajes, la manera de hablar de algún compañero, algunos giros propios de la novela negra que no conviene desvelar aquí, las reacciones ante ciertas situaciones de algunos personajes... Sí, decididamente, en Ezequías existe una vena humorística en su variedad irónica que hace que leer sus narraciones, en concreto esta primera novela, sea una completa delicia. 
___________________

Otras entradas en el blog sobre libros y actividades de Ezequías Blanco:





1 comentario:

  1. No conocía el libro, pero es que el vudú no me llama mucho.
    Un beso.

    ResponderEliminar

Muchas Gracias por dejar tu Comentario.