La novela de Juan Marsé
Últimas tardes con Teresa marca la
conquista por el autor en 1966 de un lugar entre los grandes de la novela española de posguerra.
Yo estudié a fondo este
relato 12 años más tarde en el Instituto "Cairasco de Figueroa" de Tamaraceite (Las Palmas de G. C.),
mi primer destino como profesor de la ahora injustamente vilipendiada por
algunos enseñanza pública. Hoy, 35 años más tarde, y por pura casualidad mis
alumnos madrileños como de igual modo les ocurriera a los canarios de antaño han
tenido que leer esta magnífica novela dentro de las lecturas obligatorias de la
materia que he impartido hasta hoy mismo, “Lengua y Literatura” de 2º de
Bachillerato. Y digo que la han tenido que leer por pura casualidad porque este
título se le ocurrió a Juan, compañero de departamento desde el ya lejanísimo
1986, que supo ver que Miguel Delibes (su obra Cinco horas con Mario era la que figuraba en la Programación de la
asignatura) no ha logrado superar el castigo del tiempo, el paso de los años,
envejeciendo su excelente prosa de manera no poco sorprendente para los que le
admiramos tanto. Fue Juan quien puso el título sobre la mesa del Departamento:
¿Por qué no Marsé y su Últimas tardes con
Teresa? Sí, claro, por qué no respondimos Alicia y yo mismo con ciertas
dudas porque las aventuras del Pijoaparte y de la pija Teresa Serrat flotaban
en una confortable pero imprecisa zona de nuestros recuerdos. ¡Qué acierto,
amigo Juan, qué visión has demostrado en esta como en otras tantas ocasiones! Y
lo digo no por mis alumnos o, al menos, no por todos, ya sabemos el poco favor del
que disfruta la lectura entre muchos adolescentes y, además, el flaco favor que
a este respecto les hacen las nuevas tecnologías -en especial Papá Google- al
allanarles el camino del aprobado saltándose el disfrute, el placer de la
lectura. Por eso deben decir que el estudio es arduo. ¿Arduo? Para nada, probad
a leer este relato, disfrutad con las correrías de Manolo, el murciano, y de
Teresa, la pija universitaria concienciada que juega con sus amiguitos ricos a
soltar adrenalina corriendo delante de los grises allá por el otoño de 1956 en la ciudad
de Barcelona, tanto la rica y catalana del inicio de las Ramblas como la
xarnega del Poble Sec o del monte Carmelo.
Esta reflexión la hago ahora cuando los chicos y chicas que
la han leído ya han abandonado las aulas por haber finalizado sus clases; y yo a punto estoy de dejarlas atrás aunque por distinto motivo. Con Juan Marsé, pues, y su excelente novela me
inicié en la enseñanza de la literatura española y, ¡qué casualidad más
agradable!, hablando de Juan Marsé he pasado mis últimas tardes con… unos cuantos chicos
de los tantos y tantas Teresas, Manolos, Luises, Marujas… que a lo largo de
estos últimos más de 35 años he tenido el gusto de dar clase e intentar
despertarles el gusto por la vida y dentro de ésta en lugar preeminente, por la
lengua y la literatura.
Hola Juan Carlos:
ResponderEliminarMe ha pasado el enlace a tu blog José Antonio.
Tengo que releer esta novela que me gustó mucho en su momento y que, seguro, tiene mucha actualidad ahora.
Bienvenido al club de los jubilosos (como nos llama una amiga mía) y estás invitado a una visita a Córdoba, cuando queráis.
Mª Jesús Monedero
Hombre, Mª Jesús, qué sorpresa más agradable. Te envío un fuerte abrazo desde aquí y espero que no tardemos mucho en vernos.
EliminarHola Juan Carlos,
ResponderEliminarHe leído tu comentario en el blog y ya he leído la entrada. La verdad es que no pienso que "Últimas tardes con Teresa" sea un mal libro o que este mal escrito, es más, creo que transmite muy bien aquellos tiempos y como eran las personas. Pero como digo en mi reseña a mi no me ha gustado por varias motivos y la verdad es que dudo que cambie de opinión, pero me alegro de que tu si que hayas disfrutado de la lectura.
Saludos.