AVISO PREVIO
Como ya comenté aquí, la revista "EmblOgriuM" del mes de marzo publicó un artículo mío titulado "500 años de Santa Teresa de Jesús" que voy a reproducir a continuación corrigiendo un dato que me parece esencial y que por error apareció en la publicación citada; se refiere al lugar donde fue enterrada la Santa, que no fue otro que la ciudad salmantina de Alba de Tormes y no Ávila, como por equivocación, achacable sólo a mí, se decía allí.
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El artículo en cuestión es el siguiente
Santa
Teresa de Jesús
La vida
y la obra de la monja andariega (Ávila, 28 de marzo de 1515) trasciende los
límites de
las letras propiamente dichas, pues
aparte de su aportación a la literatura española tanto en prosa como en
verso, Teresa de Cepeda y Ahumada,
que transformó la orden religiosa de las carmelitas a través de la denominada
Reforma del Carmelo, fue tema e inspiración de no pocos creadores de otras
artes: escultores como Gregorio Fernández o Bernini que plasmó en piedra el
éxtasis de Santa Teresa, y pintores como Velázquez, Rubens o Luca Giordano.
Sin duda sus creaciones literarias y las
fundaciones de conventos reformados se retroalimentaron mutuamente: las
dificultades a las que la monja abulense se enfrentaba dentro de su Orden le
servían de inspiración para sus escritos místicos ("Las moradas", "Camino
de perfección") al tiempo que éstos le servían a ella y a sus hermanas
en Cristo para perseverar en la obra emprendida a través de la lectura de los
textos escritos. Si algo caracteriza la prosa de Teresa de Jesús ello es
la claridad y espontaneidad de la misma (La tradición de la Orden teresiana dice
que la Santa en el Convento de San José de Ávila preguntó un día a la 'semanera':
"¿Qué tienen para cenar mis monjas? Respondió la otra: Madre, tengo rábanos y leche. Exclamó la Santa: ¡Dios sea conmigo! ¡Rábanos y leche! tráigame unos huevos, y con esa leche y pan rallado haremos un manjarcillo, y con eso cenaremos".Esta manera que tenía de hacerse entender por todas las integrantes de su congregación por poco nivel cultural que tuvieran explica la teresiana frase de que "entre los pucheros anda el Señor".
La ciudad desde la que escribo este artículo,
Salamanca (España), tuvo el privilegio de ser sede de una de las fundaciones de
conventos reformados[i]. Y,
aunque a lo que sigue en su momento no cupiese calificar de suerte o
privilegio, en una de las localidades más señeras de esta provincia castellana,
Alba de Tormes, entregó la escritora su alma al Señor. A su muerte en 1582 era
tal la fama de santa que tenía y el olor de santidad que –decían algunos- emanaba
de su cuerpo incorrupto que las autoridades y pueblo en general desearon
reliquias suyas. Se produjo un auténtico expolio de sus restos mortales,
resultado del cual su cuerpo pasó un año enterrado en su ciudad natal, Ávila, aunque
al cabo del mismo volvió al Convento de la Anunciación de Alba donde murió y
hoy día reposa; una mano de la santa se venera en Ronda, un brazo y su corazón quedaron
también en Alba donde son objeto de devoción, etc. La autora teatral Concha Romero dramatiza
maravillosamente en su obra "Un olor
a ámbar" (Madrid, edcs. ‘La Avispa’,1983) el despropósito que es
descuartizar prácticamente un cuerpo por motivos de fanatismo religioso y
político.
Su obra literaria
Para la fundadora de la orden reformada del
Carmelo, la literatura tenía una función ancilar dado que lo que a ella le
movía era el impulso religioso. Por ello sus creaciones más propiamente
literarias no son muy numerosas:
Obra en prosa
Dejando a un
lado las relaciones de conventos y aquellos escritos que tenían como función la
de instruir, marcar obligaciones o aconsejar a sus monjitas la manera de
visitar, destacan "El castillo interior" (o "Las moradas"), "Camino de perfección", "Las fundaciones", y "Vida" escrita por ella misma.
También cabe calificar de producto literario las más
de 400 cartas que dirigió a sus superiores, a su amado confesor San Juan de la Cruz y a las monjas de
sus 17 conventos reformados. El idioma y nivel lingüístico en ellas utilizado
es el que se considera característico del Renacimiento, el "escribo como hablo" de Juan de Valdés.
Obra en verso
No escribió muchos poemas. Su producción se
cifra en una treintena de breves composiciones tomadas la mayoría del acerbo
poético popular y transformadas luego por su genio poético hacia el tipo de
poesía amorosa 'a lo divino'. De sus poemas voy a destacar, por más conocidos,
los siguientes: "Vivo sin vivir en
mí", "Ya toda me entregué y
di", "Nada te turbe", "¡Oh
hermosura que excedéis!"…
En estas composiciones la santa presenta
especialmente las vías o caminos para llegar a la unión del alma con Dios.
Fundamentalmente el acierto poético consiste en presentar materia tan abstrusa
con una sencillez idiomática nunca vista. Esto es lo que convierte a Santa
Teresa en una poeta mística bastante comprensible.
Éxtasis de Sta. Teresa (Bernini). Sta. Teresa, Doctora de
la Iglesia (Rubens). Éxtasis de Sta Teresa (Josefa de Óbido)
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“Vivo sin vivir en mí”
Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puso en mí este letrero:
Que muero porque no muero.
Esta divina unión,
y el amor con que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
Acaba ya de dejarme,
vida, no me seas molesta;
porque muriendo, ¿qué resta,
sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
muerte, que ansí te requiero:
que muero porque no muero.
”Nada te turbe”
Nada te turbe;
nada te espante;
todo se pasa;
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene,
nada le falta.
Solo Dios basta.
Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puso en mí este letrero:
Que muero porque no muero.
Esta divina unión,
y el amor con que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
Acaba ya de dejarme,
vida, no me seas molesta;
porque muriendo, ¿qué resta,
sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
muerte, que ansí te requiero:
que muero porque no muero.
”Nada te turbe”
Nada te turbe;
nada te espante;
todo se pasa;
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene,
nada le falta.
Solo Dios basta.
“Ya toda me entregué y di”
Ya toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó herida,
en los brazos del amor
mi alma quedó rendida;
y, cobrando nueva vida,
de tal manera he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
Hirióme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
“Oh hermosura que excedéis!"
¡Oh hermosura que excedéis
a todas las hermosuras!
Sin herir dolor hacéis,
y sin dolor deshacéis,
el amor de las criaturas.
Oh ñudo que así juntáis
dos cosas tan desiguales,
no sé por qué os desatáis,
pues atado fuerza dais
a tener por bien los males.
Juntáis quien no tiene ser
con el Ser que no se acaba;
sin acabar acabáis,
sin tener que amar amáis,
engrandecéis nuestra nada.
Ya toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó herida,
en los brazos del amor
mi alma quedó rendida;
y, cobrando nueva vida,
de tal manera he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
Hirióme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
“Oh hermosura que excedéis!"
¡Oh hermosura que excedéis
a todas las hermosuras!
Sin herir dolor hacéis,
y sin dolor deshacéis,
el amor de las criaturas.
Oh ñudo que así juntáis
dos cosas tan desiguales,
no sé por qué os desatáis,
pues atado fuerza dais
a tener por bien los males.
Juntáis quien no tiene ser
con el Ser que no se acaba;
sin acabar acabáis,
sin tener que amar amáis,
engrandecéis nuestra nada.
Estupendo y ameno artículo sobre aspectos de la vida y obra de la santa. Releer algunos poemas suyos que aprendí en el colegio me ha traído gratos recuerdos, gracias!!
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias a ti, Julia, por pasarte por aquí
ResponderEliminarVaya, este es el tipo de publicaciones que gusta leer, ddidácticas y amenas. La literatura es algo que me encanta pero de lo que todavía me queda mucho, pero que mucho de aprender.
ResponderEliminarRealmente he de reconocer que poco o nada sabía sobre Teresa de Jesús. Pero gracias a ti sé un poquito más.
Un blog de lo más interesante. Buen trabajo. :)
Saludos.
Hola Ruth:
EliminarMe alegra que mi entrada te haya servido para conocer algo más a esta mujer de la que este año se conmemora el 500 de su nacimiento. Además de su labor religiosa, para mí lo más importante de ella es su literatura clara, natural y muy comunicativa, y su activismo socio-religioso que habida cuenta de cuando le tocó vivir (s. XVI) hace que algunos la consideren una proto-feminista, o sea, una precursora de este movimiento.
Un abrazo y nos leemos
Muchas gracias Juan Carlos por esta interesante entrada de tu blog sobre Santa Teresa de Ávila. Me añado o hago míos los comentarios de Ruth Bermo.
ResponderEliminarSe puede ser católico o no pero hay que ser correcto. La Iglesia la hizo Santa y, por lo tanto es Santa Teresa de Jesús. Es el mismo caso, por ejemplo. que el de San Juan de la Cruz. Lo digo porque hay algunos que con un laicismo o progresismo mal entendido se empeñan en llamarles sólo Teresa de Jesús, o de Avila, y Juan de la Cruz. ¿O acaso a San Pedro y San Pablo, por ejemplo, les llamamos sólo Pedro y Pablo? Aunque algunos quizás también lo hagan. Estos que les quitan la santidad a Santa Teresa de Jesús y a San Juan de la Cruz reconocen su valor literario pero quieren quitarle el aspecto religioso. Y la utilización del lenguaje, o su no utilización, no es neutro.
ResponderEliminarHombre, en fin, yo creo que no es lo mismo San Pedro o San Pablo que Sta Teresa o San JUan de la Cruz; entre otras cosa porque los primeros no tienen a sus espaldas obra artística mientras que los segundos, sí. Creo que valorar en una persona su labor literaria (Teresa de Cepeda o Juan de Yepes) y religiosa (Sta. Teresa o San Juan de la Cruz) aisladamente unas veces y otras en conjunto no desmerece para nada a la persona, más bien en mi opinión la enaltece y la hace llegar incluso a aquellos que no pertenecen a nuestra religión.
EliminarUn saludo