”Los medios de comunicación son los mirones de la actualidad, y el mayor mirón de todos es el gobierno de los Estados Unidos, que controla nuestras vidas cotidianas a través del uso de cámaras de seguridad, internet, nuestras tarjetas de crédito, nuestras cuentas bancarias, nuestros teléfonos móviles, nuestros i-Phones, la información del GPS, nuestros billetes de avión, las escuchas telefónicas y todo lo demás.” (Gay Talese, ‘El motel del voyeur’)
Nació el 7 de febrero de 1932 en la pequeña isla de Ocean City, Nueva Jersey, una ciudad turística al sur de Atlantic City. Hijo de italianos, Joseph Talese y Catherine De Paolo, que emigraron a Estados Unidos en el año 1922.
Estudió periodismo en la Universidad de Alabama tras no haber sido admitido en muchas otras. Desde los quince años escribía en el diario local las crónicas de su equipo de beisbol. El salto a la literatura le vino dado por el éxito que algunos reportajes suyos sobre gente sin historia (vigilantes nocturnos, porteros de hoteles, chóferes, transeúntes solitarios...) tuvieron entre los lectores de The New York Times donde desde 1956 escribía. Estos relatos los agrupó y publicó en 1961.
A partir de este momento hace libros resultado de una profunda y larga investigación sobre asuntos de la realidad, muy controvertidos algunos de ellos. Quizás el aparecido en 1981, "La mujer de tu prójimo" [“The Neighbor's Wife” ], sobre la infidelidad y el sida, en el que reflexiona sobre la sexualidad en Estados Unidos, -en "El motel del voyeur" esta novela marca el inicio de la relación entre el escritor y el dueño del motel "La Riviera" en Aurora, Denver-, supuso el salto a la fama del escritor. Diez años antes había escrito "Honrarás a tu padre" [“Honor The Father”] que pasó más o menos inadvertida hasta que en 1999 David Chase la adaptó para televisión realizando "Los Soprano", una serie de culto que estuvo en antena durante seis temporadas.
Está considerado uno de los más cualificados representantes del Nuevo Periodismo y/o la Novela de No-ficción que habitualmente se considera fue fundado por Truman Capote en 1966 con su novela "A sangre fría". [Sobre esta tendencia literaria escribí en este blog. Pinchar aquí].
"El motel del voyeur"
Gay Talese, el 7 de enero de 1980, recibió una carta de un tal Gerald Foos, dueño de un motel en Aurora, Denver. En ella le decía que, sabedor del estudio que sobre el comportamiento sexual a lo largo y ancho del país el escritor pensaba incluir en su próximo libro "La mujer de tu prójimo", le gustaría compartir con él información y conocimientos sobre el asunto que cree podría ser de su interés.
Así fue como el autor norteamericano entró en contacto con ese hombre cuya principal actividad, aparte de la profesional dedicada al mundo de la hostelería, era la de observar a sus huéspedes, sin ellos saberlo, en las habitaciones de su motel. Desde un principio Gay Talese manifestó su oposición al anonimato que Foos parecía exigirle a cambio de utilizar sus materiales de observación consistentes en una serie de diarios y notas tomadas durante las innumerables sesiones de voyeur practicadas desde el desván del motel que, con cuidado, él y su primera esposa, Donna, habían acondicionado para tal fin. Tan sólo, dado el empeño de Foos en ello, Talese se ofreció a leerlos si es que el motelero se los enviaba, pero no haría uso de la información hasta que Foos consintiese en que su nombre saliese a la luz.
"Yo no era un escritor de ficción que se inventara identidades y creara situaciones. Era un escritor de no ficción que no imaginaba nada y que obtenía todo su material hablando con la gente y siguiéndola mientras hacía su vida." (p. 133)
A instancias de Foos, Talese visita en su compañía el desván del motel desde donde observa la actividad de sus huéspedes. Tras ser testigo allí de la práctica sexual de una pareja y otros comportamientos humanos, el mismo escritor comenta:
"Para mí, sin las grandes expectativas de presenciar actividad erótica que siente el voyeur, aquello era un tedio interminable, lo que hace una pareja normal en un hotel cada día del año, durante toda la eternidad." (p. 30)
A partir de ese momento y durante varios años, Gerald Foos le hará llegar a Talese partes del manuscrito que contenía sus observaciones. Comenzaban éstas un 18 de noviembre de 1966 y se prolongaban durante casi 30 años, hasta los años 90, concretamente 1995, fecha en que él y su segunda esposa, Anita, decidieron vender los dos moteles que por entonces poseían, el Riviera y el Manor House. El motivo que aduce para tal venta en la carta que en 1996 le envió a Gay Talese era la edad, que ya le impedía disfrutar de sus observaciones, y el declive de estos establecimientos en los 90 debido a la extensión de la permisividad sexual:
"Manor House y otros pequeños moteles habían sido lugares de encuentro tradicionales para múltiples amantes cautelosos, huéspedes «de casquete rápido», intercambios de parejas, homosexuales, parejas interraciales, adúlteros, adúlteras, y otros que preferían encontrarse en lugares donde pudieran ir directamente del coche a la habitación sin tener que pasar por ningún vestíbulo ni utilizar el ascensor" (p. 142)
¿Por qué le interesó Gerald Foos a Gay Talese? La razón no es, en mi opinión, sólo la puramente derivada del voyeurismo ilegal de la actividad íntima de los clientes de su motel, Gay Talese queda profundamente tocado por la moralidad que Foos cree que existe en sus actos a los que sitúa en un nivel, incluso superior, al de las investigaciones de Master & Johnson o el informe Kinsey sobre comportamientos sexuales. Sus observaciones, argumentaba el Voyeur, él las realizaba sin que los protagonistas fuesen conscientes de ser observados, por lo que los datos aportados por ellas siempre serían más creíbles que cuando los humanos se saben conejillos de Indias:
"Tal como él lo veía, no era un simple mirón morboso, sino más bien un investigador pionero cuyos esfuerzos podían equipararse a los de los renombrados sexólogos del Instituto Kinsey o del Instituto Masters & Johnson." (p. 69)
Pero no acababa aquí el interés del autor de la novela, el asunto sube varios grados cuando en uno de los envíos que le llegan Talese lee que Foos fue testigo del asesinato de una mujer a manos de su amante en una de las habitaciones del motel. Habían pasado ya seis años desde que el suceso había ocurrido y el Voyeur no había comunicado nada a la policía; pero tampoco, durante los treinta años transcurridos desde que en 1986 lo supo el novelista, éste dio noticia del mismo. El asunto que se nos plantea -y creo yo que es el que está en la base del interés de este relato- es el de la Moralidad. ¿Obró bien el dueño del Motel guardando silencio sobre lo por él observado? ¿Y Gay Talese? ¿No son cómplices de un asesinato quienes conociéndolo no lo revelan? ¿La espera de 30 años hasta la publicación de la novela no ha buscado otra cosa que la prescripción del delito?
Las preguntas anteriores son las que cualquier lector se hará cuando lea esta narración que, no lo olvidemos, es un relato de no-ficción. Y aquí es donde saltan a la palestra otra serie de cuestiones no menos interesantes, si bien mucho más de orden literario. Los referidos hechos y el comportamiento durante años de Gerald Foos es conocido por Gay Talese a través de los escritos de éste. Unos escritos que tienen veleidades literarias pues en ellos se percibe una clara voluntad de estilo:
"mi impresión era que se iba distanciando de sí mismo, pasando de un narrador en primera persona a un personaje acerca del que escribía en tercera persona. A veces utilizaba la palabra «yo», otras se refería a sí mismo como «el Voyeur y Gerald», y otras simplemente como «el Voyeur».Estamos pues en el terreno de la metaliteratura. Nos encontramos, cual lectores cervantinos, ante la lectura de la lectura de una lectura; o dicho con las palabras de uno de los críticos que aparecen en las solapas de la novela publicitándola: "La fuerza del libro consiste en que Talese nunca juzga a su confidente y nos convierte a nosotros, los lectores, en voyeur del voyeur". Vamos, que como si de una matrioska se tratase, la novela esconde otra novela que, a su vez, incluye otras muchas, eróticas la mayoría y con final terrible, una de ellas.
Observar cómo el sol se pone sobre las Montañas Rocosas es una especie de ritual para el Voyeur y Gerald. El sol se hunde tras el horizonte y envuelve las montañas en un velo de naranja y rojo." (p. 51)
¿Ficción o Realidad?
Si entramos en terrenos propios de la literatura -como así parece- la veracidad absoluta se tambalea. Surge aquí, pues, otra cuestión de las muchas que el libro suscita: ¿Puede una creación literaria, por mucho apoyo que diga tener en el mundo de lo real, tomarse como testimonio fidedigno? Gay Talese vuelve a colársenos por la gatera cuando pone en duda algunos de los datos proporcionados por el autor del manuscrito (¡qué cervantina esta denominación!):
- "A lo largo de los años, mientras iba escarbando en la historia de Foos, detecté varias incoherencias —sobre todo en cuestión de fechas— que me llevaron a poner en entredicho su fiabilidad." (p. 154)
- "—Es el mismo apartamento de la tercera planta entre la Diecisiete y la calle Paris que alquilé hace unos años para mi hijo Mark —dijo Foos. Los documentos demuestran, sin embargo (en otra prueba de la poca fiabilidad de Foos), que Mark Foos en realidad vivió en el 1760 de la calle Paris, a una manzana del apartamento de James Holmes, situado en el 1690 de la misma calle—." (p. 147)
- "Todo eso [se refiere a los miles de mujeres que desde su puesto de obsevación Foos ha contemplado a lo largo de los años] podría sugerir la prolongada fantasía de un harén por su parte, pero lo que resultaba fantástico para él era que todo había sido real, no extraído de su imaginación, sino presenciado por él mismo." (p. 145)
La poca fiabilidad sobre lo afirmado se ve favorecida, además, por la personalidad del Mirón, un hombre de naturaleza inestable que quiere parangonarse con investigadores como Kinsey o Master & Johnson:
"Era un hombre de muchos estados de ánimo y actitudes, y a veces se presentaba como historiador social, un pionero de la investigación sexual, alguien que denunciaba la corrupción de la sociedad, un solitario, alguien con doble personalidad, y un crítico resuelto a sacar a la luz las hipocresías y apetitos ocultos de sus contemporáneos." (p. 168)El mismísimo Gay Talese, a quien le gusta muchísimo jugar a la ambigüedad, salva al 'motelero' disculpando su ilegal actividad de voyeur que, comparada con algunos reality shows televisivos como "Gran Hermano", consiste esencialmente en observar aquello que los anteriores desprecian por tedioso y real ("gente defecando, haciendo zapping, roncando, afeitándose delante del espejo "[...]).Por si esta salvedad fuera poca cosa, Talese apunta más hacia arriba y pone la observación en sintonía con otras más propiamente literarias. Así viene a verla semejante a "Mi vida secreta", la obra de "un sexualmente insaciable caballero ingles del s. XIX" que anotó y comentó sus experiencias amatorias en ella. Steven Marcus, profesor de Literatura de la Universidad de Columbia, hizo la exégesis de la misma en su obra "The Other Victorians". Marcus decía que del libro del sexualmente insaciable caballero inglés del s. XIX se sacaban notas sociales de lo más interesante. Así pues, a través de la coartada cultural, -investigación universitaria, histórica y sociológica- Talese nos viene a decir que eso mismo es lo que le movió a él a realizar una sesión de voyeur en compañía del dueño del motel y a leer luego las notas de Gerald Foos. Hemos bajado algo en la escala social, sin duda, pero tampoco estamos en la sociedad victoriana del siglo XIX, ¿no?, viene a decirnos el autor del Nuevo Periodismo.
Otros asuntos.
En esta breve novela (232 págimas en papel y unas 177 en la edición ebook que he leído en mi kindle) aparecen, en torno a la práctica de la sexualidad pura y dura, una serie de asuntos que tienen importancia en nuestro mundo:
➱ El paso del tiempo y lo que conlleva: la desaparición de un mundo y su sustitución por otro nuevo
"Gerald siente angustia en esta ciudad en expansión, y también piensa en su juventud desaparecida. Cuando se mira en el espejo colocado sobre el mueble del lavabo, observa la edad en sus ojos, y el gris de sus cabellos y su barba." (p. 148)
➯ La liberación de la mujer al alcanzar el control de su maternidad y lo que ello representa: "El hombre de su vida le preguntaba: '¿Has tomado la píldora, cariño?', y luego asumía que el tema estaba solucionado: que tenía luz verde para el sexo, un orgasmo rápido y a dormir. Las mujeres habían ganado el derecho legal a elegir, pero habían perdido el derecho a elegir el momento adecuado." (p. 126)
➱ Las vacaciones y su función en la sociedad del bienestar:
"Mis observaciones indican que la mayoría de la gente que va de vacaciones se pasa el día amargada. Discuten por dinero; por qué visitar; dónde comer; dónde alojarse; todas sus agresiones aumentan de manera inconmensurable, y es el momento en que descubren que no están hechos el uno para el otro." (p. 43)
➯ Las drogas, ante las que el Voyeur se cree investido de unas especiales prerrogativas:
"Después de que el varón abandonara la habitación, el Voyeur entró en ella. Sabía exactamente dónde estaban escondidas las drogas. El Voyeur, sin el menor sentimiento de culpa, arrojó las drogas y la marihuana que quedaban al váter." (p. 123)
➱ La moralidad, que en opinión del dueño del motel, es un bien individual que nada tiene que ver con lo colectivo. Lo esencial -dice- estriba en que la falta cometida no se haga pública:
"Contemplar a la gente es algo muy antiguo, pero si nadie se queja, no hay invasión de intimidad" (p. 22)
➯ Una sociedad enferma: Abusos sexuales, violaciones, incesto, proxenetismo...:
"Además de todos estos hechos, Gerald Foos se quejaba de haber sido testigo de otras instancias del comportamiento humano desagradables o aterradoras, entre las que se incluían el robo, el incesto, el bestialismo y la violación, e, incluso entre parejas que teóricamente consentían, ejemplos de explotación sexual. (p. 122)
Un perfecto ejemplo de lo que es el 'Nuevo Periodismo':
➧ Aparecen elementos propios del mundo del reporterismo, en este caso, sobre el mundo de los moteles. La veracidad que se quiere transmitir es tal que se incluyen en la novela fotografías del Voyeur y su esposa, de los moteles donde transcurre la historia, de las habitaciones, el desván, etc.
➧ El reportaje en concreto resulta de una documentación exhaustiva contenida en el Manuscrito que Gerald Foos le hace llegar al escritor.
➧ El novelista-periodista utiliza sobre todo la primera persona cuando le toca ejercer de narrador; en el resto de ocasiones se comporta como mero transmisor del documento escrito que reproduce sin modificación alguna.
➧ Hay una clara intención estética pero sin perder la pretendida dimensión de objetividad. De ahí que nunca se pierda el contacto con la realidad aunque ésta se realice a través de las numerosas referencias culturalistas que Talese incluye en la obra como elemento referenciador de la realidad que narra:
- El tema "I can't stop loving you" de Ray Charles de 1962 que sitúa temporalmente el fracasado noviazgo de Foos con Barbara White, la chica hermosa y recatada que siempre tuvo en el recuerdo.
- Las referencias a títulos de la propia obra de Talese que sirven para ubicar al autor y personaje a lo largo de los años de su relación. Cuatro son los títulos que la enmarcan: “Honor The Father”, 1971 (en español. Honrarás a tu padre); “The Neighbor's Wife”, 1981 (en español. La mujer de tu prójimo); “Unto the Sons”, 1992 (en español. Los hijos); y “A Writer's Life”, 2006 (en español. Vida de un escritor)
- Referencias culturalistas al mundo de la televisión y de la literatura: películas televisivas, importantes escritores:
"Tan recurrente era el tema de la alienación y el sufrimiento del Voyeur en su correspondencia y en sus comentarios, que acabé considerando que a lo mejor estaba al borde de una crisis nerviosa; a veces me lo imaginaba como el psicótico presentador de televisión de la película de 1976 «Network, un mundo implacable», que explota diciendo: «¡Estoy más que harto, y no quiero seguir soportándolo!». También me recordaba ciertas obras literarias de tiempo atrás: el relato de John Cheever publicado en el New Yorker en 1947 titulado «La monstruosa radio», [...] y la novela de Nathanael West de 1933 «Miss Lonelyhearts», en la que un periodista que escribe un consultorio para los lectores se convierte en un alcohólico inestable e irascible debido a sus frustraciones" (pág. 130)
- La colección de pelotas de beisbol de Foos firmadas por los grandes de ese deporte, que revela a un individuo mitómano, inestable, algo desequilibrado:
"Decenas de miles de cromos deportivos que Anita ha organizado por orden alfabético, y tenemos casi doscientas pelotas de béisbol firmadas por gente como Ruth, Gehrig, DiMaggio, Williams, Mantle, etcétera, incluyendo una muy poco común firmada por «J. Honus Wagner»." (p. 151)
Lo mejor
Sín lugar a dudas, aparte de aspectos ya señalados aquí, lo más destacable es mostrarnos la contradictoria constitución del ser humano que siente auténtica repulsión (cierta o aparente) ante comportamientos que al tiempo que le perturban ejercen una fuerte atracción sobre él. En este sentido, Gay Talese desarrolla un periodismo sin concesiones que muestra que el hombre, como el Rey del apólogo clásico, está desnudo aunque él sea el único que parece no saberlo.
Lo peor
Esa especie de catálogo de posturas, prácticas, violencias, y demás 'habilidades' de orden sexual contenidas en el susodicho manuscrito es cansino por repetitivo. En ocasiones,, varias veces en realidad, el texto roza lo escatológico, algo que, afortunadamente, Gay Talese logra conjurar mediante reflexiones de orden moral, ingredientes culturalistas, referencias a su propia obra, etc.
Hola Juan Carlos!
ResponderEliminarNo se si me atrae lo suficiente como para hacerle hueco...al principio no me ha llamado mucho la atención, tras leerte algunos párrafos me ha picado la curiosidad, pero el caso es que al final no se qué pensar, jajaja.
De momento lo dejo pasar...
Un beso.
No me extraña nada tu reacción. Es una ¿novela? en la que predomina la ambigüedad.
EliminarUn beso
Saludos, pueden compartirme el libro, por favor
EliminarHola Juan Carlos,
ResponderEliminarYo estoy como la anterior comentarista, a ratos me picaba la curiosidad y otros la descartaba de nuevo.
Justo lo mejor que destacas es lo que me ha interesado esa contradicción entre comportamientos que perturban pero se sienten atraídos a seguir mirando, ese permanecer indiferente pase lo que pase.
Me ha hecho pensar en esos casos que se han dado últimamente donde personas presentes en lugares en los que ha habido un atentado o un accidente se han estado haciendo selfies como si se fuera indiferente al dolor de los otros y lo único importante fuera mostrar al mundo que ellos estaban allí o en casos que lo primero es fotografiar y después igual, con un poco de suerte, ayudar a los que lo necesitan, no sé me ha hecho pensar que estamos equivocando mucho los valores.
Un abrazo
Lo que está claro, Conxita, es que este escritor no deja indiferente a quien lo lee. El asunto del crimen conocido y no revelado se las trae con abalorios, pero también esa dualidad que constituye al ser humano que, como bien señalas, primero filma o fotografía y luego -¡y no siempre!- socorre. Y lo peor es que de tanto verlo ya no nos sorprende, nos estamos acostumbrando a ello.
EliminarEspero, Conxita, que el descanso semanasantero te haya venido estupendo.
Un beso