5 nov 2025

Arturo Barea e Hiromi Kawakami (A pares XLVII)

Como ya me ha ocurrido otras veces el "A pares" que presento está formado por dos libros muy distintos entre sí, que leí hace ya dos o tres meses y que por causas diversas se quedaron sin ser reseñados. No siempre es fácil acompasar el ritmo lector con el escritural de las reseñas. Con frecuencia hay lecturas que habiéndome resultado gratas ni siquiera aparecen mencionadas en el blog. Para evitar tal cosa nació hace ya muchos años esta sección. En esta ocasión simplemente señalo dos o tres notas de cada una de las dos novelas: Del autor pacense Arturo Barea, la primera entrega de La forja de un rebelde titulada La forja; y de la japonesa Hiromi Kawakami la primera novela con la que en España fue conocida en 2003 titulada El cielo es azul, la tierra blanca.




Arturo Barea: La forja

La forja de un rebelde, La Forja, Arturo Barea
En primer lugar confieso, respecto a Arturo Barea que aunque por mi dedicación profesional de años sabía de su gran importancia y valor literario de su obra, sin embargo completamente no había leído ninguna de las novelas que componen su trilogía La forja de un rebelde
En 2020 leí con mucho gusto Telefónica, novela que escribiera la que fuera su esposa, la austriaca Ilsa Kulcsar que había llegado como voluntaria a España en 1936. Cuando Ilsa llegó a Madrid en plena guerra civil ella estaba casada con Leopold Kulcsar. El apellido de su primer marido lo combinaría con el de Arturo Barea manteniéndolo en la forma Barea-Kulcsar hasta su fallecimiento en 1970. Al llegar a España Ilsa fue destinada al edificio de la Telefónica donde en el Servicio de censura de prensa extranjera conoció a Arturo Barea. Ambos se enamoraron y en 1938 se casaron. Pues bien, como digo en la reseña que escribí en este blog sobre la novela, Telefónica me agradó mucho y ha sido este recuerdo el que me ha llevado a tomar en mis manos la primera novela de las tres (La forja, La ruta y La llama) que componen la trilogía La forja de un rebelde que el escritor español, nacido en Badajoz en 1897 y fallecido en Farington (Inglaterra) en 1957, escribió, ya en el exilio inglés, durante los años que van de 1941 a 1944.

Arturo Barea en La forja presenta de manera realista cómo se fue formando en él el espíritu combativo de clase. La novela es totalmente autobiográfica. El protagonista no es otro que él mismo, Arturo Barea, un niño hijo de una lavandera del Manzanares que al quedarse viuda se ve en la necesidad de repartir a sus hijos por las casas de familiares más pudientes que ella. A Arturo le tocará en suerte la casa de sus tíos José y Baldomera, gente de posibles que, al no haber tenido hijos y estar ansiosos por tener uno, acogerán a Arturo como propio y le darán todo lo necesario para subsistir adecuadamente y tener una educación satisfactoria, que de otra manera jamás habría podido alcanzar.
 
La forja de un rebelde, Guerra Civil española
La novela tiene un tono costumbrista muy valioso. El inteligente niño corre por las calles próximas a su casa en el barrio madrileño de Palacio: la plaza de Ramales, Plaza de Oriente, Plaza de la Armería, calle de Vergara, calle de Requena y muchas otras donde habitaban tipos y se desarrollaban oficios típicos del Madrid de inicios del siglo XX. La forja finaliza con el estallido en Europa de la primera guerra mundial.

La novela actualmente se lee muy bien y con gusto. Me ha recordado mucho a Galdós y a Mesonero Romanos. Es evidente que continuaré con las otras dos entregas que configuran esta trilogía considerada por muchos críticos como uno de los diez mejores libros escritos en España después de la Guerra Civil


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Hiromi Kawakami: "El cielo es azul, la tierra blanca"

El segundo libro de este A pares es El cielo es azul, la tierra blanca, novela que la escritora japonesa Hiromi Kawakami publicó el año 2001.

Yo de Kawakami había leído con enorme satisfacción El señor Nakano y las mujeres escrita en 2005 (leer reseña aquí). Al leer ahora El cielo es azul, la tierra blanca he percibido la distancia que existe entre ambas narraciones. Quiero decir que me ha dado la impresión de que la prosa en este libro no fluía de esa manera dulce y suave que me había seducido en El señor Nakano y las mujeres. Esto no quiere decir que no me haya gustado la novela, Sí que me ha gustado y mucho, pero a la hora de calificarla se me hace difícil no compararla con la de 2005 a la que pondría un 5 sobre 6, mientras que a ésta no le daría más de un 4 sobre 5.

Es, como suele ser normal en la novelista, una historia de amor. Pero una historia de amor peculiar que surge en un medio cotidiano entre dos personas que por lógica no se verían envueltas en una situación semejante. Estamos ante una mujer de unos treinta y pocos años y el profesor de literatura que tuvo durante sus años de estudiante en el instituto. Al principio la relación es puramente casual y viene dada por sus encuentros en una taberna a la que ambos acuden a beber. Los dos son grandes bebedores de sake. Poco a poco y de manera imperceptible la relación casual pasa a ser buscada por uno y otra. Si bien no lo confiesan, es evidente que de manera imperceptible ambos se están enamorando mutuamente. Pero hay inconvenientes para ello y uno, no menor, es la diferencia de edad y la inexorable realidad de que la vida será por lógica muy corta para uno, el viejo profesor, frente a la de la antigua alumna.

Novelistas japoneses actuales
En el mundo cotidiano en el que esta historia de amor nace y se desarrolla la comida, la cocina y la confección de ciertos platos japoneses es importante. 

Novela muy poética. Novela que hace un recorrido por algunos poetas japoneses. Novela que a veces se expresa en forma de haikus. Es un libro en el que la literatura citada y evocada ocupa un lugar de privilegio.

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Nota final: Ambas novelas merecen ser leídas y sirven para pasar un buen rato al tiempo que con cada una de ellas se aprenden no pocas cosas la mar de interesantes. Vamos, que con ellas, como con tantos buenos libros se logra hacer realidad la máxima horaciana del 'enseñar deleitando' debidamente mutada  en 'aprender deleitando(se)'. Enseñanza y aprendizaje siempre unidos, naturalmente.






10 comentarios:

  1. ¡Hola, Juan Carlos! Qué placer asomarme a este “A pares” tuyo, donde siempre termino con la lista de pendientes más larga y el corazón más lleno. Esta vez has juntado dos mundos que, a primera vista, parecen no tener nada en común, y sin embargo los has hilvanado con esa delicadeza tuya que hace que todo encaje.De La forja me ha encantado cómo destacas ese Madrid de principios de siglo, con sus calles que huelen a carbón y a pan recién hecho, y un niño que corre entre palacios y lavanderas. Me has transportado directo a la plaza de Ramales (¡casi oigo los pregones!)

    Y luego Kawakami… ay, qué ternura me ha dado ese amor improbable que nace entre vasos de sake y silencios compartidos. Entiendo perfectamente esa pequeña decepción al compararla con El señor Nakano

    Gracias por recordarnos que leer es aprender deleitándose, y por hacernos compañía en este viaje de letras.

    Un fuerte abrazo.

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    1. Miguel, cuando leo tus comentarios sobre mis reseñas, los haces de tal manera que haces que me crezca el ego. Escribes muy bien y expresas lo que dices con enorme emoción. Ya te digo, al leerte pienso: "¿Será verdad que en mi reseña he dicho cosas tan interesantes?" (ja, ja...).
      Un enorme abrazo, amigo Miguel

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  2. A Hiromi la leo con auténtico deleite, así que tu entrada me encanta. A Barea, fíjate qué vergüenza, aún no he entrado. Con mis años y con mi profesión. Tengo que ponerle remedio, e impulsos como el tuyo me animan a hacerlo. ¡Abrazotes!

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    1. No hay de qué avergonzarse, Rubén. A mí también me sucedía. Pero siempre hay tiempo para poner remedio. Hiromi es una delicia siempre.
      Un abrazo

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  3. Pues las he leído las dos y mirando en mi lista veo que la trilogía de Arturo Barea la leí a principios de 2005, más de veinte años ya, aunque yo hubiera dicho que eran nueve o diez. El de Kawakami figura el primero ¡¡de 2010!! No quiero pensar más en ello.
    Desde luego, es difícil escribir sobre todo lo que se lee. Yo también tengo mi sección llamada Dos de..., pero si dejo pasar dos meses no tendría nada porque nada recordaría y las notas me sirven de poco después de ese tiempo. Creo que no sé tomar notas porque, hasta que tuve el blog, siempre he leído deprisa y sin hacerlo.
    Un beso.

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    1. Tu ritmo lector es alucinante, Rosa. Ojalá yo pudiera seguirlo.
      Sobre lo de dejar reposar las lecturas y luego, pasados unos meses reseñarlas, a mí me sucede como a ti. Es más, fíjate, cuando el libro de la tertulia lo he leído con mucha antelación llego a la misma y a veces me sorprendo al no recordar con exactitud cosas que a los otros se les antojan esenciales. ¡Ay, madre! Yo creo que la culpa es -como dice el chiste- de la pila: de la pila de años que uno ya tiene. ¿No te parece?
      Besos, amiga

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  4. Buenas tardes, amigo. A Arturo Barea lo descubrí por medio de esta trilogía, como bien defines "costumbrista" con esa narrativa fluida que se podría definir como periodística. Buena descripción de lugares, situaciones y personajes, sobre todo el principal, que es, él mismo.
    Disfruté mucho con su lectura, de tal manera que terminé buscando la serie que se realizó sobre la misma y viéndola igualmente con el mismo deleite.
    No te comento nada sobre la segunda obra que presentas porque la desconozco al igual que a la autora. La dejo ahí, por si de repente.
    Un abrazo Juan Carlos.
    Y juro por los dioses que te dejé un comentario en la entrada de la piel del invierno, pero no aparece. Cosas de las Meigas.

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    1. ¡Andá! Buscaré ese comentario que dices haberme dejado en "La piel del invierno". Ya sabes que Blogger a veces toma sus propias decisiones.
      A mí, como ya te ocurrió a ti cuando la leíste, la trilogía me está gustando. Se lee muy bien y. como dices, la prosa es de tono y tipo periodístico.
      Un saludo, amigo

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  5. De Arturo Barea no he leído nada. Conocía la trilogía pero la verdad es que, hasta que no he leído tu reseña, no tenía mucho interés en leerla. Pero ahora me has picado la curiosidad. La novela de Kawakami la leí hace ya unos años. Me gustó su prosa, poética como tú mismo afirmas, y esa peculiar historia de amor.
    Besotes!!!

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    1. Las novelas de Kawakami tocan siempre estos aspectos límite del amor. Y lo hace con esa prosa suya tan poética con la que logra crear atmósferas increíbles que invitan a seguir leyendo más y más. Me encanta esta japonesa.
      De Arturo Barea poco puedo decirte ya. Sólo animarte a leer la trilogía. Estoy convencido de que te gustará, Margari.
      Un beso

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