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24 dic 2024

Lo mejor de 2024 (libros, películas, espectáculos)

6 comentarios:
Un año más quiero también realizar, de entre la Literatura leída, el Cine visionado y  el Teatro asistido, mi particular ránking. E igual que los años pasados doy un color a cada una de las tres categorías que señalo en el título: Lecturas, Películas y Espectáculos. Vamos allá.

Lecturas
Cuarenta y seis títulos han caído este 2024. De ellos quiero, como todos los años seleccionar cinco de autores extranjeros, o mejor, de autores que escriben en lengua no española, y otros cinco de libros escritos en español. No es tarea sencilla, pero allá voy. Nada más realizar la elección y confeccionar el collage de portadas para colgar en la entrada caigo en la cuenta de que debería también haber colocado otros títulos de igual e incluso mayor calidad como "Los abismos" de Pilar Quintana"Mil ojos esconde la noche" de Juan Manuel de Prada en el apartado de escritos en español; y entre los de literatura extranjera naturalmente "La hija del optimista" de Eudora Welty, "Precioso veneno" de Mary Webb o también "El mago del Kremlin" de Giuliano da Empoli. Y es que he de decir que la mayor parte de lo que ha pasado por mis manos y que reseño en el blog más o menos me ha gustado. ¿Coincido en algún título con vosotros?


Autores que escriben en español

Los mejores libros de 2024, Mis mejores lecturas durante 2024




✔  "La noche que llegué al Café Gijón" de Francisco Umbral  


✔  "Antes de que llegue el olvido" de Ana Rodríguez Fisher


✔  "Castillos de fuego" de Ignacio Martínez de Pisón


                                        ✔  
"Los ingratos" de Pedro Simón


                                           ✔  "Los encuentros" de Vicente Aleixandre




Autores de lengua extranjera

Los mejores libros de 2024, Mis mejores lecturas durante 2024




✔  "Muerte de una heroína roja" de Qiu Xiaolong 


✔  "La puerta secreta" de Marlen Haushofer


✔  "Una mujer en Jerusalén" de A. B. Yehoshua

✔  "Asesinatos S.L." de Jack London


 ✔  "El corazón de Yamato" de Aki Shimazaki



Películas
"Fallen Leaves" de Aki Kaurismaki, "Perfect Days" de Win Wenders, "Anatomía de una caídade Justine Triet, y por último "Siempre nos quedará mañana (C'e ancora domani)" de Paola Cortellesi.

Selección de películas vistas en 2024



Os diré que aunque mi selección es de sólo cuatro títulos, este 2024 que acaba ha sido un año en el que he visto mucho cine, la mayoría de títulos en streaming a través de plataformas. De las cuatro que he seleccionado tres vi en casa y una (Anatomía de una caída) en sala; pese a esto, no me cansaré de decir que el lugar donde el cine se convierte en auténtico Cine es en sala oscura dotada de una gran pantalla y un sonido espectacular.


Teatro y Espectáculos 
Este año que finaliza no he ido mucho al teatro, la verdad sea dicha. Y no será porque no haya habido buenas obras en cartel. No, la verdad es que el motivo ha sido de índole personal, en especial las gratas obligaciones familiares y otras actividades que también me resultan la mar de estimulantes: mi participación en el Taller del Bremen y en la tertulia Más que palabras son las principales. Con todo y con eso he visto alguna obra de teatro que me ha agradado como El gran teatro del mundo de Pedro Calderón de la Barca (en el madrileño Teatro de la Comedia), El traje de Luis Cavestany (en el también madrileño Teatro de la Abadía) y por último Nada de Carmen Laforet adaptada para el teatro por Joan Yago y dirigida por Beatriz Jaén que vi en el Teatro de la Zarzuela, también en Madrid, ciudad en la que resido. En otro apartado de cosas, el de la música, de mi irregular pero muy gustosa asistencia a conciertos en el Auditorio Nacional, destacaría por ejemplo el que en abril de este año que finaliza tuve ocasión de escuchar a la Academy of St Martins in the Fields bajo la dirección de la violinista Julia Fisher la interpretación que hicieron de dos Romanzas de Beethoven y la 5ª Sinfoníay de Shubert que me encantó.  

Mejores obras de teatro de 2024
 
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Nota: Pinchando en los títulos resaltados en color se puede enlazar con la reseña hecha en el blog.


🎶🎼¡¡Os deseo unas muy Felices Fiestas!!🎼🎶


21 dic 2024

Eudora Welty y "La hija del optimista"

10 comentarios:

« Su padre había comenzado a considerarse lo que él llamaba, con toda seriedad, un optimista; tal vez había recuperado esa palabra de los días de su niñez. Adoraba a su esposa. Cualquier cosa que hacía Becky, inevitablemente lo hacía bien y todo lo que decía estaba bien dicho. ¡Pero no todo era perfecto! El problema de su madre era aquella profunda desesperación que la embargaba. Y nadie tenía más capacidad para excitar aquella desesperación que la única persona a la que llamaba desesperadamente, aquel hombre que se negaba a aceptar que ella estuviera desesperada. Era una decepción sobre otra.»

Comienza La hija del optimista con el regreso precipitado de Laurel a Nueva Orleans desde Chicago donde trabaja. Su padre, el juez McKelva está ingresado en el hospital; padece un problema oftalmológico de muy mal pronóstico. Se pone en manos de su amigo Nate Courtland, oftalmólogo que ya atendió a Becky, su primera mujer, de un problema similar. Pese a las reticencias que Courtland tiene sobre ser él quien intervenga a McKelva de su gravísimo desprendimiento de retina, el juez tanto le insiste que Nate accede. 

Pese al natural optimismo que siempre ha acompañado al juez, la penosa etapa postoperatoria le hace entrar en un enmudecimiento atronador. Su segunda esposa, Fay Chisom, con quien ha contraído matrimonio hace apenas año y medio, no acepta esta situación y constantemente insta al anciano juez a levantarse y abandonar el hospital. Lógicamente esta opción está totalmente fuera de lugar, pues el juez está enfermo de muerte, algo que sucederá tras haber estado hospitalizado unos dos meses. 

Lo anterior, más la preparación del viaje de Laurel y Fay con el féretro del juez a cuestas hasta Mount Salus para enterrarlo (¡qué cosa puede haber más faulkneriana que ésta!), ocupa el primero de los cuatro apartados en que Eudora Welty organiza el contenido de la narración. Por las manifestaciones extemporáneas totalmente fuera de lugar de Fay hacia los sanitarios, hacia su propio marido moribundo, hacia Laurel, la hija de éste, y hasta hacia Becky, la esposa fallecida ya hace diez años, conocemos a esta mujer en todos sus extremos y concluimos que con razón todos los habitantes de Mount Salus, amigos de la familia McKelva, mostraron enorme sorpresa y disgusto al conocer el precipitado enlace del juez.

En el segundo apartado asistimos al velatorio realizado  en Mount Salus en la casa de los McKelva, Muchos personajes nuevos aparecen aquí para acompañar y dar su sentido pésame a Laurel: los Bullock, Adele Courtland (hermana del doctor que operó al juez), Missouri (la mujer de color que sirve en casa de los McKelva)... En el lado opuesto de Laurel está Fay, la inculta y poco empática viuda que también se verá acompañada, aunque a su pesar, por los miembros de su familia Chisom (su madre, sus hermanos y sus sobrinos). La enemistad entre ambas familias, singularizada en Laurel y Fay, aumenta muchos grados en esta parte al añadir Fay a sus malos modales y pocas luces la mentira, pues siempre había sostenido estar sola y sin familia en este mundo.

Los otros dos apartados de la novela muestran cómo Laurel en los tres días que permanece en la casa de su niñez recupera no pocos recuerdos de su anterior vida en familia: su madre Becky, su hermana Tish, la relación entre el juez y su primera mujer, las cartas de amor entre ambos, el matrimonio de la propia Laurel en plena guerra mundial y su tempranísima viudedad... Y así hasta un final, que no es oportuno descubrir aquí.

La historia en sí no está muy alejada de otras en que las segundas esposas, mucho más jóvenes que el viudo con el que se casan, se convierten en madrastras con frecuencia de menos edad que sus hijastras, lo que conlleva no pocos choques en la relación entre unas y otras. Si a esto, como sucede en este caso, unimos el fortísimo desnivel sociocultural existente entre ellas, el conflicto está más que servido. Lo que sí que atrapa al lector es la forma en la que Eudora Welty envuelve la historia. Un envoltorio de tono claramente sureño norteamericano en la estela de Faulkner, Capote, Tennesee Williams, Joyce Carol Oates, Alice Munro, Lucia Berlin... Es precisamente ese ambiente oscuro, opresivo, de calor asfixiante, de negritud, de envidias y malas relaciones entre familiares, de naturaleza, de cultivo floral («el cultivo de flores era una actividad social fundamental en las clases altas sureñas, y también lo fue para la autora, Eudora Welty.», aclara el magnífico traductor que es José C. Vales, autor asimismo de novelas de mucho mérito como la titulada "Cabaret Biarritz" que en este blog reseñé en 2017), lo que une a La hija del optimista con la enorme tradición literaria de la Norteamérica meridional. 

Si la historia y la trama son muy destacables en la novela, los recursos literarios utilizados para mostrarla y desarrollarla no lo son menos. Me ha sorprendido con muchísimo agrado la manera que tiene Eudora Welty de acercarse, como si de un zoom cinematográfico se tratase, a la disparidad sociocultural de los personajes que cohabitan en el relato. Así se percibe especialmente en los dos primeros apartados: en el primero es evidente durante la estancia hospitalaria del juez en la habitación doble que comparte con el señor Dalzell, próximo a morir. Las conversaciones y pensamientos de las dos familias se entremezclan en la sala de espera de manera contrapuntística; es la manera que tiene la narradora, que no es otra que Laurel, de marcar la enorme distancia que separa ambos mundos. La incultura y el menosprecio hacia los médicos es patente en Fay y en la madre de Archie Lee, el hijo borracho de Dalzell; qmbqw mujeres no son capaces de admitir la finitud de sus seres queridos.

Y lo mismo percibe Laurel durante el velatorio del juez celebrado en la mansión McKelva en Mount Salus, cuando en un momento las conversaciones se superponen, se cortan las unas a las otras, en una especie de contrapunto instantáneo. Estas dos situaciones a la par de las manifestaciones y comentarios de unos y otros hacen reflexionar a Laurel McKelva:
«Laurel cerró los ojos, recordando en ese momento por qué los Chisom le habían resultado tan familiares. Podían haber salido de aquella noche en la sala de espera del hospital -podían haber salido de cualquier tiempo difícil, del pasado o del futuro-; eran la gran familia atestada de parentela, la gran familia formada por aquellos que nunca comprenden lo que les ocurre.»
De igual modo la maestría literaria de la autora nacida en Jackson, Mississippi, en 1909, es patente en muchos otros momentos. Ha llamado especialmente mi atención la manera muy personal que tiene de utilizar en ocasiones el monólogo interior. Así cuando Laurel se halla sola en la casa paterna y encuentra objetos diversos en ella se expresa de esta manera:
«"Los recuerdos vuelven como la primavera", pensó Laurel. Los recuerdos tenían las mismas características que la primavera. En algunos casos, era la madera más vieja la que florecía.»
Quizás sea esta manera de abordar el recuerdo del pasado y la nostalgia que suele acompañarlo uno de los asuntos más interesantes, si no el más importante, de esta buena novela, que mereció ser galardonada con el Premio Pulitzer 1972, año en que apareció. 

Escritores norteamericanos del sur
Sí, así es y así me lo ha parecido a mí: La hija del optimista me ha gustado especialmente porque plantea un asunto relevante no muy tratado literariamente: el de las emociones que se despiertan en familiares y amigos tras la muerte de una persona. Los objetos que acumuló el fallecido, la emoción que produce contemplarlos, los recuerdos que surgen al hacerlo, la melancolía, la necesidad de proseguir y no quedarse anclado en la nostalgia del pasado, cómo manejar los recuerdos de manera que nos sirvan para continuar viviendo el presente... Sí, en definitiva, esto sí que es manifestación clara de optimismo y magnífica herencia recibida por parte de Laurel de ese juez vital y optimista que fue McKevan desde siempre, algo no muy bien entendido por amigos y allegados.
«el pasado ya no puede ayudarme ni hacerme daño, no más que mi padre en su ataúd. El pasado es como él, insensible, y jamás podrá despertar. Es el recuerdo lo que actúa como un sonámbulo. Regresará con sus heridas abiertas desde cualquier rincón del mundo, como Phil, llamándonos por nuestros nombres y exigiéndonos esas lágrimas a las que tienen derecho. El recuerdo no será nunca insensible. Al recuerdo sí se le pueden infligir heridas, una y otra vez. En ello puede residir su victoria final. Pero del mismo modo que el recuerdo es vulnerable en el presente, también vive en nosotros, y mientras vive, y mientras tengamos fuerzas, podremos honrarlo y darle el trato que merece.»
En conclusión, La hija del optimista de Eudora Welty es una muy interesante narración, escrita de una manera que yo diría muy propia de la literatura norteamericana. El tono que desprenden sus páginas es para mí claramente característico de la manera de hacer buena literatura por parte de los grandes autores sureños norteamericanos. Eudora Welty se cuenta entre ellos, sin duda alguna
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Nota:
Al tratarse de una novela publicada antes de 1980, añado este título al de los que ya he incluido en el Reto "Nos gustan los clásicos". En las bases de este Reto figura esa fecha, 1980, como frontera entre lo clásico y lo contemporáneo o más actual
 

15 dic 2024

Qiu Xiaolong. Muerte de una heroína roja.

13 comentarios:

«Compró un ejemplar del Diario del pueblo. En sus días de instituto, había creído todo lo que publicaba en sus páginas, incluido un término en particular: a saber, «dictadura del proletariado». Significaba una dictadura de transición lógicamente necesaria para alcanzar la fase final del comunismo, con lo cual se justificaban todos los medios en aras de ese fin último. No obstante, la expresión «dictadura del proletariado» ya no se usaba, pues ahora, en su lugar, se hablaba de “los intereses del Partido”.»

Muerte de una heroína roja, Literatura de la China actual, Qiu Xiaolong
Sinopsis 
(proporcionada por Tusquets, editora en España de sus novelas)
Un viernes de mayo de 1990, Gao Ziling, capitán de la patrullera Vanguardia, sale a pescar con un amigo al que no veía desde la época del instituto. De regreso, en el canal Baili, a unos treinta kilómetros al oeste de Shanghai, algo impide el avance de la patrullera. Cuando Gao se lanza al agua para ver qué le ocurre a la hélice, descubre una gran bolsa de plástico negra y, en su interior, el cadáver de una joven desnuda. El capitán Gao avisa de inmediato a la policía y, casualmente, atiende su llamada el subinspector Yu, quien trabaja a las órdenes del inspector jefe Chen. Éste, recién ascendido y tras estrenar piso, no tardará en descubrir que la joven, empleada de los grandes almacenes Número Uno de Shanghai, era una trabajadora modélica cuya entrega a la causa del Partido la convirtió en una celebridad. Ahora debe investigar qué se oculta detrás de la muerte de esa «heroína roja»

Con esta novela se dio a conocer el poeta Qiu Xiaolong en el ámbito de la narrativa. Muerte de una heroína roja es la primera de la serie de novela negra protagonizada por el inspector jefe de policía en la ciudad de Shangai Cao Chen. Ya desde la primera página nos encontramos con un joven policía que dentro de la política de renovación de cargos promovida por Deng Xiaoping ha llegado a inspector jefe de la comisaría de casos especiales de Shangai. Su rápido ascenso ha despertado recelos en no pocos de los policías a su cargo; destaca entre ellos el subinspector Yu Guangming quien con su esposa Peiqin  y Qinqin, el hijo de ambos, vive en una pequeña habitación dentro de un edificio comunitario. La envidia proviene no sólo por el cargo que ocupa cada uno sino también por otras cuestiones, no siendo la menor la concesión a Chen por el Partido de una vivienda mientras que Yu y el resto de agentes viven en condiciones más que precarias
«El resentimiento que expresaban Yu y otros compañeros de la oficina se debía no sólo a su rápido ascenso, producto de la política de cuadros de Deng, sino también a sus actividades literarias que, en opinión, además de en conveniencia, de todos, constituían una desviación de sus obligaciones profesionales.»
Efectivamente, el inspector Jefe Chen es un policía peculiar que tiene más de una coincidencia con el propio escritor. Los padres de ambos, -el del héroe novelesco es profesor de Literatura en la Universidad-, fueron represaliados durante la revolución cultural acusados de pecados burgueses capitalistas. El novelista, para poder salvar a su padre del castigo diario que recibía en la fábrica a la que había sido condenado a trabajar como simple obrero por haber sido pequeño empresario de perfumes, le escribió una autoconfesión de culpabilidad que mereció la aprobación de la Guardia Roja. Ambos, pues, Cao Chen y Qiu Xiaolong, saben escribir, es más ambos son poetas, y saben moverse  por el proceloso mar social de la China continental sin manifestarse explícitamente contrarios al Régimen político. Leyendo la novela se es consciente de que ese proceder es el único posible si es que se quiere sobrevivir en China.

La acción novelesca sucede durante el mes de mayo de 1990 tras la conmoción que supuso en el mundo entero y en el propio país los sucesos de la plaza de Tiannamen del verano de 1989 («Tras lo que sucedió en la plaza Tiananmen el pasado verano, muchas personas siguen dudando de la solidez de nuestro sistema socialista.»). Es fundamental tener siempre presente esta ubicación temporal para entender el comportamiento de Chen y de las autoridades del país. Se trató de un momento muy complicado políticamente en el que los elementos reaccionarios pugnaron por revertir el proyecto que Deng Xiaoping había bautizado como el de "Un país, dos sistemas".

Esta situación en un período de la historia de China tan frágil hace de esta novela algo muy interesante de leer. Muchas cosas se aprenden con esta lectura: Cómo fue imponiéndose el sistema capitalista en la China socialista; cómo los políticos utilizan una hipócrita retórica socio-comunista para eliminar o salvar a quien o quienes les interesa; cómo la vida real y privada de las personas (en especial las relaciones íntimas) fueron abriéndose paso pese a la retórica oficialista de oposición a la libertad en las relaciones amorosas; cómo las empresas extranjeras iban instalándose en el país; cómo está surgiendo una clase social de jóvenes adinerados que por conseguirlo hacen cualquier cosa; cómo especialmente las chicas jóvenes del campo o de ciudades de provincia alejadas de las opulentas zonas especiales se desplazan hasta éstas y se emplean en salones de masajes, hoteles, modelos fotográficas..., para conseguir al dios del dinero; cómo convive la China tradicional, presente en las numerosas referencias a leyendas ancestrales y citas de versos de poetas de diversas dinastías imperiales, con la pujanza del vicio y el puro materialismo acaparador de objetos; etc.

Todo lo anterior está en el texto de esta novela expresado con un lenguaje sugerente, hermoso, poético, embriagador. Se diría que pese al contexto de thriller del relato (la persecución y búsqueda del asesino de la joven Guan) estamos ante una novela que se demora en las cosas sencillas, en la naturaleza que envuelve la vida de los seres humanos y que éstos en su vorágine están olvidando. Es una manera de narrar poco convencional para una novela detectivesca, policial. Contribuye decisivamente a esta sensación la acumulación de citas poéticas que el autor introduce en el texto de mano del personaje Chen Cao, que como su país ('un país, dos sistemas') encierra en él dos sensibilidades: la de policía y la de poeta. 
  • el viejo proverbio tenía razón: «Un Buda, aunque sea de arcilla, debe estar cubierto de oro».
  • ¿Era posible que Ouyang también tuviera problemas? Quizá no. Al menos él todavía andaba por ahí, con bastante dinero para hacer una llamada de larga distancia y el ánimo suficiente como para citar poemas de las dinastías Tang y Song.
  • recordó unos versos de Wan Changling: «Si mis parientes y amigos preguntan por mí, / diles: un corazón de hielo puro, un florero de cristal». Con eso bastaría, y luego se sentó a trabajar.
A las citas poéticas y alusiones legendarias propias de la China tradicional se unen, dentro del culturalismo que exhibe Qiu Xiaolong en Muerte de una heroína roja, las referencias a títulos literarios y cinematográficos. De los libros que se citan es Sueño en el pabellón rojo del novelista chino del siglo XVII Cao Xueqin el más nombrado. Le sirve al autor para mostrar la dualidad y complementariedad existente en la pareja formada por Yu y Peiqin. Peiqin, que trabaja en un restaurante, está leyendo en el relato esta novela clásica y enfoca el caso de Guan, que investiga su marido, a través del comportamiento de la heroína de Sueño en el pabellón rojo. Así, cuando éste le dice que la asesinada trabajadora modelo Guan no tenía relación con ningún hombre, Peiqin no puede creerlo:
«—Te reirás de mí, Guangming, pero como mujer no puedo creerlo. Quiero decir..., lo que pasa entre un hombre y una mujer. Estamos en los años noventa.
[...]
—Pero eso va contra la naturaleza humana, como Miaoyu en Sueño en el pabellón rojo.
—¿Quién es Miaoyu? —preguntó él.
—Miaoyu, una bella y joven novicia que lleva una vida dedicada al ideal abstracto del budismo.
[...]
—Pero Miaoyu no es más que un personaje de una novela.
—Pero es muy auténtica. La novela desvela con gran perspicacia el fondo de la naturaleza humana»
Esta manifestación respecto a la verdad que se encierra en muchas novelas no deja de ser un guiño a la verdad que encierra esta novela de Qiu Xiaolong respecto a la vida política, socio-laboral y privada de la sociedad china durante esos años de transición.

Interesantísima, en mi opinión, es la presencia de mujeres libres en el relato. Todas, salvo la asesinada Guan, curiosamente presentada a la sociedad como ejemplo a seguir de mujer trabajadora, son seres que se comportan haciendo uso de su propia voluntad, no están sujetas a nadie (o a casi nadie). Así la periodista Wang con la que Chen sueña, la HCS (Hija de un Cargo Superior) Ling con la que años atrás el inspector jefe mantuvo relaciones, la masajista Xie que voluntariamente se dedica a este trabajo para procurarse una buena cantidad de dinero... Cuando ellas aparecen en el relato, éste aumenta en tensión erótica 

 «Xie se levantó y entró en el baño, pero no cerró la puerta. Dejó caer la bata al suelo, que quedó hecha un bulto a sus pies. Sus pechos desnudos y su cadera se reflejaban en el espejo. Chen se giró hacia la ventana. Cuando volvió, se había puesto un vestido blanco de verano y tenía un pequeño bolso que le colgaba de un hombro. No llevaba sujetador y los pezones parecían casi impresos en el vestido.»
Respecto al erotismo contenido en algunas páginas de la novela, hay que decir que cuando la novela, aparecida primero en Estados Unidos en 2000, fue publicada en China se suprimieron las páginas en que aparecía. Tal es el funcionamiento allí de lo políticamente correcto.


Para finalizar
Para cerrar la reseña de esta para mí sorprendente y magnífica novela sólo diré que la comida ocupa lugar relevante en la misma. Lu, uno de los amigos íntimos del inspector Cao Chen tiene un restaurante, muchos de los encuentros amorosos y otros propios de la investigación policial se desarrollan en torno a una mesa. Qiu Xiaolong se demora en la presentación de los platos o la disposición de la mesa. Muchas veces, según leía Muerte de una heroína roja, venía a mi cabeza la novelística de Manuel Vázquez Montalbán y su detective Carvalho que amaba la comida y su elaboración por encima de muchas otras cosas. 
«En la mesa, un mantel blanco, servilletas rosadas plegadas, palillos de caoba y cucharas plateadas de mango largo. El escenario era el idóneo para una cena sencilla: una pequeña olla de agua hervía en un infiernillo, y a su alrededor, el cordero cortado en lonchas finas como el papel, un plato de espinacas y una docena de ostras con rodajas de limón distribuidas en una bandeja, junto a pepinos marinados en vinagre y ajo al escabeche en unos platillos a ambos lados. Cada comensal tenía un plato con salsa.»
No sé si les sucederá a otros, pero a mí la morosidad con que el novelista presenta la trama y cómo se detiene en aspectos que se podrían ver como colaterales a la misma me ha encantado y me ha hecho disfrutar mucho de este relato, primero de su serie de novelas protagonizadas por este atípico policía poeta. Muerte de una heroína roja ha supuesto para mí descubrir a un escritor del que había leído varias reseñas de sus novelas, todas ellas elogiosas, en blogs muy fiables como son Las inquilinas de NetherfieldCuéntame una historiaLeyendo con Mar, y alguno más que en estos momentos no recuerdo. Sin duda alguna, ya en 2025, volveré a disfrutar con el personaje creado por Qiu Xiaolong.



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Nota: Con este título del escritor Qiu Xiaoping relleno la letra X del reto "Autores de la A a la Z" completando así el mismo dentro del año, como debe ser.
           






7 dic 2024

"Laberintos de la noche" (Detective William Monk 21) de Anne Perry

18 comentarios:
Cuando en el mes de julio de 2017 reseñé Los crímenes de Cater Street, su autora, Anne Perry, a sus 79 años gozaba de una salud excelente. Cuando ahora, finalizando ya 2024, vuelvo a reencontrarme con ella leo que Juliet Hulme, verdadero nombre de la escritora, falleció en abril de 2023 en Los Ángeles (USA) a los 84 años de edad. Vuelvo a recordar por ello la azarosa vida de esta londinense nacida en 1938 que pasó cinco años en la cárcel por haber cometido a los quince junto a su amiga Pauline Parker el asesinato de la madre de esta última. Fue al salir de la cárcel en 1959 que cambió de nombre y, tras una serie de distintos trabajos entre los que destaca el de azafata de vuelo, literariamente se dio a conocer en 1979 con la novela que hace siete años leí con agrado. 

Como habrá comprobado quien se haya detenido a leer la reseña que hice de Los crímenes de Cater Street esa novela inaugura la serie de 30 entregas protagonizadas por el inspector Pitt. La otra serie importante dentro de los más de 70 títulos que la escritora produjo en vida es la de detective amnésico William Monk a la que se adscribe la novela que acabo de leer. Dentro de las pertenecientes al universo Monk, Laberintos de la noche ocupa el lugar 21 de las 23 que forman dicha serie novelesca. 

Una de las cosas que menos me agrada de las narraciones que forman parte de una serie de títulos es la conveniencia, si no la necesidad, de leer las distintas entregas siguiendo el orden de aparición. Es cierto que los autores, sabedores de los cientos de lectores que no van a hacerlo así, introducen en unos y otros títulos referencias y/o pertinentes aclaraciones a sucesos o personajes que tuvieron importancia en publicaciones anteriores a fin de evitar que el lector poco fiel se pierda o se confunda. Es lo que en algún momento me ha ocurrido a mí cuando leyendo este relato he topado con personajes ahora en otro estadio de su vida a los que Monk o alguien de su entorno se refiere con inquina, afecto o lo que sea. Afortunadamente, como digo, Anne Perry antes o después aporta una información pertinente para situar debidamente a cada cual en su lugar. 

 Centrándome ya en Laberintos de la noche diré que en esta ocasión el inspector William Monk, estando presente, ocupa un lugar secundario, dado que es su esposa, la enfermera Hester Monk, quien soporta el peso principal de la trama. La vemos de enfermera sustituta en un hospital al este de Greenwich («Hester trabajaba de enfermera en el hospital, todavía a la espera de que Jenny Solway se reincorporase»). El director del mismo, el doctor Magnus Rand le pide que se ocupe de un paciente especial muy adinerado, Bryson Radnor, enfermo de leucemia. Ella ve que algo extraño sucede en ese hospital al descubrir lo que les sucede a unos niños que hay en él. Por culpa de su interés por esas criaturas verá comprometida su libertad e incluso su vida. 

La novela está claramente organizada en dos partes. En la primera se produce el acto delictivo y en la segunda los abogados Ardal Juster y sir Oliver Rathbone pugnan en los tribunales por hacer que Hamilton Rand, un químico investigador hematólogo, sea castigado por realizar sus experimentos sin consentimiento de los donantes. En la novela todos los personajes valoran la importancia de sus investigaciones sobre la sangre, pero se deplora la comisión de delitos por muy loable que sea la finalidad de las mismas.   

Cruz Roja, Convención de Ginebra
https://es.wikipedia.org/wiki/
Archivo:Florence_Nightingale_
(H_Hering_NPG_x82368).jpg
Al igual que en la serie Charlotte y Thomas Pitt, de la que como he dicho leí hará cosa de siete años el primero de la misma, la acción se sitúa en la Inglaterra victoriana del siglo XIX. Concretamente en Laberintos de la noche se cita con reiteración la guerra de Crimea en la que Hester Monk ha participado como enfermera de guerra. Sus conocimientos sobre pérdidas de sangre, amputación de miembros y trato con seres moribundos son los que la hacen competente a ojos de los hermanos Rand para participar en sus trabajos médicos. Enfermería, sangre y siglo XIX sirven para ensalzar la figura de la real enfermera británica Florence Nightingale a la que Anne Perry homenajea en esta novela al hacer que la protagonista Hester Monk coincida con ella en la guerra de Crimea. Florence Nightingale es considerada la precursora de la enfermería profesional; asimismo sus trabajos en la asistencia a heridos durante la guerra e Crimea sirvieron de inspiración  a Henri Dunant en la fundación de la Cruz Roja y en sus propuestas humanitarias adoptadas por la Convención de Ginebra.

Anne Perry en la primera parte de la narración muestra en contrapunto la actividad de cada uno de los miembros del matrimonio Monk: Hester, dedicada a la enfermería en el hospital de Magnus Rand; el comisario de la policía fluvial William Monk con sus trabajos policiales luchando concretamente contra el contrabando de armas. En un momento dado William y sus compañeros de comisaría (Hooper, Laker, Orme...) a los que se unirá Scuff, el hijo adoptivo de la pareja Monk, investigarán la desaparición de Hester Monk y los niños del hospital. Es aquí donde confluyen ambas líneas narrativas. Tras su resolución se inicia el juicio contra el antagonista, el químico Hamilton Rand

En esta parte, diríamos, judicial, la novela me ha hecho recordar los relatos de John Grisham que con tanto agrado he leído siempre (algunos títulos suyos reseñados por mí en este blog son: Un abogado rebelde, El estafador, El soborno, Los guardianes...). Sin llegar a la profundidad jurídica de los del novelista norteamericano, en la preparación del juicio por Ardal Juster nos enteramos de pormenores en la vida de sir Oliver Rathbone al que vemos ahora apartado del foro por culpa de insidias anteriores protagonizadas, seguramente en entregas anteriores de la serie, por el juez Ingram York, en esta novela ingresado ahora en una clínica para perturbados mentales. Rathbone se siente atraído por Beata York, esposa de Ingram. Como se ve, sería necesario haber pasado por momentos novelescos anteriores para tener toda la información, aunque la que aquí se da es suficiente, aunque sea escasa
«Ingram York solo era importante porque existía, y mientras estuviera vivo, Rathbone no podría pedir a Beata que se casara con él. Tenía muy claro que lo haría en cuanto ella fuese libre. Tal vez era mejor que no fuese tan pronto... y, sin embargo, ¡cuánto lo ansiaba!»
Una novela detectivesca como ésta no consiente dar mayores explicaciones. Baste pues con lo dicho hasta aquí. 

Novela detectivesca inglesa, Mujeres escritoras de novela negra
Para cerrar, sólo añadiré que Anne Perry presenta en Laberintos de la noche a mujeres valerosas que luchan por un puesto en la sociedad victoriana con decisión. Frente al arrojo de Hester Monk, Florence Nightingale y otras, la autora denuncia el apartamiento que el género femenino sufría en la clasista Inglaterra de la segunda mitad del siglo XIX
  • «Cómo voy a demostrar que me quedé porque no podía dejar a los niños solos allí? ¿Quizás algún miembro del jurado lo habría hecho? ¡Todos serán hombres! Los jurados siempre eran hombres.»
  • «Las mujeres no cumplían los requisitos legales y no se consideraban aptas intelectual o emocionalmente para aquella tarea.»
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Con Laberintos de la noche de Anne Perry cumplimento la letra P del reto Autores de la A a la Z  

26 nov 2024

"La puerta secreta" de Marlen Haushofer

17 comentarios:

« El campo del amor es de por sí el más falaz y el más tornadizo de los que existen. En él, uno sólo puede estar seguro de sí mismo, y eso a condición de no ser demasiado joven y tener experiencia. Porque en la juventud uno simplemente está enamorado del amor, no de la pareja; y la mayoría de las personas permanecen estancadas en ese estadio.»

Editorial Siruela,Feminismo,autoras austriacas
Llego hasta La puerta secreta vía la magnífica reseña que en julio de este año Lorena, administradora del blog El pájaro verde, le dedicó. Es Lorena una excelente y muy fiable degustadora de la buena literatura. Le gustan los libros exigentes con el lector, que la remuevan por dentro, que incluso la incomoden y la revuelvan; en definitiva no le agrada la literatura de consumo, la fast food literaria tan abundante hoy en día. Cuando Lorena reseña sus lecturas lo hace con suma belleza, señalando con tal nitidez el cúmulo de evocaciones literarias que, mientras las realiza, le vienen a la mente,  que es un enorme placer perderse en sus estupendas entradas. Así lo hago yo con frecuencia y confieso que leyéndolas disfruto lo indecible. Desde aquí, pues, a quienquiera  que desee conocer buenos libros, buenas novelas, le recomiendo frecuentar El pájaro verde donde Lorena reseña libros de calidad. Pero pasemos ya a la novela de Marlen Haushofer.

La escritora es una austriaca nacida el año 1920 en Frauenstein (Austria) y desaparecida, víctima de cáncer de huesos, en Viena el año 1970. La puerta secreta vio la luz en 1957; antes de ella Marlen Haushofer ya había alcanzado cierta notoriedad literaria gracias a dos libros: la novela corta "El quinto año" (Das fünfte Jahr) que la dio a conocer y "Un puñado de vida" que, según dice Manuela Reichart en el epílogo que sigue al texto de La puerta secreta  publicada por Siruela en 2003, «el libro sale en 1955, recibe críticas benévolas e incluso es traducido, pero no se convierte en un gran éxito». Con estos tres primeros títulos ganó premios en su país, aunque el verdadero éxito le llegaría con El muro novela aparecida en 1963 y distinguida con  el Premio Arthur Schnitzler. Ya en 1968 obtendría el Premio Nacional de Literatura por su colección de relatos "Fidelidad terrible" (Schreckliche  Treue).

Los datos bioliterarios anteriores los tomo del magnífico epílogo que he citado. En él Manuela Reichart muestra, tomando como referencia los tres principales títulos novelescos de Marlen Haushofer, la evolución que en ellos cree observar respecto al asunto mujer que la autora presenta. En Un puñado de vida una mujer regresa sola a su pueblo sin ser reconocida tras haber estado ausente 20 años; deseosa de una nueva vida abandonó a su marido e hijo por un amante tras una una muerte simulada. «Ahora, deprimida, pasa revista a los años y concluye: "La vida, simplemente, era demasiado fuerte para poder sobrellevarla"»

En La puerta secreta vemos cómo Annette, una mujer joven de unos 30 años, se enfrenta a la vida y a su realización como persona. Solitaria e independiente es consciente de que al otro lado, fuera de ella, está la vida normal y su posibilidad de realizarse como mujer. El amor se le aparece de manera un tanto sorpresiva en forma de embarazo no buscado. De resultas de ello se casará y se irá preparando para en el momento en que tenga al bebé abandonar su trabajo de bibliotecaria y centrarse en su función de madre. Manuela Reichardt dice, comparando la Annette de La puerta secreta con la Betty de Un puñado de vida que «Betty recuerda todavía la dicotomía de su vida: "Había elegido, en un momento, la libertad, el frío y la independencia, y había añorado, a lo largo de toda su existencia, el cariño, el calor y la compañía". En La puerta secreta, Annette ya no tiene alternativa»

Annette al principio de la novela está contenta porque Alexander con quien vivía se marcha seis meses a París. Ella dice que ama la soledad, leer un libro al llegar a casa, recibir a lo más a sus vecinos y al tío Eugen con los que habla de arte, de cine, de literatura... Cuando Gregor aparece en su vida ella sufre un terremoto interior. Ve a Gregor, su marido, casi como a un desconocido pues, afirma, que en realidad apenas sabe nada de él, de su interior; sólo conoce su exterioridad, el presente en el que él siempre se mueve. Esto la desazona, aunque al tiempo, y paradójicamente, una mujer antes tan amante de la soledad y de su independencia, sólo se siente bien cuando él aparece y está con ella.

Esta lucha interior que Annette practica con ella misma la lleva a simular ante Gregor, a seguirle en sus actividades de exterior sabedora como es de que su marido no soporta para nada la reflexión y el conocimiento. Ella según progresa su embarazo entiende que Gregor la tenga menos en cuenta y que las reuniones de trabajo nocturnas sean ahora más frecuentes que antes. Los hombres son así, necesitan eso, aliviar sus tensiones, se dice a sí misma como justificándolo, y ella ahora a un mes de dar a luz no puede satisfacérselas. 

El distanciamiento mujer-hombre es progresivo en estos tres títulos. En Un puñado de vida simplemente se produce la escapada de ella de la vida alienada en que se encontraba con él; en La puerta secreta la mujer intenta integrarse en el papel que todos estiman le corresponde por su género aun perdiendo la independencia que tanto le satisfacía; por último en El muro la mujer en un mundo futuro impreciso ha de defenderse del hombre quien con su violencia intenta anularla, despedazarla como ha hecho con la naturaleza. Y es que el asunto del retorno a la naturaleza, a un mundo en el que de niña, según confesión de la autora, fue feliz es recurrente en sus novelas.

La puerta secreta se presenta con partes escritas en forma de diario y otras narradas en tercera persona. En ambas es la perspectiva de Annette la que se muestra. En las entradas del diario es evidente, pues es ella misma quien las escribe;  en las partes narradas en tercera persona se habla sobre Annette. El estilo indirecto libre sirve en estas partes para mostrar la voz del personaje
«Sacó el diario del último cajón del escritorio, que siempre cerraba con llave, y fijó la mirada en la última anotación. ¿De veras había sido ella la autora de esas líneas? Le parecían tan extrañas. Sin duda se debía a la imposibilidad de vivenciar y escribir al mismo tiempo, a que toda anotación sobre algo vivido se transformaba inmediatamente en reflexión. Esa dificultad aún no había sido superada por nadie que hubiera escrito un diario.»
Efectivamente, como ella misma -Annette, o sea, parece claro, Marlen Haushofer- dice, hay mucha reflexión en esta novela, tanto en las entradas de diario como en las partes narradas. Reflexiones que tocan muchos aspectos de la realidad en general y de la de la autora en particular. Entre las primeras destacan sobre otras la cuestión mujeres-hombres, la diferencia entre ambos géneros, la maternidad, el mundo interior versus el exterior, la funcionalidad del amor en este mundo, la naturaleza frente al mundo urbano... Entre las segundas son las de naturaleza literaria y metaliteraria como la que aparece en la cita anterior las que más han llamado mi atención.

Mujeres versus hombres. Sin duda es cuestión nuclear en la novela. Aparece por todas partes. Un ejemplo es cuando ella, ya embarazada,  reflexiona sobre su futura condición de madre al ver a un joven entrar sigiloso en su casa para no despertar a la madre. Mientras lo observa Annette no puede por menos que reflexionar sobre la mujer siempre al servicio y cuidado del hombre, bien en su condición de hijo (la madre), como en la de marido (la esposa): «La madre se quedaba ante los restos de su desayuno (ha vuelto a embadurnar el mantel de mermelada..., claro, por leer el periódico mientras desayuna), ante sus pantalones arrugados, sus calcetines rotos y la pena lacerante motivada por las huellas de pintalabios en el cuello de su camisa. Y un buen día a la anciana se le vendría el mundo abajo: el día en que el querido hijo preferiría manchar de mermelada el mantel de otra mujer y dejarle a esa otra mujer su ropa sucia.» 

Diferencia hombre y mujer. Fundamental en el relato es cómo Annette reflexiona sobre la distinta manera de amar de los hombres y de las mujeres: «Gregor se figura que debo sufrir enormemente por ciertas privaciones que me impone mi embarazo avanzado. No puede imaginarse que las mujeres amamos de forma diferente a como lo hacen los hombres. Cuando me acaricia la mano siento exactamente lo mismo que si estuviera entre sus brazos.»

La maternidad. Annette duda sobre si estará viviendo adecuadamente el estado de gravidez en el que se encuentra; se preocupa por si no estará sintiendo la felicidad que se supone debe embargar a cualquier mujer que se halle en este estado: «La consabida sensación de felicidad no quiere hacer acto de presencia en mí. Por el momento estoy siempre indispuesta. Me siento intoxicada como cuando se tiene hepatitis y hago esfuerzos desaforados por mantener la cabeza erguida.»

El amor en este mundo. Esencial es este asunto. Quizás sea el que más espacio ocupa en la novela. En la narración se reflexiona sobre él de manera bien profunda. Se percibe con claridad la filosofía existencial que domina en todo el relato. Annette comenta el absurdo que supone amar a alguien sabiendo lo efímero que es el cuerpo; otra cosa sería amar a un alma inmortal, lo que implicaría la seguridad, aunque quizás «la seguridad significaría el final del amor, cuya esencia radica en suspender durante unos minutos la presencia sempiterna de la muerte.». Esta consideración viene a poner sobre el tablero la contradicción interna que Annette vive dado que ella ama las almas inmortales (el arte, la literatura, la filosofía...) aunque sienta la imperiosa necesidad de, como le ocurría a la autora francesa Annie Ernaux en "Pura pasión", libro que tantas veces leyendo a la Haushofer he recordado, estar con Gregor, un ser poco profundo que sólo se mueve por lo inmediato, por lo vital, por lo externo y corporal. 

En la novela la relación hombre-mujer viene marcada por el amor. Annette se pregunta, cuando una hermosísima camarera le sirve la comida y ella siente deseos de acariciarla, por qué tal acto sería improcedente; se da cuenta de que esta consideración marca otra diferencia hombre-mujer importante:
«Como mujer, en cambio, una no podía permitirse gestos de ternura hacia otra mujer sin dar lugar a un grave mal entendido. Era estúpido, fastidioso y propio de mentes masculinas pensar que las caricias tenían que significar indefectiblemente el preámbulo del acto erótico»

Otras muchas consideraciones sobre otros muchos aspectos vitales aparecen en La puerta secreta. Uno de ellos -no puedo dejar de señalarlo- parece escrito hoy mismo cuando sin embargo han pasado ya casi 70 años desde que lo escribiera; ahí se ve la tremenda actualidad de esta escritora. Me refiero a la reflexión que hace sobre la política en general y sobre los hombres y mujeres políticos
«No hay partido político que represente los intereses de las mujeres. Eso es fácil de comprobar a poco que se examinen algunas de nuestras leyes. La tan traída y llevada igualdad de géneros sólo existe sobre el papel. Los cargos que se adjudican a las mujeres, escasos y de nula influencia, no tienen otra razón de ser que la de enmascarar esta realidad y atraer votos. [...] Los hombres, por naturaleza, no son pacifistas, y menos los políticos, porque si lo fuesen no habrían triunfado nunca. Poco sentido tiene rasgarse las vestiduras. Quien ostenta el poder hace todo lo que está a su alcance para no perderlo, y es natural que sea así.»

Por último, y para ir ya cerrando esta reseña, quisiera señalar dos aspectos fundamentales en La puerta cerrada. El primero tiene que ver con ese sueño, ese deseo perdido en el subconsciente de Annette, en definitiva en el de Marlen Haushofer, de retornar a ese paraíso perdido, a esa naturaleza pura, feliz y prístina en la que todo era felicidad. Ese mundo imposible de recuperar es el que, por los datos biográficos que la propia autora dio en las entrevistas que en vida le hicieron y por las investigaciones de unos y de otros sobre ella, vivió durante su primera infancia. En la breve biografía que mi amiga Lorena publicó en Instagram al hilo de la lectura de El muro se pueden leer datos muy interesantes sobre la autora. De ellos rescato los siguientes: «Hija de un guardabosques, vive su primera infancia en contacto con la naturaleza, hecho palpable en alguna de sus narraciones, y estudia más tarde en un internado en Linz.»Annette encuentra el asidero con la naturaleza en su tío Eugen, hermano de la tía Johanna que la había acogido al quedar huérfana. Johanna la educó con rigidez en la simulación y en la ocultación de sentimientos; afortunadamente el tío Eugen acudía a rescatarla de esta severidad y la llevaba a funciones de teatro infantil y a pastelerías. Ahora, transcurridos 20 años de estos recuerdos, también el tío Eugen acude al rescate de Annette y la sitúa en un medio natural cual es una playa italiana a fin de que logre salir del impasse en que la vida y su embarazo la han situado.

escritoras austriacas,existencialismo alemán
Foto de 1935; © Sybille Haushofer
El segundo aspecto al que quiero referirme es al de la intertextualidad literaria. Annette -e igual Marlen Haushofer- vive mas en el mundo de lo que le narran o de lo que lee que en el mundo real. Así el personaje de la novela sabe de Rusia del año 1915 por lo que su tío Eugen le cuenta una y otra vez de cuando estuvo combatiendo allí durante la Gran Guerra. Del mismo modo a la autora se le ven -o al menos así me lo parece a mí- sus lecturas según que se lee La puerta secreta. Cuando Annette piensa que a su futuro hijo no podrá protegerlo de la vulgaridad del mundo porque «un niño no es un objeto que se pueda colocar bajo una campana de cristal» ese último sintagma me ha llevado a Sylvia Plath. La verdad es que esta Annette y Sylvia Plath tienen mucho en común, quizás, coincidan en esa demencia que las hace diferentes al resto de mortales, que las deforma, que las aparta. 
Igualmente, Annette piensa durante su día de descanso semanal cuál sería su papel vital si ella no trabajase: ¿Esperar como un perro a que su marido volviese a casa por la noche? Ella sufre al tener que consumir las horas en acciones inanes, colocando ese adorno, pensando en hacer la cena a Gregor, deseando mostrarse feliz y contenta cuando llegue... Leyendo esta escena y las reflexiones del personaje no he podido por menos que recordar a La señora Dalloway de Virginia Wolf. Todos sabemos cómo acabó Sylvia Plath y cómo transcurre el día de Clarissa, la protagonista de la novela de Virginia Wolf. 
«Decidió dar una última vuelta por la casa, abrigando la secreta esperanza de que algún objeto no estuviera en su lugar para hacer algo que la distrajera un poco. Pero no encontró nada. Pasó la mano por encima de la colcha alisada, movió algún cenicero unos centímetros de donde se encontraba, sopló un rastro de polvo, invisible pero quizá existente, en la lámpara de pie, y corrió el salero hacia el centro de la mesa.
En el cuarto de baño se limpió el carmín que sobresalía de los labios, se empolvó la nariz y se peinó las cejas y las pestañas. Luego, con el corazón palpitante y las corvas desmayadas, se sentó en el borde de la bañera. No debía quedarse sentada, sentarse equivalía a empezar de nuevo a dar vueltas [en su cabeza] a las cosas y tenía que evitarlo.» 

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Nota.- Con esta novela cumplimento la letra H del Reto "Autores de la A a la Z" y añado un título más a la relación de clásicos leídos en el Reto "Nos gustan los clásicos" 

     

19 nov 2024

Cristina Sánchez-Andrade: "Alguien bajo los párpados"

18 comentarios:

«Llegar a la rúa del Vilar no era sólo un cambio de espacio sino también y, sobre todo, de estado de ánimo. Olvido empezaba a sentirse mejor nada más pasar por debajo de los primeros soportales, de las platerías y las boticas, con sus grandes frascos en el escaparate, con sus olores penetrantes y ricos, atenta a las miradas buscadoras y simulando huir de aproximaciones y roces, ajena al siseo de las gabardinas y al crujir de la espuma de las alcantarillas. A la altura del Casino, la tarde olía a lluvia y a castañas asadas.»

Alguien bajo los párpados. Cristina Sánchez-Andrade
La escritora gallega Cristina Sánchez-Andrade, (Santiago de Compostela, La Coruña, 5 de abril de 1968), según leo en su biografía literaria, comenzó en la narrativa, tanto en la dirigida a todos los públicos como en la enfocada especialmente a niños y jóvenes, pronto, concretamente lo hizo escribiendo relatos con los que ganó varios premios. Su primera novela suficientemente conocida es del año 1999 (Las lagartijas huelen a hierbas). A partir de esa fecha sus libros se verán reconocidos con premios variados. Entre sus novelas destaca "Las inviernas" que, publicada en 2014, quedó finalista en el Premio Herralde de novela de ese año y fue distinguida con dos PEN Award, uno para la traducción y otro para la promoción de la misma. Antes, en 2003, había ganado el Premio Sor Juana Inés de la Cruz en la Feria de Guadalajara (Mexico) con su novela "Ya no pisa la tierra tu rey".
Será en 2017 cuando vea la luz Alguien bajo los párpados, la novela que acabo de leer. Es una historia situada en la zona de Santiago de Compostela donde dos ancianas (Olvido y su criada Bruna) deciden iniciar un definitivo y final viaje en coche. La acción se sitúa el año, día y mes en que Álvaro Cunqueiro dejó este mundo, o sea, el 28 de febrero de 1981. Mientras viajan, ambas mujeres recuerdan, evocan y hablan sobre sus vidas en el pasado situado durante los años de la Segunda República, la Guerra Civil y los primeros años de la dictadura franquista. Los dos momentos narrativos -el hoy del viaje y el ayer de la vida de ambas- discurren en contrapunto uno con otro a lo largo de toda la novela.
 
Estamos ante una historia sorprendente que situada en Galicia parece rendir homenaje a los esperpentos de Valle Inclán. Hay muchas situaciones surrealistas y dentro de este marco surreal parece que los personajes disfrutan con lo raro, lo extraño, lo casi mágico, y también con lo escatológico. Los personajes y las relaciones entre ellos, si bien al inicio parecen algo inexplicables, con el paso de las páginas van adquiriendo sentido y desvelando a los lectores aquellos puntos oscuros que durante todo el relato e intencionadamente la escritora mantiene en suspenso.

La historia y la manera de desenvolverse de los personajes me ha hecho recordar un poco algunas películas de Álex de la Iglesia como 'El día de la bestia' o 'La comunidad'. En ocasiones me parecía estar asistiendo a escenas propias del film de José Luis Cuerda "Amanece que no es poco" y también, y casi más, a momentos propios de "El bosque animado" del novelista y periodista también gallego Wenceslao Fernández Flórez.

La novela está considerada como de humor, si bien yo la incluiría en la subcategoría de humor negro. Dos ancianas que deciden liarse la manta a la cabeza y salir por ahí siempre producen risa, no es nuevo. Ya don Quijote de la Mancha, que frisaba la edad de los cincuenta años, produjo hilaridad entre sus contemporáneos cuando en pleno uso de su libertad optó por la extravagancia de ir a desfacer entuertos a esa avanzada edad. A los ancianos -más aún si cabe cuando se trata de mujeres- no se les toma en serio. Por eso que Bruna, el ama de cría de la casa de los Gondollín, vaya vestida de novia a su provecta edad no resulta llamativo para nadie, a lo más es una manifestación de la pérdida de capacidad mental atribuida a los mayores. Es verdad que las explicaciones que Olvido, viuda esposa de Benigno Gondollín, da a quienquiera que habla con ella sobre lo temprano que adquirió el carnet de conducir  («Querían entrevistarme por tener el carnet femenino de conducir más antiguo de España. ¿Qué le parece? ¡Y sigo conduciendo a la perfección!») no propician que los interlocutores abandonen la convicción de que estas dos mujeres que circulan en un Volkswagen escarabajo están chifladas. 

Olvido y Bruna, que parecen haber perdido el oremus, son el medio que Cristina Sánchez-Andrade utiliza para que, con las remembranzas de ambas sobre el pasado, conozcamos la historia de Galicia en esos años conflictivos de la República, la Guerra Civil y los primeros años de la dictadura. Vemos cómo los personajes, en especial Benigno, el marido de Olvido, irán adaptándose a las circunstancias. Don Benigno es hijo de doña Pelagia y hermano de Conchita y Cristino. Es de toda la familia el más cuerdo y el que, cuando llega la Guerra Civil y tras ella la victoria franquista, deberá reposicionarse ideológicamente, transitando del galleguismo estatutario que defendía durante los años de la República al falangismo que desde hacía tiempo lo tenía entre ojo y ojo. Esta aparente cordura, si bien carente del todo de sentido ético, cede unos cuantos grados si consideramos el aprecio desorbitado que siente por la gata Larpeira. Benigno tiene 25 años más que Olvido, que contaba sólo con 19 cuando se casaron. La llegada de Olvido a la casa familiar de Santiago de Compostela no es muy bien vista por Pelagia, Conchita y Cristino. Cada uno de ellos esconde un secreto, algo muy oculto que el lector deberá de ir descubriendo según va pasando las páginas. El más chocante es el caso de Cristino, hermano menor de Benigno y de Conchita que, aficionado a las muñecas y a pintarse las uñas, cada cierto tiempo deberá de visitar París. 
«Decía que tenía que regresar: Fíjate tú qué bobo, mamá —y en ese momento se golpeaba la frente dos veces con la palma haciendo que el moco verde saliera y volviera a entrar—; porque se había olvidado del paraguas y del cepillo de dientes en París.»
En la cita anterior se observa de manera magnífica una de las características presentes en Alguien bajo los párpados: el buen estilo literario de Cristina Sánchez-Andrade. Es una perfecta muestra de la imbricación de distintos estilos narrativos de los que se sirve la autora en la novela. Un estilo, el de la novelista gallega, en el que hay mucha presencia de la naturaleza gallega, tanto urbana como propia de la fraga. Son frecuentes las ocasiones en que la fraga (el casi impenetrable bosque atlántico) aparece. Se diría que Sánchez-Andrade evoca con cierta nostalgia una seña identitaria gallega hoy prácticamente desaparecida. Eran precisamente estos bosques gallegos los que dieron lugar a diversas leyendas propias de estas tierras, entre ellas y fundamentalmente, el de las meigas (brujas) y los meigallos (hechizos o embrujamientos). Es aquí, en este contexto fragoso, que acontece la acción de Serafina, la costurera que iba al pazo a departir con Bruna y ayudar a la confección de vestidos. Su función en el relato es el de servir de comunicadora respecto a los acontecimientos que suceden en la ciudad desde que la familia, con la guerra civil ya iniciada, decidió abandonarla. Su relación con lo mágico y oculto es también importante, así como la sororidad más que afectuosa que muestra con Conchita.

Hay mucho de magia en este relato, casi yo diría de realismo mágico. La propia historia, los personajes, muy peculiares cada uno de ellos, la niña Candela que sólo mamará de Bruna y no de su madre, el ambiente telúrico y fantástico que rodea las acciones de los personajes, la suciedad de los mismos, especialmente de Serafina y también de Bruna 
«La Larpeira, que dormitaba en una esquina, al verla se erizó, soltó un bufido y salió a toda velocidad por la puerta con el rabo enhiesto. Serafina soltó una risotada y, mientras esperaba, comenzó a airearse las faldas, propagando por la estancia un hedor concentrado, como de sardinas enlatadas.»
En Bruna la suciedad y casi yo diría que el gusto en rebozarse en la misma mierda constituye una de sus señas de identidad:
«Mierda. Mierda de Bruna trepando la pared, por el váter, por el suelo. Mierda de Bruna por la cara y los brazos de Bruna, por la ropa, por el papel higiénico que sostenía mientras se afanaba en limpiar el inodoro de rodillas. El ventanuco que daba al exterior también tenía pegotes de mierda, ¿cómo habría llegado hasta ahí? Doña Olvido se llevó la mano a la nariz y ahogó un grito.»
En todo el relato parece existir una cierta tendencia por lo escatológico, referido fundamentalmente a la suciedad corporal. Estas referencias a la suciedad en Bruna recalan a veces en lo humorístico como cuando preguntada por Olvido sobre cuánto tiempo hace que no se lava, Bruna le responde que 42. ¿Días?, inquiere Olvido. Años, concluye la criada.  

Hay en todo lo anteriormente referido una clara inclinación hacia la exageración, hacia lo hiperbólico, en definitiva, hacia lo esperpéntico. Lo fantástico junto a lo hiperbólico son características propias de lo gallego. En la novela se cita a Álvaro Cunqueiro y se sitúa la acción precisamente el día de su muerte. Es Álvaro Cunqueiro, autor que cultivó con excelencia la literatura fantástica. Muchos autores gallegos han transitado por esa senda de la fantasía, de la exageración, especialmente Valle Inclán, el creador del esperpento. Pero desde él hasta Cristina Sánchez-Andrade muchos otros nombres cultivaron en mayor o menor medida esta tendencia: Eduardo Blanco Amor, Torrente Ballester.., y más próximos a la autora de Alguien bajo los párpados yo incluiría a Laura Gallego o a Ledicia Costas. 

escritores gallegos actuales
Dentro de la galleguidad o del galleguismo que emana de este relato no se puede dejar de citar la pulsión sexual, esa fuerza a veces incontrolable que trasciende lo puramente humano de manera irracional. En los esperpentos y en el teatro mítico de Valle Inclán el sexo era importante y en esta «novela chiflada con toques macabros mezcla de esperpento y road movie senil», tal y como se la define en el prólogo de la historia, el mismo está latente y/o presente por doquier. Se percibe con claridad en las relaciones de Bruna con el afilador (otro arquetipo gallego) o con el carnicero, en el miedo que la propia Olvido le tuvo desde que de niña lo percibió en dos de sus tías, en los acercamientos de ella a su amigo médico don Ángelo de la Pena a raíz del tratamiento que éste le prescribió para que pudiera dar de mamar a su hija Candela, en la persecución a las criadas del 'niño' Cristino...

También aparece con claridad el poder de la iglesia en las zonas rurales de Galicia durante los años posteriores a la Guerra Civil. Así se observa en la comida que Benigno da en el pazo a las fuerzas vivas entre las que se encuentra naturalmente el párroco de Sobrado, localidad próxima, y el arzobispo de Santiago. Si ya la misma cena ofrecida por los Gondellín a falangistas y eclesiásticos es de por sí esperpéntica, no lo son menos las monjas morfinómanas del convento que atiende don Ángelo, unas monjas más almodovarianas que otra cosa.

Por último me gustaría cerrar esta reseña con algunos fragmentos de Alguien bajo los párpados que sirvan de muestra de la manera que Cristina Sánchez-Andrade tiene de escribir:
  • «Le odiaba por su tibieza y su debilidad. Por la falta de compromiso consigo mismo y con sus compañeros de partido. Por la cobardía. Por el miedo que le había empujado a abandonar sus ideales (sí, a ella siempre le habían gustado las ideas de su marido) y a decir que nunca había estado metido en política. Por el miedo que le había llevado a sentar a su mesa a la Iglesia y a dos falangistas y a reír la mojigatería con ellos. Su marido era peor que ellos, ¡sí! Porque ellos al menos tenían ideales...» (Olvido sobre su marido Benigno)
  • «La madre de Bruna siguió limpiando el pescado. Introducía la uña en las agallas de la faneca, arrancaba la cabeza de cuajo y la lanzaba al suelo. De vez en cuando removía un poco el trasero, se sorbía groseramente los mocos, lanzaba un escupitajo al montón de vísceras y se limpiaba la boca con la manga.» (gusto por lo escatológico)
  • «—Y su amiga Pura..., ¿dice que la palmó? No lo sabía.
    —La palmó. Estuvo en el asilo hasta convertirse en cadáver. María Jesús, ¿te acuerdas?, la que venía a merendar los jueves y siempre traía los polvorones mohosos que le habían sobrado de la Navidad, se ha quedado prácticamente ciega. Remedios no puede andar. Cuca, ¿te acuerdas de Cuca?, la pobre está chocha. Pepita de los Santos ni siquiera me reconoció cuando la llamé el otro día por teléfono, ¿Olvido?, ¿qué Olvido? Más nos vale que sigamos adelante con nuestro plan, Bruna.
    »
    (un plan para evitar las sevicias propias del envejecimiento).

Una novela diferente, fresca, novedosa, de una autora que no conocía y que de ahora en adelante tendré  muy en cuenta.