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31 mar 2019

Albert Espinosa: "Lo mejor de ir es volver"

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A todos, queramos o no, se nos morirá alguien importante de la familia; todos enfermaremos de gravedad o perderemos trabajos deseados y amores eternos. Y eso no es terrible, eso es simplemente vivir. Vivir es perder lo que ganaste. (cap. 7)


Es mi primer contacto con el Albert Espinosa escritor. Sabía de él por títulos de películas como "Planta 4ª" (2003) o "Va a ser que nadie es perfecto" (2006) de las que fue guionista, y por series televisivas como "Pulseras rojas" (2010), aunque confieso que no he visto ninguna de ellas. 
Preparando la reseña me entero de que Albert nació en Barcelona en 1973 y de que a los 13 años fue diagnosticado de cáncer con metástasis por lo que sufrió la extirpación de un pulmón y parte del hígado pasando cinco años internado en un hospital. Esta experiencia biográfica le ha marcado profundamente y es la que está en la base de no pocas de sus creaciones televisivas, cinematográficas, teatrales y literarias. La película "Planta 4ª" cuenta su vida en el hospital durante esos largos cuatro o cinco años.

"Lo mejor de ir es volver"
Pensaba encontrarme en esta novela con un asunto de corte hospitalario semejante a aquellos con los que en mi cabeza yo tenía ubicado al autor. Sin embargo no ha sido así. En esta novela de poco más de 200 páginas Albert Espinosa nos ofrece, contra todo pronóstico, una historia de amor, perdón y reconciliación. Digo que contra todo pronóstico porque de entrada ver que una anciana de 100 años  está en la Barcelona de 2071 esperando la llegada a su casa de un robot que ejerce la función de 'doctor del final' me llevaba a pensar que estaba iniciando una distopía clarísima. Pero no, la novela no es una distopía en el sentido de sociedad ficticia completamente indeseable en sí misma.

Estamos en una sociedad futurista en la que ha habido muchos cambios respecto a nuetro actual hoy: Es una sociedad totalmente robotizada en la que hay robots para ayudar al suicidio (“conciliadores del suicidio”), para acompañar y ayudar en el momento del tránsito final (“doctores del final”), la muerte próxima es conocida cuando se produce la activación del “gen de los treinta días”; es una sociedad hiperindividualista en la que los humanos se revisten y se aislan unos de otros mediante un “campo de energía” propio; una sociedad que premia a los centenarios otorgándoles como regalo la posibilidad de elegir tres personas de las que vengarse a través del llamado “karma artificial”. Es un mundo en el que los perros se han extinguido, la esclavitud ha desaparecido, existe la teletransportación por la que bastan veinte minutos para ir de Barcelona a la isla de Ischia, los robots tienen la posibilidad de replicarse y así conseguir hacer realidad el don de la ubicuidad por el que al mismo tiempo que en Barcelona puede Troy -el robot protagonista de la historia- estar en Miami o en otro lugar que desee...

Sin embargo a los lectores nos sucede, según van pasando las páginas, lo mismo que a la centenaria Rosana: nos reconciliamos con este futuro que cada vez vemos menos indeseable al observar en él elementos esperanzadores como la relación de afecto, de empatía, desarrollada entre 'ella' y 'ello'. Así es como respectivamente, al sentirse tan distanciados entre sí, se denominaban y se percibían los dos personajes protagonistas, que poco a poco irán acercándose afectivamente. De no llamarse por sus nombres o recurrir al usted distanciador estos dos seres comenzarán a hacerlo de 'tú' por parte del robot y por el nombre propio de Troy o de Henry, el hijo de de 13 años cuya apariencia externa demandó la anciana que adoptase la máquina que le enviasen a su casa.

No quiero desvelar nada del asunto que se dirime en la novela, no quiero destriparla, hacer spoiler como dicen algunos con anglicismo que me disgusta. Sí diré que en mi opinión Albert Espinosa tiene en su cabeza un Lector Ideal al que dirige su relato, un lector que -pienso yo, aunque podría estar completamente equivocado- es un adolescente de entre 13 y 18 años al que el escritor quiere inculcar una serie de valores (en cierta manera ya tópicos en estas novelas de destinatario juvenil) que le gustaría que asumiese e integrase en su evolución: luchar contra la discriminación y abusos sufridos por mujeres como Rosana por parte de hombres que las maltratan y esclavizan; la necesidad de perdonar; la importancia de la familia (“Tener una madre que te quiera hace que todo cobre sentido”); la necesidad imperiosa de aplicar la justicia (algo bárbara, por cierto, pero implacablemente justa, eso sí); denunciar la desaparición de especies animales; valorar la importancia que la literatura y el cine tienen para el desarrollo de nuestro modo de entender la vida: las referencias a Antonio Machado y a algunas películas [“todavía existían los escenarios donde se rodaron las dos versiones de ‘El talento de Mr. Ripley' (la de Alain Delon y la de Matt Damon) y aquella maravilla de ‘¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre” (cap. 9)] cumplen esta función; entender y aceptar que la vida es una continua sucesión de pérdidas; valorar la idiosincrasia cultural a la que pertenece el lector, etc.

Novelas juveniles, autosuperación, Albert Espinosa
Foto: Albert Espinosa (EFE)
Respecto a lo señalado al final del párrafo anterior es evidente que Albert Espinosa centra toda su atención en la cultura catalana. Así la acción transcurre en Barcelona en escenarios como el cementerio de Montjuich, el tanatorio de Les Corts, el estadio del Barça que en la fecha de 2071 ya se denomina 'estadio Messi'; la fecha del cumpleaños, 23 de abril, Sant Jordi, es el Día del Libro y la Rosa, día en el que se aúnan en Cataluña la celebración de la cultura con la del amor... Rosana antes de morir y ya enchida del amor que se le ha negado en vida ansía regresar a Barcelona y recorrer Las Ramblas para visitar los puestos de libros donde también se venden rosas:
"Estuvimos horas caminando por Barcelona y disfrutando de ese día. Subimos y bajamos sus Ramblas tantas veces... Miramos puestos de libros, compramos rosas y recordamos otros tiempos en que sus antepasados habían pisado esas mismas calles.
Madre estaba pletórica. La vi disfrutar tanto ese día... Realmente Sant Jordi es un hermosos día dedicado al amor. Nunca había visto tanta gente disfrutar y amarse. Esa ciudad supuraba emoción
" (cap. 16)
En cuanto a la forma hay que señalar que la novela es muy sencillita. Son 16 breves capítulos titulado cada uno de ellos con una frase, entresacada del mismo, que resume el tema que en él se desarrolla. Dentro de cada capítulo suele haber dos planos discursivos: el de la viejecita Rosana, escrito en tipografía tradicional, y el del treinteañero robot, Troy, escrito con una tipografía que recuerda la propia del mundo digital. En dos ocasiones introduce una tipografía similar a la manual para presentar dos cartas que son importantes en la novela para el desarrollo de la historia. Es interesante en los dos relatos en contrapunto -el de Rosana y el de Troy- observar cómo según avanza la novela se van  acercando hasta concluir fusionándose en sólo uno. Sin duda esto es un acierto.

Lo mejor
De esta novela yo destacaría la denuncia que hace del machismo, sobre todo cuando la efectúa referida a la mujer artista (Rosana era pintora) que ve su obra robada por un hombre. A mi memoria a través del caso de Rosana vienen otros casos como el de Camille Claudel y su amante Rodin, el de Colette que escribía relatos sicalípticos que firmaba su marido, o, entre nosotros, el de María de la O Lejárraga, esposa del escritor Gregorio Martínez Sierra, artífice de casi la totalidad de la obra literaria de éste. También he recordado esa película relativamente reciente, “Big Eyes”, dirigida por Tim Burton, que plantea este tema de la apropiación indebida de la Obra artística. 

Me ha gustado el culturalismo, muy bien integrado por el autor en la narración. Cuando Rosana habla del dolor que a ella le ha supuesto la muerte de su hijo Henry, recuerda las opiniones que su fallecido marido vertía acerca de la positiva función que hacer literatura tuvo para algunos escritores. En concreto cita “Mortal y rosa” de Francisco Umbral, y lo fundamental que resultó para este periodista y escritor su escritura en la superación del duelo; lo mismo -dice- le sucedió a Philip Roth con “Patrimonio”, esencial para superar la desaparición del propio padre; y también a él mismo, Albert Espinosa, escribir “Mundo amarillo” le sirvió para superar las pérdidas y convertirlas en ganancias. 

Lo menos bueno
En esta distopía hay momentos que te despiertan –mal en mi opinión- de la ensoñación ficticia. Así me ha sucedido cuando Rosana, el personaje protagonista de esta narración que transcurre en 2071, recuerda nada más y nada menos que un episodio de “Verano azul” titulado ‘El bautizo del odio’. ¡Cling! ¡Madre mía, qué caída en el vacío, esa serie tan recordada se emitió en 1981! A mí me pareció al leer esto que, además de caer en un lugar común, la verosimilitud hacía aguas dados los 90 años que separan ambas fechas. Semejante sensación de anacronismo, de inverosimilitud, se activó en mi cabeza con las referencias que se hacen a la pervivencia aún de los decorados utilizados en el rodaje de esos títulos de películas -citados algo más arriba en esta reseña- al haberse realizado las mismas en los años 1955, 1972 y 1999, o sea, alguna de ellas más de un siglo de tiempo atrás.

En cuanto al uso del idioma se detectan en la narración algunos defectos que, entiendo, siempre deben soslayarse. Me refiero a una sistemática incursión en el adequeísmo, vicio lingüístico que desluce mucho un escrito: “No había dudas que volver a tenerle era un castigo que se había convertido en mi bendición”. También se confunde frecuentemente en la escritura la conjunción adversativa “sino” y la construcción conjunción condicional ‘si’ más adverbio de negación ‘no: “si no”. Por último otro error de lengua es el de la clamorosa impropiedad en que incurre en el capítulo 14 dando a un vocablo un significado inapropiado existiendo en el idioma otro término más pertinente: “que la llevara aquí” en vez de decir “que la trajera aquí’ habida cuenta de que se está refiriendo a persona y no a cosa.Y también allí mismo su redacción no hace un uso correcto de la 'consecutio temporum': “El aceptó enseguida. No sé si por la borrachera o porque necesita agarrarse a un clavo ardiendo”.

Día del libro y la rosa, Barcelona, Cataluña

Final
En un mundo hiperavanzado, individualizado y deshumanizado en el que aún persisten elementos perniciosos del nuestro como los aforamientos, sin embargo da la sensación de que no todo está perdido pues entre las máquinas (los robots) y los humanos aún cabe la posibilidad del afecto, de la emoción. Es lo que ocurre entre Rosana y Troy que se irán conociendo y transformando a través de este día, 23 de abril de 2071 en que ella alcanza la edad de 100 años. 

28 mar 2019

Una temporada en el purgatorio. Dominick Dunne

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[Claire hablando con Harry] “el viejo me envió un abrigo de visón. Para comprar mi silencio, supongo.
—¿De Revillon Frères?
—¿Cómo diantres puedes saber eso, Harrison?
—¿Lo guardaste? —preguntó él.
—Claro que lo guardé, pero nunca escribí una nota de agradecimiento.”
(pág. 176)

Mi primera impresión sobre este libro tras su lectura es de total satisfacción. La novela me ha resultado muy entretenida y me ha parecido interesante por varias razones:
  • La primera por el universo que el autor crea alrededor de ese líder, ese gran hombre con riqueza de oscuros orígenes que es Gerald Bradley. La numerosa familia que ha creado junto a su esposa Grace Malloy está formada por toda una serie de diferentes caracteres caminando todos en una misma dirección, la marcada por él, el patriarca, que no es otra que el triunfo socioeconómico y el poder; de ahí el imparable deseo de que sus hijos varones medren en la política y que sus hijas casen con excelentes partidos en lo social y en lo económico.
    "Una temporada en el purgatorio", Poder y corrupción, Política
  • La segunda causa que explica mi satisfacción se debe a que es una obra de muchos personajes, cada uno con individualidad propia. Distingo en ellos dos claros grupos, al estilo de la serie inglesa "Upstairs, Downstairs" ('Arriba y abajo' en España), es decir, el mundo de los señores (los Bradley y sus vecinos: los Somerset, los Utley...) y el de los criados que trabajan en las enormes propiedades que para hacerse notar, como si de Jay Gatsby se tratase, se ha hecho construir Gerald Bradley (la cocinera Bridey, las chicas del servicio como Rosleen, Colleen o Debbie siempre controladas por la señora de la casa, Grace Bradley, y también aunque en una zona más cercana a los negocios del Sr. Bradley situaría a Charlie, el chófer; a Johnny Faselli, el encargado de la parte oscura de los negocios familiares; a Sims Lord, el abogado; etc.) Y en medio de estos dos claros estamentos encontramos al narrador de la 1ª y 3ª partes del relato, Harrison Burns, así como a la familia pobre de los Bradley por parte de Grace Molloy (Sis y Fatty, sus primos).
  • El tercer motivo tiene mucho que ver con la mezcla muy bien trabada que el escritor realiza entre realidad y ficción. En concreto la historia surge del conocimiento que a oídos del autor llegó en 1991 sobre el crimen sin resolver de una joven de 15 años en 1975. Las sospechas recayeron en un vecino de la fallecida, primo de los Kennedy, que la noche anterior había estado públicamente ligando con ella. A este hecho vino a sumarse la propia experiencia personal sufrida por Dunne del asesinato en 1982 de una hija suya, Dominique Dunne, a manos del exnovio de ésta  quien sólo cumplió por ello una condena de dos años y medio de prisión. Se da la circunstancia, además, de que Dominique Dunne había sido la protagonista de la película de Steven Spielberg "Poltergeist". A raíz de la muerte de su hija el escritor decidió investigar el crimen sin resolver de 1975 y logró que se reabriera el caso. En el fondo, es lo que sucede, con otros nombres y de manera ficcionalizada, en la novela leída
El novelista realiza en esta novela una perfecta y bien dosificada mezcla de todos estos ingredientes que desemboca en la construcción de un best seller de calidad. Advierto que la expresión 'best seller' no tiene por qué demonizar una narración. Hay best sellers buenos, malos y regulares. En mi opinión éste de Dominick Dunne está entre los primeros al jugar hábilmente con recursos atractivos tanto para lectores exigentes como para otros no tan severos.

La novela presenta, como ya he dicho, un inmenso universo de personajes. Además de los personajes citados al inicio de esta reseña están los hijos de la pareja formada por Gerald y Grace: Jerry. Maureen, Agnes, Mary Pat, Desmont, Kitt y especialmente Constant, que es quien junto a Harrison Burns soporta la trama principal que se desarrolla en el relato. Todos los personajes aparecen perfectamente caracterizados. Pese a sus diferencias hay entre ellos un factor de unión indeleble: la Familia. Cual si de un grupo mafioso se tratase (la verdad es que tampoco está muy lejos de serlo) hay un sentido de pertenencia al grupo que ninguno traicionará jamás. A esta lealtad vienen a unirse sus parejas, sí bien a veces -casi siempre- es el dinero, el soborno generoso, el pegamento que los une a todos ellos. Si alguna vez alguien no se dejase comprar el edificio de innoble dignidad edificado por Gerald Bradley se vendría abajo. Y eso es a lo que probablemente -¡quizás!- vayamos a asistir en esta historia. ¿Caerán los Bradley porque alguien o algunos se nieguen a ser comprados? ¿No caerán de ninguna manera pese a ello? Hay que leer la novela para enterarse y disfrutar de la trama.

Irlandeses católicos en USA, poder e hipocresía, los Kennedy
El clan Kennedy en una imagen familiar tomada en 1938 - abc (08/10/2015)
Si ya la historia ficticia atrapa al lector, intuir o sospechar que bajo la misma pudiera encontrarse, inspirándola, una familia poderosa en USA como la de los Kennedy, explica sobradamente el éxito popular de la novela. Para lograr esto Dunne no ahorra elementos: familia de origen irlandés, católica, ricos sin claridad meridiana de cómo llegaron a serlo y cómo constantemente consolidan y aumentan su riqueza, demócratas, menospreciados por los WASP: grupo social de protestantes blancos ricos y bien conectados de ascendencia británica que hasta después de la Segunda Guerra Mundial -y en ciertos sectores aún hoy- dominaron la sociedad norteamericana y el liderazgo del partido republicano.

De singular relevancia es la pertenencia al catolicismo de la familia Bradley. Su connivencia con altos cargos del lobby católico hará que apenas el sentimiento de culpa característico en los seguidores de esta confesión haga mella en ellos. Así sucede en todos los Bradley que 'olvidarán' y 'creerán' de tanto repetirlas sus propias mentiras. Sólo una persona cercana al grupo familiar pero no miembro del mismo, Harrison Burns, no puede liberarse de ese sentimiento de culpa que desde hace años arrostra. ¿Por qué él no puede evitarlo? Simplemente porque a él sólo se le intentó acallar con dinero pero se le siguió ninguneando y pretendiendo utilizarlo como un mero objeto más. Esto fue así hasta que al cabo de 20 años un cúmulo de casualidades le impulsen a hablar y a que el caso de Winifred Utley -como en la vida real el escritor hiciera con el caso de la chica asesinada en 1975- fuese reabierto y enjuiciado.

Todo sucede en un periodo temporal que va de la adolescencia de los dos amigos que son Harry y Constant hasta su edad adulta, veinte años más tarde, cuando ya cada uno de ellos está situado socialmente: uno, Constant, político con futuro; y el otro, Harry, escritor de éxito. Sin embargo a ambos -en especial a Harry- les persigue el sentimiento de culpa por hechos ocurridos la noche del día de la graduación veinte años atrás. Esa noche una chica de catorce años, Winifred Utley, despierta la intranquilidad de sus padres al no regresar a casa tras un baile en el Club de Campo. Al día siguiente su cadáver, escondido en la hojarasca, es descubierto con signos de haber sido salvajemente golpeado. Todas las sospechas recaen en Constant Bradley al haber bailado con ella al final de la fiesta. ¿Habrá sido él? Nada ni nadie parece apuntar a su autoría pese a las evidentes dudas que su actitud y manera de ser despiertan en la comunidad. Habrán de pasar más de veinte años para que el asunto a través del ahora exitoso escritor Harrison Burns vuelva a salir a la luz. ¿Por fin se descubrirá al autor del crimen?

Algo que siempre hace muy popular a un relato es la mostración del funcionamiento interno de la sociedad. Con "Una temporada en el purgatorio" se penetra en la interioridad y cloacas de una de esas familias bien pensantes, caritativas, benefactoras, queridas por todos. Es evidente que no todas actúan como los Bradley, un grupo familiar que se vale de la corrupción, la mentira, la falsedad, la hipocresía, la compra de voluntades, e incluso el asesinato, para ascender en todos los aspectos y para ocultar sus vicios y debilidades: la adicción al sexo, alcohol y drogas fundamentalmente.

Todo lo señalado hasta aquí son características comunes a muchos best sellers; sin embargo en éste hay algunas otras que lo hacen particularmente destacable. Señalaría en primer lugar lo que denominaré Universo literario Dunne. Con esto, y sin haber leído aún otros títulos de la producción del autor, me refiero a que los personajes transitan de unas novelas a otras. En ésta que acabo de leer hay muchísimas referencias a las señoras Grenville ("Las dos señoras Grenville", 1985) y aparecen algunos otros personajes que en mi opinión quedan algo en el aire; me refiero concretamente al periodista Gus Bailey o ya casi al final a Elías Renthal. Son estos últimos, personajes que adquieren mayor coporeidad -según he leído al preparar este post- en las novelas que seguirán a la que acabo de leer, especialmente en la última que escribió, "Demasiado dinero" (2003).

También, referido al mundo literario, son las alusiones directas o sugeridas a creaciones importantes de la Literatura. La primera y más innegable es la correspondencia que desde el principio de la novela se observa del relato leído con "El gran Gatsby" de Francis Scott Fitzgerald [de esta novela y su última versión cinematográfica hice reseña hace ya seis años. Leer la reseña aquí]. El narrador testigo y partícipe en la historia que es Harry recuerda especialmente en la primera y tercera partes de la narración, contadas en primera persona, al Nick, amigo de Jay Gatsby, el arribista y nuevo rico que quiere lograr la admiración de todos. Como Nick, Harry cuenta la vida de esta familia Bradley, emuladora de la que Gatsby quisiera haber construido con Daisy Buchanan. Hay muchos paralelismos entre el personaje de Jay Gatsby y el de Gerald Bradley, entre el de Nick y Harry, entre el de Daisy y Grace...

Además de a "El gran Gatsby" hay en esta novela otras muchas alusiones a obras y personajes literarios:
➤ El mero título nos lleva al poema de Arthur Rimbaud "Une saison á l'enfer" si bien el nivel de dificultad comprensiva es bien distinta en una y otra creación literaria. Mientras que Rimbaud alude con 'infierno' a su caída en las drogas, Dunne por su parte con 'purgatorio' se refiere a la vida vivida con sentido de culpa. Si bajo Rimbaud están Dante y Goethe, en Dunne estarían Goethe y Rimbaud. Rimbaud por el susodicho poema, y Goethe por la venta que de su dignidad, de su alma, realiza Harry.
"Sentí que me había convertido en otra versión de la chica de la silla de ruedas, quienquiera que fuese, estuviera donde estuviese, la que iba en el coche con Jerry. Su silencio a cambio de mucho dinero. Mi alma estaba perdida, pero mi futuro, comprado y pagado" (pág. 156)
➤Se alude a títulos literarios populares ("Leí 'Guerra y Paz'. Leí las seis novelas de Palliser, de Anthony Trollope", dice en un momento de la narración Harrison Burns [p. 381]) y también a otros cuyo conocimiento implica mayor dificultad como cuando visitando Harry a Rupert du Pithon para sonsacarles sobre Esme Bland el viejo cronista de la prensa del corazón le dice lo siguiente: "—Estaba con el barón de Charlus —dijo, sosteniendo un libro—. Es mi personaje favorito de la literatura universal. Qué final tan triste, ¿no cree?" (pág. 196), con lo que el novelista caracteriza a Rupert de entendido e interesado en el mundo de la literatura dado que el tal barón de Charlus es un personaje de "Por el camino de Swann", primer volumen de "En busca del tiempo perdido" de Marcel Proust.

Y por último en este señalar aspectos que hacen de esta novela un best seller meritorio y de calidad no quiero, y no puedo, pasar por alto, el cúmulo de referencias metaliterarias que Dominick Dunne introduce en su narración. Estamos ante una novela que habla de una novela haciéndose, la que está contándonos el personaje de Harrison Burns, que aquí es émulo del propio escritor dado que como él, ambos al cabo de los años reavivaron y sacaron de su letargo esos crímenes olvidados.
Ya al inicio de la novela en un estilo coloquial y desenfadado el narrador se cuestiona si decir o no alguna cosa:
"Ni siquiera voy a mencionar lo sucedido ayer en el servicio de caballeros, cuando me encontré a Constant en el urinario de al lado. Va, qué demonios, lo cuento, ¿qué más da?" (pág. 3)
También un poco después y como si el narrador -el escritor ficticio que está escribiendo este relato- dispusiese de un esquema argumental que va siguiendo podemos leer:
"todo eso pasó después, y no es más que una subtrama de la historia que quiero contar" (pág. 13)
Y la confirmación definitiva de que estamos leyendo un libro que se está escribiendo o se va a escribir es cuando oímos a la decoradora amante de Gerald Bradley decirle a Harry:
"Supongo que algún día escribirás un libro sobre ellos" (pág. 57). Sí, efectivamente, podría haberle respondido Harry es lo que estoy haciendo, recabando información para luego hacerlo.

Escritores homosexuales, escritores gay
Corrupción e hipocresía. "Una temporada en el purgatorio" no es una novela que deje cómodo al lector. No es una historia de buenos y de malos, de católicos malos y protestantes buenos, o a la inversa. No. Estamos ante una denuncia de la inmoralidad, de la corrupción, que atenaza a la sociedad y en la que todos, cada uno según su oportunidad, estamos inmersos. La compra de voluntades o silencios que realizan los Bradley, odiados por su entorno social más inmediato, sin embargo no recibe como respuesta el rechazo, la renuncia al regalo, de aquellos. Bien al contrario éstos -que en la intimidad o al cabo de los años se muestran tan indignados- aceptan ser comprados y por ello callar, olvidar, esconder lo visto, oído o encontrado. La conclusión es terrible: todos tenemos un precio, todos somos corruptos por dadores o receptarios.

Para finalizar
Estamos ante una novela muy ágil, que se lee maravillosamente, que tiene un ritmo contagioso y adictivo, que cuenta una historia humana interesante, que mezcla a la perfección el mundo real y el ficcional, que denuncia sin maniqueísmos ni falsedades los mecanismos sociales, una narración que toca varios palos con acierto (el thriller, la novela negra, la crónica social...), que utiliza recursos narrativos muy interesantes (coloquialismo, perspectivismo, dialogismo, anticipaciones, resúmenes o anagnórisis, personas narrativas diversas...). Un éxito de ventas en su momento en Estados Unidos (año 1993) y con una muy buena recepción en España desde que se publicó hace dos años. En definitiva, un buen best seller.

Ha sido mi primer contacto con este escritor norteamericano del que algunas obras han sido convertidas en series televisivas. Esta novela la tiene y lo mismo sucede con "Las dos señoras Grenville" cuya lectura ya acabo de incluir en mi lista de pendientes.

21 mar 2019

Día de la Poesía 2019. Florilegio poético II: Las poesías de "más que palabras..." (continuación)

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Poesía, Blogs de poesía

En 2017 muy cerca del día 21 de marzo en que de unos años para acá viene celebrándose el Día de la Poesía publiqué una entrada titulada Florilegio poético. Las poesías de "más que palabras...". Quise con ese post dar visibilidad a una de las actividades que en "más que palabras...", -la tertulia literaria que desde hace ya 10 años mantenemos contra viento y marea un grupo de amigos-, realizamos: el recitado, por parte de uno de los tertulianos designado por riguroso turno, de uno o varios poemas de su elección. Con Poesía, pues, cerramos -si no se nos echa encima el tiempo, cosa que en ocasiones nos sucede- las reuniones mensuales. Entendemos que Literatura es mucho más que leer Novelas, la actividad que es central en nuestra tertulia y me atrevería a decir que en la mayoría de las tertulias.

Entiendo que es un buen homenaje a la Poesía en este su Día leer y escuchar los textos de diversos poemas compuestos por diferentes poetas (Juan Ramón Jiménez, Luis Alberto de Cuenca, Dámaso Alonso, Emily Dickinson, Elvira Sastre, Manuel Vilas, Rubén Darío, etc., etc.) seleccionados, a su libre albedrío, por los miembros de la tertulia. Siempre que puedo acompaño el texto del recitado del mismo en mi voz. Como suelo decirles a mis contertulios pido benevolencia en vuestros juicios. Otras veces he colocado un video de la recitación que del poema haya hecho alguien que me haya seducido especialmente. Espero, en definitiva, que os guste la entrada

Mayo de 2017
Caballos
(José Luis Puerto)


Que vuelvan los caballos
Del tiempo a mi jardín,
Que pasten en las hondas
Praderas de mi pecho.
Nutre como la sangre
La roja hierba de mi corazón
. Siento aún el galope velocísimo
De esos latidos que me llevan siempre
A aquel jardín lejano,
A aquel espacio virgen
Lleno de castañares, de granito
De enciclopedias que atesoran
Los enigmas del tiempo.
Que vuelvan los caballos,
Tengo caminos para su galope
Que llevan a un jardín, a mi jardín
Con rosas de inocencia, con aromas
Que atraen las caracolas del recuerdo,
Tengo praderas en el mapa mudo
De la niñez,
Allí qué pastos hallarán, qué arroyos
En que abrevar felices,
En que calmar la sed
Del pasado, tan lejos;
Aún tienen hierba mis laderas prístinas
Y el agua de la vida aún las riega.
Que vuelvan los caballos
Del tiempo a mi memoria,
Que traigan los recuerdos
En alforjas de magia;
Hace tiempo que espero su galope
Por las secretas vías de mi infancia,
Hace tiempo que esperan mis oídos
Escuchar su galope;
Están de mi jardín las puertas bien abiertas
Y en las altas planicies de mi pecho
No existe ningún muro
Para impedir su paso.
Si vienen les daré las rosas de mi sangre.
(“Un jardín al olvido”, 1987)
Life vest under your seat,
(Luis García Montero)


Señores pasajeros buenas tardes
y Nueva York al fondo todavía,
delicadas las torres de Manhattan
con la luz sumergida en una muchacha
triste,
buenas tardes señores pasajeros,
mantendremos en vuelo doce mil pies de
altura,
altos como su cuerpo en el pasillo
de la Universidad, una pregunta,
podría repetirme el título del libro,
cumpliendo normas internacionales,
las cuatro ventanillas de emergencia,
pero habrá que cenar, tal vez alguna copa,
casi vivir sin vínculo y sin límites,
modos de ver la noche y estar en los
cristales
del alba, regresando,
y muchas otras noches regresando
bajo edificios de temblor acuático,
a una velocidad de novecientos
kilómetros, te dije
que nunca resistí las despedidas,
al aeropuerto no,
prefiero tu recuerdo por mi casa,
apoyado en el piano del Bar Andalucía,
bajo el cielo violeta
de los amaneceres de Manhattan,
igual que dos desnudos en penumbra
con Nueva Cork al fondo, todavía
al aeropuerto no,
rogamos hagan uso
del cinturón, no fumen
hasta que despeguemos,
cuiden que estén derechos los respaldos,
me tienes que llamar, de sus asientos.
(“Habitaciones separadas”, 1994)
El desayuno
(Luis Alberto de Cuenca)

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».
(De “El hacha y la rosa”, 1993)

Junio de 2017
Día de las Matemáticas, Dís del Número Pi
El número Pi

(Wislawa Szymborska)


El número Pi es digno de admiración
tres coma uno cuatro uno,
todas sus cifras siguientes también son iniciales,
cinco nueve dos, porque nunca se termina.
No permite abarcarlo con la mirada seis cinco tres cinco,
con un cálculo ocho nueve,
con la imaginación siete nueve
o en broma tres dos tres, es decir, por comparación
ocho cuatro seis con cualquier otra cosa
dos seis cuatro tres en el mundo.
La más larga serpiente después de varios metros se interrumpe,
Igualmente hacen, aunque un poco más tarde, las serpientes fabulosas.
El cortejo de cifras que forman el número Pi
no se detiene en el margen de un folio,
es capaz de prolongarse por la mesa, a través del aire,
a través del muro, de una hoja, del nido de un pajaro,
de las nubes, directamente al cielo
a través de la total hinchazón e inmensidad del cielo.
¡Oh, que corta es la cola del cometa, como la de un raton!
¡Que frágil el rayo de la estrella que se encorva en cualquier espacio!
Pero aquí dos tres quince trescientos noventa
mi número de télefono la talla de tu camisa,
año mil novecientos setenta y tres sexto piso
número de habitantes sesenta y cinco céntimos
la medida de la cadera dos dedos la charada y el código
en el que mi ruiseñor vuela y canta
y pide un comportamiento tranquilo,
tambien transcurren la tierra y el cielo
pero no el numero Pi, este no,
el es todavia un buen cinco,
no es un ocho cualquiera,
ni el último siete
metiendo prisa, oh, metiendo prisa a la perezosa eternidad
para la permanencia. 


Septiembre de 2017

Lo fatal 

(Rubén Darío)
Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...



 

Octubre de 2017

¿TE BAÑAS CONMIGO EN ESTE MAR...?
(Marta Sanz)


¿Te bañas conmigo en este mar
ahora que es de noche
y el agua está furiosa
y es muy probable
que tengamos que abrazarnos
para sobrevivir a la galerna?

Me lo pregunta
un hombre borracho
que lleva sobre el pelo
una cresta de gallina.


Noviembre de 2017

Rima LXIX
(Gustavo Adolfo Bécquer)


Al brillar un relámpago nacemos
y aún dura su fulgor cuando morimos;
¡tan corto es el vivir!

La Gloria y el Amor tras que corremos
sombras de un sueño son que perseguimos;
¡despertar es morir!
PROVERBIOS Y CANTARES - XV,
(Antonio Machado)


Cantad conmigo a coro: Saber, nada sabemos,
de arcano mar venimos, a ignota mar iremos...
Y entre los dos misterios está el enigma grave;
tres arcas cierra una desconocida llave.
La luz nada ilumina y el sabio nada enseña.
¿Qué dice la palabra? ¿Qué el agua de la peña?

Entre dos oscuridades, un relámpago
Vicente Aleixandre
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
RUBÉN DARÍO
Sabemos adónde vamos y de dónde venimos.
Entre dos oscuridades, un relámpago.
Y allí, en la súbita iluminación, un gesto, un único gesto,
una mueca más bien, iluminada por una luz de estertor.
Pero no nos engañemos, no nos crezcamos. Con humildad,
con tristeza, con aceptación, con ternura,
acojamos esto que llega. La conciencia súbita de una compañía, allí en el desierto.
Bajo una gran luna colgada que dura lo que la vida, el instante del darse cuenta entre dos infinitas oscuridades,
miremos este rostro triste que alza hacia nosotros sus grandes ojos humanos,
y que tiene miedo, y que nos ama.
Y pongamos los labios sobre la tibia frente y rodeemos
con nuestros brazos el cuerpo débil, y temblemos,
temblemos sobre la vasta llanura sin término donde sólo brilla la luna del estertor.

Como en una tienda de campaña
que el viento furioso muerde, viento que viene de las hondas profundidades de un caos,
aquí la pareja humana, tú y yo, amada, sentimos las arenas largas que nos esperan.
No acaban nunca, ¿verdad ? En una larga noche, sin saberlo, las hemos recorrido;
quizá juntos, oh, no, quizá solos, seguramente solos, con un invisible rostro cansado desde el origen, las hemos recorrido.
Y después, cuando esta súbita luna colgada bajo la que nos hemos reconocido se apague,
echaremos de nuevo a andar. No sé si solos, no sé si acompañados.
No sé si por estas mismas arenas que en una noche hacia atrás de nuevo recorreremos.

Pero ahora la luna colgada, la luna como estrangulada, un momento brilla.
Y te miro. Y déjame que te reconozca.
A ti, mi compañía, mi sola seguridad, mi reposo instantáneo, mi reconocimiento expreso donde yo me siento y me soy.
Y déjame poner mis labios sobre tu frente tibia - oh, cómo la siento -.
Y un momento dormir sobre tu pecho, como tú sobre el mío,
mientras la instantánea luna larga nos mira y con piadosa luz nos cierra los ojos.

(Poema perteneciente a “Historia del Corazón” publicado en 1955)

Enero de 2018

I tie my Hat—I crease my Shawl / Me ato el Sombrero – doblo el Chal
Emily Dickinson, 1830 - 1886

(En Inglés)
I tie my Hat—I crease my Shawl—
Life’s little duties do—precisely—
As the very least
Were infinite—to me—

I put new Blossoms in the Glass—
And throw the old—away—
I push a petal from my gown
That anchored there—I weigh
The time ‘twill be till six o’clock
I have so much to do—
And yet—Existence—some way back—
Stopped—struck—my ticking—through—

We cannot put Ourself away
As a completed Man
Or Woman—When the errand’s done
We came to Flesh—upon—
There may be—Miles on Miles of Nought—
Of Action—sicker far—
To simulate—is stinging work—
To cover what we are
From Science—and from Surgery—
Too Telescopic Eyes
To bear on us unshaded—
For their—sake—not for Ours—

Therefore—we do life’s labor—
Though life’s Reward—be done—
With scrupulous exactness—
To hold our Senses—on—
(En castellano)
Me ato el Sombrero - doblo el Chal –
Hago los pequeños deberes de la Vida - con precisión –
Como si el más mínimo
Fuera infinito - para mí –

Cambio las Flores del Jarrón –
Y tiro las Viejas –
Quito un pétalo de mi vestido
Que ancló allí – Sopeso
El tiempo hasta que sean las seis –
Tengo tanto que hacer –
Y sin embargo - la existencia - tiempo atrás –
Se paró – atravesó - mi tic-tac –

No podemos apartarNos –
Como Hombre consumado
O Mujer - Cuando está hecho el recado
Con el que nos Encarnamos –
Puede haber - Millas sobre Millas de Nada –
De Acción - con mucho más enferma –
Que simular - es trabajo punzante –
Encubrir lo que somos
De la Ciencia - y de la Cirugía –
Ojos Demasiado Telescópicos
Para apuntarnos al descubierto –
Por Su - bien - No por el Nuestro –

Por eso - hacemos la labor de la vida –
Aunque la Recompensa de la vida - haya terminado –
Con escrupulosa exactitud –
Para - mantener - nuestros Sentidos



Febrero de 2018

QUIERO HACER CONTIGO TODO LO QUE LA POESÍA AÚN NO HA ESCRITO
(Elvira Sastre)



Cualquiera diría al verte
que los catastrofistas fallaron:
no era el fin del mundo lo que venía,
eras tú.

Te veo venir por el pasillo
como quien camina dos centímetros por encima del aire
pensando que nadie le ve.
Entras en mi casa
—en mi vida—
con las cartas y el ombligo boca arriba,
con los brazos abiertos
como si esta noche
me ofrecieras barra libre de poesía en tu pecho,
con las manos tan llenas de tanto
que me haces sentir que es el mundo el que me toca
y no la chica más guapa del barrio.

Te sientas
y lo primero que haces es avisarme:
No llevo ropa interior
pero a mi piel le viste una armadura.
Te miro
y te contesto:
Me gustan tanto los hoy
como miedo me dan los mañana.

Y yo sonrío
y te beso la espalda
y te empaño los párpados
y tu escudo termina donde terminan las protecciones:
arrugado en el cubo de la basura.
Y tú sonríes
y descubres el hormigueo de mi espalda
y me dices que una vida sin valentía
es un infinito camino de vuelta,
y mi miedo se quita las bragas
y se lanza a bailar con todos los semáforos en rojo.

Beso
uno a uno
todos los segundos que te quedas en mi cama
para tener al reloj de nuestra parte;
hacemos de las despedidas
media vuelta al mundo
para que aunque tardemos
queramos volver;
entras y sales siendo cualquiera
pero por dentro eres la única;
te gusta mi libertad
y a mí me gusta sentirme libre a tu lado;
me gusta tu verdad
y a ti te gusta volverte cierta a mi lado.

Tienes el pelo más bonito del mundo
para colgarme de él hasta el invierno que viene;
gastas unos ojos que hablan mejor que tu boca
y una boca que me mira mejor que tus ojos;
guardas un despertar que alumbra las paredes
antes que la propia luz del sol;
posees una risa capaz de rescatar al país
y la mirada de los que saben soñar con los ojos abiertos.

Y de repente pasa,
sin esperarlo ha pasado.
No te has ido y ya te echo de menos,
te acabo de besar
y mi saliva se multiplica queriendo más,
cruzas la puerta
y ya me relamo los dedos para guardarte,
paseo por Madrid
y te quiero conmigo en cada esquina.

Si la palabra es acción
entonces ven a contarme el amor,
que quiero hacer contigo
todo lo que la poesía aún no ha escrito.

Marzo de 2018

J. A. G. H.
(Joan Margarit)

Te imagino bebiendo el vino áspero
del bar de ese poblacho desde el que me [escribiste
tu última carta. Digo muy despacio:
Hice una inmensa finta y viví veinte años.
Es el único verso tuyo
que puedo recordar de tantas noches
en el Café de la Ópera.
Siempre pensé que, de los dos, serías tú el [poeta,
Un seco Baudelaire de Extremadura.
Amigo, extraviado desde hace tanto[tiempo,
una voz al teléfono que a veces
surgía de las viejas esperanzas.
De pronto sé que somos uno solo
Y que has detenido aquella noria
Del poema funesto que no acababas nunca.




elblogdejcgc, El blog de Juan Carlos
Aquella amiga suicida.
(José Antonio González-Haba)

Estás en la amplitud de la ventana
que cálida y pacífica me mira,
observando aún el cotidiano
desenvolvimiento de la estancia:
las viejas sillas, la cama sobre el suelo,
el nuevo libro, la revolución
que amaste y prosiguen las canciones.
Estás en el fondo de aquel espejo
como en un pozo muy profundo
esperando que asomen otros rostros.
En la percha, donde demenciales
a veces aparecen tus vestidos.
En el armario que te quiso tanto.
Estás vagando, tenue, por la casa:
cada crepúsculo una sombra cruza
hacia el lavabo donde te peinabas
y sonaban puertas, grifos, pájaros.
Estás en el retrato de Van Gogh
que salvaje contempla las paredes.
En las sucias cazuelas y sartenes.
Estás bellísima en el tragaluz
que en la cocina canta el esplendor
de viejas cenas a la media noche.
No sé. Pero en algún lugar estás.
Vagas sonriente por todas las buhardillas.
Tú, que sin decir nada a los vencejos
decidiste un día cambiar de abismos
y me dejaste a solas con las puertas.
Solitario,
desde la más alta terraza,
he de encaramarme una noche a las [estrellas
y saber de la sonrisa
con que, para siempre,
desde algún lugar me miras.


Abril de 2018

"GRAN VILAS"
Manuel Vilas, poemario "Gran Vilas"

Cómo me gusta el dinero,
cómo me gustaría
ser uno de los hombres
más ricos del planeta.

Me gusta ese momento en que la gente te paga por lo que sea.

Creo que lo que me mataría de verdad es no tener dinero.
Eso mató a mis antepasados: no tener nada.

Me gusta recibir transferencias bancarias.

Pero no me estoy haciendo rico,
sólo me hago viejo.

Se acerca el momento final
Y sigo igual de pobre que siempre,
Igual de pobre que mi padre y el padre de mi padre,
raza negra de negros españoles,
y eso me mete mala y negra sangre en la cabeza.

Muy viejo e igual de pobre que todos los viejos de la tierra.

Mira que era pobre mi padre y mira que yo amaba
esa pobreza, los pobres elegantes españoles
con la frente llena del sol del Mediterráneo.
Mi padre era un Woody Guthrie de las montañas de
Huesca.
Era el mejor, siempre guapo, siempre radiante.
Pero se murió, así fue, se murió.

¿Por qué no soy rico si soy el mejor de los hombres,
si soy un santo,
si soy San Vilas,
muy colega de mis colegas,
un vitalista cordial?

Pagan mal en todas partes. Pagan mal en todo el planeta.
Pronto ya no pagarán nada, y volveremos adonde siempre
estuvo la gente com o yo, allí abajo, quemados,
enloquecidos,
ajusticiados, esclavizados, rotos.

¿Has visto cómo bajan los ríos de la tierra, llenos de cadáveres flotantes,
llenos de moscas que se posan en los labios
de los cadáveres golpeados por la tiranía universal?

No soporto envejecer,
dejar de ser la criatura más resplandeciente de la tierra.

Ser pobre y joven era tolerable

Ser pobre y viejo será un martirio.
Me comeré la pobreza y la vejez con ardiente mala sangre.
Y haré milagros, partiré el mar por la mitad
y me beberé las olas, los peces
y me beberé a todo el alto mando
de la marina de guerra norteamericana

Beberé almirantes, capitanes y delfines.
Beberé ballenas.

También me beberé al alto mando
de la marina mercante de los Estados Unidos.
Me beberé los portaviones de la OTAN.

Necesito cambiar de sangre,
de órganos,
de vísceras,
de cuerpo,
pero no de alma.

Mi alma estará bien siempre

“Hay días cueva y días abismo”
Roy Galán.

Hay días cueva y días abismo.

Hay días que pasan sin más, en los que el invierno te pilla aún con la sal en la espalda y días que tardan más de mil días en llegar.

Hay días mudos y días ruido.

Hay días gota que contienen la memoria de los días lluvia.

Hay días en los que otros rompen contigo y días a los que tú les pegas un puntapié acostándote antes de que anochezca.

Hay días clave y días arpegios y días en los que una canción te salva, de nuevo.

Hay días esclavos de celdas de excel y días libres de vuelos sin cobertura.

Hay días en que dormiste por primera vez con un extraño y días en los que te despertaste al lado de uno al que creías conocer.

Hay días en los que te rompieron la nariz de un puñetazo y días en los que dijiste nunca más.

Hay días en los que te traicionaste a más no poder y días en los que le gritaste a una silla a la que le reprochaste que no te hubiera abrazado lo suficiente.

Hay días que son isla y días que son marca antes de taladrar.

Hay días en los que te comes una y cuentas veinte y días casita en los que te gustaría no tener que tirar de nuevo el dado.

Hay días y díazos y el día que me quieras y vendrán días, han de venir, y los días raros que bailan como un lazo en un ventilador.

Hay días en los que querrás no haber nacido y días en los que sentirás que tus poros atraviesan firmamentos.

Hay días en los que enterraste a tu perro y días en que viste por primera vez una palmera.

Hay días en que fuimos juntos, días en que todavía eras tú solo y días en los que tan solo fui yo a medias.

Hay días en los que estaban todos y días en los que fue imposible que lo estuvieran.

Hay días máscara y días en los que la cara te tiembla.

Hay días trampa para la mente, para sentir que has hecho algo, que hemos estado, que seguimos siendo, aquí.

Hay días en los que el deshielo de los polos casi inunda los pies de tu cama.

Días en los que otros, simplemente, dejaron de latir.

Hay días sin ti y días después de ti.

Y sin embargo, aquí seguimos.

Días vivos.

Nos quedan tantos días, o tal vez solo uno.

Por si hoy fuera mi último día.

Gracias.

Y perdón.



“Insomnio”

de Dámaso Alonso

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?
“Primavera amarilla”

de Juan Ramón Jiménez

Abril venía, lleno
todo de flores amarillas:
amarillo el arroyo,
amarillo el vallado, la colina,
el cementerio de los niños,
el huerto aquel donde el amor vivía.

El sol unjía de amarillo el mundo,
con sus luces caídas;
¡ay, por los lirios áureos,
el agua de oro, tibia;
las amarillas mariposas
sobre las rosas amarillas!

Guirnaldas amarillas escalaban
los árboles; el día
era una gracia perfumada de oro,
en un dorado despertar de vida.
Entre los huesos de los muertos,
abría Dios sus manos amarillas.

Poemas Májicos y Dolientes (1909)

Día de la Poesía. Blogs de poesía, El blog de Juan Carlos


THE END
Manuel Vilas, poemario "Gran Vilas"

Era noviembre del año 2051
Y el escritor Manuel Vilas agonizaba
En una habitación del hospital
La Paz de Madrid.

Tenía 89 años

Sus hijos y sus amigos estaban con él en la habitación.
Hijos y amigos sostenían las manos de Vilas.
Manos que no recordaban haber cogido el mundo.
Vilas estaba lúcido.
Se moría de viejo,
Pero hablaba.

Veo una fiesta, veo gente bailando –dijo-,
Una gran fiesta tropical.
Yo tengo 19 años y no 89.
La gente se baña en el mar.
Vuelvo a ser joven y estoy enamorado.
Soy un ángel perfecto.
Soy inmortal.
Vuelvo a sentir el futuro como una puñalada
De alegría en el corazón.

Vilas expiró en ese momento,
Lleno de besos, de abrazos fuertes
Y de emocionados apretones de manos.

La tierra tembló y se abrieron los palacios celestiales.

Vilas estaba muerto.

Pensé que acabaría pegándome un tiro
O saltando por la ventana, pero he acabado como todos.

Habían estado besando a un muerto hediondo,
Pero no les importaba eso,
Eran los hijos y los amigos de Vilas.
Amaban a Vilas y Vilas les amaba.

En efecto, el médico de planta confirmó el fallecimiento.
Había algunos periodistas y algunos personajes imprecisos.

Mira que fui feliz, pero aún podía haberlo sido más
Y eso me está matando mucho más que esta muerte real.
Un fantasma más enamorado que el hombre
Muy enamorado que lo inspiró.’ 

Vilas parecía una momia.
Daba bastante asco.
Un cuerpo replegado sobre cuatro huesos.
Una boca aplastada.
Unos ojos gastados hasta lo indecible.
La frente era una arruga escandalosa.
Las manos eran pura podredumbre,
Los dedos no tenían forma,
Falanges vivas, en ingrávido retorcimiento.

Esto fue el Gran Vilas, finalmente.
El hombre más bondadoso de la tierra, finalmente.
El hombre más enamorado de la historia, finalmente.
Su paso por el mundo estaba consumado.

Gran Vilas, ¿regresarás?
Los grandes vuelven.
Pero para qué volver.

Seguid besándolo, los besos son nuestras rosas.


Mayo de 2018
Intelijencia
(de “Eternidades”,
Juan Ramón Jiménez)


Intelijencia, dame
el nombre esacto de las cosas!
Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas...
¡Intelijencia, dame
el nombre esacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de as cosas!

La Amapola,
(Segunda Antología Poética, 
Juan Ramón Jiménez)

¡Amapola, sangre de la tierra;
amapola, herida del sol;
boca de la primavera azul;
amapola de mi corazón!

¡Cómo ríes por la viña verde,
por el trigo, por la jara, por
la pradera del arroyo de oro;
amapola de mi corazón!

¡Novia alegre de los labios granas;
mariposa de carmín en flor;
amapola, gala de la vida;
amapola de mi corazón!

Valle nuevo a través de la cristalería
Juan Ramón Jiménez

Valle nuevo a través de la cristalería
de colores. Trastorna su lizz y sus colores.
Cristal rojo, azul, verde. Oh qué policromía
falsa, brillante y lírica de hojas y de flores.

La hora, en él, está más distante y más pura.
Lo mismo, de otro modo, ilusión desbordante,
esponja el corazón. Qué encanto, qué ventura
de brisa carmesí y de sol verdeante.

El azahar es celeste; los redondos claveles
de sangre, son morados; los moriscos jazmines
amarillos son cobres; los lustrosos laureles
son naranjas; las Cándidas magnolias son carmines.
(Poema 239 de la “Segunda Antolojía (sic) Poética” publicada en 1920) 


Creo que para celebrar a la Poesía como se debe bastan estos 22 poemas que reúno hoy aquí creando este Segundo Florilegio poético para que así no queden desperdigados a lo largo y ancho del blog "más que palabras...". Confío en que os hayan gustado.