Hacía tiempo que no me reía tanto en un teatro. De la hora y media de duración de la función, sin exageración, una hora es de risa continua y la otra media de sonrisa previsora. ¿Quién me ha hecho reir y sonreír tanto? Pues el genial Carlos Arniches en una de sus obras de más contenido social,
El autor
El alicantino Carlos Arniches (1866- Madrid 1943) estrenó esta comedia el año 1920 en el hoy recién remodelado Teatro de la Comedia de Madrid. Es una obra que aunque representada en muchas ocasiones en su día ocasionó a su autor no pocos quebraderos de cabeza, entre otros el tener que salir de España hacia México y después a Buenos Aires porque al rey Alfonso XIII y a los sectores conservadores no les terminó de gustar ni la obra ni las críticas que levantó.
Según se puede leer en el
dossier proporcionado por el CDN, Carlos Arniches se inspiró en su propia vida para escribir esta obra. Su padre era pagador de la Fábrica de Tabacos y su puesto dependía de los políticos locales. Con los cambios de gobierno perdía o recuperaba el trabajo. En los tiempos de paro la familia pasaba enormes estrecheces económicas.
Asunto
La obra es una sencilla comedia de enredo que en la sinopsis que ofrece su director
Angel Fernández Montesinos se dice lo siguiente:
"Érase una vez, en una pequeña ciudad de España, un partido político y su alcalde llevan más de treinta años ejerciendo el caciquismo y la corrupción. Se les notifica la llegada de un inspector del gobierno, que debe analizar sus cuentas. El alcalde siguiendo su tendencia natural, se propone comprar la voluntad del inspector con todo tipo de agasajos, homenajes, regalos y dinero. Sin embargo, aparecen en la ciudad un sobrino y su tío, con intención de solicitar la mano de la sobrina del alcalde. Éstos son tomados por el inspector del gobierno, provocando todo tipo de divertidos malentendidos."
Como se ve por la sinopsis anterior -y a mí me ocurrió durante el desarrollo de la función- diríase que estamos ante una comedia de enredo de
Lope de Vega. Sí, sí, así es, y no creo exagerar cuando lo digo. Este Arniches creo que enraiza con la gran tradición del teatro español. Es cierto que en Lope no existe crítica alguna al poder político, algo que aquí sí hay; pero Lope ("
El alcalde de Zalamea" [la de Lope, no la de Calderón], "
Fuenteovejuna", "
El mejor alcalde, el rey" y alguna más), en cierta manera como hace Arniches aquí, sí critica los abusos de poder salvando, eso sí, la figura intocable del monarca.
¿Diferencias entre uno y otro? Lope cifra toda la denuncia en los asuntos de honor y honra, mientras que
Arniches los centra en la corrupción económico-política. Pero en ambos la comedia funciona gracias al enredo ocasionado por la confusión de la identidad de las personas, confusión que en Arniches viene provocada por la malísima conciencia que de su propia actuación tienen los políticos; en Lope, por contra, es una confusión inocente derivada de los parecidos físicos entre personajes, el efecto increíble del disfraz y cosas de este estilo. Pero el ritmo frenético, los juegos lingüísticos, la ambigüedad, la ingenuidad y sincero amor de los jóvenes frente a la estulticia y doblez de los mayores... sestán presentes en ambos monstruos del teatro español.
Un clásico del Teatro español
Efectivamente no se puede sacar otra conclusión que la de decir que estamos ante un autor clásico de la escena española. Porque clásico no quiere decir antiguo sino actual, esto es, que el/los autor/es pese a su distancia en el tiempo sigue/n enviándonos un mensaje importante. Esto es lo que sucede con "
Los Caciques", una obra que denuncia la corrupción de unos políticos que ocupan el poder desde hace treinta años y que sólo piensan en enriquecerse más y más aun a costa de desatender las necesidades básicas de la población a la que rigen. Así se observa cuando el personaje del
Dr. Salas reclama a
Pepe Mari, el alcalde de la localidad, el pago del dinero que el Ayuntamiento debe al Hospital desde hace más de un año. Mientras que el personaje que borda
Juan Calot le echa en cara al doctor su incomprensión ante los esfuerzos que hace el Consistorio aduciendo falta de medios, estos medios abundan y se derrochan con esplendidez cuando lo que hay que evitar es que un inspector del gobierno husmee en las opacas cuentas del alcalde y sus concejales. Y se intenta evitar empleando el protocolo habitual: la corrupción, comprar al funcionario con dinero.
Lógicamente -y esto también es un clásico- ante la posibilidad de ser pillados con las manos en la masa habrá que borrar huellas, habrá que destruir documentación incriminatoria:
CAZORLA (leyendo) El inspector que envía el ministro de Hacienda dice que o le rendís cuentas hasta el último céntimo u os lleva a Madrid esposados por la Guardia Civil. Y como yo sé que tu llevas las cuentas de una forma especial, como persona que sabe muy bien lo que se lleva...
ALCALDE (Cortándole) ¡¡Borra todos los discos duros de los ordenadores y quema inmediatamente los libros de cuentas!!
CAZORLA Pero si borramos los discos duros de los ordenadores y quemamos los libros de cuentas, es posible que vayamos a la cárcel, señor Alcalde.
ALCALDE Pero si no los quemamos, es seguro. (Pausa) Veinte años haciendo en este Ayuntamiento lo que me ha dado la gana y no tenerse en cuenta la antigüedad...¡Qué vergüenza!..
(Escena cuarta. Acto primero: despacho del alcalde)
Comedia costumbrista
La obra me atrevería a calificarla casi más de farsa sainetesca que de comedia propiamente dicha, pues es de una grandísima sencillez y cifra su éxito en la comicidad de la mayor parte de las situaciones. Esta comicidad depende fortísimamente de dos factores:
- Los textos arnichescos. Aunque estamos ante una versión hecha por Juanjo Seoane de la obra original, el director afirma que esta nueva versión se ha hecho "respetando el espíritu del autor, conservando los mejores diálogos, sus principales personajes y eliminando otros pero no sus parlamentos. Siguiendo, en fin, su trama, siendo totalmente fieles a la obra de Arniches para demostrar, una vez más, que el humor es un instrumento tan válido como otros para elaborar una profunda crítica social desde el escenario".
- El magnífico buen hacer de los actores que plasman en escena unos personajes cargados de comicidad. Hay algo sainetesco en estos personajes que son tópicos costumbristas: el alcalde corrupto, el arribista teniente de alcalde, el secretario pelota y untuoso, el íntegro doctor, el pícaro vividor, los jóvenes enamorados, la mujer entrada en años que añora su juventud perdida, y el marido cornudo. En total 9 personajes con los que se ofrece una imagen costumbrista de una España que está aún muy viva entre nosotros.
Forma parte, pues, esta obra del teatro costumbrista español, si bien en Arniches, al menos en esta pieza teatral se percibe un afán regeneracionista y de denuncia que no era muy habitual en España en el momento de su estreno. La frase final de la obra,
"Los españoles no seremos felices, hasta que no acabemos de una vez para siempre con los corruptos"
dicha por un pícaro, es la manifestación del deseo de ruptura con lo que, penosamente, es costumbre irredenta en nuestro país: el latrocinio, la corrupción, la verborrea inactiva de los políticos... Pero también, ¡cuidado con esto!, Carlos Arniches, al poner en boca de Pepe (Rigoberto, Exuperancio, José María, entre otras falsas identidades a lo largo de su pícara vida) este noble deseo, puede estar advirtiendo del enorme peligro de falta de cumplimiento al que estas frases altisonantes, por reiteradas, nos tienen ya acostumbrados. ¡Costumbrismo puro como se ve!
Puesta en escena
La puesta en escena del texto arnichesco es de gran sencillez: un escenario desnudo de cuyo suelo brotan la mesa de la alcaldía o el banco en el paseo de Pereda de Santander en el que dialogan las dos mujeres de la obra. Sólo hay una cierta escenografía de decorado en los cubos brillantes que se abren o se cierran para significar la suite del hotel donde los preocupados miembros del Ayuntamiento de la localidad hospedan a los supuestos enviados gubernamentales.
Todo lo demás desde el punto de vista escenográfico lo resuelve el director Fernández Montesinos recurriendo a la tecnología audiovisual: una serie de videos sobre un noticiario emitido por la cadena de la TV provincial, que sirve para contextualizar el momento de corrupción política, o un fondo visual de una imagen fija o con levísimas variaciones que es distinta según se quiera significar una ubicación u otra (el anuncio luminoso del Hotel, las olas de la playa santanderina...)
Los actores
Toda la fuerza y comicidad de la obra reposa en el elenco actoral que está a una gran altura. Es un reparto formado por, por orden alfabético, Víctor Anciones (Doctor Salas), Marisol Ayuso (Adela, eposa de don Gonzalo), Juan Calot (el Alcalde), Fernando Conde (el pícaro Pepe), Óscar Hernández (Rodríguez, secretario del Alcalde), Alejandro Navamuel (Alfredo, el joven enamorado de Cristina y un poco aprendiz de pícaro a través del magisterio de su tío Pepe), Elena Román (Cristina, ingenua y sincera enamorada; es la sobrina del alcalde), Raúl Sanz (Cazorla, teniente alcalde del Ayuntamiento), Juan Jesús Valverde (Don Gonzalo, concejal de finanzas del Ayuntamiento).
Si bien los nueve, como ya he dicho, están a gran altura, por encima de todos ellos destaca Fernando Conde sobre quien recae la responsabilidad de mantener el tono humorístico de la función. Y lo logra pues -como solía decirse en las críticas teatrales clásicas- es un actor dotado de una innegable vis cómica.
Final
Una obra ciertamente muy recomendable que se puede ver en el teatro María Guerrero de Madrid (CDN) hasta el próximo día 22 de noviembre. Un teatro de humor que no puede despacharse como en muchas ocasiones se hace con Carlos Arniches con el calificativo de "escapista".